Chapter 15: No te enamores
Estacionó el coche y ajustó su abrigo, vaya que hacía frío, era de noche y tras llevar a Yoruichi y Sui al aeropuerto decidió ir a un bar a tomar un trago, en el aeropuerto le recomendaron aquel lugar, tenía un ambiente agradable, bastante moderno, la música no estaba a volumen muy alto así que si hubiera ido con alguien hubieran podido conversar tranquilamente… sonrió pensando si Sui lo acompañaría a un lugar así, a veces parecía tan mojigata, "trabajólica" pensó mientras bebía un sorbo de whisky, pero tenía un aire de inocencia mezclado con madurez… tanta que a veces asustaba… "solo es una mujer práctica" se dijo antes de pasear la mirada por el lugar: habían un par de parejas en la parte más oscura, un grupo de amigos en una mesa cercana y al otro extremo de la barra… un tipo rubio de aspecto desalineado que le daba la impresión que lo miraba fijamente, decidió volver a tomar otro sorbo y desviar la mirada hacia el lado opuesto y confirmó sus sospechas, en el reflejo del cristal de la ventana se podía ver la imagen del tipo rubio mirándolo con el ceño muy fruncido. No lo recordaba de ningún lado, así que no lo conocía, supuso que tal vez era un pobre diablo que andaba tan borracho que seguramente lo había confundido con otra persona. Tres días, Sui estaría fuera del país por tres días que podrían convertirse en más si las negociaciones no iban bien, por lo que le comentó Yoruichi estaban en regateos con unas aduanas en Taiwán, habían lanzado una línea de ropa masculina en alianza con las empresas de la familia Senjumaru de Korea… sin querer dibujó en su rostro una mueca de disgusto, invocar a esa familia le hizo recordar a cierto Kuchiki que detestaba, estaba tan sumido en sus pensamientos que no notó que el tipo rubio estaba parado a su lado, mirándole, no podía precisar si era amenazante o no.
– Disculpe, ¿Se le ofrece algo? – Tsukishima decidió preguntar. Si era solo un pobre borracho seguro le pediría dinero para más alcohol o algo parecido.
– ¿Por qué estas tanto tiempo cerca de mi gatita? –Dijo en tono arrastrado y balbuceante el rubio ebrio. Tsukishima enarcó una ceja y miró alrededor, no encontró a ninguna "gatita".
– Creo que está confundido – Dijo lo más diplomáticamente posible – No creo que nos conozcamos.
– Kisuke, ese es mi nombre – El rubio desalineado se tambaleó e intentó apoyar su mano en el hombro de Tsukishima, este lo evadió rápidamente.
– Oye, tranquilo, no te conozco, así que dejemos las cosas como están, ¿Si? – Tsukishima se había puesto de pie pues al parecer el tal Kisuke intentaba hacer algo, obviamente era más alto que el rubio.
– No me intimidas con tu altura, espaghetti, solo quiero decirte que te alejes de mi gatita… yo si la amo… – Kisuke hubiera sonado más solemne si no estuviera tan ebrio, hablando con dificultad y tambaleándose.
– No tengo idea de que me estás hablando –Tsukishima buscó al cantinero, pero parecía como si justo en ese momento se hubiera esfumado del lugar.
– ¡Te atreves a negarlo! Cuando salieron esas fotos del restaurante y el autódromo – Apenas el rubio borracho mencionó aquello Tsukishima pareció entender… a aquellos lugares había ido con Sui y Yoruichi… en ese momento era más que obvio que el tal Kisuke se refería a la líder de los Shihôn, Sui jamás se fijaría en alguien de aspecto tan descuidado, no era el tipo de chica a la que podrías llamar "gatita" y salir vivo después de hacerlo, aparte que el tipo parecía algo mayor para Sui.
– Me temo, Kisuke, que estás confundiendo las cosas – Tsukishima usó un tono de voz conciliador – Pero creo que puedo hacer algo para ayudarte.
– ¿En verdad vas a ayudarme? – Lo ojos de Kisuke resplandecieron, una pareja de jóvenes rubios que acababan de entrar al lugar se acercaron a ellos raudamente.
– ¡Kisuke! ¿En qué rayos estás pensando? – Gritó la muchacha bajita mientras zarandeaba al estropajo en que estaba convertido Kisuke.
– Por favor, discúlpelo, ha tenido algunos problemas estos días – Se apresuró a excusarse el otro rubio, tenía buen porte y parecía bastante educado – Soy Hirako Shinji, el asistente de Urahara Kisuke y ella es mi esposa, Hiyori.
– No ha pasado nada, excepto que creo que tal vez pueda ayudar a tu jefe, por cierto, soy Tsukishima Shukuru, mucho gusto.
