Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16; Te partiré la boca.


Desde que Emma había accedido a salir con él, Alex se sentía extrañamente intranquilo. Era una mezcla incómoda de impaciencia, euforia y pavor que atenazaba sus nervios. Si tenía que ser sincero con él mismo, no estaba seguro de sentirse cómodo con semejante estado de excitación. Probablemente porque ni aun intentándolo era capaz de recordar la última vez que se había sentido de forma similar.

Quizás de crío, cuando su familia estaba intacta y se acercaban las navidades o su cumpleaños. Pero hacía tanto de aquello que parecía un sueño lejano, y ni siquiera él creía que en aquella época hubiese sentido algo parecido a lo que sentía en la boca del estómago cada vez que veía a la pelirroja.

— ¿Se habrá largado ya? — Preguntó Weasel sacándolo de sus pensamientos secretos.

— Por millonésima vez Noooo. Su coche está ahí aparcado. — Dijo Myers con voz monótona sin apartar la mirada aburrida de su teléfono móvil. Estaba matando el tiempo jugando a Candy Crush apoyado sobre la corteza de un enorme árbol que decoraba los jardines de la universidad.

— ¡¿Y cuándo cojones va a salir?!

El ceño de Myers se frunció ligeramente al dedicarle una mirada soslayada.

— ¡Y yo qué sé! ¿Por qué tienes tanta prisa?

— Porque mi vida no gira entorno a ti hermano. — Respondió Weasel frustrado. — Había quedado con un bombón sureño para almorzar. Y en lugar de eso estoy aquí perdiendo el tiempo contigo. Si me hubieses dejado llamarlo para quedar con él...

Alex inhaló pacientemente.

— Ya te lo he dicho hermano, si lo aviso mi plan no sirve una mierda. — Afirmó él mientras reventaba hileras de caramelos con presteza.

La mirada de Weasel abandonó la puerta de acceso y se centró en el rostro de Myers. Emitió un suspiro exasperado.

— ¿Y se puede saber en qué consiste ese plan? Porque no paras de repetir lo mismo como un puto papagayo, pero no me aclaras nada.

Myers se apartó el pelo de los ojos con un movimiento rápido, dejando así de mirar la pantalla de su teléfono.

Sabía que no podía posponerlo ni un segundo más. Había conseguido arrastrar a Weasel hasta los jardines del edificio en el que Jeremy estudiaba, pero no le había explicado los motivos por los que necesitaba ver a su corredor de apuestas con tanta urgencia.

— Necesito que cuando Jeremy salga de sus clases — explicó—, te acerques a él y lo distraigas. No quiero que me vea hasta que no esté a su lado.

El chico barbudo, contempló a Myers con el ceño fruncido y mirada confusa. Alex, ignoró el escrutinio al que estaba siendo sometido y se guardó el teléfono en el bolsillo de su chaqueta antes de cruzarse de brazos y centrar su atención en la puerta acristalada del edificio principal. Pero Weasel no podía apartar su mirada de él.

Si había alguien que conocía a Alex en profundidad, ese era Weasel. Myers y él eran más que amigos. Les gustaba considerarse hermanos de sangre. Sus madres habían sido amigas desde pequeñas por lo que se habían criado juntos. Siempre que a alguno le ocurría algo, el otro lo sentía como si le sucediese a él mismo. Alegría, dolor, pérdida, miedo...daba igual, siempre habían estado el uno para el otro. Se habían apoyado en los momentos más duros de sus vidas, y jamás se habían cuestionado su lealtad. Eran capaces de leerse mutuamente la mente con solo una mirada. Antes de que Myers dijera una palabra o reaccionara a algún comentario, Weasel ya sabía lo que iba a ocurrir. Alex era como un libro abierto para él. Pero últimamente su amigo parecía estar escrito en un idioma distinto, un lenguaje que Weasel era incapaz de comprender. Y eso lo tenía desconcertado.

— Tío te comportas últimamente de una forma que pareces otro. — Dijo finalmente. — ¿Desde cuándo temes que un niño rico como Jeremy te vea venir?

El rostro de Myers se tensó ligeramente. Su mirada gélida e iracunda se centró en Weasel.

