Capítulo 2
-Por tu negligencia, has traído caos a lo que debió seguir siendo armonía. Los vientos salvajes han devastado pueblos cercanos al imperio que juramos proteger y desviado las rutas de las aves migratorias -una voz poderosa resuena por las paredes del salón, una voz perteneciente al dios del sol-. Les has fallado no solo a nosotros, los inmortales, si no también a los mortales que cuentan y dependen de tu guía. Olvidaste lo que significa ser un dios, descuidaste tu deber y ve las consecuencias de tus viles actos.
El dios del viento abre la boca en un intento de hablar aún sabiendo que sus palabras pueden caer en oídos sordos, pero su voz se pierde en los vientos que lo rodean, sin obedecer sus órdenes, sirviendo como una especie de cadenas. Sus ojos viajan alrededor de la sala, deteniéndose en su hijo, quién lo miraba con una expresión dolida y de preocupación, siendo igualmente detenido por unas llamas evitando que intervenga en su juicio.
Al lado de su niño estaba su mejor amigo, Huǒ Huī, que lo miraba decepcionado y con ligera tristeza. Regresó su mirada al gobernante del palacio y principal dios, Lièrì, que seguía dando un discurso acerca de sus acciones y como le gustaría perdonarlo.
-Aún así, no puedo hacer la vista gorda, la corte hemos decidido imponerte un castigo.
Frente a Wǎn Fēng apareció un pergamino semitransparente, al leerlo su rostro se transformó en incredulidad pura, escrito en letras doradas y negras estaba su nombre y debajo todas sus faltas como dios. Al final del pergamino se dictaba su castigo y la duración que tendría, siendo este permanente.
Intenta hablar, quiere reclamar, desea oponerse, pero ninguna palabra sale de su boca pues estas nuevamente se pierden entre las olas de aire que lo rodean. El dios del sol extiende su mano, la madre de los dioses, Sēnlín, le imita y con ellos los demás dioses hacen lo mismo.
Las cadenas que lo mantenían en su lugar le aprietan más las muñecas y lo jalan al suelo, las voces de los demás logran llegar a él: Estaban recitando un concilio, vio de reojo como un artefacto, conocido para él, giraba cada vez más rápido delante suyo. Los dioses empezaron a imbuir energía en este provocando que el suelo bajo sus pies desapareciera por completo. Antes de caer visualizo a Fēng Lian deshacerse de las llamas y lanzarse hacía él tratando de alcanzarlo; sin embargo, antes de que logara su cometido el dios del fuego lo había sujetado de su brazo.
Sintió como el aire lo abandona y dejaba caer hacia la tierra, el cielo estaba oscuro y truenos caían en distintas direcciones, esto le provocó pánico.
-No... perdón.
Fueron las únicas palabras que dijo, su pulso se disparo de manera irregular como hace mucho no lo hacía, en su interior siente que una tormenta de emociones va a desbordar el vaso de su cordura. La ira se transforma en tristeza y un lamento dirigido hacia su hijo acompaña a la lluvia que empezó a caer, mientras más desciende, más es consciente de las acciones que lo llevaron a esto.
Cae en un bosque mientras un atisbo de incertidumbre se plasma en su rostro, luego todo se vuelve negro, lo último que oye fue un grito infantil.
Despierta en una habitación desconocida, le toma unos minutos acomodar sus pensamientos y levantarse de la cama para mirar por una ventana cercana. Afuera ve a un niño pelinegro de cinco años jugando junto a un perro, y sentado en un árbol pudo ver a otro chico mayor cuidando del más pequeño.
Un clic sonó en su mente al recordar todo, habían pasado dos años desde que su exilio pasó y unos meses desde que su templo fue cambiado por uno nuevo (el de su hijo), cuando abrió sus ojos en el bosque lo primero que hizo fue verse en un río que sonaba cerca.
Para su horror se dio cuenta que su cabello seguía siendo blanco como la nieve y sus ojos, que si bien se mostraron negros, seguían teniendo matices de blanco y su apariencia seguía siendo la de alguien de veinte años. Quien lo viera sabría de inmediato que eran marcas de algún ser divino, esperaba que lo hicieran ver como algo normal.
