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2.- Jeddha

— ¿Estás bien? — preguntó Horner. «Sabes que no, Christian» pensó el joven debatiéndose entre decirlo en voz alta o no al sentir su garganta seca.

— Si, estoy bien — fue su único argumento contra la situación pues el incómodo sentimiento de ser perseguido seguía en su mente, acechándolo. El pulso acelerado demostraba el poco control sobre su respiración. «Sólo quiero que se vayan ». La mirada inquisidora del jefe de mecánicos denotaba la poca credibilidad de sus palabras y, a pesar de ello nadie se atrevió a contradecirlo.

— ¿Qué necesitan? — mencionó ignorando que por segundos la habitación parecía dar vueltas a su alrededor. Mientras, Sergio con una mueca intrigada e incrédula observaba al menor de todos; pasando un par de segundos de un silencio incómodo, el mexicano decide hablar.

— ¿A ti?— dijo finalmente con su característico acento— Ya sabes, Baréin. Tenemos una carrera hoy, tienes que ir...

Los ojos azules divagaron en el pasillo de la instalación tardando en entender las palabras de su compañero pero en cuanto tomó conciencia del día pudo esclarecer que estaba ahí por una sola razón de ser. Ganar la carrera y defender su título. «Pero solo han pasado un par de minutos desde... » Y como si Gian le leyera la mente comentó que faltaban menos de tres horas para la formación de la parrilla de salida.

Horner concluyó que su lugar no era estar buscando a sus pilotos, sino en el Garaje organizando las estrategias y al personal de todo el equipo, se fue no sin antes darle un tiempo límite para ya estar dentro del monoplaza. Gian se fue tras Christian al igual que el chico de las llaves y el único que faltaba en irse era Sergio.

Su mirada aún desconfiada hizo que la tranquilidad fingida que tenía el neerlandés se cayera un poco.

— Max — dijo su nombre como si temiera de su reacción. Mantuvo la mirada recordando el aspecto empático e intuitivo del otro, una característica demasiado arraigada en gente de su país siendo todo lo contrario al lugar de origen del rubio. Pronto, las ganas de decir algo se desvanecieron. El mayor era consiente de lo obsesivo que Max podía llegar a ser con su vida privada.

— No llegues tarde, no puedes perderte la primer carrera de temporada — dijo y sonrió vagamente siguiendo el camino de Horner y Gianpiero.

Verstappen soltó el aliento contenido como si en todo ese tiempo hubiera temido de su propia respiración. Entró a su habitación notando con indiferencia los restos de vidrio en el suelo, su mirada viajó en cada uno de ellos detallando su filosa curvatura y el reflejo propio del material el cual le reveló el reloj de pared para hacerle saber que si era demasiado tarde. « Carajo »

Entre los pasillos revueltos del paddock las miradas eran fuertemente atraídas por el rubio que corría a su lugar en el garaje, dando así nuevos títulos para las próximas noticias pretenciosas « ¿Así es el buen comienzo de la escudería Australiana? ». Eso poco le importaba a Max que llegó con su equipo el cual se mantenía a la espera para brindarle los aditamentos ya conocidos por el neerlandés.

Un abandono de carrera siempre es frustrante, el único consuelo del joven piloto es que al ser la primera carrera tenían tiempo para corregir cualquier defecto en el auto. « Aún podemos mejorar, es muy pronto para darnos por vencidos » Fue lo que Christian mencionó en la reunión de esa tarde, antes de que todos empezaran a organizarse para retirar las operaciones del circuito.

Max llegó de noche a su hotel designado y como de costumbre, varios fanáticos lo esperaban afuera pacientemente para obtener una foto o firma del campeón de F1. Todos se reían o sonreían cuando él los miraba aunque sea con una sonrisa cansada. En esos momentos, el neerlandés envidiaba todo ese optimismo y energía que parecía interminable en ellos.

Se despidió de las personas y entró al hotel acompañado por algunos elementos de seguridad del edificio. Esperó pacientemente en el Lobby a que el ascensor bajara, y durante su espera se le unieron un par de personas que parecieron no reconocerlo « por suerte » pensó él.

