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9

—Tae, ¿te vas a quedar ahí sentado? —su hermano mayor le sonrió mientras se levantaba para seguir a NamJoon quien se dirigía al bosque.

—¿A dónde van? —Hizo el amago de levantarse, pues había estado ausente en su propia cabeza, pensando, y no escucho la razón del porque irían.

—No lo se, sabes como es Nam, decía algo de comprobar si ahí crecía una flor rara o algo así.

Le quitó importancia con un pequeño movimiento de su mano, al parecer no era el único que no estaba prestando especial atención a las intenciones de su hermano.

Casi había olvidado lo que era pasar tiempo de calidad con sus hermanos, han pasado años desde la última vez que estuvieron todos juntos, ya sea aburridos en una habitación o saliendo al bosque a buscar cualquier artefacto mágico, solo con la excusa de no estar encerrados en el castillo.

—Espérame —le reclamó cuando comenzó a caminar para no perder de vista al moreno quién estaba a punto de adentrarse entre los árboles—. A veces creo que está un poco loco.

—Sabes como es, pero esta vez no lo pongo en duda, creo que he visto información sobre esa flor en alguno de los libro de botánica que hay en la academia.

A JungKook le gustaría esto, fue lo primero que pensó. Sabía cuanto amaba el omega todo lo relacionado con la naturaleza y si era de índole mágico mucho más. Se aseguraría de preguntarle a su hermano que era eso que buscaba para hablarle luego a su pareja sobre ello, lo que probablemente lo lleve a una clase sobre botánica o gritos de emoción por haber encontrado algo magnífico. Cualquiera de las dos opciones significaba tener al chico feliz y eso le encantaba.

Fue casi corriendo para alcanzar a Jin, pero escuchó un grito que lo exaltó, provocando que tropezara y si no fuera por la espalda de su hermano, hubiera acabado de cara en el suelo. Aunque este último casi termina cayendo de igual forma, pero solo soltó un quejido por el golpe.

—¡Príncipe TaeHyung! —se volteó aun aturdido y vio a uno de los sirvientes del castillo, quien parecía algo agitado mientras lo llamaba—. El rey Encantador quiere verlo.

Confundido y sorprendido miró a su hermano quien pareció ser tomado desprevenido de la igual forma.

—Si quieres busco a Nam y vamos contigo...

—No, no —se apresuró a negar—. Ve tú con él, yo estaré bien, papá no es como ella. A menos que sean los dos quienes quieran verme, pero ya no pueden encerrarme en una habitación por meses como lo hicieron hace años.

—Tae —trató de replicar, aun sin estar convencido, pero la sonrisa del alfa lo hizo callar.

—Lo prometo, si no vuelvo en una hora o menos les doy permiso de que vayan a buscarme —trató de huir para esquivar el manotazo que le iba a propinar el contrario, lográndolo con éxito.

—Maldito insolente, ¿quién eres para darme permiso de hacer las cosas? —se quejó a modo de broma, por lo que solo encogió los hombros, haciéndolo reír—. Igual buscaré a NamJoon, estaremos aquí cuando vuelvas.

Caminó a paso rápido para llegar lo antes posible. No sabía qué esperar de esa conversación, su padre nunca solía llamarlo para hablar y para nada en general, siempre estuvo ausente en su vida y con el pasar de los años no fue diferente. Cuando se trataban el siempre lo hacía con cariño, pero no se metía en ningún aspecto de su vida, a diferencia de su madre quien siempre quería controlarlo todo.

Cuando estuvo delante de la puerta del despacho su corazón martilleaba con fuerza en su pecho, por lo que solo tomo una aspiración profunda y con determinación, entró.

El aroma a madera se apoderaba del lugar, desde que era un niño el aroma de su padre se le hacía agradable y ahora parecía tener el mismo efecto en él, ayudándolo a relajarse. Este estaba sentado en su mesa y le dedico una sonrisa al verlo.

—Tan educado como siempre, entrando sin tocar —reclamó con tono burlón, lo que lo hizo sentirse avergonzado—. Siéntate, tengo que hablarte sobre algo.

Acató la orden y aun sin decir nada, se mantuvo firme. Por el tono calmado que le dirigía, sabía que solo quería tener una charla tranquila y eso al parecer funcionaba, porque su lobo se no se puso a la defensiva en cuanto entró y eso era una muy buena señal.

—Imagino que debes saber de lo que quiero hablarte, pero no debes preocuparte, no quiero pelear —corrió su cabello pulcramente peinado hacia atrás y levanto la mirada, observándolo fijo a los ojos—. El otro día, no estuviste bien al usar tu voz de mando con tu madre, pero entiendo que hayas perdido la paciencia. No vengo a darte un sermón de lo que hiciste, porque se que lo que ha hecho ella ha sobrepasado tu límite.

Al menos estaba tranquilo de que entendiera sus razones, al nunca tenerlo muy presente en su vida no sabía si iba a comprender o estaría del lado de su madre y eso último iba a resultar un problema. Prefería mantenerse tranquilo y esperar a que terminara de hablar para contestarle. Lo vio levantarse de su asiento y caminar hasta un estante para agarrar un libro de color rojo de una tapa muy gruesa.

—Desde que pensamos que Jin se casaría con JungKook, tu madre me hizo estudiarme esto —puso el libro encima de la mesa y pudo leer perfectamente la inscripción encima de este "Blancanieves"—. Quiso moldear la personalidad de tu hermano y resumirlo a esto. En cambio NamJoon y tú fueron desplazados. Y te preguntaras a qué voy con todo esto, llámame loco, pero siempre pensé que a ti te quedaba mejor este cuento que a SeokJin —sonrió y rodó los ojos, su padre siempre tan el. Sí lo veía capaz de haber hecho todo eso, pero no se lo creía.

—Solo quiero saber algo, ¿por qué nunca hiciste nada? —estaba genuinamente interesado en ello, le llenaba de intriga y molestia que el nunca se interesara en cambiar las cosas que hacía su madre.

—Oh, sí que hice, trate de pararla, pero no puedo hacer nada contra la autoridad que es Blancanieves, está muy por encima de nosotros y ella respaldaba las ideas de tu madre —hojeo el libro hasta una página en específico y sonrió al ver la foto que estaba dentro—. Puse esto aquí para nunca dejarme olvidar que en algún momento debía hablarte sobre el tema —le extendió aquella imagen y cuando la vio sus ojos se cristalizaron.

Era una foto de él y JungKook cuando eran niños. En la imagen, el omega aparecía colocando una corona sobre su cabeza mientras sonreía de oreja a oreja. Él también llevaba una corona en la suya y estaba sentado, mirando hacia arriba con una sonrisa que reflejaba la misma alegría que la del rubio.

Recordaba aquel día a la perfección. Junto a Nam y Jin habían ido al palacio donde vivía JungKook para visitarlo, pero, a esa edad, lo único que les interesaba realmente era jugar. Mientras él y JungKook subían a la habitación de Blancanieves a buscar un par de coronas, sus hermanos mayores comenzaron a experimentar con la cámara nueva del menor.

Lo que empezó como una tarde de juegos terminó en una improvisada sesión de fotos que capturó esa imagen de ambos.

Le sorprendía que su padre tuviera esa foto guardada, más aun dentro del libro que en teoría contaría su historia con JungKook si firmaran su destino.

—No sabía qué tenías esto —estaba sumamente sorprendido y esperaba poder quedarse con aquella foto.

—En realidad, nadie lo sabe —se rascó la nuca avergonzado—. Las tengo todas, pero esa la guardé justo por esta razón, si la quieres puedes llevártela. Se que nunca he sido el mejor padre, pero desde la distancia nunca deje de velar por ustedes. Esto tampoco lo sabes, pero cuando sabíamos a qué cuento podrían pertenecer tu hermano y tú, me encargue de buscar la manera de encontrarlo, pero nunca pude. Aunque ahora que lo pienso, el destino de Jin ni siquiera se sabia, todo eso fue un capricho.

