O
—¿Como va todo allá arriba? ¿Ya pudieron ver algo?— Gritó el perro desde abajo, luego de que los gatos escalaban uno de los arboles en busca de algún rastro de Ricitos.
—¡Aún no!— Exclamó el gato antes de estar a punto de caer, usando sus garras para aferrarse al tronco.
—¿Estás bien?— Kitty detuvo su escalar para mirarlo.
—S-sí, si. Excelente, muy bien— Rio nervioso, tratando de seguir escalando. Pero entonces resbaló y sus patas se soltaron del arbol.
Afortunadamente, Kitty lo sostuvo a tiempo.
—Oye, si querías tener mi mano solo tenías que pedirlo— Bromeó mirandolo con una sonrisa.
—Si...si quieres, puedes subirme cuando sea conveniente.— Sonrió temeroso de que Kitty fuera a soltarlo.
—Ah, ¿Sabes? Estaba recordando la última vez que te ofrecí mi mano— Habló pensativa —Solo que esa vez te dieron escalofríos.—
Gato la miró avergonzado, y entonces ella lo ayudó a subir a una de las grandes ramas del arbol.
—Kitty–– Llamó el gato, haciendo que ella lo mirara atenta —Verás, aquel día... se supone que el Gato con Botas nunca tiene miedo, sin embargo, ante la iglesia de Santa Coloma... fue la primera vez que sentí miedo, así que huí. Y sé que fue un error, Kitty.—
Kitty suspiró, y le sonrió con tristeza.
—Está bien—
—No, no. Fue una cobardía—
—Está bien, yo..—
—Tú, ante el altar—
—Ya basta— Kitty no quería recordar aquel día en ese preciso momento.
—¡Con ese vestido de novia!—
—¡Gato, dije que está bien!— Exclamó, silenciandolo por fin —Yo... tampoco asisití—
Kitty saltó hacia una rama más alta mientras Gato procesaba su respuesta.
—¡¿Qué?!—
Gato la siguió en busca de respuestas.
—¿¡Cómo que tampoco llegaste!?—
—Sabía que no podía competir contra tu verdadero amor—
—¿Quién?—
—Tú mismo: "La Leyenda"— Bajó su sombrero hacia su cara, y simuló las comillas con sus dedos —No quise presentarme ante el.—
Había mentido, por supuesto. Pero no quería que Gato siguiera sintiendose mal por lo que le había hecho.
—Pero, ahora no pareces ser el mismo tipo— Le sonrió antes de quitarle el sombrero y colocarselo.
Sin tocar más el tema, ambos se centraron en buscar a Ricitos desde las alturas. Kitty sabía que quizá decir la verdad hubiera sido mejor, pero prefería ver a Gato tranquilo que verlo bastante angustiado y triste. Costaba trabajo perdonarlo, pero aún lo amaba, y parecía ser que él también... ¿Verdad?
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