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chapter1:encuentro prenestinado

esta historia no me pertenece, esta maravillosa historia le pertenece a

Milly3000med-Maryeli

WARNING: Este fic es AU y con mucho OOC, pero con los personajes del universo Bleach del gran Kubo Tite, y obviamente las situaciones vertidas aquí son 99% improbables e irreales pero a que les van a gustar mucho jijijiji XD

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Un extraño señor, de cabello gris y mirada severa acababa de salir de la casa. Se colocó un sombrero para caminar unos cuantos metros y luego esperó a que el chofer le abriera la puerta del lujoso coche, antes de subir, como presintiendo algo, desvió su mirada hacia el rincón del jardín por donde una pequeña pelinegra con muchas manchas de lodo en su ropa hacía su aparición, afiló la mirada, se quitó el sombrero, hizo una venia y abordó el coche que se marchó raudamente, dejando una nube de polvo en su camino.

La pequeña entró corriendo a su casa. Grande fue sorpresa al encontrar a su padre y su abuelo muy serios, en medio de una conversación que terminó abruptamente apenas ella entró:

– "¿Quién era el señor de cabello gris?" – La niña decidió romper aquel incómodo silencio.

– "Shaolin, ¿Cuántas veces te he dicho que no debes espiar conversaciones ajenas?" – Le regañó su abuelo, el patriarca de los Feng, se veía incluso más severo que el señor que acababa de irse.

– "No estaba espiando" – Shaolin agachó la cabeza, otra vez le regañaban injustamente – "Regresaba de jugar con Yoruichi–sama y vi cuando se fue".

– "No puedes jugar con la hija de los Shihôn" –Ahora era su padre quien le miraba en forma desaprobadora – "Se supone que nosotros vivimos para servirles, no lo olvides".

– "Entiendo" – Shaolin deseó no haber cruzado la puerta ni haber visto al misterioso hombre de cabello gris.

– "El honorable hombre que viste hace un rato es Kuchiki Ginrei–sama" – Su abuelo mostró demasiada solemnidad al pronunciar ese nombre –"Te hablaremos más de él cuando llegue el momento, ahora ve a cambiarte, luces terrible".

Shaolin asintió y abandonó la sala casi corriendo. "Servir a los Shihôn" aquellas palabras daban vueltas en su cabeza.

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BRISA DE VERANO

Milly3000med-Maryeli

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– "A las 8:30am Desayuno Ejecutivo con los miembros de la junta de la textilera, a las 11am tiene la prueba del vestido para el coktail del sabado, a las 12:30m debe responder el mail con su decisión a los proveedores, a las 1:30pm tiene el almuerzo con Shihôn–sama para definir los detalles del cumpleaños de Yushiro–sama, a las 3:00pm debe representar a compañía en la junta de Seretei Corp. A las 5:00pm está la…"

– "¡Suficiente!" – Yoruichi golpeó la mesa con las manos – "Sui Feng, ¿Acaso no tengo espacio en mi agenda aunque sea para respirar?".

– "Yoruichi–sama, es la heredera de la familia, nadie más capaz que Ud. para cumplir todas estas funciones" – Sui se irguió poniendo énfasis en cada palabra.

– "Al menos me gustaría que reservaras tiempo para visitar a Kisuke" – Yoruichi se puso de pie, recogió el saco que había en el respaldar de su silla e intentó recoger un maletín pero Sui Feng se adelantó.

– "Yoruichi–sama, su padre ya ha mencionado muchas veces que ese hombre no es el adecuado para usted" – Sui Feng caminó a pasos rápidos hacia la puerta y la abrió.

– "Sui, ¿Quién obedece a sus padres en estos días? Eso es muy anticuado".

Ambas salieron rumbo al estacionamiento. Aunque Sui se opuso fue Yoruichi quien condujo al primer destino. A veces era aburrido dejar que Sui se encargue de todo, claro que disfrutaba mucho sacarla de quicio, después de todo era su asistente. Como imaginó aquel desayuno ejecutivo más parecía el "pliego de reclamos" de los trabajadores.

– "Rayos, debería despedir al gerente por inepto" –Exclamó Yoruichi, muy cansada, después de casi tres horas de aquel suplicio.

