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⠀⠀eight.

broken pieces⠀⠀!⠀⠀chapter eight
❛ words that overflow ❜
❪ あふれる言葉 ❫

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀LOS PÁJAROS saltaban desde sus nidos ante los primeros rayos de sol que iluminaban aquel amanecer, abriéndose paso entre los altos edificios, trinando alegres ante la llegada de un nuevo día. Las tejas se sentía heladas bajo el tacto y la brisa, aunque suave, calaba en sus huesos; sin embargo, era algo que merecía la pena. El cielo poco a poco cambiaba de color, los pájaros alzaban el vuelo y las calles poco a poco iban siendo arropadas con el sol y los primeros que se levantaban para ir a trabajar. Todo era tan silencioso, tan agradable, que llegaba incluso a ser ruidoso.

⠀⠀── Rin-chan, mira esa ardilla.

⠀Descendió la mirada fijándose en el animal que una pálida y pequeña mano le señalaba, aunque no duró demasiado, pues en cuanto vio a aquellos que la miraban salió corriendo por los tejados. Sus ojos continuaron bajando, sentado sobre su regazo se encontraba el pequeño cuerpo de una niña, Haruki Suna, su hermana menor. Tantas ganas tenía la niña de ver el amanecer que apenas había dormido y por eso ambos estaban en el tejado, arropados con la única manta que habían encontrado, pero no les tapaba lo suficiente como para dejar de tener frío.

⠀⠀── Mira ese pájaro ¡Cuántos colores! ──  exclamó, señalando un ave que había aterrizado a unos metros de ellos. Se sentía como si estuviese apreciando la belleza del mundo por primera vez.

⠀⠀── Si gritas tanto lo vas a terminar espantando, tonta.

⠀Así fue, el pájaro volvió a alzar el vuelo, moviendo sus alas con elegancia y velocidad para alcanzar altura, dejando que los rayos del sol hiciesen brillar sus colores y encandilasen a la menor de los Suna que miraba al animal alejarse como si fuese lo más maravilloso del mundo, mas también con un pequeño atisbo de tristeza en sus pequeños ojos verdes.

⠀⠀── Oh, perdón ── se disculpó reduciendo su tono de voz, pero Haruki no sabía susurrar.

⠀Rintarō le revolvió el pelo con cariño, sacándole una risa a la niña que se quejaba por aquella acción de parte de su hermano. Así ambos se mantuvieron allí, sobre las tejas, viendo pájaros moverse de un lado a otro y los gritos de despedida de aquellas personas que abandonaban sus hogares para ir a trabajar. De repente, el bosque de edificios ya no podía ocultarlos por más tiempo y los rayos de sol llegaron hasta donde ellos, cegándoles de primera vez y obligándolos a cerrar los ojos; sin embargo, lo que hizo que Rintarō los abriese de nuevo fue una sensación húmeda que recorría todo su cuerpo, como si se estuviese ahogando, pero no era agua, era sangre, brillante y roja, destacando sobre su piel y manchando su ropa.

⠀El perfecto azul del cielo ya no estaba, ahora era gris, nublado, con horribles matices rojos; el aire ya no era suave, tampoco era fresco, era violento y sofocante, haciendo de respirar una tortura, asfixiándolo; los pájaros caían del cielo, muertos, y cualquier otro sonido que no fuese el rabioso latir de su corazón se había ensordecido. Asustado como estaba Rintarō intentó moverse, pero no podía, algo le hacía quedarse allí, sentado en el tejado de su casa mientras todo a su al rededor se destruía. Buscó a Haruki con la mirada y la encontró frente a él, mas no parecía ella. Su aspecto era irreconocible, demacrado y destrozado, ni tan siquiera podía diferenciar sus miembros y aún así, su voz era clara.

⠀⠀── Rintarō . . . eres el peor hermano que existe, todo es tu culpa, eres horrible ── le hablaba con firmeza y claridad, sin dudar ──. Ojalá te hubieses muerto ese día, ojalá no fueses un inútil que ni para matarse sirve.

⠀⠀── Haruki, te equivocas, yo nunca quise que eso pasae, Haru . . .

⠀⠀Bañado en sudor frío y lágrimas se levantó, tomando el teléfono que descansaba al lado de su cabeza miró la hora 04 : 21, seguía siendo septiembre y continuaba en dos mil trece. Mareado y con ganas de vomitar salió en silencio hacia el baño, aunque no pasó nada, pues no había comido nada. Apoyó ambas manos en el lavabo y con la diestra se echó agua en la nuca, siendo inevitable no mirarse al espejo donde se dio cuenta de la verdad, la realidad que atravesaba esos últimos días, estaba peor que nunca: estaba más delgado que hacía una semanas, las ojeras se habían instalado bajo sus ojos y estaban más marcadas que nunca, estaba más pálido incluso y, además, las lágrimas habían marcado el recorrido sobre sus mejillas.

