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5


Gina abrió los ojos aquella mañana sintiendo una extraña sensación en el pecho. Tenía, además, los ojos cansados por haber interrumpido su sueño la noche anterior.

La llamada de Taehyung se repetía en su cabeza como un recuerdo tormentoso. Una y otra vez.

Se frotó los ojos y estiró la mano hacia el lado, tanteando sobre un colchón que encontró vacío. Yoongi no se encontraba a su lado, a diferencia de todas las mañanas desde que había decidido quedarse en su casa.

Se sentó y observó dentro de la habitación, pero tampoco lo encontró. El miedo se apoderó de ella al recordar la reacción que había tenido Yoongi la noche anterior después de que había colgado la llamada de Taehyung, volviendo su tono de voz frío y quitando todo el contacto físico que había entre ellos.

Era sábado, así que no tenía clases, por lo que tenía tiempo de desayunar con calma y así intentar conversar con Yoongi sobre lo que había sucedido.

Se levantó y caminó rápidamente hacia la cocina con la esperanza de encontrarlo allí, preparando el desayuno para ella, como ocasionalmente hacía. Pero se encontró totalmente sola. Buscó por la sala, el comedor y el baño, y no encontró absolutamente nada.

Soltó un suspiro que le hizo doler el pecho. No entendía qué era lo que había hecho mal o por qué de pronto Yoongi comenzaba a desaparecer también durante la mañana, siendo que ya la dejaba sola durante las noches. No tuvo otra opción que comenzar su día sin él y fue a preparar algo de comer, aunque ya había perdido el apetito.

Se sentó sobre una de las sillas de madera del comedor y comió en silencio los huevos con tocino que se había preparado. Sin duda, le causaba curiosidad lo que hacía Yoongi durante las noches, durante tantas horas, porque podría ser cualquier cosa.

¿La estaría engañando?

Después de todo, no eran novios. Solo hacían cosas de novios, pero no lo eran oficialmente.

Dejó de lado el plato a medio comer y se apoyó completamente en el respaldo de la silla, sintiéndose estúpida de repente. Había confiado en que Yoongi había cambiado con los años, dejando de lado aquella vida llena de mujeres que Gina veía salir cada mañana de su casa cuando era una adolescente y que le hacían pensar que el chico cambiaba de novia tan seguido como se cambiaba la ropa interior. Pero, después de todo, nunca estuvo segura de su cambio, pues siguió dando fiestas recurrentemente durante varios días a la semana.

Se pasó las manos por el cabello. Sus pensamientos la iban a volver loca.

Era cierto que la había tratado como ningún hombre jamás la había tratado y hacía por ella lo que ni su propio padre había estado dispuesto a hacer. Pero... ¿acaso Taehyung no hacía lo mismo por Eunmi? Ella se lo había detallado las pocas veces que habían hablado después de que se había puesto de novia, pero él perseguía a Gina, insistiendo en tener una conversación pendiente que se había convertido en una sesión de besos calientes.

Entonces, existía la posibilidad de que Yoongi hiciera lo mismo con ella.

Lo que Gina no sabía era que hacía unas noches atrás, Yoongi había quedado en juntarse con su amigo, Kim Namjoon, en el bar de siempre, aunque había pasado un tiempo desde que no se veían.

El chico se encontraba sentado en la barra esperando a su amigo mientras veía el celular desinteresadamente, aunque estaba bastante empeñado en encontrar los perfiles de las redes sociales de los amigos de Gina que había conocido hacía unas semanas.

De pronto sintió una presencia a su lado y levantó la vista para encontrarse con Namjoon.

—Hola —siseó con la voz cargada de melancolía.

Se sentó a un lado de Yoongi y levantó la mano para pedir un trago. No era necesario que dijera qué era lo que se le apetecía tomar, pues solían ir constantemente a aquel lugar y ya los conocían.

Yoongi notó el ánimo extraño en su amigo y ladeó ligeramente la cabeza, con curiosidad, aunque no fue visto por Namjoon porque estaba demasiado concentrado en mirar hacia adelante.

—Nam, qué bueno es verte —dijo para llamar su atención, dibujando una sonrisa que mostró sus dientes pequeños—. Había pasado ya un tiempo desde la última vez que nos vimos. Querías venir por la misma razón que yo, ¿no?

