Capítulo 5.
Freen maldijo la hora en que se le ocurrió tomar la clase de botánica. Amaba la naturaleza, pero no entendía qué tanto podría ayudar la ciencia de las plantas en su deseado camino hacia la medicina. Desde muy pequeña se había apasionado con la idea de seguir los pasos de su padre y se había esforzado por conseguirlo. Leyó tres veces más el artículo científico desplegado en su iPad, pero no conseguía retener ni una sola palabra de lo que éste decía. No podía concentrarse. Cómo era de costumbre desde hace un par de semanas atrás, no podía dejar de pensar en Rebecca. ¿Qué estaría haciendo? ¿Estaría en alguna clase? ¿Estudiando para algún examen? ¿Tomando un café con las chicas? ¿O estaría sola en su habitación mirando algo en alguna de las tantas plataformas de streaming?
Suspiró dejándose caer hacia atrás en la silla frente a su diminuto escritorio y cerró los ojos. No entendía muy bien su repentino e insistente interés por la castaña. Solo podía asociarlo a la preocupación que sentía por su amiga, pues podía imaginarse lo duro que aún era para Rebecca la muerte de Irin. Podía notarlo en cómo evitaba decir su nombre o hablar del accidente ocurrido hace ya casi un año atrás.
Quería brindarle todo su apoyo, hacerle saber que con ella podía desahogarse y hablar de lo que sea, pero no podía dar con la manera de hacer aquello sin invadir el espacio de la morena o sonar entrometida. Después de todo, hasta hace muy poco, ellas no habían tenido contacto alguno desde que Freen se mudó.
El inconfundible sonido de una notificación mueva la sacó de sus pensamientos y estiró su brazo de manera perezosa para tomar el móvil que estaba sobre el escritorio con la pantalla hacia la superficie de madera. Se incorporó al notar que se trataba de un mensaje de Rebecca.
"hey, me preguntaba si te apetecería tomar un café conmigo?''
Leyó el mensaje unas cinco veces antes de pensar en que responder.
"claro, te veo abajo en 5?"
Se apresuró a contestar.
"perfecto"
Cerró todos los libros esparcidos sobre la mesa y abandonó la silla en la que llevaba sentada casi 2 horas intentando estudiar y, claramente, fracasando en el intento. Tomó una chaqueta y dejó la habitación cual rayo. Bajó las escaleras de dos en dos saludando a un par de chicas con las que compartía unas cuantas clases. Ahí estaba Rebecca. Esperándola cerca de la entrada. Traía el cabello recogido en un flojo rodete que dejaba escapar rebeldes mechones de cabello, los cuales se encontraban enmarcando sus mejillas. Jeans, unas conversen blancas y desgastadas, y un suéter de lana marrón. Bastante casual.
Sonrió cuando la vio acercarse.
-Hey. - Saludó suavemente.
-Hola. - Freen dijo sonriéndole de regreso.
-Espero no haber interrumpido nada. - Comentó la morena con una mueca.
-Oh no. No te preocupes, solo estaba...- Hizo una pausa sin saber muy bien que decir- Torturándome con un par de libros de botánica.
-Está bien. - Asintió.
- ¿A dónde vamos? - La ojimiel preguntó tirando de la fría manilla de metal anclada a la puerta de cristal de la entrada e incitándola a pasar primero.
-Bueno, esperaba a que tú tuvieras alguna idea de dónde podíamos ir. - Rebecca confesó- Conoces mucho mejor que yo el campus. - Se encogió de hombros.
-Conozco un lugar.
Emprendieron su camino hacia la cafetería entre bromas, risas y conversaciones triviales como, por ejemplo, la evidente falta de interés en la botánica por parte de Freen. Rebecca reía por lo bajo mientras la escuchaba contar la historia de cómo había llegado a tomar aquella materia en la desesperación por llenar el espacio vacío en su horario para aquel semestre. La pelinegra podía recordar la cansada mirada de la mujer tras el mostrador y la enorme fila tras ella llena de estudiantes que aguardaban su turno para realizar modificaciones fastidiados por su indecisión.
-Aquí es.
Freen detuvo su andar al doblar una esquina. Justo frente a pintoresca cafetería que había descubierto con Mind un día en que volvían de una fiesta con una increíble resaca.
-La vie en rose. - Rebecca leyó el enorme letrero escrito en cursiva- Original. - Admitió.
-Vamos, te va a gustar.
Tomó a la castaña de la mano y tiro de ella hasta la entrada pasando junto a las mesas del exterior en donde unas cuantas personas charlaban. La clásica campanilla en lo alto de la puerta emitió su característico sonido en cuanto Freen empujó hacia el interior abriéndose paso y un par de miradas se posaron sobre ellas por breves segundos.
