TERCERA PARTE
𝑩𝑹𝑶𝑲𝑬𝑵
𝑴𝑨𝑹𝑹𝑰𝑨𝑮𝑬 !
El tiempo pasaba tan lento que llegaba a ser torturante para Carrie. Pasaron unos pocos meses desde que descubrió a su esposo, la persona que más amaba y consideraba el amor de su vida, follándose a su prima.
Eso la había destrozado por completo, se sintió muerta en vida, creyendo por momentos que jamás sería capaz se seguir adelante luego de haber sido traicionada de esa manera. Pero lo hizo.
La verdad era que, cada día, intentaba avanzar aunque sea un poco más, a pesar de había días que no era capaz de levantarse de su cama, donde terminaba en llantos desconsolados. Esos días donde su pecho parecía doler, parecía incendiarse, le costaba hasta respirar y luego su cabeza parecía que explotaría en cualquier momento. Esos días en donde todo le costaba muchísimo más, y no quería seguir adelante, porque ya no encontraba algún rumbo.
No encontraba algo que le diese sentido a su vida, ya que sentía que todo lo bueno, lo había perdido aquella noche.
¿El dolor cesará en algún momento? Se lo preguntaba la mayoría de noches cuando el insomnio la acompañaba, y observaba el lado vacío de la cama. El lado donde deseaba poder tener a su esposo, deseando poder hablar con él como antes todas las noches, deseando poder sentir sus fuertes brazos rodearla y aspirar su aroma.
Deseando poder tenerlo en esos momentos que sentía que ya no podía más, porque no creía extrañar esos momentos. Carrie lo extrañaba a él.
Extrañaba más que nada a su esposo.
Y es que los duelos, algunas veces, parecen acabar con uno.
Pero también había otros momentos donde todo dolía un poco menos, donde podía avanzar, y no importaba lo poco que fuese, porque era algo para ella. No estaba sola y lo sabía.
Tenía a su mejor amiga a su lado, acompañándola con su dolor, intentando darle algo de ánimo para que pudiese ver su vida con algo de color.
—¿Están seguros de querer divorciarse? Está es la última oportunidad que tienen para arrepentirse —habló el Juez.
Carrie sintiendo cómo se le dificultaba respirar y con una intensa mirada sobre ella, por lo que intentó verlo de reojo. Este la miraba con sus ojos oscuros brillantes por las lágrimas acumuladas, su labio inferior temblando por el llanto contenido, aunque intentaba mantener la calma para no derrumbarse en ese momento.
Podía ver el miedo, la desesperación, el dolor en sus orbes. Sabía perfectamente que estaba rogándole que diese marcha atrás, que se arrepintiese de esa decisión, porque él no quería aceptarlo.
Jeon Jungkook no quería para nada divorciarse, pero estaba allí por ella, aceptando que fuese un divorcio de mutuo acuerdo, ya que era la única manera de que el proceso se acelerase. Ella no había querido divorciarse por culpa, no tenía fuerzas para tener que comprobar su infidelidad, mucho menos pelear por los bienes, ya que eso no le importaba para nada.
Tan sólo quería divorciarse de él, sin discusión alguna, sin tener que odiarlo aún más.
—¿P-Puede darnos cinco minutos? —preguntó él con la voz temblorosa, y al ver su semblante serio, suspiró—. Por favor. Tan sólo un minuto.
Carrie desvió la mirada, intentando retener las lágrimas, mientras el Juez caminaba hacia la puerta para darles un poco de tiempo a solas. Jungkook al escuchar la puerta cerrarse, bajó la cabeza, sintiendo cómo el dolor parecía consumirlo cada vez un poco más. Y era aún peor el hecho de que ella no lo viera a la cara, parecía no poder, porque cuando llegó y sus miradas se conectaron, ella la desvió rápidamente.
La fémina al sentir cómo miles de sensaciones la invadían al volver a verlo, decidió desviar la mirada, empuñando las manos. Mientras tanto, Jungkook sintió cómo el oxígeno abandonaba sus pulmones, cómo se estremecía y quería correr hacia a ella, para así no soltarla jamás.
—P-Por favor, Carrie...
—No deberías haber pedido tiempo a solas. Estoy segura de ésto —dijo con las facciones endurecidas, aún sin ser capaz de verlo.
—Siquiera hemos hablado...
—No me interesa hacerlo, Jungkook —tragó con dificultad—. No tenemos nada de qué hablar luego de esa noche.
—¡Al menos podrías haberme dicho que querías divorciarte! —alzó la voz que se le rompió—. ¡¿Cómo crees que me sentí cuando me llegó la demanda de divorcio mientras trabajaba?! ¡¿Cómo crees que me siento al volver a verte, luego de meses, de esta forma?!
—¿Por qué debía pensar en ti cuando tú, al follar con mi prima, no pensaste en mí? ¡No pensaste en tu esposa! —apuntó entre dientes, conectando sus miradas.
—Lo siento. Lo siento tanto —dijo con un hilo de voz, para luego romper en llanto mientras se cubría el rostro con una de las manos—. ¡Estoy tan arrepentido!
—Yo también estoy arrepentida —murmuró acercándose más a él, que la observaba con su labio inferior temblando y sus lágrimas brotando—. Sólo firma el maldito divorcio. Ya no nos hagas más daño.
—N-No puedo —sollozó negando con la cabeza repetidamente—. No puedo hacerlo.
—Hazlo.
—Podemos solucionarlo...
—No. No eres el único que falló, Jungkook —este al escucharla, volvió a levantar la mirada, arrugando levemente la frente por la confusión—. Esa noche...esa noche antes de llegar, yo...yo me besé con Jimin.
Jungkook la observó dolido al pensar que mentía tan sólo porque quería herirlo, para que así firmara, hasta que al darse cuenta de que estaba siendo realmente sincera, rompió nuevamente en llanto cubriéndose el rostro. El dolor estaba volviéndose insoportable para él, mientras se decía que debía aceptar que ya todo había terminado, pero sentía que no podía.
Su corazón aún sabiendo eso, seguía aferrado a ella, al igual que su mente. No eran capaz de resignarse, no importaba lo mal que se sintiese, que el dolor lo estuviese carcomiendo, porque seguían recordándole los buenos momentos cuando se amaban profundamente.
—¡Oh, Dios! ¡¿Qué nos hicimos?! —sollozó desconsoladamente, inclinándose hacia adelante.
Carrie, al verlo de esa manera, sintió cómo sus lágrimas comenzaban a brotar, por lo que tuvo que cubrir su boca para que este no la escuchase romper en llanto. Observó el techo inhalando y exhalando, diciéndose que era algo que debía pasar para así volver a ser ella, por lo que cuando sintió tener la fuerza suficiente para seguir reprimiendo el llanto, se acercó a Jungkook.
Apoyó la mano en su espalda, sintiendo cómo este temblaba por el llanto desconsolado, lo que encogió su corazón, mientras las lágrimas seguían brotando.
—Firma el divorcio, Jungkook —dijo con un hilo de voz.
Este intentaba calmar su llanto para poder hablar, pero se le hacía imposible, hasta que la puerta fue abierta nuevamente por el Juez. Jungkook rápidamente se enderezó, limpiando sus lágrimas, presionando sus labios para que los sollozos no escapasen.
—¿Y bien?
—Vamos a divorcionarnos —respondió firme, Carrie.
—Está bien. Firmen aquí —indicó señalando la hoja que se encontraba frente a ellos.
Carrie fue la primera en acercarse al escritorio, tomando la lapicera que le daba el Juez. Inhaló y exhaló, recordándose el porqué no debía dar marcha atrás, a pesar de sentir cómo su estómago se encogía y el nudo en la garganta parecía que provocaba que se le dificultase respirar.
Carrie apoyó la lapicera en la hoja, tragando con dificultad, escuchando cómo Jungkook sollozaba por lo bajo, y sin dudar más, firmó.
—Te toca —dijo en un murmuro casi inaudible.
Jungkook observó la lapicera, tomándola con su mano temblorosa de manera tan torpe que se le cayó y tuvo que volver a tomarla. Tomó una bocanada de aire, intentando calmarse, pero ver la firma de Carrie, estaba matándolo por dentro.
Aún inclinado hacia adelante con la lapicera apoyada en la hoja, giró a verla, esperanzado de que pudiese llegar a pedirle que no firmase.
