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12.

JAKE.

—¿Has visto que han encontrado a ese tipo vampiro?—Beomgyu me pregunta, encaramado al borde de mi banco de trabajo mientras yo trabajo bajo el capó del coche de su madre. Es un amigo, al cual conozco desde el instituto. Gyu era una de las pocas personas dispuestas a sentarse con ‘el chico nuevo y extranjero’ en el almuerzo.

Normalmente aprecio su compañía, pero todo lo que pasó con Sunghoon sigue pesando en mi cabeza y no estoy del mejor humor.

—Sí. Estoy seguro de que su familia estará aliviada.

—¿Recuerdas cuando fuiste por la escuela tratando de que la gente firmara esa petición porque su serie había sido cancelada?—pregunta, riéndose—. ¿Cómo se llamaba?

Mine & Yours—murmuro, haciendo una mueca de dolor cuando la llave inglesa se me escapa de las manos y me golpeo una de ellas contra el borde del capó—. Joder...

—¿Estás bien?

Miro mi pulgar sangrante y cojo un paño limpio para hacer presión sobre él.
—Sí, es sólo un pequeño corte. Estaba a punto de tomar un descanso, de todos modos—digo, esperando que capte la indirecta.

—Debería irme, entonces—dice Beomgyu, poniéndose de pie—. Llevaré a Tae a ver ese nuevo slasher de zombies esta noche.

—¿Todavía los fabrican?

—Oye, no todo puede ser sobre vampiros.

Le dedico una sonrisa de cansancio, porque realmente estoy cansado de explicarle que me importa una mierda Undead o el idiota que la protagoniza.

Para ser justos, si alguien viera todas las cartas que le envié al actor principal, probablemente pensarían que soy un acosador en toda regla. Me arrepentí de haber enviado la última carta desde el momento en que la eché al buzón, pero ahora que sé que Lee Heeseung ha vuelto, me siento aún más patético. Tal vez nunca he madurado del todo.

—Diviértete—le digo, y luego vuelvo a meterme bajo el capó cuando Beomgyu se marcha.

Es un buen día y la brisa se siente refrescante, así que dejo la puerta del garaje abierta aunque no esté trabajando con los humos. Como no tengo nada mejor que hacer, decido rellenar el aceite de la Sra. Kim y poner a punto el viejo coche. El servicio de atención al cliente probablemente no salvará el taller, pero al menos nadie podrá decir que hice un trabajo a medias.

—¿Este es el Garaje de Han?—La vacilante voz masculina me resulta vagamente familiar, pero no puedo girarme de inmediato a riesgo de perder el agarre del viejo filtro de aire del coche.

Hay un cartel justo encima del taller, pero eso nunca impide que los turistas pregunten. La mayoría de las veces sólo quieren direcciones o un baño.

—Claro que sí. Dame un segundo y enseguida estaré contigo—digo, dando otro tirón al filtro.

—Parece que te vendría bien algo de ayuda con eso...

Pongo los ojos en blanco.

—Puedo encargarme de esto. Pero gracias, de todos modos—digo, liberando por fin el viejo filtro con otro buen tirón.

Una vez satisfecho, me doy la vuelta para encontrarme con el hombre que está mucho más cerca de lo que estaba hace un minuto.

Choco con su pecho macizo y, por el primer vistazo a su camiseta entallada y su chaqueta de cuero marrón, sé que no es alguien de Geumcheon.

Es el tipo de chaqueta por la que la gente paga cientos de wones para comprarla nueva sólo porque parece vintage.

—Lo siento—el hombre murmura, cogiendo mi brazo para estabilizarme.

Es un gesto que se vuelve muy necesario cuando por fin veo su rostro.
Si el desconocido que está frente a mí fuera un imitador de Lee Heeseung, eso sería una cosa. Es el hecho de que sea exactamente igual a Ethan lo que me desconcierta.

Desde la forma en que su cabello oscuro cuelga sobre sus ojos y está separado en el lado izquierdo, hasta los rasgones en sus vaqueros. El parecido es demasiado extraño para ser una coincidencia, pero la idea de que el hombre que aparece en todos los titulares del país esté de pie en mi garaje es aún más imposible.

—Mierda...

Su expresión de preocupación se convierte en una sonrisa perezosa -que reconozco demasiado bien-, y entonces doy un paso atrás. Como era de esperar, tropiezo con el filtro que se me ha caído, cayendo de nuevo sobre el coche.

—Yo también estoy encantado de conocerte, Jake—Su mirada me recorre y ahora sé que tengo que estar alucinando, porque es exactamente la misma forma en la que me mira en todos esos sueños de los que me despierto avergonzado... entre otras cosas

—. Esa foto no te hacía justicia.

—¿Foto...?—chillo.

—La de tu carta—dice, dando un paso adelante para ofrecerme su mano. Su piel se siente cálida cuando dejo que me ayude a levantarme, y me siento como un idiota por haberme preocupado alguna vez de que pudiera estar fría como la de Jihoon.

Mi percepción de la realidad es más retorcida de lo que jamás imaginé. Para mi horror, me doy cuenta de que he dejado algo de grasa en su mano.

—Lo siento—murmuro, ofreciéndole un paño limpio.

—Está bien—se ríe, limpiando la mancha de grasa—. Es sólo aceite—pasa por delante de mí, señalando el coche con la cabeza—. Así que... ¿realmente eres un mecánico?

—Uh, s-sí. Arreglo autos.

Se ríe, y es el mismo sonido cálido y rico de la risa de Ethan, no la risa forzada que Heeseung siempre hace en las entrevistas.

—Ya veo. Debe ser agradable trabajar para ti mismo.

Trago saliva.—Sí, supongo que lo es.
Su ceño se frunce, y esa extraña sensación vuelve a invadirme cuando su expresión se vuelve seria.

—Siento lo de tu abuelo. En realidad... lo siento por muchas cosas.

Su críptico comentario está más allá de mi capacidad de descifrar. Todavía estoy trabajando en el hecho de que él realmente está aquí, frente a mí. Al menos, creo que lo está. Lo miro con recelo, mordiéndome el labio mientras intento encontrar una forma de probar la realidad sin parecer un bicho raro. Su mano se siente lo suficientemente sólida, pero si estoy alucinando supongo que eso no dice mucho.

¿Cómo te convences a ti mismo de la realidad cuando es tu cerebro en el que no puedes confiar?

—¿Estás bien...?—pregunta, observándome atentamente.

—Sólo estoy tratando de averiguar si eres real o si estoy loco—admito.
Se ríe suavemente.—Ya somos dos.

—¿Eh?

—Nada—dice, mirando su mano—. Esto no sale. ¿Te importa si uso tu lavabo?

—Oh, claro—balbuceo, abriendo la puerta que da acceso a la casa.

Una vez que entra, le echa un vistazo a la cocina. Me dirijo al fregadero, observando atentamente para asegurarme de que el agua sale realmente cuando él abre el grifo. El sonido del agua que fluye por el desagüe es suficientemente convincente.

—Usa la barra de la encimera—digo—. Es lo único que realmente quita la grasa.

—Gracias—dice, restregándose la palma de la mano. Mira hacia arriba y alrededor de la casa, y nunca he sido tan consciente de lo mal que combinan las cortinas con el sofá—. Bonito lugar. Muy retro.

—No he cambiado mucho desde que lo heredé—murmuro.

—Me gusta—se seca las manos en la toalla que le ofrezco—. ¿Vives aquí tu solo?

Es una pregunta punzante, pero no puedo imaginar a qué apunta. Si leyó mis cartas, ya debe saber que mis abuelos están muertos.

—Sí.

—¿No tienes novio?

Parpadeo, sorprendido por la pregunta directa.

—Lo siento. Si es demasiado personal...

—No—digo rápidamente—. Uh, n-no, nada de eso.

Asiente con la cabeza, y luego entra en el salón. Sé que sólo está hablando de cosas sin importancia, pero no puedo evitar sentir que había una respuesta correcta a esa pregunta y que la acabo de dar. Por qué a Lee Heeseung le importa una mierda mi vida amorosa, o la falta de ella, es algo totalmente distinto.

—¿Puedo ofrecerte algo?—pregunto—. En realidad no bebo alcohol, pero puedo darte algunos refrescos o podría prepararte un café.

—Un café estaría bien, gracias—dice, acercándose demasiado a mi centro de entretenimiento para mi comodidad.

Agarro la jarra y la pongo bajo el grifo, sin quitarle los ojos de encima.
Por favor, no encuentres las cajas, por favor, no encuentres las cajas, por favor, no encuentres las...

—¿Así es como se ven?—pregunta, recogiendo mi set de DVD de la primera temporada. Por supuesto, está en la parte superior de la pila. Espero que no lo abra y se dé cuenta de que falta uno de los discos, ya que entonces podría pensar que soy una especie de friki que ve su antigua serie en repetición sólo para consolarse.

—¿Perdón?

—Nunca he visto uno en persona—aclara, dándole la vuelta a la portada—. Cinco jóvenes amigos aprenden la alegría y la agitación de crecer y separarse en el pueblo de Blue Oak Creek...—se ríe, sacudiendo la cabeza—. Supongo que ese es un buen resumen.

—Realmente no cuenta toda la historia, ¿verdad?—pregunto débilmente mientras me aferro a la encimera, ya que no confío en mis propias rodillas.

—No—murmura. Lanzo un suspiro tranquilo cuando vuelve a guardar el DVD—. Pero supongo que es lo mismo que ocurre con las esquelas.

—¿Qué quieres decir?

—Vives sesenta, setenta años, y todo se condensa en un par de frases en un periódico—se encoge de hombros—. Te enamoras, cambias de carrera media docena de veces, creas un par de vidas... y al final, incluso la vida más plena se resume en un puñado de palabras.

—Tal vez eso sea cierto para la gente que no te conoce—digo con cuidado—. Para la gente que te quiere, los recuerdos pueden llenar los huecos entre las palabras.

Nunca imaginé que fuera posible que un corazón se rompiera con una sola sonrisa, pero este hombre me demuestra lo contrario.

—Wow. Eres tan poético en persona como lo eres en tus cartas.

—Nunca imaginé que realmente las leerías—digo, limpiando una mancha permanente en el mostrador—. No después de la primera.

—Siento no haberte contestado—suspira—. Probablemente no creerás esto, pero tus cartas significaron mucho para mí.

—Tienes razón, no me lo creo—esbozo una pequeña sonrisa—. Fue una tontería enviarlas. Ojalá no lo hubiera hecho.

—Por favor, no digas eso—dice Heeseung, cruzando la habitación. Viene a pararse frente a mí y toma mi mano con una mirada en sus ojos que nunca pensé que estaría dirigida hacia mí, ni siquiera en mis sueños más autocomplacientes—. Lo digo en serio, Jake. Ojalá hubiera leído tus cartas hace años. Pero desde el momento en que lo hice, supe que tenía que conocerte. Todo lo que has dicho, sobre sentir que me conoces... tú me has hecho sentir del mismo modo al leer esas cartas.

Trago saliva y doy un paso atrás, dejando que mi mano se escape de su agarre.—No quieres decir eso. E incluso si lo haces, la mayoría de esas cartas no eran para ti. Eran para Ethan.

—Lo sé—dice, dudando—. Sé que es raro que me haya presentado aquí sin avisar, y sé que te he decepcionado. He defraudado a mucha gente. Pero quiero hacer las cosas bien esta vez... empezando por ti.

—¿Por qué? ¿Por qué te importa de repente, y por qué a mí?

—Sabes lo del accidente, ¿verdad?
Asiento a regañadientes. No es que esté admitiendo que todavía lo acoso o algo así.—Es un poco difícil encender la televisión sin escuchar algo sobre ti.

—Digamos que ese accidente fue una llamada de atención. No soy la misma persona que era antes de que me dispararan—murmura—. Ya no quiero ser esa persona, Jake. El tipo de hombre que ignora a la gente que se preocupa por él, sale con insulsas estrellas del rock, y da por sentado todo lo que le han dado. Quiero ser el hombre al que escribías esas cartas cuando eras más joven, el que significaba tanto para ti.

—No soy la misma persona que era en ese entonces, Sr. Lee...—digo con recelo.

—Por favor, llámame Heeseung.
Suspiro.—De acuerdo, Heeseung. No soy esa persona, y ahora tengo el sentido común de saber que tú tampoco eres la persona que yo creía que eras. Y eso está bien. Tu trabajo me ayudó a superar una época muy dura de mi vida, y siempre te estaré agradecido por ello. Pero por mucho que ames algo, eso no lo hace real.

—Lo entiendo. De verdad, lo entiendo, y no te estoy pidiendo que retrocedas en el tiempo ni nada de eso...

—Entonces, ¿qué es lo que quieres?—presiono—. Porque no estoy muy seguro de saber por qué estás aquí o qué puedo hacer por ti.

Mira hacia otro lado.—Como dije antes, sólo sabía que tenía que encontrarte para disculparme contigo. Perdón por no haber leído tus cartas antes, perdón por no responder, y perdón por no ser el hombre que creías que era. Realmente no he pensado más allá de eso.

—No tienes que disculparte—digo—. Lo que dijiste en esa entrevista me dolió, pero también hirió a todos tus fans, no sólo a mí.

Me mira con esos grandes ojos marrones de bambi, y por un momento entiendo por qué Hyemi nunca podía decirle que no. Me lleva sólo un segundo sacudirme.
Este no es Ethan, es Heeseung, me recuerdo a mí mismo.

—Hay algo en lo que puedes ayudarme. Un favor que necesito pedirte.
—De acuerdo—digo de mala gana—. ¿Qué quieres?

—¿Me ayudarías a disculparme con los demás?

—¿Tus otros fans?

—Sí. Iba a responder a todas sus cartas, pero empiezo a darme cuenta de que eso es tan práctico como visitarlos a todos en persona—dice, metiendo las manos en los bolsillos.

—Así que... ¿sólo fui tu primera parada?—pregunto con incredulidad.

—No, no, no—dice rápidamente—. Tú eres especial. Q-Quiero decir, que-quería visitarte... a tí específicamente. Dios, nada me sale bien...—murmura, pasándose una mano por el cabello. Nunca lo he visto hacer eso en las entrevistas, pero lo ha hecho al menos tres veces desde que ha llegado aquí. Entonces se me ocurre que tal vez esté planeando retomar su papel de Ethan para algún nuevo proyecto, y que yo sea una especie de extraño estudio de personaje.

Una teoría casi tan narcisista como absurda—. Todas las veces que imaginé esto en mi cabeza fue mucho mejor, por si sirve de algo.

Lo miro fijamente.—No te lo tomes a mal, pero ¿te dispararon en el pecho o en la cabeza?

Se ríe.—Sé que esto es bizarro y que estoy actuando como un completo idiota, pero... ¿al menos me dejarías invitarte a cenar?

Dudo.—Te acosaran si pones un pie fuera, incluso en una ciudad como Geumcheon. Además, ¿no deberías tener guardaespaldas o algo así?

—Te sorprendería saber que poca gente me reconoce de esta manera—dice, señalando su ropa.
No puedo evitar sonreír.—Aprecio el gesto, pero no tenías que vestirte y actuar como Ethan sólo para venir a verme, ¿sabes? No estoy tan obsesionado.

Me dedica una sonrisa tímida.—Es un poco más complicado que eso.

—¿De qué hablas?
Sus ojos centellean con una mirada traviesa que conozco muy bien.

—Cena conmigo y te lo contaré todo.

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