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—¡JungKook, te ves hermoso! —exclamó emocionado el pelimorado—. ¿Vas a un baile de máscaras o a conquistar corazones? —alzó las cejas de forma divertida, provocando que el rubio rodara los ojos.

—Oh, no, YoonGi, cállate.

—No estoy diciendo nada malo —se levantó de la cama y se acercó a su espejo para admirar su propio atuendo—. Creo que hay alguien que no va a despegar los ojos de ti en toda la noche.

Inmediatamente, la imagen de TaeHyung apareció en su mente. No sabía por qué, fue algo inconsciente, pero no pudo evitar sonreír ante el pensamiento. YoonGi lo observó con una sonrisa de medio lado antes de estallar en carcajadas.

—Sí, exactamente en quien estás pensando —el omega desvió la mirada, avergonzado, y caminó hasta su escritorio. Aunque aún no era la hora del baile, faltaba poco para que anocheciera, así que se estaba terminando de arreglar.

—¿Tú qué sabes? —se quejó en voz baja y se lanzó boca abajo a su cama. Sentía muchos nervios. Su plan era relajarse y pasarlo bien, esperando que nada perturbara su cometido.

—Se lo suficiente como para saber que estás nervioso por ver a cierto alfa de cabello blanco —se volteó para mirarlo luego de terminar de acomodar su cabello, a lo que el rubio rodó los ojos.

—Ya basta, no quiero tener esta conversación ahora.

—No seas dramático, solo estamos teniendo una conversación entre amigos.

—Pues no me gusta esta conversación entre amigos.

No negaba que tenía ganas de ver al alfa. Solo faltaba esperar mucho para ello, y quizá esa era otra razón por la cual se sentía tan nervioso. TaeHyung lo ponía muy nervioso, probablemente por la confianza que transmitía y su porte imponente. Solo sabía que lo hacía sentir vulnerable, casi como si con una sola mirada pudiera ver a través de su mente y alma.

—Ya llegó por quien lloraban —el castaño entró casi tirando la puerta, adentrándose en la habitación que compartían los otros dos—. ¿Qué le pasa a JungKook? —preguntó al verlo tirado en la cama sin moverse.

—Está sufriendo por amor.

—Ya basta —lloriqueó de forma infantil, para luego levantarse y mirar a JiMin—. No estoy sufriendo.

—Oh, déjame decirte que se ve como que sí.

—Pero no.

—¿De qué me perdí? —preguntó mirando a ambos chicos con una ceja alzada.

—Otra vez hablamos de TaeHyung —luego de que ese nombre saliera de los labios de YoonGi, el castaño miró inmediatamente a JungKook y como la expresión de este se transformaba en una de fastidio.

—Ustedes son los que lo meten en la conversación —dijo entre dientes.

—Es imposible no hacerlo luego de lo que pasó.

—No quiero hablar de lo que pasó —dijo firmemente. Y realmente no quería. A veces, YoonGi insistía mucho con el tema, pero solo pensar en ello ya lo abrumaba. Si empezaba a hablarlo, su mente siempre imaginaba lo peor. Odiaba que fuera así, pero no quería sobrepensar toda su situación.

—Pero no puedes ignorarlo solo porque si.

—Es mi vida, no quiero hablarlo, no ahora —suspiró levantándose de la cama, para agarrar sus guantes rojos y su máscara, para colocárselos antes de salir—. Por hoy solo quiero estar tranquilo —y sin más que decir, salió de la habitación. Todo iba a estar bien, o al menos eso esperaba.

Cuando llegó al salón, se alegró de que pocas personas le prestaran atención. Su objetivo ese día era relajarse a toda costa, y al entrar al recinto, quedó maravillado. El lugar estaba finamente decorado, irradiando una elegancia que le confería un aire de sofisticación y exclusividad. No era nada extravagante; al contrario, su sencillez lo hacía parecer aún más etéreo, como si cada detalle estuviera cuidadosamente pensado para crear una atmósfera de sublime belleza.

Pudo apreciar más al fondo una larga mesa donde se exhibían bocadillos, que lo más probable era que terminara atacándola para mitigar sus nervios, las manos le sudaban y no sabía cuál era la razón exactamente.

Recorrió la mirada por encima de las pocas personas que ahí se encontraban, no sabía por qué, pero dentro de él había una pequeña parte que quería ver a TaeHyung.

Se volteó con el ceño fruncido, por alguna extraña razón sentía que lo observaban y no se equivocó, cuando logró divisar detrás de él a cierto alfa rubio observándolo.

"¿Qué mierda hacia SeokJin...?"

Inmediatamente, fue interrumpido por una presencia detrás de él. Colocó una mano en su hombro provocando que un fuerte escalofrío le recorra la espalda.

—¿A quién buscabas? —preguntó el alfa mirándolo con una sonrisa.

JungKook se volteó, con las mejillas sonrojadas. El alfa estaba deslumbrante en aquel traje azul que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, y la máscara plateada solo añadía un toque de misterio y elegancia. Aunque su corazón latía con fuerza, no admitiría en voz alta que lo había estado buscando a él; sería demasiado vergonzoso.

—A nadie —desvió la mirada intentando calmarse, estaba soltando demasiadas feromonas, si seguía de esa manera dejaría al alfa apestando a manzanas—. ¿Qu-que te trae por aquí hoy?

—Quería pasar un buen rato y te traje un regalo —aquello último sorprendió mucho al menor, ¿regalo?

—¿U-un que...?

El peliblanco rio bajito al escuchar los tartamudeos del omega, era una imagen demasiado tierna para su deleite.

—Es solo un pequeño presente —sacó de su saco una fina cajita de madera y la abrió, mostrándole así un hermoso relicario con el que inmediatamente quedó encantado. Tenía la forma de un corazón, pero los detalles eran preciosos, se quedó sin palabras, no sabía qué decir—. ¿Te gusta?

¿Qué sí le gustaba? Era una jodida belleza, por supuesto que sí.

—Es hermoso —asintió dedicándole una pequeña sonrisa al alfa, quien al ver sus ojos de ilusión también sonrió.

—Entonces, ¿me dejas colocártelo?

—Sí, por supuesto —dijo JungKook, girándose para darle la espalda al alfa y permitirle una mejor visibilidad. TaeHyung desabrochó el collar y pasó sus manos con cuidado sobre la cabeza del omega. Los ligeros roces de sus dedos en la piel del cuello de JungKook provocaron que esta se erizara, arrancándole un suave suspiro. A los pocos segundos terminó de abrocharlo y dejó una suave caricia en el cabello del más bajo para indicarle que había terminado—. ¿Hay algo dentro? —Preguntó con genuina curiosidad.

—No, quería que eligieras tú que poner dentro, así que aún no hay nada —JungKook había quedado encantado, no esperaba para nada que esto fuera a suceder, pero se sentía bien, de alguna u otra forma.

—Muchas gracias, en serio —se acercó al cuerpo del alfa y le dio un corto abrazo. Era lo máximo que su vergüenza le permitía hacer en esos momentos, pero quería quedarse así un buen rato.

La música comenzó a sonar en el salón, llenando el aire con una melodía encantadora. Varias parejas se dirigieron al centro de la pista de baile, moviéndose con elegancia al ritmo de la música. No podía ser una auténtica fiesta de máscaras sin un baile, ¿verdad?

—Príncipe, ¿me concederías este baile? —Preguntó el alfa extendiéndole una mano al rubio para que la tomara.

JungKook solo sonrió y aceptó sin titubear. No perdía nada aceptando, incluso así podía estar más tiempo cerca de TaeHyung, aun por lo contradictorio que fuera teniendo en cuenta su relación con él en estos momentos. Juntó su mano enguantada con la del mayor y se dirigieron ambos al centro del salón.

Se sentía muy nervioso, más aún cuando el alfa colocó una de sus manos en su cintura y lo apegó más a su cuerpo. Estaban muy cerca, tanto que podía sentir el aliento cálido del contrario chocar contra su frente, también era capaz de inhalar su fuerte aroma y estaba completamente seguro que al final de la noche terminaría oliendo a naranja y lavanda, aquel cítrico y suave aroma que le estaba gustando más de lo que se atrevería a confesar en voz alta.

