11 de Enero de 2016.

Subió las escaleras despacio. Entre sus manos se secaba sus manos luego de fregar con un trapo llenos de estampados de gatos azules que había estado en la cocina desde hace días y no lo había usado ya que era nuevo, se compró recién.

Abrió la puerta y echó un vistazo hacia el balcón. En sus labios se formó una sonrisa de oreja a oreja al ver que su amiga estrella estaba plasmada en el cielo de color oscuro pero escarchado. Ella era la más grande y colorida de ahí. Aceleró su paso y tirando el trapo a su casa se acercó a la baranda.

— ¡Hola! Pensé que no te volvería a ver, ya que eras un deseo fantasioso del 1 de enero, pero estoy feliz ya que mirar que estás aquí. — Posó su codo en la baranda y con su mano derecha sostuvo su rostro mientras comenzaba su platica. — Por cierto, hoy empecé de nuevo las clases. Vamos por 2 semestre. Me reuní con mi querida amiga Levy, la cual me contó muchas cosas interesantes sobre sus días de descanso. Sin embargo, comprendí que mis respuestas no fueron del todo satisfactorias, no estaba muy animada que digamos. Por siguiente me comentó que comenzó una relación con Gajeel, uno de los amigos de Natsu.  Me alegré por ella; estaba muy fascinada con ese chico desde hace bastante tiempo.

Soltó una pequeña risa, sus ojos comenzaron a brillar y su mente se invadió de los recuerdos que vivió durante el día.

— Me acorde de ti Brilhante, recuerdo que te pedí unas cuantas cosas pero no pensé que las cumplirías. Por lo tanto, quiero pedirte las gracias. — Lucy se sentía fascinada de que podría entablar una conversación animada con una estrella. Que la tomaran por loca, pero le agradó bastante que alguien intentara comprender más a fondo lo que pasaba por su mente. Lucy no tenía depresión, también tenía un círculo social un poco grande y amigos que la incluían en muchas cosas. No obstante, últimamente comenzó a sentirse incompleta; algo en su estado de ánimo comenzó a alterarle un poco su estabilidad emocional. 

— Oh cierto. Recordé que hablé con Natsu. Me contó muchas cosas, pero destaco en la parte que su semblante fue afligido. Su madre, como me contó, había muerto unos días antes de navidad y su padre tuvo que trabajar para año nuevo. Sin pensarlo, lo abracé. Tenía meses sin sentir el calor de su cuerpo y de tan marcada miel. La empatía que quería transmitirle le llegó. Pude hacer que se sintiera un poco mejor. Él debía saber que todos los días puede existir un mal momento, pero habrá algo mejor luego de la tormenta. 

Su móvil comenzó a sonar una canción bastante conocida durante estos días de enero. Desde la distancia el cristal se dio cuenta que era su madre, probablemente pidiéndole ayuda desde abajo.

— Nos vemos mañana, Brilhante.