7
No estaba seguro de qué le generaba mayor nerviosismo: si la inminente cita con TaeHyung o la llamada que tendría esa misma noche con su madre. Ambas situaciones despertaban en su interior un torrente de emociones de una intensidad similar, pero al mismo tiempo, tan opuestas que parecía imposible que coexistieran.
Por un lado, la cita con Taehyung le prometía ser un refugio de calma, un momento cálido y especial que ansiaba con profundidad. Podía imaginar la sonrisa que iluminaría su rostro al final del día, un reflejo de la alegría que el alfa le transmitía. Solo pensar en compartir tiempo a solas con él hacía que su corazón latiera con fuerza, cada pulso estando impregnado de una felicidad serena y palpable. Esa dicha contrastaba radicalmente con la inquietud que le provocaba la simple idea de hablar con su madre.
Negó con la cabeza, dejando escapar un suspiro profundo, cargado de frustración. Sabía que perderse en sus pensamientos solo lo desgastaría más, así que decidió alejar esa maraña de ideas antes de que lo consumieran por completo.
Por décima vez en los últimos minutos, se acercó al espejo y repasó cada detalle de su apariencia, buscando algo que organizar, aunque en el fondo sabía que probablemente estaba exagerando. Aun así, no podía evitarlo. Quería verse bien para el alfa, deseaba que todo estuviera en su lugar. Anhelaba sentirse bonito, quería que cuando TaeHyung lo viera, hubiera algo en su mirada que confirmara que su esfuerzo en arreglarse había valido la pena. Aunque sabía que al alfa no solía importarle mucho su apariencia, todo el tiempo estaba halagando porque para él, siempre se veía lindo.
Dejó escapar un suspiro nervioso, como si al soltar el aire pudiera disipar el nudo que sentía en su estómago. Notó cómo sus manos comenzaban a sudar, una señal inevitable de su creciente nerviosismo, por lo que las frotó contra los costados de su pantalón. Sin perder más tiempo, se apresuró a colocarse los guantes. Estos no eran tan gruesos como los que solía usar en los días anteriores, que fueron los más crudos del invierno; la estación estaba menguando, y aunque el frío aún se aferraba al aire, ya no tenía la misma intensidad que en semanas anteriores.
Echó un último vistazo de reojo al espejo y, tras acomodarse el cabello para que no pareciera desordenado, tomó una profunda bocanada de aire, reuniendo el valor que necesitaba. Con paso decidido, salió por la puerta y la cerró tras de sí.
Sabía que, era muy probable que TaeHyung ya lo estaría esperando al pie de las escaleras. Y, en efecto, no se equivocaba. Apenas llegó al punto de encuentro, la figura del peliblanco capturó su atención de inmediato. El aire a su alrededor estaba impregnado de esa inconfundible fragancia de naranja y lavanda, un aroma que, sin darse cuenta, se había vuelto su obsesión estos últimos días. En ese instante, sintió como cada fibra de su ser quedaba envuelta en esa esencia embriagadora.
Lucía tan atractivo como siempre, pero esta vez había algo en él que hacía que cada uno de sus rasgos parecieran más cautivadores. En silencio, lo observó con detenimiento, permitiéndose disfrutar del momento. Su mirada recorrió el rostro de TaeHyung con la misma familiaridad con la que lo había hecho tantas veces antes, empezando por aquella piel canela, tersa y suave, que siempre lo invitaba a deslizar sus labios con lentitud cuando estaban a solas.
Luego, se detuvo en su mandíbula, fuerte y perfectamente marcada, un detalle que le fascinaba, al igual que los pequeños lunares dispersos que conocía tan bien, cada uno habiéndolos besado tantas veces que ya los tenía grabados en la memoria.
Finalmente, sus ojos se encontraron con los de TaeHyung. Esos ojos grises que siempre lograban capturar a los suyos como si tuvieran una fuerza magnética. En ese instante, la intensidad de esa mirada provocó una sonrisa suave en los labios del alfa, una sonrisa que parecía decirlo todo sin necesidad de palabras.
