Capítulo 1
Narra Reiko
La brisa de la mañana era fresca, la sentía la mayor parte del año.
No era tan fácil vivir en las calles, tenía personas que algunas veces me apoyaban y daban asilo, aunque no era mucho de mi agrado estar con desconocidos no tenía otra opción.
Regresar a casa de mis padres no era una opción.
Por no ser mayor de edad no podía trabajar, aunque algunas veces en uno que otro restaurante o tienda me dejaban trabajar y ganar dinero, con eso me mantenía en la escuela más cercana que me quedaba.
La preparatoria Kamomedai.
No me gustaba mucho las gaviotas, pero sin contar eso la educación era buena, por eso no me quejaba.
Había ingresado a el último año, un poco tarde pero al menos me presentaba. Estudie en la preparatoria Nekomata, pero el problema con mi familia me obligó a salirme apenas término el segundo año.
Hoy era uno de esos días que despertaba entre los callejones de la ciudad, el dinero que iba ahorrando lo utilizaba en la escuela o comer algo.
Escondí las únicas prendas de ropa que tenía entre unas las escaleras de un edificio con departamentos, aveces dormía en esas escaleras, de todas formas nadie de los que conformaban en esos departamentos las utilizaban.
Paso las yemas de mis dedos por mi cabello, un intento para peinarlo o acomodarlo, aunque no era tan difícil por mis hebras lacias.
Ya con el uniforme listo y la pequeña mochila que cargo con todo los materiales para estudiar, salto de las escaleras a el enorme bote de basura que se encontraba con la tapa cerrada y luego al pavimento.
Salgo entre el callejón y camino a mi destino.
El ruido de la ciudad comienza apenas son las cinco de la mañana, la gente madrugadora sale de sus casas para ir a sus trabajos.
Los viejos audífonos que tenía desde los meses que me escape de mi casa me acompañaban, entonando las rítmicas canciones, tarareando las melodías esquivo a un hombre que hablaba por teléfono y como siempre ayudo a la señora Saiki a cruzar la calle.
Ya era un habito desde que vivo de está manera, aún no puedo creer que tenga como ochenta años y sus hijos ya no la visiten.
Me despido con la mano de la viejita y le deseo un buen día.
El celular que tengo desde mi escapada me avisa que está apuntó de acabarse la batería, normalmente lo cargo en la escuela, pero ayer olvide hacerlo.
Aprovechó lo último que tiene de batería para escoger una de mis canciones favoritas.
El sonido de mi estómago no pasa desapercibido entre la música y el ruido de la ciudad, supongo que era de esperarse luego de no comer desde ayer.
Paso a una pequeña tienda y compró algo a un buen precio según el dinero que tengo, un pan con una cajita de leche.
Talvez no llene el enorme hambre que tengo desde ayer, pero podrá calmarlo un rato.
Más adelante me encuentro con un pequeño gatito maullar, el frío lo hace temblar.
En cuclillas acarició al felino y buscó algún objeto donde puede darle algo de la caja de leche que compre. Como no encuentro nada improviso, de mi mochila saco un cúter y acuesto la caja para abrirla de lado, derramó un poco del líquido pero vale la pena.
Acarició nuevamente al gatito de pelaje blanco y lo veo tomar de la leche.
Abro la envoltura del pan y lo muerdo, me levanto y nuevamente me encaminó a la preparatoria.
La batería del aparato inteligente se apaga y lo guardo junto con los audífonos en la mochila.
Ya faltaba unas calles para llegar; como era la nueva los alumnos murmuran a mi alrededor sin ninguna pizca de querer ocultar su dialogo hacía mi persona.
Cruzando la última calle porfin llegó a la escuela, sostengo con más firmeza mi mochila y entró; ya en los casilleros cambio mis zapatos.
Las primeras clases eran siempre muy tranquilas, luego venía el receso, donde siempre me la pasaba caminando por los pasillos o me quedaba en el techo.
Sin embargo hoy era diferente.
—"Tienes que escoger un club"—esas fueron las palabras de mi maestra de literatura—"Si aún no sabes en cual entrar puedes ir a las oficinas, ellos podrán ayudarte".
