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17

JAKE.

Heeseung lleva poco más de un mes en mi casa, y todavía me despierto cada mañana convencido de que se marchara con todos aquellos sueños que empiezan a desvanecerse en cuanto abro los ojos. Hoy se siente un poco más difícil llegar a esa conclusión, ya que me despierto con dicho hombre trabajando en mi parte baja.
—H-Heeseung...—gimoteo con dificultad.
Quita la sábana de su cabeza y me sonríe con un despreocupado:—Buenos días—antes de tragarme entero en su boca.
—Joder...—jadeo. Las yemas de sus dedos se clavan en mis caderas, y me estremezco al correrme. Mi resistencia no es la habitual, teniendo en cuenta que me he despertado en la vida real como continuación de un sueño bastante caliente—. B-Buenos días a ti también—murmuro.

—Te has ‘levantado’ antes de que te despertaras, así que he pensado en ayudarte—dice con una sonrisa irónica.
Apoyo mi cabeza en su pecho y envuelvo un brazo alrededor de su musculoso torso.—Estoy empezando a acostumbrarme a esto, ¿sabes?—digo

—. A despertarme a tu lado, quiero decir. No a las mamadas matutinas.

—Puedes acostumbrarte a ambas cosas

—su sonrisa se amplía mientras me acaricia el cabello.

—Tendrás que volver en algún momento.

—Tal vez, pero este mes ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para que continúe.
Me muerdo el labio, luchando por no dejarme llevar por sus palabras. A pesar de la sinceridad que hay en ellas, estoy seguro de que no soy la primer persona a la que se las dice.
—No lo sé, Hee. Hay una razón por la que los actores y sus fans no salen juntos.

—Me importa una mierda lo que la gente haga o deje de hacer. Sólo me importas tú.

Lo miro fijamente, congelado.—No lo dices en serio—digo, sentándome para colocarme la camiseta.
—Es la verdad—dice, y me agarra del brazo para que vuelva a bajar. Mi cara está a un centímetro de la suya cuando me sostiene la mirada—. A menos que hayas decidido que el verdadero yo no está a la altura del tipo de la pantalla.
Su tono serio me sobresalta. Cuando me giro, lo encuentro sentado y observándome con una mirada igualmente seria. Avanzo y me acomodo en su regazo, rodeando su cuello con mis brazos.

—No tienes que estar a la altura de nadie, Heeseung. El único que hace comparaciones aquí eres tú—acaricio su mejilla con la mano y le dedico una sonrisa burlona—. Eres un poco cohibido para ser una estrella privilegiada, ¿sabes?
Me devuelve la sonrisa.—Cuanto más grande es el ego, más frágil es.

—Supongo que sí—digo con una suave carcajada. Es entonces cuando suena el timbre. Gimo, abandonando de mala gana su abrazo—. Seguramente es otro turista queriendo usar el baño.

—Deberías poner un cartel.
Me coloco los zapatos antes de bajar las escaleras.
Le oigo seguirme un momento después. Antes de abrir la puerta, veo un camión de reparto a través de la ventana, pero no es el correo habitual que está en mi porche.

—¿Shim Jake?—pregunta un hombre mientras sostiene un portapapeles y un gran sobre amarillo que no contiene nada bueno.

Trago saliva.—Sí, ese soy yo.
—Firme aquí, por favor—dice el hombre, ofreciéndome un bolígrafo.
Mi mano tiembla cuando firmo en la línea, demasiado aturdido para molestarme en leer de quién es el sobre. Una vez que el hombre me lo coloca en la mano, dejo que la puerta se cierre tras él.
Heeseung me observa con curiosidad cuando me doy la vuelta.—¿Qué es?

—No lo sé—digo, guardando rápidamente el sobre a mis espaldas. Si se trata de algo que justifica el servicio de firma, probablemente sea del banco. Se suponía que tenía otros cuarenta días antes de que tomaran alguna medida con respecto al préstamo, pero si la vida adulta me ha enseñado una cosa, es que los plazos son vinculantes para la gente como yo y más bien directrices generales para las grandes empresas.
—No es nada que no pueda esperar hasta más tarde.
—Deberías abrirlo—dice Heeseung, con un extraño brillo en los ojos.

Dudo por un momento, dividido entre las opciones de admitir el fracaso que soy y arriesgarme a que Heeseung sea testigo del colapso que probablemente se produzca en cuanto lea el contenido del sobre. La vergüenza me espera de cualquier manera, así que decido arriesgar mi compostura y romper el sello del sobre.

La primera página es sólo un montón de jerga legal. No me doy cuenta de lo que estoy leyendo hasta la mitad de la segunda.
Mi préstamo ha sido pagado en su totalidad.

Mi cabeza da vueltas a la confusión. Al principio, asumo que sólo se trata de Sunghoon sobrepasando enormemente los límites de la generosidad y la amistad, pero cuando levanto la vista, la mirada de Heeseung me revela que es mucho peor que eso.

—Por favor, dime que no...

—Oye, te dije que quería hacer algo para compensar lo de las cartas.

—Sí, lo mismo que harías por los demás aficionados, ¡no comprar mi casa!

—Quería hacer algo especial para ti—frunce el ceño—. Pensé que serías feliz con esto.

—Me siento humillado—digo, sintiendo que las lágrimas queman en mis ojos—. ¿Cómo te has enterado de todo esto?

—Sunghoon mencionó que estabas teniendo problemas, así que pensé...

—¿Sunghoon? ¿Desde cuándo hablas con él?
—Fue sólo una vez—da un paso adelante—. Lo siento, Jake. No entiendo por qué estás tan molesto.

—¿Alguna vez has tenido que preocuparte por lo que piensa la gente de tí?—pregunto—. Por supuesto que no. Tú lo tienes todo. Y si hay algo que no tienes, crees que comprarlo es la solución.

—Eso no es...

—Por favor, toma esto—empujo el sobre hacia él—. Deshaz todo lo que sea que hayas hecho. Devuelve el dinero al banco, no lo sé. No puedo soportar esto.
Frunce el ceño, pero igualmente coge el sobre.—No funciona de esa manera.

—Entonces, te lo devolveré—digo con los dientes apretados—. Pediré otro préstamo si es necesario, pero no quiero tu dinero. Y seguro que no quiero tu compasión.

—¿Compasión? No se trata de eso. Sólo quiero cuidar de ti—coloca sus manos alrededor de mi cintura—. Me preocupo por ti, Jake. Pensé que esto ayudaría.
—¿Humillándome?—lo empujo, retrocediendo a trompicones—. Pensé que me respetabas.

—¡Lo hago!

Abro la puerta de entrada, sintiéndome incapaz de mirarlo. El muro que he levantado con tanto cuidado para evitar que vea lo patético que soy en realidad, se desmorona con cada lágrima.

—Necesito espacio.
—Jake, por favor...
—Por favor, sólo vete—le ruego—. No puedo hacer esto ahora mismo.
Heeseung duda antes de coger sus llaves, y se detiene en la puerta para mirarme. Abre la boca para hablar, pero, sea lo que sea lo que vaya a decir, decide no hacerlo y aprieta la mandíbula antes de salir del porche.
Cierro la puerta antes de que llegue a la entrada, apoyándome en ella. Las lágrimas caen a borbotones de mis ojos, y debo taparme la boca para amortiguar el sollozo estrangulado que escapa de ella.

Mi reacción es sólo un poco menos humillante que toda la situación, pero no puedo estar cerca de él en este momento. Ahora que sabe toda la verdad, no sé si podré volver a enfrentarlo.

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