La vergüenza lo envolvió al ser sorprendido mirándolo, y el calor que le subió por las mejillas le dejó claro que era muy probable que su rostro estuviera tan rojo como un tomate.
—Príncipe... —murmuró TaeHyung, dando un par de pasos hacia adelante hasta situarse justo frente a él. La cercanía del alfa hizo que un nudo se formara en su garganta, provocándole un trago seco mientras el nerviosismo comenzaba a invadirlo—. Te ves precioso.
Su mano se deslizó suavemente hasta el rostro de JungKook, quien sintió cómo su cuerpo casi se derretía por el contacto, deseando más de aquellas caricias que tanto disfrutaba. Sus ojos traicioneros se dirigieron a los labios del alfa, en una súplica silenciosa que imploraba que acortara la distancia y lo besara de una vez por todas.
Y, como si hubiera leído sus pensamientos, TaeHyung se acercó rápidamente a su rostro, capturando sus labios en un beso que parecía destinado a prolongarse todo lo posible. JungKook se dejó llevar por el momento, sintiéndose envuelto en una calidez que le robaba la noción del tiempo y del mundo que los rodeaba. La habilidad del alfa para relajarlo y brindarle bienestar era realmente asombrosa; en un instante, cualquier preocupación se desvanecía.
Esa sensación era como un bálsamo, un recordatorio de que, a pesar de la tormenta que se avecinaba en forma de esa llamada programada para unas horas más tarde, nada podía compararse con la paz que encontraba al lado de él.
Al separarse de aquel breve, pero significativo roce, una sonrisa iluminó su rostro; lo amaba tanto. Cada latido de su corazón resonaba con la intensidad del momento, y habría deseado que se alargara eternamente, sumergiéndose en la calidez del mayor. Sin embargo, era consciente de que aún les quedaban varias horas para disfrutar de su compañía, y la promesa de toda la noche por delante le ofrecía un consuelo que aliviaba su deseo.
Aun así, sabía que debían irse. A regañadientes, se apartaron uno del otro, pero no sin un último intercambio de miradas.
—¿Estás bien? —pregunto notando la ligera inquietud del rubio.
—No sucede nada, tranquilo —le contesto en cuanto el alfa le agarro la mano para emprender camino al lago.
—Nunca pasas mucho tiempo en silencio, a menos que algo te esté molestando —a veces JungKook quedaba sumamente impresionado por la capacidad de observación que TaeHyung tenía para con él.
Y no era su intención que se notara la incomodidad, pues era consciente de que en poco tiempo sería reemplazada por lo bien que se sentía cuando estaba junto al alfa, pero sí no pasó desapercibido para el ojo del mayor.
—No es nada, en serio —suspiró con cansancio, tratando de mantener una sonrisa para que estuviera tranquilo—. Solo es esa llamada que tengo con mi madre en la noche y que se desde ahora que no tendrá un final lindo.
—Príncipe, se que debe ser complicado, más sabiendo como es ella —soltó una risa nasal, él la conocía a perfección. Dieciocho años de convivencia no eran pocos—. Pero estoy seguro de que no dejarás que influya de forma negativa en ti.
—Ojalá fuera tan fácil.
Lo que más deseaba era poder desligar lo que busca su madre de sus propias decisiones, siempre fue de esa manera y no conoce alguna alternativa. Hasta hace poco no era algo que le importara realmente, pero desde que la convicción de permanecer junto a TaeHyung era tan fuerte, lo único que deseaba es que ella no se metiera en su vida. Porque siendo de esa forma, tendría forma de controlarlo en su totalidad, como siempre.