Mantuvo su mirada en los muchachos de afuera intentando recordar sus nombres, ambos parecían ser hermanos pues sus rasgos eran parecidos. Tronó sus dedos cuando los nombres llegaron a su mente: El mayor era Hào Xián y el menor Hào Shuò; se golpeó la frente con suavidad, ese mes era la quinta vez que olvidaba todo lo que había pasado.
Los cuidaba desde hace un tiempo pues eran huérfanos y se habían apegado a su lado, agarró una bolsa y salió de la casa acercándose a donde estaban ambos chicos. Al verlo pararon lo que estaban haciendo y corrieron hasta donde se encontraba, Hào Shuò agarró su túnica mientras balbuceaba algunas palabras que no logró entender.
-¿Te vas tan pronto? -el mayor expresó por su hermano, sus ojos estaban mirando al suelo.
-Sí, puede que sea temprano para ustedes pero, para mí, ya es tarde y debo abrir la tienda. No llegaré tarde, ¿quieren algo del pueblo?
-Pronto se acerca el festival de medio otoño -susurra el menor, Wǎn Fēng acaricia su cabeza quitando las hojas del cabello del pequeño en el proceso, espero a que siga hablando pues sabe que le cuesta hablar-, queríamos... preguntarte si podemos permitirnos unas linternas flotantes para lanzar junto al lago.
La mano de Wǎn Fēng se deslizó hasta chocar contra su costado, colocó una mano en su mentón y otra en su cintura mientras consideraba la propuesta. El festival de medio otoño era un evento importante en el Palacio del Sol, pues era una convivencia entre los dioses para volver a conectarse e interactuar con cada ser en el mundo, se lanzaban linternas al cielo o por el mar y cada lámpara lanzada era una oración y ellos sentían de quién venía.
-«No debe de haber problemas si sólo compro para ellos, debería poner una condición solo por si acaso» Está bien, sería mejor que me puedan acompañar al pueblo mientras trabajo -se tuvo que hincar para acomodar las túnicas del menor miéntras veía como el mayor hacía lo mismo con su propia ropa-. No se alejen demasiado mientras buscan las linternas, cuando terminen llegan a donde está mi negocio.
-Lo prometemos.
Asintió satisfecho mientras se incorporaba, agarró la mano de Hào Shuò para empezar a caminar, Hào Xián empezó una plática amena donde sólo él era quien hablaba, daba ideas para hacer un pequeño huerto donde las plantas medicinales crecieran sin tener que caminar demasiado para conseguirlas.
Fue en ese instante que su mente dibujo a Fēng Lian haciéndole creer que él era quien le hablaba, su mente divago hasta llegar a cada momento donde su hijo le contaba cada aventura que tenía con una emoción que no podía ocultar.
Cuando llegaron al pueblo regresó a la actualidad, acoplarse nuevamente a la vida humana le había tomado tiempo, prácticamente llevaba bastantes años siendo un dios, retomar su trabajo de humano fue aún más complicado. En las noches tenía sueños donde recreaba la escena de su destierro, eso lo atormentaba.
Ahora eso no importaba, abrió las puertas de su segundo hogar y organizó varias botellas con mezclas de plantas en los estantes, abrió las ventanas y quitó el polvo que tenían. Los más jóvenes le desearon suerte y se fueron a explorar el pueblo, vio como se alejaban y un sentimiento de cariño se instaló en su pecho, siguió acomodando hasta que el sonido de la puerta junto a unos pasos rompieron el silencio que se había generado.
-Buenas tardes, quisiera una infusión Ginseng* y algo para mi qi.
-Buenas tardes, enseguida se lo doy. ¿Siente su qi muy inestable?
-Sí, desde hace unos días siento realmente un descontrol en mi jīndān*, me ha impedido hacer algunos trabajos y me recomendaron este lugar.
-Mn, entiendo, necesitaré hacerle unas técnicas de acupuntura -en todo ese tiempo no se había molestado en mirar al cliente, se concentró en buscar la infusión y sus agujas-. Puede acostarse, no tardaré.
Terminó de poner las cosas encima del mostrador de madera, acomoda varias agujas encima de una tela y sacó un pergamino, puso la infusión y un ungüento dentro de una bolsa hebao antes de girarse a mirar a su cliente.
