Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

9

Después de esa velada, no me pude resistir a no querer hablar más con él, por lo tanto, burlamos toda la seguridad del jardín trasero para escabullirnos y estar en ese cobertizo donde me abrazó por primera vez, aquella vez que estuve a punto de morir gracias a mi madrastra. Una vez en aquella estancia, tiré de una cuerda levemente hacia abajo y, después de aquella acción, se encendió la bombilla que colgaba del techo de éste diminuto, pero acogedor cobertizo. El lugar secreto donde iba cada vez que mi mundo se desmoronaba, aquí podía llorar y pasar desapercibida. Por eso lo llevé allí, para poder pasar desapercibidos de cualquier persona que se pudiera encontrar en palacio y, de una vez por todas, poder estar con él a solas y sin miedo de que nos puedan pillar.

— Me acuerdo de este sitio — dijo Helmut en cuanto la bombilla empezó a iluminar la estancia —, fue aquí donde viniste cuando... bueno, ya sabes.

— Sí, aquí es donde vengo cuando quiero un poco de privacidad sin que nadie esté pendiente de mí. Digamos que es mi sitio secreto — conté emocionada y a la vez nerviosa por lo que iba a decir a continuación —. Nunca traigo a nadie para que no lo arruinen.

— ¿Y por qué a mí sí? — preguntó Helmut divertido.

— Porque, aunque nos conocemos de poco, siento que no lo vas a estropear ni decirle a mi padre que su hija se pasa muchas horas escondida en un, como diría él, "sucio cobertizo" — dije mientras hacía las comillas con los dedos.

— En verdad está un poco sucio — observó —, pero tiene su encanto — añadió sonriendo hacia mí.

Al escuchar esas palabras, un remolino en mi mente se empezó a formar, esa sensación era incómoda, pero no molestaba. En silencio, me fui hacia una alpaca de trigo para coger una sábana vieja que tenía escondida detrás de ésta. Cuando la tuve en mis manos, la desenrollé y la extendí en el suelo bajo la atenta mirada de Helmut. Al terminar mi trabajo, me incorporé y mis ojos se cruzaron con los de él, me estaba mirando incrédulo por la acción que acababa de realizar.

— ¿Pasa algo? — pregunté sin entender esa mirada.

— No, simplemente no entiendo lo que estás haciendo — respondió sin quitar aquella mirada.

— Extender una sábana en el suelo, ¿qué no entiendes de eso? Como paso aquí un poco de tiempo cuando me quiero esconder de todos y, como podrás comprobar, no hay ni escalera ni una silla para sentarme. Pues lo que hago es extender una sábana para no mancharme y sentarme — en cuanto acabé de decir eso, me senté en la sábana —. ¿Ves?

Helmut sonrió cuando hice eso y, sin rechistar, se sentó a mi lado. Estábamos ahí los dos, sin decir nada. No era un silencio incómodo, simplemente no hablábamos porque no había necesidad de ello. Algunas miradas cómplices empezaron a asomarse en los ojos de ambos y, sin esperármelo, Helmut cogió mi mano y la entrelazó con la suya. Por culpa de aquella acción, sentí cómo mis mejillas empezaron a arder por aquella acción y hacer contacto visual era casi imposible ya que, por algún motivo, me había convertido en una chica tímida, y no entendía por qué.

— ¿Pasa algo? — preguntó Helmut al ver que no podía mirarle.

— No, ¿qué va a pasar? — respondí y pregunté muy nerviosa.

— Ni siquiera eres capaz de mirarme.

Ni siquiera tuve el valor de responderle nada, simplemente no pude hacer nada más que mirar hacia el suelo mientras el calor se intensificaba en mis mejillas, estaba segura que mi rostro estaba lo más rojo posible, y lo adiviné por la risilla que acto seguido soltó Helmut. En aquel momento solo quería que la tierra me tragara por aquel ridículo. Sin embargo, sentí el tacto de unos dedos en mi mentón haciendo presión, sin llegar a doler, que me obligaban a girar mi rostro hacia el de Helmut. Mi mente no podía pensar con claridad en aquel momento ya que estaba nublada por la montaña rusa de emociones que estaba sintiendo en aquel preciso instante.

— En realidad, sé la razón de tu comportamiento, pero quiero escucharlo de tus labios — dijo Helmut mientras me miraba directamente a los ojos y sin parpadear.

— ¿Qué quieres escuchar? — pregunté haciéndome la tonta.

— No hagas como que no sabes de lo que te hablo — dijo sonriendo de lado — sé que sientes algo por mí y yo siento algo por ti. Lo vi claro cuando te toqué y sentí aquella corriente eléctrica. ¿Tú también la sentiste?

— Sí — dije impulsivamente —, la sentí. Pero no quiero decir nada porque no sé qué siento ahora mismo.

— ¿Nunca has sentido algo parecido? — preguntó e inmediatamente obtuvo como respuesta un "no" con mi cabeza —. Entiendo, me temo que solo te queda averiguarlo por ti misma — dijo mientras se acercaba a mí muy despacio.

