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Capítulo 12; Guerra de titanes.

En cuanto accedió al interior del edificio abandonado, se cuestionó si había sido una buena idea haber aceptado ir a un antro como aquel. En otra época, el edificio debió ser un hotel lujoso y elegante, pero el tiempo y la dejadez lo había convertido en el lugar más tétrico al que Emma había ido en su vida.

Mientras se adentraba en las entrañas de la construcción en penumbras, sintió cómo las paredes en ruinas y mohosas de lo que en su día fueron los pasillos que daban a las cocinas y a los almacenes del personal, la aprisionaban con cada paso. El pasadizo medio derruido por el que caminaban era lóbrego, lleno de polvo y suciedad. E incluso a través de la escasa luz que se filtraba por las ventanas taponadas pudo distinguir las diminutas formas de las cucarachas reptando a toda velocidad por el irregular suelo que pisaban. Estaba agrietado, lleno de piedrecitas y restos de vidrios rotos.

— ¿Crees que estamos en el lugar correcto? — Inquirió Emma sin atreverse a alzar la voz. Se sentía como una impostora que allanaba una propiedad privada. Si sus padres se enteraban alguna vez de aquello...

— Por supuesto que sí. — Afirmó Jasson categóricamente. — Mis fuentes son fiables al cien por cien pequeña.

El chico no podía disimular lo eufórico que se sentía, él había sido el encargado de averiguar dónde se celebraba el encuentro porque Emma se había negado en rotundo a llamar a Myers.

— ¿No podrían haber elegido un lugar menos repulsivo? — Preguntó la voz de Alice que no se molestó en enmascarar la aversión que sentía. El único motivo por el que la mulata se encontraba en aquel pasadizo era para averiguar si Jeremy había sido sincero con ella.

Emma en cambio...no tenía muy claras cuales habían sido sus razones. O puede que sí las supiera pero no quisiera aceptarlas. Durante aquellos días había tratado de convencerse de que lo hacía para devolverle a Myers su chaqueta, pero ni ella misma había conseguido creerlo.

— Claro que sí, el centro de la plaza Olvera hubiese sido un lugar mucho más adecuado. — Respondió Jasson con mordacidad.

— Mantén esa bocaza cerrada y sigue caminando. Odio los espacios cerrados y lo sabes. — Lo apremió Alice malhumorada.

— Tranquila señorita Chanel. Estamos cerca. — Puntualizó Jasson emprendiendo de nuevo el camino. — ¿Escucháis?

Emma agudizó el oído y poco a poco comenzó a escuchaba un griterío agitado que les indicó el lugar correcto por el que debían caminar.

A tientas, siguieron caminando por el pasillo por el que serpenteaban, hasta que de repente, al fondo, Emma divisó un tenue resplandor amarillento.

Los chicos aceleraron el paso, ansiosos por abandonar aquel laberinto apestoso.

El tétrico corredor dio paso a una enorme sala iluminada por luces de obra que acorralaban a una muchedumbre histérica que no paraba de gritar los nombres de Myers y Moody mientras agitaban los brazos en el aire intercambiando dinero.

El putrefacto olor a humedad había quedado atrás y ahora era sustituido por una mezclaba de sudor y humo. El resultado era una esencia repulsiva que envolvió a Emma como un abrazo indeseado. Mientras trataban de abrirse paso entre los asistentes Emma recibió innumerables codazos y pisotones. Pero incluso así, Emma no pudo evitar sentir una extraña excitación. La agitación propia de saber que estaba haciendo algo tentadoramente prohibido.

— ¡Vamos a intentar colocarnos en aquel espacio de allí! — Exclamó Jasson señalando a algún punto que Emma no consiguió localizar.

Su amigo la sujetó con más fuerza del brazo para guiarla a través de la multitud, y ella a su vez agarró a Alice como un águila a su presa para asegurarse de no perderla. Había muchísima más gente de la que inicialmente podía parecer, y los gritos que escuchó en el pasadizo, aumentaban sus decibelios conforme se adentraban en el recinto. La vibrante expectación de todos los asistentes era casi palpable, tanto, que Emma se sintió contagiada de la emoción que la rodeaba.