Sabía que tarde o temprano tendría que entrar a los dichosos club's, aunque esperaba que me dieran más tiempo.
Siempre era un dilema para mi pertenecer a un club, entraba a uno simplemente para tener una buena calificación, pero no le ponía mucho empeño a lo que tenía que hacer y los maestros terminaban dándose cuenta.
No eran de mi interés, así de simple.
Por esa razón fui a las oficinas, lo más razonable esque me den una breve explicación de cada club y todos los que hay.
—Señorita, ¿Sasaki Reiko?—pregunto una mujer, yo solo asenti—Bien, espera a que llegue Hirugami-san.
Acaba de decir ¿Hirugami? ¿Y que pasó con la hoja e información del club? ¿Será que Hirugami es quien me daría esa información?
Término aceptando mi destino y me siento en las sillas, en los tres días que llevó en éste instituto no me había relacionado con nadie, no era por miedo si no porque no me interesaba.
Muchos de mi salón se me hacercan y hablaban de mi cabello rojo, otros solo por respeto, al final de cuentas terminaba pasando de ellos.
Movía mi pierna por la ansiedad, no quería quedarme mucho tiempo esperando, y el sonido del reloj junto con las teclas de las computadoras no apoyaban, era como una eternidad.
Sólo habían pasado cinco minutos y me levante del asiento para retirarme, ya vendría otro día.
Sin decir ninguna palabra a las secretarías camino a la salida, apenas pretendría abrir la puerta cuando está fue abierta con brutalidad.
—¡Perdón!—exclamó el chico del otro lado—Un maestro me detuvo en el camino.
—Oh Hirugami-san, que bueno que ya llegaste—habló la anterior mujer que me atendió—La señorita Sasaki ya estaba por retirase.
Me tensó al escucharla mencionarme, creí que no se había dado cuenta que ya me iba.
—Disculpa Sasaki-san—se disculpó inclinándose.
—Podemos terminar ésto—murmuro cansada, realmente ya quería irme a mis otras clases pero aún ni acababa el recreo.
—Soy Hirugami Sachirō y te mostraré todos los club's que tenemos en la institución—mencionó abriéndose paso para que cruzara la puerta.
—Ánimo chicos—nos grita la mujer.
Caminamos en silencio un rato, pero apesar de eso no era incómodo.
—Sasaki Reiko... Un gusto—digo sin detener nuestra caminata.
Podré vivir desde hace unos meses en la calle, pero tenía mis principios y valores.
—Es bueno tenerte con nosotros Sasaki-san, casí nunca tenemos alumnos nuevos luego de los primeros meses de inicio—comenta de manera amigable—Dime, ¿que te trae a nuestra escuela?
—Creo que... ¿un cambio de casa?—se puede decir que no era del todo mentira, realmente ya no vivía en la casa de mis padres.
—Lamento si fui muy descortés de mi parte preguntar repentinamente—soltó en forma de disculpa.
Encerio que este chico se disculpa demaciado.
—¿Tú en que club estás?—cambie de tema, por el notable aspecto físico suponía que en algún deporte.
—Voleibol—contestó un poco más animado—Deberías ir a una de nuestras prácticas, nuestro equipo tiene buenos jugadores.
No sabía mucho sobre aquel deporte, pero definitivamente había visto pequeños fragmentos de uno que otro partido en la televisión de una cafetería por aquí cerca.
—Si no les molesta mi presencia está bien.
Terminando esa pequeña conversación comenzo a explicarme sobre cada club, de hecho pasamos por cada uno para verlo solo unos minutos.
En algunos no había nadie por los tiempos en que se realizaban éstos.
Por lo que me dijo, el equipo de Voleibol masculino tenía prácticas después de clases.
Me ubiera quedado un rato para verlos pero tenía trabajo, así que rechaze por el momento la oferta.
Nos despedimos formalmente y cada uno tomó su camino, en mi caso fui a la clase de química.
Había llegado minutos tarde por el recorrido de los club's, toque la puerta esperanzada de que la maestra no me regañara.
—Señorita Sasaki, que son éstas horas de llegar—exclamó entre furiosa e intentando calmarse.
Realmente no quería problemas.
—Fui a las oficinas para ver sobre el club que quiero entrar—conteste sincera.
A fondo se escuchaban los murmuros de los alumnos, ¿porque tanto escándalo?
—No me importa, en mi clases se llega temprano, tiene falta conmigo—recalcó mirándome con superioridad.
—Oh... Está bien—mi respuesta la dejó en blanco, más murmuros se escucharon en el salón.
¿Porque tanto alboroto? Ella dijo que no podría entrar, que más podía decir, ¿rogarle o algo?
Decidí no averiguarlo y mejor me fui de ese lugar.
Salí del edificio y me senté debajo de un árbol, su sombra y silencia me gustaba. De mi mochila saque un libro y comenze a leerlo.
Aclaró que el libro es de la biblioteca de la escuela, siempre está de más leer un buen libro en tu tiempo libre.
Faltaba aproximadamente cuarenta minutos para la siguiente clase, los tomaria para acabar de leer.
El viento mecía las hojas que caían y tomaban su tiempo para terminar de caer.
Pasaba una hoja por otra, totalmente tranquila y relajada, absorta de lo que pasaba a mi alrededor.
Imaginaba cada palabra y suceso que pasaba en mi lectura, era simplemente magnífico la imaginación que ponías en cada lectura o libro de acción, romance u otros.
En mi caso era de acción, la historia me tenía tan atrapada que comenze a derramar lágrimas al leer que mi personaje favorito moría. ¿Porque siempre escogía los personajes que mueren?
Ya era como una tradición para mi escoger mi personaje favorito y éste muera capítulos después.
Era totalmente devastador verlos tan seguido en la historia y que al final terminen muriendo por alguna causa.
Me maldecia por escoger siempre esos personajes ficticios, pero no podía evitarlo, eran realmente hermosos y encantadores que te atrapan.
Como si la arena del reloj se acabará el timbre sonó, tendría otras clases y me iría.
Guardo el libro en mi mochila y buscó mi casillero, tendríamos educación física.
Sacando el uniforme de deporte me cambio en los vestidores junto otras chicas de mi salón.
Creía que el azul no combinaría con mi cabello rojo pero de hecho no se veía tan mal.
—¡Bien chicos, empezaremos calentando!—exclamó nuestro profesor.
La mayoría de chicas que estaban a mi lado se quejaban, decían que los ejercicios eran muy pesados o que luego podrían romperse una uña, esas y más quejas.
Pude que no hablará mucho pero era muy observadora y escuchaba.
Apenas termine con el calentamiento me quedé esperando a los demás chicos de mi clase... Tenían una pésima resistencia física, al menos la mayoría.
Los que iban terminando se juntaban entre ellos para platicar. El maestro ya no nos ponía atención por estar en una llamada.
Bostezo estirando mis brazos sin ningún interés. Debería dormir mejor, aunque no es tan fácil en la calles.
—Jugaremos un partido de voleibol, hagan dos equipos de mujeres y dos de hombres—nos grito el maestro sonando su silbato.
Cielos, parecía que ese silbato le daba poder.
Ahora la cuestión es con quien formaría equipo, todas eran muy delicadas y nunca se tomarían el juego encerio... Excepto...
—¡Chica nueva!—Suki Nakamura, creo que era la única chica agradable y no presumida del salón, creo—¡Ven a nuestro equipo!
Bueno, al final no necesite hablar para conseguir un equipo. Ya con ellas estaríamos completas.
—Espero que sepas jugar chica nueva—habló eufórica dándome golpes en la espalda.
Si supiera...
—Yo no se jugar, expliquenme—dijo otra chica, y la que me había salvado nuevamente de hablar.
Aquí empezó una breve explicación de las reglas y posiciones del voleibol, ahora haber como nos iba ya en la práctica.
—Las chicas empiezan primero—nos grito el maestro soñando una vez más su silbato.
Santo cielo... ¿En que posición iba?
Muchas gracias a las personitas que empezaron a leer mi historia, espero que sigan conmigo leyendo cada capítulo que vendrán a futuro.
¡Voten y comenten que no cuesta nada! ✨❤
Ayame🌸
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