Carrie al ver sus ojos cristalinos como enrojecidos, sus mejillas empapadas por las lágrimas, su labio inferior tembloroso, comenzó a recordar sus buenos momentos juntos al darse cuenta de que verdaderamente le estaba dando un final a su matrimonio.
Ya no habría marcha atrás.
· · • • • ✤ • • • · ·
Carrie se encontraba caminando temblorosa, tomando el brazo de su tío, el cual le daba algo de valentía en ese momento, ya que este había hecho el papel de padre que siempre necesitó. Caminaba por el altar, apretando con algo de fuerza su brazo, sintiendo la mirada de las personas que estaban a los lados, su familia, tanto como amigos, felices por ella.
Sentía que podría desvanecerse en cualquier momento por los nervios, pero al estar cerca, se encontró con la mirada brillosa del pelinegro.
Este estaba esperándola, observándola con sus ojos cristalinos y una sonrisa en su rostro. Vestía un esmoquin negro, su cabello oscuro echado hacia atrás con gel y zapatos negros.
Lucía tan atractivo a los ojos de Carrie, que sintió cómo un cosquilleo recorría su estómago. Su forma de mirarla tan dulce y aquella sonrisa tan cálida, provocaron que los nervios desaparecieran, siendo reemplazados por las ganas de ya poder estar con él.
Al estarlo, este estiró su mano, mientras que John -el tío de Carrie-, le entregó con suma delicadeza la mano de la pelinegra.
—Cuídala —adviertió por lo bajo.
—Con mi vida —aseguró haciendo una reverencia.
Al volver a encontrarse con la mirada de la que ahora sería su esposa, sintió cómo su labio inferior empezaba a temblar por el llanto de emoción que estaba conteniendo. Con su ayuda, Carrie se colocó a su lado, quedando frente al Juez de paz.
—Estamos aquí, para unir en matrimonio a Jeon Jungkook y Carrie Byrne...
El Juez de paz había comenzado su discurso, mientras Jungkook tomaba ambos manos de Carrie, la cual le dio un apretón al notar cómo a él parecía estar temblando. Se observaban fijamente con una gran dulzura, como también felicidad, sintiendo el amor aún más intensificado.
La pelinegra al notar cómo las lágrimas de él comenzaron a brotar, sintió su corazón encogerse, por lo que con delicadeza limpió una de sus lágrimas.
—No llores, amor —dijo en un murmuro casi inaudible, regalándole una sonrisa tranquilizadora.
—Son de alegría —aclaró riendo, mientras lágrimas brotaban aún más.
Carrie al escucharlo, le dio otro apretón, deseando que el Juez de paz acabara de una vez con el discurso, ya que sus brazos ardían de las ganas de poder aferrarse a él. Jungkook la observaba embobado, cómo su cabello estaba recogido con algunos mechones ondulados sueltos.
Su vestido tenía brillos, era entallado a hasta las caderas, para luego caer de forma voluminosa. Se veía realmente hermosa ante sus ojos, aún más de lo que ya la veía normalmente, pero es que aún no podía creerse que estuviera casándose con él.
—Recuerdo que de niña, siempre soñé con vivir este momento como en las películas, y luego te conocí a ti, sin poder creer que un hombre tan atractivo como tú estuviese soltero —comenzó los votos, provocando que Jungkook riese tímido con sus mejillas sonrosadas—. Siendo sincera, desde el momento en que te conocí, no me esperé jamás el impacto que tendrías en mi vida. No me esperaba nada, sólo me dejé llevar por ti, como siempre he hecho. Tú...tú me enseñaste a amar, Jungkook —confesó con su voz temblorosa, mientras este la miraba con sus ojos cristalinos llenos de amor—. Desde un principio me has dado una confianza que jamás me esperé sentir, una calidez que siempre deseé, y es por eso que te has convertido en ese hogar al que siempre quiero volver cuando estoy lejos. Hoy iniciamos una nueva vida, mi amor —sonrió con su visión nublada, y Jungkook bajó la cabeza por un momento, intentando reprimir el sollozo que quería escapar de sus labios, los cuales humedeció—. Con Dios, nuestra familia, nuestros amigos como testigos, prometo dar todo de mí para que nuestra unión se vuelva aún más fuerte. Prometo impulsarte de la misma manera en la que tú siempre lo haces conmigo. Creer en tus locuras, y ser esa persona que siempre esté tomándote de la mano para avanzar cuando las cosas se pongan difíciles. Hasta te prometo recoger la ropa que siempre dejas en el suelo, aún sabiendo que me molesta —Jungkook no pudo evitar soltar una risotada, mientras sus lágrimas brotaban—. Y es que no podría imaginar otra vida en la que tú no estés presente. Quiero despertar cada día y verte a mi lado, ver tu sonrisa, escuchar tu risa que llena de alegría a mi corazón. Así que, prometo amarme y amarte cada día de nuestras vidas, Jungkook —concluyó con suavidad y una sonrisa.
El pelinegro sollozó por lo bajo, mientras ella con una de las manos volvía a limpiar sus lágrimas, sintiendo ganas de poder abrazarlo, de poder sentir su calidez.
—Creo...creo que olvidé mis votos —confesó provocando algunas risas, como la de su esposa—. ¿Qué puedo decir? Me cambiaste la vida. Me cambiaste la vida por completo cuando apareciste en aquella cafetería. Nunca le di el suficiente interés al amor, pero cuando me sonreíste esa tarde, juro que me convertiste en el hombre más feliz del mundo —dijo con la voz temblorosa, mientras ella lo miraba con una gran sonrisa—. Tú le has dado sentido a absolutamente todo con sólo existir. No hay unión más irrompible que la nuestra. Eres parte de mí, Carrie Byrne —sonrió limpiando sus lágrimas con una de las manos—. Eres mi hogar, mi sensibilidad, lo tierno que hay en mí. Siquiera puedo expresar con palabras cuánto amor eres en mí. Prometo jamás mantenerte a mi lado por egoísmo, porque quiero que nos amemos libremente cada día de nuestras vidas. Así como tú prometes recoger mi ropa, yo prometo estar junto a ti cada vez que veas Diario de una pasión, aunque sepas que no importa que la hayas visto más de quince veces, te sigue haciendo llorar, pero estaré siempre listo para secar tus lágrimas —aseguró causando su risa, aún con sus lágrimas brotando—. Prometo luchar, no importa lo difícil que se vuelva, porque quiero llegar junto a ti a cuando nuestros cabellos se vuelvan grises y nuestras pieles arrugadas. Quiero estar a tu lado y decirte cuánto te amó, antes de dar mi último respiro. Te amo y te amaré con tanta fuerza que jamás dudes el día de mañana si lo seguiré haciendo, aún cuando las cosas se pongan difíciles. Te amo. Te amo hasta la muerte, Carrie Byrne —concluyó con un hilo de voz, pero aún así, sonriéndole.
Jungkook al verla llorar, mirándolo con dulzura, dio un paso hacia adelante con la intención de besarla. Pero al escuchar la voz del Juez de paz, recordó que debía esperar un poco más, lo cual le desesperaba.
—Jeon Jungkook, ¿recibe usted a Carrie Byrne para ser su esposa?
—Sí, quiero —respondió antes de tomar la sortija, las cuales llevaba su mejor amigo, Kim Taehyung, que los miraba con una sonrisa—. Yo, Jeon Jungkook, te tomo a ti, Carrie Byrne, como esposa y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mí vida —dijo con suavidad y seguridad, mientras colocaba la sortija en su dedo anular.
—Carrie Byrne, ¿recibe usted a Jeon Jungkook para ser su esposo?
—Sí, quiero —dijo antes de tomar la sortija, devolviéndole la sonrisa a Taehyung—. Yo, Carrie Byrne, te tomo a ti, Jeon Jungkook, como esposo y me entrego a ti. Prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y así amarte y respetarte todos los días de mí vida.
Ella le colocó con la mano temblorosa la sortija en el dedo anular a Jungkook, el cual sonreía al verla, sintiendo cómo su corazón brincaba de emoción, al igual que el de ella.
—En virtud de la autoridad que me conceden las leyes del Estado de Virginia, los declaro marido y mujer —concluye el Juez de paz.
Jungkook no lo dudó ni un sólo segundo cuando la escuchó chillar de emoción, al igual que sus familias y amigos quienes aplaudían, simplemente, tomó de la cintura a quien se había convertido en su esposa. La elevó unos centímetros, riendo emocionado, y juntó sus labios. Carrie se sorprendió, pero aún así, pasó los brazos por sus anchos hombros, correspondiendo a su beso.
En ese momento, la felicidad los había envuelto con una gran intensidad, mientras sentían sus corazones cálidos y la manera tan sincera, como también profunda en la que se amaban.
El pelinegro giró junto a ella, sintiendo cómo rompía el beso al sonreír, para luego volver a bajarla, mirándose ambos con dulzura.
—Me has convertido en el hombre más feliz, Carrie Byrne —confesó llevando la mano a su mejilla—. Gracias.
—Eres el amor de mi vida, Jungkook —dijo con suavidad, limpiando sus lágrimas.
Carrie volvió a apegarse a él, juntando nuevamente sus labios.
· · • • • ✤ • • • · ·
Jungkook al darse cuenta que ella no daría marcha atrás con su decisión, volvió su mirada a la hoja frente a él. Sentía cómo las lágrimas caían por sus ojos tristes, cómo se le dificultaba respirar y le dolía la existencia misma al darse cuenta que estaba firmando para darle un final a la etapa, la cual en un momento, fue la más feliz de su vida.
—Bien. Ya se encuentran legalmente divorciados —habló el Juez, dirigiéndose hacia la puerta—. En unos minutos les entregaré las copias.
Jungkook se inclinó hacia adelante, apoyando la mano en la mesa, mientras con la otra cubría sus labios, sollozando de la manera más silenciosa que podía. Carrie sentía cómo el dolor incrustado en lo más hondo de su pecho, se intensificaba al recordar los momentos que compartieron, que ya jamás podrían volver a repetirse.
—S-Siquiera quisiste verme para la división de bienes...
—Porque no me importa tener nada de ti, Jungkook —respondió limpiando sus lágrimas.
—Pero...pero todo lo que tengo...fue gracias a ti —aclaró volteando a verla—. T-Tú me impulsaste, Carrie.
—No. Con tu esfuerzo pudiste ir creciendo.
—Nuestra casa...
—Ahora es tuya. Lo único que quería...lo único que necesitaba era...ésto —confesó con la voz rota, mientras Jungkook bajaba la cabeza, sollozando por lo bajo.
—No sé cómo seguir sin ti.
—Podrás hacerlo. Lo tienes todo, Jungkook.
—¡No! —alzó la voz, conectando sus miradas—. No me importa mi trabajo, el dinero, la maldita casa, porque sin ti...—apuntó mirándola dolido—, sin ti no soy absolutamente nada, Carrie —confesó con un hilo de voz, para luego romper en llanto.
—Eso es ahora. Sólo necesitas conseguir ayuda, así como yo lo hice —aseguró desviando su mirada, intentando no debilitarse, aunque sintiera su corazón arder por las ganas de volver a él.
—¿C-Cuando dejaste de amarme? —preguntó con voz temblorosa.
—Me encantaría decir cuándo, pero aún sigo amándote —admitió con la voz rota, notando el brillo de esperanza en los orbes oscuros de él—. Aún sigo haciéndolo, pero lo superaré.
Este quiso decir algo al respecto, pero la puerta fue abierta por el Juez, el cual en sus manos llevaba dos carpetas negras con las actas de divorcio.
—Aquí tienen.
Carrie al ver cómo las colocaba sobre el escritorio, se acercó nuevamente para tomar la suya, agradeciéndole por lo bajo.
—Adiós, Jungkook —dijo por lo bajo.
Carrie sentía una presión en su pecho cuando se dirigía a la puerta, pero antes de salir, giró a ver su exesposo. Este la miraba lleno de dolor, mientras sollozaba, deseando más que nada detenerla, aún sabiendo que eso no cambiaría absolutamente nada entre ellos.
Jungkook quería derrumbarse en ese preciso momento, sin importarle ser visto, pero tomó con su mano temblorosa la acta de divorcio para salir, sintiendo cómo una parte de él murió en ese momento. Aún así, caminó completamente desganado, sin fuerza alguna, hasta su coche, sintiendo alguna que otra mirada. Y es que, sus lágrimas seguían brotando, mientras lloraba en silencio, lo cual llamó la atención de algunas personas.
Condujo con su visión nublándose por momentos por las lágrimas, las cuales limpiaba algunas veces, aunque de nada servía porque seguían brotando. Y otra de las peores cosas para él, fue cuando tuvo que entrar nuevamente a aquella casa donde vivió por años junto a la mujer que seguía amando con tanta intensidad.
La sentía completamente vacía sin sus pertenencias, y aún podía recordar perfectamente cuando volvió al día siguiente luego de lo sucedido. Había entrado rápidamente con la esperanza de verla, de poder explicarse, de poder tener otra oportunidad, pero al no ver absolutamente nada de ella, sintió que perdía por completo la cabeza.
Carrie se había llevado absolutamente todo lo de ella, dejando solamente las fotografías, ya que no le interesaba llevarse nada que pudiese recordarle a él.
Jungkook queriendo poder olvidar aquel torturante recuerdo, se dirigió a la habitación. Una habitación que ahora se le hacía tan oscura, como también fría, a la cual detestaba llegar y ver que no había nada de su esposa, siquiera su ropa. Le dolía más que nada ver el espacio vacío, lo grande que se le hacía la cama sin ella.
Este dejó en el mueble la carpeta del acta del divorcio, tomando el cuadro dónde estaba la fotografía de la boda. Él salía tomándola de la cintura, mientras ella lo tomaba de los hombros y se miraban sonrientes. Jungkook cayó de rodillas frente a la cama, mientras rompía en un llanto desconsolado.
Deseaba más que nada que aquella terrible y dolorosa pesadilla acabase de una vez, mientras caía por completo en el suelo, abrazando aquella fotografía. Anhelaba más que nada poder volver al pasado, poder volver a compartir aquellos momentos felices junto a ella, evitar cometer todos los errores que llevaron a que el matrimonio terminara de romperse.
—L-Lo siento. Lo siento tanto, amor mío...—murmuró entre sollozos.
Sentía su corazón caerse a pedazos, mientras sus sollozos se volvían desgarradores, porque estaba seguro que su mente y corazón jamás se resignarían sobre que todo había acabado. Seguirían aferrados a Carrie Byrne, y al amor tan profundo que se tuvieron.
El tiempo seguía pasando, pero esta vez de una manera que no acabó resultando tan dolorosa como Carrie pensó que sería. Pues, en un principio luego de divorciarse, sí se le había dificultado demasiado, pero con los meses fue siendo más llevadero.
Ya había pasado un año y medio desde que se había divorciado de Jungkook.
Carrie estaba dando todo de ella para seguir avanzando, dejándose ayudar, como también poniendo de su parte en la terapia, tanto como por el dolor que llevaba por los duelos, como también para no volver a caer en el alcohol. Necesitaba volver a saber lo que era estar bien, y sabía que era posible pese a todo lo sucedido, pero había días que seguía costándole, aunque no tanto como antes.
Ahora se encontraba desayunando junto a su mejor amiga, Lauren Taylor, la cual conoció en el Universidad. Ambas estudiaron diseño gráfico, donde conectaron al instante.
Escuchaba a la rubia hablarle, contándole sobre un problema que tuvo con su novia, con la cual llevaba más de dos años, pero como no pasaba hacía tiempo, Carrie comenzó a perderse nuevamente en los recuerdos junto a su exesposo.
· · • • • ✤ • • • · ·
Carrie abría uno de sus brazos, mientras el otro estaba enrollado en los anchos hombros de su marido, el cual la cargaba. Ella sonreía emocionada, mientras este abría la puerta de la habitación del hotel.
Luego de la boda y el festejo, cuando ya se encontraban cambiados, este bajó las escaleras cargando a su esposa, mientras sus familiares y amistades que estaban a su alrededor, les tiraban pétalos de rosas blancas, algunos silbando emocionados.
Ellos no podían dejar de sonreír, sintiéndose felices y sin poder creerse lo que estaban finalmente viviendo. Antes de subirse a la limusina que los esperaba, se despidieron de sus seres queridos, para después emprender viaje hacia el aeropuerto.