~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~ o~
El primer día en Taiwán fue terrible. El vuelo de Kuchiki Soujun llegó con retraso por mal tiempo y otros asuntos al parecer del entorno familiar, así que les tocó a ellas iniciar las negociaciones. Los taiwaneses eran muy tradicionales y pareció no gustarles para nada la idea de que Soujun llegara tarde y no parecían muy dispuestos a negociar con ellas porque "eran mujeres", Yoruichi no se dejó amilanar por eso y Sui fue un gran punto de apoyo de forma que plantaron cara durante prácticamente todo el primer día, para cuando el representante de los Kuchiki llegó las cosas ya estaban calmadas y encausadas.
– Les dije que los taiwaneses eran algo complicados – Kuchiki Soujun habló mientras iban en el elevador, al final del día.
– Creo que debió ser más considerado con el tiempo, Kuchiki–sama – Yoruichi no hizo nada por ocultar su disgusto, Sui estaba al otro extremo del elevador, tratando de pasar desapercibida.
– Realmente pido disculpas por ello, hubo cierta situación familiar que no podía posponer, aparte del mal tiempo, por supuesto – Mirando de reojo a Sui –Pero si desean pueden tomarse el día mañana y yo asumiré las negociaciones.
– De ninguna manera, ya estamos aquí así que terminaremos el trabajo – Yoruichi expresó con tono severo – Solo espero que mañana las cosas vayan mejor, Kuchiki–sama.
– Lo estarán, ya lo verá Shihôn–sama – Soujun parecía muy confiado y tranquilo, lo que empezaba a poner a Sui de mal humor. El breve silencio que se había formado fue interrumpido por el sonido de una melodía de piano, Sui buscó su móvil en su bolsillo y se sorprendió al ver quien llamaba, las puertas del elevador se abrieron y tras hacer una rápida venia Sui salió a pasos presurosos para contestar. Yoruichi cambió su extrema seriedad por una sonrisa burlona, lo que no pasó desapercibido para Soujun – ¿Ocurre algo, Shihôn–sama?
– Nada… solo que mi asistente al parecer tiene un pretendiente, hasta mañana, Kuchiki–sama –Yoruichi se alejó de Soujun y fue tras su asistente. El asistente de Soujun se adelantó para abrirle el coche, "Con que un pretendiente, al menos mi hijo dejó de ser un completo secreto para la jefa de Sui" pensó mientras subía al coche. No imaginaba lo equivocado que estaba.
Tras alcanzar a Sui intentó averiguar sobre qué había hablado con Tsukishima pero su asistente estuvo muy silenciosa durante la cena… y el resto de la noche. Por más que Yoruichi le preguntó de diversas maneras intentado saciar su curiosidad, ella no soltó ni una sola palabra, es más, parecía pensativa. Revisaron rápidamente los puntos a abordar en la jornada del día siguiente y se fueron a descansar. A la mañana siguiente desayunaron en el café del hotel y luego tomaron un taxi hasta las oficinas de las aduanas.
– ¿Acaso Tsukishima te pidió matrimonio? –Preguntó Yoruichi, sacando a Sui de su estado de letargo.
– ¿Perdón? – Sui no estaba seguro de lo que acababa de escuchar.
– Has estado muy pensativa desde la llamada de Tsukishima, lo que me hace preguntarme que puede haberte dicho para que estés así, ¿Acaso te propuso matrimonio?
– No, Yoruichi–sama, apenas lo conozco, sería extraño que me dijera algo así.
– ¿Entonces que te dijo? – Yoruichi hizo una mueca, la curiosidad la estaba matando.
– Quería saber cuándo era mi cumpleaños, pero ya le dije que no me gustan las sorpresas – Sui dijo lo primero que le vino a la mente, deseando ser lo suficientemente convincente con Yoruichi.
– Tsukishima es bastante astuto, encontrará alguna forma de halagarte, estoy segura, es más, tengo la impresión que ustedes harían una buena pareja…
– ¡Yoruichi–sama!
– No he dicho nada malo, Sui, creo que Tsukishima es un tipo que vale la pena y realmente parece estar interesado en ti – Yoruichi usó un tono de voz maternal, Sui no estuvo segura sobre qué contestar, afortunadamente llegaron al edificio de oficinas donde se realizaría la reunión. Tal como había prometido, Kuchiki Soujun estaba allí, esperando con su asistente. Definitivamente ese sería otro largo, muy largo día.