Sabía que era capaz de dañar a TaeHyung y el permitir eso es algo que no se perdonaría nunca. Deseaba la fuerza de voluntad que tenía YoonGi o la del propio JiMin, ambos habían sido capaz de desafiar a sus destinos de la forma más sencilla, pero no por ello, menos efectiva. JiMin la tuvo fácil, al fin y al cabo tenía el apoyo de su familia, ya que ellos fueron capaces de entender sus razones. YoonGi en cambio, no contaba con el apoyo de su madre, pero al no haber crecido con ella, esa búsqueda de su aprobación no era tan vigente como la propia.
Taehyung le detuvo su andar al sentirlo más incómodo que antes, encargándose de que lo mirara directamente los ojos.
—Ella no puede hacer nada a menos que tú mismo se lo permitas, no te dejes caer —esa sonrisa tranquilizadora que se dibujó en los labios del peliblanco tuvo un efecto calmante en el de forma inmediata—. Eres muy fuerte, solo no dejes que te afecte, no podrá controlarte toda la vida, pero eso solo si tú no lo permites.
—Ahora no quiero seguir hablando de ella, por favor —lo último salió como una súplica casi silenciosa, siendo acatada de forma inmediata por el peliblanco, que le confirmó en un leve asentimiento.
No tardaron mucho en llegar al gran árbol donde pensado pasar el rato juntos, acomodándose de inmediato sentados en el suelo donde ya no yacía nieve, cortesía de las—ahora—nulas nevadas. Una buena compañía era todo lo que necesitaba para olvidar los malos ratos.
El alfa se acomodó primero, cuidando que ambos pudieran estar en una posición donde se sintieran cómodos y tranquilos. TaeHyung se sentó apoyando la espalda contra el tronco del árbol, mientras el omega se acomodaba entre sus piernas, recostando su cabeza en el pecho firme y cálido del alfa. A medida que sentía el calor que TaeHyung irradiaba, el omega no pudo evitar acurrucarse más cerca, dejando que ese calor lo envolviera, como un refugio silencioso en medio de la paz del entorno.
—Koo... —intentó llamarlo el alfa, sintiendo cómo el omega frotaba suavemente su mejilla contra la manga de su saco. Pero solo obtuvo un murmullo suave, casi adormecido, como respuesta—. Quería hablar contigo... sobre algo que ocurrió hoy.
La mención despertó la curiosidad del menor, que levantó la cabeza, sus ojos grandes y atentos encontrando los de TaeHyung. Este, sin embargo, parecía querer disimular la seriedad de su voz hojeando el libro que había traído consigo, aunque sus manos traicionaban un leve nerviosismo.
—¿Es algo malo? —no pudo evitar que un atisbo de preocupación se plantara en su pecho, solo esperando la respuesta del mayor.
—No, no, no es nada malo —lo tranquilizó volviendo a mirarlo apenas encontró la página en la que se había quedado—. La próxima semana iré a visitar a mis padres —aquello lo dijo con un pesar en su voz que incluso JungKook notó de inmediato.
Aquella respuesta lo tomó por sorpresa, ¿se iría?
—¿Será mucho tiempo? —desde que comenzó a mejorar su relación con el alfa no pasaron ni un solo día lejos, lo que terminó llevado a la inevitable conclusión de que se terminara acostumbrando a la presencia de este.
—Lo dudo, solo planeo quedarme cuatro días —llevó su brazo libre a rodear el torso del omega y abrazarlo más contra su cuerpo, pera luego dejar un beso encima de sus dorados cabellos—. No te dejaré solo mucho tiempo, ya me acostumbre a dormir a tu lado, sintiendo tu calor y tu aroma —su confesión solo provoco que el omega se sonrojara hasta las orejas porque aunque de igual forma le diera vergüenza admitirlo, para el sucedía lo mismo.
—Eso sin contar que extrañaré mucho tus besos —volvió a hablar, acercando un poco sus labios a la oreja del contrario—. Me has vuelto adicto a tus labios.
A veces sentía que el corazón se le saldría del pecho por culpa del descaro del alfa. Quiso hablar, pero las palabras simplemente se estancaron en su garganta. TaeHyung lograba hacerlo quedar sin nada que decir.
—Eres un descarado —bufó con fingida molestia, solo logrando sacar una carcajada del contrario.
—Solo digo la verdad, no puedes culparme porque así sea —se defendió con diversión, haciendo que JungKook negara por su desfachatez.
Se estiró un poco, desperezándose suavemente antes de volver a relajarse contra el cuerpo del alfa. Sentía el ritmo acompasado de su respiración, tan constante y serena que comenzaba a adormilarlo, mientras el silencio envolvía los alrededores como una manta tranquila. Era un momento perfecto, tan plácido y acogedor que le hacía querer cerrar los ojos y dejarse llevar, olvidando cualquier preocupación, protegido y en paz en los brazos de quien amaba.
—¿Qué lees? —preguntó para tratar de no quedase dormido por la tranquilidad del momento.
—Es la historia de los padres de HoSeok —la concentración que tenía en su tarea era evidente, no interrumpirlo, pero la curiosidad le ganaba—. Quiero saber algo.
—Sobre alguien, ¿cierto?
—Es Jin —confesó en un suspiro—. Creo que ya no es un secreto que es el príncipe del cuento de Hobi y eso le ha estado pasando factura en estos últimos días.
—¿Está todo bien? —si bien las cosas con SeokJin no habían terminado nada bien, no podía evitar tener un atisbo de preocupación por el, aún más si notaba que aquello le afectaba a TaeHyung
—No, es por esa razón que debo ir donde mis padres, quieren hablar con mis hermanos y conmigo —la aflicción en su voz denotaba que la situación no estaba siendo nada grata en esos momentos, lo que provocaba que su preocupación acrecentara—. Mejor no hablemos de eso, no quiero agobiarte con situaciones que no tienen que ver contigo.
—Oh, sí que tiene que ver conmigo —se movió de su posición quedando sentado a horcajadas encima de las piernas de TaeHyung. Agarrando el rostro del alfa entre sus manos para hacer que lo mire directamente a los ojos—. Tae si te sientes agobiado o crees que la situación puede más contigo, háblame. No estoy intentando hacer las cosas bien solo por el destino y esas habladurías. Es porque me importas y creo que me estoy enamorando de ti —aquello último lo dijo en un tono más bajo, pero aún así fue escuchado por el mayor—. Así que no te guardes las cosas cuando te sientas agobiado.
—Estar junto a ti es suficiente para que dejen de importarme
—Estoy hablando en serio, deja de coquetearme.
—Me estás pidiendo algo imposible —murmuró, sin darle al rubio ni un segundo para apartarse. TaeHyung cerró la distancia entre ellos, atrapándolo en un beso que ambos se dedicaron a disfrutar, olvidando el mundo alrededor. Enredó sus brazos alrededor de la cintura del omega, estrechándolo aún más, como si quisiera eliminar hasta la última posibilidad de escape. Sentía la sonrisa de JungKook entre el beso, esa pequeña curva en sus labios que le arrancaba el aliento.
—Contigo, simplemente... es imposible evitar hasta el gesto más mínimo, como mirarte —susurró contra sus labios, dejando que esa honestidad se deslizara entre ellos como una confesión.
—Ya calla —escondió su rostro rojo en el pecho del mayor sintiendo como este vibraba por las carcajadas, mientras que su propio corazón estaba más que acelerado por las palabras dichas con anterioridad, estaba seguro de que un día de estos le provocaría una taquicardia.
—¡Kook! —el grito resonó justo cuando cruzaban las puertas de la academia. JungKook apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que un castaño lo derribara al suelo con un abrazo de koala.
—Te voy a matar —gruñó, seguro de que ese peso le había roto la espalda. La punzada de dolor que recorrió su columna no podía ser normal.
—Qué recibimiento —se burló JiMin sin moverse ni un centímetro, más bien aferrándose a JungKook con más fuerza—. Hola, TaeHyung —saludó con una sonrisa desde abajo.