De repente el inconfundible sonido de la voz de Jeremy se alzó a través de un megáfono, retumbando en cada rincón de la estancia, eclipsando el griterío de la multitud.

— ¡Bienvenidos una noche más a la guerra de Titanes! — Los gritos de la muchedumbre enloquecieron a un ritmo febril mientras que Emma buscaba frenéticamente el lugar de donde provenía la voz. — ¡Hoy es una noche especial amigos! ¡Tenemos con nosotros a dos de los mejores luchadores de la ciudad!

— Lo mato. ¡Te juro por Dios que lo mato! — Exclamó Alice con mirada homicida, incapaz de dejar de observar a su novio con incredulidad.

Jeremy, ajeno por completo al hecho de que Alice lo estaba observando, mantenía el megáfono pegado a los labios desde su posición privilegiada en lo alto de una enorme silla.

Emma observó el rostro desencajado de su amiga, y pensó que si la chica estuviese a punto de ser fusilada no tendría peor aspecto.

— ¡La diversión está garantizada y las apuestas quedan cerradas! — Continuó él ajeno a las miradas asesinas que Alice le dedicaba. — Así que ya sabéis ¡Prohibido acceder al ring o tocar a los luchadores! La única pelea permitida es la que tendrá lugar en el cuadrilátero. Una vez comenzado el combate no se podrá cambiar la apuesta. Quien no cumpla estas normas será expulsado sin un puto dólar. ¿Entendido? — El nivel de ruido se volvió ensordecedor, y Jeremy se vio obligado a alzar la voz un poco más. — Y sin más preámbulo, démosle la bienvenida que se merece al campeón estelar del equipo universitario de la UCLA ¡Oleksandeeeer Mooooody!

Las ovaciones y los aplausos que siguieron al nombre de aquel chico obligaron a Emma a ponerse de puntillas para poder ver lo que sucedía.

El gentío se dispersó en los laterales, formando un pasillo para permitir al luchador acceder al cuadrilátero.

Moody era una mole inmensa, tan ancho como alto que caminaba con parsimonia, deleitándose con los aplausos, caminando recto, confiado, con una amplia sonrisa en el rostro, alzando los brazos en forma de victoria, como si ya hubiese ganado la pelea. Cuando llegó al centro del cuadrilátero dio una vuelta saludando al público, encantado con la ovación recibida.

Alex, mientras tanto, permanecía escondido en una de las habitaciones que en otra vida habían servido como vestuario de los empleados, esperando escuchar cómo la voz amplificada de Jeremy lo presentaba. Escuchaba el bullicio de la multitud en el exterior y supo por el estruendo, que el recinto debía estar a rebosar. Aquello era una buena señal. Si conseguía ganar aquella pelea estaría mucho más cerca de saldar su deuda. Sabía lo que se jugaba, sabía que debía concentrar toda su atención en aquel cuadrilátero. Pero aun así, en su mente se colaba serpenteando una y otra vez la misma insistente pregunta, ¿estaría ella entre aquella multitud?

— ¿Me estás escuchando? — Preguntó Weasel al tiempo que le daba un par de toquecitos en la cara, haciéndolo volver abruptamente a la realidad.

— Sí, joder. — Respondió Alex molesto mientras de un movimiento brusco se alejaba del toque de su amigo.

Weasel exhaló una gran bocanada de aire mientras contemplaba a su amigo con ojo crítico.

— Oye. Olvídate de todo lo que no tenga que ver con la pelea Myers. Te juegas mucho hermano. Recuerda lo que hemos hablado. — Le advirtió Weasel mientras le ayudaba a rodearse las manos con cinta. — Este tío es famoso por pelear con una agresividad fuera de lo común, no le des la más mínima oportunidad de llegar a ti. — Myers asintió. — Utiliza su propia fuerza y pelea con inteligencia. No le quites la vista de encima y no permitas que te arrincone ¿me has entendido? — Alex volvió a asentir. — No lo subestimes.

La voz de Jeremy volvió a resonar fuerte y clara por encima del gentío.

— ¡Nuestro siguiente campeón no necesita muchas presentaciones! ¡Chicos sujeten a sus novias y señoritas sujétense las bragas porque de nuevo tenemos entre nosotros a Alex terremoto Myers!

Alex sintió cómo el corazón le daba un acelerón tan brusco que quedó momentáneamente sin respiración.

Llegó el omento. Se dijo.

Cerró los ojos unos segundos, expulsó una gran cantidad de aire por la boca y se puso en pie. Dio un par de saltos y estiró el cuello de lado a lado segundos antes de salir de la habitación en la que estaba escondido.

Mientras accedía al centro de la sala, trató por todos los medios de no mirar alrededor, pero fracasó estrepitosamente, y se arrepintió de no haber sido más constante. Allí había muchísima más gente reunida que en cualquier otra pelea en la que él hubiese luchado. Debía haber muchísimo dinero en juego, y él necesitaba ese dinero más que respirar.

No sin esfuerzo ignoró la corriente eléctrica que le recorrió la columna vertebral y que le oprimía los pulmones. Y se esforzó por transmitir una tranquilidad que para nada sentía.

Mientras se adentraba a través del pasillo que había entre el público Myers vio a su grupo de amigos que le vitoreaban y le animaban desde la primera fila. Odd le dio un apretón en el hombro cuando pasó frente a él y exclamó...

— ¡Dale su merecido!

Bianca, que estaba junto a él, le dedicó una sonrisa seductora.

Alex escuchó la voz de Weasel a su espalda.

— ¡Demuestra lo que vales!

El volumen de gritos se disparó cuando él apareció en escena. Emma, volvió a ponerse de puntillas para poder ver a Alex con claridad. Myers caminaba con el torso desnudo, mostrando su figura atlética y cómo su musculatura definida se tensaba bajo su piel tatuada. Intentó evitar fijarse en su abdomen plano y duro, en sus hombros anchos, en su cintura estrecha, en los intrincados dibujos que decoraban aquel escultural cuerpo. Pero no lo consiguió.

El pulso de la chica se disparó mientras lo contemplaba. Myers transmitía tanta seguridad en sí mismo que resultaba extremadamente seductor. Muy a su pesar tuvo que admitir que Jasson tenía razón, aquel chico era la definición gráfica de la lujuria.

Cuando llegó al centro del ring, Alex se acercó a su contrincante y sin mediar palabra chocaron los puños a modo de saludo. Emma no pudo evitar sentir una sensación pesada en el centro de su estómago cuando comprobó la diferencia de tamaño que había entre los dos chicos. Moody le sacaba una cabeza a Alex, pero a este no parecía importarle.

Myers mostró media sonrisa displicente, su adversario lo asesinó con la mirada en respuesta.

La pose de Moody, y el rictus severo de su rostro denotaban lo sediento de sangre que se encontraba. Myers en cambio, parecía completamente relajado.

Un sonido estridente dio comienzo al asalto.

Alex retrocedió dos pasos en el momento justo en que Moody se lanzó contra él, consiguiendo así esquivar lo que sin duda habría sido un golpe brutal. Myers consiguió mantenerlo a cierta distancia con un derechazo que su contrincante encajó sin pestañear. Moody arremetió con una agresividad desconcertante, pero Alex, rápido como la luz, consiguió agacharse a tiempo y asestarle otro golpe en el costado. Moody se desinfló como un globo y Myers aprovechó para lanzarle varios derechazos.

La muchedumbre enloqueció cuando Moody consiguió librarse de los golpes de Alex y estrellar su puño izquierdo contra la mandíbula de Myers.

Emma, con la mirada desorbitada, se llevó las manos a la boca y ahogó un grito.

Alex, escupió algo de sangre al suelo antes de lanzarle un gancho de derecha con una fuerza homicida que consiguió impactar contra la nariz de Moody. Este intentó devolverle el puñetazo, pero Myers fintó y el golpe terminó en el aire. Aprovechando la leve ventaja, Alex le asestó varios golpes rápidos en el rostro y en el costado.

Emma jamás había contemplado algo similar en toda su vida, y se sintió excitada y horrorizada en partes iguales. Recibía codazos y golpes de la gente que chocaba contra ella al intentar ver mejor lo que sucedía. Pero no le importaba. Todo lo que quería era seguir contemplando la pelea.

Aquello era demencial, los golpes y los gritos se solapaban unos sobre otros. Myers encajaba los puñetazos como podía, pero Moody era mucho más brutal en sus envistes. Moody trató de acorralar a Alex en un rincón, pero este fue más rápido y consiguió asestarle varios golpes certeros y así escabullirse por el lateral.

Cuando su contrincante se giró Myers lo recibió con un fuerte revés. Moody comenzó a sangrar de forma descontrolada por una herida que se le había abierto en la ceja y que le impedía ver con claridad. Intentó defenderse desesperadamente, pero Alex aprovechó la discapacidad visual de su oponente para asestarle media decena de golpes consecutivos en el abdomen. Cuando el chico se inclinó para tratar de protegerse, le lanzó un derechazo que impactó plenamente en su mentón.

Moody, cayó de rodillas a la improvisada lona. Cabizbajo.

En cuanto Alex vio la mirada nublada de su contrincante supo que había vencido. A los dos segundos Moody se desplomó sobre el suelo como un muñeco de trapo.

Un silencio atronador se apoderó de la desconcertada muchedumbre que abarrotaba la improvisada sala.

Alex, con la respiración agitada y las gotas de sudor recorriendo su cuerpo, giró el rostro levemente hacia el público. Entre el gentío impactado, distinguió un inconfundible cabello de color fuego.

Su mirada se clavó en ella. En sus expresivos ojos desencajados y en sus labios entreabiertos por la sorpresa.

Myers se sorprendió al sentir cómo su corazón se desbocaba al verla. Una extraña felicidad se apoderó de él. No solo había conseguido gran parte del dinero que le debía a Krosso, sino que la pelirroja estaba allí, había ido a verlo a él.

Emma, como el resto de los asistentes estaba impactada, con la mirada fija en el cuerpo desmadejado de Moody que yacía en el suelo. Alzó la vista lentamente, y al hacerlo se topó con la penetrante mirada ambarina de Alex, que la atravesaba en la distancia. Su corazón se aceleró bruscamente. Sintió como si estuviese viendo al chico por primera vez, pero no era Alex el que había cambiado.

Un extraño cosquilleo le recorrió la columna vertebral cuando él, sin apartar la mirada de sus ojos, esbozó lentamente media sonrisa canalla e insolente que a Emma le resultó cegadora.

Con su sonrisa el público volvió a la vida, los gritos y los empujones se solaparon unos con otros. Pero Emma ni escuchaba ni sentía, estaba hipnotizada.

— ¡Y señores y señoras! ¡El indiscutible vencedor de esta lucha de titanes es ni más ni menos que Alex terremoto Myeres! — Vociferó un Jeremy exultante.

Entonces se desató la locura, la muchedumbre avanzó hasta donde se encontraba Myers deseosos de un poco de atención por parte del campeón de la noche, y él se vio forzado a apartar la mirada de la chica y abrirse camino desesperadamente por el mismo lugar por el que había aparecido minutos atrás.

Weasel y Odd, después de felicitarlo con abrazos y gritos de alegría, se encargaron de ir dando empujones para tratar de despejarle el camino, aunque no era tarea sencilla. Una oleada de brazos trataban de abrirse paso entre su séquito deseosos de tocarlo y felicitarlo.

Cuando Alex llegó a la puerta de la habitación donde debía guarecerse, se giró repentinamente, sujetó a Weasel por el hombro y alzó la voz para hacerse escuchar.

— ¡La pelirroja ha venido! ¡Está cerca de donde Jeremy está situado! ¡¿Puedes traerla?!

Su amigo se separó levemente de su agarre. Sus ojos centellearon al mismo tiempo que le mostraba una sonrisa socarrona.

— ¡Tú y yo tenemos una conversación pendiente sobre esa chica! Los sabes, ¿no?

Alex le devolvió la sonrisa.

— ¡Tú limítate a traerla!

Una estruendosa carcajada salió de las cuerdas vocales de Weasel antes de obedecer y perderse entre el mar de asistentes.

Myers se encerró en el interior del antiguo vestuario con el corazón a mil por hora. Estaba ansioso por poner a prueba su teoría.

— ¡Ha sido lo más excitante que he presenciado en mi vida! — Vociferó Jasson con un brillo turbador en su mirada. — ¡La próxima vez tenemos que disfrutar de la experiencia completa apostando!

El rostro de Alice se contorsionó en una mueca de disgusto.

— ¡Si me disculpáis tengo que asesinar a alguien! — Exclamó segundos antes de tratar de abrirse paso entre la multitud para llegar a su novio.

Jasson emitió un silbido y dirigió una mirada casi imperceptible a la espalda de Alice antes de volver a hablar con cierto grado de culpabilidad.

— Había olvidado por completo que Jeremy le ha mentido.

Emma se mordió el interior de la mejilla.

— No me gustaría estar en su lugar. — Dijo la chica mientras observaba cómo las trenzas de su amiga desaparecía de su campo de visión. — ¿Crees que romperá con él?

Jasson puso los ojos en blanco.

— Romperá con él... y luego él le pedirá perdón... y ella se hará la difícil unos días...él insistirá...y ella lo perdonará oootra vez. Entonces él volverá a meter la pata...y el círculo vicioso comenzará de nuevo. — Se encogió de hombros. — Siempre están igual.

Emma se sobresaltó al sentir el roce de una mano sobre su hombro. Al girarse se encontró de frente con la cabeza rapada y la barba descuidada del amigo de Myers. El mismo que en su día llevó a Jeremy al hospital.

Emma lo contempló con una mezcla de desagrado y sorpresa.

— ¿Qué quieres? — Preguntó con brusquedad.

El chico la evaluó con la mirada. Tras unos incómodos segundos, Weasel sonrió burlón.

— Tengo un mensaje para ti de Myers, está allí encerrado...a solas, esperándote. — Dijo haciendo un gesto con el mentón en dirección al lugar por donde Alex había desaparecido minutos antes.

El corazón de Emma emitió un latido tan fuerte, que la dejó momentáneamente sin respiración. Lo que implicaba aquella frase despertó un singular cosquilleo en el estómago de Emma. Una extraña inquietud placentera que se extendió por todo su cuerpo recorriéndola de arriba abajo a modo de escalofrío.

Trato de tranquilizarse antes de hablar, pero su voz sonó más aguda de lo deseado cuando consiguió poner en funcionamiento sus cuerdas vocales.

— ¿Esperándome? ¿Y por qué no ha venido él en vez de mandar a su perro guardián?

Weasel la miró con una ceja alzada y sonrisa divertida.

— Porque aquí no tendríais la misma intimidad encanto.

Intimidad.

Una estupefacción paralizante se apoderó de Emma hasta tal punto que la chica se convirtió en una estatua de hielo. Una estatua de hielo que ardía en su interior.

Weasel comenzó a caminar entre el gentío sin molestarse en comprobar si la pelirroja lo seguía. La muchedumbre había comenzado a dispersarse pero aún permanecía un numeroso grupo de personas esperando para cobrar los beneficios de sus apuestas.

— ¡¿A qué esperas?! — Masculló Jasson antes de darle un leve empujón en dirección al lugar donde segundos antes había estado Weasel.

Emma recuperó la movilidad de su cuerpo dando un traspié. Aturdida, dirigió una rápida mirada a su amigo, quien le dedicaba una amplia sonrisa con los dos pulgares hacia arriba.

Sus pestañas aletearon en un rápido parpadeo antes de alejarse con una confusa polaridad de emociones bullendo en su interior. Una parte de ella, la más sensata, la instaba a alejarse de allí como si la persiguiese el mismísimo diablo. Pero la otra, su parte más osada, anhelaba adentrarse en el infierno y averiguar hasta donde podía acercarse sin llegar a quemarse.


No matarme que el próximo capítulo no va a tardar en estar colgado. Lo estoy terminando de perfilar.

Inicialmente iba a continuarlo, pero no podía hacer un capítulo con más de 7000 palabras, así que lo he dividido en dos.

Espero que os haya gustado esta pelea clandestina y el capítulo en general.

¿Os gustaría que Emma termine quemándose o les damos algo más de tiempo? Estoy un poco indecisa :) Help me!!

Mil gracias por leerme. Y si te gustó el capítulo vótalo pls. Así me ayudas a llegar a más lectores.

En breve más!!!


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