~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~ o~
Caminaba apaciblemente cruzando un hermoso jardín. Llegó a un lugar donde estaban reunidas varias personas, todas con trajes elegantes, conversando entre ellas, mientras poco a poco se iban acomodando en unas sillas bellamente adornadas, las podía oír susurrar "Que impertinente", "Atrevido", "No respeta nada", era el jardín principal de la mansión Kuchiki, estaba decorado con telas y miles de flores blancas, estaban celebrando una boda, en cuanto la banda de música sinfónica empezó a tocar todos se quedaron en silencio y desviaron las miradas hacia un extremo en donde, del brazo del patriarca de los Kuchiki entraba una joven con un hermoso vestido blanco, un velo cubría su delicado rostro… "Hisana" pensó mientras la veía avanzar hasta pasar frente a él para luego seguir de largo, rumbo al altar en donde un joven alto vestido elegantemente esperaba. Una mezcla de sentimientos le invadió: tristeza, ira, decepción… había ido con la esperanza de que al verlo allí Hisana desistiera de su boda con Tsukishima, pero eso no pasaría… volvió la mirada hacia el altar en donde Ginrei entregaba a la novia y el novio le descubrió el rostro, un sentimiento inexplicable le invadió, la novia no era Hisana, era Sui…
Abrió los ojos súbitamente mientras se sentaba con la respiración entrecortada. Estaba en el cuarto del hotel, en Londres, solo había sido un sueño, pero un dolor intenso en el medio del pecho le impedía respirar con normalidad. Es más, intentó llamar a Renji pero no lograba articular palabra. Intentó calmarse. Seguramente había soñado con ese día por la llamada de su padre, eso debía ser, Soujun le había hablado de ese hombre y sin querer había empezado a recordar, pero Sui… ¿Por qué estaba ella en su sueño?
– ¿Kuchiki–sama? – Finalmente Renji había contestado el teléfono – ¿Está todo bien, Kuchiki–sama?
– N–no es nada, disculpa – Byakuya recuperó el habla – Nos vemos a las 8 en el restaurante del hotel.
– Como diga, Kuchiki–sama – Renji colgó y Byakuya se llevó las manos al rostro, más que un sueño había tenido una especie de pesadilla sin sentido. Respiró hondo, estaba amaneciendo y algo le decía que sería inútil intentar dormir. Las negociaciones habían llegado a buen término así que tras acudir a firmar los acuerdos finales y el almuerzo protocolar respectivo, prepararían maletas para partir a Francia. Aunque intentó concentrarse de todas las formas posibles no lo consiguió, la última imagen de su sueño asaltaba su mente una y otra vez y empezaba a sentirse inquieto – ¿Se encuentra bien, Kuchiki–sama? – preguntó Renji mientras iban de regreso al hotel.
– Solo estoy algo cansado, trataré de dormir en el avión – La respuesta de Byakuya desconcertó a su asistente, normalmente le habría dicho algo como "No pasa nada, Abarai, mejor revisemos la agenda de mañana" o "Déjate de tonterías y ponte a trabajar", por lo que ahora sí, Renji estaba preocupado.
– ¿Quiere que cambie el horario del vuelo y reprograme las reuniones de mañana? – Renji se apresuró a buscar en su agenda electrónica, el primer día en Francia era más para realizar visitas protocolares, las reuniones importantes empezaban al tercer día.
– No es necesario, Abarai… – Una idea vino a la mente de Byakuya, tal vez Renji le acababa de dar una buena idea, después de todo – Creo que podríamos posponer las reuniones de mañana, hay un lugar que me gustaría visitar.
– De inmediato Kuchiki–sama – Renji se apresuró a realizar una serie de llamadas, apenas llegaron al hotel se cambiaron por ropa más cómoda, recogieron maletas y partieron al aeropuerto. Mientras su asistente se encargaba de todo Byakuya se dirigió hacia la sala de espera VIP, tomo un periódico al azar y se sentó, intentaría leerlo para distraerse un rato.
– Vaya que agradable coincidencia – Una esbelta figura femenina se detuvo a su lado, Byakuya se puso de pie de inmediato.
– Shutara… no sabía que estabas en Londres – Miró alrededor y no vio a ninguna de las asistentes de Senjumaru.
– Vine a conversar con unos empresarios interesados en mi última colección, aliarme con Yoruichi me ha favorecido más de lo que esperaba –Sentándose en el lugar contiguo al de Byakuya que no tardó en sentarse de nuevo – La asistente de Yoruichi resultó más astuta de lo que pensé.
– ¿Perdón? – A Byakuya le pareció extraño el comentario de Senjumaru.
– Hablo de la señorita Feng, ella se encargó de redactar las pautas del acuerdo de forma tan minuciosa que ninguna de mis siete asistentes notó la pauta que estipulaba que por los siguientes cinco años no podremos renegociar ni pedir variaciones en los porcentajes de las ganancias tras nuestra alianza con los Shihôn – Senjumaru levantó una mano y un mozo se le acercó con la carta de bebidas y snacks – Creo que fue una jugada brillante, veré la forma de convencerla para que se convierta en mi asistente – Byakuya enarcó una ceja. Si algo sabía era que Sui no era tonta, incluso le había aconsejado sobre la compra de las acciones de la textilera de Osaka, pero era poco probable que se separara de Yoruichi Shihôn – Te ves algo pálido, ¿Te sientes bien? – Senjumaru le acarició una mejilla.
– Estoy bien – Byakuya se inclinó un poco más hacia atrás para poner distancia, Senjumaru bajó la mano y volvió la mirada hacia la carta y pidió algunas cosas, el mozo se retiró.
– Tal vez has estado trabajando demasiado, por lo que oí traes loco a tu pobre asistente – Senjumaru batió sus largas pestañas, esa tarde lucía espectacular y más bella de lo usual.
– Ahora que lo pienso, Abarai está tardando más de la cuenta.
– Y tardará, le pedí a mis chicas que lo entretuvieran un rato, creo que el pobre se merece algo de atención, ¿No crees? – Byakuya iba a replicar pero el mozo volvió con los pedidos de Senjumaru y los dejó sobre la mesa de centro – El café lo pedí para ti, sé lo mucho que te gusta el expreso largo, Byakuya.
– Gracias – Respondió secamente Byakuya quien tomó un sorbo solo por no hacerle un desplante. Los Senjumaru eran una de las familias más respetadas de Korea y no le convenía alterar las buenas relaciones que ya tenían.
– ¿A dónde viajas? – Senjumaru empezó a degustar uno de los postres que había sobre la mesa.
– A Francia, supuse que tus asistentes lo averiguarían por ti – Byakuya dejó la taza de café sobre la mesa, le faltaba la dosis de Chartreuse que Sui solía agregar.
– Mis asistentes solo averiguan lo que les pido, sabía que vendrías a Inglaterra, pero desconocía la fecha, estás algo parco, ¿Acaso tu prometida sabe de nuestro pasado? – Senjumaru sonrió maliciosamente.
– A ninguno le interesa el pasado del otro, nos preocupamos por vivir el presente – Byakuya tuvo un vago presentimiento, ¿Acaso Senjumaru se atrevió a investigar sobre Sui?
– Es una buena estrategia, que solo se la tragaría una pobre ingenua enamorada, el pasado si importa, y el tuyo no es precisamente el de un santo, tal vez hallas deslumbrado a tu prometida pero ¿Estará ella a la altura de las circunstancias? – Senjumaru dejó el plato con el postre a la mitad sobre la mesa.
– Cuando era solo el "bastardo" despreciado de Kuchiki Soujun jamás consideraste la posibilidad de tener una relación seria conmigo, es más, solo pretendimos pasar el rato así que no entiendo tu repentino interés – Byakuya habló con seriedad, pero no estaba molesto, estaba hablando con la verdad y Senjumaru conocía perfectamente su pasado, en esos momentos Senjumaru soltó una risita burlona.
– Tienes razón pero las cosas han cambiado, digamos que siento algo de "celos" por tu misteriosa prometida, tan misteriosa es que mis asistentes solo han dado con el nombre de "Kuchiki Shaolin" y casi puedo asegurar que no existe ninguna Kuchiki con ese nombre – Senjumaru lo miró fijamente, estudiando sus reacciones, esperando descubrir algo más.
– Existe – Byakuya se mantuvo inexpresivo, las hábiles asistentes de Senjumaru habían dado con el nombre de su esposa, pues al haber contraído nupcias el apellido Feng desapareció y él se encargó de que nadie en el registro divulgara el apellido de soltera de su esposa, además tenía a su favor el que Shaolin se hiciera llamar "Sui", por lo que sería difícil que personas que no fueran del círculo familiar conocieran la identidad de "su prometida".
– Me cuesta creerlo – Senjumaru frunció un poco el ceño y bebió un poco de té de jazmín. Kuchiki Ginrei había prohibido al resto de la familia divulgar el nombre de la prometida de Byakuya y sus asistentes solo habían logrado conseguir un nombre que no le sonaba de ninguna parte por lo que llegó a un punto muerto. Empezaba a convencerse que la famosa prometida no existía.
– Eres libre de creer lo que quieras, solo te pido que le ordenes a tus asistentes que dejen a Abarai en paz, nuestro vuelo está por partir y lo necesito aquí.