—Ya quítate de encima de mí.
—Hazme quitarme.
—JiMiiiin —se quejó alargando la "i", lo que arrancó una carcajada al castaño.
—No aguantas nada —dijo finalmente antes de soltarlo y ayudarlo a ponerse de pie, mientras escuchaba sus quejas sobre el dolor en la espalda.
—Perdónalo, Tae, parece que JiMin se saltó la etapa de la madurez —le dijo al alfa, ignorando la mirada indignada del aludido—. Y con creces.
—Tú, Jeon...
—¿Nos vemos más tarde? —lo interrumpió de nuevo, divertido, aunque al mismo tiempo se notaba su apuro por despedirse de TaeHyung antes de enfrentarse a lo que lo inquietaba tanto.
—Por supuesto, príncipe, estaré en la biblioteca por si me necesitas —le acarició la mejilla, perdido en sus ojos, y dejó un beso cálido en su piel—. O ven a buscarme cuando termines.
JungKook lo observó hasta que su figura se desvaneció en la distancia.
—Por fin alguien logró domarte, fiera. Vas a tener que ponerme al día... —JiMin comenzó a hablar, pero su voz se apagó al notar el cambio en la expresión de JungKook, que parecía invadido por un mar de emociones que no lograba ocultar—. ¿Qué sucede?
—¿Me acompañas? Tengo que hablar con mi madre y no quiero estar solo —las palabras casi le temblaron al salir, y JiMin comprendió de inmediato.
—Oh, bebé, claro que sí —le apretó la mano al ver el leve temblor que lo sacudía. No pintaba nada bien—. No te alteres, todo saldrá bien, ¿sí?
—Tú sabes cómo es ella... No quiero escuchar lo que va a decir, pero no tengo opción.
El camino hasta su habitación le pareció demasiado corto. Cada paso lo acercaba a esa conversación que no quería tener, pero si había algo que su madre odiaba, era la impuntualidad y prefería ahorrase otro reclamo. Al llegar, colocó su tablet sobre el escritorio de TaeHyung, ajustándola para asegurarse de que solo él apareciera en la cámara, mientras JiMin arrastraba una silla y se sentaba a su lado.
—Tú puedes —murmuró JiMin suavemente.
Antes de que el aliento de esas palabras se desvaneciera, la pantalla iluminó con la llamada entrante. JungKook respiró hondo, intentó dibujar su mejor sonrisa, y contestó sin dejar sonar más de un par de veces.
—Hola, madre
—¿Cómo está mi manzanita? —no se veía enojada, pero JungKook sabía que aquello era una simple fachada por lo que no se dejó ilusionar porque terminara bien la conversación—. ¿Algo de lo que me tengas que informar?
—Bien... —no sabía que contestarle, el no le había contado sobre TaeHyung así que no debía saberlo y no tenía idea de si contarle porque eso solo haría que la discusión se prolongara—. Y no, no ha sucedido nada nuevo.
—Tenemos que hablar seriamente de lo que te está sucediendo. —Ahí vamos otra vez. Cada vez que abría la boca, parecía tener un discurso preparado, una letanía ensayada que volvía una y otra vez, siempre la misma—. Tu reputación ha caído en picada; eres prácticamente un don nadie en la academia.
Recordarlo no hacía nada más fácil. Con el alfa había logrado, o al menos intentado, darle menos importancia a esa situación, a la imagen que los demás tenían de él, al peso de las miradas y las murmuraciones. Pero las palabras se repetían en su mente, resonaban con la misma frialdad, y lo que más le dolía era aceptar que, aquello era lo que más le importaba a ella.
—Sabes que no puedo controlar eso y es lo que menos puede importarme en este momento.
—¿Que no te importa? —espetó, el enojo vibrando en cada palabra—. En un par de años reinarás junto a Jin. Debes cuidar tu reputación desde ahora.