Su amigo lo miró al rostro por primera vez, no se veía para nada feliz.

—Depende de a qué has venido tú, Yoongi —respondió—. Aunque el brillo de tus ojos me hace creer que no ha sido para desahogarte.

—Simplemente vine a librar la mente del mundo exterior —se encogió de hombros.

—Entonces sí. He venido a lo mismo.

Aunque aquello no sonó del todo cierto para Yoongi, quien se quedó en silencio por un segundo, intentando adivinar qué era lo que estaba mal con su amigo. Quería preguntar, pero no tenía la intención de parecer que se estaba metiendo en su vida privada. Namjoon y él jamás habían hablado demasiado sobre temas sentimentales, pero eso no significaba que no se preocupara por su amigo.

Decidió entonces comenzar a tantear y preguntó por la esposa de Namjoon:

—¿Y Mina?

Vio que la reacción de su amigo no fue la mejor, mostrándose incómodo con solo escuchar aquel nombre. Supo que había dado en el clavo y esperó a que Namjoon respondiera alguna cosa.

—En la casa —dijo vagamente—. Debería estar durmiendo ya.

Yoongi levantó las cejas, casi sin creer lo que había escuchado, al mismo tiempo que el mesero ponía un vaso que contenía un líquido azul frente al chico y un vaso de whisky con hielo frente a él. Miró de soslayo a su amigo y casi puso una mueca de desagrado. No entendía cómo era que a Namjoon le gustaban tanto aquellos tragos, pues a Yoongi se le hacían demasiado dulces, y lo dulce siempre conducía a una situación desastrosa.

—No vayas a embriagarte como siempre que la tomas —soltó en una broma, aunque era mitad cierto—. No quiero tener que llevarte a casa como siempre.

Namjoon asintió con la cabeza y esbozó una sonrisa que a Yoongi le pareció insolente.

—Cállate, idiota. No te hagas el santo, eres peor que yo —lo miro a los ojos y su expresión cambió drásticamente—. Debes tener cuidado, lo digo en serio.

Yoongi esbozó una sonrisa de medio lado, casi con socarronería, aunque no podía negar que la preocupación de su amigo le hacía sentir bien. Después de todo, ¿cuántas personas realmente se habían preocupado por él durante su vida?

—Nam, deja de actuar como un padre. Sé lo que hago y lo que no con mi vida —bufó, aunque en cierto momento tuvo ganas de echarse a llorar, pero decidió insistir con el tema anterior: —. ¿Todo bien con Mina?

Namjoon se quedó inmóvil ante la pregunta. Realmente quería evitar el tema a toda costa.

—Si —respondió rápidamente—. Y qué tal tú. ¿Hay alguna mujer?

Yoongi se giró hacia adelante y le dio el primer trago a su vaso. Una pequeña sonrisa delatadora se instaló en sus labios, ignorando el hecho de que Namjoon estaba desviando la conversación. Sabía que no podía ocultárselo a su único amigo, lo conocía tan bien que se le era imposible mentir.

—¿Te acuerdas de Gina Grimaldi?

Namjoon cambió su postura, girándose hacia él para verlo con atención. Su ceño se había fruncido notablemente, casi demostrando que aquello le resultaba aún más desagradable que hablar sobre Mina.

—¿Tu vecina? —Le interrogó—. La chiquilla esa que te perseguía, ¿cierto?

Yoongi asintió con la cabeza y giró el rostro para ver a su amigo, con una notable sonrisa en los labios.

—Pero ya no es una chiquilla, Nam.

Namjoon, en vez de relajar su expresión, arrugó el rostro y negó frenéticamente con la cabeza.

—Eso no es correcto, Yoongi.

El chico desvió la mirada hacia adelante, aparentando la mandíbula para así controlarse. Últimamente le había estado costando demasiado regular sus emociones, por lo que a la mínima molestia, explotaba. No quería descargarse con Namjoon, era el único amigo que tenía y no quería perderlo por una estupidez.

—Hace años te hice caso —respondió con suavidad, tapando la mayor cantidad de emociones posible—. Te obedecí cuando me dijiste que me alejara y comencé a ignorarla, aunque me doliera. ¿Por qué ahora no puedo estar con ella? —Giró el rostro violentamente hacia su amigo, perdiendo ligeramente el control—. Gina ya es adulta y no hay ningún problema.

