Chapter 27: Señor Kuchiki
El ambiente en la sala de juntas estaba muy tenso esa mañana. La expresión seria en los rostros de los ahí reunidos, el ceño fruncido de Soujiro mientras Yamamoto Genryuusai explicaba los errores en el movimiento que terminó con considerables pérdidas económicas cargaban aún más el ambiente. Pero Byakuya no se sentía para nada tenso, todo lo contrario, casi sentía como si pudiera flotar, lo ocurrido la noche anterior fue como un sueño, el mejor de todos, y hubiera sido aún más perfecto si al despertar hubiera encontrado a su musa entre sus brazos, pero ella ya no estaba. "Típico de Sui", pensó mientras oía a su abuelo aclararse la garganta, sonrió disimuladamente y trató poner más atención en la reunión, al parecer su abuelo había notado que andaba medio distraído.
La reunión se dilató más de lo esperado y concluyó prácticamente a medio día. Pese a las disculpas que dieron como representantes de los Kuchiki (en reiteradas ocasiones) los miembros de Seretei Corp. que fueron perjudicados no se marcharon para nada contentos. Salió al balcón a tomar algo de aire mientras le marcaba a Sui. Intentó dos veces pero fue enviado directamente al buzón. Suspiró. Seguramente estaría trabajando o en alguna reunión. Renji se asomó a la puerta para recordarle que tendrían otra reunión, esta vez interna, para definir el castigo para Soujiro por actuar en representación de los Kuchiki sin autorización y con catastróficos resultados.
Al entrar el panorama no le agradó para nada. Ahí estaban aquellos que se encargaron de recordarle durante toda su infancia sobre sus orígenes, fingió ignorarlos mientras caminaba hacia su lugar al lado del lugar principal que pertenecía a su abuelo, podía sentir el peso de las miradas sobre él, podía percibir la envidia… pero había crecido rodeado de todo ese veneno, estaba más que preparado para ello. Estaba por tomar asiento cuando oyó la voz de Soujiro:
– No eres más que un engreído, todos sabemos quién eres en realidad – El lugar se quedó en absoluto silencio. Abarai enfocó la mirada en su jefe, quien permanecía inmutable, dispuesto a sentarse ignorando a su primo – Deja esa actitud de aristócrata que no te va para nada, solo eres un hijo de los suburbios, alguien como tú no puede convertirse en el siguiente líder de la familia –Soujiro parecía dispuesto a desafiarlo con lo que fuera.
– Si deseas puedo pedirle a mi asistente que separe una cita para escuchar con más tranquilidad tus inquietudes, Soujiro, en estos momentos tenemos que abordar otros temas más importantes –Byakuya lo fulminó con la mirada. El lugar parecía estar a punto de congelarse, los otros Kuchiki empezaron a susurrar entre sí.
– He oído que estas saliendo con la heredera de los Senjumaru, sabía que era cuestión de tiempo para que descartaras a la pianista china – Soujiro se encargó de pronunciar las dos últimas palabras con desprecio. Byakuya optó por tomar asiento y aparentar tranquilidad, si permanecía de pie le sería más difícil contener las ganas de estrangular a su primo, pero este continuó – Creo que es lo mejor, aquella zorra china se me ofreció en el cumpleaños del abuelo por eso la golpeé – Byakuya se puso de pie de inmediato y apoyó las palmas de las manos sobre la mesa.
– Cierra la boca, Soujiro – "Antes de que te la cierre a golpes" pensó mientras hacía gala de todo su autocontrol.
– Pero es la verdad, tu ex–prometida no se cayó ni sufrió un accidente como te habrá hecho creer tu padre, yo la golpeé por ofrecida, para recordarle su lugar… – Byakuya golpeó la mesa con un puño y se enderezó, aunque su padre intentó engañarlo él ya se imaginaba lo que había ocurrido, aunque Sui nunca quiso contarle nada, recordó las marcas en su mejilla, la herida en su labio… ahora sí quería asesinar a su primo.
– ¡Basta! – Kuchiki Ginrei estaba de pie en la puerta, su asistente Shirogane se encontraba a su lado –Soujiro, lo que has hecho es indignante, y no hablo solo de la transacción que afectó a varios socios de Seretei Corp. tú… tú… – El líder de los Kuchiki palideció y se llevó una mano al medio del pecho, a la altura del corazón, estuvo a punto de desvanecerse pero Byakuya, Renji y Shirogane corrieron a ayudarle, el lugar se llenó de bullicio, la tensión fue cambiada por pánico.