Ambos estaban más que emocionados por su luna de miel. Jungkook se había encargado de lo que sería, sorprendiéndola cuando ella supo que se irían a París. Ese era el viaje de su sueño, saber que él seguía recordándolo y que lo cumpliría para su luna de miel, la hizo chillar entre lágrimas de felicidad.
—¡Y llegamos! —exclamó él, cerrando la puerta con su pie, para luego caminar un poco más y bajar a su esposa.
—¿No es hasta la cama? —preguntó con picardía, lo cual le hizo reír.
—Lo sé, pero antes quiero que brindemos.
Carrie observó que sus maletas ya estaban allí, al igual que se encontraba una botella de champagne en una cubeta con hielos y dos copas, por lo que su esposo se encargó rápidamente de tomarla para destaparla. Eso provocó que ella chillara por la sorpresa al escuchar eso y la tapa caer luego, mientras que él reía a la vez que servía en una de las copas.
—Gracias —dijo con una sonrisa cuando este le pasó la copa, para después servirse él—. ¿Por qué vamos a brindar?
—Hm...quiero brindar por...lo que se viene para nosotros —habló alzando un poco la copa—. Nuestra nueva vida juntos.
—Yo quiero brindar por nuestro amor.
Una vez que brindaron, ambos llevaron la copa a sus labios para darle un buen sorbo, Jungkook acabándola casi por completo, mientras que Carrie luego arrugó un poco el rostro, logrando que este soltase una carcajada, ya que sabía que no era de beber demasiado.
El pelinegro tomó la copa de ella, para así dejarla sobre la mesa donde se encontraba el champagne en la cubeta con hielos.
Ella lo observaba sintiendo cómo de repente los nervios la envolvían, mientras un cosquilleo recorría su vientre al ver a su esposo acercarse de manera lenta. El pelinegro llevó la mano a su mejilla, acariciándola con el pulgar, admirando cada centímetro de su rostro.
Sentía su corazón agitarse al recordar que ya era su esposa, pero ella parecía tan nerviosa frente a él que desvió la mirada, mientras sus mejillas se sonrosaban al saber lo que se vendría.
—¿Por qué pareces nerviosa, cariño? —preguntó por lo bajo, disfrutando de aquella sensación, ya que le recordaba a un principio cuando todo era nuevo entre ellos.
—N-No lo sé. Por lo que se viene —respondió aunque sonó más a una pregunta, mientras volvía a conectar sus miradas.
—No es como si no hubiéramos hecho el amor muchas veces antes —dijo riendo algo sorprendido por su confesión.
—Ya, es distinto —reprochó golpeando su pecho de manera leve.
—¿Por qué?
—Porque ahora haré el amor con mi esposo —murmuró sintiendo perderse en sus orbes que podía compararlos fácilmente con una galaxia por la forma en que brillaban.
—Te amo, Carrie Byrne —dijo con dulzura antes de juntar sus labios.
Jungkook al ser correspondido, la besaba como había deseado hacerlo desde un principio, pero sabía que no era correcto frente a sus seres queridos, ni en el avión. Sus labios se movían sobre los de su esposa con hambre, encontrando el ritmo ideal para ambos que la hizo gemir en medio del beso, debilitándose por completo en los brazos de él.
La tomó con fuerza de la cintura al darse cuenta de eso, para así comenzar a caminar con algo de dificultad hacia la cama.
La recostó de manera delicada sobre el colchón, posicionándose encima, apoyando su peso en uno de los brazos, mientras con la mano libre volvía a acariciar la mejilla de la pelinegra, admirándola.
—Te amo tanto —musitó provocando que ella sonriese.
—Yo te amo mucho más —aseguró llevando las manos a su nuca.
Volvió a acercarlo para así juntar sus labios, sintiendo cómo sus lenguas empezaban a danzar volviéndose un beso húmedo e intenso. Con los segundos la ropa comenzó a estorbar entre ellos, por lo que fueron deshaciéndose entre caricias que iban volviéndose obscenas, como entre besos y jadeos.
El pecho de la fémina subía y bajaba, sintiendo la adrenalina correr por su cuerpo, cuando observó sus ojos oscuros que tenían un destello de lujuria, y bajó a sus labios delgados que ahora estaban enrojecidos e hinchados.
—Eres tan hermosa —dijo encantado, provocando su sonrojo.
Este bajó los besos húmedos por su cuello y parte de su pecho, provocando que jadeara cuando sintió sus dientes rozar sobre su clavícula. Este acariciaba su cuerpo desnudo, subiendo la mano por su abdomen hasta llegar a uno de sus senos, sorprendiéndola al tomar el otro con su boca.
Su atención se había centrado en sus pezones, disfrutando de cómo Carrie llevó las manos a su cabello oscuro, algo largo y ondulado. Le encantaba sentir cómo sus manos se aferraban a su cabello, mientras su lengua y dedos trabajaban en sus senos, escuchando su manera de respirar entrecortada cuando su boca se movía de seno, hasta que ambos estaban húmedos por su saliva.
—J-Jungkook...
—¿Qué sucede, cariño? —preguntó interesado, mirándola con una pequeña sonrisa de picardía.
—Q-Quiero sentirte —confesó entrecortada.
Carrie ya no podía seguir soportando las ganas de sentir a su esposo, mucho menos que siguiese torturándola cuando rozaba sus sexos a próposito, para que así pudiese sentir lo duro que se encontraba. Jungkook sonrió al tener su consentimiento, y volvió a subir, rozando sus narices.
La pelinegra juntó sus labios, aún con las manos en la nuca de este, profundizando el beso, haciendo un sonido involuntario con la garganta al sentir cómo el miembro de este rozaba su entrada.
Jungkook gruñó al alinear su miembro, sintiendo lo húmeda que se encontraba, para luego comenzar a introducirse de manera lenta. Podía sentir tan bien la manera en la que se expandía cada centímetro a medida que entraba, mientras que Carrie rompió el beso, inclinando su cabeza hacia atrás, jurando que podía tocar el cielo al sentir cómo la llenaba de esa manera.
Cuando Carrie conectó su mirada con la de él, le permitió saber que podía moverse, por lo que este mordió su labio inferior, comenzando a embestirla de manera lenta. Ambos estaban fascinados por las sensaciones que los invadía en ese momento.
Podía sentir su miembro húmedo entrar y salir de manera lenta, pero llegando profundo, tocando aquella parte sensible de ella. Carrie acunó su rostro entre sus manos, observando la manera en la que juntaba sus cejas y no podía mantener su boca cerrada.
Sus jadeos y el choque de sus pieles, llenaba la habitación, además de cuando sus labios chocaban en un beso obsceno y se separaban para jadear, como también para gemir por lo alto.
Jungkook al sentir su orgasmo próximo, bajó una de sus manos por su vientre, hasta llegar a su clítoris para así comenzar a estimularlo. Hacía movimientos circulares, sintiendo cómo sus dedos se manchaban de sus fluidos, lo cual no le importaba en absoluto.
Sin soportarlo más, ambos alcanzaron el orgasmo, él sintiendo cómo las paredes apretaban su miembro, mientras ella se veía envuelta de espasmos, apretándolo con sus piernas.
El pelinegro se dejó caer por completo sobre ella, escondiendo el rostro en el hueco de su cuello, mientras intentaba recuperar el aliento. Ambos podían sentir los latidos acelerados del otro, mientras sus pieles se pegaban por el sudor.
—Sí se sintió distinto —confesó soltando una ligera risotada, causando también la de ella.
Este se salió de su interior, ya que sabía que era algo pesado para ella, por lo que acabó recostándose a su lado. La observaba con dulzura, corriendo uno de los mechones de cabello de su rostro, para así poder mirarla mejor.
Podía notar cómo aún intentaba recuperar el aliento, la manera en la que sus labios estaban enrojecidos e hinchados, su rostro sonrosado.
—¿Te gustó? —preguntó por lo bajo con algo de inseguridad.
—¿En verdad preguntas eso? —arrugó levemente la frente, riendo.
—No hablo sólo de eso. Hablo de todo, cariño —aclaró también riendo.
—Mis sueños se hicieron realidad gracias a ti —confesó llevando la mano a su mejilla, acariciándola con delicadeza con el pulgar—. Soy la mujer más feliz del mundo, Jungkook.
—¿Hablas en serio? —preguntó con un brillo de ilusión en sus ojos, lo cual la hizo sonreír.