Rebecca estudio el lugar con detenimiento. Logró distinguir tres áreas diferentes. La barra, en donde había gente solitaria leyendo o simplemente con la vista fija en algún punto cualquiera mientras bebían un café seguramente cargado y amargo. A su derecha, cuatro mesas con banquillos acolchados pegados a la pared en donde un par de familias disfrutaban de lo que parecía ser una agradable merienda, y un par de mesas dobles con tazas de café sucias y dulces a medio comer que aún no habían sido limpiadas. Por último, a su izquierda más mesas en donde varios estudiantes bebían café con enormes libros sobre la mesa o la vista clavada en sus portátiles luciendo depresivos y tremendamente estresados.
- ¡Freen! - La mujer de mediana edad tras la caja saludó a la ojimiel efusivamente- ¿Cómo estás?
-Nada mal. - Se encogió de hombros- ¿Día ajetreado? - Preguntó haciendo referencia al lugar.
-Ni te lo imaginas cariño. - Respondió la mujer. Había una clara expresión de cansancio en su rostro- ¿Qué te trae por aquí? ¿No me presentas a tu amiga?
-Lo siento. - Se disculpo apartándose un poco para dejar ver a la castaña junto a ella- Bec, ella es la señora Bernard. - Dijo- Ella es Rebecca, es nueva en el campus.
-Es un gusto conocerte querida. - La mujer de marcado acento francés le sonrió amablemente.
-El gusto es mío. - La castaña correspondió la cálida sonrisa que la mujer le ofrecía.
- ¿Nueva en el campus? - Rebecca asintió compartiendo una rápida mirada con la ojimiel- Bueno, creo que sería justo sorprenderte con una de las delicias de la casa. Mi famosa tarta de limón.
-Es la mejor que he probado. - Freen agregó- Por favor, no se lo digas a mi padre. - Pidió en un murmullo.
-Tranquila, tu secreto estará a salvo conmigo. - Dijo sonriendo de manera cómplice- Me encantaría probar la tarta. - Está vez volvió a dirigirse a la mujer mayor tras el mostrador.
-Eso y dos espressos, por favor.
-Enseguida. Pueden buscar una mesa, me encargaré de hacerles llegar su orden. - La mujer les indicó sentarse antes de darse media vuelta para hacer su trabajo.
Ocuparon una mesa para dos junto a la ventana en la zona que Rebecca había catalogado como el área de universitarios altamente estresados y cansados. Notó cómo un par de miradas caían sobre ambas cuando tomaron asiento, pero no duró demasiado porque en cuestión de segundos todos dejaron de prestar atención para volver a lo suyo.
-Me gusta el lugar. Es...- Guardó silencio tratando de encontrar la palabra adecuada para describirlo- Hogareño.
-Mind y yo lo descubrimos hace mucho. La señora Bernard nos ayudó a recuperarnos de una gran resaca. - Comentó riendo- Y además nos sorprendió con un exquisito desayuno. Desde entonces la visitamos a menudo, solo Mind y yo. - Aclaró- Es como nuestro sitio.
- ¿Y por qué decidiste traerme aquí? ¿Eso no rompería la tradición? - Freen frunció el ceño mientras lo analizaba.
-Bien, es cierto. - Admitió- Pero estoy casi 100% segura de que ella ha traído a Non aquí así que será otro de nuestros secretos.
-Espero no seamos descubiertas.
- ¿Sigues siendo una mentirosa terrible? - La ojimiel entrecerró sus ojos tratando de descifrar su expresión.
-No. - Murmuró Rebecca por lo bajo conteniendo la risa que amenazaba con salir.
-Eso fue una mentira. - Freen rio a carcajadas.
Algunos de los presentes la fulminaron con la mirada debido al ruido que su risa generó en el espacio. Al parecer interfería con su concentración. Pero se trataba de una cafetería, no una biblioteca, así que no estaba dispuesta a disculparse. Uno de los nietos de la señora Bernard que ayudaba a su abuela como mesero por las tardes, se acercó a la mesa llevando dos rebanadas de tarta de limón junto a los dos espressos y antes de alejarse les informó que aquello iba por cuenta de casa como una especie de bienvenida para la castaña.
-Sí es la mejor tarta de limón que he probado. - Dijo Rebecca saltando un jadeo debido al placer que la comida le provocó a su paladar.