— Sé lo que insinúas y te equivocas. Sabes de sobra que Jeremy no es rival para mí. Pero tiene unas fotografías en su teléfono que necesito conseguir antes de que se las envíe a otro dispositivo. Si me ve, sabrá por qué estoy aquí. Por eso quiero pillarlo por sorpresa, necesito conseguirlas.

Las cejas de Weasel se alzaron hasta donde nacía su cabello rapado.

— ¿Tú necesitas conseguirlas? — Preguntó con cierto tono de incredulidad. — ¿Qué hay en esas fotografías?

Los ojos de oro líquido de Alex le dedicaron a Weasel una mirada soslayada.

— Al parecer estoy yo con...una amiga. — Myers se encogió de hombros con aparente desinterés sin apartar la mirada de la puerta de acceso del edificio. — La está chantajeando y me ha pedido ayuda.

Una chispa de comprensión atravesó la mirada de Weasel.

— Entiendo... — Weasel fue incapaz de disimular la sonrisa burlona. — ¿Y esa amiga no será por casualidad una pelirroja tocapelotas, con cara de ángel, lengua de víbora y de esta altura, verdad? — Se mofó con entusiasmo.

Myers, mordiéndose el labio para ocultar su sonrisa, le sujetó la mano y la bajó un poco más, hasta colocarla a la altura de la base del cuello de Weasel.

— Más bien de esta altura.

Weasel lo observó con socarronería.

— Ya veo... ¿Y qué te ha ofrecido esa "amiga" — Dijo dibujando en el aire con los dedos unas comillas — a cambio para conseguir tu ayuda?

Myers, apartó la mirada de su amigo enfundándose en su máscara de indiferencia.

— ¿Qué te hace pensar que quiero algo a cambio?

Weasel emitió un bufido.

— ¡Vamos tío! Los dos sabemos que no eres un buen samaritano.

La comisura derecha del labio de Alex se tensó, mostrando así su sonrisa más canalla.

— Ha accedido a tener una cita conmigo si las consigo. — Indicó Alex.

Weasel lo contempló perplejo durante unos segundos. Los ojos desorbitados, los labios entreabiertos...

La sorpresa inicial que transmitía su rostro dio paso a la incredulidad, transformando a su vez sus facciones en una máscara de diversión absoluta. Y por más que Weasel trató de evitarlo, no lo consiguió. La carcajada que salió de sus labios fue tan estruendosa que consiguió sobresaltar a Myers.

— ¿De qué cojones te ríes? — Preguntó Alex mientras una marcada arruga aparecía entre sus cejas.

— De nada. — Consiguió articular Weasel sin poder parar de reír. — Simplemente pensé que jamás te vería así.

— ¿Así cómo gilipollas? — Preguntó Myers con voz irritada. Las carcajadas de Weasel estaban poniéndolo de los nervios.

— Haciendo de chico de los recados para conseguir a una tía.

Myers estuvo a punto de asestarle a Weasel un golpe en el estómago para que dejase de burlarse de él. Pero el inconfundible sonido de voces parloteando a su alrededor, le indicó que las clases habían terminado y que Jeremy estaría a punto de aparecer.

Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, ignoró las carcajadas de su amigo, y comenzó a analizar a todos aquellos chicos adinerados que paseaban alegremente por el campus con sus libros en los brazos.

En la distancia Alex vio el pelo oscuro de Jeremy y la sonrisa de niño bueno que empleaba para engatusar a las féminas. Gesticulaba con las manos, caminando tranquilamente junto a una chica alta y delgada, con el cabello rubio descolorido, rasgos asiáticos y sonrisa radiante.

Alex se incorporó.

— Deja de reír imbécil que ya está allí. — Le dijo a Weasel, quien aún trataba de calmar la risa. — Sorpréndelo por aquel lado — ordenó señalando con el mentón. — Yo lo haré por detrás.

— Faltaría más... — Se burló Weasel. — no me perdonaría ser el responsable de que perdieras un premio tan suculento.

Alex le asestó una patada en el trasero, lo que solo propició que la risa de su amigo ascendiera tres octavas cuando saltó para tratar de evitarla. Mientras se alejaba, Myers observó cómo los hombros del barbudo aún se agitaban por la risa residual.

Jeremy, quien ignoraba la que se le venía encima, desplegaba todos sus encantos para intentar conseguir que Ishi, la mejor alumna de la clase, le ayudara a subir nota corrigiendo su trabajo sobre cómo diseñar edificios resistentes a los terremotos en zonas montañosas.

La chica, que inicialmente mostraba mucha más reticencia, parecía sucumbir lentamente a los halagos de Jeremy. Y lo que inicialmente había sido un "no" rotundo, poco a poco se había ido transformando en un coqueteo con el que Jeremy estaba más que familiarizado. Él casi podía saborear su victoria, cuando algo lo distrajo de su objetivo. Por la periferia vio acercarse a alguien que le resultó familiar. Sus ojos, extrañados, se deslizaron reticentemente de la chica rubia a la persona que se aproximaba a él.

No podía ser. ¿Pero que...?

Sus ojos se desorbitaron observándolo con expresión estupefacta. Y el trabajo, su nota e Ishi desaparecieron de su mente.

— ¿Weasel? — Inquirió Jeremy con cierto grado de confusión cuando el chico barbudo estuvo lo suficientemente cerca como para escucharlo. — ¿Qué haces aquí?

— Yo también me alegro de verte Jeremy. ¿No me presentas a tu amiga? — Preguntó deslizando la mirada de arriba abajo por el delgado cuerpo de la chica.

Jeremy pestañeo confuso.

Ella lo evaluó con mirada crítica preguntándose sin duda qué relación podía tener alguien como Jeremy con semejante tipejo.

— Soy antisocial. No me gusta conocer gente nueva. — Soltó de forma insolente, consiguiendo que la sonrisa de Weasel se ensanchara. — Ya nos veremos Jeremy. — Dijo con tono dudoso antes de marcharse dignamente con pasos acelerados.

— Uffff...tiene garra. Me gusta. — Admitió Weasel antes de apartar la mirada divertida de ella lentamente.

— ¡Tío acabas de joderme la vida! — Exclamó Jeremy, mientras que sus manos se frotaban el cuero cabelludo de forma descontrolada. Acababa de perder la oportunidad de que Ishi lo ayudara. Y por la forma en que la chica se había despedido, la mirada espantada y el tono de su voz, Jeremy supo que jamás lo conseguiría.

— No me culpes a mí de lo que consigues tú solito Jer.

La mirada lastimera de Jeremy se posó nuevamente en Weasel.

— ¿De qué hablas?

— Jeremy... Jeremy... Jeremy. — Dijo la voz de Myers a su espalda.

La actitud de Jeremy cambió. Su rostro se volvió ceniciento. Apartó la mirada de Weasel e irguió la espalda tensionando todos sus músculos cuando la férrea mano de Alex presionó con fuerza desmedida su hombro. El chico trató de disimular el gesto de dolor que le deformó el rostro, pero no lo consiguió.

— Me han llegado noticias de que tienes una afición nueva. — Dijo Myers con tono de voz tranquilo, pero Weasel, que conocía a Alex a la perfección, percibió la gélida escarcha en su voz. — ¿Vas a abandonar tus estudios para dedicarte a la fotografía?

La mano de Alex abandonó su presa, y sus labios mostraron una sonrisa que no llegó a sus ojos.

La temerosa mirada de Jeremy osciló entre Weasel y Myers, tratando de calibrar el peligro real que corría.

Myers se sintió satisfecho ante la más que evidente turbación que Jeremy sentía.

— ¿Qué? ¿De qué hablas tío? — Preguntó finalmente Jeremy forzando una sonrisa nerviosa.

El rostro de Alex era una máscara totalmente inexpresiva para todo aquel que no lo conociese. Pero Weasel pudo ver el destello de absoluto desprecio que atravesó su mirada ambarina. Si había algo que Myers detestaba era que lo tomaran por estúpido.

— Hazte un favor y no lo obligues a refrescarte la memoria Jeremy. — Ordenó Weasel con cierto humor amargo.

— ¿Te refieres a...Emma? — Dijo finalmente, tras unos segundos de vacilación. Jeremy agitó una mano temblorosa para quitar importancia a la situación. — ¡Joder Myers! ¿Desde cuándo defiendes a las zorras con las que te enrollas?

Los impresionantes ojos de Myers destellaron de rabia. Su boca se tensó. Y se movió tan rápido que Jeremy fue incapaz de comprender lo que ocurría hasta que no fue demasiado tarde.

Las tintadas manos de Alex se pusieron blancas al sujetarlo por la camisa. Una fuerza desmedida lo obligó a retroceder en contra de su voluntad. Su pulso se aceleró acongojado, y su rostro se contorsionó en una mueca de dolor cuando su cabeza y todo su cuerpo se estrelló contra uno de los muros enladrillados del edificio principal.

El rostro amenazante de Myers estaba a menos de quince centímetros del de Jeremy.

El chico comenzó a temblar.

— ¡Myers!...No...— Weasel, alarmado, sujetó a su amigo del brazo, poniendo todo su empeño en apartar a Myers de su presa. Pero era imposible. Cuando Alex entraba en un estado de furia como en el que se encontraba en aquel momento, interponerse en su camino era tan estúpido como tratar de apartar a un león hambriento de su captura.

— Tío, lo siento, pensé que era otra más, que no te importaba. — Aseguró Jeremy con voz estrangulada.

— Pues me importa. Y mucho. — Aseguró Alex con furia contenida. Era la primera vez que lo admitía en voz alta, y supo que jamás había dicho algo tan cierto como aquello.

La preocupación de Weasel por su colega, superó con creces la que podía sentir por su propia integridad física. Estaban en la puerta de la universidad. Decenas de personas habían comenzado a ralentizar su paso y a centrar su atención en el chico tatuado que agredía a uno de los suyos. Algunos habían comenzado a sacar sus dispositivos móviles.

¡Joder! ¡Cualquiera podría grabarlo y denunciarlo! ¡Myers no podía permitirse que lo arrestasen de nuevo!

— Myers, suéltalo. Te están mirando todos. — Le ordenó Weasel entre dientes con evidente preocupación, mientras su mirada ansiosa se trasladaba de forma acelerada entre su amigo y los rostros curiosos de los alumnos que permanecían atentos a lo que sucedía. — He dicho que lo sueltes ¡joder! — Exclamó cuando Myers no movió un músculo, colocando la mano sobre el pecho de Alex, presionando con todas sus fuerzas para obligarlo a retroceder.

Alex, tras unos segundos de vacilación, obedeció. Lo soltó del cuello con un movimiento brusco, como si el hecho de tocarlo le hubiese provocado una descarga eléctrica.

Jeremy, desconcertado, trataba de calmar el alocado latir de su corazón mientras que era testigo mudo de cómo Alex le registraba la mochila frenéticamente.

Weasel, alucinado, también observaba a su colega que parecía haberse vuelto loco abriendo cremalleras y rebuscando en cada rincón como un puto policía en busca de un alijo de drogas.

Myers, frustrado por no encontrar el aparato, dejó caer la mochila al suelo. Cerro los ojos unos segundos, con el rostro alzado al cielo mientras se frotaba la cabeza con las manos.

— ¿Qué pasa? ¿No tenéis clases? ¡Largaros joder, que aquí no ha pasado nada! — Exclamó Weasel al coro de curiosos que se había concentrado a su alrededor. — ¡He dicho que os larguéis!

La muchedumbre comenzó a dispersarse.

Alex exhaló furioso.

Cuando sus ojos se abrieron, Jeremy comprobó espantado que su mirada habían recuperado la determinación y la rabia de la que había hecho gala segundos atrás. De una zancada se precipitó sobre él. Jeremy, asustado, trató de alejarse de Myers, pero no fue lo suficientemente rápido.

— ¿Dónde cojones lo tienes? — Preguntó malhumorado fijando en sus pupilas su mirada envenenada.

Sintió las enormes manos de Alex palpándole el cuerpo. El tacto de Myers chocó contra el teléfono móvil que reposaba plácidamente en el bolsillo del pantalón del chico. Con un movimiento brusco lo arrebató de su escondite. Rebuscó en sus archivos hasta dar con las fotografías y las eliminó, no sin antes transferirse las copias.

Alex le estrelló el aparato violentamente contra el pecho, haciendo que Jeremy retrocediera unos pasos, volviendo a chocar una vez más contra el muro.

— Si vuelves a molestarla...te partiré la boca. — Sisó. — O mejor... — Mostró una sonrisa amarga. — Informaré a tu padre de tus actividades extracurriculares.

Los rallos de sol impactaron contra los irises ambarinos de Alex, dándole a su rostro un aspecto feroz, casi animal.

— ¿Queda claro? — Inquirió con tono amenazante.

Jeremy, atemorizado, asintió precipitadamente.

Alex se alejó dando un paso atrás. Sus labios forzaron una sonrisa presuntuosa.

— Sabía que llegaríamos a un acuerdo. — Afirmó antes de girarse y alejarse del lugar con un Weasel furioso junto a él.

— ¿Te has vuelto loco? —Preguntó su amigo molesto. — ¿Sabes cuantos móviles había grabándote?

— Cálmate. No iba a hacerle nada. Lo tenía controlado.

Weasel bufó mientras negaba con la cabeza.

— Controlado...Casi le partes la cara delante de media universidad... — Repuso indignado.

Alex lo miró con las cejas enarcadas.

— No ha pasado nada ¿no? Pues cálmate de una puta vez. — Dijo ajeno por completo a la mirada agria que Jeremy le dedicaba. Pero es que Myers no podía ni llegar a imaginar, el nivel de odio que anidaba en el interior de Jeremy.

El chico detestaba la seguridad en sí mismo que Alex desprendía. La forma en que levantaba el respeto allá donde pisaba. La invulnerabilidad de la que hacía gala en cada combate y en su día a día. La arrogancia de su comportamiento. La forma que tenía de creerse superior al resto de personas. Con él, sin ir más lejos, se comportaba siempre de esa forma tan despreciable. Como si Jeremy no fuese más que un molesto chicle pegado a la suela de su zapato. ¡Cuando en realidad era él quien no llegaba a Jeremy ni al tobillo! ¡¿Quién se creía que era para ir a su universidad y ponerlo en evidencia delante de todos sus conocidos?! Se había pasado de la raya. Y aquello no quedaría así, porque por fin, después de muchos meses de agravios, había descubierto una debilidad. Un punto débil donde atacarlo. Y aunque él solo no sería capaz de conseguir su venganza, conocía a la perfección a la persona idónea que le ayudaría a borrarle a Myers esa sonrisa petulante de los labios para toda la vida.

Jeremy recogió su mochila del suelo con un movimiento brusco que no contrastaba para nada con la sonrisa siniestra y satisfecha que mostraban sus labios.

Myers, que bajo ningún concepto podía llegar a imaginar las intenciones de Jeremy y hasta qué punto estas zarandearían su mundo, sujetó su teléfono entre las manos, y le envió un mensaje a Emma con una sensación triunfante en el pecho.

« Problema solucionado. Jeremy no volverá a molestarte. ¿Dónde te recojo esta noche?»

Emma sintió cómo un desbocado nerviosismo aceleró su corazón cuando leyó el mensaje de texto. Pero esa agitación no fue nada en comparación a lo que sintió cuando con piernas gelatinosas se encaminó al lugar en el que había quedado con Myers.


Quiero agradecer vuestra paciencia y vuestra espera en esta historia. Quería que este capítulo tratara sobre la cita de Alex y Emma. Había comenzado a escribirla, pero no podía saltarme algo tan importante como este encuentro entre Myers y Jeremy. Es bastante relevante para la trama de la historia. Supongo que por eso me ha costado tanto escribirlo, porque no era lo que quería en realidad, jijijijiiji

Lo bueno es que no creo que tarde demasiado en actualizar de nuevo porque tengo la mitad del próximo capítulo ya escrito y estoy ansiosa por compartirlo.

Muchas gracias por leerme, por cada comentario y por cada voto. Me alegráis el día.

Nos leemos!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro