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Capítulo 4.

No hacía falta estar más de 10 minutos con Heng como para notar que era un alumno de excelencia. Conocía cada rincón del campus como la palma de su mano y luego de casi 3 semestres en la universidad se podía notar a leguas que tenía la vida resuelta. Rebecca podría jurar que se había graduado con un plan de al menos 5 años en mano para luego poner un pie en la universidad en donde seguramente conseguiría un título que se encargaría de impulsar el resto de sus metas. Debía admitirlo, estaba impresionada y hasta se sintió abrumada con el control que el chico de gafas rojas ejercía sobre su propia vida. Hasta hace un tiempo atrás su pasado, su presente y su futuro giraban en torno al deporte que le había visto crecer y ahora, ahora se sentía como si le hubiesen abandonado en medio del océano con un chaleco salvavidas que apenas si le mantenía a flote.

-Es aquí. Tu primera clase como toda una universitaria. - Heng se detuvo frente a las puertas dobles- Espero tengas un buen día. Las primeras clases todo es emoción, luego llega el estrés y la ansiedad y querrás arrancarte la cabeza, pero estarás bien. - Dijo con expresión neutral. Era la broma más extraña que ella había escuchado jamás- Tengo que irme. Supongo que te veré por ahí, Becky.

-Sí. Gracias. - Murmuró con amabilidad. Heng solo asintió y entrelazando las manos tras su espalda desapareció por el pasillo por el que cada vez transitaba más gente.

La castaña suspiró y se animó a entrar en el salón. Los lugares estaban distribuidos en una especie de pirámide invertida que apuntaba al centro en donde había un amplio pizarrón y una pantalla digital, también un escritorio de madera y un poco más a la derecha un pódium de orador. Muchos de los estudiantes se aseguraban de tomar un buen lugar otras preferían sentarse en las últimas filas hasta arriba. Ella se sentía un tanto perdida. Suspiro y bajo un par de escalones hasta que decidió sentarse en la sexta fila hacia la izquierda. Había un grupo de chicas ocupando lugares en la fila y una de ellas le regaló una sonrisa amigable en cuanto ella tomó asiento. Rebecca correspondió el gesto una tanto tímida y se tensó en su lugar cuando la chica frunció el ceño y su mirada se mantuvo sobre ella mucho tiempo más del que debería.

Notó cómo se daba la vuelta con falta de sutileza para murmurar algo a sus amigas y cuando otros dos pares de ojos se posaron curiosos sobre ella supo que había sido reconocida. Se hundió un poco más en su lugar y se aferró fuertemente a los bordes del pupitre hasta que sus nudillos se tornaron blancos debido a la presión que ejercían sobre la madera. Aunque la mayoría de los presentes no parecían haberla notado en lo más mínimo, las chicas a un par de centímetros de distancia no fueron las únicas en quedarse viéndola más de lo debido. Se sintió incómoda y su estómago se apretó causándole algo de náuseas. Tomó respiraciones profundas he intentó controlarse. Antes del accidente, jamás le había importado el que la gente la reconociera como Rebecca Armstrong, la joven gimnasta, pero las cosas habían cambiado. Ahora era diferente, pues sería reconocida como Rebecca Armstrong, la joven gimnasta del terrible accidente automovilístico en el que su talentosa hermana, Irin Armstrong, había perdido la vida.

Se estremeció frente a sus propios pensamientos mientras se concentraba en mantener la calma. Tenía que acostumbrarse. Mhee dice que afrontar el temor y aprender a vivir con ello es parte de la etapa de superación. Algo en lo que llevaban trabajando desde hace meses sin tener muchos avances, pues su etapa de negación se había extendido un poco más de lo normal y, aunque su psicóloga aseguraba que cada persona tenía su tiempo, sabía perfectamente que ella no había tenido muchos avances positivos.

-Es todo por hoy. Pueden retirarse. - El profe se pasó una mano por barbilla rascándose la barba de unos pocos días al tiempo en que se quitaba las gafas- Les aconsejó que comiencen a escribir su ensayo. Quiero avances para la próxima semana. - Decretó cuando muchos de los estudiantes ya se comenzaban a dispersar.

Fue cuando Rebecca notó que su ansiedad le había impedido poner especial atención en su primera clase universitaria. Se mantuvo un par de segundos más en su lugar con la respiración acompasada tratando de volver a la realidad luego de pasarse toda la hora sumida en sus pensamientos.

- ¿Señorita Armstrong? - El hombre de bigote llamó su atención desde el centro del salón- ¿Está todo bien?

-Sí. - Fue todo lo que pudo decir. Notó que el lugar estaba casi vacío. El profesor asintió aun viéndola con algo de intriga.

-Bienvenida a Stanford. - Agregó con cordialidad- Es un honor tenerla en nuestra institución. - La castaña no logró descifrar si lo decía de verdad o era un discurso que usaban para todos aquellos 'estudiantes destacados'.

-Gracias señor Pratt. - Dijo mientras comenzaba a hacer su camino hacia la salida.

-Señorita Armstrong- La voz a sus espaldas volvió a llamarla y ella se detuvo justo frente a la puerta. Se giró y fijó su mirada hacia abajo al centro del salón- Lamento su pérdida. - Dijo finalmente el profesor de ética con una expresión compasiva.

-Gracias. - Apenas murmuró obligándose a ignorar el nudo en su garganta.

Sin más, tiró de una de las hojas de la puerta doble y abandonó la clase. Necesitaba un poco de aire fresco. Ignoro a todos a su paso mientras caminaba hacia la salida más cercana con paso rápido y ágil. Cuando por fin estuvo en el exterior, tomó una profunda bocanada de aire y exhaló de la misma manera hasta que sintió una presión en el pecho debido a la falta de aire.

- ¿Bec? - Se sobresaltó al escuchar aquella voz llamándola, pero se relajó cuando notó que se trataba de Freen. Tenía que ser, nadie más la llamaba así- Lo siento, no quise asustarte. - Se disculpo.

-Está bien. - Sonrió con los labios apretados, aunque se trató más de una mueca, una expresión tensa.

- ¿Tú estás bien? - Preguntó la ojimiel dejando entrever su preocupación.

-Sí, todo esta...perfecto.

-Bien. - Respondió no muy convencida, pero decidió dejarlo estar- ¿Qué tal tu primera clase?

-Es...nuevo. - Se encogió de hombros- Ya sabes, no estoy muy acostumbrada a este ambiente. - Dijo haciendo referencia a su educación en casa.

-Oh sí, claro. Lo recuerdo. - Asintió con una mueca- ¿Cómo es que tú madre permitió que dejaras el nido? - Preguntó con gracia a modo de broma.

-En realidad, no estuvo para nada de acuerdo con mi decisión. - Dijo Rebecca de manera seria provocando que Freen se arrepintiera de inmediato.

-Lo siento, no quise...

-No te preocupes. - Sonrió con esfuerzo sintiendo el amargo sabor de la verdad abriéndose paso en su boca.

De pronto, la atmósfera que las envolvía se vio cargada de incomodidad y Freen se encontraba reprendiéndose mentalmente por ser tan idiota y no pensar antes de hablar. Rebecca notó cómo la chica frente a ella batallaba internamente consigo misma sin saber muy bien qué decir a continuación.

- ¿Te molestaría mostrarme el camino a mi próxima clase? - Preguntó entonces y observo como el alivio recorría todo el cuerpo de la ojimiel.

-Por supuesto. No hay problema. - Sonrío y la morena le tendió su horario para que Freen supiera que clase seguía- Sígueme.

Para su desgracia. No compartía aquella clase ni con Freen no con el resto del grupo. Así que otra vez estuvo sentada sola en medio de todos los otros presentes mientras se esforzaba por poner atención a la cátedra. Para cuando su jornada académica por fin acabó, se sentía un poco mareada y con ganas de regresar a casa. Quizás no había sido lo mejor huir de esa forma en busca de nuevas oportunidades, quizá debió darle una oportunidad a la idea que su madre tenía en mente. No Rebecca, así jamás serías completamente feliz, se reprendió así misma. Aunque no es mucha la diferencia ahora.

-He hablado con Mhee. - Anunció Rawee.

Rebecca pensó que pasarían un par de días más antes de que estuviera hablando vía FaceTime con su madre, pero se llevó una sorpresa cuando su móvil anunció la videollamada entrante. No dudó en responder, pues sentía que necesitaba hablar con alguien que le resultara familiar aun cuando la relación entre ambas no había sido óptima en el último tiempo.

- ¿Con Mhee? - Frunció el ceño- ¿Por qué?

-Está preocupada por ti. - Comentó Rawee bajando la mirada a la taza de café que tenía este manos- Dice que será difícil hacer un seguimiento de tu progreso a distancia así que se contactará con una colega que te ayudará a seguir con la terapia allí.

-Pero estoy acostumbrada a Mhee. - Discutió.

