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7


Eunmi se giró sobre el colchón, metiendo la cabeza debajo de la almohada. Dentro de su cabeza no dejaba de repetirse la escena de Taehyung sujetando a Gina por las mejillas. Todo lo que había estado sospechando había resultado ser cierto.

No sabía si lo que había hecho había sido lo correcto, pues apenas el chico se fue de su casa aquella mañana, se había apurado en vestirse y salir también. Necesitaba saber si realmente iba al hospital para ver a Jimin o si le estaba mintiendo e iba a juntarse con Gina, como había creído.

Había tomado un taxi y se había bajado frente al hospital, donde tuvo que preguntar a varias personas cómo encontrar el sector que Taehyung iba a visitar, y cuando finalmente llegó, solo se encontró con la familia de la novia de Jimin, pero su novio no estaba ahí.

Decidió que buscaría en la cafetería antes de entrar en pánico y comenzar a armar historias dentro de su cabeza. Así que cuando estuvo allí dentro, dio una rápida mirada mientras tomaba un sándwich al azar y se ponía en la fila para pagar.

Pudo distinguir una cabellera castaña que le daba la espalda. Taehyung estaba sentado en una de las mesas junto a Jimin, que miraba perdidamente hacia la nada.

El alivio se apoderó de Eunmi, por lo que, ya estando más calmada, se sentó en la mesa más lejana posible y se dedicó a observar cómo parecía que su novio hablaba solo mientras se comía su sándwich. Todo lo que estaba ocurriendo con Jimin le parecía bastante triste y el hecho de que Taehyung se sintiera culpable por lo que le había sucedido a la novia de su amigo, provocaba que últimamente no hubiese estado del mejor humor posible. Eunmi lo entendía y era por eso que se esmeraba en demostrarle que siempre estaba para él.

Al cabo de un rato, la conversación entre los amigos se había vuelto una especie de discusión, en la que Jimin había terminado rompiendo en llanto y Taehyung le acariciaba el cabello para intentar consolarlo.

Para Eunmi, Taehyung era una de las personas más hermosas que podría existir, por lo que se conmovió cuando éste se había dado el tiempo de estar junto a su amigo mientras lloraba y de acompañarlo de vuelta a la habitación donde se encontraba su novia.

Se había encargado de seguirlo de cerca, pero no lo suficiente como para que llegaste a notar su presencia, e incluso en algún momento quiso mandar todo al demonio y acercarse, pero no tenía cómo explicar el por qué había hecho lo que estaba haciendo. No quería decirle las inseguridades que tenía acerca de Gina.

Luego habían ido a la universidad y Eunmi había esperado pacientemente a que su novio saliera de clase para volver a su apartamento. Había algo que le decía que era mejor quedarse hasta el final en vez de irse apenas lo había visto cruzar la puerta del salón.

Y no se había equivocado, pues sus ojos se habían topado con aquella escena en la que Gina y Taehyung mantenían una conversación como si nada, como si ella jamás se hubiese alejado de ellos.

¿Acaso ambos seguían manteniendo el contacto? Eso podía explicar el por qué Taehyung no se había mostrado interesado en intentar conversar con Gina cuando los había comenzado a ignorar.

Seguramente había sido un plan de ambos para mantener su relación en secreto una vez que Eunmi y Taehyung comenzaron a ser novios.

Gina era una pésima amiga y más le valía mantenerse alejada de Eunmi porque lo primero que haría sería golpearla en el rostro por traicionarla de aquella manera.

Escuchó que la puerta del apartamento se abrió, por lo que supo que Taehyung ya había llegado, pues le había enviado un mensaje anteriormente diciéndole que iba en camino a verla. Ni siquiera se había molestado en bañarse porque no tenía ánimos siquiera para levantarse de la cama.

El corazón le dolía, sentía una punzada cada cierto rato que le recordaba todo lo que estaba ocurriendo.

—Hola, Mimi —escuchó la voz cariñosa de su novio saludándola cuando entró a la habitación—. ¿Estás bien?

