Envuelto alrededor de tu dedo
Si oyes la multimedia, el relato tendrá más impacto.
Wrapped around your finger -5sos
Desperté gracias al sonido de piedras golpeando mi ventana, fruncí el ceño y me levanté somnolienta.
Alcé levemente la cortina, me costó un poco acostumbrarme a la tenue luz de la luna, cuando lo hice, lo primero que vi fueron sus ojos.
Verde profundo, como un bosque espeso lleno de vida, con leves destellos grises que contrastaban preciosamente junto a un suéter negro, resaltando su piel blanca que se veía opacada por las hebras de cabello negro que caían con rebeldía por su frente.
— ¡Sal, vamos a hablar! —gritó.
Pude haberle dicho que era tarde, que se jodiera y se fuera a la mierda, pero en cuestión de minutos ya estaba bajando por la escalera con un suéter blanco cubriéndome del frío.
—Es medianoche —comenté recién estuve a su lado.
—A luz de la luna te ves como un ángel disfrazado, haces que mi vida se sienta como una postal con la imagen de sus hermoso rostro.
El rubio invadió mi rostro con facilidad y de manera instantánea, me senté en el pasto y él lo hizo conmigo.
— ¿De qué quieres hablar? —la pregunta salió de mis labios con rapidez.
Él suspiró y se acostó en el césped, yo en cambio me quedé sentada observándolo con curiosidad.
—Me voy mañana —soltó con los ojos cerrados.
No podía ser cierto, estaban alejándolo de mí con tanta facilidad, sin tomar en cuenta la gran cantidad de promesas selladas con besos, sollozos ahogados con abrazos y lágrimas secadas con caricias.
—Thaisia —murmuró.
Le respondí de la mejor manera que pude, hacienso un esfuerzo para quedar sentada sobre él y posteriormente besando sus labios.
Gruesos, con su representativo sabor a cigarrillos de fresa, moviéndose a un ritmo salvaje reclamando mis labios como suyos, y en realidad, lo eran. Puedo hasta decir que aún lo son.
Volvió a sentarse, acuné su rostro entre mis manos, mientras que las suyas hacían una delicada presión en mis caderas.
Sus caderas empezaron con un ritmo singular que poco a poco empecé a seguir, recibiendo la endulzante fricción.
—Iríamos a Santa Cruz la semana que viene —susurré, rodeándolo por los hombros.
—Disfrutemos esta noche —fue lo que me dijo, me hizo un ademán para que me levantara y eso hice, hizo lo mismo después— ¿Lista? —asentí, tomó mi mano y empezó a correr, guiándome a un lugar que no imaginaba.
El parque.
— ¿Te animas? —extendió su mano, se había sentado en la rueda.
Me senté a su lado y fue cuando se impulsó, haciéndonos dar vueltas.
Gritamos de júbilo hasta que la rueda paró, allí atrapó mis labios con dulzura, a lo que no pude evitar corresponder.
—Probablemente me tengas en la palma de tu mano —apoyé mi cabeza en su hombro, él acarició mi brazo.
—Eso creo —se encogió de hombros.
— ¿Eso crees? Me tienes, Louis.
— ¿En serio? —se levantó en la rueda, manteniendo el equilibro con dificultad— ¡Te amo, Thaisia Collins! ¡Te amo, te amo! ¡Y soy capaz de gritarlo hasta que mis pulmones se sientas apretados! ¡Te amo, rubia preciosa!
Se bajó de la rueda y me hizo levantarme para volver a correr por las calles, riendo y recordando mil y un escenarios en los que ambos estábamos involucrados.
Perdimos la noción del tiempo, pues nos encontrábamos de nuevo en mi patio trasero, pero esta vez con los crepúsculos asomándose.
—Fuiste mía por una noche —susurró cuando estaba escondida en su pecho—, estaba fuera de mi mente.
—Fuiste mío por una noche —le respondí con las lágrimas escociendo mis ojos—, y no sé como decir adiós —sollocé.
Su agarre se reforzó y pude oír como leves sollozos brotaban de sus labios, esos labios que tanto había besado aquella noche.
En un momento los gimoteos pararon, sus suéter quedó empapado con mis lágrimas y eso me dio una idea.
Me quité la prenda blanca que estaba usando dejando a la vista la clara camisa de dormir que llevaba, sus ojos viajaron con rapidez a los puntos que se marcaban por debajo de la tela gracias al frío.
—Es tuyo —le extendí mi suéter, él lo aceptó y en seguida lo olió, se le escapó una sonrisa antes de quitarse el suyo.
—Tuyo —fue un leve murmullo—. Debo irme.
—Debes irte —repetí, depositó un cálido beso en mis labios, el último en mucho tiempo, tal vez el último de por vida.
Sonrió nuevamente, acarició mi mejilla y luego alejó su tacto.
Mordió su labio y se volteó, yéndose en dirección a un lugar muy alejado de mí.
Lo vi desvanecerse con delicadeza y lentitud a medida que se hacía más pequeño cada que daba un paso hacia adelante. Y cuando casi salía de mi campo de visión, se volteó diciéndome algo que quedaría tatuado en mi memoria y posteriormente en mi piel.
—Recuerda, Thaisia, hoy y siempre, que me tienes envuelto alrededor de tu dedo.
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Este sin dudas es mi favorito, es el más largo, el que más me gusta, y al que le voy a hacer una segunda parte basada en Waste the night.
@coco-ml te amo, mil veces tuyo, Anna preciosa.
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