—Por favor, deja ya el tema, sabes que entre SeokJin y yo...
—No, Jeon. Sabes perfectamente que él es tu alfa y me tienes muy descontenta con tu actitud estos días —lo interrumpió sin dejarle siquiera terminar, como si poseyera la verdad absoluta—. ¿Kim TaeHyung? ¿Es en serio?
Escuchar el nombre del peliblanco le heló la sangre al instante. No podía ser cierto.
—¿Qué, creías que no lo sabía? —agregó, sus ojos fulminantes clavados en él a través de la pantalla—. Claro que lo sé. Tengo ojos en toda la escuela, y ustedes no son nada discretos.
Él tragó con dificultad, el peso de sus palabras cayendo sobre él como una tormenta inevitable. JiMin tomó su mano por debajo de la mesa, apretándola al volver a sentir como está comenzaba a temblar. Claramente quería que se calmara, pero lo estaba viendo como una misión imposible en ese preciso instante.
—No sabes nada de mi relación con él —intentó calmar la situación, pensando que, si le explicaba, tal vez lo entendería—. Él... él es el mejor alfa que pude haber conocido. Es mi destinado. —Pronunciar esas palabras hacía que sus labios cosquillearan con una emoción irreprimible.
—¿Ese alfa ni siquiera te ha reclamado, o me equivoco? —respondió ella con frialdad. Sabía que tenía razón, pero eso no definía el vínculo que empezaban a construir. Él mismo había sido quien pidió ir despacio, y TaeHyung aceptó encantado por su decisión—. ¿Y aún así esperas que tu cuento tenga un final feliz?
Sintió el intento de manipulación, y se afirmó en su determinación. Ella no lo haría dudar del alfa, ni por un segundo; imaginarlo siquiera era impensable.
—¿Qué te hace creer que no te quiere solo para otro tipo de relación? —¿Acaso insinuaba...?—. Quizá lo único que desea es llevarte a la cama y...
—Cállate —no iba a permitir que sus mentiras envenenaran su mente, que intentaran hacer tambalear la certeza de los sentimientos de TaeHyung—. Puedo quedarme en silencio mientras me humillas e intentas controlar cada aspecto de mi vida, pero a él no lo conoces, y no tienes siquiera el derecho de que su nombre cruce tus pensamientos —exhaló, agotado—. Y aunque quieras hacerme dudar, no lo lograrás.
El silencio sepulcral que siguió a sus palabras fue la respuesta que necesitaba.
—Si no tienes nada de valor que decir, mejor no vuelvas a contactarme hasta que lo que salga de tu boca no sean solo estupideces y humillaciones —bajó la cabeza, apretando los ojos para contener las lágrimas, sin darse cuenta de que ella ya había colgado—. No te tengo miedo... ya no.
—Koo...
Unos brazos rodearon sus hombros, firmes y cálidos. Al sentir el temblor que recorría su cuerpo, lo abrazó más fuerte, con la preocupación latente en su mirada.
—Por favor, llama a Tae, necesito que venga —pidió con súplica.
—No te dejaré solo mientras estás en ese estado.
—Estoy bien, tranquilo, solo me daré un baño —trataba de calmar su respiración dando profundas inhalaciones y soltando el aire lo más lento que podía—. No es nada nuevo.
—Bien, pero trata de mantenerte así, no quiero que te dé una crisis mientras te encuentras solo.
Solo asintió en respuesta. Ni siquiera espero a que el omega saliera de la habitación cuando se adentró en el baño para darse un corto baño de agua tibia, con la única esperanza de que eso lo relajara.
Por lo que se desvistió y en lo que esperaba que la tina se llenara, echo un par de aceites y esencias para que ayudaran a su estado, estas siendo de naranja y lavanda, justo el aroma de alfa, este se había convertido en su refugio y solo buscaba encontrar algo que se asemejara a el.
