Luego de una tostada con mermelada y un café salieron rumbo a la central.

Al llegar Yoongi ya tenía identificado a tres tipos que se veían fuera de lugar, torpemente disfrazados de viajeros comunes pero que gritaban a los cuatro vientos oficiales, después salió por fin el rubio al cabo de un cuarto de hora, lucía tranquilo, esta vez un gorro tejido cubría sus cabellos, unos lentes de marco redondo delgado su rostro, y sostenía un libro frente a él que de algún modo, por la posición, era inevitable que obligará la vista de quien lo mirara a pasear de sus manos a sus clavículas qué se asomaban coquetamente bajo la camiseta demasiado delgada de algodón, unos pantalones negros, que enmarcaban sus músculos, perfectamente adheridos a su piel ligeramente tostada y unas botas cargo, jalaba su maleta distraídamente.

Yoongi se distrajo por un momento con tal visión, no había visto atractivo antes a algún hombre, no creía en tapujos pero simplemente no había pasado, admiraba a algunos de sus conocidos y a su padre pero no los consideraba atractivos, este chico en cambio le parecía hipnotizante, y mientras lo observaba detenidamente tratando de buscar el porqué de que lo encontrara tan llamativo, lo vio, alguien lo venía siguiendo, demasiado cerca, demasiado para ser casualidad, demasiado para que Min lo pudiera pasar por alto.

El punto de quiebre fue cuando vio al extraño tomar una foto del rubio sin que esté lo notara.

Yoongi bajó de inmediato del auto dejando a Namjoon, y Taehyung inmóviles por un momento.

Dirigiéndose directo al tipo le susurro algo en el oído, este se tenso y temblo en su lugar agachando la mirada y entregándole su celular y su mochila, creyeron ver un ligero destello saliendo del bolsillo delantero de Yoongi siendo dirigido al abdomen del hombre y entonces Yoongi le dio un par de palmadas en el hombro y guardo lo que había desenfundado discretamente antes, caminó hacia el rubio y se coloco a su espalda, le susurra relativamente cerca sin mirarle — Cuando gustes subir al auto pero de preferencia apresúrate, bonito — su voz profunda y ronca sonaba demandante, pausada pero sin pizca de  altanería, acompañado de un ligero toque apenas un roce fugaz casi imperceptible de sus dedos sobre el brazo del rubio.

Jimin sintió un escalofrío en su nuca y miró al frente de golpe cerrando de inmediato su libro, dejó caer ligeramente su mandíbula y un ligero tono rosado tiñó momentáneamente sus mejillas.