15.
HEESEUNG.
Geumcheon resulta ser tan amistosa e idílica como Blue Oak Creek. Recibo bastantes miradas extrañas, pero si alguien ha sospechado que soy Lee Heeseung, nadie ha estado dispuesto a enfrentarme directamente.
Me dirijo a la tienda general, aliviado al ver que está bastante vacía. Mi paseo por el pueblo me ha hecho ver que la mayor diferencia entre Blue Oak Creek y un pueblo pequeño de verdad, es que los pueblos pequeños de verdad tienen muy poco entretenimiento. No hay librerías indie elegantes, ni cafeterías con atractivos veinteañeros que pasan el rato en ellas mientras hacen los deberes que deberían haber entregado hace media década.
Hay un hombre en el mostrador de delante, hablando con un par de tipos más. Si se parece en algo a Earl, el tendero de Blue Oak Creek, entonces decido hacer un viaje breve. Cargo mi cesta con todas las provisiones que necesitaré para las próximas semanas, tanto si Jake decide echarme como si no.
Renuncio a esperar a que el tipo termine su conversación cuando me doy cuenta de que soy yo el sujeto de la misma y me acerco al mostrador.
—Buenas tardes, amigos—digo, asintiendo a cada uno de ellos.
Los otros dos miran hacia otro lado rápidamente, pero “Earl” me mira fijamente mientras revisa cada artículo a paso de tortuga. Está a medio camino de registrar mis artículos de aseo cuando finalmente dice:—Te pareces mucho a ese tipo vampiro que ha salido en la tele.
—Si me dieran un centavo por cada vez que he escuchado eso, probablemente sería tan rico como él—digo con una risa melancólica—. Aquí no hay colmillos. Y personalmente, prefiero a Van Helsing.
El empleado se relaja un poco, ofreciéndome una mano.—Dohyun—dice, dándole a mi mano un firme bombeo—. Estos son Hwan y Jaeha.
—Es un placer.
—¿De dónde eres?—Jaeha pregunta, estudiándome de reojo.
—De la ciudad—admito. Si estos bandos de la ciudad pequeña son tan buenos para sospechar una mentira como los que estoy acostumbrado, eso sólo atraerá más sospechas—. Sólo estoy visitando a un amigo.
—¿A quién?—Jaeha pregunta.
—Shim Jake—digo—. Me estoy quedando con él en su taller.
Los hombres se miran unos a otros por un momento, luego a Dohyun, y de nuevo a mí.
—¡Te lo dije!—Jaeha exclama, inclinándose hacia Hwan con la mano extendida.
—¿Qué apuesta acabo de resolver?—pregunto con una risa nerviosa.
—Eres gay, ¿verdad?—Jaeha pregunta triunfante, metiendo las manos en los bolsillos con sus nuevas ganancias.
Enarco una ceja.—¿Oh? Sí, lo soy. Pero, ¿cómo has llegado a esa conclusión?—pregunto—. Suenas muy entusiasmado por ello.
Hwan e Dohyun se ríen mientras que el rostro de Jaeha se pone morado.
—Salgan de aquí, los dos—Dohyun refunfuña, metiendo los últimos artículos en una bolsa de plástico—. Asustaran a todos mis clientes.
Jaeha y Hwan se escabullen, riéndose entre ellos.
—Lo siento—dice Dohyun, volviéndose hacia mí—. Son inofensivos.
—Ya veo...—digo, sacando mi cartera mientras él cuenta mis compras. Se fija en mi documento de identidad falso, el cual parece muy necesario en las circunstancias actuales.
Duda antes de aceptar el billete que le ofrezco.—Jake es un buen chico.
Ah, aquí está. El discurso de 'no le rompas el corazón'. Ahora entiendo un poco mejor el repentino cambio de opinión de Dohyun hacia mí.
—Sí, lo es. El mejor.
—Cuando se mudó aquí por primera vez para vivir con sus abuelos, ese chico recibió mucha mierda—continúa pensativo, rascándose la barba incipiente de su mandíbula—. Mudarse a un pueblo como este después de perder a su madre. Además de ser... ya sabes, uno de ustedes.
Asiento con la cabeza.
—No ha sido fácil entre él y Han, tampoco.
—Sí, me ha hablado un poco de él—admito—. Pensé que eran cercanos.
—Lo fueron, pero les llevó un tiempo adaptarse. Han era de la vieja escuela, ¿sabes? Nunca le entusiasmó la idea de que su hija se fuera con ese hombre—murmura—. Creo que después de la muerte de Hanna, Han finalmente pudo ver a Jake como su oportunidad de hacer las cosas bien. Lamentablemente, eso le llevó bastante tiempo, y ese chico estuvo solo la mayor parte del mismo. Jake nunca encajó realmente en este lugar, y en algún momento creo que dejó de intentarlo—Dohyun resopla, presionando sus manos callosas contra el mostrador—. No puedo culparlo. Si te acostumbras tanto a apartar la vista de todas las miradas críticas, es difícil separarlas de las curiosas.
—Supongo que sí.
—La única razón por la que te cuento todo esto—continúa—, es porque quiero que entiendas que Jake puede pensar que está solo en este mundo, pero no lo está. Hay mucha gente aquí que se preocupa por él, y estaremos pendientes de que lo hagas bien.
—Me alegra oír eso—le digo, sosteniendo su mirada—. Jake es muy importante para mí. Si otras personas se preocupan por él tanto como yo, nunca podría ver eso como una amenaza.
—Eso es bueno—dice, mirándome—. Veremos si todavía te sientes así cuando conozcas a Hoon
—¿Quién es Hoon?—pregunto, ignorando los celos que inmediatamente brotan en mis entrañas.
—Un chico que trabaja en el molino—dice con un bufido—. Más vale que te cuides.
—Gracias por el aviso.
Dohyun me dedica una gran sonrisa por primera vez, y luego me coloca el cambio en la mano junto con mi bolsa.—Que tengas un buen día. Intenta mantenerte alejado de las adolescentes de esta ciudad. Te pareces mucho a ese actor, y no necesitamos otro frenesí como el de la vez que se le estropeó el coche a ese imitador de un cantante pop.
No puedo evitar reírme.—Tendré cuidado—le prometo, dirigiéndome a la puerta—. Gracias, Dohyun.
—Sólo recuerda lo que te dije—dice, haciendo el gesto universal de 'te estoy vigilando y voy a aplastarte como a una cucaracha si le haces daño a ese chico’.
Como aún es temprano, decido conducir y familiarizarme un poco con el trazado de Geumcheon. Se parece mucho a Blue Oak Creek, lo cual me resulta reconfortante e inquietante a la vez. No tardo mucho en descubrir todo lo que ofrece este particular trozo de pueblo surcoreano, así que me dirijo al bar local para asegurarme de no molestar a Jake. Lo último que quiero es que se canse de mí.
Cuando entro en el bar, inmediatamente llamo la atención del hombre equivocado. Afortunadamente, los tipos que se alinean en el mostrador no parecen fieles espectadores de Undead.
—Tomaré un whisky—digo, tomando asiento en el extremo de la barra. No parece una buena idea ser creativo con mi pedido de bebidas aquí.
Un hombre alto con una camisa de cuadros azules me dedica una mirada de desaprobación antes de volver a su cerveza. En su mayoría, los demás parecen volver a sus conversaciones y pierden el interés por mí con bastante rapidez, pero el tipo de la camisa escocesa no deja de mirarme.
—¿Puedo ayudarle con algo?—pregunto, jugueteando con la solapa de una de las cajas de cerillas complementarias que se ofrecen en un pequeño cuenco sobre el mostrador.
—¿Eres nuevo por aquí?—pregunta con suspicacia.
—Algo así.
Está claro que quiere saber más, pero no me apetece seguir el juego de su agresividad pasiva. Es entonces cuando el hombre se levanta y se acerca a mí. Puedo oler su aliento desde unos cuantos taburetes. Supongo que no es uno de esos legendarios borrachos felices.
—¿Hay algún problema, Song?—pregunta un hombre igualmente rudo. Lleva una camisa escocesa roja, y por un momento parece un enfrentamiento entre el ángel de la guarda y un demonio leñador.
—No, Hoon—dice el hombre de azul, retrocediendo—. Sólo me estaba yendo.
—Bien—dice Hoon, dándole una palmadita en la espalda—. No te preocupes por tu cuenta. Yo me encargo.
El hombre se marcha, y Hoon pide una cerveza antes de ocupar el taburete vacío detrás de mí.—Lo siento. A Song no le gustan los turistas desde que un vendedor de aspiradoras entró aquí y se llevó a su chica hace unos meses.
—Oh... lo siento—digo con rigidez, cogiendo la enorme mano que me ofrece. Su apretón de manos es firme y es claramente un desafío, pero nunca me he dejado amedrentar por un tipo que podría partirme por la mitad.
Sí, soy así de estúpido.
—Park Sunghoon—dice, tomando un trago de su cerveza.
—Lee Minjun—digo—. Bueno... eso es lo que dice mi identificación.
Sunghoon se ríe, con sus enormes hombros encorvados sobre la barra mientras bebe un poco de su cerveza.
—¿Qué es tan gracioso?
—Por un segundo pensé que dirías que eras ese tipo de los vampiros. Heeseung, o algo así.
—Sí, me lo dicen mucho.
—Entonces, ¿qué haces por aquí? ¿a quién vas a visitar?
—¿Qué te hace pensar que estoy visitando a alguien?
Me mira por un momento.—No hay muchas razones para que alguien como tú aparezca en un pueblo como éste.
Siento que he tenido esta conversación antes.—Estoy visitando a un amigo, en realidad. Shim Jake
Se congela un momento antes de limpiarse la espuma de la boca.
—¿Cómo conoces a Jake?
Dudo por un momento antes de contestar. Este debe ser el Hoon del que me habló Dohyun.
—Fue a la escuela con mi hermano menor hace años, antes de que se mudara aquí.
—Nunca me habló de ti—dice, escudriñándome de una manera que me hace añorar la tierna mirada de Song.
—Me temo que debo decir lo mismo—digo, y luego tomo un sorbo de whisky. Quema más de lo que recuerdo.
Sunghoon se toma un momento para procesar mis palabras.—Me sorprende que esté dispuesto a recibir visitas con todo lo que está pasando.
Es obviamente un señuelo, pero es uno bueno, y no puedo resistirme.—¿Qué quieres decir?
—Por la posible perdida del taller y todo eso, ya sabes—me observa atentamente—. No me gustaría que nada ni nadie aumentara el estrés por el que ya está pasando.
¿Perdida del taller?
En el momento en que aparecí en la puerta de Jake, me di cuenta de lo poco que sé realmente sobre él, pero sabía lo suficiente para entender lo importante que era el taller de su abuelo para él.
—Nunca me ha hablado de ello—admito.
—Me lo imaginaba. Jake siempre ha sido muy orgulloso—refunfuña en su vaso—. Casi nunca acepta ayuda, a menos que no tenga otra opción.
—Así que... ¿esto ha estado sucediendo durante un tiempo?
—Sí, desde que su abuelo murió—resopla—. Jake es un buen chico, y sabe manejar un coche mejor que nadie. Dale un chasis viejo y una semana, y él puede convertirlo en algo digno de ser exhibido. Pero los negocios no son su fuerte.
—Sabía que la nueva tienda de automóviles de la autopista le estaba causando problemas, pero nunca imaginé que fuera tan grave—murmuro—. ¿Cuánto necesita?
—25000000, más o menos.
Dejo escapar un silbido bajo.
—Sigo intentando quitárselo de las manos, pero Jake no me lo permite.
Insiste en hacerlo todo él mismo y dejar las cosas como las dejó su abuelo. El mundo real no funciona así.
—¿Por qué me dices todo esto?—pregunto con recelo.
—Porque si realmente eres su amigo, tal vez tú puedas llegar a él—se encoge de hombros—. Dios sabe que lo he intentado.
—Es muy amable de tu parte interesarte tanto por los asuntos de tu amigo—digo con tono de broma.
Hoon me dedica una sonrisa cómplice mientras coloca un billete en la barra.—Oh, claro. Me interesan muchas cosas en lo que respecta a Jake.
Con ese recordatorio ′amistoso’, Sunghoon sale del bar y yo espero un tiempo respetable antes de seguirle. Ya ha oscurecido, así que Jake debe haber terminado en el garaje. Sé que su amigo sólo estaba reclamando su territorio, pero vuelvo a la casa con un renovado sentido de propósito.
Al menos, ahora sé que hay algo que puedo hacer.
algo por él.
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