⠀Así era la realidad que incluso él quería evitar notar, procuraba ocultar a toda costa sin llegar a entender como Akira no lo miraba con lástima cada vez que lo veía llegar a su casa, cada vez más apático, más distante y cansado, incluso carecía de constancia de todas aquellas veces que estudiando había caído dormido sobre la cama de la joven o la hora incluso a la que él mismo llegaba a su casa. Tomó una gran bocanada de aire y dejó que las lágrimas retenidas continuasen bajando por su rostro, deslizándose hasta el suelo donde él mismo se dejó caer, sujetándose las rodillas cerca del pecho, procurando no hacer ruido. Estaba cansado de aquella mentira que él mismo se había obligado a creer y aún así ya no podía parar, no era capaz de dejar de mentir y mostrarse como realmente estaba ante nadie, se había limitado a continuar fingiendo hasta que ya no podía más.

⠀Amargas eran las lágrimas que abandonaban sus ojos, haciendo que escociesen por el constante llanto e incluso el aire comenzaba a hacerle falta, pero no podía parar, no hasta que librase todo lo que su alma contenía, llegando hasta sus más profundos sentimientos donde vio aquella cicatriz vertical que resaltaba sobre su antebrazo. Tan solo unos meses atrás, en aquel mismo baño, Rintarō intentó acabar con su vida o, más bien, la culpa intentó acabar con él ese día. Se dio la vuelta apoyando la frente contra el frío suelo, abrazando su propio cuerpo tratando de reprimir sus gritos desoladores. Rintarō quería dormir sin necesidad de pastillas, sin despertar por pesadillas; quería no tener moretones y golpes por todo el cuerpo; quería dejar de escuchar sus gritos. Rintarō solo quería que todo se detuviese por un momento.

⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Aún a pesar de todo, aquella mañana Rintarō logró ducharse, salir del baño, cambiarse e ir a clase. No quería seguir acumulando faltas, ni continuar escuchando el insufrible sonido de su teléfono ante cada llamada, tanto por parte de profesores como de Osamu. Habían discutido e incluso jurado no volver a hablarse, pero tanto el uno como el otro era demasiado débil como para hacer aquello y alejarse a pesar del daño que se hiciesen. 

⠀Sin embargo, la presencia de Suna en el aula era imperceptible, ese día no hablaba, no levantaba la vista de la mesa, no detenía su mano sobre el papel, incluso los profesores habían comenzado a dudar si realmente estaba tomando apuntes, así que no fue sorpresa que en cuanto la alarma sonase saliese de allí casi corriendo, dejando a todos con la palabra en la boca, negándose a escucharlos. La mayoría solo mostrarían falsa preocupación hacia él ante su repentina desaparición de varios días, la realidad era que a nadie le importaba en lo absoluto, mas era él quien se encargaba de saberlo todo en aquel instituto y, por ende, ellos también querían hacerlo. En el fondo, Rintarō quería afrontarlo todo, pero no podía, era demasiado débil para aquello también.

⠀⠀── Conque aquí estabas ── escuchó una voz a sus espaldas.

⠀Eso era lo que quería evitar, por eso se había refugiado en aquella zona, sentado sobre unas escaleras en la parte trasera del centro, un lugar poco frecuentado tanto por profesores como por alumnos, una zona apartada, tranquila, el lugar perfecto para esconder. Tenía la mirada perdida, escalofríos recorrían su espina dorsal en cuanto recordaba la pesadilla que lo había despertado atacado aquella madrugada.

⠀Al no responder, el recién llegado, avanzó hacia él tomando asiento en las escaleras, pero un escalón más abajo. Giró el cuerpo para mirarle, apoyando la espalda contra la fría barandilla metálica, Osamu se quedó en esa misma posición por unos instantes, observándole con detalle. Notaba los mismos descubrimientos que Suna había hecho sobre su propio cuerpo, no parecía moverse y a pesar de estar justo en línea de visión tampoco parecía verle, tan sumido estaba en sus pensamientos que todo lo que le rodeaba era nulo. Entre las diferencias que percibía en él se incluía el movimiento nervioso de su boca, mordiendo sin compasión las pieles muertas sobre sus labios quitándoselas, no le era exagerado pensar que aquello fuese causa de la necesidad del tabaco, cuya caja había notado que estaba junto a sus pies, ya vacía.

