JAKE.

La mañana siguiente es tan incómoda como imaginaba. Hoon se quedó a dormir, así que preparé el desayuno para los dos y, después de insinuar que tenía algunas citas programadas para el día, se marchó.

Cuando finalmente salgo a tomar el aire, el coche de Choi Beomgyu -uno de mis clientes- está esperándome en la entrada. Abro el buzón, y encuentro las llaves junto con el correo de ayer. Sólo lo compruebo cuando es necesario, y la pila de facturas que me esperan no me anima a dejar ese hábito.
Efectivamente, hay un aviso del banco. Estoy a punto de dejar de pagar el préstamo que cubre el taller y la casa, y si no encuentro la manera de conseguir 20000000 wones inmediatamente, sé que tomarán otras medidas más severas.

Dejo la carta en un estante del garaje, y trato de apartarla a un rincón igualmente oscuro de mi mente. Preocuparme por ello solo hará que sea menos eficiente en mi trabajo, y ahora mismo abrirme paso a través de esto es la única oportunidad que tengo.

Hice una feria hace unos meses, y el otro día recibí un correo electrónico de un tipo que conocí allí. Tiene un taller en otra ciudad, y me ha dicho que le vendría bien alguien como yo para ayudarle con las reconstrucciones. Lo rechacé, por supuesto. No puedo dejar el taller, pero su oferta me hizo pensar que tal vez debería empezar a buscar trabajo extra. Al menos, sería algo que ayudaría a apuntalar el garaje.
Cuando voy a la ciudad en mis descansos para hacer algunos recados, parece que todo el mundo sólo habla de Lee Heeseung. Al menos, eso evita que hablen de mí. Dejando de lado las leyes de confidencialidad, los rumores siempre circulan en una ciudad tan pequeña.

Las miradas de compasión son incluso peores que los susurros.
Mi abuelo era un pilar en Geumcheon. Yo sólo soy un tablón de madera de mala calidad que todos esperan que se desmorone en cualquier momento. He hecho todo lo posible por mantener su taller en buen estado, pero sé que es sólo cuestión de tiempo. Puedo negarlo todo lo que quiera, pero vivir en un mundo de fantasía no es tan fácil como lo era en el instituto.

Para cuando llego a la casa, el cielo se está volviendo naranja. He recorrido la longitud de toda la ciudad varias veces fácilmente. Hasta aquí mi día productivo. A veces es fácil perderse en mi cabeza, especialmente cuando es el último lugar en el que quiero estar.
Abro la puerta para encontrarla sin llave, y dudo por un momento antes de dirigirme a la sala de estar. Sunghoon está allí con una botella de vino y dos copas sobre la mesa de centro. Tiene una caja de pizza con él, y me sonríe cuando se levanta para saludarme.

Mierda.

—Hola—se acerca para tomarme en sus brazos—. Pensé que te vendría bien una noche de descanso en casa.
—Esto es tan... dulce—murmuro. Sólo entonces me doy cuenta de que ése es el problema: Sunghoon es demasiado dulce. Después de trabajar todo el día en el aserradero, su primer pensamiento fue venir aquí y estar conmigo. Puede que la noche anterior fuera lo que necesitaba en ese momento, pero empiezo a darme cuenta de que para él ha sido mucho más que eso.

—Hyung...—digo, cogiendo su mano. Algo en mi voz debe haberme delatado, porque su sonrisa se convierte rápidamente en una línea de preocupación—. Tenemos que hablar.
Hoon deja escapar un profundo suspiro, dejándose caer en el sofá.—Debería haber llamado antes. Lo siento.
—No es eso—tomo asiento a su lado—. Esto fue realmente...
—¿Dulce?—pregunta.
Le doy una sonrisa de disculpa.
—Realmente disfruté de la noche anterior. Me alegro de que haya sucedido, pero...
—Pero no significó para ti lo que significó para mí.
Asiento con la cabeza.
—Lo siento.
—No es necesario—dice, pasándose una mano por el pelo—. Me lo imaginaba. Sólo... pensé que valía la pena que lo intentáramos.

—Yo también—admito, poniendo mi mano en su rodilla—. Eres increíble, hyung. Te mereces mucho más de lo que yo puedo darte.

—No puedo decir que no duele—dice, poniéndose de pie—. Tampoco puedo decir que me sorprenda. Sólo hazme un favor y sé sincero conmigo.

Lo observo con profunda curiosidad.
—De acuerdo.
—Esto es por Suho, ¿verdad?
La expresión seria de su rostro desmiente la picardía que baila en sus ojos. No puedo evitar reírme, agradecido por la broma que disipa la tensión en la habitación.

—Me has pillado. En el momento en que el escupió tabaco de mascar en el jardín delantero, fue amor a primera vista.
Sunghoon también se ríe, pero su sonrisa acaba por desaparecer.

—Sabes que todavía me importas, ¿verdad?

—Tú tambien me importas—digo suavemente—. Te quiero, sólo que...

—Pero no así—murmura—. Sí, lo entiendo.

—Lo siento—Es todo lo que sé decir, y realmente lo hago. Desearía que fuera diferente. Desearía poder darle a este hombre lo que quiere, pero sé que fingir sería aún más cruel que decepcionarlo.

—No lo hagas—hoon repite, inclinándose para besar mi frente

—. ¿Nos vemos por ahí?
Asiento, regalándole una sonrisa.

—claro que si.