No se esperaba para nada todo lo que estaba sucediendo, ni en sus sueños más locos hubiera imaginado esta posibilidad. Nunca creyó llegar a tener esta conversación con su padre. Pero fue una muy grata sorpresa.

—Sabes... estoy muy orgulloso de ti y del alfa en el que te has convertido. Me hace feliz que hayas encontrado tu destino y que tengas una persona a tu lado que se que amas mucho —cerró el libro y lo dejo ahí encima de su escritorio—. Nunca dejes que nadie cambie eso, hijo, solo tú sabrás cuando y como hacer las cosas. No te preocupes por nada más, tu madre no volverá a molestar a ninguno de los tres, de eso voy a encargarme personalmente.

No sabía cómo reaccionar ante todas esas palabras que acababa de escuchar. Su mente estaba llena de emociones encontradas, y lo único que pudo hacer fue levantarse lentamente y acercarse. Sin decir nada, lo envolvió en un abrazo.

No recordaba la última vez que su padre lo había abrazado, pero en ese instante nada más importaba. Todo su mundo pareció detenerse cuando sintió cómo esos brazos lo rodeaban de vuelta, cargados de una calidez inesperada que le hizo olvidar, aunque fuera por un momento, todo lo demás.

—Gracias por todo, papa, en serio, muchas gracias —estaba sorprendido, confundido y feliz. Muy feliz.

—No es necesario agradecer, debí haberlo hecho hace mucho, pero mejor tarde que nunca —rio ante eso último y asintió. Estaba seguro de que la situación mejoraría si hacía lo que prometía. No supo cuanto había esperado este momento hasta ahora.

Te extraño.

—Príncipe, también te extraño mucho; ya faltan solo dos días y vuelvo —sonrió al escuchar la voz de su omega, quien desde que comenzaron a hablar no paraba de repetirle que lo extrañaba—. ¿Puedes esperar dos días más? Me tendrás todo para ti otra vez.

Escuchó la estática un par de segundos, hasta que resonó una queja al otro lado de la línea.

No, no puedo, ya ha pasado mucho tiempo, te necesito —definitivamente no tenía forma de mejorar la situación —. Te quiero para mí ahora.

El lloriqueo bajo del menor, junto a las palabras dichas, alzaron las orejas de su lobo. Su alfa le exigió complacer los caprichos del omega pese a lo imposible que le resultaba en el momento.

—También tengo ganas de verte, no tienes idea de cuánto; de besarte, de acariciar tu piel y envolverme en tu aroma — cerró los ojos y trató de imaginar el rostro del omega en ese momento, estaba seguro de que estaba sonrojado hasta las orejas.

Tu aroma... Si quiero, alfa —ronroneó, sumido en las palabras dichas; sin embargo, pareció recordar en dónde se encontraba porque chilló—. Tae, cállate, Yoon y Jimin vinieron a quedarse a dormir y si me dices esas cosas, no puedo evitar recordar... —Soltó un suspiro tembloroso y siguió.

Un pensamiento cruzó su mente al escuchar aquello, sabía a qué se refería y la razón por la que no quería completar esa frase, y la sola idea de molestarlo un poco lo invitó a continuar.

—¿Qué recordaste, omega?

Nada, yo, olvídalo.

Sonrió al escucharlo, incapaz de ignorar el torbellino de emociones que aquel recuerdo despertaba en su interior. No podía simplemente olvidarlo. Ese día, algo había cambiado en el omega y entre ellos. Habían cruzado esos límites invisibles que, hasta entonces, los mantenían a salvo de lo desconocido.

Ese día fue algo raro, el ambiente no se sentía igual y Jungkook tampoco, hasta que llegó la noche. Luego de cenar fueron a su habitación como de costumbre, pero el omega lo empujó a la cama y se sentó encima suyo. Primero pensó que estaba jugando, pero cuando comenzó a besarlo, toda su teoría se esfumó.

—¿Te refieres a cuando estuviste encima de mí?

TaeHyung —murmuró, pero más que una reprimenda, se escuchó como un jadeo.

—JungKook —secundó.

Sigue hablando. —Sabía que, si aquello continuaba, su lobo y sus propios pensamientos terminarían por llevarlo al borde de la locura. Pero ¿cómo detenerse? Escuchar al alfa hablar de esa forma solo lograba encender cada rincón de su ser, haciéndolo sentir como si el calor en su interior fuera a consumirlo por completo.

—Dime, príncipe, ¿en qué pensabas cuando lo hiciste?

Era plenamente consciente del efecto que tenía, pero no podía evitar ser débil ante su adorable omega. El deseo latente, acumulado tras cada encuentro interrumpido, se mezclaba con los días que habían pasado separados, creando una tensión imposible de ignorar y que amenazaba con desbordarse en cada ocasión que tuviera la oportunidad.

Trató de seguirle el ritmo que, le costó por lo sorprendido que se encontraba.

Besó sus labios, mandíbula y cuello, centrándose en lamer y succionar con suavidad este último. Lo que solo provocaba que el rubio se removiera con más fervor encima de él. Su aroma lo tenía aturdido y eso le encantaba.

Quería saber si era causa de su celo, pero el menor lo marcaba en su calendario y aún faltaban unas semanas para eso. Luego pensó como una probabilidad que coincidiera el de ambos.

No lo sé, solo quería tus manos en mi cuerpo, tocándome.

—Y las tuviste —le recordó—. Aún recuerdo lo suave y cálida que es.

Hizo lo que el menor le pidió y lo tocó. Acarició con lentitud su cálida piel por debajo de la tela de su pijama, provocando que un escalofrío recorriera su cuerpo al tocarlo con sus propias manos algo frías. Le levantó la camisa sacándola por encima de la cabeza del menor apreciando su cuerpo semidesnudo, y sin mucha más vacilación acercó sus labios a uno de los pezones de JungKook dedicándose a chupar y morder, mientras el otro lo acariciaba con su mano libre.

El menor lo miraba desde arriba gimiendo y moviendo sus caderas buscando más contacto con su cuerpo.

Y hubiera seguido, de no ser por qué en la puerta de la habitación resonaron varios golpes y, luego de eso, no volvieron a pasarse del límite que tenían establecido con anterioridad.

Ambos estaban frustrados, pero ninguno se atrevió a intentarlo nuevamente y un par de días después, tuvo que emprender viaje al castillo.

Deja de jugar conmigo —la queja le salió más como una súplica porque continuará. Y Tae avivado por la respiración irregular de Kook, decide seguir.

—Me encantó probar tu piel, ¿sabías? Si no nos hubieran interrumpido, no estoy seguro de haber podido detenerme.

El recuerdo del cuerpo del omega estaba grabado en su mente como una marca hecha con hierro al rojo vivo. Cada vez que cerraba los ojos, podía visualizar con una claridad casi dolorosa la suavidad de su piel, tan tersa que parecía hecha para ser acariciada. Los pequeños lunares que la adornaban, aquellos que le fascinaba besar con devoción, estaban perfectamente dibujados en su memoria.

Su cintura, sus caderas, y ese trasero que parecía esculpido para encajar en sus manos, seguramente aún llevaban el rastro invisible de su tacto, como un fantasma que se negaba a desaparecer. Esas zonas tan exquisitamente sensibles, eran su debilidad, y recordarlas solo alimentaba su deseo.

Culpaba a su celo que estaba muy pronto a llegar. Él no solía ser así, pero las emociones le ganaban.

No quería que lo hicieras.

Le encantaba ser tocado por el alfa, sentir sus manos acariciando cada parte de su cuerpo sin dejar nada a la imaginación, apretó las piernas de forma inconsciente al recordar como las acariciaba, mandando cosquilleos directo a su entrepierna.

Incluso la humedad de sus besos, quería gemir de solo pensarlo. Lo quería. Lo necesitaba.

—Eres precioso, omega —jadeo en el teléfono, escuchando un suave gemido provenir del contrario—. Necesito que esos dos días pasen rápido.

Para, por favor.

—¿Por qué debería?

Yo...

—Dime, omega.

Me estoy mojando.

Al escucharlo, TaeHyung no sabía si debía continuar o no, pero él de igual forma tenía un gran problema en sus pantalones.

—¿En serio? —al escuchar el murmullo de asentimiento, continuo—. ¿Y por qué no haces algo al respecto?

El rubio asintió para sí mismo y decidió acabar por seguirle el juego. Bajó una de sus manos y la introdujo dentro de sus pantalones, imaginando que era TaeHyung quien lo tocaba, acarició de forma superficial su entrada la cual estaba muy pegajosa debido al lubricante natural que salía de él y alargó un gemido que trató de callar mordiendo su labio inferior cuando introdujo dos dedos dentro suyo.

Alfa —trató de apoyarse contra la pared del baño cuando sintió sus piernas temblar por el placer que lo embargaba—, continua.

—Suenas tan bonito llamándome así, tan alterado.

Su mano bajó hasta introducirse dentro de su pantalón de pijama y ropa interior, acariciando toda la extensión erecta, provocándole un siseo por el frío contacto de la piel de su mano. Cerró los ojos y pensó en el omega, en el fantasma de su aroma, que, si bien no estaba ahí, casi podía sentir como que sí.

No puedo hacer mucho ruido, sabrán qué estamos haciendo.

—Me tienes con un gran problema ahora mismo.

Estaba muy caliente, pequeñas gotas de sudor le corrían por la cien mientras seguía masturbandose a un ritmo acompasado. Escuchando los bajos gemidos al otro lado de la línea se imaginaba tener a JungKook debajo de él y eso solo lo hizo sentirse más cerca de correrse.

Si estuviéramos juntos podría ayudarte con eso —y aquello sí sonó como un reclamo real por estar separados.

—¿Ah, sí? ¿Cómo me ayudarías, omega?

Con mis manos, con mi boca... —es última respuesta le sacó un gruñido a Taehyung —podría recorrer todo tu problemita con mi lengua. Podrías acabar en mi boca o en mi cara.

Imaginarse al omega en esa situación, chupándolo y mirándolo con esos preciosos ojos azules, solo pudo llevarlo a la conclusión de que se vería hermoso. En definitiva lo haría cumplir su promesa cuando volviera.

—JungKook.

Pero tendrías que hacer lo mismo conmigo, alfa.

—Te tomaría completamente, amor.

Eso me encantaría —jadea risueño, JungKook, sintiendo su orgasmo golpearlo—. Tae... —chilló entre dientes, temblando por el éxtasis.

Escucharlo tan desecho solo provocó que el alfa se acabara corriendo también dentro de su ropa interior.

—Príncipe —gruñó.

Casi de inmediato JungKook sintió el pudor volver a su cuerpo, provocando que la vergüenza lo embargara, por lo que incito.

Yo, creo, creo que ya debo irme —le dijo el menor, con la cara roja, por el orgasmo y la pena.

—Koo —lo llamó y escuchó un suave "mhm" provenir del contrario—. Te amo.

También te amo... —unos ruidos inteligibles interrumpieron cualquier cosa que fuera a decir Jungkook y luego un golpe en lo que parecía ser una puerta resonó en la llamada—. Descansa, alfa.

Ni siquiera le dio tiempo a responder cuando se dio cuenta de que ya había colgado. Dejó el teléfono a un lado y tapó su rostro con una mano, sonriendo y jadeando, aturdido por lo sucedido. Estaba muy perdido por el omega.

Y última actualización del año.😻

Espero que les haya gustado tanto como a mi me gustó escribir este capítulo, estuvo complicado, pero se logró. Mi expectativa para inicios de él próximo año es acabar esta historia porque ya falta muy poco.🥹

Cuéntenme qué tal les pareció, y cómo fue conocer esta nueva faceta de Tae.🫣

Tengan un muy buen fin de año, se les quiere mucho.💗✨

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