Capítulo 21.
-Déjame ver si entendí. - Dijo Non- Tú, Freen Chakimha ¿Tienes miedo?
-No tengo miedo. - Discutió en susurros.
No sabía por qué había creído que hablar de eso con su mejor amigo en la biblioteca sería una buena idea. Ahora se daba cuenta de que no era así.
-Estoy nerviosa, eso es todo.
-Freen, es solo sexo. Ya lo has tenido antes, sabes cómo hacerlo. Solo ve por ello. - Dijo sin molestarse por bajar la voz.
-Pero es Rebecca. - Insistió- No quiero arruinarlo.
-Mejor aún. Es tu chica. - Le recordó. Eso le sacó a Freen una sonrisa- Dime, ¿Cuánto llevas esperando este momento?
-Mucho tiempo. En este punto es casi doloroso. - Admitió con una mueca.
-Entonces, como Nike dice ¡Solo hazlo!
¿Qué sería de su vida sin los consejos de su mejor amigo? A veces esa pregunta no era tan difícil de responder.
Sus padres estarían fuera de la ciudad durante el fin de semana así que se le había ocurrido que podría invitar a Rebecca a casa y preparar la cena. Algo así como una especie de velada romántica. Solo ellas dos, sin tener que preocuparse de ninguna clase de interrupción por parte de sus amigas o Phoom cómo solía pasarles cada vez que estaban juntas en la residencia o en el departamento de la castaña. Mientras paseaba por los pasillos del supermercado empujando un carrito de compras recibió un mensaje. Se trataba de Rebecca.
'No puedo esperar a verte esta noche. ¡Un beso, te amo! ❤'.
Pudo sentir cómo su corazón quiso dar una voltereta a causa de la evidente alegría que aquel mensaje le provocó. Su enamoramiento la estaba convirtiendo en una amante de la cursilería, algo que antes se hubiera esforzado por corregir, pero que ahora no podía importarle menos. No iba a avergonzarse de sus sentimientos, al contrario, quería que quedara claro para todos lo mucho que amaba a Rebecca.
- ¿Puedo ayudarte en algo? - Rebecca preguntó entrando en la cocina.
-Claro que no - Negó de inmediato concentrada en sus labores culinarias- Tú sólo tienes que relajarte y disfrutar. Yo seré tu chef esta noche - Dijo guiñando un ojo.
-Pero me aburro sin ti. - Se quejó.
-No seas dramática - Freen se rio de su actitud.
-Déjame ayudar. - Insistió haciendo un puchero.
-Que no.
Rebecca bufó y dejó de insistir, pero no dejó la cocina. En lugar de volver a la sala se quedó allí viendo cómo Freen se movía como pez en el agua por la cocina ocupándose de mil cosas a la vez. Esa destreza la había adquirido de Saint, eso era seguro. De vez en cuando, la ojimiel le lanzaba furtivas miradas y le regalaba sonrisas que conseguían robarle el aliento. De seguro iba a sonar tremendamente exagerado, pero Rebecca estaba segura de que todos los días se enamoraba un poco más de la chica que tenía enfrente. No sabía si se sentía de esa manera porque era primera vez que se enamoraba o porque simplemente eso era lo que Freen provocaba en ella.
Durante la comida, algo cambió. Freen estuvo inusualmente callada y eso solo consiguió poner inquieta a Rebecca. Cuando ya no quedaba comida en sus platos solo pudo escucharse la música que la castaña había puesto mientras Freen preparaba la cena. Rebecca jugaba con sus manos bajo la mesa mientras compartía breves miradas con la ojimiel sentada frente a ella. El silencio dejó de ser misterioso y pasó a tornarse incómodo, fue entonces cuando Rebecca se puso de pie y comenzó a limpiar todo en la cocina. Freen se unió a ella aún sin decir nada.
¿Por qué de pronto parecía no ser capaz de hablar? Si Non la viera se reiría a carcajadas de su ridícula actitud y le diría que dejara de comportarse como una tonta.
