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Eighteen

JunMyeon dobló la ropa que pretendía llevarse, parando cada poco tiempo para limpiarse las lágrimas. ¿Cómo podía haberse estropeado todo tan rápidamente?

Esa mañana había despertado en brazos del hombre al que amaba y, unas horas más tarde, este le había dicho que no quería volver a verlo jamás. Ni siquiera lo había escuchado.

Se preguntó un instante cómo habría descubierto su secreto, pero en realidad no le importaba, lo había descubierto y, por duro que fuese, lo había juzgado y declarado culpable sin siquiera dejar que se explicase.

Pero lo que más lo disgustaba es que habían decidido hacer que su matrimonio funcionase y SeHun había tirado la toalla a la primera complicación. Lo mínimo que podía haber hecho era actuar como un marido de verdad e intentar resolver el problema.

JunMyeon se sobresaltó al oír que llamaban a la puerta.

–¿JunMyeon? –lo llamo Yunho en voz baja.

JunMyeon fue a abrir y bastó con que el viejo le abriese los brazos para que se lanzase a Yunho y se deshiciese en lágrimas. No solo había perdido al hombre al que amaba, sino también a la familia que acababa de encontrar.

–Venga, venga, niño no llores. –intentó tranquilizarlo Yunho, llevándolo hasta la cama y sentándose allí con él–. Todo va a salir bien.

JunMyeon sacudió la cabeza.

–SeHun quiere que me marche, Yunho. –sollozo JunMyeon.

–Me lo ha contado. –admitió Yunho–, pero no te preocupes. No vas a ir a ninguna parte por el momento.

–Te lo agradezco mucho, Yunho, pero no puedo quedarme en un lugar en el que no se me quiere. –respondió JunMyeon, limpiándose los ojos–. He pasado casi toda mi vida viviendo así, y ya no puedo hacerlo más.

–No te culpo por sentirte así muchacho. –le dijo Yunho en tono comprensivo–, pero no puedes marcharte porque ha estado nevando toda la mañana y ahora hay ventisca. Tendrás que quedarte al menos un par de días.

JunMyeon no quiso ni pensar en quedarse allí, en casa del hombre al que amaba y que estaba deseando deshacerse de él.

–Esto es horrible, Yunho. –le dijo JunMyeon, poniéndose en pie y acercándose a la ventana para comprobar que nevaba con fuerza y hacía mucho viento–. ¿Lo sabe SeHun?

Yunho se encogió de hombros.

–No sabría decirte. Lleva una hora encerrado en su despacho. –comento Yunho.

–Esto no le va a gustar nada. Él no quiere verme. –dijo JunMyeon.

–Dale un poco de tiempo. –le aconsejó Yunho–. Ahora está muy enfadado y no es capaz de escuchar a nadie, así que es mejor que dejemos que se tranquilice solo.

–No creo que me deje explicarme ni siquiera cuando se tranquilice. –comentó JunMyeon, sacudiendo la cabeza–. No quiere que le hable de mi padre Sungsoo, ni del motivo por el que tuve que cambiarme el apellido y marcharme de Gangnam.

Yunho levantó una mano para detenerlo.

–Yo no sé nada ni quiero saberlo. Sé que hiciste lo que pensaste que tenías que hacer JunMyeon. –le dijo Yunho sonriendo y levantándose de la cama para marcharse–. Tienes que hablar con SeHun primero. Si después quieres contármelo a mí, te escucharé. Y, si no, no cambiaré la opinión que tengo de ti. Para mi sigues siendo una buena persona muchacho.

Mucho rato después de que Yunho se hubiese marchado, JunMyeon volvió a mirar por la ventana. El apoyo del padre de SeHun era incondicional. Había decidido que era una buena persona y nada le haría cambiar de opinión. ¿Por qué no le daba SeHun la misma oportunidad?

Volvió al armario y siguió doblando ropa. Así cuando dejase de nevar estaría preparado para marcharse.

Sentado en la oscuridad, SeHun se sirvió otra copa de whisky y miró por la ventana. La ventisca había parado un par de horas antes, pero SeHun no había sentido la necesidad de salir de su despacho. Si lo hacía, podía encontrarse con JunMyeon y prefería evitarlo. No quería que le recordasen que se había enamorado de un chico que había querido reírse de él.

Decidió no tomarse la copa y subir a la cama. No había whisky suficiente en el mundo para hacerle olvidar el dolor causado por semejante decepción. 

Dos días después de la ventisca, JunMyeon estaba muy nervioso. Solo había salido de su habitación para comer cuando sabía que SeHun no estaba en casa.

Le había preguntado a Yunho cómo estaba la carretera y cuándo pensaba que podría irse, pero este se había encogido de hombros y le había contestado que no lo sabía. No era que JunMyeon estuviese deseando irse del rancho, lo que le ocurría era que, cuanto más tiempo estuviese allí, más difícil le resultaría marcharse.

–JunMyeon ¿puedes bajar? –lo llamo Yunho–. Te necesito.

JunMyeon frunció el ceño y salió de la habitación para bajar las escaleras. Yunho no solía gritar nunca. Si quería algo, subía a su habitación y llamaba a la puerta.

–¿En qué puedo ayudarte? –le preguntó JunMyeon, entrando en la cocina.

Yunho estaba de pie delante del fregadero, y cuando se dio la vuelta JunMyeon gritó al ver que tenía una toalla llena de sangre enrollada en la mano.

–Estaba cortando unos filetes para hacer un estofado y me he cortado el dedo. –le explicó Yunho.

–¿Es grave? –preguntó JunMyeon acercándose.

–Voy a necesitar un par de puntos. –admitió Yunho–. Será mejor que vayas a avisar a SeHun.

–Pero la carretera está cubierta de nieve, no podrá llevarte al médico. –respondió JunMyeon, corriendo a ponerse el abrigo.

–Tendrá que coserme SeHun. –le dijo Yunho.

–¿Dónde está? –cuestiona JunMyeon.

–Mira a ver en el granero donde están los tractores. –indico Yunho.

JunMyeon se echó a correr por la nieve y fue directo al granero que Yunho le había indicado. Allá estaba SeHun, trabajando en el todoterreno que le había enseñado a conducir.

–Yunho se ha cortado un dedo. –anunció JunMyeon–. Necesita que se lo cosas.

SeHun asintió y se limpió las manos en un trapo.

–Vuelve a la casa y dile que se lo sujete con fuerza por encima de la altura del corazón. Ahora mismo voy. –respondió SeHun sin verlo.

SeHun estaba tan guapo que a JunMyeon le entraron ganas de echarse a llorar. Lo amaba tanto que le dolía, pero SeHun no quería escucharlo y no podía humillarse.

Cuando JunMyeon volvió a la casa, Yunho estaba sentado a la mesa, sujetándose el dedo levantado.

–SeHun viene de camino. –le dijo JunMyeon, colgando el abrigo y quitándose las botas–. ¿Has dejado de sangrar?

Yunho asintió.

–Pero creo que esta noche te va a tocar cocinar. –dijo Yunho.

JunMyeon se sentó a su lado y sacudió la cabeza.

–Ya oíste que mis filetes fueron un desastre. –respondió JunMyeon con timidez.

–No te preocupes, yo te diré lo que tienes que hacer. Y lo harás bien. –le aseguró Yunho.

SeHun entró en la casa, se quitó el abrigo, se lavó las manos y se acercó adonde estaba Yunho.

–Vamos a ver qué has hecho esta vez. –regaño SeHun.

–¿Tú qué crees? Me he peleado con un cuchillo y he perdido. –replico Yunho.

–Eso es porque no tienes suficiente cuidado. –lo reprendió SeHun.

Siguieron discutiendo mientras SeHun le cosía el dedo y a JunMyeon no le gustó nada. La tensión entre ambos era todavía peor que el día en que había llegado al rancho. Y estaba seguro de volver a ser el causante del problema. JunMyeon no soportó ser la causa de sus disputas.

–Paren ya los dos. –les dijo JunMyeon de repente, sorprendiéndose incluso a sí mismo–. Ustedes dos solo se tienen el uno al otro y, sean cuales sean sus diferencias, ustedes se quieren. Así que empiecen a actuar en consecuencia. –JunMyeon señalo a SeHun–. Tú tienes algo que yo nunca he tenido SeHun: tienes un padre que te quiere y desea lo mejor para ti. Te aseguro que no todos los padres son así. Por ende, deberías valorar la relación que tienes con Yunho y respetarlo.

Luego JunMyeon se giró hacia Yunho y añadió:

–Y tú tienes que dejar de estar enfado con SeHun porque no quiera seguir casado conmigo. Yo lo amo, pero SeHun no me ama a mí. Y vas a tener que aceptar que las cosas no han funcionado entre nosotros. –JunMyeon tomo una pausa para sobrellevar el dolor de sus propias palabras–. En cuanto me marche del rancho saldré de sus vidas, pero todavía ustedes se tendrán el uno al otro. Cuiden esa relación y siéntanse afortunados por tenerse.

SeHun y Yunho lo miraron en silencio, como si se JunMyeon se hubiese vuelto completamente loco.

JunMyeon decidió que ya había hablado suficiente, así que se levantó y salió de la cocina para irse a su habitación. ¿Por qué los SeHun y Yunho convertían algo tan sencillo como el amor en algo tan complicado? ¿Y por qué se le rompía el corazón al pensar que no estaría allí para recordarles todos los días el vínculo tan especial que compartían? 

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si veo comentarios para mañana actualizo 7n7

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