Las agujas que tenía en la mano cayeron al suelo por la sorpresa, se pellizco por encima de las túnicas antes de recoger sus herramientas de acupuntura.
-Es... una grata sorpresa... o eso creo, ¿Qué los trae por aquí, A-Huī y Jué Yǔ?
-No te vamos a mentir, Fēng Lian nos pidió venir a verte, no ha sabido nada de ti desde hace mucho y se estaba comenzando a desesperar. Aceptamos por que Huǒ Huī también estaba preocupado, aunque no lo diga.
-Tsk, te dije que no le dijeras.
Wǎn Fēng sonrió al ver como ambos empezaban a discutir, se sentía como antes, tomó a su mejor amigo por los hombros y lo obligó a sentarse. El dios del fuego obedeció sin dejar de pelar con el de cabellos aqua, agarró varias agujas mientras le daba el pergamino al dios de la lluvia.
-Ya que estás aquí sin hacer nada, Jué Yǔ, ayúdame con esto -se gira hacia su amigo para acomodarle la cabeza sin cuidado-, aún me cuesta atinarle a varios puntos, pero no te preocupes, si Yǔ hace su trabajo bien, nada saldrá mal.
-¿Qué? No, no, no, ese dios de quinta me va a matar.
-Oh, no me tientes, aquí dice que debes poner la primera aguja en el LU 1, más específicamente: el pulmón.
-Me sorprendes, no sabía que tenías conocimiento sobre cómo equilibrar el qi con acupuntura.
-El esquema tiene todos los puntos y sus funciones, no es difícil. Pon la segunda en el SP 6: el bazo, el que está por una pierna.
Con la guía de Jué Yǔ el tiempo escurrió como agua, una vez acabado el tratamiento ayudó a Huǒ Huī a volver en sí con masajes, olvidó que a su compañero lo desorientaba sentir cosas clavándose en su piel.
Hablaron de varios temas por varias horas, el sol poco a poco se colocaba en su punto máximo y la clientela comenzaba a llegar más, sus compañeros siguieron sacando plática sin interrumpir su trabajo, le ayudaban de vez en cuando a atender a las personas o a empaquetar varias infusiones y cremas pedidas.
Sin embargo, el ex señor del viento, empezaba a preocuparse por los niños que protegía, no llegaban y la tarde empezaba a pasar rápidamente. Sus ojos miraban de vez en cuando la puerta del local esperando ver dos pares de cabelleras negras cruzar por la misma, esto ambos dioses lo notaron.
-¿Pasa algo? No has dejado de ver la entrada desde hace rato.
-No es nada, mejor sígueme contando como le va a A-Lian.
No muy convencido el dios del fuego comenzó a narrar varias historias, siendo complementadas por el dios de la lluvia, entre ellas le llamó la atención una.
Su hijo fue enviado hace poco a uno de los bosques del sureste, debía acabar con varias bestias que atacaban un pueblo, al ser su primera misión como recién nombrado dios del viento causó muchos desastres, varios tornados hicieron volar árboles bloqueando canales de agua.
Cuando presentó su disculpa fue cuando los pueblerinos se dieron cuenta que no se trataba de él, así que lo interrogaron hasta que, incómodo, arreglo su error y se marchó sin más.
Antes de que diera su opinión al respecto escuchó la puerta abrirse, giró su cabeza esperando ver a otra persona que solicitaba su trabajo, pero al ver a los dos hermanos entrar felices mientras cargaban sus linternas hizo que su corazón se calmará. Hào Xián quería hablar hasta que cayó en cuenta de que su figura paterna, no estaba solo.
...
Ginseng: Es una hierba famosa y costosa que se cultivaba en Japón, Corea y China. Se creía que las propiedades de dicha planta ayudaban a fortalecer el cuerpo, aumentar la energía y mejorar la resistencia.
Jīndān: Es un término comúnmente usado al referirse al núcleo dorado de los cultivadores (usado en varias novelas de cultivacion).
Formar un núcleo dorado implicaba cultivar la Esencia, el Qi y el Espíritu por medio de prácticas de cultivo taoístas, al fusionar los tres se formaba el núcleo o Elixir Dorado.
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