La chica sintió su corazón doler. Él había comenzado a llamarla de aquella manera cuando comenzaron a ser novios, haciéndole pensar que había comenzado a amarla de cierta manera. Asomó la cabeza, sacándola de debajo de la almohada y lo miró.

Se veía hermoso, como siempre, perfectamente vestido con una camisa blanca, un chaleco gris que combinaba perfectamente con su pantalón de tela.

Era hermoso, pero no era suyo.

—¿Estás bien? —Insistió al ver sus ojos enrojecidos e hinchados.

El chico se sentó en la cama, a un lado de Eunmi, y estiró la mano para acariciarle el cabello.

—Estoy bien —murmuró en respuesta, comenzando a meter la cabeza debajo de la almohada.

No sabía cómo explicarle que sabía que la estaba engañando porque lo había seguido. Porque no había confiado en él y lo había seguido en todo el recorrido que había hecho hacía unos días atrás.

—¿Quieres que vayamos a tomar un helado? —Preguntó entonces él, con voz melosa.

Eunmi se hizo bolita en su lugar y negó con la cabeza y, aunque la idea le parecía completamente tentadora, no podía quitar a Taehyung y Gina de su cabeza. No podía olvidarlo y eso era lo que más le hacía doler el corazón.

Su novio soltó un suspiro y al cabo de unos minutos de silencio, terminó por recostarse a su lado, pero por encima del cubrecama.

—Me siento como un novio de mierda.

Aquella frase llamó la atención de la chica, que sacó la cabeza de su escondite lentamente para poder verlo directamente. Taehyung tenía la vista perdida en el techo y se mordía sin cesar los labios, provocándose pequeñas heridas que no llegaban a sangrar.

—¿Por qué? —Preguntó en un hilo de voz.

De pronto su corazón había comenzado a saltar desbocado, pensando en la respuesta que esperaba que Taehyung le diera, pero que, a la vez, no quería escuchar porque sabía que se rompería.

—Porque estoy tan metido en mis problemas que ni siquiera me había dado cuenta de lo mal que estabas —giró la cabeza hacia ella para mirarla a los ojos—. Y tampoco tengo la capacidad de hacerte sentir mejor.

Eunmi tragó saliva, sintiendo una pequeña punzada en el pecho. No sabía a qué se debía, pero se sentía culpable nuevamente. Se acercó al chico y apoyó la cabeza sobre su hombro.

—El simple hecho de que estés aquí conmigo me hace sentir mejor.

Cerró los ojos y respiró su olor, aquel que le hacía sentir cosquillas en el estómago. A pesar de todo lo ocurrido, Taehyung le transmitía calma y la hacía sentir segura, algo que últimamente estaba faltándole a su vida.

—Estoy un poco preocupado —soltó él de pronto.

Eunmi pasó su brazo por la cintura del chico y lo abrazó.

—¿Por la novia de Jimin? —Preguntó, acurrucándose más cerca de él.

¿Sería capaz de hacer como que nunca había visto lo ocurrido con Gina con tal de seguir al lado de su novio?

—No... —Respondió en medio de un suspiro—. O sea, sí, estoy preocupado por ella, pero hay otra cosa.

Se formó un momento de silencio que provocó que la intriga creciera en Eunmi, así que se incorporó levemente para verlo a la cara.

—Estoy preocupado por Gina —dijo al sentir la mirada insistente de la chica.

Eunmi tuvo que aguantarse las ganas de poner los ojos en blanco. El tema había pasado de dolerle a molestarle.

Ni siquiera podían pasar un momento tranquilo siendo una pareja normal sin que la chica saliera en la conversación. Quiso gritarle que ya sabía todo lo que hacía con ella, darle una bofetada y exigirle que se largara de su casa, pero prefirió morderse la lengua y aplanar los labios.

—¿Qué ocurre con Gina?

Taehyung hizo una mueca con los labios.

—Nada que ella me haya dicho, pero el otro día ocurrió un incidente con su novio en la universidad —Eunmi se vio obligada a poner cara de que no tenía idea de lo que estaba hablando—. No lo sé, pero su reacción me pareció un poco violenta y estoy preocupado por Gina.

—¿Preocupado por qué? —Cuestionó ella y luego se dio cuenta de que su voz había sonado demasiado dura—. Digo, no creo que pase nada.

—Es que estos días he estado llamando a Gina, pero tiene su celular apagado.

Eunmi soltó un suspiro y se pasó una mano por la cara.

—¿No has pensado en que quizás no quiere hablar contigo?

Taehyung negó con la cabeza.

—¿No te preocupa lo que digo? —Le preguntó, girando la cabeza hacia ella—. Creí que Gina y tú eran amigas.

La chica terminó de incorporarse, quedando sentada sobre el colchón. Había terminado de molestarse y por lo mismo rompió todo contacto físico que tenía con su novio.

—Gina era mi amiga —respondió, enfatizando en cada palabras—. Lo era hasta que se alejó sin más cuando comenzamos a salir. ¿No te parece raro?

El ceño de Taehyung se frunció y también se sentó.

—De igual manera, aunque ya no sean cercanas, ¿no te preocupa lo que acabo de decirte?

—No —respondió tajante—. Lo haría si no se hubiese alejado coincidentemente cuando nuestra relación comenzó —dijo con tono sarcástico.

El chico guardó silencio por un momento, observando el rostro de Eunmi atentamente como si estuviera buscando algún gesto que le indicara que ella no hablaba en serio. Terminó por ponerse de pie, sorprendiendo a la chica.

—No creí que fueras así, Eunmi.

Su voz había sonado tan decepcionada que le dolió nuevamente el corazón y un nudo se formó en su garganta.

No era como que Gina le fuese totalmente indiferente, pero de todas maneras creía que Taehyung estaba exagerando. El chico de pelo color menta no le daba tan mala espina como decía su novio, por lo que no creía que él llegase a hacerle algo malo. Sin embargo, tenía claro que entre la pelirroja y aquel muchacho se había producido alguna pequeña discusión por culpa de lo que había sucedido entre ella y Taehyung.

—Y yo no puedo creer que no le des nada de importancia a lo que te estoy diciendo —contraatacó—. ¿No te parece raro que Gina se haya alejado de nosotros cuando comenzamos a ser novios?

Eunmi pudo ver cómo su novio apretaba la mandíbula, mirándola desde arriba porque claramente tenía la intención de marcharse, pero todavía no lo hacía debido a la discusión que estaban teniendo.

—Eunmi —pronunció lentamente—, Gina y yo tuvimos algo en el pasado, nada romántico, pero estábamos bien así.

Ella apretó los puños a cada lado de su cuerpo. Así que siempre había tenido razón, aquel presentimiento que tenía siempre había sido real. Gina y Taehyung tenían algo y siempre se lo estuvieron ocultando a todo el mundo.

—Estábamos bien así, quizás más adelante hubiese ocurrido algo entre nosotros, pero apenas Gina se enteró de que yo te gustaba, se hizo a un lado.

—¡¿Entonces debo agradecerle a mi amiga por dejar libre al hombre que se estaba follando para que yo pudiera estar con él?! —Gritó, sintiendo que la cara se le comenzaba a poner roja producto de la furia.

Las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, pero no iba a dejar que él la viese llorar por ese motivo. No quería mostrarse tan vulnerable por un tema como aquel. Sabía que tenía que mantenerse fuerte hasta que él se fuera.

—¡¿Por qué todo te parece tan malo?! Gina sí fue una buena amiga al dejarme para darte a ti la oportunidad.

—¡Todo me parece malo, Taehyung! —Gritó y la voz le salió desgarrada—. ¡Todo está mal porque me hicieron quedar como una estúpida! Ninguno de ustedes fue capaz de decirme que tuvieron algo, me hicieron creer que mi intuición me estaba engañando —se puso de pie también y lo miró a los ojos—. Siento como que tengo las sobras de Gina, me dejó el chico que me gustaba porque ya se lo había follado.

Taehyung dio un paso hacia atrás y negó con la cabeza.

—Pensó más en ti que en lo que ella misma sentía.

Eunmi aplanó los labios y luego soltó un suspiro. De pronto todo tenía sentido para ella, todo calzaba como un rompecabezas dentro de su mente.

—Estás enamorado de Gina.

Entonces ya no le importó que las lágrimas cayeran por sus mejillas. No podía aguantarlo más. Su corazón había terminado por quedar completamente destrozado.

Se dejó caer en la cama, quedando sentada, y apartó la mirada hacia cualquier lugar que no fuese el rostro de Taehyung, que la miraba con expresión preocupada.

—Estás enamorado de Gina —repitió, negando con la cabeza— y sólo estás conmigo para poder seguir estando cerca de ella.

—Eunmi, no es así...

—Vete de aquí —lo interrumpió.

El chico se quedó un momento de pie, con el cuerpo rígido. Eunmi rápidamente se puso de pie y salió de la habitación, tapándose la boca con la mano, pues el labio inferior le temblaba insistentemente porque seguía intentando aguantando las ganas de llorar, aunque sin éxito. Llegó a la puerta de entrada y la abrió.

—Vete —repitió.

Taehyung se giró lentamente y caminó hasta ella, con la vista baja.

—No quería que las cosas salieran así.

Ella apretó la mandíbula y tuvo ganas de gritarle, de empujarlo y quizás hasta de golpearlo, pero se mantuvo en lugar, con expresión neutra y sus mejillas mojadas por las lágrimas.

—Iré a buscar a Gina, creo que está en peligro —fue lo último que dijo el chico antes de atravesar el umbral.

Eunmi cerró de un portazo y ahogó un grito. Ni siquiera en un momento como aquel, en el que su relación se había ido a la mierda, Taehyung había dejado de hablar sobre Gina.

Y todo le hacía sentido. Todas las veces en las que su ex novio se autodenominaba un mal novio o una mala persona era por aquella razón y Eunmi había sido tan estúpida como para nunca darse cuenta.

Caminó hacia el baño y se dio una ducha rápida, maquilló su rostro para que no se notara que acababa de llorar y tomó su bolso para salir de la casa.

Tenía el corazón destrozado, pero lo que más le dolía era que ni siquiera había sido por culpa suya, sino que porque sus supuestos amigos no habían sido del todo sinceros con ella y le habían hecho daño.

¿Por qué ella tenía que quedarse encerrada en su casa sufriendo mientras Gina lo pasaba bien con su novio?

Ella había sido una de las culpables de que su relación con Taehyung se acabara y Eunmi no quería que saliera ilesa de todo el dolor que había causado. Necesitaba que pagara.

Y la haría pagar.

Caminó un par de manzanas y tomó el transporte público que la llevaría hacia el barrio donde Gina vivía. Sabía que nadie más que ella tenía conocimiento de dónde estaba su casa, pues una vez la acompañado a buscar un par de cosas y la pelirroja le había explicado su situación, lo que le había tocado vivir. También sabía cuánto le avergonzaba aquel barrio de mala muerte, porque la hizo prometer que no le diría nunca a nadie que conocía su casa.

No estaba segura de lo que haría, pues la rabia se estaba apoderando de su cuerpo, por lo que decidió que eso lo vería una vez se encontrase frente a frente con la pelirroja. Las ganas de golpear a alguien no la habían abandonado. Quería golpear a Gina en su estúpido rostro de mosca muerta. Así que cuando se encontró frente a la casucha de un piso que correspondía a la vivienda de la chica, golpeó con fuerza la puerta.

Por un par de minutos nadie le abrió, pero un hombre de cabellos anaranjados que vestía una camiseta sucia y que sujetaba una botella de vidrio color ámbar en una de sus manos apareció al otro lado de la puerta.

Eunmi tragó saliva. Tenía una pequeña noción de cómo podía llegar a ser el padre de Gina por cosas que ella misma le había comentado, así que reemplazó su expresión molesta por una sonrisa.

—Hola, señor Grimaldi —lo saludó con un ánimo que no supo de dónde salió—, ¿está Gina en casa?

El hombre la miró de arriba hacia abajo y luego miró por sobre su cabeza.

—Esa perra ya no vive aquí —murmuró, comenzando a darse vuelta para entrarse nuevamente.

Eunmi se aclaró la garganta y se apresuró a hablar:

—¿Sabe dónde puedo encontrarla?