—Pero tiene algo que te recuerda a aquella inocencia, ¿no? Por eso te gusta.

Yoongi aguantó la respiración, intentando no estallar, pero finalmente decidió levantarse de su lugar y marcharse. Eso evitaría la inminente pelea que iba a tener con su amigo, que siempre intentaba ser la voz de la razón.

Salió del bar con la respiración acelerada. Nadie lo entendía. Nadie sabía qué era lo que sentía por Gina, ni tampoco que llevaba años sintiéndolo. Aquello iba más allá de todo lo que acostumbraba a sentir, iba más allá de él y era algo que no podía controlar. Y que no quería controlar.

¿Qué tan mal estaba dejarse llevar por su amor?

Aunque quizás aquello ni siquiera era amor real, pues jamás había sabido lo que significaba amar, y menos ser amado. Nunca había tenido a nadie y su padre no contaba porque él lo había convertido en lo que era actualmente.

Su padre tenía la culpa.

Era una mierda y lo había convertido en una mierda.

Golpeó con fuera el volante de su auto porque, además, eso era lo único que tenía de él, y seguía aferrándose al auto que en realidad lo único que hacía era traerle malos recuerdos. Porque todo el mal que le había hecho su padre se recreaba sobre esos lujosos asientos de cuero.

Apretó los ojos con fuerza y gritó lo más fuerte que pudo, notando que rápidamente las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas.

¿Por qué simplemente no podía dejarlo ir? ¿Por qué no podía ser como la gente normal que era capaz de superar las cosas?

Apoyó la frente sobre el volante forrado en cuero negro y comenzó a sollozar, sabiendo que eso solo le conduciría a caer en lo mismo. Lloraría tanto que se ahogaría en sus propias lágrimas y aquello le recordaría todo. Era un círculo vicioso en el que los recuerdos de su padre le hacían llorar y el llanto le recordaba a su padre.

Su celular sonó, indicando una llamada entrante. Se pasó el dorso de la mano por debajo de la nariz para limpiarse los mocos y se aclaró la garganta antes de contestar.

—¿Hola? —Atendió con su voz habitual.

Necesito urgente dos kilos más.

Cerró los ojos por un momento y se pasó una mano por el rostro.

—¿Tan rápido lo vendiste? —Preguntó con incredulidad—. Si te pillo consumiendo lo que es mío, te juro que...

No te he robado nada —le interrumpió el otro hombre, notablemente asustado—. Es buena, se vende como pan caliente en las fiestas de los ricos.

Yoongi soltó un suspiro y finalmente asintió con la cabeza.

—Bien, llego en media hora.

¡¿Media hora?! —exclamó el otro—. Lo necesito lo antes posible.

—Escucha, pedazo de mierda —respondió con la voz endurecida—, no olvides con quién estás hablando.

El silencio al otro lado de la línea le hizo entender que el tipo había vuelto a su posición de subordinado. Colgó sin decir nada más y encendió el motor. Que lo llamaran tan seguido se le hacía molesto, pero en aquella ocasión le había ayudado para distraerse de sus propios pensamientos. Condujo en dirección hacia una de las bodegas que utilizaba para guardar droga, pues no se arriesgaría a meter una cantidad como aquella dentro de su propia casa.

Y menos si es que había convencido a Gina de quedarse ahí.

Aunque le había costado varios días, ella finalmente había aceptado, pues el primer paso para liberarla de lo que ocurría en su casa, era sacarla de ahí. No iba dejar que ella también quedara dañada por culpa de su padre.

Gina era demasiado buena como para que algo como eso le sucediera. Yoongi no quería que terminara en las mismas condiciones que él, sin poder olvidar ni una de las cosas horribles que le había hecho su padre y convirtiéndose en una persona aún peor. Pues, al menos, su padre había tenido un trabajo decente en una empresa.

Y él se dedicaba a vender droga que luego sus distribuidores se encargarían de revender en distintos puntos de la ciudad, ya fuese en los barrios pobres como en los ricos. Yoongi se había hecho un espacio importante en aquel mundo, logrando un monopolio en el ochenta por ciento de la ciudad, por lo que quedaban pocos lugares que no controlaba. Pero planeaba expandirse y finalmente aventurarse a otras ciudades.

No había nada que no pudiese lograr, pues no le tenía miedo a nada, o eso había creído hasta que Gina volvió a entrar a su vida. No quería contaminarla con lo que significaba pertenecer a aquel mundo, así que siempre trataba sus asuntos laborales fuera de casa, dejándola sola durante varias horas desde la tarde hasta ya entrada la noche. Tampoco quería que ella cambiara su manera de verlo debido a su trabajo y a los constantes ataques de ira que comenzaba a tener con sus trabajadores.

Le costaba controlar su ira, por lo que cuando el celular de Gina sonó la noche anterior y Yoongi se dio cuenta de que se trataba de su amigo, el que era el novio de su amiga, sintió su sangre arder. Tanto que se había dado media vuelta sobre el colchón y había seguido durmiendo, dándole la espalda a Gina, siendo que cada noche ella dormía enredada entre sus brazos y piernas.

Se había levantado temprano y se había marchado a cualquier lado porque necesitaba estar alejado de ella para no estallar. Aunque apenas había salido de casa, había sentido un vacío en el pecho porque le encantaba pasar su tiempo con ella. Gina era lo único que estaba bien en su vida, por lo que no quería estar enojado con ella.

Así que, al cabo de un par de horas en las que realmente distrajo su mente sobre lo que estaba ocurriendo, fue hacia el centro de la ciudad y compró un ramo de lilas, un detalle que pensó que podría alegrar la mañana de Gina. Se dirigió a casa emocionado, con una pequeña sonrisa en los labios.

Cuando llegó, la sala estaba vacía, al igual que la cocina, la habitación y el baño. Gina no estaba en ninguna parte.

El corazón de Yoongi se detuvo. ¿Y si le había sucedido algo? ¿Y si Gina lo había dejado?¿Y si se había ido con su amigo? El chico tragó saliva y se obligó a sí mismo a mantener la compostura. Revisó el armario de la habitación, encontrándose con toda la ropa que ella había ido llevando de a poco desde su casa.

No lo había dejado.

Quizás había ido a la tienda a comprar un poco de mercadería, pues la nevera ya comenzaba a vaciarse. Dejó las flores sobre la mesa del comedor y salió a buscarla.

El camino desde la casa de Yoongi a la tienda no duraba más de 5 minutos, pero en aquel momento se le hizo una eternidad. Por más que apuraba el paso para llegar rápido, no conseguía acortar la distancia.

Era como una pesadilla.

Finalmente, abrió la puerta de la tienda con suavidad. No quería parecer un desesperado y asustar a Gina. Buscó entre los pequeños pasillos de la tienda y ahí la vio, luciendo como un ángel. Como siempre. Pero había algo que opacaba su hermosura, era como una mancha desagradable que estaba frente a ella, sonriéndole de una manera que a Yoongi se le hizo insinuante.

Gina conversaba con un chico dentro de la tienda, y parecía feliz. Quizás, más feliz que cuando estaba junto a Yoongi. Tragó saliva. ¿Cómo no podía darse cuenta de que ese tipo se la estaba devorando con la mirada? Era demasiado inocente.

Inmediatamente la sangre de Yoongi comenzó a hervir. No podía permitir que cualquiera mirase así a su chica y menos podía permitir que ella diera la señales equivocadas, dando a entender que estaba completamente libre para recibir cualquier tipo de insinuación. Caminó con paso firme hacia ellos y sin siquiera hablar, estiró su puño hacia el mentón del chico, que inmediatamente cayó al suelo.

Gina soltó un grito, asustada, pero Yoongi la ignoró y se sentó sobre el chico para comenzar a repartir puñetazos en su rostro. Estaba tan ensimismado, tan concentrado en lo que estaba haciendo, que no se dio cuenta de que la chica había comenzado a gritar, pidiendo que se detuviera, y que aquello había llamado la atención del resto de los compradores y del dueño de la tienda.

En cierto punto, la sangre comenzó a salpicarle a la cara, pero sólo se sintió satisfecho cuando el rostro del chico quedó tan deformado que parecía una persona completamente diferente.

Unas manos sobre su hombro derecho le hicieron salir de su trance. Gina tenía los ojos enrojecidos y brillantes, y tiraba de él, intentando moverlo y así librar al chico que yacía inmóvil en el piso.