Mientras sacaba los platos que Rebecca lavaba se dio cuenta de que la morena lucía algo decepcionada. Su nerviosismo estaba arruinando la velada, justo lo que no quería que ocurriera. Así que después de acabar en la cocina dejó de lado la inseguridad y se animó a sugerir que vieran una película en su habitación. La castaña estaba concentrada en la comedia romántica que se reproducía en la laptop de Freen, mientras que esta última solo se había dedicado a observar su perfil. Rebecca fue capaz de sentir la mirada de la nadadora sobre ella y se giró a verla.
- ¿Qué?
-Nada. - Freen negó con una sonrisa mientras volvía a mirar la película.
-Estabas mirándome. - Le acusó.
-Que cosas dices. - Se hizo la desentendida.
-Lo hacías. - Rebecca repitió.
Freen sonrió de medio lado y volteó a verla. Le encantaba como su rostro resplandecía bajo la luz de la pantalla del ordenador. Fue cuestión de segundos para que ambas se olvidaran por completo de la película. Rebecca suspiró en medio del beso y se acercó aún más a la pelinegra quien la tomó por la cintura con las manos y la ayudó a posicionarse sobre su cuerpo con sus piernas reposando a cada lado. La castaña sintió como las yemas de sus dedos recorrían la piel de su espalda con delicadeza y lentitud, casi como si Freen tuviera miedo de romperla. El calor crecía entre ellas y se acumulaba en la habitación. La ojimiel se incorporó y se sentó sobre la cama sosteniendo el cuerpo de Rebecca sin dejar de besarla. Sus alientos se habían convertido en uno solo y sus respiraciones irregulares se mezclaban con cada exhalación.
Las manos de Rebecca se colaron bajo la camiseta de Freen y sus dedos trazaron las líneas en su abdomen haciendo que se estremeciera a causa del contacto. Se separaron para tomar algo de aire y entonces Rebecca tiró de la camiseta de la pelinegra sobre su cabeza y la arrojó al suelo. Sus ojos marrones encontraron los miel de Freen en medio de la oscuridad justo antes de que su boca se aventurara a besar la pálida piel en el cuello y las clavículas de la nadadora. Mientras repartía húmedos besos en su cuello, su nariz acarició la piel de la zona aspirando a su vez el perfume que se había puesto.
-Freen. - La escuchó susurrar sobre su piel.
La pelinegra se alejó para verla a la cara. Pudo notar que tenía las mejillas sonrojadas y los labios algo hinchados a causa de los besos que habían compartido.
-Estoy en todos mis sentidos. - Murmuró mirándola fijamente.
'¿No quieres hacerlo conmigo?'
'Claro que quiero'.
'Cuando suceda, quiero que lo recuerdes con lujo de detalles, quiero que estes en todos tus sentidos'.
El recuerdo de sus propias palabras aquella noche sumado a lo que Rebecca acababa de decirle terminaron por detonar el deseo en su interior. Sus manos sujetaron el borde de la prenda que aún cubría el torso de la castaña y la quitaron. Luego sus dedos se engancharon al broche de su sujetador y se deshicieron de él. Tragó con fuerza frente a la imagen de Rebecca semidesnuda. Su esbelta figura era iluminada por la luz que se colaba a través de la ventana haciéndola lucir irreal. Sus manos se pasearon con suavidad por toda la extensión de su piel expuesta. La castaña se estremeció al sentir cómo las tibias manos de Freen acariciaban sus senos, y el gemido casi imperceptible que escapó de sus labios solo las incitó a seguir.
Entre besos se deshicieron del resto de sus prendas. No podían dejar de tocarse, de acariciarse, de admirarse la una a la otra. Enfrascadas en el momento, parecían estar hipnotizadas mientras se amaban. Non tenía razón, fue lo que Freen pensó, iba a ser aún mejor que cualquier otra vez porque se trataba de su chica, se trataba de Rebecca. Cada acción, cada movimiento le resultaba simplemente exquisito. La manera en la que la morena mordía su labio para ahora sus jadeos y gemidos, cómo enredaba los dedos en su negra melena y la forma en que se tensaba cada que sus dedos entraban y salían de su sexo embriagándola de placer. Freen estaba convencida de que la situación no podía mejorar más, hasta que sintió como la mano de Rebecca se deslizaban por su abdomen hasta dar con su mojada entrepierna. Por un segundo creyó que iba a desmayarse debido a la intensa sensación.