La mujer de mayor edad entró seguida de otras dos personas, siendo el rubio el último en subir. Al escuchar un par de gimoteos a su lado se percató del bebé en brazos de una mujer, que lo miraba con las mejillas rojizas.

Un pequeño de sonrisa única y tan inocente. « ¿Alguna vez me vi así, con mi madre? » se preguntaba, ahora añoraba un poco de aquella despreocupación y libertad que hace demasiados años tuvo. Y, aún así se la arrebataron a temprana edad. Deseaba recordar alguna fotografía de ellos, de haber sido alguien normal. Pero no lo era.

El sonido del timbre anunciando su llegada al tercer piso lo sacó de sus pensamientos. Alguien se bajó pero no prestó atención. Sentía que olvidaba algo, pero ¿qué? Tratando de acordarse se quedó viendo fijamente al pequeño, con una sensación tan... indescriptible.

Su mente, jugándole una mala pasada, empezó a disociarse de la realidad. Como aquellas veces en las que estaba solo, cuando no quería interrupciones, y lo único que hacía era imaginarse en otra vida.

Su visión parecía tornarse borrosa al mismo tiempo que un cosquilleo opacaba sus ojos azules. Parpadeó lo suficiente para que lo que sea que fuese aquello no sucediera. No lo haría. No lo haría de nuevo.

Sin previo aviso, la chica bajó en el piso siguiente dejando al elevador sin la risa del pequeño, creyéndose el único en el elevador no pudo evitar dejar salir un sollozo ahogado. El sufrimiento rasgaba sin piedad su respiración, quebraba la fuerza de sus músculos para sostenerse. Y como una reacción automática no dejó verse débil. Un pequeño desliz, eso había sido.

— ¿Se encuentra bien, jovencito?

Se percató de la suave tela acariciando su mejilla, una fragancia acogedora lo absorbió sacándolo del diminuto incidente. Los ojos de aquella mujer le daban calidez, como si ella pudiera ver su pasado y perdonarlo únicamente al sentir lastima por él.

— Sí, no se preocupe. Estaré bien.

Respondió sin creer en sus propias palabras. Su corazón latía igual que si estuviera en la pista ahora mismo, su cuerpo se sentía entumido. Como si los últimos diez minutos hubieran sido los más agotadores de su vida.

Él siguió con su camino. Llegó a su habitación. Los tonos fríos y modernos combinaban con el resto del lugar. Arrojó sus pertenencias en el sofá para después abrir la mayoría de ventanas en el dormitorio. Tomó una ducha rápida y tan pronto se recostó en las suaves mantas de la cama, durmió como si no lo hubiese hecho en días.

———:•:———

La mañana empezó muy temprano para el holandés, partiendo del aeropuerto a las cuatro de la mañana para viajar a Jeddha. El día parecía lento y aprovechó para dormir durante el viaje.  Al llegar continuó con su rutina de gimnasio para tener la tarde completa con el equipo.

El entrenador lo dejó marcharse no sin antes hacer hincapié en su dieta. Las normas siempre eran estrictas a tal punto de convertir al piloto en otra herramienta más que calibrar. Salió del lugar con un atuendo demasiado simple y representativo de la marca. Al estar en relación con el equipo de Alpha Tauri de vez en cuando les imponían ciertas prendas a vestir.

Para su gusto, no eran tan extravagantes ni vistosas. No era de su agrado sentirse como un espectáculo ante los demás. No como a cierto británico. Entró al auto dejando su celular de lado. Un nuevo mensaje llamó su atención y sin abrirlo leyó el remitente.

Kelly.

Habían acostumbrado a dar un paseo antes de cada circuito, pero en esos últimos días ni siquiera se habían visto.

Condujo a las instalaciones de la escudería. Hoy tenía trabajo con su equipo de ingenieros y también una que otra actividad con el equipo de marketing.

Tal vez en el siguiente circuito podría reunirse con Kelly.

Gran Premio de Arabia Saudita.
Circuito: Jeddah. 27 de marzo 2022.
Actualmente, tres días antes de la carrera

El chico agitó el licuado espeso entre sus manos analizando los distintos tonos verdosos de la bebida. El sabor entre vegetales y proteínas era ya exótico y más si le agregaban frutillas para un mejor sabor.

Max nunca había tenido piedad en su opinión de esas bebidas, pues el sabor para él era demasiado asqueroso pero, con el tiempo parecía que lo ignoraban. Incluso creía que después de que lo comentaba agregaban otro tipo de ingrediente más extraño para molestarlo.

Al sentir el líquido espeso y burbujeante en su boca, pensó en escupirlo y cambiarlo por un maldito Whisky. Pero las palabras que alguna vez escuchó llegaron a su mente

« Nunca puedes estar cansado en el coche porque entonces no eres lo suficientemente fuerte »

Terminó de degustar el último trago sintiendo que fácilmente podía vomitarlo. Dejó el recipiente de vidrio y salió de la cafetería. El día siguiente empezarían las prácticas libres y según lo que Gianpiero le dijo a su entrenador físico, ese licuado de porquería le haría recuperar energía y condición.

Obviamente buscando evitar un contratiempo como en Baréin.

Max podía apostar lo que quisiera a que Gian jamás había probado ni probaría esa nueva aberración de licuado que ahora formaba parte de su rutina, gracias a que había convencido a Bradley.

Tomó la bicicleta y pasó a dar unas vueltas por el paddock. Todos los equipos estaban listos y ansiosos por la segunda carrera del calendario y sabía que todos tenían en mente ganar cualquiera de los dos campeonatos, o mínimo el subcampeonato.

« ¿Qué se sentirá ganar todo? » pensó para sí. Era muy temprano en la temporada para saber si RedBull tendría la dominación necesaria para llevarse ambos títulos.

Por el camino se encontró en el Garage de la Scuderia, ahí estaba Checo hablando con su equipo de ingenieros sobre el monoplaza. Al parecer estaban experimentando con las distintas configuraciones.

En teoría el Neerlandés debería estar igual, revisando su auto sin embargo, esa parte siempre era acaparada por la mayoría del equipo y de su padre.

Lo único que necesitaban de Max era su percepción del auto en pista. Y de lo demás se encargaba Jos. GP varias veces trataba se incluirlo más en su propio monoplaza pero una mirada de él bastaba para callar.

La primera victoria del equipo en la temporada se atribuye al apellido Verstappen, haciendo que en lugar de sentirse satisfecho, empezara un hambre voraz de victorias por parte del león holandés.

El equipo festejó la victoria con una fiesta en un establecimiento VIP cerca del circuito. Al igual que Ferrari, que en su lugar festejaba el 2-3 de sus pilotos.

Los pilotos del equipo escarlata estaban siendo difíciles de pasar. Estas dos carreras demostraban que su auto era demasiado veloz en las curvas y con ello ganaban ventaja sobre la escudería australiana.

Sin embargo, el potencial del RB18 no se quedaba atrás pues en las rectas, en lugar de parecer un auto, se asemejaba a un cohete.

— ¡Max! — Esa voz que no había escuchado en días trajo devuelta a la realidad a Max.

—¿Kelly?— Ella avanzó a su encuentro abrazándose con sentimiento cálido.

—Te extrañé demasiado, no pude llegar antes por unas cuestiones de trabajo — explicó la de ojos claros — pero ya estoy aquí.

Ella se aferraba con devoción a su cuello, mientras él depositaba con cariño un beso en su mejilla. Caminaron un rato en la terraza fuera del restaurante poniéndose al día sobre todos los eventos ocurridos. Un par de minutos después Hanna salió a buscarlos con dos copas, una con champán para Kelly y otra con jugo de manzana para el piloto estrella.

Era divertido que buscaran un sustituto que mínimo se pareciera en el color de la bebida. Si bien, los pilotos tenían permitido el consumo de un poco de alcohol después de un gran premio, a él se lo habían denegado.