Él la miró por encima del hombro. Se había quedado a medio camino, con la puerta en la mano lista para pegarle un portazo en la cara a la chica.

—Deja de joder y vete —dijo antes de cerrar la puerta.

Eunmi se quedó estupefacta por un par de segundos, impresionada del comportamiento poco amigable del hombre. Comprendió entonces que no iba a encontrar a Gina y no iba a poder darle su merecido.

Se dio media vuelta, dispuesta a marcharse por donde mismo había llegado, pero hubo un movimiento que llamó su atención. La puerta de la casa que estaba cruzando la calle acababa de abrirse y un chico de cabello color menta salía con una bolsa de basura que metió dentro del contenedor que estaba en la acera.

Era el novio de Gina, no cabía duda. Y entonces Eunmi recordó que en cierto momento la pelirroja le había comentado que estaba saliendo con su vecino, aquel del que siempre había estado enamorada. Pensó en cruzar rápidamente hacia él y preguntarle por la chica, pero las palabras de Taehyung llegaron a su cabeza.

Si su ex novio tenía razón, el novio de Gina era un tipo violento y peligroso.

Así que prefirió ocultarse detrás de un árbol que había a pocos metros de ella y esperar a ver si ocurría algo. El chico no la había visto, por lo que podía quedarse a observar un par de minutos sin ser descubierta.

Vio cómo él se sacudió las manos y caminó hacia su auto estacionado justo frente a la casa. Encendió el motor y de largó, dejando a Eunmi un poco decepcionada.

Esperaba ver más. Quizás esperaba ver a Gina, pero sabía que allí ya no podría controlarse y correría hacia ella para darle un golpe en la cara.

Salió de su escondite y antes de marcharse definitivamente miró la pequeña casa del novio de Gina. Era igual de pequeña que la de la pelirroja, igual de fea y descuidada.

¿Sería que ella estuviera viviendo con él?

La chica había prácticamente desaparecido los últimos días, según Taehyung, quien admitió haberla estado llamando por teléfono, y ya no vivía en casa de su padre. No habían muchas más opciones, lo más probable era que estuviese viviendo con su novio.

Se apresuró en cruzar la calle y tocó la puerta, pero no hubo respuesta. Aquel trozo de madera de color gris, que seguramente alguna vez había sido blanco, tenía una mirilla, y Eunmi se hubiese dado por vencida y se hubiese ido si no hubiese escuchado el crujir de la madera del piso al interior de la casa.

Había alguien adentro y probablemente la estaba mirando.

Apretó la mandíbula, sintiendo que la rabia volvía a apoderarse de ella, y tocó nuevamente. Sabía que Gina estaba adentro y que no quería abrirle, pero iba a insistir hasta que diera la cara.

Yoongi frenó su auto de golpe, provocando que su cuerpo se fuese hacia adelante producto de la inercia. Su pecho subía y bajaba con pesadez debido a su pesada respiración. La cabeza no dejaba de darle vueltas, al igual que los recuerdos tormentosos.

Era un monstruo.

Y estaba consciente de aquello.

Cerró los ojos, intentando calmarse a sí mismo, pero las imágenes iban y venían a su cabeza, atormentándolo.

Un golpe llegó a su mente, acompañado de un grito. Se pasó las manos por la frente y se dio cuenta de que estaba sudando. Y ya no era Min Yoongi, el adulto independiente, sino un pequeño niño de seis años que corría por la casa para esconderse en el primer lugar que encontrase. Pasos fuertes iban tras de él, amenazando con alcanzarle en pocos segundos.

Se metió al baño y cuando quiso cerrar la puerta una mano considerablemente más grande que la suya se lo impidió.

—No puedes escapar de mí, mocoso —aquella voz resonó en su cabeza.

Jamás iba a poder olvidarla.

Yoongi sintió náuseas y tuvo que asomar la cabeza por la ventana para vomitar. El cuerpo le temblaba y por su espalda le caían gotas de sudor frío.

—Nunca podrás escapar de mí —volvió a escuchar la voz masculina.

La primera arcada sólo desencadenó las siguientes y no pudo detenerse hasta tener el estómago completamente vacío.

Había salido de casa, diciéndole a Gina que debía trabajar, pero en realidad sólo había sentido ganas de escapar de aquella casa. De pronto había comenzado a sentir una sensación horrible y ver el hematoma oscuro sobre el ojo de su novia no le ayudaba.

Era un monstruo, igual que su padre.

Estaba haciendo mierda a Gina, la chica que más amaba en el mundo y la única que parecía amarlo, porque no podía controlarse. No podía evitar que aquella oscuridad que nacía de su interior tomara el control, llevándose todo consigo.

Pero no sabía qué más hacer, pues esa manera de ser era lo único escudo que su miserable vida le había dado. Todo lo que le había sucedido anteriormente lo había conducido a aquello. Estaba destinado a ser un monstruo, una réplica de su padre.

Apoyó la frente sobre el volante, sintiendo que su cuerpo lentamente se iba relajando y eso le alegró, a pesar de saber que sólo sería momentáneamente.

Aquellos fantasmas lo perseguían desde siempre y toda su vida había estado soportándolos, dejándolos a raya y algunas veces dejándolos salir. Sin embargo, desde que Gina había entrado a su vida, siendo ya una mujer adulta, no podía controlarlos, a pesar de que se hubiese propuesto a sí mismo sacarla de toda la mierda que había vivido.

¿Sería aquella su manera de amar?

En caso de que la fuese, estaba consciente de que era horrible.

Necesitaba despejar su mente de toda la mierda que le estaba sucediendo. No estaba seguro de poder seguir soportando a aquellos demonios que ya pasaban más tiempo afuera que dentro suyo.

Y aquello quizás no era únicamente ocasionado por la presencia de Gina en su vida, pues se acababa de dar cuenta de que cuando comenzaron a vivir juntos había dejado de hacer muchas de las cosas que acostumbraba, aunque aquellos no fueran hábitos completamente sanos, pero después de todo formaban parte de su día a día.

Hábitos que nadie conocía, ni siquiera su mejor amigo. Nadie.

Y probablemente le haría mejor retomarlos, quizás las cosas podrían mejorar para él y, por consecuencia, para Gina. Después de todo, lo único que buscaba era el bienestar de la chica.

Puso nuevamente su auto en marcha y, aunque dudó por un segundo, comenzó a conducir por aquel conocido camino, tan conocido que podría llegar con los ojos cerrados porque anteriormente se le hacía costumbre ir más de una vez a la semana. Y precisamente era como una droga para él, mientras más iba, más le gustaba y tenía menos posibilidades de dejarlo.

De convenció entonces de que su mal humor se debía a aquello.

Condujo hacia el otro lado de la ciudad, muy lejos de donde quedaba su casa. El barrio no era mejor en comparación al que vivía y Yoongi se hubiese atrevido a responder que el hecho de que albergara el lugar al que él iba, lo hacía aún peor.

Se detuvo frente a una casa de aspecto común, pues no resaltaba del resto de las que le rodeaba a pesar de que fuese ligeramente más grande, pues la pintura vieja que comenzaba a descascararse la hacía ver insignificante. Miró la hora en su celular antes de bajar. Realmente era temprano, alrededor de las cinco de la tarde, y Yoongi sabía que aquel lugar abría por lo menos a las ocho.

Pero también sabía que él por mucho tiempo había sido un cliente especial, alguien que fue considerado un miembro destacado por sus aportes mensuales, por lo que lo atenderían de todas maneras.

Del bolsillo de su pantalón sacó el celular de Gina, que había permanecido apagado desde el incidente en la facultad, y sus dedos se tentaron a apretar el botón de encendido. Sabía que terminaría de mal humor y se desquitaría con ella, y eso era algo que, de momento, quería evitar.

Necesitaba vaciar su alma de aquella oscuridad.

Así que lo guardó en la guantera del auto y se bajó, dispuesto a exigir la atención que necesitaba. 

Este capítulo salió un poco kk, pero estamos entrando al final de la historia. Es probable que termine en el próximo capítulo o en el 10 (porque me gustan los números pares ah)

-Nini

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