⠀⠀── El entrenador está preocupado por ti, el equipo también. Aunque no juegues deberías de venir ── comenzó a hablar en un vago intento de ser escuchado por el castaño ──. He intentado cubrirte las espaldas de algún modo, pero no puedo seguir diciendo que tienes que cuidar de Haruki, empieza a sospechar que es una excusa. Por cierto, ¿Qué tal está tu hermana? Hace tiempo que no la vemos.

⠀La verdad era que Osamu no sabía nada más allá de la pronta adicción de su amigo, tampoco que había sido obligado a dejar el club por sus notas y no por voluntad propia; por otro lado, había hecho que, inconscientemente, Suna lo escuchase, pero no por lo que dijo, sino por el nombre que había mencionado. Había sido la clave y la llave para que una delgada lágrima descendiese por sus frías mejillas. Llevó la mangas hacia el lugar para limpiarse, siendo ahí cuando reparó en la presencia del Miya frente a él, su mirada de sorpresa lo decía todo.

⠀Su silencioso llanto no pasó desapercibido para Osamu, como temía, así que, antes de darle la oportunidad de moverse, se levantó del escalón dispuesto a irse de allí e intentar tranquilizarse y aclarar sus pensamientos antes de que comenzase el segundo periodo; pero, él lo siguió y antes de doblar la esquina lo detuvo sujetándole de la muñeca. No podía culparle por preocuparse, pero no quería hablar de lo que tanto le atormentaba, no estaba preparado, era demasiado doloroso, aunque en algún momento debía de soltarlo.

⠀⠀── Rintarō  . . . ¿estás llorando? ── preguntó dubitativo, realmente no era lo que quería decir, había sido un reflejo y quería asegurarse.

⠀⠀── No, déjame ── de un brusco movimiento se zafó de su agarre, aunque no fue suficiente para hacerlo retroceder, ya que nuevamente lo agarró ──. ¡Osamu, déjame en paz!

⠀Lo siguiente que sintió fueron sus dedos aferrándose con más fuerza al rededor de su muñeca tras oírle, dolía. Allí continuaron forcejeando, quería marcharse lejos y Osamu no le dejaba, al igual que, por mucho que le doliese, no le dio más opción además de golpearle, una acción que lo detuvo todo. Toda la faceta que se había construido había desaparecido, acababa de perder los estribos y Osamu había pagado por ellos; aún así, era tan terco como para no soltarle y en su lugar le devolvió el golpe haciendo que ambos se tambaleasen. No iba a terminar así y lo que comenzó siendo un forcejeo fue decayendo hasta convertirse en un intercambio de golpes dirigidos a cualquier sitio, no querían hacerlo realmente, pero no veían más opciones.

⠀⠀── ¡Cómo quieres que te deje cuándo veo que te haces mierda delante de mí! ¡Eres un gilipollas, Rintarō!

⠀⠀── ¡Y qué si lo soy! ¡Ódiame entonces, di que me odias! ¡Haz como todos y ódiame! ¡Di que quieres que me muera!

Cómo voy a odiarte cuando pones una expresión tan triste mientras lo dices.

⠀Cayeron al suelo, rodaron por la tierra rozando sus uniformes, manchándose y aún así ninguno parecía querer detener aquella pelea, tampoco había nadie que pudiese detenerlos. Era algo entre Osamu y Rintarō, ninguno iba a dar su brazo a torcer hasta que no estuviese aclarado y Suna no iba a huir si es que Samu no quería que lo hiciese

⠀⠀── ¿¡No entiendes que no puedo odiarte!? ¡Quiero entenderte!

⠀Sus palabras parecieron causar algún efecto sobre él, tanto que Osamu aprovechó su inminente debilidad para cambiar posiciones, dejándole debajo de su cuerpo. Iba a dar su brazo a torcer, no podía seguir golpeando a su amigo y menos cuando siquiera sabía cómo habían terminado en aquella situación, al igual que tampoco notaron cuándo fue que el descanso terminó, quedando ambos solos en aquel tan amplio patio.

⠀⠀── ¡Yo maté a mi hermana! ¡Por qué no puedes odiarme!

⠀Su expresión, sus palabras y sus lágrimas causaron que su puño se detuviese antes de impactar contra su rostro, mas seguía sujetándole por el cuello de la camisa; sin embargo, en ese momento sus mismos ojos parecían reflejar la confusión que sentía ante tan crudas palabras, algo que fue aprovechado por Suna para quitárselo de encima. Ya lo había dicho, había dejado que las palabras se desbordasen por su boca cuando realmente no quería hacerlo, así que ya no tenía motivos para huir. Así pues, apoyó la espalda contra la pared cercana y se dejó deslizar hasta el suelo con el rostro en sus manos, comenzando a sentir el dolor de las heridas que habían comenzado a aparecer en su cara tras aquel intercambio de golpes sin contención alguna, finalmente se habían desahogado el uno con el otro en todos los sentidos posibles.

⠀Aún afectado por el repentino giro que todo aquello había tomado, el mayor de los Miya se levantó del suelo y se acercó hasta él apoyando una mano reconfortante sobre su hombro, entendía si no quería hablar, pero de alguna forma debía de soltarlo todo.

⠀⠀── ¿Cómo...

⠀⠀── Sucedió el año pasado, yo...yo de verdad que no quería que aquello pasase, si tan solo hubiese sido yo y no ella, tenía cinco putos años, Osamu, cinco años──  su voz sonaba tan rota y él se veía tan vulnerable.

⠀⠀── Rin-chan, ¿crees que le va a gustar a mami? ── preguntó agarrando la mano de su hermano para poder ver.

⠀Trece de noviembre, el cumpleaños de su madre y habían querido comprarle algo especial, un anillo. Gran parte de sus ahorros y una pequeña aportación por parte de la menor era lo que habían usado para comprar aquello pudiendo conseguir que grabasen sus nombres en la cara interior de la sortija. No todos los años se cumplían cuarenta y querían dedicarle algo especial a aquella mujer que les había dedicado su vida entera desde que nacieron, incluso la pieza se sentía insignificante al lado de todo lo que había hecho, pues nada era capaz de cubrir aquel agradecimiento y amor que sentían hacia su madre.

⠀⠀── Claro que le gustará, tonta. Pero si no se da el caso aún estás a tiempo de hacerle un dibujo para compensarlo ── rió revolviéndole su lacio cabello castaño.

⠀Por insistencia de Haruki, Rintarō no tuvo más remedio que darle la joya para que ella la llevase de camino a casa, dando pequeños saltos de ilusión y cantando palabras sin sentido con tal de transmitir aquella alegría infantil. Iban por una de las calles principales, transitada tanto por vehículos como por multitud de personas y en una de esas un hombre chocó contra la menor haciendo que el anillo cayese de sus manos rodando en dirección a la calle.

⠀Todo sucedió tan rápido que apenas pudo reaccionar, la sortija rodó hacia la carretera con Haruki detrás, los coches iban a demasiada velocidad como para poder detenerse a tiempo llevándose entonces su pequeño y frágil cuerpo varias veces por delante, matándola en el acto; en cambio, Rintarō tuvo que ser sujetado por un grupo de personas con tal de impedir que se abalanzara a la carretera en el intento de proteger a su hermana, mostrando en gritos iracundos y golpes su desesperación e impotencia ante la situación. Su única labor era cuidar de ella y había fallado, por su descuido al no sujetarle fuerte es que había muerto de una forma tan brutal como aquella.

⠀En cada palabra que salía de sus labios podía sentir la impotencia que su alama guardaba, el odio e incluso toda la tristeza reprimida que albergaba. Era demasiado desgarrador escucharlo y ni tan siquiera quería imaginar cómo había sido vivirlo, ver como la vida de tu hermana pequeña era arrebatada de una forma tan cruel frente a tus ojos, cuando resultaba que tenía toda su vida por delante y era tu responsabilidad cuidar de ella. No tenía idea de toda la culpa que cargaba sobre sus hombros, todas las pesadillas que lo atacaban haciéndole recordar aquel tan cruel momento. Ahora lo entendía todo, o eso creía, entendía todo el dolor que cargaba y su cambio en un intento de ocultarlo, de buscar por todos los medios borrar aquel momento y las drogas habían sido su mayor cobijo; mas aquello no era todo, más abajo aún había algo que no quería seguir removiendo, ya era suficiente

⠀⠀── Vamos a la enfermería a que te vean eso . . .

⠀Siquiera todas las palabras de aliento del mundo hubiesen servido en ese momento, así que ahora lo único que podían hacer ambos era ir a la enfermería a tratar sus heridas físicas, en especial Rintarō, pues aquella cicatriz que resaltaba sobre su muñeca se había abierto comenzando a sangrar. Era realmente un mal augurio, sus heridas se reabrían y todo lo que fingía haber superado regresaba sin poder retener más tiempo la angustia, sin poder seguir guardándolo dentro como si nada sucediese.

© keeishi , 2O22

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