Chapter 29: Encuentro Predestinado II
El hombre alto y pelirrojo caminaba de un lado a otro mirando de rato en rato el sobre que descansaba sobre la mesa de la sala de juntas de la sede central de los Kuchiki. Aquella sala era muy grande y al estar vacía esa mañana daba la impresión que sus pasos producían uno que otro eco. Volvió a contemplar el sobre mientras se preguntaba como algo de aspecto tan inofensivo fuera la causa del semblante taciturno y sombrío que había adoptado su jefe, el recientemente nombrado líder de los Kuchiki, se sobresaltó al oír el sonido del teléfono, respiró hondo y contestó:
– Diga.
– La señora Kurosaki acaba de llegar, Abarai–san –Informó diligentemente la responsable de recepción.
– Hágala pasar, por favor – Colgó y se dirigió a la puerta, cuando estaba por llegar ésta se abrió mostrando a una intrigada Rukia quien tras intercambiar saludos tomó asiento a la espera del motivo que ocasionó su presencia allí.
– ¿Le ocurre algo a mi hermano? – Preguntó algo preocupada, al notar que Renji se estaba tomando su tiempo en hablar.
– No estoy del todo seguro – Renji trató de encontrar las palabras adecuadas para informar a Rukia sin contrariarla pero le resultaba realmente difícil.
– He oído rumores que planea irse fuera del país y que actúa de una forma tan fría que varios trabajadores andan diciendo que "no tiene alma ni corazón" – Rukia estaba más informada de lo que Renji pensaba. Lentamente deslizó el sobre hasta dejarlo frente a Rukia y le pidió que lo revisara.
– Kuchiki–sama me lo entregó ayer y me pidió que tratara el tema con extrema discreción – Dijo Renji mientras veía el rostro de Rukia palidecer a medida que leía el contenido del sobre.
– ¿Qué significa esto? – Rukia estaba desconcertada, lo cual alarmó a Renji, creía que al menos ella sabría algo pero al parecer se había equivocado.
– Son los documentos para iniciar los trámites del divorcio en común acuerdo – Respondió Renji.
– Lo sé – Rukia guardó los documentos en el sobre y se lo devolvió al asistente de Byakuya – Lo que quiero saber es en qué momento ocurrió, hasta hace poco parecía que se estaban llevando bien, incluso creí que tras la boda de Ukitake la relación de ellos se haría pública.
– Lamento decepcionarte, pero las cosas entre ellos no iban del todo bien – Renji sintió necesidad de comentar lo ocurrido tal vez con la esperanza de obtener nueva información – Desde el viaje a Francia, Kuchiki–sama ha estado algo disgustado por la relación entre la señorita Sui y el heredero de los Tsukishima.
– ¿Relación? Presenté a Shukuru y Sui en una cena en mi casa, no creo que algo así pueda contrariar a Byakuya… – Rukia recordó que Ichigo le había hecho un comentario un poco extraño esa noche pero ella no le dio importancia.
– Creo que el señor Tsukishima le contó a Sui su versión de la historia de Hisana – Renji dijo aquello con mucha parsimonia, pero Rukia no pareció para nada contrariada – Ejem – Se aclaró la garganta –Creo que eso podría ser el detonante del contenido de este sobre.
– Eso es imposible – Rukia negó con la cabeza –Byakuya le habló a Sui sobre Hisana, Sui y yo conversamos un poco del tema antes del matrimonio civil, pero es posible que Tsukishima se atreviera a molestar a Sui, a veces creo que aún culpa a Byakuya por lo de Hisana – Rukia se puso de pie – Tengo que hablar con Byakuya y con Sui.
– N–no creo que sea conveniente – Renji lucía contrariado, había recibido órdenes de "máxima discreción", si su jefe se enteraba de su conversación con Rukia no quería ni imaginar el castigo que le tocaría.
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Abrió los ojos solo para notar que estaba en el coche, giró la cabeza para mirar por la ventana y el molesto dolor en el cuello volvió, llevaba días soportándolo.
– Llegaremos dentro de poco, Kuchiki–sama – El segundo asistente le recordaba que en poco llegarían a las oficinas familiares. El chofer conducía a poca velocidad, Byakuya supuso que disminuyó la velocidad al notar que se quedó dormido.
– ¿Abarai no se ha comunicado? – Preguntó solo para recibir una respuesta negativa. Había salido a una reunión con Ukitake pero tenía unos pendientes con el representante de los Komamura y prefirió delegar la responsabilidad a su pelirrojo asistente antes que a algún miembro de los Kuchiki. Todo el personal de la oficina se desvivía en reverencias y saludos en cuanto lo veían pasar, aquello empezaba a parecerle molesto. Apenas entró en la oficina Renji le dio un reporte detallado, todo se desarrolló sin inconvenientes. Terminó los pendientes de la tarde y cuando estaba por dejar la oficina recibió un inesperado visitante.
– ¿Es cierto que te marchas? – El hombre alto de oscuros cabellos le interrumpió el paso. Los pocos empleados levantaron las cabezas de sus cubículos y se quedaron observando, en tenso silencio.