-Sabía que te encantaría. - Comentó la pelinegra dándole un sorbo a su espresso- La cafetería tiene una gran selección en repostería. Créeme, Mind me ha obligado a probar cada maldita cosa dulce en el menú. - Rodó los ojos.
-Puedo imaginármelo. - La castaña rio- Tienes buenos amigos. - Comentó.
-Sí, lo sé. - Freen asintió dándole vueltas a su tenedor- ¿Qué hay de ti? ¿Has dejado amistades en casa?
-Jamás tuve tiempo de socializar ¿Recuerdas?
- ¿Qué hay de algún novio o novia? - La chica de ojos miel preguntó.
-Los amigos, las fiestas o una relación son considerados distracciones totalmente innecesarias por parte de mi madre. - Aclaró- Ella no dejaría que nada de eso afectara nuestro rendimiento.
-Ahora puedo entender por qué jamás termine de agradarle. - Murmuró pensativa haciendo reír a la castaña.
-No te lo tomes personal. A Rawee no le agradan muchas personas. - Rebecca se encogió de hombros.
-Eso es un consuelo. - Se llevó una mano al corazón de manera dramática- Estoy segura de que a mis padres les encantaría saludarte.
-Sería agradable. - Confesó asintiendo.
-Entonces acompáñanos a cenar hoy. - Sugirió Freen sin pensárselo dos veces.
-Oh no, no quiero entrometerme en...
-Por favor. - Insistió tomando instintivamente una de las manos de la castaña sobre la mesa- Les encantará verte, serás más que bienvenida. - Aseguró- Además, nadie puede resistirse a los dotes culinarios de mi padre.
- ¿Acaso estás tratando de sobornarme con la promesa de un buen platillo? - Le acusó viéndola con los ojos entrecerrados.
- ¿Está funcionando? - Preguntó alzando sus cejas.
-Puede ser.
Freen sonrió ampliamente al notar que le había convencido de acompañarla. Sabía que a Rebecca le haría bien ver a un par de rostros conocidos además del suyo. Así que luego de una tarde llena de bromas, risas y de acabar la deliciosa tarta de limón, ambas regresaron hasta la residencia estudiantil en donde hicieron su camino hasta el auto de la pelinegra estacionado en el aparcamiento justo frente a los edificios. Freen notó la expresión vacilante en el rostro de la morena en cuanto se detuvieron frente al coche, pero no dijo nada. Tan solo se le quedó viendo por un par de segundos asegurándose de que todo estuviera bien con ella y tomó como un 'sí' el hecho de que Rebecca caminara hasta el costado derecho del auto deteniéndose justo frente a la puerta del copiloto aguardando a que ella le quitase el cierre.
De pronto el ambiente se sintió tenso y Rebecca estuvo más callada que nunca. Sus manos se aferraban con fuerza a la correa del cinturón de seguridad y apretaba los ojos con fuerza cuando el vehículo hacia algún tipo de maniobra brusca. La ojimiel notó cada una de sus reacciones y fue testigo de lo incómoda que se sentía la chica de ojos marrones durante el trayecto, así que trató de conducir con cautela. Freen pudo sentir como una ola de alivio cayó como balde de agua fría sobre la castaña en cuanto el auto se detuvo justo fuera del garaje de la casa de sus padres. La tensión se desvaneció y allá pelinegra notó que llevaba un tiempo conteniendo el aliento debido al nerviosismo de Rebecca.
Fue entonces cuando cayó en cuenta de lo traumático que debió haber sido lo que la castaña había vivido hace casi un año atrás. Sintió un nudo en el estómago y una necesidad inmensa de abrazarla con fuerza mientras le susurraba que todo estaba bien, que no tenía nada que temer. Pero se mantuvo en su lugar al tiempo en que quitaba la llave del contacto.
-Hogar dulce hogar. - Susurró y Rebecca le sonrió de medio lado.
- ¿Estás segura de que esta fue una buena idea?
-Que sí. - Aseguró Freen rodando los ojos- Será mejor que entremos antes de que salgan a buscarme.
Dejaron el auto atrás y cruzaron el jardín delantero procurando no pisar la pulcra hierba verde que le daba colero y alegría a la fachada de la casa. Rebecca inspeccionó la propiedad y sus alrededores con rapidez. Parecía salida de un folleto de bienes raíces. En realidad, el barrio completo parecía salido de un folleto, el cual podría ser el arma perfecta para un corredor de propiedades que buscase embaucarte. Se mordió el labio inferior para no reírse de su propio pensamiento y se removió en su lugar mientras Freen usaba sus llaves para abrir la puerta principal.
En cuanto cruzaron el umbral se oyeron voces, pasos, el eco que dejaba el sonido de un cuchillo impactando con rapidez contra la madera de una tabla de picar y jazz. Se quitó la chaqueta que llevaba cuando Freen se la pidió para colgarla junto a la suya en el perchero de la entrada, y avanzó con paso sigiloso cuando le indicó que la siguiera. Dejaron atrás el hall de la entrada y cruzaron una mampara blanca de vidrio que daba hacia la sala en donde estaba el tocadiscos emitiendo las relajante notas de jazz. Hacia la izquierda había otra mampara que separada la cocina estilo americano de la sala principal. De inmediato reconoció a Saint quien era el responsable del cuchillo y la tabla. Después estaba Kamon, de pie junto al refrigerador con una copa de vino blanco en la mano, vestía pantalones de tela color crema y una impecable camisa celeste pastel a juego con sus mocasines ligeramente más oscuros que el pantalón.
Rebecca se sintió a gusto de inmediato y ni siquiera habían notado su presencia aún. Pero la manera en la que lucían, tan relajados y sonrientes, disfrutando mucho han tarea tan monótona como lo era para muchos el preparar la cena. Eso le ayudó a recordar cuanto admirada la personalidad y forma de ser de la pareja. Muy lejano a lo que estaba acostumbrada a apreciar en su madre que parecía estar siempre estar tensa calculado cada una de las cosas que haría y que sucedían a su alrededor.
-Hola familia. - Saludó Freen rompiendo la atmósfera.
Los ojos de Saint dejaron la cebolla que picaba con total concentración y destreza, y se enfocaron en su hija y en la chica que le acompañaba. Sonrió ampliamente de inmediato.
- ¡Rebecca! - Exclamó con entusiasmo tomando una toalla de cocina y limpiándose las manos antes de rodear la isla de la cocina y acercarse a ambas- Pero que grata sorpresa chicas. - Comentó antes de fundir a la morena en un sentido abrazo que sutilmente camuflaba in 'lo siento tanto, cielo'. - Mira nada más lo hermosa que estás.
-Papá, la estás agobiando. - Murmuró Freen casi sin modular.
-Tienes razón. Lo siento. - Saint se disculpó un tanto apenado.
-Está bien. - Rebecca sonrió amablemente- Es un gusto volver a verlos. - Dijo alternando su mirada entre Saint y su marido.
Kamon dejó su copa a un lado para acercarse a saludar. Le dio un breve abrazo a su hija y luego besó gentilmente la mejilla de la morena. Los dos ya se habían visto las caras mediante una videollamada previo a la admisión de la exgimnasta a la universidad.
-Supongo que debemos poner un puesto más en la mesa. - Dedujo el hombre de brillantes ojos azules.
-Sí, invité a Rebecca a cenar. - Anunció la ojimiel.
-Si no es ninguna molestia, claro. - La castaña se apresuró a agregar.
-Tonterías querida. Siempre serás más que bienvenida en esta casa. - Le aseguró Saint- Apenas si comencé a preparar todo, pero nos dará tiempo para charlar. - Dijo al tiempo en que la invitaba a seguirlo al interior de la cocina.
- ¿Dónde está Song? - Freen preguntó inspeccionando su alrededor en busca de su hermana mayor.
-Tuvo un pequeño retraso laboral, pero estará aquí dentro de poco.
La pelinegra asintió a las palabras de su padre y lo siguió hasta la cocina justo tras Saint y Rebecca. El chef se desplazaba por la cocina como si estuviera danzando mientras mantenía una activa conversación con la chica de tez blanca quien, a juicio de Freen, ya parecía sentirse bastante a gusto. Se sintió muy bien escucharla reír genuinamente por algo que su padre había comentado. Esta vez la sonrisa si llegaba a sus ojos y Freen se sintió increíble al poder ser responsable y testigo de aquello.
- ¿Cómo está tu madre? - Preguntó Saint mientras revolvía una crema de espárragos que había preparado.
-Bien. - Fue todo lo que Rebecca pudo contestar. No sabía que más decir.
- ¿No está tratando de hacerte regresar? Debe ser difícil tenerte tan lejos de ella. Apuesto a que considera la idea de venir por ti cada cinco minutos. - Comentó riendo- Es lo que yo haría si se tratara de Freen.
-No estaba contenta con la decisión, pero terminó aceptándolo. - La morena se encogió de hombros.
-Es una mujer de carácter fuerte. - Dijo Kamon mientras comía un poco de maní- Recuerdo que jamás de agrádanos demasiado. - Murmuró pensativo.
-Es solo...- Rebecca hizo una pausa buscando las palabras adecuadas para describir a su madre- Sería y reservada. - Terminó por decir.
-Tranquila cariño. No tienes que excusarla. - Saint tranquilizó- Sus hijas son encantadoras.
En cuanto el comentario abandonó sus labios, el chef se arrepintió. Sintió la mirada de su hija y de su esposo dispararse hacia él casi de forma inmediata, pero solo se pudo enfocar en la mueca que se instaló en el rostro de la chica frente a sus palabras.
-Cielo, lo siento, yo no quería...- Intentó disculparse de inmediato.
-No, está bien. - Rebecca tragó con algo de dificultad antes de tratar de sonreír- Sé lo que quería decir. - Asintió.
El silencio se hizo presente en el ambiente y Freen se sintió bastante incómoda. Pero entonces la puerta de entrada se abrió otra vez y una distraída Song apareció en su campo de visión mientras se quejaba del tráfico.
-Ha sido un completo infierno. No estoy exagerando lo juro. - Gruñó mientras se quitaba el saco color mostaza que vestía sobre una blusa blanca y holgada.
Se detuvo abruptamente al escuchar el silencio y alzó la mirada encontrándose con las cuatro personas completamente calladas ocupando lugar en la cocina. Frunció el ceño paseando su mirada por cada uno de los rostros y medio sonrió sin comprender.
- ¿Por qué lucen como si hubieran visto un fantasma? - Preguntó divertida.
-No es nada. - Freen fue la primera en hablar- ¿Qué te hizo tardar tanto? Muero de hambre. - Se quejo acercándose para abrazar a su hermana brevemente.
- ¿Qué no me has oído quejarme acerca del tráfico? - Preguntó incrédula.
-Lo oímos querida. - Dijo Kamon- ¿Recuerdas a Rebecca? - Señaló a la castaña quien se puso de pie para saludar.
-Oh sí, por supuesto. - Song asintió viendo más fijamente a la castaña de lo que a ella le hubiera gustado. No consiguió entender por qué- ¿Cómo estás?
-Muy bien, gracias. Es un gusto volver a verte. - Comentó Rebecca sonriendo.
-Bien, ahora que ya estamos todos. - Saint alzo la voz- ¡Hora de cenar!
...
-Cuando la madre de Song falleció, ella se mudó con nosotros. - Hubo una pausa- A Freen le tomó bastante tiempo asimilar que tenía una hermana mayor. Se la pasaba haciendo berrinches para llamar la atención. - La risa de Saint los contagio a todos.
- ¿Cuándo ha dejado de ser berrinchuda? - Preguntó Song fingiendo no tener idea y ganándose una mirada asesina por parte de su hermana menor.
-Era lógico. Pase de ser sólo yo creo en casa a tener que compartir la atención de mis dos padres con otra persona. - Se defendió la aludida.
-Claro, era lógico. - Comentó Kamon con gracias limpiando las comisuras de sus labios con su servilleta de género.
-Estabas celosa, tienes que admitirlo. - Le picó Rebecca dándole un ligero codazo.
-Tenía 7 años. Fue difícil.
-Lo siento, ¿Sufriste demasiado? - Song le preguntó con la voz cargada de burla tratando de contener la carcajada que amenazaba con salir de lo profundo de su garganta.
- ¡Hey! No entendía muchas cosas. - La señaló con un dedo aclarando- Me hace parecer un poco insensible el que hablen de mis berrinches cuando tu habías perdido a tu madre. - Freen hizo una mueca.
-Es un poco insensible. - Rebecca se encogió de hombros con una mueca en el rostro y la ojimiel la vio indignada.
El timbre de la casa anunció que había alguien aguardando en la puerta principal y todos compartieron rápidas miradas en las cuales predominaba el desconcierto.
- ¿Alguno esperaba a alguien más? - Preguntó Kamon frunciendo el ceño.
-No. - Dijeron Freen, Song y Saint, casi al unísono.
El médico dejó la servilleta que reposaba sobre su regazo en la mesa junto a sus cubiertos y se puso en pie para atender el llamado. Los otros cuatro permanecieron en silencio para intentar averiguar de que, o más bien de quien, se trataba. Quien quiera que fuera había recibido una calurosa bienvenida.
-Freen. - La aludida llevó la mirada hasta su padre quien regresaba al comedor con alguien pisándole los talones- Es para ti. - Anunció dando un paso al costado.
-Heidy. - Dijo Freen con un tanto de desconcierto al tiempo en que se ponía de pie.
-Hola. - La chica rubia sonrió ampliamente- ¿Qué? llevamos semanas sin vernos, ¿Y no recibo un beso de bienvenida?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro