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Five

SeHun comprobó que la yegua y el potro estaban bien y volvieron a la casa. Cuando llegaron al vestíbulo, JunMyeon estaba completamente agotado.

–Creo que no me va a costar nada dormirme. –comentó JunMyeon mientras se quitaba el abrigo y las botas.

–Siento que haya sido un día tan largo. –le dijo SeHun–, pero ya sabes cómo es cuando tienes ganado del que ocuparte.

–Por supuesto. –balbució JunMyeon, atravesando la cocina. Aunque, en realidad, no tenía ni idea–. ¿Para qué hora me pongo el despertador?

SeHun sacudió la cabeza mientras subían las escaleras.

–No te preocupes conejito. –SeHun lo llamo por aquel apodo tierno –. Yo te despertaré.

Se detuvieron delante de la puerta de la habitación en el que estaban las cosas de JunMyeon y SeHun sonrió.

–Que descanses conejito. –susurro SeHun con la voz gruesa.

–Tú también, SeHun. –respondió JunMyeon con la cara roja.

A JunMyeon se le aceleró el corazón al ver que SeHun se inclinaba a darle un rápido beso en los labios.

–Hasta mañana conejito. –se despidió SeHun caminando hasta su habitación.

Después JunMyeon entró en su habitación, cerró la puerta y se apoyó en ahí. ¿Cómo era posible que se sintiese tan atraído por un hombre al que casi no conocía?

JunMyeon no había contado con aquello. Al menos, tan pronto. Había tenido la esperanza de sentir algo al final del periodo de prueba que le hiciese saber qué decisión debía tomar, pero nunca había sentido una química así por ningún otro hombre, y le resultaba un poco desconcertante. Sería maravilloso que aquella atracción le permitiese tener la relación seria que siempre había deseado, pero ¿y si era solo algo pasajero?

JunMyeon se apartó de la puerta y sacudió la cabeza mientras se quitaba la ropa. Se dio una ducha rápida, se puso el pijama y metió en el armario la ropa que había sacado un rato antes de la maleta mientras buscaba los vaqueros y el jersey. Después, se metió en la cama.

Era demasiado pronto para saber lo que iba a ocurrir. Tendría que esperar a ver qué le deparaban las siguientes semanas con su nuevo marido. Mientras tanto, pretendía concentrarse en aprender todo lo que pudiese del cuidado de los animales y de la vida en un rancho. Era lo único que podía hacer, teniendo en cuenta que no tenía otro lugar adónde ir.

SeHun llamó a la puerta del dormitorio de JunMyeon por segunda vez y, después de esperar unos segundos, la abrió y entró en la habitación. No sabía cuál era el protocolo para un marido que casi no conocía a su esposo, pero imaginó que entrar a despertarlo tenía que ser aceptable.

La luz del pasillo iluminó suavemente la cama y la pequeña forma que había ahí. SeHun se acercó y miró al hombre con él que se había casado. JunMyeon tenía su suave rostro sobre la almohada, su cabello castaño le cubría la parte de los ojos y SeHun se preguntó cómo sería tenerlo sobre su pecho desnudo después de haberle hecho el amor. La idea lo excitó y se reprendió a sí mismo.

Era evidente que JunMyeon le había mentido acerca de su experiencia en un rancho, y SeHun todavía no sabía por qué no lo había mandado de vuelta a Seúl nada más verlo y, mucho menos, por qué se había casado.

Lo cierto era que, nada más ver a JunMyeon, se había olvidado de todo. Necesitaba un hijo que heredase el rancho.

Y no había querido tener que perder el tiempo cortejando a un doncel para que este le dijese después que no quería vivir en un sitio tan apartado de Corea, o peor aún, para averiguar con el tiempo que lo único que quería era su dinero. Por eso había pensado que la mejor opción era poner un anuncio en Internet y hacer firmar al elegido un contrato prenupcial en el que se fijasen la cantidad que recibiría el doncel si se divorciaban.

Claro que SeHun no había contado con dar con un tipo tan desesperado que estuviera dispuesto a mentir para casarse. Sobre todo, un chico tan dulce y bello como JunMyeon. Y no entendía por qué no podía deshacerse de él inmediatamente.

Pero lo cierto era que quería conocerlo mejor, y que en esos momentos solo podía pensar en besarlo apasionadamente. Sacudió la cabeza. Aquello era una locura. Alargó la mano y le tocó el hombro.

–Conejito, es hora de levantarse. –le dijo SeHun en voz baja, para no asustarlo.

JunMyeon murmuró algo, que a SeHun le pareció su nombre, y luego abrió los ojos y lo miró.

–¿Qué hora es? –cuestiono JunMyeon sobándose los parpados.

–Casi las cinco. –le respondió SeHun, mirándose el reloj–. Yunho tendrá el desayuno preparado en diez minutos. Tienes que levantarte y vestirte. Tenemos un día muy largo por delante.

JunMyeon se sentó y sonrió.

–Estaré abajo en cinco minutos. –sonrió JunMyeon.

SeHun no pudo moverse de donde estaba. Si JunMyeon le había parecido guapo el día anterior, nada más verlo bajar del avión y después con el traje de novio, en esos momentos lo estaba todavía más. JunMyeon estaba despeinado y con la mirada somnolienta, como si acabasen de hacer el amor. A SeHun se le aceleró el pulso solo de pensarlo y tuvo que darse la vuelta e ir hacia la puerta para no perder el control.