-Lo sé, pero si ella cree que es lo mejor entonces siento que debemos confiar en su palabra. - Murmuró alzando la vista para encontrar la mirada de su hija a través de la pantalla del portátil- Vas a estar bien. - Trató de tranquilizarla.

-De acuerdo. - Murmuró un tanto a regañadientes. No le estaban gustando mucho los cambios.

- ¿Qué tal tu primer día? - Rawee cambio el tema.

-Estuvo bien. - Se encogió de hombros mientras jugueteaba con la manda del suéter que traía puesto.

-No suenas muy convencida.

-Es todo nuevo para mí, solo es cuestión de adaptarme. Estaré bien. - Repitió las propias palabras de su madre con insistencia.

-Sabes que puedes volver a casa cuando quieras. - Le recordó la mujer mayor.

-Estoy bien. - Fue todo lo que dijo evitando la insistente mirada de su madre.

El silencio que se formó en medio de la llamada se vio interrumpido por las voces y risas provenientes desde el corredor, las cuales se oían cada vez más cerca. Rebecca dedujo que su tiempo a solas en el cuarto estaba a punto de terminar debido a que sin duda aquellas eran sus roommates acercándose.

-Mamá, debo irme. - Anunció.

-Bien. Te enviaré toda la información que Mhee me dé respecto a tu nueva psicóloga. - Dijo Rawee tomando el portátil de la mesa de café y dejándolo reposar sobre su regazo para estar más cerca de la cámara- No dudes en llamarme si algo va mal ¿Está bien? - La castaña asintió- Te quiero.

-También yo. - Respondió antes de cerrar su laptop.

Justo en el momento en que se escuchó como el aparato se cerraba, la puerta de la habitación se abrió permitiéndole ver a Mind y Baitoey quienes se adentraron al cuarto riendo por lo bajo a raíz de lo que estaban charlando.

- ¡Hey, Becky! - La rubia exclamó alegre al verla- ¿Qué tal tu día?

-Estuvo bien. - Murmuró con una media sonrisa- ¿Cómo están? - Preguntó intentando ser cortes.

-A punto de abandonar este lugar para seguir mi sueño de ser stripper. - Mind bromeó dejándose caer de espaldas sobre su cama.

- ¡No digas tonterías! - Baitoey la reprendió.

- ¿Qué? ¡Ganan muchísimo dinero! - Se defendió y Rebecca no pudo evitar reír- Imagina las excelentes coreografías que haría con una que otra canción de Rihanna.

-Muchos pagarían una buena suma por ver eso. - Comentó.

- ¿Lo ves? Becky está de mi lado. - Mind sonrió satisfecha.

-En fin, ¿Qué les apetece comer? - Baitoey preguntó quitándose los zapatos de tacón que llevaba.

La morena detalló en la mueca de incomodidad que hizo cuando los retiro de sus seguramente doloridos pies. Supuse que era el precio que ella estaba dispuesta a pagar solo para lucir un poco más alta de lo que en realidad era.

-Si nos damos prisa aún podríamos ir a la cafetería. - Señaló.

-Estoy harta de la pizza rancia y los macarrones con queso. - La rubia gruñó desde su lugar con la vista clavada en el techo de la habitación- Busquemos al resto y salgamos de aquí.

-Yo estoy bien. Creo que buscaré algo en la cafetería o en alguna de las máquinas expendedoras. - Rebecca intervino en la conversación obteniendo de inmediato allá atención de las otras dos chicas.

-De ninguna manera. - Mind se incorporó y negó con la cabeza- Tú vienes con nosotras.

-Mind no seas una pesada. Quizás Becky está cansada. - Dijo Baitoey.

-Pero no puedes quedarte aquí sola. - Mind insistió- ¿Qué clase de amigas seríamos si solo nos vamos?

-Está bien. Estoy cansada, prometo ir con ustedes la próxima vez. - Sonrió de medio lado tratando de convencer a Mind. No tenía ánimos de dejar la habitación, solo quería meterse bajo las cobijas y ver alguna serie o película hasta caer dormida.

-Bueno. - La rubia estuvo de acuerdo con un bufido- Dame tu teléfono. - Pidió estirando su mano.

Rebecca la vio frunciendo el ceño, pero aun así le tendió el móvil sin cuestionar qué es lo que pretendía hacer con él exactamente. Mind tecleó algo rápidamente y luego se lo regresó. Baitoey aguardaba de pie junto a su cama, se había cambiado los tacones por unas vans blancas que hacían juego con su jeans azul.
-Si cambias de opinión solo márcame o envíame un texto y te haré saber en dónde estamos ¿De acuerdo? - La castaña asintió- Bien, vámonos Baitoey. Tengo hambre. - Se quejó con una mano en el estómago caminando a la salida.

-Nos vemos, Becky. Descansa. - Baitoey le regaló una amigable sonrisa antes de seguir a la más alta fuera de la habitación.

Todo estuvo en silencio otra vez. La castaña estudió su alrededor desde su posición actual, sentada sobre su cama con las piernas cruzadas cual indio. Suspiró y se acomodó contra la comodidad de su cama antes de buscar algo para ver en Netflix. Lo cierto es que no podía dejar de darle vueltas a lo ansiosa que la ponía tener que continuar sus sesiones de terapia con alguien que no fuera Mhee.

...

Freen frunció el ceño cuando vio cómo dos de sus amigas bajaban las escaleras sin Rebecca. Cuando Mind escribió para reunirse en la recepción de la residencia para poder cenar todos juntos como hacían la mayoría del tiempo, creyó que la castaña los acompañaría tal y como había hecho la noche anterior.

- ¿Y Bec? - Preguntó en cuanto ambas se acercaron a Ratchanon y a ella.

-He insistido en que debía acompañarnos, pero ha dicho que no le apetecía mucho salir y comería algo de la cafetería. - Mind explicó acercándose a su novio.

-Creo que todo esto es nuevo para ella. - Baitoey comentó- No nos conoce de nada y lleva 2 años sin hablar con Freen. - Se encogió de hombros- Hay que darle tiempo.

-Es una chica agradable. - Dijo Ratchanon un tanto pensativo recibiendo una sutil mirada por parte de su novia- Como sea, ¿Nos vamos? - Preguntó.

-Ustedes vayan. - Freen habló cuando las 3 se dirigieron a la salida del edificio- Buscaré algo de comida y le haré compañía a Rebecca. Creo que lo necesita. - Explicó rápidamente antes de correr a la salida para conseguir bocadillos.

-Algo me dice que esa chica es realmente importante para ella. - Non canturreó.

Y no estaba equivocada. Lo era, y mucho más de lo que Freen creía.

Llegó a la cafetería justo 5 minutos antes de que cerraran. La chica tras la caja la fulminó con la mirada por seguramente retrasar su horario de salida, pero aun así le preguntó qué se le ofrecía. Tomó 2 hamburguesas con queso, un par de postres de vainilla y chocolate y 2 coca-colas. Le tendió a la chica su tarjeta de estudiante y esta hizo el cobro mientras hacía globos con su chicle los cuales explotaban ruidosamente dentro de las paredes del amplio y vacío lugar. Se despidió con una sonrisa amigable recibiendo una mueca de fastidio a cambio y cogió la bolsa de papel en la que habían empacado su comida para llevar.

Con paso apresurado regresó a la residencia e hizo su camino hasta la habitación que ya había visitado tantas veces. Se detuvo abruptamente frente a la puerta decorada con unas cuantas flores; eso sin duda alguna había sido obra de Baitoey. Golpeó dos veces rítmicamente con los nudillos y aguardó a que la castaña acudiese al llamado. Una adormilada Rebecca le abrió la puerta frotándose los ojos.

- ¿Freen? - Preguntó un tanto desorientada. Freen pensó que se veía adorable.

-Lo siento. - Se disculpó con una mueca- ¿Estabas dormida?

-Si hubieras aparecido dentro de otros 5 minutos quizás sí. - Dijo con un tanto de gracia- ¿No deberías estar con tus amigos?

-Decidí que no tenía ganas de salir. - Le restó importancia- Mind dijo que estabas aquí así que busqué algo de comida y decidí hacerte una visita. - Dijo alzando la bolsa a la altura de su cara- ¿Tienes hambre?

Al momento en que hizo la pregunta, el estómago de la morena se le adelantó respondiendo con un rugido que la hizo reír por lo bajo.

-Puedes tomar eso como un sí. - Respondió Rebecca apartándose para dejarla pasar.

Luego de cerrar la puerta tras la ojimiel, Rebecca se acercó para acomodar un poco el desorden de su cama. Tomó su portátil y lo puso sobre el pequeño escritorio dejando atrás el capítulo de Friends que había estado mirando a medio terminar. Freen se acomodó hacia los pies de la cama de la castaña y comenzó a rebuscar en la bolsa de papel. Rebecca se acomodó al otro extremo contra el respaldar de barras blancas las cuales se sintieron frías contra su espalda al principio.

-Tengo hamburguesas con queso, postre de dudosa procedencia que podría perfectamente estar caducado y jamás lo sabríamos. - Dijo mientras sacaba todo de la bolsa- Y, por último, algo de coca-cola.

-Olvidé la última vez que ingerí tanta grasa y calorías juntas. - Rebecca de echó a reír.

-Lo recuerdo. - Dijo Freen entrecerrando ligeramente los ojos- La estricta dieta de deportista que tú madre te hacía seguir al pie de la letra. - Murmuró- Solías acudir a mí cada que querías romperla. - Bromeó.

- ¿Qué te puedo decir? Siempre estabas ahí cuando me daban mis arrebatos de rebeldía.

-Es que nunca me gustó seguir las reglas. - La pelinegra sonrió con suficiencia.

- ¿Sigue siendo así? - Preguntó Rebecca luego de darle un buen mordisco a su hamburguesa.

-No lo creo. - Negó repetidas veces- Ya hubiese sido expulsada de este lugar de ser así. - Comentó abriendo mucho los ojos y ambas rieron.

Freen se quedó viendo fijamente a la castaña con una sonrisa en los labios a medida en que sus risas fueron apagándose. Había olvidado lo bien que se sentía pasar tiempo con Rebecca. Solían pasar horas y horas solo charlando la una con la otra, perdiendo la noción del tiempo en más ocasiones de las que podía recordar. La castaña notó la mirada de la nadadora sobre ella y desvió la suya carraspeando.

-Desearía haberlo notado hace mucho tiempo atrás, Bec. - Dijo rompiendo el silencio- Pero te he echado de menos. - Confesó.

-También yo.

Rebecca se dio cuenta de que no lo decía por cortesía o por no parecer borde frente al comentario que Freen acababa de hacer, sino que lo dijo porque en realidad era cierto. Había extrañado a la ojimiel, sin embargo, recién caía en cuenta.

-Siento no haber estado contigo cuando....

-Está bien. - La cortó esforzándose por sonreír mientras luchaba contra el nudo que se había formado en su garganta. La pelinegra solo asintió entendiendo que era un tema bastante sensible para ella aún- ¿Probamos el postre?

Ninguna había terminado su hamburguesa aún, pero ¿Qué más daba? Freen sonrió ampliamente y asintió antes de levantar los dos pequeños envases justo frente a los ojos de ambas.

- ¿Vainilla o chocolate?

...

-Creo que voy a saltarme el desayuno. - La morena se quejó llevándose una mano al estómago al tiempo en que arrugaba el envoltorio de su hamburguesa.

-Sí, también yo. - Freen dejo de hurguetear el pequeño recipiente de plástico con la cuchara y lo desecho en la misma bolsa de papel en la que lo había traído.

- ¿Por qué Mind guarda cucharas en sus cajones? - El ceño de Rebecca se frunció frente a la confusión.

-Non y ella suelen comer un bote de helado mientras ven clásicos del cine romántico al menos una vez al mes. - Explicó- Debe estar preparada.

Rebecca asintió comprendiendo. Cuando decidieron pasar al postre notaron que la ojimiel había olvidado pedir cucharas de plástico en la cafetería. Entonces recordó que su amiga guardaba cubiertos en uno de los cajones de su escritorio y decidió tomarlas prestadas brindándole así solución al inesperado problema.

- ¿Extrañas estar en casa? - Freen preguntó de pronto. Ambas estaban tendidas mirando hacia el techo- Digo solo llevas 48 horas aquí, pero...- Guardó silencio girando su cabeza para observar a la chica de ojos marrones.

-Extraño la familiaridad que se siente al estar en casa, pero estoy mejor aquí. - Dijo Rebecca en bajo murmullo- Necesito estar lejos. Empezar de nuevo.

-Las cosas han cambiado. - La pelinegra dedujo- Siento que tenga que ser así.

-También yo. - Susurró Rebecca con los ojos un tanto llorosos.

-Será mejor que me vaya. - Anunció la ojimiel incorporándose- Estabas a punto de dormirte cuando llegue, no quiero que te desveles.

Rebecca se sentó sobre el colchón y asintió mientras la veía tomar la bolsa, ahora cargada de basura, y caminar hacia la puerta. Freen tomó la manija de la puerta, pero se giró hacia la morena otra vez antes de abrir.

-Gracias por la comida.

-No hay de qué. - Aseguró- Me alegra que estés aquí, Bec.

-Me alegra que tú estés aquí.

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