– Como quieras – Senjumaru buscó su móvil y cinco minutos después un aturdido Abarai entró en la sala de espera VIP. Apenas lo vio Byakuya se puso de pie para despedirse de Senjumaru y continuar su camino, a diferencia de Senjumaru, Sui si se casó con él a pesar de saber lo sórdido de su origen, cuando era solo un aspirante a convertirse en el futuro heredero de los Kuchiki, Sui no le exigió una mansión lujosa, ni vivir en la residencia principal de los Kuchiki, es más, ella seguía trabajando como asistente de Shihôn Yoruichi a pesar que él le había dicho que podría dejar de hacerlo mientras durara su matrimonio... Sui era diferente, no era frívola ni buscaba ser el centro de atención.
El viaje a Francia fue más corto, en cuanto llegaron rentaron un coche y aunque Abarai se opuso, el condujo hacia una zona rural como a tres horas de París, a un pueblo llamado Noyers–sur–Serein. Sonrió al notar que el tiempo parecía haberse congelado en aquel lugar, empezaba a oscurecer. Estacionó el coche en la entrada de una casa de estilo antiguo, ni bien apagó el motor un anciano abrió el portón y les recibió con reverencias:
– Joven Byakuya, que gusto verle, no nos dijo que vendría – El anciano parecía muy emocionado, a Renji le costó un poco entender lo que decía pues estaba hablando en francés.
– Fue algo de último momento, Antoine – Byakuya devolvió el saludo con un enérgico apretón de manos – El pelirrojo es mi asistente, Renji Abarai, no habla mucho francés, espero que le tengan algo de paciencia.
– Mucho gusto joven Abarai – El anciano saludó a Renji – Pasen, Paulette preparará algo para que cenen, el viaje desde Japón debe ser muy largo.
– Gracias, Antoine – Entraron en la casa que parecía sacada de una novela medieval. Era bastante amplia y aunque se notaba que era vieja estaba bien cuidada. Entraron a la sala y una anciana los recibió con afectuosos abrazos, era Paulette, la esposa de Antoine, la pareja de ancianos eran los cuidadores de aquella misteriosa casa. Renji tuvo que admitir que el ambiente era agradable y la comida estuvo deliciosa, pero seguía sin entender que estaban haciendo allí. Al terminar la cena el anciano se ofreció a acompañarlos pero Byakuya le indicó que no era necesario, él mismo guió a Renji por un pequeño patio y luego escaleras arriba, donde había varias habitaciones – Puedes descansar aquí –Byakuya abrió una de las puertas – El baño está al final del pasillo.
– Disculpe, Kuchiki–sama, ¿Qué lugar es este? – Se atrevió finalmente a preguntar.
– Estamos en la villa Noyers, esta es la casa en donde crecí hasta que supe quién era mi padre, Antoine y Paulette eran los criados de mi madre, te pedí que dejaras el día libre porque mañana quiero visitar la tumba de mi madre, descansa, Abarai.
Renji se quedó petrificado. Cuando empezó a trabajar con Byakuya sabía que era hijo ilegítimo, pero creyó que siempre vivió bajo el cuidado de Kuchiki Soujun, nunca imaginó que estuvo algunos años oculto del mundo, en un lugar como ese. Miles de ideas vinieron a su mente durante la noche, la razón por la cual Byakuya parecía despreciar a su padre y el notorio y recíproco menosprecio entre su jefe y los demás Kuchiki empezó a tener sentido. Pensó tanto al respecto que apenas durmió un poco en la madrugada y cuando despertó era media mañana, después de cambiarse bajó presuroso al pequeño patio y encontró a la anciana, Paulette, tendiendo algo de ropa:
– Disculpe, ¿Ha visto al señor Kuchiki? – Preguntó en inglés, esperando que la mujer le entendiera.
– El joven Byakuya salió muy temprano –Respondió la anciana, en un claro francés que Renji no logró comprender del todo.
Byakuya se había levantado muy temprano, después de compartir el desayuno con la pareja de ancianos se dirigió al jardín y cortó algunas flores con ayuda de Antoine. El anciano se pasó casi media hora disculpándose, habían intentado cultivar las semillas que él envió pero las plantas no resistieron el clima y se marchitaron. Byakuya le agradeció por el esfuerzo y le dijo que no se preocupara, luego subió al coche y empezó a conducir. El cementerio no estaba muy lejos pero el clima era frío y no deseaba exponerse a pescar un resfriado, quería que las negociaciones terminaran cuanto antes y volver a Japón. Estacionó el coche en la entrada, al parecer habían cambiado el viejo portón por una reja, como era temprano el lugar estaba muy silencioso, el cielo estaba gris pero no parecía que fuera a llover pronto, recorrió las veredas empedradas, contempló unos segundos un viejo árbol que empezaba a quedarse sin hojas y siguió caminando, hasta llegar al lugar. La tumba estaba limpia y tenía flores frescas, seguramente Paulette había ido días atrás, retiró algunas flores que empezaban a marchitarse y acomodó las que trajo, para luego quedarse de pie, un rato, contemplándola.
"El amor es complicado, espero que algún día lo entiendas"… le había dicho ella el día en que Soujun se apareció por la casa para decirle que se lo llevaría a Londres, sonrió al recordar que intentó huir ese día, pero no pudo correr mucho, los hombres de su padre no tardaron en encontrarlo, después de todo solo tenía 7 años… "Uno no elige de quien se enamora, pero al menos prométeme que si algún te casas será por amor"… La imagen de Sui tocando el piano vino a su mente, había fallado con aquella promesa, se había casado para cumplir un objetivo, para vengarse del resto de la familia, se sintió terrible, sin querer había hecho algo que haría Soujun, le pidió disculpas a su madre por ello. Oyó risas y desvió la mirada, a unos metros una familia con dos niños parecía visitar la tumba de algún familiar, estaba por irse cuando notó algo que llamó su atención: los niños tenían en sus manos ramos de rosas de mayo.
– Buenos días – Saludó a la familia – ¿Podría decirme en donde encontró las rosas de mayo?
– Buenos días – Respondió el jefe de la familia –Las flores las compramos en una villa del castillo de Châteauneuf–en–Auxois, estas flores se han cultivado por años en los jardines del castillo.
– ¿Podría indicarme como llegar al castillo?
– Claro, tome la ruta con destino al sur, hay un desvío en la segunda entrada, solo siga el camino y en unos 30 minutos estará por allá. Estas flores se han vuelto muy populares, los anteriores dueños del castillo no dejaban que los empleados las vendieran y terminaban marchitándose, pero últimamente han empezado a venderlas, son hermosas así que muchas personas las compran.
Byakuya agradeció por la información, caminó hacia la tumba de su madre para despedirse y volvió al coche. Tal como le indicó aquel hombre, en treinta minutos lograba ver la impresionante imagen del castillo de Châteauneuf–en–Auxois. De niño algunas veces había oído que cerca de la villa donde vivía había un castillo pero nunca tuvo oportunidad de visitarlo. Se sorprendió al encontrar en el lado este del castillo un jardín con variedad de flores y árboles, estacionó el coche y bajó para apreciarlo mejor. Había muchas flores pero no encontraba las rosas de mayo.
– Disculpe, ¿Se le ofrece algo? – un muchacho de rasgados ojos miel y cabellos oscuros se le acercó.
– Buenos días, alguien me dijo que podría encontrar rosas de mayo por aquí cerca.
– Ah, es un cliente, sígame – El muchacho le hizo una seña y empezó a caminar, Byakuya lo siguió, caminaron bordeando las altas murallas del castillo y empezaron a bajar por una colina, varias casitas con tejado rojo y peculiar diseño empezaron a aparecer, parecían camufladas entre los árboles y el paisaje. Llegaron a la parte más empinada de la colina, y allí, en una suerte de desfiladero, miles de rosas de mayo de todos los colores desafiaban al clima, era todo un espectáculo visual – Dígame que color desea y yo se las traeré.
– ¿Tendrás grises?
– ¿Grises? – El muchacho lo miró extrañado – Lo siento señor, nunca he visto de ese color – Byakuya estaba por preguntar algo más cuando un hombre se acercó a pasos rápidos, lucía molesto.
– ¡Zhuo! Te dije que dejaras de traer extraños a la villa – Le regañó, malhumorado.
– Pero tío, el abuelo Hao dijo que podía vender o regalar algunas porque se estaban marchitando –Replicó el muchacho, pero el hombre mayor le dio un fuerte coscorrón.
– No te expreses así del señor Hao, ten más respeto por el líder de la familia – Girándose para encarar a Byakuya – Lo lamento señor, pero no estamos vendiendo las flor… – Los ojos rasgados del hombre se abrieron de par en par y se quedó boquiabierto, casi de inmediato hizo un exagerada venia y obligó al muchacho que lo acompañaba a hacer lo mismo – Disculpe, no sabía que un miembro de la familia Kuchiki había venido a visitar a los Shihôn, pero lamento informarle que ellos no vienen en ésta época del año, si desea encontrarlos puede ir a París o volver en primavera – Se apresuró a decir con demasiada solemnidad. Byakuya no tardó en entender la situación, si el castillo era propiedad de los Shihôn, entonces ellos eran…
– Comprendo, pero en realidad no vine a buscar a los Shihôn, ¿Vive aquí el líder del clan Feng? – Preguntó, para confirmar sus sospechas.
– El señor Hao ha estado algo enfermo, pero se sentirá honrado de saber que después de tantos años un representante de los Kuchiki viene a saludarlo – El hombre dejó de hacer reverencias y junto al muchacho lo guiaron colina arriba, hacia la casa más grande de aquella villa. Mientras los seguía Byakuya se sentía raro, la villa de los Feng estaba muy cerca de Noyers, a tan solo 30 minutos en coche, probablemente Sui estuvo allí todos esos años y él no lo sabía, incluso se habrían cruzado alguna vez de niños, y él no supo quién era, que extraño e incómodo descubrimiento. Tal como le habían comentado, el patriarca del clan estaba algo indispuesto, le dejaron en una pequeña sala, esperando. Byakuya no pudo dejar de observar cada rincón de aquel lugar con curiosidad, seguramente Sui recorrió los pasillos que él acababa de recorrer, jugó en aquellos jardines, contempló el cielo nublado sobre aquellas casas de tejas rojas desde aquella ventana, una sonrisa se dibujó en su rostro, había descubierto algo de Sui. Las puertas se abrieron y dos jóvenes dejaron unas bandejas con panes y dulces chinos así como dos tazas de té y se retiraron silenciosamente, tras hacer elegantes reverencias. Byakuya continuó de pie, observando por la ventana.
– He oído que el paisaje desde la mansión Kuchiki de Japón es impresionante, sobre todo por un sendero de cerezos que da todo un espectáculo en primavera – Un hombre anciano de mediana estatura, apoyado en un bastón lo observaba desde la puerta – Vaya, creí que sería el señor Ginrei quien vendría, pero creo que me equivoqué.
– Buenos días – Byakuya caminó hasta quedar frente al anciano – Soy Kuchiki Byakuya, doceavo nieto de Kuchiki Ginrei.
– Es un honor, joven Kuchiki, por favor, tome asiento y beba algo de té antes de que se enfríe – El hombre caminó lentamente hasta uno de los sillones y se acomodó esperando que Byakuya hiciera lo mismo – El señor Ginrei me comentó que algún día vendría uno de sus nietos, pero empezaba a creer que eso no pasaría – Al notar que tenía toda la atención de Byakuya – Me temo que ha llegado Ud. demasiado tarde, Shaolin ya no está aquí, ha forjado su propio destino y ha decidido ser dueña de su propia vida.
–Lo sé – Byakuya no estaba seguro de contarle lo sucedido, hasta donde recordaba ese tipo de clanes tiene costumbres ancestrales y podrían escandalizarse si se enteran de su "acuerdo" con Sui – Sui trabaja como asistente de Shihôn Yoruichi en Japón, yo he empezado a representar a los Kuchiki en algunas reuniones y así nos hemos conocido.
– ¿Sui? – El anciano contempló un rato a Byakuya –Debe estar refiriéndose a Shaolin, Sui era el nombre de mi difunta esposa, ellas eran muy unidas, supongo que por eso ahora prefiere que la llamen así, pero su nombre es Shaolin.
– Shaolin y yo estamos comprometidos, quisiera pedirle perdón por no haber venido antes para pedir su consentimiento – Byakuya inclinó la cabeza en señal de respeto. El líder de los Feng soltó una carcajada. Byakuya lo miró, confundido.
– No entiendo bien lo que está pasando, pero debo decirte algo, joven Kuchiki, no eres el primero que viene a pedirme consentimiento para cortejar a mi nieta – Byakuya se sobresaltó, ¿Acaso otro Kuchiki había venido antes del él? – Tras la muerte de mi querida Sui, mi nieta Shaolin cambió mucho, se opuso con uñas y dientes al compromiso, se sintió realmente aliviada cuando Ud. no acudió al encuentro prematrimonial y luego de eso huyó, pasó algunos años bajo el cuidado de otro clan familiar en China, los Vega. Este castillo pertenecía antes a los Louisenbarn y nosotros les servíamos a ellos, pero con las generaciones las cosas cambiaron y pronto los Louisenbarn perdieron influencias y fueron desplazados por los Shihôn, y así, pasamos a convertirnos en la mano derecha de los Shihôn y los Vega, que eran una rama secundaria, pasó al servicio de los Louisenbarn, aunque tenemos ancestros en China llevamos años aquí, en Francia – El salón quedó en sepulcral silencio – Vaya, creo que te aburrí con tanta historia.
– Por supuesto que no, señor Feng – Byakuya le pareció interesante conocer más sobre el pasado de Sui, pero seguía sin entender a qué se refería el líder de los Feng cuando mencionó que no era el primero que pedía su permiso para cortejar a Sui – Es solo que no entiendo bien a que se refiere cuando dice que Sui...
– Shaolin, mi nieta se llama Shaolin, no se ha puesto a pensar, joven Kuchiki, ¿Por qué ella no deja que la llame por su nombre? ¿Por qué ella huyó de aquí? Ella dejó de ser la niña dulce que mi querida Sui cuidó con tanto esmero para convertirse en el reemplazo de su hermano mayor fallecido, ella ha elegido el camino de asistente y guardaespaldas de los Shihôn del cual mi esposa Sui intentó salvarla, dedicará su vida únicamente al servicio de los Shihôn, así que si quieres un consejo, joven Kuchiki, no te enamores de Shaolin, porque ella no es capaz de amar a nadie.
Byakuya condujo de regreso a Noyers muy pensativo. Las palabras del líder de los Feng le parecieron muy duras. Repitió mentalmente cada palabra que le dijo, intentando encontrar alguna pista sobre algún otro potencial pretendiente, pero nada. El pasado de Sui tenía muchas grietas, y él era causante de algunas de ellas. Si pudiera volver el tiempo atrás, ¿Si se hubiera presentado al encuentro prenupcial habría evitado que ella huyera a China? Conociendo a la Sui de ahora, casi podría afirmar que ella habría terminado huyendo después de todo, pero la duda quedó en su mente, así como las palabras finales del líder de los Feng: "No te enamores de ella".
~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~o~ o~
Al final del segundo día las negociaciones con los taiwaneses estaban tomando un rumbo positivo, todo indicaba que volverían a Japón al día siguiente, después de revisar los acuerdos preliminares y si no había objeción firmarían el acta respectiva. Soujun las invitó a cenar pero Yoruichi se encargó de rechazar la invitación, al parecer aún estaba molesta por el incidente del día anterior y eso en cierta forma alivió a Sui, por alguna razón tenía la impresión que el padre de Byakuya la observaba demasiado, como si la estuviera vigilando y eso le disgustaba, los ojos de Kuchiki Soujun se parecían mucho a los de Byakuya, demasiado. Conversaron sobre la boda de Ukitake a la hora de la cena, el parte con la invitación habían llegado a la mansión y no tardaron en llamar para informarles, Yoruichi no estaba muy entusiasmada que digamos pero como representante de la familia tenía que acudir y se encargó de comprometer a Sui en acompañarla. Tras revisar las pautas finales volvieron a sus respectivas habitaciones. Sui terminó de darse un relajante baño y se estaba secando el cabello cuando su móvil timbró. Se quedó mirando el móvil, pensativa, hasta que dejó de oír la melodía de piano y suspiró. No estaba de ánimos para hablar con nadie. Al poco rato el móvil volvió a timbrar. Era obvio que el interlocutor no se daría por vencido:
– ¿Si?
– Buenas noches chica del metro – La voz se Tsukishima se oía bastante animada, incluso se alcanzaba a escuchar música jazz en el fondo –¿Cuándo vuelven a Japón?
– Las cosas están mejor de lo esperado así que volvemos mañana en la noche – Dijo, no muy convencida, sentía como si fuera a arrojar algo a los lobos.
– Entonces vamos a hacerlo, ¿Qué dices? –Tsukishima le había dado buenos argumentos el día anterior, incluso casi la convence de no ser porque Yoruichi se le acercó y terminó cortando. Sui miró su reflejo en el espejo, su cabello estaba suelto y algo húmedo, su flequillo estaba hecho a un lado, se dio cuenta que empezaba a parecerse a su abuela, la original Feng Sui – Chica del metro, ¿Sigues allí? –La voz de Tsukishima tomó un tono más suave.
– Solo estaba pensando – Sui aún tenía dudas.
– Si no quieres hacerlo lo entenderé, pero debo decirte que encontraré otra forma, he dado mi palabra y pienso cumplirla – Tsukishima parecía dispuesto a todo con tal de conseguir lo que quería.
– Está bien, vamos a hacerlo – Sui decidió, si las cosas salían mal ya habría tiempo para lamentarse después.
– Entonces te espero mañana en el aeropuerto, no olvides enviar un mensaje confirmando la hora del vuelo, que descanses, chica del metro.
– Buenas noches, Tsukishima–san – Sui colgó y dejó el móvil sobre el tocador. Al menos intentaría hacer algo más que lamentar lo ocurrido, al menos dejaría de sentirse tan culpable, o eso era lo que intentaba hacer.
Saludos
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro