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Capítulo #32

LOLA

Me despedí de Gordon y salí del estudio, las fotos serían para la revista en la que justamente trabaja Julia.

Nos había tomado toda la mañana y yo quería ir a casa para descansar, apreté el botón del elevador y las puertas se abrieron, dentro de él se encontraba la mismísima Beth Bond.

Entré y la salude, pues tenía que mostrar modales ante quién era mi jefa, ella me miró de arriba para abajo y le susurró algo a su asistente.

—¿Con qué tú eres la nueva de la que todos hablan? —giró para mirarme de frente y continuar inspeccionado mi cuerpo.

—Sí, llevó unas semanas apenas —le conteste tratando de no mostrarme nerviosa.

—A ver si logro acertar tu nombre —cerró los ojos y se tomo unos segundos hasta recordarlo —. Ya, claro, tú eres Lola. Vaya que sí estás linda, ¿fue Julia quién te reclutó verdad? —me señaló con el dedo.

—Sí, ella fue quién me encontró y me permitió hacer esto. Pero, sobre todo, gracias a usted  al dejarme ser parte de su agencia —me apresuré a decir.

—Hasta ahora he escuchado cosas muy buenas de ti, me alegra saber que tengo a una chica como tú en nuestro equipo —me sonrió y se acercó para acomodarme un mechón detrás de la oreja.

El elevador transmitió un sonido para anunciar que habíamos llegado al piso de recepción.

Beth regresó su mirada de los números del elevador a mi, ella parecía ser agradable pero a la vez su presencia me lograba intimidar un poco.

—Sabes, luego de todo el trabajo que estás haciendo deberías ir a una fiesta —Beth volteó a ver a su asistente y sin decirle nada, la chica revisó entre sus carpetas y sacó un papel.

Las puertas se abrieron y antes de que alguien saliera o entrará, su asistente le dio al papel a Beth.

—Habrá una y quizás puedas ir para divertirte, y también para que tengas un vistazo de cómo es este mundo de la industria y las ventajas de ser parte de él como modelo —me dijo guiñándome un ojo y salió con su asistente detrás de ella.

Miré la invitación para checar la dirección y pude reconocer de cuál se trataba, era una muy visitada en el centro de la ciudad, donde se encuentran todos esos clubs exclusivos y en los que nunca había entrado.

Creo que Brian me contó alguna vez que él había estado ahí por una fiesta de la disquera.

No sabía si ir para distraerme y conocer el lugar, aunque el hecho de que sería una experiencia nueva me inquietaba y me ponía nerviosa.

Seguí viendo el papel para imaginarme cómo podría ser ese club, salí del elevador y por estar distraída choque contra alguien.

—Perdón, de verdad lo siento —levante la vista para encontrarme con la cara de Pamela, su expresión era de desagrado y sorpresa.

—No me lo puedo creer, ¿tú aquí? Esto debe de ser una broma, ¿quién podría haberte dado permiso para estar en esta agencia? —llevó las manos a su cintura, y más que pregunta sonaba como si me estuviera reprochando mi presencia aquí.

—¿Quién más? La misma que te dio trabajo a ti —le conteste para fastidiarla más y darme mi lugar.

Pamela me tomó de la mano y me llevó hasta un pasillo que no era transitado, me empujó contra la pared y puso sus manos entre mi cabeza.

—Escúchame bien, te dejé por un momento, pero todavía pienso ir por Brian porque tú tuviste que entrometerte en mis planes —se acercó a mi cara casi tocando nuestras narices—. Más te vale que no bajes la guardia, conseguiré hundirte al ser mejor que tú y Beth se de cuenta de lo patética que eres, además de que al final conseguiré conquistar a Brian porque no eres lo suficiente buena para él.

La cara de Pamela hasta se había puesto roja de toda la ira y odio que cargaba, al estar cerca pude notar cómo las venas del cuello se le asomaban y en sus ojos azules se veía maldad pura.

Pamela se separó de mi cuando se escucharon voces en el pasillo, volteó a ver hacia esa dirección y sonrío para las personas que se aproximaban a nosotras.

—Recuerda muy bien lo que dije, ¿sí? —me acarició una mejilla y en mi cuello sentí cómo enterraba ligeramente sus uñas en él—. Cuídate porque sería una lástima que algo le sucediera a esa carita tan bonita tuya —deslizó su mano en mi y se despidió dándome un beso.

La observe alejarse y alcancé a ver que saludaba a los otros como si realmente fuese simpática y no estuviera mal de la cabeza.

Al tener un encuentro como este y recibir amenazas de ella, decidí no responderle y evitar hacer una escena, con esto me había quedado claro lo loca que estaba Pamela y que tendría que tomar algunas precauciones.

Me daba miedo que tuviera intenciones tan feas, no sé si la finalidad de decirme esas cosas eran exactamente eso, crearme temor para hacerme a un lado y dejarle el camino listo para que ella obtenga lo quiere.

El asunto con Brian seguía sin mejorar, estábamos distanciándonos y no me gustaba nada, no quería seguir esto de no hablar con él y no darle una solución al problema.

Recorrí el pasillo y antes de girar la esquina, me asomé para asegurarme de que la psicópata de Pamela no estuviera ahí.

Por suerte no lo estaba, di la vuelta y salí a la recepción para irme de una vez de ese lugar. Me sentía cansada después de trabajar casi todo el día, aparte de haber tenido que lidiar con Pamela.

Quería distraerme y ver una cara familiar, tenía ganas de pasar un tiempo con el primer mejor jefe que tuve, el gran Archie Waters.

Días atrás lo visite para darle la noticia de mi nueva carrera y que lamentablemente tendría que renunciar. Honestamente no me sorprendió la reacción que tuvo, se alegró por mi pero también lo que más le gustó fue que Helen tomaría mi lugar, pero bueno, eso ya lo hacía desde que empecé a ausentarme mucho en el trabajo.

******

Días después

—Ah, justo cómo en los viejos tiempos —dijo Archie mientras que me veía desde la caja y yo acomodaba unos discos.

—Cállate, sé que me extrañas.

—Sí, sobre todo cómo los ordenas alfabéticamente mal y yo tengo que ir a corregirte en algún punto —rodé los ojos y él se rió conmigo.

Oímos la campana de la entrada sonar y me dirigí hacia Archie, colocándome justo a su lado.

El cliente traía un gorro y una bufanda puesta, ya empezaba a oscurecer y la temperatura cambiaba a una más baja obligándote a abrigarte.

Pasaron unos minutos hasta que escogió unos discos y vino hasta nosotros, Archie agarró sus elecciones y el cliente se quitó su gorro y preguntó por el precio.

Pude reconocer su voz al momento.

Me confundía muchísimo verlo exactamente a él aquí. Se supone que no debía de estarlo.

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