No tardaron en comenzar a moverse de un lado a otro con un paso lento, siguiendo la sinfonía del piano y el arpa que resonaba en todo el recinto. Sus movimientos eran tan suaves y ondulados que evocaban la sensación de las olas del mar, fluyendo con una gracia natural que parecía casi mágica. TaeHyung lo guiaba con destreza; una vuelta elegante, luego lo atraía nuevamente a sus brazos, atrapándolo con firmeza y ternura, casi como si no quisiera dejarlo ir. Volvía a separarlo solo para repetir el baile con un patrón distinto.

Alzó la mirada y se perdió en los profundos ojos grises del mayor. Todo a su alrededor se desdibujaba en un remolino de colores y formas, pero él era la única figura nítida en ese mar de movimiento. Entrecerró levemente los ojos y vio cómo el alfa sonreía, una sonrisa que irradiaba calidez y felicidad. En ese momento, ambos se sentían conectados de una manera casi mágica; se podía percibir en sus aromas y en la manera en que sus lobos interiores parecían extasiados, en perfecta armonía con lo que ellos sentían en ese momento.

—¿Por qué yo? —La pregunta salió en un susurro bajo, esperando que solo el mayor lo escuchara—. ¿Entre todos, por qué siempre yo?

—¿Es necesaria una explicación? —Preguntó sonriéndole con dulzura—. ¿No es obvio que estoy loco por ti? —Las mejillas del rubio se colorearon en un intenso rojo al escucharlo decir aquello, esperaba que dijera cualquier cosa, excepto eso.

—Tae... —no sabía qué contestar a eso. No porque lo incomodara, sino por la simple razón de que se sentía confundido. Sus propios sentimientos encontrados junto con la emoción del momento, lo abrumaban, pero no se alejaría otra vez o al menos eso intentaría.

—No hace falta que contestes a eso —negó levemente sin dejar de sonreírle—. Está bien, sé que aún es pronto para ti.

¿Por qué tenía que ser siempre tan perfecto? Lo odiaba tanto que no podía soportar que se alejara.

—No es eso, solo... —se quedó callado unos segundos y suspiró—. No importa.

Desvió la mirada y, entre la multitud, notó a una persona que, desde que entró, había mantenido una especial atención en él. SeokJin era un maldito cínico. Sus miradas se cruzaron solo por un par de segundos antes de que el peliblanco llamara su atención nuevamente con aquel apodo, ese que hacía que las mariposas en su estómago revolotearan y su corazón latiera casi desbocado.

—Príncipe, mírame —acarició la piel de su mejilla con suavidad, mientras hacía que lo mirara a los ojos—. ¿Ya te dije cuán hermoso te ves hoy?

JungKook sonrió, tratando de mirar a otro lado por la vergüenza, pero el alfa no se lo permitió. Sus miradas se encontraron, uno, dos, tres segundos, quizás más. TaeHyung acortó la escasa distancia entre sus rostros y, sin recibir una negativa por parte del omega, unió sus labios en un beso, esta vez uno en serio, el beso que tanto había ansiado.

La mano del peliblanco recorrió suavemente la mejilla de JungKook hasta llegar a su nuca, mientras la otra mano apretaba con firmeza su cintura, acercándolo más a él. El omega, sin dudarlo, rodeó el cuello del alfa con sus brazos, pegándose aún más a su anatomía. TaeHyung acarició el labio inferior del contrario con su lengua, pidiendo permiso para profundizar el beso. Este abrió sus labios y el alfa introdujo su lengua, rozando suavemente la del omega, explorando con ternura. El beso, lleno de ternura y anhelo, se sintió casi eterno antes de que finalmente se separaran, dejándolos sin aliento y con el corazón acelerado.

Cuando se separaron, JungKook lo miró sorprendido, pero lo que en realidad lo asustó fueron todas las miradas puestas sobre ellos. Un par eran de ternura, pero todas las demás no eran muy simpáticas. Volvió a mirar a TaeHyung quien le seguía sonriendo. Él no merecía esto. Casi corrió del lugar, no debió haber hecho eso. Iban a meter al alfa a su mismo saco, lo iban a alejar de todos, solo por juntarse con él, lo sabía.