-El calor se construyó como una bola de fuego en su estómago y explotó segundos después. Rebecca se dejó caer contra su cuerpo recostando la cabeza en su pecho y cerró los ojos mientras se esforzaba por regularizar su respiración. Freen la abrazó disfrutando del contacto de sus cuerpos sudorosos.
-Cumpliste tu objetivo. - Susurró Rebecca sin aliento.
- ¿A qué te refieres? - Preguntó de la misma forma.
-Voy a recordar esto con lujo de detalles.
...
Antes de caer rendida dejándose llevar por el sueño la noche anterior, Rebecca pensó que no había nada que pudiera reventar la burbuja que ella y Freen habían levantado a su alrededor la noche anterior. Por supuesto, esa idea se fue por el drenaje cuando al llegar a su apartamento durante la mañana siguiente se encontró con Phoom de pie en medio del baño, al borde de un colapso y con agua cubriéndole los tobillos.
¿Quién iba a pensar que una cañería rota sería la encargada de sacarla de aquella burbuja? Desde luego ella no, mucho menos Freen.
- ¿Qué vamos a hacer? ¡El piso va a arruinarse! - El castaño dijo desesperado.
-Lo primero que tienes que hacer es llamar a un gasfiter. - Freen sugirió viendo el desastre.
El agua ya estaba comenzando a salir del baño para colarse hacia las habitaciones y en dirección a la sala.
-Solucionar esto va a tomar algo de tiempo. - Dijo Rebecca saliendo de su trance.
-Ya lo creo. - Freen murmuró mientras observaba a Phoom poner toallas enrolladas a lo largo de las puertas para impedir el paso del agua hacia los cuartos.
Lastimosamente, aquella solución no fue suficiente. El conserje del edificio se encargó de contactar a alguien que pudiera hacerse cargo del problema y les sugirió a ambos pasar la noche en otro lugar. Fue así como Phoom y Rebecca terminaron regresando a la residencia estudiantil junto a Freen. La castaña volvió temporalmente a la habitación que compartía con Baitoey y Mind mientras su amigo ocupaba lugar en la habitación que mantenía en la fraternidad. Durante la estadía de Rebecca en la residencia, Freen pasaba la mayor parte de su tiempo en su habitación. Mind estaba quejándose constantemente de sus muestras de afecto, pero también disfrutaba del tiempo a solas que podía tener con Ratchanon en la habitación que su novio compartía con la ojimiel.
La piel de Rebecca se erizó mientras sentía las cálidas yemas en contacto con ella. El índice de la ojimiel le recorrió la clavícula con una lentitud exquisita detallando el contorno del hueso haciéndose notar a través de la tez bronceada. Soltó el aire contenido en un apenas imperceptible suspiro mientras sus ojos no dejaban de ver fijamente a la chica que tenía en frente. Freen estaba muy concentrada en lo suyo. Llevaba largos minutos tan solo observándola con detenimiento y recorriendo cada centímetro de su piel expuesta como si estuviese pintándola mentalmente. Rebecca se estremeció ligeramente cuando el dedo curioso aterrizó en el valle de sus senos y se quedó enganchado a la pretina de su brasier negro de encaje. Se acomodó a horcajadas de la pelinegra quien subió la mirada hasta atrapar la suya con esos profundos orbes miel que parecían cambiar de color cada que los miraba. Una sonrisa traviesa amenazó con escaparse de los labios de Freen tirando de una de sus comisuras, pero la reprimió.
- ¿Por qué siempre te me quedas viendo así? - La pregunta de la castaña salió en un susurro como si tuviese miedo de romper el grato silencio que había en la atmósfera.
- ¿Así como? - Frunció el ceño regresando a su tarea de contornear.
-Como si fuera...- Hizo una pausa analizando sus palabras- Como si fuera lo más hermoso que jamás hayas visto. - Terminó la frase, su voz flaqueando al final.
Freen esta vez sí sonrió, y detuvo su dedo una vez más. Se incorporó a medias recargando el peso de su cuerpo tendido en la cama contra sus codos que se perdieron un poco en cuanto el colchón se hundió ligeramente. Sus rostros de pronto estuvieron a escasos centímetros de distancia. El aliento de Rebecca escapando a través de sus labios entrecerrados mientras esperaba una respuesta a su pregunta. Por un momento el corazón se le detuvo al sentir que no debió haber dicho aquello, que debió haber guardado esa duda muy en el interior de sus pensamientos y simplemente seguir disfrutando del grato momento que ambas estaban compartiendo.