La ansiedad le retorcía el pecho, y la espera se hacía insoportable. No quería enfrentarse a su llegada, mucho menos en ese estado porque, de verlo, terminaría quebrándose y las lágrimas empezarían a caer. No deseaba llorar, no por alguien que, a lo largo de su vida, solo había dejado cicatrices y el recuerdo de las humillaciones constantes.
Bloqueo de forma inmediata el rumbo por el que comenzaban a ir sus pensamientos y salió de la tina justo al tiempo en que escuchaba la puerta de la habitación ser abierta, lo que anunciaba la clara llegada del alfa. Así que simplemente se vistió con la pijama que guardaba en uno de los cajones del lavamanos, saliendo del lugar, para encontrarse cara a cara con TaeHyung, quien se había sentado en la cama, mirando de forma fija hasta la puerta de donde JungKook acababa de salir.
—Príncipe —se levantó de la cama, su expresión cambiando al ver como los ojos del menor se volvían llorosos y se acercó con un par de zancadas para estrecharlo entre sus brazos—. Se que quizás no quieras hablarlo ahora, pero por favor, necesito saber qué te dijo.
JungKook se abrazó fuerte al cuerpo del contrario intentando no temblar por la impotencia, la decepción y todos esos sentimientos que comenzaban a embargarlo al mismo tiempo, encontrando la calma al hundir su rostro en el cuello del mayor, justo donde estaba su glándula de olor.
—Te contaré, pero quiero recostarme, me siento agotado —trató de sonreír cuando se separó del abrazo, mientras el otro lo miraba con ojos de preocupación.
Pudo soltar todos sus pensamientos ya cuando se encontró bajo las mantas y en la protección que le brindaban los brazos y aroma del alfa, no escatimando en detalles, pero tampoco queriendo ser tan directo en lo que ella había hablado del mayor. No quería hacerlo sentir mal con las cosas que su madre pensaba de el, mucho menos implantarle algún miedo que lo hiciera pensar que iba a comenzar a dudar de lo que ellos tenían. Aunque no estaría ni de cerca en lo cierto.
—No me gusto en absoluto nada de lo que dijo de ti, se que son de las más burdas mentiras, pero justo por esa razón, lo odie —se abrazó más al cuerpo del mayor, sintiendo como este le acariciaba la espalda con suavidad—. Eres el alfa más noble y amoroso que he tenido la oportunidad de tener en mi vida, y nada ni nadie me hará dudar de ti. Solo quería que lo supieras.
—Por eso no dejes que sigan ocupando espacio en tu mente. Sabes que no es verdad, así que no permitas que te afecte —susurró, besando suavemente su frente. Ese simple gesto parecía infundirle más seguridad, como siempre lo hacía. Una de las cosas favoritas de TaeHyung era besar cada rincón del rostro del omega; a veces, aquellas caricias le provocaban cosquillas y lo llenaban de una risa melodiosa que tanto amaba escuchar—. Eres mi razón de existir, y sé que no he hecho nada para que dudes de mí. Me hace inmensamente feliz escuchar esas palabras salir de tus labios. Y estoy orgulloso de ti. No dejaste que te manipulara ni afectara tus decisiones... eso dice mucho.
¿Cómo no sentirse amado, siendo él la persona que tenía a su lado? TaeHyung era más de lo que jamás había soñado en una pareja, y esa realidad lo envolvía en una dicha que casi no podía contener. Por primera vez en toda su vida, empezaba a creer que merecía ese amor incondicional, y era gracias a él.
—Te amo —murmuró. Y, por primera vez, aquellas dos palabras nacieron de sus labios con una sinceridad tan profunda que resonaron en lo más hondo de su ser.
Volví para dejarles este capítulo que tanto quería subir.😭💗
Quiero saber que les pareció, como ya es tradición, está fuerte la cosa.🫣
Sin mucho más que decir, yo me despido, espero traerles pronto una maratón, que dependiendo que tan largo sean los capítulos, pues será la cantidad. Recemos por eso.
Se les quiere.💗✨
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