—Más que en serio.
—Y yo soy el hombre más feliz del mundo, Carrie —murmuró juntando sus labios en un pequeño beso.
—¿Qué viene ahora?
—¿Ahora? —repitió pensativo, frunciendo el ceño, mientras miraba hacia el techo—. ¿Hijos?
—¡Jungkook! —alzó la voz, golpeando levemente su pecho, lo cual le hizo soltar una risotada.
—¿Qué? ¿Ahora no quieres?
—¡Sabes perfectamente que sí! ¡¿Pero tan pronto?!
—¿Qué te parece unos seis? —inquirió mirándola divertido.
—¡¿Seis?!
—Sí. Necesitaremos un auto más grande para que entremos todos —comenzó a decir emocionado, mientras miraba hacia el techo—. Imagina las vacaciones. Estaríamos de aquí para allá, intentando controlarlos porque tendrían nuestra intensidad. ¡Alex ven aquí! ¡Tú deja eso, Louis! ¡Sasha, deja a tu hermano! —exclamó haciendo reír a su esposa.
—¡Estás loco, Jungkook!
—Nos volverían locos, pero seríamos felices, ¿no es así? —giró a verla nuevamente, con una sonrisa en su rostro.
—Sin duda, pero no quiero seis hijos. Sería demasiado —confesó provocando su risa.
—¿Tres?
—Podría llegar a aceptar.
—Espera, ¿cuántos quieres?
—Uno me parece bien —respondió asintiendo.
—¿Uno? —preguntó abriendo los ojos a la par—. Pero...pero la casa se sentiría muy vacía, ¿no crees?
—¿Por qué?
—No lo sé. Es decir, en mi caso que fui hijo único, me sentía muy solo. Y como la mayoría de tiempo mis padres trabajan, sólo podía escuchar el silencio, así que encendía la televisión —comentó perdiéndose en los recuerdos por un momento.
—¿Por eso compartiste departamento con Taehyung? —indagó curiosa.
—Sí. No quiero sentir nuestra casa vacía jamás —confesó girando a verla.
—Está bien. ¿Dos?
—Es un avance.
—Por el momento seguiré cuidándome.
Este soltó una risotada antes de juntar sus labios, colocándose lentamente sobre ella, profundizando el beso, mientras ella pasaba las manos por su cabello. Cuando rompió el beso, la observó fijamente, sonriendo con dulzura.
—Te amo. Te amo hasta la muerte —murmuró rozando su miembro contra su entrada, provocando que ella jadeara abriendo más su piernas.
—Y yo te amo a ti, amor.
Carrie volvió a juntar sus labios, haciendo un sonido involuntario con la garganta a la vez que enterraba las uñas en su espalda al sentir cómo este se introducía lentamente en su interior.
· · • • • ✤ • • • · ·
—¡Hey! ¡Carrie, hola! —alzó la voz su mejor amiga, provocando que ella hiciera a un lado los recuerdos.
—Lo siento. ¿Qué decías? —preguntó desconcertada, apoyando la barbilla en su mano.
—¿En qué pensabas?
—E-En nada.
—¿Qué sucedió con el tal Noah? —inquirió curiosa, mirándola con una sonrisa de picardía—. ¿Qué tal la cita?
—No era una cita, sólo nos vimos para comer algo y ya —aclaró rápidamente.
—Era una cita —rodeó los ojos—. Cuéntame.
—Me sentí...incómoda. Me sentí vacía —confesó desviando la mirada.
—¿Qué? ¿No te gustó? —preguntó asombrada—. Pero se veía tan lindo y agradable. Hasta por sus mensajes parecía que tenían conexión.
—Pero cuando nos vimos, él...
—Él no era como Jungkook, ¿verdad?
Carrie la observó angustiada, sintiendo cómo una presión se instalaba en su pecho al saber que su mejor amiga había dicho las palabras correctas, la cuales intentó ignorar. Se detestaba por haber estado en todo ese encuentro, buscando algo que le recordase a él.
La fémina no se sentía segura de estar lista para poder avanzar de esa manera, pero su amiga le había hablado de la aplicación Tinder, para así poder ir conociendo hombres de una manera más fácil. Si no le gustaba, simplemente, no quedaban en verse y ya, por lo que se le hizo algo fácil.
Así fue cómo empezó a hablar con Noah O'Kelly, con el que en un principio sintió que le agradaba, y que podían a llegar a tener conexión. Pues, hablaban todos los días, donde a veces le robaba alguna que otra sonrisa. Pero al verse, sucedió que se sintió demasiado tensa, dándose cuenta lo distinto que era a su exesposo, y que no le causaba absolutamente nada, de lo que alguna vez le causó Jungkook cuando se vieron la primera vez.
Había intentado soportar lo que más pudo en ese encuentro, pero a la hora ya no pudo seguir, pues hasta él había notado que no dejaba de perderse en sus pensamientos. Decidió poner de excusa de que algo le había sucedido a su mejor amiga, y decidió marcharse.
Al llegar a su departamento, los recuerdos empezaron a invadirla de otra vez, por lo que acabó volviendo a romper en llanto.
No podía evitar pensar que jamás volvería a sentirse cómo con él, y eso, la destrozaba.
—¿Y si nunca nadie me provoca lo mismo que él? —preguntó desesperada, sintiendo cómo se formaba un nudo en su garganta.
—Carrie, es que eso es justo lo que sucede. Nadie va a causarte todo lo mismo que él y eso está bien —respondió tomando su mano—. Así tiene que ser. No puedes buscar a alguien que sea cómo él.
—Pero...pero él me hacía sentir en casa.
—Y alguien va a hacerte sentir igual de cómoda, pero no puedes ir comparando con él a cada hombre que aparezca en tu vida. Nadie va a serlo.
—¿Y-Y si cometí un error?
—¿Qué?
—¿Y si no debí divorciarme? —preguntó con los ojos cristalinos.
—No digas eso. Hiciste bien. Hiciste lo que era mejor para ti —aseguró acariciando su mano—. Estás mejor así.
Carrie intentaba confiar en sus palabras, detestándose por volver a hacerse ese tipo de preguntas. Sentía que volvía a retroceder, pero se decía que era algo normal, que cuando pudiese tranquilizarse volvería a sentirse bien con aquella decisión que tomó tiempo atrás.
Inhaló y exhaló, volviendo a sentir de a poco cómo esa presión en su pecho e inseguridades, iban esfumándose, mientras que Lauren volvía a hablarle. Carrie esta vez la escuchaba con atención, haciéndole alguna que otra pregunta por momentos, hasta que sintió su celular vibrar.
La fémina curiosa, decidió desbloquearlo para así saber de qué se trataba, y al ver que era una notificación de Tinder, frunció levemente el ceño. Entró sin pensar en absoluto, dándose cuenta de que se trataba de que le habían dado Like, pero al ver de quién se trataba, sintió cómo el oxígeno abandonaba sus pulmones por un momento.
—¿Está todo bien, Carrie? —preguntó preocupada al ver sus ojos abiertos a la par y cómo parecía lucir más pálida de lo normal.
—¿C-Cómo pudo encontrarme?
—¿Qué? A ver, dame eso —ordenó arrebatándole el celular al no soportar la curiosidad—. ¡Oh, Dios! ¡¿Quién es este hombre sexy?! ¡Like!
—¡¿Qué?! ¡Dime que no has hecho eso! —alzó la voz arrebatándole su celular.
Al ver que le había dado Like, sintió cómo sus latidos se aceleraban, por lo que miró asustada a su mejor amiga, la cual no comprendía qué le sucedía.
—¿Estás bien?
—¡Se trata del exprometido de mi prima, Lauren! —confesó provocando que ella abra los ojos a la par.
—¡¿Ese hombre sexy es él?! ¡Mierda! —hizo una mueca—. ¿Y tu prima aún así se atrevía a serle infiel? No sabe lo que es bueno.
—¡Lauren! ¡¿Cómo puedo quitarlo?!
—Oye, dijiste que se llevaron bien.
—¡Y también te conté del beso!
—Sólo es un Like. Relájate —habló regalándole una sonrisa tranquilizadora—. Además, no puedes negar que es jodidamente caliente.
Carrie al volver a ver su fotografía, de sólo pensar en las palabras de su amiga, sintió un cosquilleo recorrer su estómago.
No tenía porqué significar algo el haberle devuelto el Like, ¿verdad?