Y ahí estábamos, en aquel cobertizo con nuestros rostros tan juntos que ambos podíamos sentir nuestras respiraciones. Al mismo tiempo, nuestros labios estaban a unos escasos centímetros de distancia y todo por lo que estaba rogando en ese preciso instante era poder rozarlos para así memorizar el tacto de ellos. Sin embargo, no podía ya que tenía que controlar aquellos pensamientos extraños que, de la anda, aparecían para incentivar el impulso de hacer realidad todo por lo que pasaba por mi mente. De repente, sin darme cuenta, sentí como un brazo me rodeaba la cintura haciendo que nuestro contacto de nuestros cuerpos se estrechara, pero nuestros rostros no se llegaran a juntar. Con aquella acción, mi respiración empezó a acelerarse levemente mientras sentía mi corazón latir a tanta velocidad que creía que se me iba a salir del pecho. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué sentía esas cosas? No podía razonar, simplemente no podía dejar de pensar en cualquier cosa que no fuera en todo lo que estaba sucediendo en aquel preciso instante.

— Creo que debería irme, Helmut — dije rompiendo el silencio.

— ¿Crees o debes?

— Simplemente tendría que irme, pero no puedo mover mis piernas. Mi cerebro les manda la orden de moverse, pero no lo hacen — comenté mientras soltaba una pequeña risa al sentirme así de tonta y reaccionar de aquella manera.

— ¿Sabes? No te quiero soltar, tampoco quiero separarme de ti.

— Siento lo mismo, pero debería irme antes de que me busquen y no me encuentren por ningún lado.

Tras decir aquello, me armé de valor y me levanté de aquella sábana para así dirigirme hacia la puerta. En cuanto estuve en la posición para abrir ésta, mi mirada se dirigió al chico que estaba aún sentado en aquella sábana mientras, con una sonrisa de medio lado, me miraba marchar. ¿Podría tener alguna oportunidad como esta para poder repetir aquel momento? Era todo lo que mi mente pensaba en aquel momento para así no querer irme y que esto durara para siempre. Sin mediar palabra alguna, nuestros ojos nos estaban apuntando como cañones de revolver estando listas para disparar hacia su presa. No obstante, las ganas de ir hacia el sitio donde él se encontraba y besarlo se intensificaba con cada segundo que pasaba su mirada posada en mí, sin pestañear, como si sus ojos no se cansaran nunca de verme. No lo pensé más y me aventuré a acercarme a él a paso lento, pero sin pararme, me arrodillé ante él y, sin darle opción a hacer o decir nada, plasmé mis labios contra los suyos, acción que, segundos más tarde, empezó a seguir.

Después de aquella acción que en mi vida pensé desempeñar, me separé de él quedando nuestros rostros a escasos centímetros del suyo para así encontrarme a un Helmut bastante sorprendido por lo que acababa de pasar. ¡Acababa de besar al chico que me hace sentir cosas que nunca pensé experimentar!

— ¿No se supone que esa acción la debe desempeñar el hombre? — preguntó juguetón y aún sorprendido por lo que acababa de pasar.

— Mientras que se haya realizado libremente, ¿qué más da quién lo haga?

Él solo se dedicó a sonreír como un estúpido para, acto seguido, darme la razón por lo anteriormente dicho. Acto seguido volví hacia la puerta para así irme. De camino hacia mi habitación, no paraba de pensar y repetir una y otra vez la escena de aquel beso, parecía que estaba caminando en una nube por lo livianos que me parecían mis pies. En uno de los pasillos me encontré a mi chamán, el cual me hizo señas para que me acercara a la puerta del aula de magia y, sin dudarlo, me acerqué a él.

— ¿No tienes nada que contarme? — preguntó mi chamán entre ilusionado y preocupado al mismo tiempo.

— ¿Qué se supone que te tengo que contar? — pregunté siguiéndole el juego ya que sabía perfectamente a lo que se estaba refiriendo.

— Sabes que me preocupo mucho por ti y que, si lo hago, lo hago por tu bien — dijo mientras se rascaba la nuca al delatarse.

— Entonces, ¿el cotilla es la bola de cristal o quien la posee? — pregunté de la misma manera que antes lo había hecho.

— Simplemente cuéntame todo lo que pasó ahí — dijo terminando el juego que él mismo había empezado.

— Ya te lo diré mañana, corre el riesgo de que alguien pase y nos escuche. Te lo contaré mañana en clase — prometí mientras miraba a mis lados para asegurarme de que nadie estaba merodeando por los pasillos.

— ¿Y no será que lo estás haciendo para librarte de las clases de mañana? — preguntó medio riéndose —. Es broma. Anda ve a tu cuarto y recuerda, mañana me tienes que contar todo con pelos y señales.

Como forma de respuesta, asentí mientras le sonreía y me despedía de él moviendo mi mano derecha de lado a lado. Una vez en mi habitación, me desenredé el pelo del peinado que Adelaide me hizo aquella misma mañana. Cuando ya tenía mi pelo suelto y desenredado, me quité con dificultad el vestido y, en su lugar, me puse el camisón para dormir. Cuando estuve lista, me fui directa a la cama y, una vez tumbada boca arriba, no dejaba de pensar en aquel beso que tuve el valor de darle a Helmut. Aún no me creía que fui capaz de hacerlo y, mucho menos, estar pensando en aquel beso. ¿Le pasará lo mismo a Helmut? ¿Estará pensando en esa escena al igual que yo? Esas preguntas no dejaban de pasear en mi mente sin ningún tipo de permiso y, lo mejor de todo, es que dejaba que existieran. Al estar cansada de estar en esa postura, me di media vuelta quedando en posición fetal mirando hacia una de las ventanas de mi habitación. Lo que tenía claro era que estaba muy feliz por lo que había pasado. Y de esa manera, mis ojos se fueron cerrando poco a poco mientras me preguntaba si me quedaría con esa felicidad para toda mi vida ya que quería experimentar aquella sensación toda mi vida.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro