Capítulo #29
LOLA
Ese mismo día...
Saque la imagen de Paul guiñándole a la cámara y me apresuré para ir al salón de belleza.
Hoy tuve que llegar super temprano para abrirlo y encargarme de que todo estuviera en orden.
Bueno, cuidar y estar atenta del negocio era algo que ya hacía pero esta vez la tía Alice no estaría por unas horas para supervisarme.
Salude a Corrine que ya se encontraba esperándome afuera,
siempre era tan puntual porque organizaba las citas y tenía que recibir a los clientes.
En cuanto entramos ella fue directo a su lugar detrás del mostrador y lo limpió antes de poner su libreta y bolígrafo encima.
Trataba de que todo estuviera estupendo y ordenado, era parte importante de su trabajo dar una buena impresión del salón.
Lo primero que vería el cliente al entrar sería a una Corrine sonriente en su mostrador bien organizado.
Y un a lado de él, se encontraría con una sala limpia y cómoda donde podría esperar si es que estábamos muy ocupados.
Corrine era unos diez años mayor que yo, era castaña de cabello corto y en su cara habitaban las pecas que llamaban más la atención que sus ojos color avellana.
Le encantaba e interesaba saber lo que estuviera de moda y no le gustaba quedarse atrás.
Por eso no aparentaba su edad y seguía viéndose radiante y joven, sumándole su personalidad divertida y fresca.
Le ayude a acomodar las revistas en la mesita de la sala y entonces escuchamos las voces de Becca y Emma, eran gemelas que no parecían serlo y eso le hacía gracia a la gente.
Me llevaban unos cinco años y como eran igual de simpáticas y trabajadoras que Corrine, tampoco tenía problemas para entenderme con ellas.
Becca tenía el pelo rizado y rebelde, en su cuerpo tenía las curvas y altura que a su hermana le faltaban, ella era mayor por solamente cinco minutitos.
El cabello de Emma era lacio y lo podía controlar mejor, era de pecho plano y no tenía las medidas generosas de su hermana.
Por eso su forma de vestir también era diferente y cada quién tenía su estilo, por ejemplo, a Becca le gustaba lucir su cuerpo y a veces se ponía ropa algo más ajustaba.
Emma se iba más por los colores y los zapatos que eran su debilidad, creía que eran lo más importante en un atuendo.
Las gemelas nos saludaron y se apresuraron a preparase para empezar el día al igual que nosotras.
************
Les peinaba y cortaba el cabello como ellas me pedían, al mismo tiempo también me aseguraba de que los demás clientes estuvieran satisfechos con nuestro trabajo y el servicio que les brindábamos.
El día había sido muy ajetreado y mucho más en la tarde, un grupo de señoras muy ruidosas vino y Dios sabrá qué tanto les encanta andar en el chisme.
Gracias a ellas quede peor de cómo llegué después de hablar con Pepper.
Una vez que se fueron me tuve que sobar la cabeza, no quería que me explotara de toda la información acumulada de gente que no conocía y mucho menos me importaba.
—Ojalá regresen pronto, me dejaron con la duda si esa tal Donna dejará plantado a Tyler "cara de bebé" Kooh —Becca se miró al espejo y enredó su dedo en uno de sus rizos para jugar con él—. Yo creo que no tardaré en escribir un libro después de tanto escuchar estas historias de novela —se volteó para esperar a que una le contestara y lo único que hice fue asentir, no tenía ni ganas de hablar.
—Y si tienes éxito hasta harían algo mejor que eso, ¡una película! —Emma se acercó a ella para verse al espejo y aplicarse más labial—. Y cuando vayas con algún director para ofrecerle tu historia, iré contigo —dio una vuelta exagerada y con la mano sacudió su cabello para lucirlo como hacían en esos comerciales de champú—. Yo podría protagonizarla y todos saldríamos beneficiados —regresó a su estación de trabajo y mientras que la limpiaba siguió hablando de películas y el negocio del cine.
Se burlaba al platicar de Hollywood y cómo serían las "estrellas" de ahí, creía que todos eran superficiales y les importaba más el dinero que el arte de la actuación.
Becca no estaba de acuerdo con ella y comenzaron un debate, Corrine volteaba para vernos desde su lugar y en su cara podía notar qué se encontraba tan fastidiada como yo.
Había sido suficiente con el grupo de pericos que tuvimos hace un rato, por suerte la tía Alice cruzó la puerta y detrás de ella venían dos chicos con cajas.
Me levante para ir a recibirla y las gemelas se callaron cuando me vieron hacerlo. O más bien fue por la compañía masculina y sus brazos fuertes que sostenían las cajas de productos para el cabello.
—Corrine, muéstrales donde deben dejarlas —le pidió la tía Alice pero la chica ni tuvo oportunidad de moverse un centímetro cuando las gemelas aparecieron como rayos.
—¡Nosotras los ayudamos! —dijo el dúo tomando a cada chico del hombro para guiarlos donde se encontraban los estantes de productos.
—Ningún hombre se salva de esas dos criaturitas —se burló Corrine y la tía Alice negaba con la cabeza al ver cómo las gemelas coqueteaban con los chicos.
—Eh, ¡creo que no es hora de descanso de nadie! —les recordó y las gemelas se apartaron de ellos, seguramente en esos pocos segundos ya habrían acordado para salir al rato.
Las caras sonrientes de los chicos me lo confirmaron y también las de las gemelas, por el cristal los vimos subirse al carro de su compañía y claramente uno de ellos hizo ademán de que llamaría devuelta.
—Ay, ustedes no tienen remedio —la tía Alice les dio golpecitos con su bolso y las gemelas se cubrían con las manos mientras reían.
—Sin vergüenzas —añadió Corrine y las hermanas en respuesta le sacaron la lengua.
Luego de bromear por otros minutos tuvimos que comportarnos de nuevo al escuchar la voz de Corrine saludar a nuevos clientes.
Las gemelas se ofrecieron a atenderlos, como la tía Alice y yo estábamos libres aproveche para contarle cómo nos había ido.
—Han de ser familia de Pepper, esa chica hasta habla por los codos, ¡ni quién la pueda parar! —dijo sonriendo de tan solo recordar a la pelirroja parlanchina.
Le seguí contando de las señoras y de la velocidad con la qué salían las palabras de sus bocas.
Era común que algunas aprovecharán su tiempo en el salón para platicar con amigas, ya estábamos acostumbrabas a escucharlas echar el chisme.
Pero este grupo de señoras fue de un nivel diferente, hablaban una sobre la otra y no sabía cómo lograban entenderse.
—Qué suerte que hoy tuve que salir para cumplir unos mandados —dijo la tía Alice antes de desviar su mirada hacia la puerta al notar que entraba un cliente.
Pasaron unos segundos hasta que vinieron hacia nosotras, Corrine nos avisó lo que quería la joven y ya que era mi turno la atendí.
Me presenté y ella hizo lo mismo, llevé a Julia Park hacia la mesita donde realizamos la manicura y comencé a trabajar.
Tendría un poco más de los 25 años y vestía muy bien, parecía simpática así que creía que tendríamos una conversación agradable, pero conforme pasaron los minutos me di cuenta de lo equivocada que estaba.
Todo el tiempo no paro de preguntarme cosas sobre mi vida, le interesaba saber que hacía en mi tiempo libre o si me dedicaba a algo más.
Era más que una plática normal y corriente para conocer a alguien, no sé la razón por la qué me daba esa sensación.
Cuando le pinte las uñas intente concentrarme el doble para no equivocarme.
Sentía su mirada en mí y es que parecía que estudiaba cada centímetro de mi cara y me ponía nerviosa.
Normalmente no me ponía así porque el cliente veía a los demás o hablábamos de cosas al azar de la vida y no actuaba como un acosador.
El comportamiento de Julia era raro, no despegaba sus ojos de mi para nada, no sabía si así era ella con todos los que conocía o tenía una atracción hacia las mujeres.
Traté de no mostrar lo incómoda que me sentía y seguí hasta terminar mi trabajo.
—Qué bien quedaron —se miró las uñas y se levanto de su asiento cuando yo lo hice—. Se ven tan lindas así casi como tú —soltó con una sonrisa y no pude evitar pensar que quizás sí era lesbiana o algo parecido.
—Ehm sí, de nada—reí de los nervios y comencé a caminar hacia el mostrador para que me siguiera—. Me alegra saber que le gustó el resultado.
—Eres muy guapa, ¿lo sabías? —confesó una vez que llegamos con Corrine y a ella también parecía inquietarle cómo actuaba Julia.
No le conteste porque la tía Alice llegó a donde estábamos y se puso a mi lado. Ella miró a Julia como si así pudiera saber qué se traía entre manos.
Cuando algo no le convencía a la tía Alice, ella no perdía el tiempo para expresarlo e iba directo al grano.
—Perdón pero hay algo en usted que no me cuadra, dígame, ¿siempre se comporta así de extraño? —le preguntó cruzando los brazos—. Que siento que no actúa como alguien normal que va a un salón solamente a hacerse la manicura, ¿cuáles son sus intenciones y por qué muestra tanto interés en Lola? —me tomo del brazo para demostrar que tenía quién me protegiera y esperó por su respuesta.
Una vez que abrió la boca y nos explicó su compartimento extraño y curiosidad hacia mi, todo tuvo sentido.
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