– Buenas tardes, Tsukishima – Dijo fríamente – Tal vez sería mejor si conversamos en mi oficina –Abarai, que se encontraba a sus espaldas, se apresuró a recorrer los 5 escasos metros que los separaban de la oficina principal para abrir la puerta.
– Esta bien – Tsukishima caminó muy relajado, apenas él y Byakuya estuvieron dentro de la oficina Abarai cerró la puerta y los empleados volvieron a sus actividades habituales.
– No recuerdo tener negocios pendientes con tu familia – Byakuya se veía realmente imponente sentado tras ese escritorio.
– No vine por negocios – Tsukishima empezó a hurgar por la oficina, para su sorpresa no había ninguna foto o retrato familiar, se entretuvo con una pequeña escultura con forma geométrica.
– Preferiría que dejaras eso en su lugar – A Byakuya se le agotaba la paciencia.
– Estuve en las oficinas de los Shihôn esta mañana – Tsukishima tomó asiento, aún jugueteaba con la extraña escultura – Yoruichi planea pasar lo que queda de la primavera y parte del verano en Francia, y coincidentemente se oyen rumores que piensas radicar fuera de Japón, ¿Irás a Francia también?
– Los Kuchiki tienen una oficina importante en Inglaterra, Soujun se hará cargo de la filial en Japón así que cualquier asunto puedes contactarlo a él –Byakuya dio por terminada la conversación y se puso de pie.
– ¿Acaso no vas a ir a buscarla? – Tsukishima dejó la escultura sobre el escritorio y lo miró fijamente. Byakuya se tensó.
– No tengo negociaciones pendientes con los Shihôn – Optó por evadir la pregunta de Tsukishima.
– Barragan Louisenbarn también está en Francia, si dejas las cosas como están el asistente de Barragan ganará ventaja y…
– Voy a divorciarme de Sui – No estaba de ánimos para conversaciones largas y menos con Tsukishima.
– ¿Qué? – La expresión de Tsukishima era mezcla de confusión y desconcierto – ¿Acaso te volviste loco? – Byakuya le miró escéptico.
– No soy como tú, no pienso utilizar ningún artilugio legal para obligar a alguien a permanecer a mi lado, no si ella puede ser feliz con alguien más – Aquellas últimas palabras le dolieron hasta el alma, pero en las últimas semanas tuvo tiempo para reflexionar al respecto, al menos quería que Sui fuera feliz. Tsukishima lanzó una carcajada.
– Yo no obligué a Hisana a casarse conmigo, ella aceptó, tú lo viste porque estuviste allí – El semblante de Tsukishima cambió, ahora lucía extremadamente serio.
– ¿Acaso no fuiste tú quien insistió en llevar a cabo ese matrimonio? – Ambos hombres se miraron fijamente.
– Yo la amaba, más que tú o que cualquiera, Hisana era libre de negarse pero no lo hizo, porque… –Byakuya esperó a que Tsukishima dijera algo más, pero pasaron varios segundos y nada.
– Yo también la amaba.
– ¿Más que a Sui? – La pregunta de Tsukishima le produjo un escalofrío, las palabras de su madre invadieron su mente "Hay muchas formas de amor, cuando crezcas lo comprenderás".
– No – Dijo mientras se dejaba caer sobre el asiento de su escritorio. El dolor que sintió tras la boda de Hisana no se comparaba con lo que venía sintiendo, había una diferencia abismal. Tsukishima sonrió.
– Hisana lo sabía, no me preguntes cómo porque nunca quiso decirme – Volviendo a sentarse otra vez – Cuando estábamos en Norteamérica, en sus últimos días hablaba mucho de las rosas de mayo, dijo que tenías unas de color gris cuando se conocieron en Inglaterra y lamentaba mucho haberlas estropeado.
– Fue un accidente, nunca la culpé por eso –Byakuya empezó a sentir un cambio en el ambiente, de pronto sentía como si estuviera hablando con un viejo amigo.
– Hisana y yo tratamos de construir nuestros propios recuerdos felices en Norteamérica –Tsukishima habló con nostalgia – Fue muy duro para mí perderla, seguir viviendo en nuestra casa solo me hacía añorarla una y otra vez, aunque pasaron los años sentí que no podría vivir sin ella, y entonces, cuando estaba por hacer algo estúpido, conocí a Sui... si la dejas ir terminarás arrepintiéndote el resto de tu vida.
– Tal vez – Byakuya giró la silla, para contemplar el cielo a través de la ventana – Pero soy consciente que llegué a su vida demasiado tarde.
– Te equivocas – Tsukishima se puso de pie, Byakuya se giró para verlo y por un segundo, sus ojos emitieron una especie de reflejo lila – Esa extraña heterocromía, entre gris y lila, siempre creí que era única de los Kuchiki – Comentó Shukuro, para luego dirigirse a la puerta – Creo que Inglaterra está muy cerca de Francia, al menos más que Japón, tal vez podrías hacer un pequeño viaje para relajarte, piénsalo – Tsukishima salió de la oficina dejando a Byakuya muy desconcertado.
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La suave melodía de un piano se oía por varios ambientes del castillo de Châteauneuf–en–Auxois, aunque a ratos se tornaba melancólica, era del agrado de los invitados que junto a Shihôn Yoruichi, departían en un almuerzo familiar en el comedor principal.
– Tienen cuadros bellísimos – Kushajishi Yachiru, la nieta de Yamamoto, comía animadamente – La comida también es deliciosa.
– Los cuadros son parte de una colección familiar, si deseas puedo pedirle a Yuushiro que te los muestre al final del almuerzo – Comentó Shihôn Xin Qian, la abuela de Yoruichi y Yuushiro, el aludido se atoró con la comida e hizo una mueca – Estoy segura que a Yuushiro le encantaría, ¿No es así? – Añadió mientras lo miraba severamente.
– S–será un honor – Respondió Yuushiro, era obvio que la idea no le agradaba del todo pero también sabía que la visita de la nieta del señor Yamamoto tenía soñando a su abuela, tanto que se habían esmerado en recordarle reiteradamente lo amable y caballero que debía ser.
– Me gustaría acompañarlos también, si les parece, claro – Propuso Yoruichi, Yuushiro la miró agradecido – También podríamos recorrer los jardines, este año hay muchas flores nuevas.
– Se oye genial – Yachiru estaba muy animada, las empleadas empezaron a recoger los platos para servir el postre. La abuela Xing Qian lanzó una mirada de desaprobación que Yoruichi ignoró olímpicamente. La música de piano terminó y tras recibir breves aplausos, Sui se dispuso a abandonar el comedor.
– Sui – La llamó Yoruichi – Siéntate y acompáñanos, aún no terminan de servir el postre.
– Sí, acompáñanos – Yuushiro apoyó la propuesta de su hermana, además fue uno de los que aplaudió la presentación de Sui con mucho entusiasmo.
– Ejem – la señora Xing Qian se aclaró la garganta, sonoramente.
– Le agradezco mucho, pero debo rechazar su invitación, Yoruichi–sama – Sui hizo una reverencia a cada uno de los presentes y abandonó el comedor principal.
– Al menos la nieta de Hao conoce bien cuál es su lugar…
– Eso es muy anticuado, abuela –Yoruichi miró con desaprobación a su abuela.
– ¿Qué es anticuado? –Preguntó Yachiru.
– El diseño del techo, pero pensamos seriamente en remodelarlo – La señora Xing Qian empezó a conversar con Yachiru y apenas terminaron el postre se dirigieron hacia los jardines.
– ¿Le pasa algo a Mifeng? – Yuushiro disminuyó un poco el paso para conversar con su hermana.
– Creo que está algo cansada – Yoruichi trató de no preocupar a su hermano menor, pero ciertamente había notado que las cosas con Sui no estaban del todo bien. Primero creyó que era el estrés del trabajo, pero ya estaban un mes en Francia y lejos de mejorar, Sui parecía más y más distraída, comía poco, actuaba de forma extraña.
– Parecía triste – Susurró Yuushiro, intentó añadir algo más pero su abuela les llamó con su estilo "sutilmente único", invitándoles a mantener el paso y reiterándoles que no debían dejar tan descuidada a su invitada.
La villa Feng estaba silenciosa, como siempre. La mayoría de sus habitantes tenían la responsabilidad de velar por la seguridad o ser la mano derecha de algún miembro de los Shihôn por lo que básicamente residían en ella mujeres y niños. Los que cumplían 15 años eran enviados a China, a reforzar su entrenamiento con los Vega y aprender algunas cosas sobre negocios en el continente asiático. Sui pasó la casa principal de largo, seguramente estarían almorzando y no desea recibir comentarios de su tío ni de algún otro miembro del clan. Caminó hasta el desfiladero en donde la primavera había hecho abundar aún más las rosas de mayo, en unas semanas empezaría el verano y aquéllas flores se marchitarían. Sonrió al recordarse de niña corriendo con su abuela, seleccionando flores para decorar los ambientes de la casa, fueron días muy felices.
– Mifeng – Alguien acababa de golpearle sutilmente en medio de la cabeza – Te estuve llamando pero me ignoraste… – Notando lágrimas en las mejillas de Sui – ¿Estás llorando?
– ¿Eh? – Sui limpió sus mejillas, lo que su amigo decía era cierto – Qué extraño, solo estaba recordando a mi abuela.
– ¿En serio? – El joven de ojos ambarinos parecía escéptico. Sui no era de las personas que lloraban por cualquier cosa.
– Deja de hacer drama, Ggio – Sui decidió continuar su paseo entre las rosas de mayo – Creí que estabas en París, con tu jefe.
– El señor Barragán se tomó el fin de semana – Ggio empezó a seguir a Sui – Desde la boda del señor Ukitake parece no considerarme tan confiable y ha tomado los servicios de otros miembros de mi clan, así que decidí aprovechar para hacerles una visita.
– ¿En serio? – Sui recordó el incidente del coche favorito del jefe de su amigo, era un hecho que Barragán se enfadaría por eso.
– No me importa, estaba pensando en emanciparme – Ggio cortó una rosa de mayo lila, a medio florecer.
– ¿Piensas dejar a Barragán? – La noticia sorprendió a Sui, hacerlo implicaba una confrontación entre Ggio y los Vega.
– El señor Barragán piensa enviarme con su hijo, jamás seré asistente de un tipo como ése – Sui se detuvo, y Ggio se acercó a ella para acomodar la rosa de mayo en su cabello. Mientras lo hacía se preguntaba que le pasaba a Sui, que motivó que cortara sus largos cabellos.
– Tendrás problemas con tu familia – Sui se sorprendió un poco por la extraña actitud de su amigo, parecía como si Ggio intentara preguntarle algo con la mirada.
– ¿Y acaso no los tuviste tú? Y no fue el fin del mundo – Ggio sonrió y tomó a Sui de la mano – Te ves muy pálida, deberíamos ir a tomar una merienda, por venir desde París me perdí el almuerzo, muero de hambre.
– ¿Has pensado con quien podrías trabajar? – Sui se dejó llevar por Ggio – Conozco un par de personas que podrían necesitar un asistente.
– ¿Vas a recomendarme? Primero debes decirme quienes son, tal vez no sean de mi agrado – Ggio intentó hacerse el interesante.
– Con esa actitud no vas a conseguir un nuevo jefe – Sui parecía más tranquila, Ggio sintió algo de alivio, si tan fuera capaz de reunir el suficiente valor para preguntarle.
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El lugar estaba a media luz mientras se oía música jazz de fondo, a ésa hora el bar estaba bastante concurrido, sentada en la barra se encontraba una mujer despampanante vistiendo un traje negro, bebiendo un vodka.
– ¿Vodka? – Un hombre apuesto y bastante alto se sentó a su lado – Creí que elegirías algo más suave o un buen vino, Shutara.
– ¿A qué has venido, Shukuro? – Shutara le miró con enojo – Hoy no estoy de humor para aguantar las burlas de nadie.
– No me estoy burlando de ti – Tsukishima levantó la mano para pedir la cuenta – Una de tus asistentes me llamó preocupada, según entendí las mandaste a todas a casa y te quedaste sola.
– Son unas exageradas, debería despedirlas a todas – Shutara intentó seguir bebiendo pero Tsukishima la detuvo – Oye, no actúes como si fueras mi padre – Protestó.
– Vamos, te llevaré a tu hotel – Tsukishima pagó la cuenta y le ofreció el brazo a Shutara. Había demasiada gente esa noche, por lo que Shutara hizo un esfuerzo sobrehumano para no enviar a Shukuro a algún lugar indeseable, tenía que cuidar su imagen después de todo. De mala gana subió al coche de Shukuro.
– Creí que estarías muy ocupado, ahora que te has convertido en el líder de tu grupo familiar – Shutara empezó a sentir que la cabeza le daba vueltas.
– Mi padre me está apoyando, así que aún no tengo toda la responsabilidad cayendo sobre mis hombros – Tsukishima decidió tomar la vía rápida.
– Los padres… que molestia – Shutara se llevó una mano a la boca, además de sentir que la cabeza le daba vueltas ahora empezaba a sentir náuseas, tal vez si había bebido demasiado.
– ¿Quieres que detenga el coche? – Notando que Shutara parecía bastante descompuesta.
– No – Shutara continuó la conversación –Demasiada amabilidad me fastidia, los hombres deberían dejar de fingir.
– Las mujeres también fingen, y no solo amabilidad – Tsukishima disminuyó un poco la velocidad.
– Yo nunca fingí con Byakuya, sin embargo el me culpa por… ¡Rayos, yo no le dije a su prometida que rompiera el compromiso, ni siquiera llegué a conocerla! – Shutara parecía bastante molesta.
– Al menos Byakuya decidió continuar las negociaciones con los Senjumaru, pudo mandarte a volar por un tubo – Tsukishima ya se imaginaba la dirección que tomaría la conversación.
– Quedó como un maldito caballero, pero yo… –Shutara oprimió los puños con enojo – Él se marchó y tendré que continuar las negociaciones con su padre… ¿Si su prometida lo dejó porque tenía que irse tan lejos?
– Byakuya amaba a su prometida, pero eres tan obstinada y egocéntrica que no pudiste darte cuenta – Tsukishima tomó una de las salidas, pronto llegarían al hotel.
– Si lo sabía… Pero jamás imaginé que alguien se atrevería a dejar a Byakuya ahora que tiene un cargo importante… él debe odiarme – Shutara ladeó la cabeza pero las náuseas no se fueron.
– Ya se le pasará – Tsukishima trató de mantener el coche con baja velocidad, por si Shutara empeorara – Ya encontrarás a alguien más, ya sabe, hay muchos peces en el mar.
– ¿Te estás poniendo en vitrina? – Shutara le miró de reojo.
– Por supuesto que no – Tsukishima estacionó el coche – Shutara Senjumaru, te conozco lo suficiente como para saber que podrías morderme e inocularme de tu veneno.
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La reunión con los representantes del banco central fue breve. Sabía que los ingleses eran muy meticulosos y obsesivamente puntuales pero jamás imaginó que estas cualidades traspasaran a lo relacionado a los negocios. Ciertamente todo era más organizado allí, si a eso le sumaba el hecho de ser el único Kuchiki en Londres, los días transcurrían bastante lentos, tranquilos, hasta aburridos. En cierto modo empezaba a odiar el tener tanto tiempo libre. Decidió aceptar la invitación a una función de teatro aquella noche. Más allá de almuerzos y reuniones de negocios su vida social era bastante limitada, por una obvia razón: su corazón aún no se sentía preparado. Los primeros días en Londres despertaba sobresaltado creyendo haber escuchado el sonido de ciertos zapatos de tacón, o creía percibir la suave fragancia de cerezos mezcladas con el aroma del café, otras veces despertaba aturdido, buscando inútilmente a alguien durmiendo a su lado o creyendo que aún se encontraba en el dúplex, en Japón.
Abarai le llamó para avisarle que el chofer estaba esperando. La obra de teatro le pareció algo aburrida, y como temía, al final fue invitado a una cena en donde los anfitriones se esmeraron en presentarle a sus hijas en edad casadera, destacando minuciosamente cada una de las cualidades de las mismas. Byakuya intercambió algunas palabras solo por cortesía. Cuando la situación se puso más pesada envió un mensaje a su asistente que no tardó en aparecer indicando que había ocurrido una eventualidad y debían acudir a las oficinas cuanto antes. Todo era falso, obviamente, pero al parecer el hacerlo con más frecuencia había mejorado las dotes histriónicas de su asistente.
– ¿Desea que le lleve a otro lugar o directamente a la residencia de los Kuchiki? – Preguntó Renji mientras ponía el coche en marcha.
– A casa – Byakuya se llevó una mano al cuello, otra vez aquel molesto dolor.
– ¿Desea que le separe una cita con un terapista? –Ofreció diligentemente su asistente.
– Creo que haré un viaje corto el fin de semana, tal vez eso ayude – Byakuya recordó los masajes que le hacía Sui… rayos, otra vez pensaba en ella. Después de darle algunas indicaciones a Renji se fue a su habitación a dormir. Había pasado casi toda su adolescencia en un internado en Inglaterra así que no extrañaba tanto las costumbres japonesas, además el japonés no era su idioma nativo porque él había nacido en Francia. Dejó las llaves y el móvil sobre la mesa de noche y por un par de segundos la pantalla de su móvil se iluminó mostrando la imagen de Sui con un vestido de novia como protector de pantalla… Suspiró. Sabía que tenía que cambiar la imagen de protector de pantalla, pero al ser su móvil personal solo él tenía acceso al mismo y no hacía daño a nadie manteniendo aquella foto, al menos por un tiempo más.
– Señor Kuchiki – Un alarmado Renji golpeó la puerta un par de veces antes de entrar en la habitación. Byakuya despertó malhumorado. Le había costado mucho conciliar el sueño y podía ver por la poca iluminación en la habitación que apenas estaba amaneciendo.
– Buenos días, Abarai – Dijo con cierto sarcasmo.
– Señor Kuchiki – Renji no tenía que ser adivino para detectar el peligro inminente pero cumplir sus deberes también era importante – El señor Ginrei acaba de llegar desde Japón.
– ¿Mi abuelo? – La severa expresión en su rostro se suavizó, al menos su asistente había salvado la vida – No recuerdo que mencionara ningún viaje, más aún después del infarto – Poniéndose de pie para cambiarse – Que lo instalen en la habitación de huéspedes.
– Ya lo están instalando, también solicité que prepararan el desayuno – Renji hizo una breve reverencia antes de salir de la habitación. Byakuya estaba realmente intrigado, no recordaba que su abuelo estuviera en condiciones de realizar un viaje tan largo. Apenas estuvo listo bajó a la sala, pero su abuelo no estaba allí, entonces recorrió un poco el lugar hasta llegar al estudio – Buenos días, Kuchiki–sama – Su japonés era bastante fluido, cualquiera dudaría si le dijera que no había nacido en Japón.
– Buen día Byakuya – Ginrei se encontraba de pie, contemplando un cuadro al óleo – La mujer mayor era mi abuela, y este chico apuesto era yo –Comentó Ginrei mientras señalaba el cuadro. Byakuya notó que habían otras personas en el cuadro, pero ciertamente no le daban curiosidad, desde que se mudó a la residencia Kuchiki en Inglaterra solo había entrado al estudio dos veces y no precisamente a contemplar los cuadros… una de las personas del cuadro captó su atención – Antes que intentes regañarme por hacer el viaje tengo que ser yo quien te regañe, muchacho – Ginrei tomó asiento y esperó a que Byakuya hiciera lo mismo, un breve silencio se instaló en la habitación – Cuando te convertiste en mi sucesor y empezaste a reorganizar las empresas y la familia fui muy paciente, no solo porque aún me estoy recuperando de esta molesta enfermedad, sino porque conozco a la perfección lo obstinadas que puede ser las mujeres, decidiste mudarte aquí y supuse que habría algún anuncio pero han pasado las semanas y nada – Ginrei lo miró fijamente, exigiendo su atención, Byakuya se imaginaba a donde iba la conversación pero por alguna razón la imagen de aquella mujer en el cuadro seguía inquietándolo – Y hace unos días Rukia me comenta alarmada que estás divorciándote de Shaolin, ¿Serías tan amable de explicarme que está pasando? – Byakuya palideció. Pudo imaginarse muchas cosas, pero que su abuelo supiera lo del divorcio, no. Respiró profundamente, le había encargado la mayor discreción a su asistente así que no esperaba que Rukia o algún otro Kuchiki lo supiera. Pensó en lo que diría, ¿Debería contarle la verdad a su abuelo o inventar una creíble historia culpando a Senjumaru y Tsukishima?
– Entiendo que aún se está recuperando de infarto, por lo que considero que aún no es momento de relatar lo ocurrido, solo puedo confirmar que en efecto, mi matrimonio con Sui llegó a su fin – Era más que consciente que la verdad podría alterar la salud de su abuelo y en esos momentos no deseaba eso.
- Comprendo – Ginrei no parecía tan sorprendido pero sí bastante decepcionado – Cuando enviaste a Soujiro a Rusia asumí que era un merecido castigo para él por haber actuado de forma inapropiada con Shaolin, aunque sentí algo de pena por su esposa y mi futura nieta, jamás imaginé que las cosas en tu matrimonio anduvieran tan mal, es una verdadera lástima – Ginrei volvió la mirada hacia el cuadro.
- Traté de obrar con justicia, el tiempo que Soujiro permanezca en Rusia dependerá únicamente de él –Byakuya también volvió a darle un vistazo a aquel cuadro, nuevamente terminó fijando la mirada en una de las personas de aquél óleo.
– Hubo algo en el relato de Rukia que me pasmó un poco, jamás imaginé que le contarías a Shaolin sobre Hisana – Ginrei supuso que no haría daño con ese comentario.
- ¡¿Qué?! – Byakuya se puso de pie y al notar al expresión de desconcierto en el rostro de su abuelo se sentó nuevamente – Rukia a veces habla demasiado – Si algo sabía era que él no le había contado nada a Sui sobre Hisana.
- A tu padre parecía preocuparle que Shukuro estuviera aliado con Shaolin por alguna especie de venganza, creo que Soujun ha leído demasiadas novelas de ciencia ficción – Ginrei supo que Byakuya escondía mucha información pero prefirió dejar el tema, tal vez en otro momento lo abordaría con más detenimiento.
- Shukuro conoció a Sui en Japón, durante el tiempo que estuve en Europa – Su matrimonio terminó porque ese era el acuerdo que hizo con Sui antes de la boda, pero que Sui supiera sobre Hisana, eso dejaba sus conjeturas sobre el rol de Tsukishima en la extraña conducta de Sui en un punto muerto.
- Parece como si hubieras hecho las paces con el nuevo líder de los Tsukishima, es bueno saberlo –Ginrei esbozó una sonrisa, al menos su nieto estaba comportándose como un buen líder. Lástima que no podría cumplir la promesa que le hizo a Sui. Ginrei se puso de pie – Quizás deberíamos ir al comedor, con un poco de suerte el desayuno podría estar listo –Byakuya se puso de pie pero no siguió a su abuelo, se armó de valor para preguntar lo que llevaba varios minutos inquietándolo:
- Kuchiki-sama, ¿Quiénes son las otras personas que están en el cuadro?
- ¿Eh? – Ginrei pareció algo sorprendido por la pregunta, se acercó al cuadro y señaló a algunas de las personas – Como dije hace un momento, la mujer mayor es mi abuela y todos los que estamos alrededor de ella somos sus nietos – Deteniéndose en la imagen de la joven que llamó la atención de Byakuya – Tal vez ésta muchacha se te hizo familiar, es Sôlja Sui, la última descendiente de los Kuchiki de Kyoto, pasé parte de mi infancia disfrutando de su compañía pero… - Notando que tenía toda la atención de su nieto – Pero seguramente el apellido no se te haga familiar, ella pasó un tiempo en China en donde conoció al que sería su esposo, Feng Hao – "Sôlja Sui miembro de una rama lejana de los Kuchiki… Feng Hao su esposo, al que conoció en China… Feng Sui… Feng Shaolin". Ginrei no tenía idea de la terrible tormenta que se acababa de desatar en el interior de su nieto.
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Estaban en medio del desayuno, se suponía que sería un desayuno familiar pero más parecía un campo de batalla: Barragán Louisenbarn apareció sorpresivamente cerca a medianoche y la matriarca de los Shihôn, Xing Qian no pudo excluirlo como deseaba, así que ahora su invitada tendría que lidiar con todo el embrollo.
- ¿Así que tu abuelo no tiene planes de venir por Francia? – Preguntó Barragán con un tono de voz demasiado fingido.
- Por el momento no, cuando sea hora de volver a Japón Yuushiro me acompañará – Comentó Yachiru, estaba muy animada pues aquella mañana irían a París para hacer compras.
- Mi hijo Cang Du se encuentra en Italia, si deseas puedo pedirle que te acompañe también – Ofreció Barragán.
- Yuushiro puede hacerlo, así que me temo que tendremos que rechazar su oferta – Xing Qian parecía una leona defendiendo los intereses familiares y tal vez el futuro de su nieto.
- Creo que la señorita Kusajishi puede comunicarme su decisión ella misma – Barragan decidió ser frontal, ninguna mujer debería oponérsele, o al menos eso creía.