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Es curioso lo tristes y silenciosos que pueden ser los hospitales. Byakuya rara vez había estado enfermo así que eran contadas las veces que había tenido necesidad de estar en uno, quizás por eso ese día se le hizo extremadamente largo. Preocupados por la salud del líder de los Kuchiki decidieron trasladar a su abuelo a una clínica cercana en lugar de esperar una ambulancia, "Parecer ser un infarto", comentó el médico que lo estabilizó para después transferirlo a un hospital más grande, y ahora estaba sentado en las afueras de la unidad de cuidados intensivos. Al encontrarse su abuelo en situación tan delicada los demás Kuchiki entraron en pánico y sus miradas se centraron en él, como preguntando "¿Qué deberían hacer ahora?", así que además de estar esperando por noticias sobre su abuelo en el hospital tenía que dirigir a los demás para que la agenda del día y las empresas Kuchiki continuaran funcionando. Le pidió a Abarai que contactara con su padre, aunque le molestara admitirlo, necesitaba de su apoyo en circunstancias como estas.
Eran cerca de las cuatro de la tarde cuando finalmente le permitieron pasar a ver a su abuelo. La unidad de cuidados intensivos era muy espaciosa con pocas camas pero las personas que se encontraban allí, como pacientes, estaban conectadas a extrañas máquinas que emitían pitidos y otros sonidos que pondrían nervioso a cualquiera. Tuvo que colocarse una bata y tapabocas, por normas de seguridad del hospital. Sintió algo de alivio al ver que su abuelo no lucía tan mal, excepto por la palidez en su piel y aspecto cansado, en comparación con los otras personas hospitalizadas. La conversación fue breve, un médico le informó que le habían realizado un cateterismo y aún estaba bajo efectos de sedantes pues de rato en rato daba la impresión de estar medio dormido y comentaba algo como "Sui no va a perdonarme", Byakuya asumió que se refería a la abuela de Sui, había algo de aquella "misteriosa amistad" que no lograba comprender del todo, pero no era el lugar ni el momento para preguntar. Al volver a la sala de espera se le acercó su asistente:
– El señor Kuchiki Soujun está retornando a Japón –Dijo Renji, diligentemente – Pidió que se le informara cualquier cambio en la salud del líder de la familia.
– Gracias – Respondió secamente, Abarai permaneció de pie, como si quisiera decirle algo más – ¿Qué ocurre?
– Los otros Kuchiki no están muy contentos, dijeron que querían venir a dar sus respetos y buenos deseos a Kuchiki Ginrei–sama…
– Mi abuelo no está en condiciones de recibir visitas, y tampoco está en su lecho de muerte para que vengan a darle sus respetos, comunícales que podrán venir a visitarlo mañana pero solo los Kuchiki de primer vínculo familiar, no quiero que este lugar se llene de chismes y murmuraciones.
– Como ordene… – Abarai volvió a quedarse de pie, Byakuya enarcó una ceja esperando a que dijera algo más – Kuchiki–sama… creo que debería comer algo, bueno… ni siquiera a almorzado – Byakuya miró su reloj, pronto serían las cinco de la tarde, su pelirrojo asistente tenía razón.
– Iré por algo de comer al café del hospital – Al notar que Abarai empezaba a seguirlo – Quédate Abarai, comunícame si pasa algo con la salud de mi abuelo.
– P–pero, Kuchiki–sama…
– Es un hospital, dudo mucho que alguien intente algo raro – Byakuya dejó a su asistente en la sala de espera de cuidados intensivos. El café del hospital no estaba muy concurrido a esas horas, pidió algunos snacks y algo de beber, pasó por alto las caras de embobadas que pusieron la mesera y la cajera del comedor cuando lo vieron. Apenas terminó salió a caminar un poco, aquel hospital tenía bonitas áreas verdes, el aire se sentía tan fresco. Le marcó a Sui un par de veces, nuevamente terminó en el buzón de voz, le escribió algunos mensajes y esperó, pero nada, "Estará ocupada", pensó, mientras retornaba a la sala de espera de cuidados intensivos, en verdad tenía ganas de oír su voz.
No fue hasta pasada medianoche cuando Soujun apareció en el hospital, era obvio que venía directo del aeropuerto, aunque Byakuya insistió en quedarse Soujun lo envió a descansar, secretamente Abarai estuvo agradecido, había sido un día demasiado largo y realmente necesitaban un descanso. A Byakuya le sorprendió encontrar el dúplex en completo silencio, había tratado de ocultar el delicado estado de salud de su abuelo de los medios y otros empresarios pero había intentado contactar a Sui, sin éxito. Tras despachar a su asistente se quedó de pie frente a la puerta de la habitación de Sui un buen rato, le hacía mucha ilusión dormir con ella entre sus brazos, era bastante tarde, seguramente ya estaría dormida y no quiso incomodarla, con mucho pesar se fue a dormir a su habitación.
Despertó algo aturdido, por el enérgico llamado de su asistente. Miró alrededor y vio la luz del sol filtrarse por las cortinas, ya debía ser media mañana. Cambió su expresión de sorpresa por una muy seria, rara vez su asistente se atrevía a entrar en su habitación.
– Buenos días, Kuchiki–sama – Comentó un contrariado Abarai – Le estuvo llamando pero no contestaba, entonces me preocupé – Hizo una exagerada reverencia. Byakuya dejó de mirarlo para buscar su móvil, en efecto, estaba apagado, seguramente se habría quedado sin batería.
– Espérame en la sala – Dijo secamente mientras le entregaba el móvil a su asistente, apenas tenía tiempo para cambiarse, la salud de su abuelo era su principal prioridad. Minutos después estaban camino al hospital. Apenas encendió el móvil empezó a recibir una serie de mensajes y alertas de llamadas perdidas, vaya que los demás Kuchiki no se daban por vencidos, insistían en hacer el anuncio del delicado estado de salud de su abuelo y otros más osados preguntaban si no había muerto. Al llegar preguntó por el estado de su abuelo.
– Está estable, los médicos estaban pasando visita así que nos avisaran si hay otros cambios apenas terminen – Soujun lucía unas finas ojeras, cualquiera notaría que se había desvelado.
– Agradezco la información, creo que ahora puedo hacerme cargo – Byakuya le hizo una seña a su asistente para que le alcanzara su portátil.
– Byakuya, creo que deberíamos dejar a Shirogane aquí para que nos informe, nuestro lugar está en las oficinas de los Kuchiki – Comentó Soujun.
– La salud de mi abuelo es de cuidado, hasta donde sé tuvo un infarto, puedo dar instrucciones desde aquí, Shirogane es mi vocero con los otros Kuchiki –Byakuya se sentó, la sala de espera de cuidados intensivos no era muy espaciosa pero servía para las pocas actividades que tenían – Pensaba pedirte que te encargaras de la reunión con Komamura–san – Soujun carraspeó, en cierto modo sentía extraño que su hijo le diera órdenes.
– Iré, pero quiero que pienses lo que te acabo de decir, podría generarse un conflicto interno en las empresas de la familia mientras te encuentras aquí y…
– Agradezco tu preocupación, si me disculpas –Byakuya dejó de prestarle atención a Soujun para empezar a darle indicaciones a su asistente. Una hora después conversó con los médicos, su abuelo estaba más estable y podría recibir visitas por la tarde, más animado salió un momento para almorzar y tal como sugirió su padre, pidió a Shirogane que se quedara en el hospital, supervisando las visitas de los otros Kuchiki y que solo acudieron los de línea directa. Eligió un restaurante cercano, volvió a marcarle a Sui, pero otra vez fue enviado al buzón. Tuvo un mal presentimiento, estuvo tentado de ir a las oficinas Shihôn con cualquier excusa, pero tuvo que descartar la idea tras recibir una llamada de Shirogane, su abuelo quería hablar con él.
– Soujun me comentó que estás haciendo un excelente trabajo, tal como esperaba – Ginrei estaba meno pálido que el día anterior y más despierto.
– Me alegra que su salud esté mejor, ayer nos dio un buen susto – Byakuya permaneció de pie al lado de la cama.
– Me atreví a preguntarle a Soujun sobre lo que comentó Soujiro – La mirada de Ginrei se tornó severa – Le regañé por no haberme contado –Byakuya permaneció unos segundos en silencio, todo indicaba que estaba afligido.
– No estuve allí cuando pasó, y Sui no quiso contarme nada – Oprimiendo los puños – Soujun solo dijo que fue accidente, y trató de arreglar el incidente.
– Lo sé, Soujun me lo contó – Ginrei desvió la mirada, a unos 5 metros, tras una cortina un monitor no dejaba de emitir un molesto pitido, una enfermera se acercó presuroso y al poco rato el lugar quedó en silencio de nuevo – Si algo similar vuelve a suceder no vuelvas a ocultármelo.
– No volverá a suceder – Dijo Byakuya, muy resuelto, él se encargaría personalmente de Soujiro y los demás.
– Me alegra oír eso – Ginrei miró a su nieto fijamente a los ojos, Byakuya había dejado de ser un niño para convertirse en todo un hombre y se sentía orgulloso de eso – Hay algo más que quiero que sepas, le pedí a Soujun que hiciera pública mi situación a los medios – Notando que Byakuya se alarmó – Ya estoy bastante viejo, así que no debes preocuparte por mí, mañana, tras el anuncio de mi estado de salud se te anunciará como el nuevo líder del clan familiar, así que desde ese momento tendrás una gran responsabilidad sobre tus hombros – Byakuya tuvo sentimientos encontrados, había anhelado aquello por tantos años, pero deseaba más tiempo para aclarar las cosas con Sui, aquello era muy repentino.
– Disculpe, pero es hora de administrar el tratamiento, debe salir, por favor – Le indicó una enfermera. Byakuya hizo una reverencia a su abuelo antes de retirarse, en la sala de espera estaba Soujun junto a algunos de los ancianos de la familia, vaya que la discreción no era una cualidad de su padre. Era obvio que la noticia no fuera del agrado de todo el grupo familiar, pero fue grato saber que algunos estaban secretamente de su lado y le brindarían su apoyo, aunque nada fuera completamente gratuito. Departieron una larga reunión disfrazada de cena en un restaurante de comida tradicional que duró varias horas, cuando llegó al dúplex estaba muy entrada la noche, otra vez no había podido hablar con Sui. Permaneció unos minutos frente a la habitación de Sui, ¿Cómo reaccionaría ella a la noticia?
Durmió realmente poco esa noche. Entre sueños había encontrado a una niña llorando pero cuando quiso consolarla Hisana le tomaba de la mano y le alejaba de la misteriosa niña… despertó algo consternado, había tenido el mismo sueño unas noches atrás, cuando compartió intimidad con Sui, solo que en aquella ocasión había intentado pedirle a Hisana que lo soltara para quedarse con la niña… sacudió la cabeza, Hisana ya no pertenecía al mundo de los vivos y su madre solía decirle que no era bueno soñar con los muertos. Bajó a la cocina a prepararse un té y se sentó en la sala a esperar. Los primeros rayos del sol se colaron por la cortina entreabierta, pero Sui no salió a correr, "Tal vez tuvo un día ajetreado" pensó mientras terminaba de beber el té, los minutos siguieron pasando, pero Sui tampoco bajó para ir al trabajo. Hizo una rápida evaluación mental: no había visto en el estacionamiento el coche de los Shihôn que Sui solía manejar, tampoco había podido contactar con ella en los últimos 3 días… subió las escaleras y llamó a la habitación de su esposa, pero nada, respiró hondo y giró el pestillo, solo para percibir la sutil fragancia de cerezos en una habitación vacía. De inmediato envío un mensaje de texto a su asistente y esperó 5 minutos que se le hicieron eternos. Las cosas de Sui estaban allí, pero todo indicaba que ella no había puesto un pie en su habitación desde hace varios días.
Renji le informó que no había ocurrido ningún incidente con Yoruichi Shihôn, pero Sui estaba en Francia, al parecer su abuelo se encontraba delicado de salud y había pedido verla. Byakuya respiró hondo no una, sino tres veces. Sui seguía con aquella horrible costumbre de no decirle cuando salía de viaje o fuera del país. Estaba por suceder un evento importante y ella no solo no estaba allí sino que parecía empeñada en ignorar sus llamadas y mensajes. "¿Habré hecho algo que le disgustara?" pensaba mientras se preparaba para el momento del anuncio. Hasta donde podía recordar ambos parecían haber disfrutado, y bastante, de sus momentos compartidos entre las sábanas hasta el punto de caer dormidos exhaustos, así que esa no podía ser la causa… ¿Entonces qué estaba pasando?
Tras ser anunciado como nuevo líder de los Kuchiki una avalancha de eventos sucedieron, no solo tuvo que lidiar con los medios de prensa (algo que no disfrutaba en los absoluto pero que sabía que era importante), los grupos menores del grupo familiar dieron algunos problemas y las otras familias importantes del país parecían empeñadas en solicitar reuniones para saludarlo o le enviaban invitaciones a eventos que no podía rechazar. Casi no tenía tiempo para visitar a su abuelo en el hospital, y su asistente, Abarai, tampoco parecía estarla pasando muy bien que digamos. Por sugerencia de su abuelo decidió darle un equipo de apoyo a Abarai quien se mostró no solo agradecido y aliviado, además preocupado por cumplir cada una de sus órdenes sin errores ni fallos.
Contrario a lo que muchos esperaban, no se mudó a la mansión principal de los Kuchiki, continuó viviendo en el dúplex, lo cual empezó a preocupar al resto del grupo familiar. Él había decidido esperar a que Sui volviera, tenían que conversar así que en cuanto ella estuviera en el país cancelaría las reuniones que fueran necesarias para hablar con ella. A veces, en el poco tiempo libre que le quedaba, proyectaba sus sueños, algunas veces se veía llegando a la mansión Kuchiki para ser recibido por Sui y un grupo de niños, cuando era niño había deseado tener hermanos con los que jugar y compartir cosas, pero la vida no le dio precisamente el tipo de hermanos que deseaba, pero eso no le había hecho desistir del sueño de tener muchos hijos, otras veces se preguntaba si Sui preferiría que vivieran en Francia, cerca de su familia, en lo personal no le molestaba, si eso servía para mantener distancia con personas indeseadas y hacía feliz a Sui estaría bien. Cada vez que podía les escribía mensajes, aunque ella no contestara, contaba los días esperando que volviera.
A la semana de asumir el cargo de líder de los Kuchiki ocurrió su primer evento importante, una reunión en Seretei Corp. Aunque no fuera la primera vez que ponía un pie en aquella edificación, ya no era más un representante sino la máxima autoridad de su grupo familiar, así que fue recibido como manda el protocolo.
– Vaya que el protocolo puede ser molesto –Comentó Ukitake Juushiro. Él había sido uno de los primeros en felicitarlo tras el anuncio.
– Solo será por esta vez, así que no es algo que me disguste – Byakuya trató de ser diplomático, tanta parsimonia empezaba a fastidiarle un poco, se sentía agradecido de tener personas a las que podía considerar amigos en ese medio tan hostil y superficial.
– Espero que te dejen al menos distraerte en mi fiesta, no te olvides de acudir a mi boda, será en un par de días – Ukitake realmente estaba entusiasmado.
– Allí estaré, no me perdería del evento del año por nada – Byakuya sabía que no la pasaría tan bien en la fiesta, seguramente muchos líderes de otras familias le abordarían o le insistirían para que conociera a sus hijas, sobrinas, etc.
– Deberías anunciar tu compromiso pronto, creo que tu boda sería el verdadero evento del año – Bromeó Ukitake. Cuando estaba a punto de responder la llegada de alguien captó toda su atención: Shihôn Yoruichi intercambiaba saludos con otros miembros de Seretei Corp. y a su lado, tratando de pasar desapercibida, se encontraba Sui. Intentó acercarse a ella pero la llegada de Yamamoto obligó a todos a tomar asiento para iniciar la reunión. Decir que pudo concentrarse era mentir, la mayor parte del tiempo se la pasó observando a su esposa, su peculiar todo de piel, las pequeñas ojeras que parecían nunca querer borrarse de su rostro, sus hermosos ojos grises, su cabello negro… aunque se armó algo de revuelo entre algunos de los asistentes, pues estaban habituados a la larga cabellera de Sui a él no pareció alarmarle tanto verla ahora con el cabello corto, apenas llegándole al hombro, no pareció impactarle mucho el hecho que haya cortado su cabello, tenía la sensación de que no era la primera vez que la veía con el cabello corto. Cuando Yamamoto dio por concluida la reunión casi todos permanecieron en sus lugares, conversando del gran evento que acontecería en unos días, una boda en las altas esferas era tan o más importante que una transacción financiera. Estaba intentando conversar con Ukitake y Shunsui mientras observada a Sui que esperaba diligentemente a que Yoruichi dejara de hablar con Urahara, esa conversación tenía para buen rato. De pronto Sui sacó su móvil y abandonó sigilosamente aquella sala, sin pensarlo dos veces salió tras ella.
– Sui, volviste – Le susurró al verla colgar el móvil e intentó tomarle la mano, ella le esquivó y se alejó unos pasos, notoriamente alarmada. Aquella reacción no le agradó en lo absoluto, pero recordó en donde estaban y que a ella no le agradaban mucho ese tipo de gestos – ¿Volviste hoy? – Trató de iniciar una conversación.
– Volví hace dos días –Sui desvió la mirada y habló en voz baja, era obvio que no quería que los vieran juntos. Un molesto estremecimiento envolvió a Byakuya, empezó a tener un mal presentimiento.
– He estado algo ocupado, no lo noté, lo siento –Asumió que sus múltiples obligaciones le habían hecho pasar por alta que Sui estaba de vuelta en el dúplex.
– No tiene que disculparse, Kuchiki–sama – Sui se aclaró la garganta, allí estaba otra vez, aquella molesta barrera entre los dos – Debo volver con Yoruichi–sama.
– ¿Podemos cenar juntos hoy? – Intentó sujetarla del brazo, pero ella volvió a eludirlo, tampoco le miraba a los ojos – Tenemos que hablar de tantas cosas…
– Se equivoca – Sui le miró con tanta frialdad que se quedó pasmado – Reciba los respetos de esta humilde servidora, nuevo líder del honorable grupo familiar Kuchiki – Sui se inclinó ante él y eso le causó una indescriptible y dolorosa sensación.
– Te pedí que no volvieras a hacerlo, ¿Por qué lo haces si eres mi esposa? – Intentó tocarla pero ella volvió a rechazarlo.
– No sé de qué habla Kuchiki–sama, si me disculpa – Sui intentó volver al salón de juntas, pero él se plantó frente a ella, no podía dejarla ir así, tenía que saber que estaba pasando.
– Sui, tenemos que hablar – Insistió él.
– ¿Sui, está todo bien? – Yoruichi y Urahara se acercaron a ellos. Byakuya notó que varios miembros de Seretei Corp. estaban dejando ya la sala de juntas.
– Si, salí a responder una llamada y al volver a la sala de juntas tropecé – Haciendo una exagerada reverencia – Lo lamento mucho, perdone mi torpeza, Kuchiki–sama.
– Debes ser más cuidadosa, Sui – Yoruichi hizo un mal intento de regañarla – Pido disculpas por las molestias que pudo ocasionar mi asistente, Kuchiki–sama – Dijo intentando poner algo de seriedad en su voz.
– No ha sido nada importante – Dijo un absorto Byakuya. Recibió los saludos de Urahara también y entró en el elevador junto al grupo, ante un alarmado Renji que les dio alcance por las justas. Mientras fingía interés en la conversación miraba de reojo a Sui. Estaba estratégicamente ubicada en la parte posterior, conversando con Hirako Shinji y Shiba Kaien, como si nada hubiera sucedido. Él tenía ganas de hablarle, pero el estúpido protocolo se lo impedía, antes había podido seguir el juego de que aparentaran ser dos desconocidos pero ahora le costaba e incluso dolía… la idea de no ser parte de la vida de Sui le parecía horrible. Las puertas del elevador se abrieron y se despidieron para tomar rumbos distintos, se quedó de pie varios segundos mientras Sui se iba con su jefa, hasta que Abarai se aclaró la garganta.
– Tenemos un almuerzo programado con los accionistas de…
– Nos vamos al dúplex – Su voz se oyó enérgica y severa, empezó a caminar hacia su coche. Abarai preguntó solo para asegurarse que había escuchado bien:
– ¿Desea que lo lleve al dúplex, Kuchiki–sama?
– No me hagas repetirlo, Abarai, y encárgale a alguien que posponga todas las reuniones de la tarde – Renji se limitó a asentir y mientras el chofer conducía se encargó personalmente de hacer las llamadas. Algo raro estaba pasando, pero no sabía exactamente qué. Apenas llegaron Byakuya subió las escaleras directo a una de las habitaciones y abrió el ropero y los cajones solo para descubrir que se encontraban vacíos, sobre la mesa de noche había un estuche en cuyo interior se encontraba el anillo que Byakuya le había regalado a Sui el día de su matrimonio civil, unas tarjetas crédito, un juego de llaves y un sobre cuyo contenido hizo palidecer a su jefe.
– ¿Ocurre algo, Kuchiki–sama?
– Retírate Abarai, quiero estar solo – Dijo Byakuya, completamente absorto en sus pensamientos.
saludos
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