Dentro, había un buffet de carnes y demás. Él no dudó en llenar el plato a tope ya que Bradley se lo permitía, de alguna manera tenía que recuperar los kilos perdidos.

El lugar se llenó de música, baile y bebidas pero por ningún lado había un rastro de alcohol para Max. Así era esto, siempre vigilándolos para no quedar en un estado deplorable cuando aún tenían cosas que hacer.

La pareja salió temprano de la fiesta con dirección al apartamento arrendado por el piloto. El viaje en auto fue silencioso, apacible para disfrutar la mera compañía, sin embargo, Kelly mantenía una duda en su mente que la llevó a hablar.

— Max, cariño — mencionó sutil, sus dedos jugaban con una de sus pulseras doradas. Al recibir un asentimiento de él para que continuara, ella se recostó en el asiento con un suspiro nervioso — Gian me ha preguntado algo que me preocupa ¿Sabes? Me ha preguntado si hemos peleado o discutido

La mención de Gianpiero no desconcertó al neerlandés, pues ellos lo veían como un integrante de la familia. Pero los motivos eran los que le inquietaban. El semáforo en rojo ayudó a que él pudiera girarse para verla.

— ¿Cuándo te ha dicho eso?

— Cuando llegué al Garage, después de que te adelantaras a ir a la fiesta. Por eso tardé un poco en llegar.

— No entiendo porqué te diría algo así, o no me lo consultado primero a mí.

—Tal vez, sólo está preocupado Max. Se preocupa al igual que yo — Ella se distaía observando sus botines negros a juego con su abrigo — Hace un par de semanas en las que has estado comportándote diferente, no quise mencionarlo porque quiero darte tu espacio. Pero ahora todos creen que es porque nos peleamos.

—¿Todos?— respondió el rubio ¿Qué tantas personas estaban haciendo rumores? Si existía algo que lo sacara de quicio, es que se atrevieran a entrometerse en su vida privada.

— Kelly, yo estoy bien. Nosotros estamos bien, lo que los demás perciban no tiene porqué importarnos — mencionó apretando los dedos en el volante — ¿O es que te dijeron algo más? ¿Te están molestando Kelly? Si te incomoda yo puedo...

— No, no es necesario — contestó — Sólo a sido esta mañana, pero estoy bien. Creí que era necesario comentarlo contigo, es todo.

— Gracias por decírmelo.

Ella le dedicó una sonrisa que tocó su corazón como si de un abrazo se tratase. Sin embargo, a pesar de sentirse tan reconfortado en esa luz que ella representaba para él, pudo percibir algo más. La duda seguía presente en sus hermosos ojos, opacándolos y robándoles la chispa suave que le hacía sentir en el paraíso.

Pero no dijo nada más. Ninguno de los dos.

Llegaron al apartamento siendo atendidos en la recepción. El silencio se mantuvo hasta llegar a la habitación en donde cada uno siguió su rutina propia. El rubio, llegando apenas a tocar las suaves mantas cayó rendido al sueño.

Toda su energía siendo drenada por los exhaustivos entrenamientos y por algo más que no sabía descifrar. Pues a pesar de tomar las nuevas reglas nutricionales y físicas para ayudar a su rendimiento, no se sentía como siempre.

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¡Wait wait wait!

Si eres un lector nuevo te doy la bienvenida, pero si eres un lector que estuvo aquí desde la primera vez que se publicó el libro tengo un mensaje para ti.

Los capítulos están siendo modificados para tener mejor consistencia y una base más sólida.

Esto no significa que la historia original o la intención de cada capítulo a sido modificada. Es lo mismo pero con más detalle y bonito.

He intentado ponerle más calidad a esto, pero no todo es perfecto y siempre me puedo equivocar.

Así que, si tú que estado leyendo esto has encontrado alguna falta ortográfica o una sección que no se entienda del todo, te agradecería si me lo hicieras saber.

See you later 🫶🏻

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