Salió hasta uno de los balcones de la academia y contuvo el aliento cuando el primer sollozo escapó de sus labios. Cerró los ojos, dejando que el recuerdo del beso se repitiera en su mente, una y otra vez, mientras las lágrimas amenazaban con caer. TaeHyung era el mejor alfa que había conocido, y él no se sentía digno de su amor. No, alguien como él no merecía el tipo de amor genuino que anhelaba, aquel que podría llenarle el alma. A lo largo de su vida, le habían dicho que sí lo merecía, y él, con su arrogancia, también había creído merecerlo. Pero ahora que tenía la oportunidad de tenerlo, vacilaba. TaeHyung merecía a alguien mejor, alguien que fuera aceptado sin reservas, alguien que no le causara dolor.

Se tensó al sentir unas manos posarse en su cintura y percibir ese aroma que tanto anhelaba, pero no quería que lo viera en ese estado.

—Príncipe, ¿qué sucede, estás llorando? —intentó hacer que volteara, pero sin éxito—. Por favor, habla conmigo, te lo suplico.

Sus palabras hicieron que más lágrimas brotaran de sus ojos, sintiendo el peso de sus emociones. No quería alejarlo, pero al mismo tiempo temía que estar con él pudiera causarle daño. A pesar de sus dudas, giró hacia él, enterrando su rostro en el cálido pecho del alfa. TaeHyung lo envolvió inmediatamente entre sus brazos, ofreciéndole consuelo y seguridad en aquel abrazo protector.

—Si no quieres hablar, lo entenderé, pero quiero saber por qué estás así. Me duele sentirte tan triste —acarició el sedoso cabello rubio del chico, para luego dejar un pequeño beso en su cabeza.

—No debiste haberme besado, van a alejarte, te harán a un lado como a mí —sus palabras se entrecortaban por los sollozos, apenas audibles entre el nudo en su garganta y las lágrimas que brotaban sin control.

—Que más da, Kook, en serio —TaeHyung apartó con suavidad el rostro del omega de su pecho, buscando sus ojos entre el rastro de lágrimas. Las mejillas y la nariz de JungKook estaban teñidas de un intenso rubor, mezcla del frío y el llanto. La noche estaba envuelta en una densa nevada, y ambos no deberían estar allí afuera—. Ellos no comprenden lo que realmente ocurrió, pero yo sí. Tú significas más para mí que cualquier opinión superficial de esos idiotas. Si tengo que alejarme de ellos para estar contigo, lo haré sin dudarlo.

—A veces no entiendo cómo puedo gustarte —esta vez abrazó al alfa, pero enterró su rostro en la curvatura de su cuello.

—Me atrevo a confesar que es desde hace más tiempo del que imaginas —sonrió. TaeHyung era por mucho la mejor persona que había conocido, era el estándar de cualquier persona que deseara vivir un cuento de hadas, así como él.

—Quiero aprender —esa respuesta dejó confundido al alfa por unos segundos, hasta que escucho lo que seguía—. Enséñame a amarte como en verdad lo mereces.

TaeHyung no supo cómo reaccionar a eso, no esperaba esa respuesta para nada, pero le dedicó una sonrisa calmada y asintió, para luego apretarlo contra su pecho en un cálido abrazo.

—Lo haré, te mostraré que si eres merecedor de esto —era la primera vez en todo el tiempo que se conocían, que llegaba a sentirse así de feliz y pleno, eso sin contar el beso. Ese beso que transmitió tanto de lo que sentía, pero ahora tenía una nueva misión y era mostrarle a JungKook la increíble persona que era, y que esas personas que lo hicieron creer lo contrario, estaban completamente equivocadas.

¿Volvemos con las actualizaciones nocturnas?🤔

Aquí les dejo por fin este hermoso capítulo. Estaba muy emocionada por llegar a este momento😭

Espero que les haya gustado🥺 se les quiere💜✨

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