Intentaba convencerse de eso, intentando con todas sus fuerzas el ignorar el recuerdo de aquel beso que se dieron la última noche. Escuchaba a su mejor amiga intentando ayudarla a que se relajase, hasta que al ver que el rubio se atrevió a escribirle, sintió estremecerse.
—¡Me escribió! ¡Lauren, me escribió!
—Rayos, pareces una adolescente hormonal —dijo mirándola avergonzada—. ¿Quién diría que tienes veintinueve años?
—Cállate y ayúdame. Tú le devolviste ese maldito Like.
—Entra a la conversación.
—Hey.
—¿Qué? —arrugó el rostro mirándola confundida.
—Sólo me puso un "Hey" —respondió algo confundida, ya que se esperó algo distinto.
—Oh, es alguien de muchas palabras —murmuró sarcástica, provocando que su amiga la mire molesta.
—¿Qué le escribo?
—Hey.
—¡Lauren!
—Sólo dile lo mismo y ya. Tampoco es que te haya escrito mucho —se encogió de hombros.
Carrie se detestaba por el hecho de que este rubio apareciera de esa manera, y se atreviera a escribirle, provocando que sintiese sus nervios invadirla. Tomó una bocanada de aire, intentando volver a relajarse, para escribir lo que su mejor amiga le había dicho.
Los segundos luego de eso, parecían pasar de manera lenta y tortuosa, provocando que estuviese atenta a su celular. No podía evitar estresarse al ver que pasaron minutos y este parecía no responderle, ya que no podía comprender porqué parecía querer contactarse con ella.
Cuando su celular vibró, sintió la necesidad de revisarlo, pero decidió intentar ignorar aquella curiosidad, siguiendo su conversación con Lauren. Así fue por unos pocos minutos, hasta que decidió seguir el impulso de ver lo que le había escrito.
Park Jimin
¿Cómo estás, Carrie?
Ha pasado mucho tiempo.
Carrie Byrne
Estoy bien
¿Y tú?
Demasiado tiempo.
Park Jimin
Es bueno saberlo.
Estoy muy bien.
Fue una sorpresa encontrarte por aquí.
Carrie Byrne
Y para mí ver ese Like.
Park Jimin
Verte despertó mi curiosidad.
Quería saber sobre ti.
Carrie Byrne
¿En verdad?
Park Jimin
Claro.
La verdad es que por un momento
pensé que no me devolverías el Like.
Carrie Byrne
¿Por qué no lo haría?
Park Jimin
Pasaron demasiadas cosas.
Quizás no quieres saber nada sobre
tu pasado.
Y yo podría recordártelo.
Carrie Byrne
Sí, no quiero saber nada sobre eso.
Pero tú no has hecho nada malo.
Al contrario.
Park Jimin
Me alegra poder saber de ti.
Carrie Byrne
Y a mí sobre ti.
Ahora tengo una pregunta.
Park Jimin
Puedes hacérmela.
Carrie Byrne
¿Por qué dice a 15 kilómetros?
Park Jimin
¿Qué te parece si te invito por un
café y conversamos?
Carrie al leer ese mensaje, sintió estremecerse y cómo sus latidos se aceleraban de sólo pensar en volver a ver a Park Jimin.
—¡¿Qué sucede?! —preguntó curiosa su mejor amiga.
—M-Me invitó a vernos...
—¡¿Tan rápido?! —abrió los ojos la par por la sorpresa—. ¡¿Qué harás?!
—N-No lo sé. No creo...
—De todas maneras, ya se han visto si han estado en la misma casa. Está bien que lo haya hecho —dijo pensativa—. ¡Acepta!
—No...
—No tiene nada de malo. Seguramente, sólo conversarán sobre lo que ha pasado en sus vidas —habló de manera tranquilizadora—. No tienes que pensar demasiado.
—¿Estás segura?
Al verla asentir con una gran sonrisa, comenzó a pensar que podía tener toda la razón. Quizás, su cabeza quería hacerle creer cosas que no eran, para que así retrocediera, pues Jimin siempre había sido bastante agradable con ella, y hasta recordaba la amistad que habían desarrollado.
Sin más, decidió aceptar.
Al siguiente día sentía cómo los nervios la invadían de gran manera, hasta se le dificultaba respirar, por lo que al estar en frente de la cafetería "la vie douce", tuv que inhalar y exhalar. Necesitaba relajarse, y una vez que logró conseguirlo un poco, empuñó las manos tomando la valentía suficiente para entrar.
Lo buscó con la mirada, pero al sólo ver a tres personas y ninguna era él, decidió tomar asiento, sintiéndose mucho más tranquila. Sacó el celular del bolsillo de su chaqueta, leyendo su mensaje sobre que estaba cerca y llegaría en unos pocos minutos.
La fémina al escuchar la campanilla de la puerta, levantó la mirada nerviosa, encontrándose con un joven rubio. Este llevaba su cabello rubio algo desordenado, un tapado gris, polera negra, pantalón y zapatos del mismo color.
Guardó el celular en el bolsillo de su tapado, levantando la cabeza, y en ese momento, Carrie sintió cómo se estremecía cuando sus orbes mieles se conectaron con los de ella.
Una sonrisa se dibujó en su rostro, provocando que sus ojos se volviesen pequeños, mientras ella sentía cómo se le dificultaba respirar. No sabía cómo debía reaccionar, aún estaba intentando procesar el hecho de que estaba volviéndolo a ver.
Tragando con dificultad, se levantó, sintiendo cómo sus piernas flaqueaban, mientras que este se acercaba rápidamente a ella.
—Hola, Carrie...
—Hola —saludó con voz débil.
Al notar cómo este tenía la intención de invadir su espacio para saludarla, sintió que se debilitaba por completo, por lo que rápidamente tomó asintió, intentando así que eso pasara por desapercibido. Jimin arrugó el rostro por la confusión, pero carraspeó la garganta dirigiéndose a la silla que estaba en frente de Carrie, para así quitarse el tapado.
Una vez que lo dejó en la silla, tomó asiento, notando cómo ella desviaba la mirada, apoyando la barbilla en una de las manos.
—¿Qué...?
—Buenas tardes. ¿Qué van a ordenar? —preguntó una voz femenina, llamando la atención de ambos.
—Oh...—Jimin observó a Carrie, sin saber qué decir, pero ella parecía esperar que él lo hiciese primero—. Un espresso y una rebanada de pastel de chocolate.
—Sólo un espresso. Gracias —dijo con una media sonrisa.
—Enseguida les traigo su orden.
—¿No vas a acompañarme? —preguntó divertido—. Es porque aquí no lo hacen delicioso cómo dónde fuimos esa vez, ¿verdad?
Carrie sentía cómo se estremecía al recordar esa tarde, la forma en la que se sintió tan bien junto a él, las conversaciones, las risas compartidas y las miradas. Comenzaba a pensar que, quizás, esa amistad que creyó que llegaron a tener, no fue realmente eso.
El tan sólo pensarlo, provocaba que se tensara de gran manera, y que quisiese marcharse por la culpa que le generaba.
Mientras tanto, Jimin no podía borrar la sonrisa de su rostro, observándola con atención. Sentía que había cambiado demasiado, pues, su cabello lucía más largo y ondulado, su piel ya no parecía tan pálida, ni llevaba esas grandes ojeras. Al contrario, sus mejillas lucían sonrosadas y sus ojos contenían un brillo que la hacían verse más viva que antes.
Al rubio siempre se le había hecho una mujer preciosa, pero ahora ya no sólo era eso, sino que la notaba algo radiante, por lo que no podía dejar de observarla.
—¿Está todo bien? —preguntó, ya que no recibió contestación alguna.
—Sí —respondió por lo bajo.
—Debes pensar en porqué te pedí vernos, ¿verdad?
—Dijiste para conversar.
—Pero tú no pareces quererlo.
—Lo siento. Ésto es...
—¿Incómodo? —frunció levemente el ceño.
—Sí. No lo sé —suspiró sin ser capaz de sostenerle la mirada.
Jimin quiso volver a hablar, pero la mujer pelirroja llegó junto a la orden de ellos, para colocar los cafés y la rebanada de pastel frente a ellos. Antes de que se marchase, ambos le agradecieron, sintiendo cómo la tensión volvía.
—Quería disculparme contigo, Carrie —confesó apoyando los brazos en la mesa, dirigiendo su mirada a ella.
—¿Por qué? —preguntó desconcertada, conectando sus miradas.
—Por desaparecer de esa manera. No lo sé.
Carrie presionó los labios por un momento, recordando lo que había sido esa noche. Ella ya no quería estar allí en Massachusetts, y Jimin no sabía dónde más ir, por lo que decidió conducir sin importarle nada en absoluto.
A la fémina no le importó dejar su ropa, su valija allí, porque lo menos que quería era volver a esa casa, volver a ver a su esposo, a su prima.
Durante la madrugada, Carrie se había quedado más que dormida luego de tanto llorar, aunque de manera silenciosa. Ninguno había cruzado una palabra, Jimin sólo estaba perdido en sus pensamientos, sintiendo rabia y dolor por la manera en que Jolie volvió a apuñalarlo por la espalda.
Al llegar a Virginia, Carrie tuvo que indicarle dónde vivía su mejor amiga, ya que por más que Jimin se había ofrecido a ayudarla a buscar sus cosas, sabía que este estaba agotado. El rubio no se veía para nada bien, como tampoco ella, pero al contrario de él, había podido dormir.
Cuando se bajaron del coche, la pelinegra le preguntó qué haría, ya que estaba demasiado lejos de dónde vivía. Este simplemente le dijo que buscaría un hotel para quedarse, porque quería volver a su casa cuando Jolie ya no estuviera, aunque dudaba demasiado que le obedeciera.
Carrie le pidió que le enviara un mensaje o la llamara para informarle cuando volviese a Massachusetts, ya que estaba preocupada por él. El rubio había dicho que lo haría y se despidieron con un abrazo.
Cuando le medio sonrió, ella intentó devolvérsela aunque le salió más una mueca, y él volvió a su coche.
Aún podía recordar al ver a su mejor amiga, cuando se derrumbó frente a ella, intentando contarle la situación, pero las palabras no salían por su llanto desconsolado. Lauren la había ayudado a buscar todas sus pertenencias, como también su coche.
No quería volver a verlo, ya que no era capaz luego de lo que presenció, y ahora siquiera podía reconocerlo.
Luego de eso, había esperado por un día el mensaje del rubio, por lo que decidió escribirle. Pero Jimin jamás contestó.
Por un momento, creyó que pudo haberle sucedido algo, pero cuando los días fueron pasando, comenzó a creer que quizás él ya no quería saber de ella, porque eso lo llevaba a recordar lo que vivieron.
—No tenías la obligación de seguir relacionándote conmigo, Jimin —aclaró Carrie—. Mucho menos luego de eso.
—Puede ser, pero tampoco debí desaparecerme así.
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó curiosa, alzando una ceja.
—Toda la situación me desbordó —confesó por lo bajo y presionó los labios por un momento—. Fue demasiado para mí.
—Lo entiendo —murmuró comprensiva, y soltó un suspiro, desviando la mirada por un momento, ya que no soportaba demasiado la intensa de él.
—Quise comunicarme contigo luego de unas semanas, pero cambiaste de número.
—Fue necesario. ¿Qué...qué pasó con Jolie? —al escucharlo reír amargo, habló rápidamente—. N-No tienes que responder si te incomoda o...
—No te preocupes —sonríe de manera tranquilizadora—. Me quedé un día aquí en un hotel, pero luego decidí buscar a mis padres. Sentí que los necesitaba. Ellos me apoyaron demasiado —explicó antes de darle un sorbo a su café—. Y cuando volví, ella seguía allí.
—¿En verdad? ¿Y qué hiciste? —preguntó asombrada.
—Parecía no tener la intención de irse, pero tampoco quise ser una mierda aunque se lo mereciera —respondió haciendo una mueca—. Simplemente, empecé a empacar porque me iría yo, pero le dejé en claro que debía irse porque pensaba vender la cabaña. No quería seguir viviendo allí. No cuando recordaría todo el jodido tiempo lo que hizo —suspiró—. Ella siguió buscándome, hasta se atrevió a ir a casa de mis padres.
—Qué cínica.
—Es Jolie —soltó una risa amarga—. Ella no parecía darse vencida, pero hace un tiempo creo que lo hizo finalmente.
Jimin recordaba esos momentos que fueron realmente difíciles para él, porque por más que estaba indeciso sobre la decisión de casarse, tenía verdaderos sentimientos por Jolie. Recordaba cómo llegó a la casa de sus padres, rompiendo en llanto, siendo consolado por ellos como si de un niño se tratase. Pero es que se trataba de la mujer con la que uniría su vida, pese a que lo había traicionado una vez, y quizás, debió esperarse esa segunda.
El hecho de que lo hiciera con el esposo de la mujer que era prima de ella, lo volvía aún peor para él, ya que lo llevaba a preguntarse con qué mujer iba a casarse. Se sentía agradecido de que sucediera antes de la boda, porque ahora sabía perfectamente que hubiese sido el peor error de su vida, aunque eso no quitaba la manera en la que le dolió.
—¿Qué tuviste que hacer para que se diera por vencida? —preguntó curiosa, antes de darle un sorbo al café.
—Marcharme de Massachusetts —respondió con una sonrisa, sorprendiendo a la pelinegra.
—¿Qué?
—Conseguí trabajo aquí, en la empresa Bix Roots.
—Oh, ésto no me lo esperaba para nada —dijo atónita.
—Fue la única manera. Antes de venir, le pedí a mis padres que sea lo que sea que ella les dijera, no se atrevieran a decirle nada sobre mí —comentó haciendo una mueca—. No quiero volver a verla en mi vida.
—Aún no puedo creer lo cegada que estuve con ella, al punto de no creerle a...él.
—¿Jolie no intentó comunicarse contigo? —preguntó extrañado.
—No. Y agradezco que no le haya dado la cara para hacerlo —admitió soltando una risa cínica—. Discutí con mi madre porque la defendió. Al principio, no podía creérselo, luego intento decirme que Jungkook fue el que seguramente la sedujo para que eso pasara, porque ella hubiera sido incapaz.
—¿Y tú qué crees? —examinó alzando una ceja—. ¿Fue ella o él?
Carrie al escuchar esa pregunta, tragó con dificultad, ya que era algo que se preguntó muchísimas veces en el pasado. Era algo que la llenaba de dolor, ya que podía sentir cómo una presión se instalaba en su pecho, y es que el sólo hecho de pensar que fue Jungkook, cuando en un pasado le había dicho sobre lo que ella hacía, provocaba que quisiera derrumbarse.
Pero ahora ya no le importaba quién lo haya hecho.
—¿Sabes? Eso ya no me importa ahora, porque ambos nos apuñalaron por la espalda. A ninguno le importó cómo nos llegaríamos a sentir, siquiera hubieran sido sinceros —aseguró amarga—. De todas maneras, comprendo que mi mamá se cegara por ella. Sigue viéndola como una hija.
—Jolie sabe enredar muy bien a las personas —comentó frustrado.
—Es cierto.
—Yo me enojé contigo por lo del beso, como también conmigo, pensando en cómo carajos podría confesárselo a Jolie, cuando...—ríe cínico—. Cuando sabes lo que sucedió. Y tienes razón, quizás si no llegábamos a tiempo, no nos hubieran dicho nada.
—Yo se lo confesé a Jungkook —comentó desviando la mirada.
—¿En verdad? ¿Y qué te dijo?
—Nada, en realidad. No podría haber sido capaz de reprocharme. Sería demasiado cínico.
—Yo no se lo dije a Jolie porque tan sólo quería acabar con toda la mierda de una vez —confesó y arrugó la frente por un momento como si estuviese pensativo—. ¿Jungkook te dijo cuánto tiempo llevaban siendo amantes? Es algo que sabía cruzar por mi mente algunas, lo que me hacía querer ceder a hablar con ella, pero terminaba dando marcha atrás.
—No es algo que quiera saber —respondió por lo bajo con una falsa sonrisa.
—Tienes razón. Supongo que sólo acabaríamos decepcionándonos más —suspiró mientras bajaba la mirada a las manos de ella, lo que le hizo fruncir levemente el ceño—. ¿Hace cuánto tiempo te divorciaste?
—Oh...hace un año y medio —dijo por lo bajo, observando su mano vacía, lo que provocó una presión en su pecho.
