O2.O1── LAS MENTIRAS.
CAPITULO 2
––———–┊⁀➷ Las mentiras piadosas siguen siendo mentiras.
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⠀⠀⠀⠀NATE COLOCA UNA FLECHA EN LA BALLESTA, APUNTA Y DISPARA. La velocidad es impresionante, mas no se da el tiempo de respirar siquiera pues repite el mismo proceso varias veces, moviéndose entre las sombras, casi indetectable.
Casi. La palabra clave.
Nathan no es perfecto en muchas cosas para compensar el nunca fallar un tiro. Sabía moverse entre la gente, convencerte de que era alguien completamente distinto a quien era y tú no te percatarías de eso hasta que haya logrado su cometido. Eso lo había aprendido de Natasha y era bueno en eso. Pero había algo en lo que era mejor y eso lo había aprendido de Clint, aquello recaía en una sola frase.
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—Bien, esto se ve muy mal. — Murmura cuando se ve rodeado por cinco mafiosos y con solo una flecha restante, su frente se ve perlada por las gotas de sudor más allá de los rasguños de su rostro y el labio partido que manchan de sangre su piel.
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Nate maldice internamente tras sentir su corazón latir desembocado, sus ojos se mueven rápidamente por todas partes en busca de una salida mientras que su mente elabora un plan de escape que fuera lo menos perjudicial posible.
Lo menos perjudicial posible hubiera sido no haber ido solo, pero vamos, Nathan es Nathan.
Natasha lo habría regañado de haberse enterado. De hecho, lo habría mandado directo a su habitación y lo hubiera dejado sin salir hasta que aprendiera la lección, no sin antes arreglar su error. Volvía a tener 11 cuando la Viuda Negra lo regañaba.
Una flecha violeta vuela hasta aterrizar en medio de la habitación, justo frente a sus pies, la luz parpadeante en el extremo indica peligro.
Cualquiera hubiera pensado que era una flecha explosiva, pero Nate conoce las etiquetas y lanza una flecha gancho al techo antes de que esta explote.
Flecha goma-espuma.
Dejaría a todos inmóviles en el suelo y lo suficientemente anonadados para darle el tiempo suficiente de escapar, era al menos dos veces más pegajosa que la flecha plastilina. Pero eso no explicaba quién la tiró.
Nate ve la sombra de la arquera correr hasta el otro extremo de la habitación para darle una mano y ayudarle a subir al andamio de limpieza.
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—Katherine —el nombre sale en un suspiro. La arquera jala de su brazo, sacándolo de allí antes de que comiencen los disparos. —Si vivimos, recuerdame agradecerte.
—Sí, sí, dejemos eso para después y larguémonos de aquí antes de que lleguen los refuerzos — Kate se había aferrado a su brazo en algún momento y continuaba jalandolo hasta que sus pies tocaron el segundo piso.
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Lo siguiente que ocurre es la huida, como si el mismísimo diablo viniera detrás de ellos, Kate y Nate suben hasta la azotea del edificio y saltan hasta el siguiente, con una caída muy poco heroica. Sin embargo, no fue ahí donde se detienen, pues aun bajan hasta el callejón y suben al auto de Bishop.
No se dieron tiempo siquiera de respirar hasta ese momento, pues ambos tomaron un bar de bocanadas de aire bastante ruidosas antes de que la pelinegra apretara el acelerador a fondo, no pueden darse el lujo de que los atraparan.
Dos.
Tres.
Cuatro.
Y cinco cuadras en total y sepulcral silencio (salvo los claxons de los autos a los que rebasaron). No saben qué decir, porque Kate y Nate no tienen una amistad muy sólida, no podría decir que se odian, pero tampoco que se hablen.
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—Gracias por lo de hace rato...— comienza Nate con un tono desairado, por fin se permite voltear siquiera a ver a Kate. Observa sus delicados rasgos, percibe como la nariz se frunce mientras esta niega, también nota un moretón amarillento en su mejilla que debería tener al menos unos cinco días para alcanzar esa tonalidad, está a punto de preguntarle si eso tenía que ver con lo que lo ocurrido con Clint, pero ella habla antes de que pudiera siquiera insinuar.
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—¿Qué hacías enfrentando a la mafia deportista? No, tengo una mejor, ¿qué haces en Los Ángeles? — Tal vez sonó algo brusca, se arrepiente al instante de ser tan grosera en aquellos momentos.
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Clint era importantísimo para Kate, a pesar de las discusiones tontas que a menudo solían tener, ella lo admiraba y admira muchísimo. Después de todo, fue su inspiración y hasta cierto punto, su mentor. Y Kate no podría ser precisamente la mayor fanática de Nate Campbell, pero tenía la certeza de que su caso debía ser similar al de ella: ambos perdieron a un héroe y mentor.
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—Buscaba pistas de quien asesinó a Barton, ¿y tú qué haces aquí? Natasha me dijo que estabas desaparecida, que Clint murió buscándote. —Eso definitivamente sonó a una acusación acompañada del tono recriminatorio de Nathan, y no, en realidad no quería que sonara así.
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Nathan se arrepiente justo en el momento en que nota las facciones de Kate suavizarse, por un segundo nota cierta oscuridad en el azul de sus ojos, pero la observa fruncir el ceño otra vez.
—Salvar tu trasero ¿no es obvio? — Hace una pausa, como si estuviera tanteando el terreno para decir otra cosa —Natasha me dijo a mi que tú habías desaparecido y que Clint había ido a buscarte y después ya no se reportó.
El rostro de Nate palidece al escuchar aquello, jura que su corazón se detuvo por un instante, o quizás solo se rompió.
La relación de Nathan y Natasha era casi inquebrantable. Al menos desde la perspectiva de Nate, porque tras lo que acaba de escuchar dudaba que fuera algo mutuo.
Pero casi es la palabra clave, ¿no es así?
Nate había confiado plenamente en Natasha desde que la conoció, más allá de su reputación, él solo le creía a ella, porque estaba seguro de que jamás le mentiría. Pero ahora no está tan seguro.
Introduce la llave en la ranura y abre la puerta de la habitación de hotel, perfectamente ordenada, Kate resopla cuando entra y la observa. ¿Por qué era tan... Nate?
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—¿Ya vas a explicarme o seguirás haciéndote el misterioso? — ese tono, a Nate le irritaba un poco ese tono de voz incrédulo y burlón de Kate.
—Natasha me dijo que habías desaparecido, y que Clint murió en tu búsqueda — repite— . Pero ella te dijo que yo era el desaparecido. Nos está mintiendo a ambos — se queda callado un momento bajo la mirada de Kate, la pelinegra que tenía el ceño ligeramente fruncido cambió su expresión un poco, alzando la ceja derecha —. ¿Por qué mentiría?
—Está jugando con nosotros. Ella sabía que no lo descubririamos porque no nos buscaríamos el uno al otro...
—Tenía razón, digo, que nos encontraramos fue coincidencia.
Bien, eso le dolió un poco a Kate, porque ella sí lo habría buscado.
—Pero se confió demasiado, supongo que no contó con que fueras tan idiota como para ir tras la mafia deportista tú solo.
Nate rueda los ojos, sentándose en el sillón de la habitación, dejando un espacio para que la arquera se sentara.
—Para tu información, estaba bien y pude haber salido de allí solo.
Kate resopla con burla, dejándose caer a su lado.
—¿Seguro? Te veías en problemas cuando llegué — comenta burlesca, girando su cabeza para ver al muchacho que juguetea con sus dedos por mera ansiedad.
—Fue un contratiempo, lo tenía todo bajo control. En fin, no estamos hablando sobre mi, hablamos sobre que Natasha nos mintió porque nos está ocultando algo y yo quiero saber que es y por qué — recargando sus codos sobre sus rodillas, Nathan se pasa las manos por el cabello oscuro, Kate imita su primera acción, solo que ella pone su rostro sobre sus manos y lo gira entorno a Nate.
—Bueno, ¿te parece si descubrimos que esconde la espía más letal del mundo, Robin? — dice la arquera con aquel tono juguetón y tentador que seguramente les llevaría a un mar de problemas en un barco sin timón, donde no tendría ni un solo ápice de control.
—Es una misión suicida... Hagámoslo, Hawkeye.
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Y ambos estrechan sus manos, cerrando el trato más peligroso que habían hecho hasta ahora, solo que en ese momento no lo saben, y de saberlo ni siquiera los detendría.
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