Día 3
—¿Ese es mi transporte? —preguntó Jimin, conteniendo la risa—. ¿Un scooter?
—No es cualquier scooter —dijo Yoongi, dándole palmaditas al mango—. Es un scooter 50CC con una canasta para las flores.
Una cesta de paja colgaba desde el extremo del scooter. Yoongi se acercó para abrir y cerrar la tapa en la parte superior de la canasta. Jimin levantó las cejas.
—Gracias, Yoongi —dijo, todavía conteniendo la risa.
Él realmente iba a conducir eso por Busan. Jimin. Un asesino.
—No pude conseguir un auto —justificó Yoongi, jugando con la tapa de la canasta—. Y yo−
—Yoongi, en serio. —Se acercó a Yoongi para que sus ojos pudieran encontrarse—. Realmente aprecio esto. Gracias.
Él no sabía si era el sol de la tarde o sus palabras lo que hicieron que las mejillas de Yoongi se pusieran rojas. Agachó la cabeza y dijo en voz baja—: No es la gran cosa.
«Pero lo es», Jimin quería insistir, «lo es, nadie nunca ha comprado un maldito scooter para mí».
Joder, tal vez Yoongi era tan tierno como parecía.
Se dirigieron hacia adentro. Jimin amaba el olor a flores que llenaba la tienda. Estaba acostumbrado al olor a sudor, cigarro, pólvora, gasolina y productos químicos, pero ahora podía disfrutar del olor a naturaleza. Era agradable. Trabajar aquí era agradable.
Su mañana consistió en llamar a la base para reportarse, revisar su correo electrónico y hojear la pila de papeles que Namjoon le dio sobre la pandilla Min. Por lo general, estaba de acuerdo con llamar al complejo, pero esta llamada fue irritante.
Es una regla llamar al tercer día de una misión, y cada 15 días después de eso, sólo para reportarse. Por lo general, un asistente respondía, no el líder. Los líderes son personas que dirigen el complejo. Hay tres de ellos para cada uno de complejos de la organización. Pero esta vez, el líder respondió. Jimin se congeló. Su voz hizo que Jimin quisiera quitarse la piel. Intentó actuar como si no le molestara, y esperaba que hubiera funcionado.
Nunca había tenido buenas experiencias con el líder, aunque el líder había tenido buenas experiencias con él.
Jimin se estremeció al pensar en ello. Cerró los ojos y respiró hondo. Necesitaba dejar de pensar y simplemente concentrarse en lo que estaba haciendo. ¿Qué estaba haciendo?
Abrió los ojos. Estaba cortando los tallos de las flores en la parte trasera de la tienda. Él estaba bien. Yoongi estaba ayudando a alguien que buscaba una flor específica. Él estaba bien. Él estaba bien. Continuó cortando los tallos de las flores y las puso en el jarrón antes de llenarlo con agua.
—Jimin?
Jimin se dio la vuelta y casi dejó caer el jarrón.
—¿Sí?
Yoongi se encontraba en la puerta del almacén, con las cejas fruncidas.
—¿Estás bien?
—Sí, me asustaste un poco —dijo, sonriendo tranquilizadoramente—. ¿Que pasa?
La respuesta pareció satisfacer a Yoongi, quien miró dentro del almacén.
—¿Puedes ayudarme a buscar una maceta? La cliente está buscando una a cuadros blancos y negros, y sé que tenemos algunos, simplemente no sé dónde...
Jimin asintió y se apresuró a ayudar a Yoongi a buscar. Sin embargo, tan pronto como entró al almacén, lo único en lo que pudo concentrarse fue en el piano de cola que estaba en la esquina de la habitación. Se detuvo y miró mientras la puerta se cerraba detrás de él. Yoongi lo observó y suspiró cuando se dio cuenta de lo que estaba mirando.
—Es... extraño, lo sé —dijo con las mejillas enrojecidas—. Sólo ignóralo.
Jimin desvió su mirada del piano para mirar dentro de la caja al lado de Yoongi. Él miró a través de las macetas envueltas en burbujas por una a cuadros.
—Si no te importa que pregunte, ¿por qué tienes un piano de cola aquí? —preguntó.
Yoongi se detuvo.