–Nos vemos abajo entonces. –respondió SeHun, saliendo al pasillo y cerrando la puerta tras de él.

Mientras bajaba las escaleras, se preguntó qué le estaba pasando. No era la primera vez que veía a un doncel nada más despertarse. De hecho, había visto a muchos con mucha menos ropa del que llevaba JunMyeon en esos momentos.

Pero JunMyeon estaba sexy hasta con un pijama color crema a cuadros.

SeHun entró en la cocina, se sirvió una taza de café y se sentó a la mesa. Perdido en sus pensamientos, tardó un momento en darse cuenta de que Yunho acababa de hablarle.

–¿Qué has dicho? –pregunto SeHun sintiéndose perdido.

–Te he preguntado si JunMyeon va a bajar ya. –respondió Yunho, sonriendo de oreja a oreja.

–¿Qué te pasa? –le preguntó SeHun con el ceño fruncido–. ¿Por qué pones esa cara de idiota?

Yunho se echó a reír.

–Ya has caído en sus redes. –aseguro Yunho.

–No. –negó SeHun enérgicamente.

–Se te da fatal mentir. –le advirtió Yunho, riendo todavía más.

–Estás jugando con fuego. –respondió SeHun, apretando los dientes–. Ya me dijiste lo que opinabas de que pusiese un anuncio para encontrar esposo, y tengo que admitir que tenías razón, pero no hace falta que me lo eches en cara.

Yunho sacudió la cabeza y le llevó un plato con beicon, huevos revueltos y papas.

–No suelo admitirlo, pero estaba equivocado. Ese chico va a ser un buen esposo para ti. Tiene ganas de intentarlo y un buen corazón, como tu otro padre. –comento Yunho con nostalgia–. Les irá bien si no te empeñas en que la relación sea solo un acuerdo.

SeHun pensó que no había oído bien.

–¿Me estás diciendo que Oh Yunho, que siempre lo sabe todo y tiene razón, ha cometido un error? –se mofo SeHun riendo.

–Sí, pero no esperes que vaya a ocurrir con frecuencia.

–No sabía que fueran familia. –comentó JunMyeon desde la puerta.

SeHun fulminó a su padre con la mirada.

–Pensé que te habías presentado a JunMyeon anoche. –regaño SeHun.

–Entró y me preguntó si era Yunho, y yo le dije que sí. – respondió su padre, encogiéndose de hombros–. No hablamos de mi apellido.

SeHun sacudió la cabeza y después dijo:

–JunMyeon, te presento a mi padre, Oh Yunho, el hombre con peor genio de este lado del Corea del Sur. –presento SeHun.

–A mí no me parece que tenga mal genio. Sino solo mucha sabiduría que compartir, ¿verdad, Yunho? –comentó JunMyeon.

Y SeHun vio sonreír a su padre como no había sonreído en mucho tiempo.

–Este chico y yo vamos a llevarnos muy bien. –añadió Yunho contento–. Me comprende. 

SeHun no podía creer que su padre hubiese cambiado tanto. Cuando le había hablado de poner el anuncio, se había pasado toda una semana intentando convencerlo de que no lo hiciera. Le había dicho que era la peor manera del mundo de conocer a un esposo. E incluso había estado un día entero sin hablarle. Y SeHun pensaba que aquel era uno de los mejores días que habían tenido desde que Yunho se había retirado y él había asumido las riendas del rancho.

–¿Cómo quieres los huevos, JunMyeon? –preguntó Yunho alegremente.

–Revueltos, gracias. –respondió JunMyeon.

Mientras JunMyeon y su padre charlaban como si fuesen dos viejos amigos, SeHun sacudió la cabeza y empezó a comer a pesar de haber perdido el apetito.

Durante cinco años, Yunho había criticado todas las decisiones que SeHun había tomado acerca del rancho. Hacía doce horas que JunMyeon había llegado y lo había convertido en un señor agradable.

–JunMyeon, mientras tú alimentas a las terneras, yo iré a ver cómo están la yegua y el potro de ayer. –le dijo SeHun, levantándose de la mesa luego limpio su plato, lo metió en el lavaplatos y añadió–. Las terneras están en el establo en el que nos ocupamos de los animales enfermos o heridos. Cuando hayas terminado con ellos ven al edificio en el que están los equipos.

Sin esperar a que respondiese, SeHun se puso el sombrero y salió de la cocina. No era que no quisiera que JunMyeon y Yunho se llevasen bien. Si iba a seguir casado con JunMyeon, sería importante que se entendiese con su padre. De hecho, tal vez la presencia de JunMyeon hiciese menos desagradable la convivencia con su padre, pero, por otra parte, si las cosas no funcionaban entre ellos, no quería que Yunho le tomase cariño.

Lo que más lo confundía era la rapidez con el que su padre había cambiado de opinión. Normalmente, cuando tomaba una decisión, no la cambiaba jamás, aunque estuviese equivocado. ¿Por qué Yunho lo había hecho en aquella ocasión? 

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Foto referencial de myonie recien despertado. juro que yo pense que la pijama era color crema 7n7

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