– "¿Desea que se coloque eso en su carta de despido?" – Sui atenta ya estaba tomando nota.

– "Sólo estaba comentando, ¿Podrías de dejar de tomarte todo el serio?" – Yoruichi le dio una palmada en el hombro a su amiga.

– "Yoruichi–sama tiene muchas responsabilidades, debo tomar nota de todo para recordárselo más adelante" – Consultando su reloj de pulsera –"Estamos con 30 minutos de retraso para la prueba del vestido".

– "Maneja tú, estoy cansada" – Yoruichi decidió rendirse y le lanzó las llaves a Sui. Últimamente su asistente estaba más seria y hasta cierto punto insoportable, antes al menos podía contar con ella para alguna de sus "escapadas" pero ahora más parecía una espía de su padre que su asistente.

Como era de esperarse, llegaron tarde a la prueba del vestido, y para variar la boutique estaba llena. Mientras esperaban vio de reojo que Sui parecía contemplar un vestido azul.

– "¿Por qué no eliges algún vestido? Parece que estaremos por aquí por un buen rato".

– "No es necesario" – Sui sacó la laptop del maletín – "Podemos aprovechar a revisar las propuestas de los proveedores para responder el email".

– "Si vas a acompañarme a ese cocktail preferiría que utilizaras un vestido, estoy cansada de verte con ese aburrido terno negro que no te favorece en lo absoluto" – Yoruichi habló con una de las vendedoras y le pidió que le trajeran uno de esos vestidos en talla S.

– "Yoruichi–sama" – Sin dejar de revisar los archivos de la laptop – "Soy su asistente, no necesito llamar la atención para hacer bien mi trabajo".

– "Eres mi asistente, lo que quiere decir que no tienes que estar pendiente de mi vida las 24 horas del día" – Yoruichi empezó a perder la paciencia –"¿Hace cuánto que no visitas a tu familia? ¿Has sabido algo de tus compañeras de la universidad? ¿Alguna vez has tenido un novio?".

– "Yoruichi–sama" – Cerrando bruscamente la laptop – "La esperaré en el auto, no olvide que el almuerzo es a la 1:30pm o tendré que entrar a recordárselo".

Ahora Yoruichi estaba convencida de que algo le estaba pasando a Sui. Y solo por el gusto de molestarla compró el vestido azul, unos zapatos a juego y unas joyas, prácticamente habían crecido juntas así que conocía los gustos y las tallas de su amiga.

El almuerzo fue muy aburrido. Es más, quiénes coordinaron los detalles del cumpleaños del menor de los Shihôn fueron los asistentes de todos mientras ellos intercambiaban información de las actividades de la mañana. Aburrido. En momentos como ese extrañaba a Kisuke, siempre tan fuera de lo convencional, incluso con su aspecto desaliñado, siempre conseguía poner de nervios a los patriarcas Shihôn.

Cinco minutos antes de la 3pm estaban cruzando el recibidor del gran edificio de Seretei Corp. Ukitake Juushiro junto a su asistente estaba también esperando el elevador.

– "Invité a Urahara–san al coktail" – Susurró Ukitake. Yoruichi respondió guiñando un ojo, al menos el dichoso cocktail no sería tan aburrido.

– "¿Habrá sucedido algo importante? Se supone que no había ninguna reunión programada hasta el próximo mes" – Yoruichi habló en voz alta, intentado hacer conversación. El elevador llegó y los cuatro subieron.

– "Yo tampoco tengo mucha información, ¿No es así Kaien?" – Ukitake sonrió amablemente, como siempre.

– "No, estamos con la misma curiosidad que ustedes" – Shiba sonrió al igual que Ukitake, la única que permaneció muy seria fue Sui Feng. Apenas salieron del elevador se toparon con los otros 10 accionistas de Seretei Corp. acompañados por sus respectivos asistentes. A Yoruichi se le iluminó el rostro al reconocer a cierto rubio de cabello desaliñado y se acercó casi corriendo hacia él. Sui Feng frunció el ceño al notar el comportamiento de Yoruichi y trató de detenerla, chocando contra alguien.

– "Kuchiki–sama, ¿Está bien?" – Un joven de peculiar cabellera roja preguntó casi de inmediato. Sui Feng emitió un suspiro. Por poco y tumba al suelo a uno de los accionistas de Seretei Corp. si su padre o su abuelo se enteraban le darían un sermón de muchas horas.

– "Discúlpeme, por favor" – Sui Feng agachó la cabeza, esperando que el tipo con el que chocó no fuera el típico aristócrata engreído.

– "Disculpen la demora, pasen por favor" –Sasakibe–san, el asistente del presidente de Seretei Corp. les invitó a pasar a través de las recién abiertas puertas del salón de juntas.

Sui levantó la mirada sólo para confirmar que no había nadie frente a ella. Suspiró, esta vez aliviada y desvió la mirada hacia donde Yoruichi conversaba animadamente con ese esperpento llamado Urahara Kisuke, no tuvo más remedio que acercarse para apurarlos a entrar en la sala. La sonrisa de felicidad de Yoruichi se borró al notar que su tío Barragan se encontraba ahí, seguramente estaba intentando desestimarla como representante de los Shihôn o alguna de sus locuras. Desvió la mirada buscando apoyo, Ukitake y Shunsui le apoyarían ciertamente, Kisuke ni hablar, y solo entonces notó que Ginrei brillaba por su ausencia, en su lugar, un hombre joven y bastante atractivo (tenía que reconocerlo porque eso saltaba a simple vista) se encontraba sentado, dándole indicaciones a un pelirrojo, seguramente su asistente.

– "¿Por qué están aquí?" – Sui Feng habló en voz baja, casi en su susurro, al joven de oscura cabellera de pie atrás del tío de Yoruichi.

– "Yo también me alegro de verte, Sui Feng, que bueno que saludaste" – Respondió el joven, con mucho sarcasmo. A Sui le saltó una venita en la frente. "Qué insolente", pensó, pero tenía que averiguar lo que pasaba, así que no tenía más remedio que ser "diplomática":

– "Disculpa Ggio, es solo que me tomó por sorpresa verlos aquí".

– "A mí no me sorprendió verte, siempre a la sombra de tu adorada Yoruichi–sama" – Esta vez Ggio no disimuló para nada su tono de voz. Sui se sintió enfadada, "¿Quién era él para expresarse así de Yoruichi–sama?".

– "Al parecer tienes problemas con el español, ¿Por qué han venido hoy a la junta? ¿Me entiendes ahora?" – Sui Feng habló, es un perfecto idioma chino. El problema fue que por su enfado no disimuló su tono de voz y terminó acaparando las miradas de todos.

– "¡Sui Feng!" – Yoruichi le llamó la atención – "Si tienes planes con otro asistente no me opongo, pero hagan sus coordinaciones fuera del horario de trabajo, por favor".

Yoruichi lanzó una carcajada, Kisuke sonrió, Barragan frunció más el entrecejo, y las caras de Ggio y Sui eran un poema. Cierto pelinegro afiló su mirada hacia Sui, y la sostuvo por al menos 5 segundos, hasta que Yamamoto hizo su ingreso y todos se quedaron en absoluto silencio. La junta fue muy tensa y prolongada. Alrededor de las 5pm Sui Feng salió para llamar a los representantes del banco para posponer la reunión, obviamente se encontraban molestos, por lo que decidió reprogramar la reunión en un turno de la mañana, al menos Yoruichi no solía posponer los eventos de las mañanas. Pero abrirles campo en la agenda de la heredera de los Shihôn implicaba adelantar otra reunión y los otros proveedores no estaban muy contentos con la idea pero al final logró convencerlos. Ser asistente personal de Yoruichi no era fácil, pero era algo que disfrutaba mucho. Desvió su mirada hacia el gran ventanal, el sol se estaba ocultando, era una hermosa imagen desde el piso 50 de aquel gran edificio. Las puertas de la sala de juntas se abrieron y los accionistas empezaron a salir. Como era de esperarse la mayoría tenía prisa y el hecho de que solo hubiera un elevador generó una que otra incomodidad. Excepto para Yoruichi y Urahara, que claramente no tenían muchas ganas de irse.

– "Yoruichi–sama" – Sui hizo un quinto intento de apurar a Yoruichi, quien hacía oídos sordos a sus súplicas. Resignada decidió sentarse en los muebles del recibidor, solo quedaban otras cuatro personas, además de ellos, Yamamoto–sama y el accionista con el que chocó por la tarde, cada uno con sus respectivos asistentes, parecían enfrascados en una seria conversación.

– "Sui Feng" – Yoruichi se acercó a su asistente y le entregó las llaves del auto – "Puedes irte a casa, iré a cenar con Kisuke, a no ser que quieras acompañarnos".

Sui respiró hondo. Quedarse implicaba soportar una velada donde ella sería el centro de burlas e indirectas por parte de ellos dos. Pero la idea de dejar a Yoruichi–sama a merced de ese patán tampoco le agrada en lo absoluto.

– "Yoruichi–sama, si no llega hasta las 10pm me veré en la obligación de salir a buscarla y por favor, conteste el teléfono si le llamo" – Sui se puso de pie, se despidió con una venia y aprovechó que el elevador aún se encontraba ahí. Los otros ocupantes estaban tan inmiscuidos en su conversación que ella se sentía invisible, algo que disfrutaba mucho, más no pudo pasar por algo un par de cosas que hablaron y la mirada fugaz que le lanzó el joven pelinegro antes de salir del elevador. "Tal vez fue solo mi imaginación", pensó mientras caminaba hasta el auto, grande fue su sorpresa al encontrar a Ggio esperándola.

– "¿Qué haces aquí?" – Preguntó con frialdad mientras utilizaba el control para quitar la alarma y el seguro. Abrió la puerta, dispuesta a abordar sin esperar respuesta.

– "Barragan–sama se creyó el cuento de tu jefa y me sugirió que te invitara a cenar" – Ggio se dirigió a la puerta del copiloto y se subió en el coche, consciente de la mirada asesina que le estaba lanzando Sui – "¿Qué? Tú empezaste con esto".

– "Esta bien, pero tú pagaras la cuenta" – Sui sonrió maliciosamente y empezó a conducir. Ggio enarcó una ceja cuando llegaron a uno de los mejores restaurantes de la ciudad.

– "¿Es en serio?" – Afiló la mirada y la sonrisa fingida que le devolvió Sui le confirmó la pregunta –"¿Sabías que este restaurante es conocido además de su buena comida por ser el lugar en donde se reúnen todos los que quieren ser vistos por los paparazis?".

– "Lo sé" – Sui bajó del auto y esperó que Ggio hiciera lo mismo – "Y estoy segura de Yoruichi–sama vendrá a cenar aquí con ese Urahara".

– "Muy bien" – Ggio le ofreció el brazo y caminaron así hasta la entrada – "Conste que ahora estamos a mano" – ambos pidieron una mesa en un lugar estratégico y ordenaron la cena, con entrada, fondo y postre – "Solo te faltó pedir el mejor vino, querida".

– "No podría, no te olvides que tengo que conducir, querido" – Sui puso tanto énfasis en esa última palabra que se oyó más falsa que billete de dos dólares – "Ahora cuéntame por qué este repentino brote de amabilidad".

– "Mi jefe tiene una oferta para ti" – Ggio empezó a comer, Sui decidió hacer lo mismo, algo intrigada. Cualquiera que los viera pensaría que eran personas importantes, no solo porque ambos vestían con trajes elegantes, sino que además sus modales eran impecables, y no se podía esperar menos de los asistentes personales de dos grandes magnates del país.

– "¿Vas a decirme lo que quiere tu jefe o piensas llevarme al cine también?" – Sui terminó el plato de fondo. De inmediato un mozo retiró el plato y sirvió el postre.

– "El hijo mayor de Barragan–sama va a entrar en el negocio y él quiere el mejor asistente" – Deslizando una hoja de papel sobre la mesa – "Esta es su oferta".

Sui miró por un rato el trozo de papel y luego desvió la mirada hacia la mesa donde Kisuke y Yoruichi se estaban sentando "¿Qué han estado haciendo todo este tiempo? ".

– "¿Sui?" – Ggio carraspeó al notar que ella estaba distraída.

– "¿Fue decisión de tu jefe o fuiste tú quien le dio la idea?" – Sui empezó a picar las bolas de helado, sin intención de comerlas.

