III
—Erick, hoy vendran Daphne y Chris a casa.
—¿En serio?
—Sí. En una hora apróximadamente.
Subí a mi cuarto y abrí mi closet buscando qué ponerme. Terminé sacando todo y no me conformaba con nada. Quería lucir bonito.
Estuve alrededor de media hora haciendo un outfit con mi ropa, quedándome al final con unos jeans celestes, remera negra suelta, junto con medias y zapatillas blancas.
Acomodé mi cabello y bajé.
—¿Te cambiaste, Erick? —dijo mi mamá sorprendida mirándome.
—S-Sí, ¿Por qué?¿Me veo feo? —mi alegría decayó un poco.
—No, amor, al contrario —animó y el timbre sonó—. Ya llegaron.
Me quedé inmóvil viendo cómo mamá abría la puerta, dejándome ver a Daphne y Chris junto a ella, sonriendo con su hermosa expresión. Me sentí estúpido al perder el conocimiento de todo por unos instantes mientras observaba su apariencia: jeans negros, remera blanca y zapatillas beige.
—¡Oh! Hola, pequeño Er —saludó Daphne ingresando a la casa, y Christopher me buscó con su mirada encontrándose con la mía.
—Hola, Erick —saludó Chris dejando un beso en mi mejilla.
—Hola, Daphne. Hola, Christopher —sonreí.
—Suban si quieren, amores —dijo mi mamá y ambos asentimos subiendo a mi habitación.
Me senté en mi cama y él se quedó parado, observando la decoración.
—¿Te gusta? —pregunté.
—Sí, es única —halagó.
Mordí mi labio temeroso antes de levantarme y caminar hasta él, enfrentándolo a él y a mi propio miedo.
—Oye, Christopher.
—¿Qué pasa? —preguntó mirándome con esa mirada que me calcomía por dentro, deseando desaparecer de todo.
—¿T-Te gusta como estoy vestido?
Me dio una sonrisa confundida, para después verme con cariño y echarle el ojo a mi ropa, de pies a cabeza hasta encontrarse con mi mirada.
—Sí, pequeño Erick. Estás muy bonito.
Luego hizo esa expresión que me ruborizaba, justo como ahora.
—Me alegro —dije.
—Te ves tierno así —acompañó revolviendo mi cabello, haciéndome sonreír mientras mantenía cerrados mis párpados hasta que retiró su mano y lo miré con cariño.
Corrió la mirada dejándome ver su notable sonrojo, haciendo el mío más fuerte.
Acerqué mi mano a la suya y la sujeté con cariño, dejando una caricia.
—Tú también te ves bonito, Chris.
—Gracias, pequeño Erick.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro