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03.

JAKE.

—Aquí es donde se encuentra el problema—digo, saliendo de debajo del monovolumen de Kim Minjee, mostrándole un pequeño cilindro lleno de aceite—. Su filtro de aceite está cubierto de suficiente mugre como para justificar una limpieza ambiental. ¿Con qué frecuencia cambia el aceite?
La mujer de mediana edad se coloca un mechón de pelo canoso detrás de la oreja, sin mirarme.—No tan a menudo como debería... ¿Tal vez... cada seis meses?
—Se supone que debe cambiar el aceite cada tres meses, Sra. Kim. Pero ni siquiera esperar seis meses explicaría este desastre. El filtro se está desmoronando—digo, arrancando un trozo con el pulgar para demostrar mi opinión.
Su cara se vuelve de color rosa.—De acuerdo, tal vez ha sido más bien un año. Apenas puedo llevar la cuenta. Jessie era la que se encargaba de todo esto—dice, señalando el pequeño garaje que mi abuelo había convertido en los años sesenta a partir de un viejo garaje para cuatro coches. La mujer mira los estantes de refrigerante, aceite y engranajes, como si estuviera en una nave espacial—. Yo no podría distinguir una manguera de radiador de una serpiente.
Le dedico una sonrisa comprensiva, y me limpio las manos con el paño que guardo en el bolsillo de mi mono.—No pasa nada, yo me encargo de esto. Puede ir a la cocina y esperar, si quiere. Hay jugo en el refrigerador y anoche hice galletas.
—Oh, gracias, cariño—dice, dedicándome una mirada maternal—. Eres una cosita tan pequeña. ¿No te preocupa estar debajo de una furgoneta tan grande como esa?
Me río.—Tengo ayuda con los trabajos más grandes. De todos modos, ser construido como mi amigo no sería de mucha ayuda si esa furgoneta decidiera ceder.
—Supongo que no—lanza una mirada cautelosa hacia su vehículo suspendido—. Aun así, nunca imaginé que acabarías quedándote en este lugar. Al menos, no en la tienda. Estoy seguro de que tu amigo lo compraría si quisieras volver a la escuela.
—Oh, estoy seguro de que lo haría—murmuro. Los préstamos de mi amigo, Sunghoon, son la única razón por la que este lugar ha podido mantener sus puertas abiertas con la gran cadena de tiendas de repuestos de automóviles que se mudó a la salida de la autopista—. Pero nunca podría venderlo. Trabajar en este lugar me ayuda a sentirme más cerca de mi abuelo—admito—. Además, me gusta lo que hago.
La Sra. Kim me dedica una sonrisa dudosa.—Si tú lo dices.
Respiro aliviado cuando la mujer abre la puerta que da a la cocina, y entonces vuelvo a pasar por debajo del coche para cambiar el filtro. Entiendo por qué a ella le cuesta tanto creer que disfruto de mi trabajo. Con un poco más de un metro setenta, y con la sangre Shim corriendo por mis venas, la única vez que la gente vería a alguien como yo como mecánico es en los folletos políticamente correctos de los colegios comunitarios. Por si fuera poco, soy uno de los únicos chicos abiertamente gays de la ciudad. Sunghoon es el otro.

El filtro tarda incluso menos de lo que pensaba. Estoy a punto de terminar cuando la puerta del garaje cruje, y Minjee grita:—¡Jake, ven rápido!
Me levanto de un salto por instinto, golpeando mi cabeza con la parte baja del coche.—¡Ay!—me quejó mientras salgo rodando de debajo del todoterreno. Cuando me incorporo, frotándome la cabeza, Minjee me mira desde la puerta con los ojos muy abiertos—. ¿Qué ocurre?
—Ven a ver—dice, haciéndome un gesto para que la siga dentro.
Cuando llego a la cocina, Minjee señala con un dedo el pequeño televisor apoyado en la encimera. Está encendido en una de las pocas emisoras que recibe mi limitado paquete de cable, y reconozco rápidamente la voz del locutor de uno de esos populares programas en los que se recapitula lo sucedido el día anterior en la industria del entretenimiento. Hay imágenes de archivo de una escena del crimen, pero no puedo distinguir el texto que aparece en la parte inferior de la pantalla.
—Es Lee Heeseung—dice ella—. Ese chico vampiro que tanto te gusta. Ha desaparecido.