-Bec. - La llamó de pronto- Eres lo más hermoso que jamás he visto. - Terminó por afirmar la ojimiel sin dejar de verle a los ojos ni por un nanosegundo- Siempre lo serás.
-Estás mintiendo.
Rebecca se maldijo así misma para sus adentros al sentir que lo había arruinado todo, pero retiró lo dicho internamente en cuanto vio la sonrisa en el rostro de la chica de tez pálida.
-No estoy diciendo mentiras. - Aseguró- Al menos para mí, siempre serás lo más hermoso que existe. Sin discusiones.
Los labios de la chica de ojos chocolate se curvaron hacia arriba y sin pensárselo dos veces se abalanzó hacia adelante en busca de los rosados labios de Freen quien la recibió gustosa correspondiendo de inmediato. Las frías manos de Rebecca se aferraron al cuello de la pelinegra quien se estremeció ligeramente frente al contacto, pero su piel se acostumbró casi al instante. Sus propias manos acariciaron la espalda de la exgimnasta antes de que sus brazos la envolvieran en un abrazo que la ayudó a darles la vuelta y cambiar sus posiciones. La castaña rio frente al brusco e inesperado movimiento y Freen le atrapó el labio inferior entre los dientes antes de hundir el rostro en su cuello aspirando el exquisito aroma frutal que desprendía.
-Rebecca...
Se separaron al oír la voz de Heng y el sonido de la puerta al abrirse. La ojimiel gruñó y dejó su escondite incorporándose apenas lo suficiente para poder echar un vistazo sobre su hombro.
-Estamos un poco ocupadas. - Murmuró viendo con mala cara al chico de gafas.
-Eso lo noté, pero la madre de Rebecca está aquí. - Al escuchar aquello, la castaña se levantó de golpe apartando a Freen a un lado- Mind supuso que no estarían...precisamente charlando así que me envió para advertirles. Está manteniéndola entretenida.
-Gracias, Heng. - Dijo la chica de ojos marrones un tanto avergonzada.
-Deberías usar una camiseta.
-Basta de mirar. - Freen le advirtió al darse cuenta de que su chica seguía solo en brasier e hizo un gesto para que se fuera. Heng desvió la mirada rápidamente y se marchó.
-Mi madre está aquí. - Sonó nerviosa recogiendo su camiseta y enfundándose en ella mientras daba vueltas sin sentido.
-No es la primera vez que vemos a tú madre, Bec. Necesitas relajarte.
-Bueno, es la primera vez que la vemos desde que estamos juntas. - Le recordó mientras recogía un par de cojines del suelo lanzándolos a la cama.
Freen atrapó uno entre sus manos aún tendida sobre la cama observando a la chica dar vueltas por la habitación con evidente estrés y nerviosismo. Estaba por intervenir en su frenético andar, cuando llamaron a la puerta de la habitación. Rebecca se giró tan rápido que consiguió un ligero mareo debido a su acción, pero lo ignoró caminando hacia la puerta con grandes zancadas y dándole una última mirada a la ojimiel antes de atender. Rawee estaba del otro lado, con impecable vestir y el semblante contraído en una expresión seria.
-Mamá. - La castaña saludó sin ocultar su sorpresa- Que sorpresa, no dijiste que vendrías.
- ¿Tengo que hacer citas para visitar a mi propia hija? - Preguntó enarcando las cejas.
-No, claro que no. - Le dio un ligero abrazo- ¿Quieres pasar? - Se apartó dándole una visión total de la habitación la cual examinó con detalle.
-Hola. - Freen se puso en pie y se acercó extendiendo su mano para saludar.
Rawee examinó el gesto durante un par de segundos antes de estrechar fugazmente la mano de la ojimiel con un tanto de desdén. Rebecca notó cómo la chica apretaba la mandíbula ligeramente frente al evidente rechazo de su madre, pero no dijo nada.
-Te busqué en el departamento, pero no estabas. El conserje me explicó lo del problema con la cañería y me dijo dónde encontrarte. - Rawee miró fijamente a su hija- ¿Por qué no me llamaste para avisar?
-No creí que fuera necesario. - Rebecca respondió con una mueca.
-No importa. - Le restó importancia- La verdad es que me gustaría que fuésemos a almorzar las dos. - Dijo puntualizando lo último- Necesito hablar contigo a solas.
-Sí, claro. - Frunció el ceño un tanto confundida antes de girarse a ver a Freen con una disculpa plasmada en el rostro.
-Ve. Tengo planes con los chicos. - Hizo referencia a sus amigos- Ya me voy. Un gusto volver a verla señora.
Rawee intentó darle una sonrisa, pero solo consiguió mostrar una mueca antes de observar a la pelinegra desaparecer por el corredor del piso hasta las escaleras. La puerta de la habitación se cerró flojamente y Rebecca se quedó viendo a su madre expectante.
-Entonces...- Rawee inspeccionando la habitación le ponía un tanto nerviosa.
- ¿Freen comparte cuarto contigo mientras te quedas aquí?
-No. - Se apresuró a contestar- No, Mind y Baitoey comparten el cuarto conmigo justo como lo hacían antes de que me mudara al departamento. Mind comparte varias clases conmigo.
- ¿La rubia que me saludó tan efusivamente apenas crucé la entrada? - Dedujo.
-Supongo que sí.
-Me....agrada. - Murmuró casi sorprendida de sus propias palabras. La morena frunció el ceño sin creerlo- Será mejor que nos vayamos. Se nos hará tarde.
-Sí, claro.
Rebecca tomó su móvil y las llaves de la habitación antes de seguir de cerca los pasos de su madre quien continuaba examinando el lugar a medida en que se dirigían hacia las escaleras. La castaña enterró sus uñas en las palmas de sus manos con nerviosismo, la presencia de Rawee seguía siendo imponente y le hacía sentirse como una niña pequeña. Cuando estuvieron en el recibidor del edificio identificó a su grupo de amigos en segundos y se encogió de hombros frente a la mirada interrogante que Mind le dio sin dejar de caminar. Al estar ambas en el interior del coche Rawee rompió el hielo.
- ¿Conoces algún lugar? - Preguntó mientras dejaba el aparcamiento.
-Suelo comer en la cafetería, pero hay un restaurante de sushi y uno de comida tailandesa no muy lejos de aquí. - Propuso recordando lo mucho que a su madre le gustaba aquello.
-Perfecto. - El silencio volvió a instalarse entre ambas.
La distancia había empeorado aún más la comunicación entre ellas y Rebecca no lo había notado hasta ese preciso momento en que lo único que se escuchaba al interior del coche era el sonido que emitía el aire acondicionado y la música suave que emanaba desde la radio por medio de los altavoces. El cómo terminaron las cosas la última vez que la castaña estuvo en Oakland no ayudaba para nada con la tensión entre ambas.
- ¿Cómo van las clases? - Rawee le dio un sorbo a su copa de vino blanco.
-Todo está bastante bien. - Asintió repetidas veces- No tengo mayores dificultades.
-Eso es bueno. - La castaña sonrió de medio lado- Me gusta la idea de que no tengas distracciones. - Su tono de voz cambió provocando que la chica de ojos marrones se removiera en su silla.
-No las hay.
- ¿Qué hacía esa chica en tu habitación? - Fue directo al grano sin más rodeos tomando los cubiertos.
-Somos amigas. Y su nombre es Freen ¿Recuerdas? - Dijo Rebecca intentando tragarse el fastidio- Solo charlábamos.
-Cariño, puedo estar viviendo alejada de ti, pero no he nacido ayer. - Comentó sin apartar su mirada de la comida- Sé perfectamente cuáles son sus intenciones contigo, pude notarlo mientras estuvieron en casa, y déjame decirte esto Karla, absolutamente nada bueno puede salir de eso.
- ¿Por qué estás tan segura de eso? Conozco a Freen desde hace bastante tiempo y sé que jamás haría nada para hacerme daño. - Argumentó.
-Eres demasiado ingenua. - Rawee dijo mordaz- Al comienzo te pintará el mundo de colores, pero eso durará hasta que consiga lo que realmente busca. Solo está jugando contigo. Además, a ti jamás te han ido las chicas.
-Tienes razón. No me van las chicas. - Hizo una pausa antes de mirarla a la cara- Quizás solo me va Freen. - Una expresión de disgusto se instaló en el rostro de la mujer mayor- ¿Por qué no le das una oportunidad? Podemos cenar juntas esta noche.
Rebecca sabía que había una amplia lista de respuestas a su sugerencia y que la probabilidad de que esta fuese negativa era bastante alta, pero aun así se arriesgó soltando la propuesta. Mordió su labio inferior mientras examinaba la reacción corporal que su madre estaba teniendo luego de escuchar lo último que ella misma había dicho. Rawee se irguió en su silla y, luego de unos cuantos minutos en los que pareció estar comparando los pros y contras de la situación, carraspeó para hablar.
-De acuerdo. Supongo que podría con ello.
-Gracias. - Rebecca suspiró aliviada antes de dedicarse a juguetear con un tenedor.
-Te ves bien. - Rawee comentó luego de pasar unos segundos examinándola.
-Gracias. - Sonrió. No solo se veía bien, también se sentía increíble- Me siento bien. Me siento...feliz otra vez. - Confesó.
Su madre solo asintió y apretó los labios como si estuviera tratando de contenerse para no decir algo inapropiado, pero su hija la conocía demasiado bien y notó su gesto.
-Mamá, si estás aquí para tratar de convencerme de que vuelva a casa y retome mi carrera como gimnasta, estás perdiendo tu tiempo. - Murmuró manteniéndose serena- Estoy cansada de tener la misma discusión una y otra vez. Soy feliz aquí, ¿No es eso suficiente para ti?
-No estoy aquí por eso. - Aclaró- Y por supuesto que me gusta que seas feliz. - Dijo con total seriedad- Al menos una de las dos pudo encontrar el camino de regreso a la felicidad. Me alegra que hayas sido tú, yo jamás he estado cerca de alcanzarla.
La conversación quedó suspendida dando paso al silencio. Rebecca sintió una incómoda presión en su pecho luego de escuchar las palabras de su madre. Sus ojos se humedecieron y su garganta se secó. Quería dar la vuelta a la mesa y abrazarla, pero temía que su gesto arruinara el momento de vulnerabilidad que su madre estaba concediéndole por primera vez en su vida.
-Mamá. - Su voz se quebró- Sé cuánto la extrañas y lamento no poder ser como lo era ella. Lamento no querer regresar a la gimnasia como te hubiera gustado que lo hiciera. - Se disculpó, pero Rawee negó de inmediato.
-Está bien.
-Soy feliz aquí. Mis amigos, la universidad y Freen me hacen feliz. - Hizo una pausa- Tú también puedes serlo si te lo permites. Estoy segura de que es lo que Irin querría para ti.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de Rawee y apartó la mirada un tanto avergonzada.
-Lo siento. - Está vez ella se disculpó- Siento haberte hecho sentir que no eras lo suficiente, siento no haberte apoyado desde un inicio en todos esto, y....siento mucho que pensaras que me hubiera gustado que tú estuvieses muerta en lugar de ella. - Dijo- Si de mí dependiera las dos estarían aquí conmigo. Daría mi vida por traerla de regreso, por reunirlas otra vez. - Le aseguró- Sé que no fui la mejor madre y puede que resulte difícil de creer, pero las he amado a las dos desde que las vi por primera vez. Me empeñé en darles la mejor vida posible, pero nunca me paré a preguntarles lo que ustedes querían. Eso terminó matando a tu hermana, y jamás me lo perdonaré.
Rebecca observó cómo su madre rompía en llanto y sin esperar más se puso de pie para abrazarla. Sus brazos apretaron con fuerza a Rawee mientras esta seguía pidiéndole perdón entre lágrimas. Fue entonces cuando Rebecca se dio cuenta de que su madre también estaba lista para comenzar a sanar, lista para convertirse en una mejor versión de sí misma, lista para poder por fin perseguir su propia felicidad fuera de la coraza que la había mantenido encarcelada toda su vida. Y estaba segura de que todo era gracias a Irin.
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