No dijo nada, solo la tomó por la muñeca y la arrastró con él de vuelta a su casa. Ella tampoco dijo nada, ni siquiera cuando Yoongi había cerrado la puerta detrás de sí y le había preguntado:

—¿Qué hacías hablando con él?

La voz le había salido controlada, suave y a la vez fría, pues no quería volver a estallar y estaba haciendo lo posible por aguantarse.

—Respóndeme —exigió.

Ella bajó la vista y entrelazó las manos frente a su cuerpo, pero tampoco respondió nada. Su cuerpo temblaba levemente y pequeñas gotas bajaban por sus mejillas.

Yoongi negó con la cabeza y se acercó a ella, tomándola por los brazos.

—¡Te estoy preguntando algo! —Le gritó mientras la sacudía—. ¡Respóndeme cuando te hablo!

Gina cerró los ojos con fuerza y sollozó aún más fuerte. Se abrazó a sí misma y se zafó de las manos de Yoongi para correr hacia la habitación, donde intentó cerrar la puerta, pero la mano de él se lo impidió.

—¡Déjame sola! —Pidió, poniéndose en posición fetal en el suelo, a un lado de la cama.

Yoongi vio cómo se tapó los oídos mientras las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos y sintió un peso sobre el pecho. Inmediatamente se puso de rodillas frente a ella e intentó tomarle las manos para llamar su atención, pero Gina forcejeó, soltándose nuevamente.

—¡Déjame! ¡Eres igual que mi papá!

—Gina —habló con voz suave—, lo siento mucho. No quise hacer eso, de verdad.

Ella abrió los ojos y lentamente subió la mirada hasta su rostro. La culpabilidad en la expresión de Yoongi la hizo entender que hablaba en serio, que no había querido hacerle daño a propósito. Bajó lentamente las manos, todavía hipando producto del llanto.

—Lo siento tanto —repitió, con sus ojos llenándose de lágrimas.

Gina negó con la cabeza rápidamente y se apresuró a acunar su rostro entre sus manos.

—No digas eso, no lo hiciste a propósito —lo calmó, con la voz temblorosa.

La culpabilidad se había apoderado de ella. Quizás había reaccionado de una manera muy dramática y no había sido para tanto.

—Está bien —insistió al ver las lágrimas caer por las mejillas de Yoongi—. No pasa nada, ¿sí?

Él respondió con un asentimiento de cabeza y después se arrastró hacia ella para envolverla en sus brazos. La abrazó con fuerza porque sintió que casi la había perdido por su propia estupidez.

—Lo siento, Gina. Sólo estoy intentando cuidarte porque eres demasiado buena para este mundo —susurró y ella se alejo levemente para verlo a los ojos—. Sé cómo piensan los hombres y es por eso que necesito protegerte.

—Sólo me preguntó cuál era la diferencia entre dos marcas de detergente.

—No debiste hablar con él —respondió con firmeza—. No todo el mundo es tan bueno como crees.

Gina se mordió el labio inferior a la vez que los ojos se le volvían a llenar de lágrimas. Yoongi era una persona excepcional, no podía negarlo, pues estaba haciendo por ella cosas que jamás nadie se había propuesto. Nadie le había dado tanta atención como él, ni nadie la había cuidado de aquella manera. Dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, sintiéndose afortunada de tenerlo.

De pronto recordó lo que había ocurrido en la tienda y con sus manos buscó las de Yoongi para poder observar sus nudillos. Estaban magullados, llenos de sangre que podían ser tanto de él como del chico al que había golpeado. Su rostro también tenía pequeñas gotas color carmesí, al igual que su camiseta blanca.

—Déjame curarte —dijo ella.

Se puso inmediatamente de pie y caminó en dirección al baño, dónde sacó el botiquín y se dispuso a limpiar el rostro y las heridas de Yoongi.

Él se sintió enternecido, observando cómo Gina pasaba un trozo de gasa con cuidado sobre sus nudillos heridos.

—Por favor, no vuelvas a hacerme esto —pidió.

Gina levantó la vista y sus ojos se conectaron.

—No hables con chicos a no ser de que te dé el permiso —explicó—. No quiero tener que volver a golpear a nadie para ponerlo en su lugar.

Ella se remojó los labios y asintió con la cabeza, pero no dijo nada.