—¿Sabes? Algunas veces me preguntaba qué pasó entre ustedes, si te atreviste a perdonarlo o no —confesó sorprendiéndola—. Luego cuando te vi en Tinder, supe que no le habías dado otra oportunidad. Creo que fue lo mejor.
—Yo igual —sonrió a medias.
Jimin al darse cuenta que hablar de ellos sólo generaba que a ambos les llegaran los malos recuerdos, decidió cambiar el tema de conversación, intentando que la tensión se fuese. Pues, recordaba cómo antes cada vez que estaban juntos, se olvidaba aunque sea por un momento de los problemas con sus parejas y despejaban sus cabezas, así que quería hacer lo mismo.
Y eso lo fue logrando lentamente, notando cómo Carrie parecía ir relajándose.
—Oh, Virginia ahora ha empezado a gustarme —comentó con una sonrisa—. Ya hasta he hecho amigos.
—Eso no me sorprende. Eres demasiado extrovertido.
—Quizás un poco. Pero creo que le caigo mal a un compañero de trabajo.
—¿En verdad? ¿Por qué? —preguntó desconcertada.
—Creo que le robé su puesto de galán —bromea guiñándole el ojo, por lo que ella soltó una risotada—. No. La verdad es que tampoco lo sé, si soy muy agradable, ¿verdad?
—Es cierto.
Ella asintió aún riendo, mientras este se llevaba una cucharada de pastel a la boca, siendo observado por ella que le daba un sorbo a su café.
—Oye, no está tan mal. Prueba —dijo acercando la cuchara a ella, que algo dudosa acabó aceptando.
—Hm...tienes razón —comentó con la boca aún llena, lo que hizo que Jimin riera.
—Ven. Tienes manchado.
—¿Qué? —preguntó avergonzada.
No muy convencida, se inclinó hacia adelante, mientras que Jimin pasaba el pulgar por la comisura de su labio inferior, quitando la mancha de chocolate. Carrie al sentir la intensa mirada de Jimin en sus labios, sintió cómo un cosquilleo recorría su vientre, y su rostro arder.
Este subió la mirada conectándola con sus orbes oscuros, lo que hizo que ella la desviara rápidamente, lo que le hizo sonreír.
—Listo. Ya estás bien —habló volviendo a acomodarse—. No es cómo el de la cafetería que te llevé, pero está bien.
—C-Cierto. Lo empezaré a pedir.
Jimin podía notar cómo se había puesto nerviosa, pues hasta parecía haber entrado en calor, ya que se quitó la chaqueta blanca. Este se mordió su labio inferior por un momento, sintiéndose realmente satisfecho de haber logrado que la tensión se fuera, y notar cómo la ponía nerviosa con su cercanía.
Después de todo, Jimin estaba comprobando que aún la conexión entre ellos, seguía estando presente.
Pasaron semanas y Carrie seguía hablando con Jimin, hasta se pasaron el número de celular, por lo que solía llamarla algunas veces. La pelinegra, al principio, se sintió algo incómoda, pero acababa hablando con él por demasiado tiempo, sorprendiéndose a sí misma.
Pues, algunas veces hablaban hasta antes de dormir, contándose su día, y ella disfrutaba cuando él le contaba sobre aquel compañero de trabajo al que parecía no agradarle.
Carrie estaba notando perfectamente que ya no se trataba solamente de una simple amistad, pues cuando este se acercaba demasiado a ella, sentía cómo los nervios la invadían. Quería creer que se trataba de incomodidad porque solamente lo veía como un amigo, pero cuando se alejaba...anhelaba que volviera a invadir su espacio.
Estaba comenzando a provocarle sensaciones inesperadas, ya que estaba acostumbrándose a hablar cada día con él, a sus llamadas, a sus anécdotas, a verlo, por lo que no quería tener que alejarse.
Pero Carrie tenía miedo.
Ella no sabía para nada si era correcto lo que Park Jimin estaba provocándole.
Como la mayoría de días al tener tiempo libre en el trabajo, decidió ir al restaurante más cercano, ya que quería almorzar. Era un día de tormenta, demasiado fresco, lo cual era normal al estar en invierno, por lo que se aferraba a su tapado, y agradeció al entrar porque el lugar era realmente cálido.
Carrie amaba las tormentas, pero en momentos cómo ese las odiaba, ya que se había mojado porque se había olvidado por completo de su paraguas.
Al tomar asiento, ordenó rápidamente una ensalada y para tomar, ya que no tenía demasiado apetito y tampoco tenía demasiado tiempo.
La fémina al sentir su celular vibrar, lo sacó del bolsillo de su tapado, sonriendo al ver que se trataba de Jimin.
Park Jimin
Yo estoy almorzando en mi oficina.
Espero que no te hayas mojado,
porque debes traer algo en la cabeza
como para haberte olvidado del paraguas, cuando se sabía
de la tormenta de hoy.
Carrie Byrne
Nada ocupa mi cabeza.
Sólo soy olvidadiza.
Park Jimin
¿En verdad?
Qué decepción.
Carrie Byrne
¿Por qué?
Park Jimin
Porque tú no sales de mi cabeza.
Carrie Byrne
Es broma, ¿verdad?
Park Jimin
No.
Es más, quiero que tengamos una cita.
¿Qué dices, Carrie? ¿Aceptas?
¿O tienes miedo de hacerlo y que luego yo no salga de tu cabeza?
Carrie sentía cómo su respiración se había vuelto pesada, y de sólo pensarlo, de sólo imaginarse lo que podría llegar a suceder si aceptaba, se estremeció.
Detestaba cuando Jimin parecía seducirla, ya que estaba segura de que sabía perfectamente el efecto que tenía en ella, y no dudaba en aprovecharlo.
Y es que siquiera era necesaria esa cita para que él invadiera sus pensamientos, porque la mayoría del tiempo no dejaba de pensarlo, en lo que le causaba.
Carrie tragando con dificultad, volvió a tomar el celular con sus manos temblorosas, decidiendo tomar la valentía necesaria.
Carrie Byrne
Está bien.
Acepto.
Pero si no funciona, te darás por
vencido y aceptarás que sólo podemos
tener una amistad, sin ninguna otra
intención de por medio.
Carrie estaba decidida a fingir que no le sucedía absolutamente nada con él, porque estaba asustada. No sabía si estaba preparada para estar con alguien más, mucho menos con Jimin, ya que era el exprometido de su prima.
Una parte de ella le decía que eso no estaba bien, que estaba siendo igual de traicionera que Jolie, por más que ellos ya no estuviesen juntos.
La fémina escuchó la puerta abrirse, pero no le prestó atención para nada, porque dejó el celular en la mesa, tomando su cabeza con las manos. Se sentía frustrada por seguir debatiéndose sobre qué debía hacer con Jimin.
Soltó un suspiro de frustración, levantando la cabeza, sintiendo cómo la sangre abandonaba su cuerpo en ese preciso momento.
Jeon jungkook se encontraba en la puerta, sacudiendo su cabello largo y rizado con una de las manos, ya que se encontraba algo húmedo por la lluvia. Parecía ser que ella no había sido la única que se había olvidado del paraguas ese día de tormenta.
¡Hola!
¿Qué creen que pase ahora que Jungkook y Carrie volvieron a reencontrarse después de tanto tiempo? ¿Qué podría pasar entre Jimin y Carrie? ¿Les gusta juntos?
A pedido de ustedes volví con otra parte de esta historia que tanto me encantó escribir. Sé que había dicho que sólo sería un extra, pero en un abrir y cerrar de ojos ya llevaba más de 10k palabras y apenas iba por la mitad de lo que tenía pensado, así que no quería publicar un extra tan extenso que podría abrumarles.
Quizás si no ponía esos recuerdos de Jungkook y Carrie, pudiese haber sido sólo un extra, y ustedes podrían llegar a pensar ¿qué me importa el pasado de ellos, hermana? Quiero saber el final ah
Pero la verdad que sentí demasiado necesario que pudiera conocer aunque sea un poquito, lo felices que eran y no que sólo se quedaran con lo malo del último tiempo que estuvieron juntos jajsjs
En fin, creo que para mañana ya tendría listo el final, sólo me falta escribir la última parte
Espero que les haya gustado esta tercera parte, si es así, no se olviden de votar y comentar
Adoro leer sus comentarios
¡Nos leemos pronto!
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