—Es... personal. Pero te lo puedo decir. —Antes de que Jimin pueda decirle a Yoongi que no era necesario, él empezó a hablar mientras buscaba la maceta—: Cuando era más joven, tenía un piano de cola. Estaba junto a una ventana en la sala de estar. Mi madre compró un bambú de la suerte una vez, y lo puso en el alféizar de la ventana, justo al lado de mi piano. Después de un tiempo, el bambú comenzó a verse... más saludable que antes. Cuando le dije esto, mi madre me dijo que era porque le gustaba la música.
Yoongi se detuvo, moviéndose para buscar la maceta en una caja diferente.
—Cuando empecé esta floristería, hace poco más de un año, me compró un piano de cola con el fin de que tocara para las flores. Me reí y le dije que no podía poner un piano en mi tienda, pero terminé haciéndolo por ella. A la gente le gustó. Siempre querían que tocara.
—¿Por qué te detuviste? —preguntó Jimin en voz baja.
—Ella murió. Mi madre murió. —Yoongi dejó de buscar y suspiró—. No podía tocar más. Ni siquiera podía mirarlo. Ha estado aquí, acumulando polvo, por... ¡Ah, lo encontré!
Yoongi sostuvo la maceta a cuadros blancos y negros. Le sonrió, un completo cambio de hace unos cuantos segundos.
—Ah, estoy tan aliviado —dice bruscamente, sacándolo del protector de burbujas—. Ella realmente quiere esto, sabía que lo teníamos.
Sin embargo, Jimin no podía dejar de mirar a Yoongi.
«Mi madre también murió», él quiso decir mientras Yoongi continuaba despegando el plástico. «Mis dos padres, cuando yo era joven. No sé qué se siente perder a una madre tan adulto, pero puedo entenderlo en algún nivel».
Yoongi se encontró con los ojos de Jimin. Su brillo se desvaneció ligeramente.
—¿Jimin?
—Mi mamá también murió —jadeó Jimin en lugar de aprovechar esta oportunidad para preguntar sobre el padre de Yoongi—, también mi papá. Yo era... yo era joven. Tenía 9 años.
La felicidad se desvaneció por completo.
—Oh, Jimin...
—Sólo quería decirte eso. —Él miró hacia sus zapatillas—. Ya que compartiste algo conmigo. No lo sé.
Yoongi se acercó para poner una mano cálida en su hombro.
—Te lo agradezco, Jimin. Vamos, démosle a esta dama su maceta a cuadros.
✿*゚¨゚✎
—¿Tu padre está...? —divagó Jimin más tarde, una vez que la mujer se había ido y no tenían trabajo que hacer. Jimin estaba sentado en el mostrador, balanceando las piernas, mientras que Yoongi estaba arreglando un ramo.
—¿Muerto? No. Está en Estados Unidos. Se fue cuando yo era joven. No estaba mentalmente sano, así que decidió ir a Estados Unidos para recuperarse.
Jimin estaba sorprendido. O bien Yoongi estaba mintiendo, o su padre le estaba mintiendo a Yoongi, porque Min definitivamente no estaba en Estados Unidos.
—¿Has hablado con él?
Yoongi se encogió de hombros.
—A veces. Cuando mi madre murió, él vino al funeral. Era la primera vez que lo veía en persona. Nos abrazamos y me contó historias sobre mi madre —sonrió Yoongi—. Fue agradable. Mi papá parece bueno.
Jimin quería burlarse. En su lugar, observó los dedos delgados de Yoongi que extraían una flor del jarrón para cortar el tallo.
—¿Estás solo? —preguntó en voz baja.
Yoongi se detuvo.
—A veces. Pero tengo mis flores para hacerme compañía.
«Me siento solo», pensó, mirando a Yoongi deslizar la flor de nuevo en el jarrón. «Siento que he estado solo toda mi vida».
Eso era en parte cierto. Cuando era más joven, tuvo a sus padres, y cuando no los tuvo, estuvieron sus amigos. Las amistades no duraron, lo cual no era una sorpresa. Namjoon se volvió serio y vigilante. Jungkook se volvió distante. Taehyung fue capturado por una pandilla diferente y terminó uniéndose a ellos.
Namjoon era extraño. No se volvió así después de que Taehyung fue capturado, como Jungkook. No sabe qué causó que Namjoon cambiara de esa manera. Antes, se quedaban despiertos por la noche y hablaban. A veces miraban por la ventana, hacia las estrellas, ya que no podían salir después de las 9 p. m. Se daban libros que disfrutaban leyendo. Se defendían, se ayudaban. Luego, Namjoon apareció un día normal y rechazó la recomendación de Jimin. Se fue a dormir en el toque de queda en lugar de quedarse con el menor. Ya no hablaba más. Lo único de lo que tenían conversaciones era sobre el trabajo. Trabajo. Trabajo. Trabajo.
Jimin dudaba que alguna vez descubriera lo que le sucedió a Namjoon, y no estaba seguro de querer averiguarlo.
Rompió el hilo de sus pensamientos cuando Yoongi se inclinó más cerca de él. Estaba tan cerca que Jimin pensaba «mierda, me va a besar», antes de darse cuenta de que Yoongi no lo estaba mirando a él, si no por encima de él. Entonces sintió que algo se deslizaba en su cabello.
—¿Qué estás haciendo? —murmuró Jimin.
—Poniendo una flor en tu pelo. —Él se inclinó hacia atrás—. Un cosmos.
—¿Un qué?
Yoongi sonríe.
—Un cosmos. Es un tipo de flor. Te ves adorable.
La cara de Jimin se calentó. Afortunadamente, Yoongi regresó su atención al arreglo antes de que el rubor cubriera sus mejillas.
—No soy adorable —insistió.
Yoongi lo miró para decir algo, pero se detuvo. Jimin le frunció el ceño, pero eso no le impidió al mayor sonreír tan fuerte que sus ojos se arrugaron.
—Cállate, chico flor —resopló.
—No dije nada. —Sus ojos se detuvieron en Jimin antes de volver al arreglo.
—Shush.
—Nunca te he visto sonrojarte...
Jimin gimió. Saltó del mostrador y camino hacia la puerta mientras Yoongi lo llamó riéndose.
«Es tan lindo», pensó cuando se dio vuelta para ver a Yoongi riendo, su rostro brillante. Min Yoongi era la persona más linda en la tierra.
✿*゚¨゚✎
El sol se derretía en el horizonte. El cielo era negro aparte de las estrellas. Jimin se sentó en el balcón, dejando que el aire fresco lo bañara. Las luces de la ciudad comenzaban a despertar lentamente. Se sentó con una pluma en la mano y un papel delante de él. Sólo había tres frases escritas por él hasta ahora sobre la misión. Él tocó sus labios con el bolígrafo.
No había aprendido mucho, excepto que Yoongi era un lindo florista que viste lindos y felpudos suéteres, y que emite el sonido más hermoso cuando se ríe. Le habló de su madre, pero... por alguna razón, Jimin no quería escribirlo. Se sentía mal. Tampoco quería escribir nada sobre su padre. Se sentía personal. Una vez que la tinta tocaba el papel, no había vuelta atrás. Una vez que había sido escrito, todos lo sabían. Él no quiere que otras personas sepan. Yoongi le dijo eso a él, a nadie más. Se sentía mal decirle a alguien la vida personal de Yoongi.
«Deja de ser un jodido idiota. De todas formas vas a terminar matándolo».
Jimin se frotó la cara y se tomó un momento para sentarse allí y respirar el aire fresco. En el recinto, nunca había aire fresco. Apenas había aire. Constantemente estabas respirando azufre, productos químicos y cosas desconocidas. Nunca hay una oportunidad para sentarse y respirar. Eso es lo que le gusta de las misiones. Hay tiempo para tomar un descanso y pensar. Aunque, tal vez pensar no era bueno. Quizás era por eso que los líderes siempre los mantenían ocupados, por lo que no pueden pensar y perderse en sus cabezas.
Él tomó otra respiración profunda y escribió: "Min está, aparentemente, residiendo en Estados Unidos de acuerdo a su hijo". Cerró el bolígrafo y lo dejó caer al balcón. Luego se dedicó a mirar fijamente las luces de la ciudad durante horas.
༄Anjhely
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro