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02.

HEESEUNG.

El sexo de reconciliación no era una mentira. En el momento en que entramos en el apartamento de Gangnam que compartimos, Jay tira su chaqueta al suelo, seguida pronto por mi camisa y mi chaqueta. Luego me empuja hacia el sofá, quitándome el cinturón con un rápido movimiento.

-¿Ya no tienes ganas de discutir?
-Cállate-dice, liberando mi miembro de mis pantalones. En el momento en que lo lleva a su boca, recuerdo por qué aguanto sus idioteces. Puede que Jay sea un tipo superficial y quejumbroso, pero es un tipo superficial y quejumbroso que sabe dar una buena mamada.

Entrelazo mis dedos en su cabello negro desgreñado, frito en las puntas por el exceso de alisado y tinte.

 su garganta es porfunda y le llega al fondo, pero él  recibe como un profesional. Si alguna vez tuvo un reflejo nauseoso, hace tiempo que ha desaparecido.
Tal y como esperaba, su lengua, sumado al persistente sabor del alcohol, forman un gran equipo. En poco tiempo, apenas puedo recordar el nombre de Kim Sunoo. Ni siquiera puedo recordar sus ojos miel, ni sus suaves cabellos negros, ni la forma en que su suave piel blanquecina se apretaba contra la mía mientras hacíamos el amor clandestinamente en un viejo futón en el cobertizo, el cual se encontraba detrás de la casa de sus padres...

Joder.

Me quito a Jay de encima y lo pongo de pie. Está claro que la melancolía de esta noche requiere una receta más fuerte. Me deshago rápidamente de sus ajustados vaqueros, sin sorprenderme al ver que no lleva nada debajo de ellos.
Lo agarro por las caderas, lo atraigo hacia mí,  Jay suelta un gemido bajo, que probablemente sea tan falso como lo fue su actuación tímida en la ceremonia de entrega de premios, pero estoy demasiado borracho y caliente para que me importe.

El mini-bar de la limusina estaba lleno, y sé que me he pasado de mi límite habitual.
Sin más ceremonias, lo levanto sobre mi y empujo con fuerza. Jay deja escapar un grito de sorpresa, pero la forma en que su miembro se retuerce, apretado entre nuestros duros estómagos, me dice que le ha gustado.
-E-Estás muy... agresivo esta noche...-dice, clavando sus manos en mi cabello-. Me-me gusta... Me recuerda a Jihoon.
Si hay un nombre que puede ablandarme cuando estoy enterrado dentro de un hombre, es justamente ese.

-Suenas como un fanático-murmuro, arqueándome hacia él con la esperanza de que se calle.
Echa la cabeza hacia atrás y suelta una risa falsa, la cual se convierte en un auténtico gemido. Normalmente, aguantaría un poco más, pero lo único que deseo más que un orgasmo en este momento es una ducha caliente, unas cuantas aspirinas, y una buena noche de sueño.
Jay mete las manos en mi cabello y me acerca, enterrando mi cara en su cuello. Sé lo que quiere, pero no estoy de humor para esa mierda de vampiro.

-Oh, joder...-jadea, arqueándose dentro de mí. Es todo lo que puedo hacer para no correrme en ese momento, pero sé que no voy a oír el final si no le dejo correrse primero. Afortunadamente, no tarda mucho en hacerlo. Su carga se derrama sobre mi pecho, caliente y pegajosa, mientras grita:-¡Jihoon.
Me quedo helado, pero sólo hace falta un momento para que la sorpresa se convierta en irritación en mi estado de embriaguez. Lo empujo para que se aparte de mí y él se deja caer de nuevo en el sofá, observándome con una notable confusión en su rostro.
-¿Cuál es tu problema?-pregunta-. Sé que tú tampoco piensas en mí cuando lo hacemos.
-¡Pero no digo el nombre de otro tipo!
-No durante el sexo-murmura.
-¿Qué has dicho?
-Nada-dice-. Me gusta tu personaje. ¿Cuál es el problema? Sigues siendo tú, Heeseung.
-Ese no soy yo. Sólo es un puto personaje, y uno de mierda. es un viejo pervertido que nunca envejece, mételo en un entorno de instituto, añádele algo de contorno para dar efecto y listo, ¡tienes oro de vampiro adolescente!-murmuro, poniéndome los pantalones-. ¿De verdad no has podido notar la estratagema de marketing más básica que existe?

Jay parpadea antes de ponerse en pie.-Dios, cálmate. No ha sido para tanto.
-No me pidas que me calme-digo, apartándolo de mí. Debo haber usado más fuerza de la que pretendía, porque él se tambalea un poco y los dos nos miramos un momento-. Lo siento... Sabes que odio cuando la gente dice eso.
-No me importan tus problemas-sisea, tirando torpemente de sus pantalones-. No me toques.

-Lo siento-digo nuevamente, cogiendo su brazo.
Lo aparta de un tirón.-Creo que será mejor que te vayas.
-¿Quieres que me vaya?-frunzo el ceño-. Es medianoche, ¿a dónde se supone que voy a ir?

-No lo sé, y no me importa. Sólo te quiero fuera de aquí.
-Este es mi apartamento.
-¿Crees que no puedo tener una docena de cámaras en este lugar así de rápido?-chasquea sus dedos para enfatizar.

Retrocedo hacia la puerta.-No puedes hablar en serio. Apenas te he tocado, y he dicho que estoy...

-¡Fuera!-Recoge el premio de la mesa y lo lanza hacia mí. Levanto el brazo cuando pasa volando y cae al suelo. Uno de los brazos -no tan sólidos- de la estatua se rompe.
Recojo la chaqueta del suelo, y salgo a trompicones por la puerta. Voy por la mitad del ascensor cuando noto que me he olvidado las llaves de mi auto. Entonces me digo a mí mismo que, de todos modos, es mejor que no conduzca. La rabieta de mi novio me ha hecho recuperar la sobriedad y ha acabado con mi libido persistente, pero sigo sin confiar en mí mismo al volante.
Quizás lo que realmente necesito es dar un paseo.

El aire de la noche me escuece en la cara, y meterme las manos en los bolsillos no ayuda mucho a mantenerlas calientes, pero el frío repentino me mantiene despierto. En todo caso, me mantiene alerta. Siento mi cuerpo hueco, como si no fuera mío. Un pie sigue encontrando el camino delante de otro, pero no tengo más control consciente sobre ello que el que tengo sobre la dirección que toman mis pasos.

Un barrio se funde con el siguiente y, cuando por fin levanto la vista, me doy cuenta de que llevo caminando mucho más tiempo del que pensaba. Me mudé a la ciudad hace unos años, cuando Busan resultó ser un fracaso, pero conozco Gangnam tan bien como las calles suburbanas de Saha.
Sin embargo, no reconozco esta zona en absoluto.

Una licorería más adelante, y un edificio con ventanas oscurecidas en las proximidades, me indican que me he aventurado demasiado lejos de la tierra del dinero y los trasplantes. Justo cuando voy a coger el teléfono del bolsillo, oigo un sonido metálico que reconozco demasiado bien: el cañón de una pistola. Esta vez, sé que no se trata de un simple accesorio.

Me paralizo y levanto lentamente las manos. He estado en los dos extremos de este escenario las suficientes veces en la televisión como para saber cómo se desarrolla, y por una fracción de segundo, contemplo la idea de coger la pistola como he hecho tantas veces en la pantalla. El hecho de que se me ocurra ese pensamiento me hace reconsiderar mi rechazo a la terapia. Si me disparan, no habrá ningún regreso a una serie como mi propio gemelo malvado. La gente real no regresa de la muerte.

-Dame tu dinero, ¡ahora!-Es una orden simple y directa, y bastante fácil de seguir. Entonces, ¿por qué no puedo moverme? El atracador me clava la pistola en la espalda, pero no puedo sentirla. Todo está entumecido, y mis manos parecen haber estado sumergidas en agua congelada durante los últimos diez minutos-. ¡He dicho que me des tu jodido dinero!

No puedo moverme. Nada funciona como debería. Es como aquella vez que me desperté en mitad de la noche, con un sueño en el que un monstruo se cernía sobre mí, y descubrí que en realidad no me había despertado. Podía ver y oír todos los sonidos de mi habitación, pero por mucho que lo intentara, no podía mover un dedo, ni siquiera parpadear.
En lugar de moverme, concentro todo mi esfuerzo en razonar con mi atacante. Mi boca se abre apenas, pero el único sonido que sale de ella es un graznido.

El sonido del disparo se registra antes de que se intensifique el entumecimiento en el centro de mi pecho. Mis oídos pitan, y de repente estoy de rodillas. Sólo soy consciente de que puedo moverme cuando miro hacia abajo y veo mis propias manos agarrando mi camisa, con la sangre fluyendo por mis dedos. Es un líquido pegajoso de color rojo fresa, y parece más falso que el jarabe de maíz que utilizamos en el plató.
Tiene que ser falso. Me he involucrado demasiado en una escena. Mis viejas clases de actuación del método están volviendo a perseguirme. Pronto, el director gritará 'corten' y todos iremos detrás del escenario a reírnos.

-Mierda...

Apenas puedo oír la voz del asaltante a través del timbre, y luego el roce de sus zapatos en el pavimento antes de que retroceda, busque en el bolsillo de mi traje, y se vaya corriendo en otra dirección.

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