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Perrito dejó el mapa delante del forajido anaranjado cuidadosamente. Ricitos ya no parecía interesada en el mapa y Jack yacía en lo más profundo de aquel bolso aparentemente común.

—No sé que hacer con esto, pero si necesitas esas vidas..—

—Gracias, perrito.— El gato con botas tomó el mapa rápidamente.

—¿Sabes? Yo solo he tenido una vida—  El perro lo miró sonriente —Pero compartirla contigo y con Kitty la ha hecho muy especial—

Gato desvió su mirada hacia Kitty, quien lo miró un segundo y después se dio la vuelta.

—Tal vez una vida sea suficiente—

El felino empezaba a reflexionar sobre todo lo acontecido. Quizás debía darle su deseo a Kitty, o a Perrito.

Pero entonces, un silbido se escuchó a la distancia, erizando la piel del Gato con Botas. Ese silbido, esa melodía...

Gato se dió la vuelta lentamente, mirando con horror como el lobo blanco se aproximaba, sonriendo enormemente hacia el. El forajido tembló y su cuerpo apenas logró reaccionar cuando sus ojos regresaron al mapa que sostenía.

La decisión estaba tomada.

—Estrella brillante, radiante...—

Kitty no hizo más que bajar sus orejas, mirando con impotencia y decepción como el que había creído que era el amor de su vida se rendía ante el orgullo.

—Que aparece ante mi fulgurante deseo...— La muerte aceleró el paso, desesperando al felino —Deseo... deseo recuperar mis vidas—

La estrella debajo de ellos se iluminó de forma más potente, al mismo tiempo, el Gato con Botas empezaba a sentir un aura extraña rodearlo. Asustado, sus ojos verdes observaron a Kitty, que cargaba a Perrito y trataba de correr lejos de allí, luego, su mirada volvió a donde se encontraba aquel lobo albino, cuya mirada carmesí se perdió entre el deslumbrante brillo de la estrella del deseo, cegando al gato por un momento.

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Cuando el Gato con botas abrió los ojos nuevamente, la gran estrella azul había desaparecido, dejando una gran marca grabada en la tierra. A su alrededor no habían más que arboles carbonizados. No había rastros de Kitty, Perrito u de Ricitos y los Osos. Estaba solo.

Le tomó unos segundos reaccionar, pero cuando lo hizo corrió hacia la dirección en la cual Perrito y Kitty se habían ido, teniendo la esperanza de poder encontrarlos.

—¡Kitty, Perrito!— Llamaba a gritos, escuchando únicamente el eco de su voz en el sombrío bosque —¡Esperenme!—

La voz del Gato comenzó a quebrarse y sus ojos a cristalizarse. ¿Había tomado la decisión correcta? Ya no lo sabía. Solo quería encontrar a sus amigos, estar con ellos, hablar con Kitty para pedirle perdón.

—¡Gato, gato!—

El felino buscó por todos lados con la mirada a quien lo llamaba, percatandose de que era Perrito corriendo en su dirección a gran velocidad.

—¡Perrito!— Una vez el canino estuvo cerca, Gato lo abrazó con fuerza, sintiendo que el alma le volvía al cuerpo —¡Volviste!—

Gato acarició su cabeza antes de apartarse, y empezar a percatarse de algo extraño. Kitty se lo había llevado, pero, ¿Donde estaba ella?

—Perrito, ¿Donde- —

—É-el se la llevó—

—¿Qué? ¿Quién?—

—¡Él!— Perrito señaló a algún punto detrás suyo, y cuando Gato se dio la vuelta se topó de frente con el rostro de la muerte, asustandolo bastante.

—Hola gatito—

El felino retrocedió aterrado, sintiendo su pelaje erizarse nuevamente.

—¿Qué? ¿Te comió la lengua el perro?— Se burló acercandose cada vez más al gato.

—¡Alejate de mí!— Gruñó el forajido —He recuperado mis vidas, ¡N-no tienes nada que hacer aquí!—

—Tranquilo Gato, ya no vengo por tí— Reveló, confundiendo al felino —He cambiado de objetivo—

—¿De qué hablas?— Cuestionó el felino, expectante —¿¡Donde está Kitty!?—

El lobo levantó su túnica, revelando a una Kitty Patitas suaves inconsciente sobre su brazo derecho.

—¡Kitty!—

Gato quiso tocarla, sin embargo el lobo lo amenazó con una de sus aces, colocando esta frente al gato para evitar que se moviera.

—Quieto ahí Gato— El lobo retrocedió sin bajar la afilada arma —Quieto.—

Kitty fue cubierta nuevamente por la túnica del lobo.

—Ahora ya no me sirves de nada— Habló la muerte —Pero no voy a irme con las manos vacías—

—¡Dejala! ¡Ella no tiene nada que ver!— Suplicó el felino.

—Kitty solo tiene una vida restante— El lobo ignoró sus súplicas —No estará de más que le adelante su hora—

El gato palideció.

—¡No, Kitty!— Trató de avalanzarse sobre la muerte, pero este lo esquivó rapidamente —¡Esto solo era entre tú y yo!—

—¡Eso cambió en el momento en el que huíste y pediste ese deseo!— Exclamó con furia —Me cobraré tu cobardía con la vida de tu novia—

La muerte dejó ver a Kitty otra vez, acariciando con una de sus garras el rostro de la felina inconsciente.

—Pobre de ella, le advertí que terminaría mal— Sonrió con falsa pena —Pero no me escuchó, y mira como terminó—

—Muerte, porfavor, te lo ruego— Gato se puso de rodillas —Llévame a mí, pero dejala fuera de esto—

—Tranquilo Gato— Lo miró con superioridad, levantando el mentón de Kitty lentamente, analizando sus facciones—¿Sabes? Es preciosa, muy bonita, intrépida... Sería una digna compañera de vida para la mismísima muerte, ¿No crees?—

—¡Te voy a- —

Antes de que el gato atentara contra el lobo, unas flamas rojizas rodearon a la muerte y a Kitty.

—La trataré bien Gato— Prometió —No seré como tú—

La muerte lo miró con cinismo, robando un corto beso de los labios de Kitty, empezando a desaparecer entre el fuego rojo ante la expectante mirada del Gato con Botas.

—¡Pero no te sientas mal Gato!— Se rio —Tienes tus nueve vidas, ¡Vívelas bien!—

Y entonces finalmente desapareció, dejando una profunda tristeza en Perrito, y un enorme vacío emocional en el Gato con Botas.

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