—En especial, no hables con ese chico Taehyung. No me da buena espina.

Ella bajó la vista hacia la herida y siguió en su labor de curarla. Sintió una dolorosa presión sobre su pecho al imaginar que jamás se acercaría nuevamente a él, pero no podía arriesgarse a que Yoongi le hiciera daño. No después de todo lo que habían pasado juntos y del beso que se habían dado la mañana anterior.

Gina no tuvo la valentía para confesarle eso a Yoongi, y menos después de ver cómo había reaccionado cuando la encontró hablando con otro hombre. No podía negar que era algo que le estaba pensando en la conciencia y que eso había sido el detonante para que Taehyung la llamase borracho.

Necesitaba alejarse de sus amigos porque necesitaba cuidar de Taehyung y también porque, por alguna razón, verlo siendo feliz con Eunmi le dolía.

—Está bien.

Las manos de Taehyung delinearon la cintura de Eunmi, provocándole un jadeo. La chica se encontraba completamente desnuda encima de él, moviendo las caderas de adelante hacia atrás al mismo ritmo que él le había indicado un momento atrás. Echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos, cuando el chico comenzó a juguetear con sus pezones.

Taehyung la observaba con los ojos oscurecidos. El cuerpo de Eunmi era hermoso y no se cansaba de observarlo. Movió sus caderas al ritmo de la chica y ella gimió porque su miembro logró entrar aún más profundo. Sus piernas temblaron y tuvo el reflejo de cerrarlas al sentir un placentero cosquilleo iniciándose en la parte baja de su vientre. Estaba a punto de llegar a su límite, sintiendo todo su cuerpo vibrar ante cada mínima caricia, cada roce y toque que le estaba dando Taehyung.

El chico notó cómo Eunmi ya parecía estar por acabar, así que llevó una de sus manos a su entrepierna y acarició de manera circular el hinchado clítoris. Ella soltó un gemido al recibir placer tan de golpe, pero de pronto pegó un salto al escuchar un celular vibrando.

Era el celular de Taehyung que anunciaba una llamada entrante. Él inmediatamente estiró la mano para silenciar el aparato y ponerlo boca abajo sobre la mesa de noche.

Sin pretenderlo, el cuerpo de Eunmi se enfrió rápidamente debido a la distracción, por lo que cuando Taehyung volvió a poner su dedo sobre su clítoris lo detuvo con suavidad.

—¿Qué ocurre? —Preguntó.

Ella detuvo sus movimientos y él frunció el ceño sin entender.

—Nada, es sólo que... —Soltó un suspiro y se pasó la mano por el cabello—. Es sólo que me distraje.

Soltó una pequeña risa, aunque quiso llorar por la frustración de que su orgasmo se hubiese esfumado. Taehyung se sentó, todavía con ella encima, y le acarició el rostro.

—Podemos empezar de nuevo, si quieres.

Eunmi sonrió, pero negó con la cabeza.

—En realidad estoy un poco agotada.

Él le observó el rostro por un momento, intentando encontrar algún indicio que me dijera que había algo más aparte de lo que ella había explicado, pero finalmente asintió con la cabeza.

—Está bien —murmuró, quitándole unos pocos cabellos que se le habían pegado al rostro—. Y lo siento mucho, no sabía que iban a llamarme.

El estómago de Eunmi sintió mariposas ante la preocupación que mostraba su novio. Nunca había estado con ningún chico que se preocupara tanto por su satisfacción sexual.

Se acercó a su rostro y depositó un pequeño beso en sus labios, provocando una sonrisa en él.

—Te amo.

Taehyung pestañeó un par de veces ante la sorpresa de escuchar aquellas palabras. Llevaban un poco más de un mes saliendo, casi dos, y la verdad era que, a pesar de que siempre había creído que no había un tiempo establecido para el amor, seguía siendo demasiado pronto para decir esas palabras que significaban demasiado.

Aunque al ver los ojos brillantes de Eunmi esperando una respuesta por su parte, el corazón se le encogió. Estaba intentando ser el buen novio que la chica necesitaba, alguien que estuviera siempre para ella y que la amara.

—Yo también te amo —respondió.

Ella dibujó una sonrisa radiante en sus labios y volvió a besarlo mientras que de Taehyung solo se apoderaba una sensación de culpabilidad que tuvo que esconder mientras ella lo observa.

—Iré ducharme, debo estar en la universidad en cinco minutos —murmuró.

Cada vez que se quedaba en casa de Eunmi llegaban tarde a clase porque se distraían de distintas maneras, y aquella mañana no había sido la excepción.

Se levantó de la cama y se quitó el preservativo mientras ella volvía a acomodarse sobre el colchón. Aquel día en específico, Eunmi no debía ir a la universidad debido a que la única materia que tenía ese día ya había acabado porque el semestre ya se estaba terminando. Vio cómo su novio entraba al baño, cerrando la puerta detrás de sí, y una sensación de plenitud de apoderó de ella.

Llevaba ya un par de días queriendo decirle que lo amaba y, aunque creyó que él no le correspondería, no tenía miedo de decirle. Por lo que había sido una gran sorpresa todo lo que había sucedido. Se amaban. Soltó una risita nerviosa y escondió el rostro en una almohada.

Las cosas estaban yendo muy bien en su vida, o por lo menos la mayoría, pero todo lo relativo a su relación con Taehyung comenzaba a elevarse majestuosamente.

Quizás ya era momento de presentárselo a sus padres.

Estiró la mano hacia la mesa de noche y tomó su celular, aunque cuando prendió la pantalla se dio cuenta de que había tomado sin querer el de su novio. Iba a devolverlo, pero la notificación de la llamada perdida de hacía unos minutos atrás le llamó la atención.

Era de Gina.

Frunció el ceño. Gina se había alejado del grupo de un día para otro, sin dar ninguna explicación. Minho se había mostrado tan sorprendido como ella, pero Taehyung simplemente se había encogido de hombros y había seguido con su vida. Algo que le había parecido bastante raro, pues él y Gina eran bastante cercanos.

No le había importado que su amiga se alejara, o quizás era que el chico tenía demasiadas cosas en la cabeza, pues según le había comentado a Eunmi, algo había ocurrido con la novia de su amigo Jimin y no dejaba de sentirse culpable al respecto.

Pero seguía pareciéndole extraña toda la situación, aunque había dejado de cuestionársela. Hasta esa mañana.

No sabía la razón por la que Gina estaba intentando contactarse con Taehyung, pero se sintió molesta al saber que sólo intentaba hablar con él siendo que Eunmi le envío innumerables mensajes preguntando si se encontraba bien y preguntando qué le ocurría.

¿Por qué la ignoraba a ella a y su novio lo buscaba?

Dejó el celular sobre la mesa de noche y tomó el suyo para llamar a Gina, pero nunca atendió. Dejó el celular sobre el colchón, sintiéndose frustrada. Recordó entonces la vez que su amiga le había confesado que no gustaba de Taehyung, pero que sí tendría sexo con él.

¿Se trataba de eso? ¿Gina lo buscaba para conseguir sexo? ¿Por qué había esperado precisamente hasta que tuviese novia para hacerlo?

Escuchó la puerta del baño abrirse y fingió que jugaba con su celular para que Taehyung no la viese de mal humor por algo que ni siquiera era culpa de él.

—Creo que iré a ver a Jimin y llegaré a la clase de la tarde.

Ella asintió con la cabeza mientras presionaba la pantalla para que pareciera que estaba demasiado concentrada haciendo algo, cuando en realidad su cabeza no dejaba de maldecir a Gina.

—Entonces, ¿te veo en la noche? —Preguntó, fingiendo desinterés.

Taehyung ya se estaba poniendo la camiseta y pareció vacilar.

—Esta noche creo que dormiré en mi apartamento, pero puedo venir mañana.

Eso hizo que Eunmi despegara la vista de la pantalla y la fijara en él. Su corazón dolió al pensar que quería estar solo porque su cabeza no dejaba de imaginar escenas en las que Taehyung y Gina se encontraban a escondidas.

¿Por qué dudaba de él? Jamás había tenido un motivo hasta ese momento. Sin embargo, por alguna razón sentía que no podía fiarse de Gina.

—Esta bien —asintió con la cabeza. Se puso de rodillas sobre el colchón para acercarse a él y darle un beso en los labios a modo de despedida—. Nos vemos mañana. 

Historia perteneciente a la bilogía Lost in Misery, creada en colaboración con Lonely_M93

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