- El señor Yamamoto encargó el cuidado de su nieta a los Shihôn – Xing Qian no daría su brazo a torcer.
- Disculpen – Pronunció Sui a media voz, mientras se ponía de pie y abandonaba el comedor a pasos rápidos. Por alguna razón se cubrió la boca con las manos.
- C-creo que es hora de dar por terminado el desayuno – Comentó Yuushiro, se sentía bastante intimidado por Barragan.
- Tienes razón, París esta algo lejos, tal vez deberíamos quedarnos más de dos días allí – Xing Qian cambió su expresión de disgusto por una más amistosa – Tal vez a Yachiru le interese recorrer algunos museos.
- Las alcanzo en un rato – Yoruichi se puso de pie, estaba preocupada por Sui.
- Tal vez la señorita Sui debería descansar, parecía enferma – Comentó Yachiru, la abuela Xing Qian trató de restarle importancia al asunto.
- Es muy noble de tu parte preocuparte por una simple asistente, eso habla muy bien de ti, Yachiru –Tocando sutilmente el hombro de su invitada –Yuushiro, acompáñala al estacionamiento, tengo un par de cosas que charlar con el señor Barragán.
- S-si – Yuushiro se apresuró a ofrecerle el brazo a Yachiru para sacarla del comedor, tenía el presentimiento que allí ardería el mismísimo infierno.
- ¿Qué pretendes, Barragán? – Xing Qian afiló la mirada.
- Solo estoy velando por los intereses de mi familia – Barragán no era muy paciente que digamos – Los Shihôn ya se han regodeado demasiado de mi castillo, deberías recordar que este castillo siempre será de los Louisenbarn.
- ¡Te has vuelto senil! Deja de decir desvaríos, Barragan – Xing Qian se mostró muy indignada.
- Los Shihôn se apoderaron de todo por un golpe de suerte, pero créeme, no será siempre así – Barragán aún no tenía ganas de dar por terminada la conversación – Puedo ver como desprecias a los que le permitieron a los Shihôn obtener lo que tienen, no eres más que una falsa aristócrata.
- Los rumores sobre los Feng son solo eso, rumores – Xing Qian estuvo a punto de abofetear a Barragán cuando las puertas se abrieron mostrando a un espantado Yuushiro.
- Y-yachiru olvidó su bolso – Dijo mientras caminaba a pasos rápidos hacia el lugar donde estuvo sentada Yachiru y recogió torpemente el pequeño bolso – D-disculpen – Cerró las puertas tan rápido como pudo y dejó de aguantar la respiración. Su abuela y Barragán eran dos personas realmente aterradoras. Un piso abajo, en el castillo Châteauneuf–en–Auxois, Yoruichi esperaba impaciente en el recibidor del baño, hasta que finalmente las puertas se abrieron.
- ¿Estás bien, Sui? – Preguntó con genuina preocupación.
- Creo que los últimos días comí un poco desordenado, tal vez me indigesté – Respondió Sui, a modo de disculpa. Ggio se había esmerado en que comiera que tal vez se le pasó un poco la mano, aunque ahora que lo pensaba últimamente sentía muchas náuseas, independientemente si había comido o no.
- Tal vez deberías quedarte a descansar – Yoruichi sabía que algo le pasaba a Sui pero no tenía idea de lo que era – Mi abuela me sugirió que te diera vacaciones, y la verdad ahora que lo pienso no has tomado vacaciones en los últimos 3 años y…
- No tomé vacaciones porque sentí que no las necesitaba, Yoruichi-sama – Sui no deseaba que su jefa se preocupara, ya se sentía bastante culpable por hacer preocupar a Ggio.
- No te estoy regañando ni nada por el estilo, es todo lo contrario, creo que tal vez necesitas tiempo lejos de los Shihôn y tal vez de los Feng… Cuando vinimos aquí creí que estar cerca de tu familia te haría sentir mejor pero parece que no es así, Sui, me preocupa tu salud – Yoruichi le explicó su punto de vista y esperó la respuesta de Sui.
- Lamento haberla preocupado, yo… tal vez tenga razón y necesite algo de tiempo – Sui respiró hondo, luchó por reprimir aquellos deseos de llorar, llevaba varias semanas haciéndolo. Ver la reacción de Ggio en la boda de Ukitake y Unohana le hizo prometerse que no lloraría delante de nadie más.
- Ve a descansar, si vas a algún lugar envía un mensaje, no tiene que ser muy detallado, solo para saber que estás bien – Yoruichi le dio un fuerte abrazo – Vuelve cuando estés lista, tomaré prestado a alguno de tus primos o hermanos.
- Gracias, Yoruichi-sama – Sui esperó a que los Shihôn y su invitada se marcharan. Según le había comentado Ggio, Barragán tenía intención de quedarse por un par de semanas, pero no significaba mayor riesgo, al menos por el momento, pues Yoruichi esperaba la llegada de Urahara Kisuke en un par de días, sonrió al imaginarse la que se armaría cuando la señora Xing Qian se enterara. Llegó a la casa principal de la villa Feng, sigilosamente se escabulló a su habitación, prácticamente no tenía nada que empacar pues nunca terminó de deshacer la maleta que había traído desde Japón. No tenía idea a dónde podría ir. Se sentó para pensar un poco y recordó a los Vega, pasar unos días en China no sería tan malo. Se puso de pie y recogió los pocos útiles de aseo que tenía en el baño para guardarlos en la maleta, nada fuera de lo usual: desodorante, dentífrico, cepillo de dientes, perfume, tampones… sus ojos se abrieron de par en par, esa caja estaba nueva, no había utilizado nada de su contenido en las últimas semanas.
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Puso a Renji en un auténtico apuro pero lograron tomar el primer vuelo para París. Le dejó una escueta nota a mano a su abuelo y empacó apenas lo necesario. Su pelirrojo asistente era un manojo de nervios pero le confirmó la información, según Rukia, Sui ya conocía parte de su historia con Hisana. El reciente relato de su abuelo y los cambios en el comportamiento de Tsukishima le dieron más luces al lío en que se había convertido su relación con Sui… Shaolin, decidió que debía llamarla por su verdadero nombre, aunque a ella le incomodara. Apenas pisaron suelo parisino corrió a rentar un coche, el castillo Châteauneuf–en–Auxois estaba a unas 4 horas, ya tendría tiempo para visitar la villa Noyers y saludar a Antoine y Paulette.
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Si antes estaba confundida ahora estaba completamente desorientada. Mientras trataba de recoger lo que había quedado de ella y reorganizarse, la vida le lanzaba un peso enorme que no se sentía capaz de soportar… ¿Qué podía hacer? Cuando el clan se enterara sería severamente juzgada, más que la última vez, cuando huyó para irse con los Vega a China. Suspiró. Pudo salir adelante aquella vez, encontraría la forma de seguir, aunque esta vez estuviera sola. Dejó la maleta viajera y tomó únicamente el bolso en donde había empacado para el viaje a París de dos días, abandonó sigilosamente la casa de su abuelo y se dirigió al desfiladero, al menos contemplaría las rosas de mayo que tanto adoraba su abuela.
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Byakuya aceleró lo más que pudo en el camino, apenas intercambió palabra con Abarai, aún estaba algo molesto con él, había buen clima así que pudo llegar antes de lo esperado pero supo por un mayordomo que los moradores del castillo, incluida la asistente de Shihôn Yoruichi, se habían marchado a París, únicamente se había quedado Barragán Louisenbarn y su séquito de asistentes. Decepción era la palabra que describía a la perfección como se sentía en esos momentos. Mientras iba de regreso recordó el desfiladero de rosas de mayo, ya tendría oportunidad de visitarlo otro día, París era una ciudad muy grande, en donde Shaolin podría escabullirse fácilmente… y pensar que hace unas horas estuvo allí, empezaba a sentirse como si el destino conspirara en su intento de encontrar a Shaolin.
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Mientras contemplaba las rosas de mayo sintió nostalgia y decidió cortar algunas para llevarlas a la tumba de su abuela. Había ido un par de semanas atrás, pero el panorama había cambiado, su vida estaba a punto de dar un giro de 360 grados, necesitaba un lugar por el cual empezar. Sui dejó el bolso a un lado mientras limpiaba y ordenaba un poco, había que tirar las flores marchitas y acomodar las nuevas, su abuela tenía la misteriosa habilidad de encontrar siempre las palabras adecuadas para cada situación. Deseaba tanto que estuviera allí para preguntarle tantas cosas. Después de unos minutos de reflexión y algunas oraciones decidió que era hora de continuar. Tomó su bolso y algunas rosas de mayo que había separado para llevarlas con alguien más a quien no visitaba en años, ya tendría tiempo para comer algo y descansar en Noyers.
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Cuando estaban a pocos minutos de Noyers un neumático se pinchó. Byakuya se preguntaba por qué que pudo haber hecho para tener tanta mala suerte mientras Renji se apresuraba a remangarse la camisa para intentar cambiar el neumático. Byakuya empezó a caminar, no estaba de humor para jugar al mecánico. Caminó mientras terminaba de armar el rompecabezas mental con el que había estado luchando las últimas horas y todo empezaba a tener sentido, excepto por el pequeño detalle que Shaolin no estaba a su lado y parecía cada vez más remota la posibilidad de verla ese día. Se detuvo estupefacto al entrar en cuenta que había llegado a un sendero empedrado, el camposanto de Noyers, tal vez su madre intentaba darle la última pieza. Lamentó no haber traído flores, pero decidió continuar el recorrido, los árboles habían crecido mucho y aunque la primavera estaba por llegar a su fin aún se veían frondosos y algunas hasta exhibían pequeños frutos, tan distintos a aquél día, cuando todo era desolación, el cielo estaba gris y llovía.
Se detuvo en el lugar en donde tenía que doblar para llegar a la tumba de su madre, y vio algo que le quitó el aliento, bajo el gran árbol, una joven de baja estatura, cabellos oscuros y cortos, portando rosas de mayo se giró a verlo y sus ojos grises resplandecieron en un hermoso tono lila solo por una milésima de segundo:
- Byakuya – Susurró ella, como si de un sueño se tratara.
- Shaolin – Susurró él, y la primera brisa de verano les envolvió esa tarde.
Saludos
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