f o r e v e r
Estar parado en medio de su calle, mientras el sol se mete, es lo más cercano a ser poético que ha estado. Sus ojos apenas abiertos porque insiste en mirar hacia en donde se esconde el sol, la bella imagen hace eco en su cabeza y siente que con cada respiración está más cerca de ser feliz y es entonces cuando da una media vuelta y sale corriendo por toda la calle.
Está en una carrera contra el viento en donde este lo empuja pero lo único que le regala son sus lágrimas brillantes que se quedan detrás con esa brisa.
Hay algo en la tarea agobiante de correr tan rápido que lo tiene demasiado feliz mientras llora y aunque está alegre no quiere parar de llorar, porque siente dentro de su cuerpo un crescendo que lo va a matar. Siente demasiadas cosas. Aún así le gustaría atesorar ese momento en que el atardecer colorea su delgado cuerpo, hace espesas sus lágrimas y de sus piernas hace la parte más funcional de él.
Cuando pasa por frente de la casa de Mingyu, como siempre el menor está esperándolo en el escalón que hay en el pórtico, pero esa vez no para por él porque quiere seguir corriendo y saltar, correr y girar, correr y llorar, correr y reirse.
—¡Wonwoo! —grita el menor cuando su novio pasa corriendo frente a su casa, sin embargo no se detiene.
Sin pensarlo por unos segundos decide salir corriendo detrás del mayor, llegando a alcanzarlo rápidamente porque es más atlético que Wonwoo. Disminuye su velocidad para poder correr justo a un lado de Wonwoo. No ve hacia el frente, sin embargo contempla el rostro del mayor y en él hay algo tan hermosamente trágico que lo enamora un poco más porque a su sonrisa optimista de colmillos le encanta la hermosura de lo trágico, lo trágico de ser hermoso.
A Mingyu le gusta lo precioso que puede llegar a ser Wonwoo dentro de su vida de mierda y lo horroso que puede llegar a ser escucharlo llorar, mientras decide sembrar una semilla de confianza más con su profunda voz, que cuenta secretos no tan secretos que lo destrozan. Le gusta todo de Wonwoo en el sentido más trágico de la palabra gustar.
Ambos paran de correr cuando llegan a un pequeño parque que hay al final de la cuadra, y cuando dicen pequeño realmente es bastante pequeño, llegando a ser sólo un ridículo círculo de césped con un par de columpios, unos árboles y unas bancas.
Wonwoo seca sus lágrimas y mira directo al rostro a su novio, quien le regala una de sus sonrisas grandes y luego pasa con picardia su lengua por uno de sus caninos. Wonwoo sacude la cabeza y respira profundo para a luego ir a tomar asiento en uno de los columpios, Mingyu toma asiento en el otro y se le aprieta el corazón cuando ve como el mayor recuesta su rostro a la cadena del columpio que está más cercana a él.
Por momentos permanecen así, Wonwoo no ve a ningún sitio en especifico y Mingyu decide ver como el sol les dice adiós una vez más. No sabe si solo le pasa a él, pero se ha creado un ambiente en donde su respiración parece alentarse mientras los segundos corren inatrapables a través de su aliento apelmazado, y no, no es algo que considere malo, solo lo considera exquisitamente soportable como el frío que siente Wonwoo en su mejilla recostada a la cadena del columpio.
—¿Estás enamorado de mí? —pregunta el mayor con un hilo de voz temblorosa.
—Estoy enamorado de ti —le dice Mingyu y el mayor sonríe—. Estoy enamorado de ti de una forma tan trágica que siento que cuando seco tus lágrimas con mis dedos, ellas se quedan ahí y aunque son una muestra de dolor, me gustan bastante, me gusta cada parte de ti.
—¿Está eso bien?
—Quiero decir, el ser humano tiene sentimientos y la desdicha de poder ser consumidos por ellos hasta que nos volvemos horribles, dependiendo del sentimiento, pero entonces estás tú, adueñandote de tu tristeza y siendo hermoso a más no poder, y se me infla el maldito corazón con un montón de sentimientos que crean Vía Lácteas que me atraen una y otra vez.
Wonwoo lo observa fijamente y se imagina pequeñas estrellas adornando sus pómulos, se imagina besandolo y juntos haciendo el cielo estrellado, sus lenguas haciendo rayos de madrugadas, con todo estando mal pero ellos estando bien con eso.
—Yo también estoy enamorado de ti, mucho —confiesa el mayor y suspira—. Estoy enamorado de ti de una forma peculiar, porque tenemos la capacidad de pensar y cuestionar hasta volvernos locos pero esto que siento es incuestionable, lo siento por todo mi cuerpo sin explicaciones, tu amor por dentro se siente como la gravedad cero.
El mayor despega su cara de las cadenas y se acerca a Mingyu, quien también se acerca a él, sus labios se tocan y no sienten chispas por dentro, ni mariposas, ni algo que los ponga alerta, pero se siente bien, tan correcto como desplomarte en tu cama después de un día duro, en sí no es una sensación que se estrelle por aquí o por allá, es una onda que se expande por sus cuerpos con cuidado, como pidiendo permiso para quedarse por siempre. Hay algo trágicamente duradero en una sensación que se puede ir de sus cuerpos dentro de muchísimos años.
Hay algo trágico en el amor que es precioso a más no poder.
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