– "Barragan–sama conoce muy bien tu trabajo, además no necesitaba mi opinión para decidir algo así" – Ggio hizo una mueca, después de todo, al final él era un simple asistente.

– "Tu jefe solo trata de perjudicar a Yoruichi–sama" – Sui le devolvió el trozo de papel, sin abrirlo.

– "¿Piensas rechazar la propuesta sin haberla visto?" – Ggio la observó, sin entenderla.

– "No voy a trabajar para nadie que no sea Yoruichi–sama" – Sui dejó la servilleta sobre la mesa – "Paga la cuenta, vuelvo en un rato" – y se puso de pie para dirigirse al tocador. Al final siempre era lo mismo, conflictos internos dentro de la familia Shihôn, primero Barragan–sama intentó descalificar a Yoruichi–sama como representante de la familia por ser mujer, por su edad, inexperiencia, etc etc, pero Yoruichi–sama demostró ser más que capaz y pese a esa estúpida tradición de líneas sucesorias supo imponerse. Sui suspiró al ver su reflejo en el espejo, su cabello estaba demasiado largo y era difícil de peinar (realmente lo era, hacer trenzas cada mañana le demandaba demasiado tiempo) tal vez era hora de un corte de cabello, seguramente podría ir a alguna peluquería durante uno de esos almuerzos irrelevantes de Yoruichi–sama. La imagen de Urahara Kisuke cruzó por su mente. El deseo de estrangularlo fue su respuesta inmediata, ¿Cómo era posible que Yoruichi–sama pusiera sus ojos en semejante hombre? Se culpó por haber pedido aquel día libre… si tan solo hubiera estado allí seguramente esos dos no habrían chocado en ese semáforo y conversado mientras esperaban al representante de la compañía de seguros… Rayos, indirectamente fue su culpa.

Caminaba distraída, inmersa en sus sentimientos de culpabilidad cuando encontró a un tipo pelirrojo conversando con Ggio. Apenas se acercó a la mesa el pelirrojo hizo una venia y se despidió.

– "¿Qué pasó?" – Sui se quedó de pie a un lado de la mesa. Ggio captó el mensaje y se puso de pie para que caminaran hacia la salida, esta vez no le ofreció llevarla del brazo.

– "Nada importante" – Ggio restó importancia al asunto. Sui manejó hasta acercarlo a la otra mansión Shihôn y luego se dirigió a la residencia de Yoruichi. Eran más de las diez y su jefa aún no llegaba… le esperaba una larga noche: Yoruichi no apareció hasta las 2 de la mañana.

Eran las siete de la mañana cuando una extremadamente seria Sui Feng cruzó el salón principal de la residencia Shihôn y caminó hasta la habitación de Yoruichi. Cinco minutos después estaba leyéndole la agenda del día y apurándola pues llegarían tarde a una reunión programada a primera hora. Pasó por alto las quejas de Yoruichi–sama, se opuso rotundamente a que ella condujera, incluso le compró un café muy cargado y una bebida energizante, no podía permitir que alguien se diera cuenta de lo desvelada que se encontraba su jefa, eso jamás.

– "Necesito un descanso" – Suplicó Yoruichi, eran las 12 del día y acababan de terminar la reunión con los representantes del banco.

– "Apenas tenemos tiempo para ir por algo de comer, en una hora vendrán los de la revista para la entrevista y la sesión de fotos" – Sui cerró la agenda, apenas y quedaban páginas, tendría que comprar una nueva.

– "Dame un respiro" – Yoruichi apoyó la cabeza en su escritorio y se cubrió con los brazos, Sui estaba a punto de alegar algo cuando se oyeron suaves golpes en la puerta – "Adelante" – Cualquier cosa que distrajera su aburrida agenda era bienvenida. Claro que lo pasó no se lo esperaban, ninguna de las dos: un repartidor dejó un bonito arreglo floral sobre la mesa al lado de la puerta, hizo una venia y se retiró. Yoruichi corrió emocionada hacia las flores, Sui se tragó su ira ya que solo había alguien lo suficientemente suicida para enviar algo así a la oficina central de las empresas Shihôn… estaba pensando en cómo desaparecer las flores cuando Yoruichi habló – "¡Es increíble! Estas flores no son para mí" – Sui enarcó una ceja, ¿Si no eran de Yoruichi–sama de quién más podrían ser? Tendría que llamarle severamente la atención a la secretaria por cometer semejante error, ante el prolongado silencio, Yoruichi concluyó que Sui no había entendido así que decidió explicarle mejor – "Lee la tarjeta, en ella está escrito tu nombre" – Y con una gran sonrisa dejó el sobre en manos de su asistente.

– "Imposible" – Susurró Sui Feng. Incrédula leyó la tarjeta no una, sino tres veces, solo para confirmar que la primera línea de la dedicatoria contenía su nombre, seguido de un cursi y ridículo mensaje anónimo. Yoruichi empezó con sus bromas y comentarios acompañados de sonoras carcajadas. Sui miró con furia la tarjeta y la oprimió con tanta fuerza que terminó convirtiéndola en una bola de papel muy arrugada que arrojó a la papelera mientras sacaba su móvil hecha una furia:

– "Diga" – la voz de Ggio contestó del otro lado.

– "¡Qué clase de broma de mal gusto es esta!" –Gritó tan fuerte que no era de extrañarse si su interlocutor perdía la audición.

– "¿De que rayos estás hablando?" – Contestó Ggio, en un impecable chino mandarín, lo que indicaba que se encontraba en alguna reunión importante.

– "No te hagas el idiota, imbécil" – Sui le respondió también en chino – "Ya te dije que no voy a trabajar para tu jefe, así que has que se lleven estas ridículas flores de la oficina de Yoruichi–sama".

– "¿Flores?" – luego de unos segundos de silencio se oyó como si Ggio intentara ahogar unas carcajadas – "¿Algún pobre diablo te envió flores y tu pensaste que fui yo?" – Aclarándose la garganta, al parecer había sido regañado por Barragan – "Te equivocas, me gusta mi vida así que no fui yo" – dijo antes de colgar.

Sui miró con odio su móvil como si este fuera el culpable de lo que estaba sucediendo. ¿Si no fue Ggio entonces quién?

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El resto de la semana fue aún peor. Cada día sin falta llegaba un repartidor con un adorno floral diferente, y aunque ella intentó de todas las formas dar con el extraño "admirador" las florerías se negaban a darle tal información. Y eso no era todo, también llegaron cajas de chocolates, ridículos muñecos de felpa y hasta un adorno para el cabello. Yoruichi aprovechó cada regalo para resaltar el buen gusto de su supuesto "novio" no importaba cuantas veces le explicara que no tenía idea de quién estaba enviando todas esas cosas, aquello se le estaba saliendo de las manos. Y llegó el sábado, Sui acompañó a Yoruichi al salón de belleza, esa tarde era el cocktail por el aniversario de las empresas de Ukitake–sama, al menos tendría unas horas para descansar de las burlas de Yoruichi.

– "Sui Feng deberíamos ir a la playa mañana" –Yoruichi se encontraba siendo peinada mientras dos jovencitas le arreglaban las uñas.

– "Disculpe, Yoruichi–sama, pero tengo que preparar los resúmenes ejecutivos para la junta del lunes" –Sui dio un último vistazo a la agenda.

– "Entonces acompáñame al cocktail de esta tarde"– Yoruichi dejó de lado su amigable tono de voz y lo reemplazo por uno más serio – "Kisuke va a llegar un poco tarde y no tengo ganas de estar con las estiradas de las hijas de los otros invitados".

Sui palideció, todo indicaba que Yoruichi iba en serio.

– "Pero no tengo un vestido apropiado y no estoy invitada" – Sui respondió con el mayor tacto posible.

– "No te preocupes por eso, el otro día compré un vestido y unos zapatos para ti" – Dirigiendo la mirada a su estilista – "¿Podrías arreglarla a ella también?" – El estilista que llevaba un peculiar adorno de plumas en las pestañas de uno de sus ojos observó a Sui de pies a cabeza y pidió a gritos un equipo completo: bastaba con mirar lo desastrosas que llevaba las uñas y no tenían mucho tiempo. Sui se tragó su enojo. Esas reuniones de aristócratas eran su peor pesadilla, Yoruichi lo sabía y aun así le estaba obligando a ir… ¿Sería acaso un venganza? Pero ella solo cumplía con su trabajo. Cuarenta minutos después odió su reflejo en el espejo. Y no fue por el maquillaje, tenía que admitir que el estilista había logrado resaltar sus ojos, y tampoco las uñas, estaban tan bien arregladas que hasta tenía miedo de tocar las cosas para no arruinarlas… el problema era el peinado… Yoruichi había insistido en que el estilista utilizara el adorno para el cabello que le obsequió el misterioso "admirador" y ella no pudo poner objeción alguna... siempre era lo mismo, si Yoruichi le ordenaba algo ella era incapaz de negarse.

Cuando llegaron al salón en donde se desarrollaba el cocktail éste estaba casi lleno. Ambas caminaron hasta una mesa cerca del balcón, era verano y la brisa de la tarde a la orilla del mar se sentía realmente refrescante. No pasó mucho antes de que alguien se acercara e invitara a bailar a Yoruichi, ella rechazó diplomáticamente la invitación pero a los cinco minutos se acercó otro, era sobrino del jefe de Seretei Corp. y Yoruichi no pudo rechazarlo y tuvo que aceptar por mera cortesía.

Sui sintió la presión de encontrarse sola, sentada en una mesa en medio de una jauría de lobos salvajes. Dio un vistazo por el salón sólo para reconocer a varios de los miembros de Seretei Corp., altos cargos de los principales bancos de la ciudad y de las empresas de Ukitake–sama, al parecer se habían esmerado en venir muy bien acompañados, y esas "señoritas" no dejaban de rumorear entre sí. Respiró hondo, aquello no era lo suyo. Se puso de pie y caminó hacia el balcón. Se sentía demasiado alta con esos tacones aunque caminaba a la perfección con ellos no utilizaba zapatos de tacón con frecuencia pues los encontraba incómodos y poco prácticos, y ese vestido… le parecía demasiado corto, apoyó las manos en el barandal y cerró los ojos para disfrutar mejor de la brisa marina. Oyó cuando la música se detuvo pero no tuvo ganas de volver a la mesa, seguramente Urahara no tardaba en llegar y aprovecharía la mínima distracción de Yoruichi–sama y saldría de aquel lugar. Sintió muchas ganas de caminar descalza en la arena.

– "Me concedería el honor de esta pieza" – Una voz varonil la sacó de sus pensamientos. Era alguien alto, podía verlo en su sombra, pero no tenía intención de verlo a la cara.

– "Lo siento, ya me iba" – se giró al lado opuesto y empezó a caminar. A unos metros había unas escaleras servicio, caminó a través de un pequeño jardín hasta llegar a la puerta por donde se podía salir hacia la playa. Se quitó lo zapatos y empezó a caminar, cada vez más cerca del mar, la arena se sentía realmente agradable bajo sus pies. Todo este tiempo preparándose para convertirse en la asistente personal de Yoruichi–sama, tantos años de superación constante para no ser reemplazada por alguno de sus hermanos, y entonces, su abuelo tenía que decirle aquello… simplemente no tenían derecho a decidir sobre su vida sin preguntarle nada, por eso, terminó por distanciarse de su familia. El sol empezó a ocultarse y decidió que era hora de volver. A unos metros de la arena había una vereda que llevaba a cada una de las diferentes casas de playa que había en aquel lugar, si tomaba ese camino llegaría más rápido así que empezó a avanzar hacia la vereda cuando distinguió claramente una figura masculina. Se giró a contemplar el sol ocultándose en el mar una vez más, todo indicaba que era inevitable. Respiró hondo y trató de mantener una expresión fría e indiferente y se acercó al hombre que esperaba paciente en la vereda. Cuando estuvo a un metro y medio se detuvo, recordó que estaba descalza y no tenía idea de cómo ponerse los zapatos pues no había un lugar apropiado para sentarse.

– "Buenas noches, soy…"

– "Ha sido Ud. quien envió las flores y las demás cosas, ¿verdad?" – Sui le observó un momento, era alto y bien parecido, y se mostraba muy sereno, al menos no era el típico niño rico engreído, tenía que admitirlo, no estaba nada mal.

– "Espero que hayan sido de su agrado" – Ahora era él quien la observaba, se veía diferente a los otros días, y el adorno en el cabello le quedaba aún mejor de lo que había imaginado – "Me tomó algo de tiempo elegirlos".

– "No se hubiera molestado" – Sui le miró a los ojos, se veían tranquilos y transmitían cierta paz – "No eran necesarios".

– "Si lo eran, ¿De qué otro modo podría presentarme sin ofenderla?" – Sui le escuchó y guardó silencio, él era demasiado amable para ser verdad – "Cuando mi abuelo me contó todo pensé mucho al respecto y me tomé el atrevimiento de investigarla" – Al notar que tenía la atención de Sui continuó – "Soy hijo ilegítimo, pero mi padre solo tuvo hijas mujeres con su esposa oficial y por el principio de línea sucesoria, a pesar de mi condición fui aceptado y criado como un miembro más de la familia, o al menos eso pretendieron".

– "No lo sabía, cuánto lo siento" – Sui quedó impactada, era un hombre sincero y no se iba con rodeos, cualidades poco comunes que ella valoraba.

– "No tiene que ser amable, en cierta forma presentía lo que pasaría" – El viento meció las oscuras cabelleras de ambos – "Las otras ramas familiares no estaban conformes con lo que estaba sucediendo y decidieron quitarme del medio, no tenía intención de oponerme, después de todo aproveché cada oportunidad para crecer profesionalmente y no tengo miedo a comenzar de cero".

– "Entiendo lo que trata de decir" – Sui recordó los amargos momentos que vivió en su lucha por ganar el puesto de asistente de la heredera Shihôn – "Y yo… soy el medio que le permitirá arruinarles la fiesta al resto de su familia".

– "No tengo intención de obligarla, si no quiere" – El apuesto joven extendió un brazo para invitarla a subir a la vereda y antes de que ella pudiera decir o hacer algo, beso el dorso de su mano y acto seguido se hincó en una rodilla para calzarle los zapatos ofreciéndole sus hombros como medio de apoyo. Las mejillas de Sui se encendieron. Él era todo un caballero, como los príncipes de los que Yoruichi solía hablarle cuando eran niñas. Una vez que hubo concluida su labor se enderezó – "Cómo ya le dije, no temo empezar desde cero" – Un prolongado silencio los envolvió, desde el lugar del cocktail empezaron a lanzar fuegos artificiales – "Me permite, creo que es hora de volver".

Sui parpadeó sin comprender, bajó la mirada y notó que él le estaba ofreciendo el brazo para acompañarla de vuelta al salón de eventos, aún con las mejillas sonrojadas acomodó su brazo en el suyo e iniciaron el camino de regreso, pero esta vez no sentía tan fuera de lugar, ¿Acaso se sentía protegida?

– "Kuchiki Byakuya" – Dijo él, esperando que ella haya alcanzado a escuchar su nombre en medio de todo el bullicio de los fuegos artificiales.

– "Feng Shaolin" – Respondió ella, casi de inmediato, "Byakuya es un nombre interesante" pensó. Inconscientemente recordó el día en que su abuelo le explicó acerca de un matrimonio arreglado entre familias que inicialmente se creía frustro pues en la otra parte no habían hijos varones, hasta que algo cambió todo y en unos meses tendría que desposar a un completo extraño de una acaudalada familia para que pudiera heredar todo por un capricho de un anciano que puso aquella absurda condición. Maldijo mil veces antes de abandonar su hogar prometiéndose no volver jamás, pero ahora, tenía razones para dudar.

– "Feng–san, ¿Podríamos tomarnos un tiempo para conocernos?" – Los fuegos artificiales cesaron –"No tiene que hacerlo si no quiere, respetaré su decisión".

– "Creo que estaría bien, Kuchiki–sama" – Por alguna razón su corazón empezó a latir más rápido de lo usual – "Solo le pido que deje de enviarme flores y los demás regalos".

– "Comprendo" – Y un nuevo silencio envolvió a los dos. Un silencio agradable, cálido y fresco como la brisa de verano, y también esperanzador… tal vez podría funcionar, tal vez.

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