Me inclino junto a ella, entrecerrando los ojos hasta que las letras que aparecen en la pantalla se vuelven más claras: Famoso actor, Lee Heeseung, ha sido reportado como desaparecido en la ciudad de Seúl.
Minjee deja escapar un silbido bajo.—Eso nunca es bueno. Ya conoces a estos tipos.
Tomo asiento en el taburete del mostrador y me inclino para subir el volumen. La cámara cambia a un podio vacío flanqueado por agentes de policía y hombres y mujeres trajeados.
—La familia del actor desaparecido está a punto de hacer una declaración—dice la reportera mientras la cámara se aleja para incluirla en el plano—. Según la policía y el compañero sentimental del desaparecido, el actor Lee Heeseung, más conocido por su papel de Seo Jihoon en la exitosa serie Undead, lleva desaparecido desde algún momento entre la medianoche y la una de la madrugad... ¡Oh, ahí están!
La cámara se acerca a un tipo rockero y a una mujer de mediana edad que suben al escenario. No parecen dos personas que se vean en la misma habitación, pero su abrazo da la impresión de cercanía. Los ojos de la mujer están inyectados en sangre, pero el grueso anillo de lápiz de ojos alrededor de los ojos del bajista se ve perfectamente intacto.
Un oficial de policía condecorado sube al escenario junto a ellos, y el mensaje en la pantalla dice que se trata de un agente.
—Por ahora no hay más novedades sobre el paradero del Sr. Lee, pero su madre y su novio quieren hacer una declaración. Les pido a todos que guarden sus preguntas para después—dice el hombre, dando un paso atrás tras ajustar el micrófono para la mujer—. Adelante, Sra. Lee.
—Sí—dice ella con voz suave, mirando a los miembros de la prensa reunidos en el público—. Todo lo que quiero decir es: Heeseung, si estás ahí fuera... por favor, vuelve a casa. Te amamos, y lo único que queremos es saber que estás a salvo.
—Y si alguien lo ha visto, por favor, póngase en contacto con la policía de Seúl—dice Jay. Su nombre artístico se desplaza por la pantalla, y no puedo evitar preguntarme si la inicial significa realmente algo—. Lo siento por todos nuestros fans, pero Midnight ha tenido que cancelar todos sus próximos conciertos. No puedo subir al escenario hasta que encuentren a Heeseung—Su cara se derrumba, pero no hay ni una lágrima a la vista. La Sra. Lee lo abraza, y el agente toma el relevo para la sesión de preguntas y respuestas.
—Eso es muy triste—Minjee reflexiona—. He oído que estaba loco.
Frunzo el ceño. Los rumores sobre una enfermedad mental habían circulado ampliamente después de que el actor tuviera una supuesta crisis nerviosa en el plató hace unos años, pero siempre había nuevo material para los rumores, y la mayoría de la gente lo había olvidado.
Cambio de canal para ver si alguien más estaba hablando de ello y, efectivamente, Lee Heeseung es una figura destacada en todas las emisoras importantes.
Minjee desliza su bolsa sobre el hombro.—¿Cuánto te debo?
—Nada—murmuro, poniéndome en pie—. Sólo deme un segundo para terminar y podrá seguir con su camino.
—Eres un chico tan dulce—dice, dándome un apretón en el brazo—. Dime, ¿no solías escribirle cartas a ese chico?
Mi rostro se calienta, y finjo limpiarme un poco de aceite de la mejilla como excusa para apartar la mirada.—Eso fue hace mucho tiempo.

Un año es mucho tiempo, dependiendo de tu perspectiva.
Vuelvo a pasar por debajo del todoterreno y coloco el nuevo filtro en su sitio, intentando quitarme la noticia de la cabeza. Me recuerdo a mí mismo que Lee Heeseung pudo haber sido mi héroe adolescente, pero no fue más que un enamoramiento de celebridad. Por mucho que haya sentido una conexión con su trabajo anterior, ni siquiera me gustaba su nuevo programa. Su desaparición o su muerte no deberían significar más para mí que las innumerables personas que desaparecen cada día sin que estuviera al tanto de ello.
—Todo listo—digo, volviendo a salir. Me limpio las manos en el paño y vuelvo a bajar el todoterreno al suelo—. Ahora, prométame que la veré aquí dentro de unos meses.
—Lo harás—dice Minjee, con una sonrisa tímida. Mira mi sucio overol por un momento, antes de inclinarse para darme un fuerte abrazo a pesar de que estoy cubierto de suciedad—. Cuídate, y saluda a Sunghoon de mi parte.
—Lo haré—le prometo, y luego la saludo con la mano mientras ella se marcha. Está oscureciendo fuera, así que alzo la mano para bajar la puerta del garaje por la lengüeta de tela, pero la maldita cosa se atasca—. Mierda.
—Déjame ayudarte con eso—dice Sunghoon, saliendo de la nada.
—¡Joder, hyung!
—Lo siento—me dedica una sonrisa -la cual hace que todas las pobres chicas heterosexuales de la ciudad lo adulen- y tira la puerta abajo con facilidad, atrapándonos en el garaje.
Sunghoon es un tipo muy guapo, con el pelo castaño despeinado, ojos de la misma tonalidad y  Sé muy bien que su bronceado es sólido debajo de esa camiseta musculosa, la cual se adhiere a su trabajada estructura. Trabaja en el aserradero, y está hecho como el leñador que es.
Doy un paso atrás, forzando una sonrisa.—Hoy apenas he tenido clientes.
—No me sorprende—murmura, metiendo las manos en sus vaqueros rotos—. Sólo vine a ver si querías comer algo.
—Ya he comido, gracias—miento. Sughoon es mi auto-proclamado cuidador y sé que si admito que simplemente no tengo hambre, lo convertirá en todo un problema.
—Podríamos tomar algo, entonces.
—Me siento un poco cansado—digo, omitiendo la parte en la que estoy desesperado por volver a entrar para ver las noticias.
Hoon frunce el ceño.—En ese caso, puedo quedarme contigo.
—No, está bien. Sal con tus amigos—insisto—. Lo único que haré será acurrucarme con unos DVDs y un té de hierbas.

Resopla.—Tú y tus viejos programas...
Sonrío en respuesta. Sunghoon se queda por un momento, y me doy cuenta de que quiere que le invite a entrar, pero no soy capaz de caminar por la cuerda floja entre evitar sus sentimientos y engañarle. No sé por qué no correspondo a sus sentimientos. Cualquier hombre tendría suerte de tenerlo, y más en una ciudad como Geumcheon, donde las posibilidades son aún más escasas que la economía. En lo que respecta a la gente del pueblo, estamos tan unidos como un zapato izquierdo y uno derecho. Yo soy gay, él es gay. Es tan simple como eso. Excepto que las cosas no son de esa manera.

—Buenas noches, Jake—dice finalmente, levantando de nuevo la puerta del garaje. Hay un toque de frustración en su voz, pero no puedo culparlo.
—Buenas noches, hyung—digo, cerrando después de que él se deslice por debajo de ella.
No pierdo tiempo y vuelvo a entrar para encender la gran televisión del salón. Es uno de los viejos modelos analógicos que nunca actualicé, tanto por razones sentimentales como económicas. Mi abuelo y yo pasamos demasiadas noches en el sofá viendo sus programas en ese televisor como para dejarlo pasar. Toda la casa parece mucho más propia de la pareja de octogenarios que la decoró, que de los veinteañeros que viven aquí ahora.
No tardo en encontrar un canal que cubra la desaparición, así que subo el volumen y me arrodillo para rebuscar en el mueble que hay debajo del televisor. Saco una caja que no he mirado en un año, y suspiro. En la portada se lee 'Mine & Yours', y presenta un reparto de cinco atractivos veinteañeros que interpretan a adolescentes que viven en el pequeño pueblo ficticio de Blue Oak Creek. Es allí donde se encuentra el personaje de Lee Heeseung, Ethan, con su brazo sobre Alex, el rubio protagonista, y las tres chicas, Hyemi, Emma y Sunyee. Era el primer gran papel de Heeseung, y desde el momento en que apareció en pantalla como el sensible y angustiado Ethan, mi corazón adolescente quedó atrapado a él.

Mine & Yours sólo duró tres temporadas a mediados de los años ochenta, con críticas dispares. Pero durante esas tres temporadas, podía plantarme frente al televisor a las ocho de la noche todos los jueves. Y durante los cuarenta y tres minutos que quedaban entre los anuncios, podía sentirme como si hubiera encontrado mi lugar en el mundo. Claro que no tenía mucho en común con el resto del elenco de clase media alta, pero hacía tiempo que había renunciado a encontrar gente que se pareciera a mí en la televisión, o en cualquier otro lugar que no fuera la reserva que dejé atrás cuando vine a vivir con mis abuelos tras la muerte de mi madre. La forma en que me relacionaba con Ethan era mucho más profunda. Él logró comprenderme en un momento en el que parecía que nadie más en el mundo lo haría.
Al igual que a mí, a Ethan le costó mucho encajar como chico nuevo en la escuela. El acoso al que me enfrentaba no era tan extremo, y mi condición de paria social no era tan evidente como la suya en el guion, pero ambos habíamos sido vistos como extraños. Ethan era un artista callado, pero había todo un mundo en su cabeza. Alex comenzó siendo el protagonista de la historia, pero en la segunda temporada era obvio a quién querían ver todos los fans. Ethan empezó a tener más líneas, y los guionistas profundizaron en su problemático pasado. Entonces resultó ser que teníamos más en común de lo que jamás hubiera imaginado. El padre de Ethan le pegaba cuando llegaba a casa borracho, y su madre se había suicidado para sobrellevar el dolor de su muerte. Pero aparte de algunos detalles invertidos, nuestras historias anteriores se alineaban con una trágica simetría.

A Ethan le gustaba pintar, y a mí dibujar. Los otros chicos le hacían pasar un mal rato por ello, pero él nunca dejó que eso le detuviera. Hacia el final de la serie, incluso se insinuaba que su personaje podría ser bisexual. Eso fue mucho antes de que Lee Heeseung saliera del armario y empezara a salir con el vocalista de un grupo de rock, del que nadie se acordaba ahora más que del hecho de que ambos habían salido. El mero hecho de insinuar que un protagonista no era totalmente heterosexual era un gran problema en aquella época, y era suficiente para que mi corazón latiera un poco más rápido cada vez que él y su posible novio aparecían juntos en la pantalla.

Empecé a escribirle cartas a  Heeseung después del primer episodio. Y cada año, para mi cumpleaños, le pedía a mi abuelo el box-set de la nueva temporada. El póster de la tercera temporada ya no cuelga sobre mi cabeza, y ya no duermo con un número de Teen Heart con Lee en la portada debajo de mi almohada, pero volver a ver la serie era el único lugar al que siempre podía acudir en busca de consuelo... hasta el año pasado. Después de que el funeral de mi abuelo me dejara realmente solo en el mundo, volví a ver toda la serie en repetición. Estar con esos personajes me hacía sentir menos solo que estar con cualquier persona real, incluso con Sunghoon.

Incluso después de que todos mis otros recuerdos de Mine & Yours acabaran en la basura, nunca había sido capaz de tirar los DVDs. Ni siquiera después de aquella conferencia de prensa que empañó mi imagen de Lee Heeseung, y que hizo lo mismo con la mayoría de los fans de sus primeros trabajos.
Suspirando, hago algo que me prometí no volver a hacer y saco el primer DVD de la primera temporada de su caja. Estoy a punto de ponerlo en el reproductor, cuando el presentador de las noticias dice:—Y ahora, nos acompaña una invitada muy especial. La hermana de Lee Heeseung, Lee Ja- Yoon. Ella tiene unas palabras que le gustaría decir sobre la desaparición de su hermano. Bienvenida, Yoon

—Gracias, Jean—dice una mujer a la que reconozco vagamente de una de mis sesiones de ciber-acoso de hace años. Parece tener unos veintitantos años, y tiene los conmovedores ojos de bambi de Heeseung,  están llenos de tristeza cuando mira a la cámara, y mi corazón se apena por ella de una manera que no lo hizo cuando su madre y su novio estaban en la pantalla.
—En primer lugar, me gustaría darle las gracias a la policía de Seúl, que ha hecho todo lo posible para traer a mi hermano a casa sano y salvo—dice Yoon, aplomada y elegante a pesar de su dolor—. Estoy en conflicto con hacer esto... porque mi hermano es muy insistente en mantener su vida personal.
Resoplo, y no puedo evitar pensar que si eso fuera cierto, no habría fotos de él chupando la cara a todos los tipos buenos que han tocado un instrumento en los últimos diez años por todo internet y todos los periódicos de cotilleo de los supermercados.
—La verdad es que, como algunos de los personajes que ha interpretado, Heeseung ha luchado con su propia salud mental en el pasado—continúa—. Sin entrar en detalles, vivió una gran tragedia hace un año y me preocupa el efecto que ha tenido en él. Mi hermano nunca haría daño a nadie, pero me preocupa, como alguien que le quiere mucho y como médica, que pueda convertirse en un peligro para sí mismo. Por favor, si alguien por ahí lo ve o sabe algo de él, ayúdenos a encontrarlo. Ayúdennos a conseguir la ayuda que necesita.

A Yoon se le llenan los ojos de lágrimas cuando termina de hablar. El presentador vuelve a tomar el relevo y le hace otra pregunta, pero no escucho nada más. Mis propios pensamientos son demasiado fuertes.

Así que Heeseung realmente está enfermo...

Siempre ha habido rumores sobre ello, y retrató la depresión de Ethan con tal precisión que siempre me he preguntado si sabía lo que era de primera mano, pero para que su hermana salga en la televisión y suelte su secreto, tiene que ser algo malo. Tal vez era sólo una mentira, pero ella no parecía ser ese tipo de persona. Ciertamente había tenido muchas oportunidades de ganar publicidad como hermana de Heeseung en el pasado, y no las había aprovechado. Pero, ¿por qué su madre y su novio no dijeron nada?
La última carta que escribí a Heeseung  se filtra en mi mente. Estoy seguro de que era mucho más discreta que la que le enviaron otros fans después de sus comentarios en aquella fatídica rueda de prensa -suponiendo que se molestara en leerla-, pero todavía me siento mal al pensar que fue lo último que le envié.
Me muerdo el labio y miro el escritorio del rincón. Cuando abro el cajón, me encuentro con que el juego de papelería sigue exactamente donde lo dejé. Hay tres hojas en blanco, junto con un juego de sellos y la pluma de mi abuelo. Me siento en el taburete y sumerjo la pluma en el pozo, aliviado de que la tinta esté bien sellada. Mi mano se cierne sobre la página durante un momento antes de empezar a escribir.

Me retracto de mis palabras, pero me recuerdo a mí mismo que en realidad nunca lo va a leer, aunque vuelva.

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