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Capítulo #26

LOLA

Ayer Brian me había llamado para decirme que saldría con los chicos y que al siguiente día me hablaría.

Al acabar de desayunar y lavar los platos fui a mi cuarto para arreglarme, ya eran las 12 y Brian aún no me llamaba.

Me empecé a preocupar, tal vez los chicos ya estaban trabajando en el estudio, aunque también estaba la posibilidad de que hayan festejado de más y ahora estén como indigentes afuera del bar.

Fui a la sala y agarré el teléfono para hablarle a Andy, me contesto en el segundo intento, su voz era ronca y apenas podía hablar.

Y sí, acerté, la fiesta había estado buena, Andy me dijo que se le había olvidado pedirle al chofer que los fuera a buscar y por eso habían tomado un taxi, me aseguró que todos habían ido a casa y que no tenía que preocuparme.

Le agradecí y colgué el teléfono, probablemente Brian seguía en cama y por eso no había recibido ninguna llamada de él.

No sé qué hacer, ¿esperar su llamada o ir a verlo?

La llave que me dio está esperando en mi cajón, podría usarla en esta ocasión pero no estoy segura.

No creo que le moleste si voy a visitarlo, podría cocinarle algo en lo que despierta, ¿sería demasiado si lo hago?

Quizás lo sería si lleváramos una semana saliendo pero hemos estado juntos por meses ya, además Brian me dio la llave por alguna razón y era esta.

Subí a mi habitación y me dirigí a la mesita de noche, abrí el cajón y busque la cajita de mentas donde había guardado la llave.

Y una vez que encontré la caja, tome el llavero y lo guarde en el bolso junto con mis llaves de la casa.

Antes de irme me quede unos diez minutos en la puerta de la cocina, el teléfono no sonó, salí de la casa y empecé mi camino para ver a mi novio sufrir su resaca.

Pensé en pasar rápido al supermercado, no estaba segura si Brian tenía aún comida en su casa.

Probablemente no, había estado tan ocupado que ni creo miró en su cocina para comer algo, aunque no era muy necesario, la mayoría de las veces los chicos comían fuera de casa.

Al final decidí pasar y compre lo necesario para hacerle un almuerzo, le caería bien comer algo casero y quizás hasta le ayudaría con la resaca si es que festejó tanto anoche.

Lo averiguaría pronto, ojalá lo encuentre recién bañado.

No, no lo decía porque lo primero que quería ver al entrar era a un Brian semi desnudo. Aunque tampoco sería tan malo.

Simplemente lo decía porque eso me demostraría que pudo tomar con límite, en las veces que salíamos él siempre trataba de ponerse uno pero sus amigos lo convencían para beber más.

Brian era responsable de lo que hacía y no me molestaría con él si había perdido el control un poquito anoche, necesitaba divertirse después de trabajar tanto.

Solo esperaba que no pensará que siempre la tendría con ayuda del alcohol.

Por alguna razón me preocupaba eso y otras cosas que se le ofrecerían en el mundo del espectáculo, no quería terminar perdiéndolo a causa de ellas.

Una caminata después, llegue al apartamento con las bolsas de la compra en cada brazo y sin aire.

Subí al tercer piso y me le quedé viendo a su puerta, traté de sostener las bolsas en un brazo y con mi mano libre jugaba con el llavero, me sentía nerviosa.

Y eran los pensamientos que tenía sobre él y todas esas fiestas a las que lo invitarían y la gente que habría en ellas, más el alcohol.

Estaba la probabilidad de que las tentaciones fueran más fuertes que Brian, algún día cruzaría la puerta y vería algo que me haría arrepentirme de haber entrado.

No quería pensar más y adelantarme a un futuro que esperaba estuviera muy lejos de la realidad.

Toqué una vez y metí la llave para abrir, todo se veía normal, las cosas estaban en su lugar y no había ropa de alguna chica tirada en la sala, muy bien.

Encima del sillón había un montón  de almohadas y sabanas, seguramente eran las sucias.

El pobre no aguanto una noche más con ellas y no pudo esperar a que lo ayudará hoy a poner las sabanas limpias como habíamos quedado.

Era lo único en desorden, fui a la cocina y con cuidado de no hacer mucho ruido me puse a acomodar la compra, tiré la comida que ya no servía y limpié un poco.

No me tomó mucho tiempo porque el tamaño no era tan grande, era la mitad de una cocina normal de casa.

Una vez que me quede satisfecha con cómo quedo todo, era tiempo de ver al bello durmiente que era la razón por la que estaba ahí.

Volví a la sala y noté que la puerta de su habitación estaba medio abierta, asomé la cabeza y su ventana estaba cerrada y casi no veía nada. CASI.

Di un paso en la habitación y mi pie hizo contacto con algo, me agaché para tomarlo y no podía creer lo que era.

Para asegurarme de no estar imaginándome cosas, lo tome con la otra mano y lo alce para verlo mejor.

Era la maldita ropa interior de una chica.

Quizás en secreto Brian las usaba o quizás me había engañado y anoche durmió con otra.

Miles de veces me decía que me quería y ahora estaba en su habitación presenciado la escena de su traición. Cuatro pies al final de la cama y unos cabellos castaños descansaban en la almohada.

O mejor dicho, eran los cabellos de la chica con la que me engañó.

—¡No tienes vergüenza! —le grite con todo el enojo que sentía—. Me das la llave de tu casa para que vea lo sucio y deshonesto que eres, ¿por qué pensé que no te aburrirías de mí y buscarías a alguien mejor? —trate de ahogar el llanto.

Les aventé un cojín del piso pero ambos seguían durmiendo tranquilos, podría aventarles los muebles pero no quería crear ese tipo de drama.

Me sorprendía que ninguno se despertaba con mis gritos ni nada.
O tal vez lo estaban pero les daba igual mi presencia.

—Está bien si no te importa y no quieres darme la cara, al fin de cuentas eres un traidor —esperé alguna reacción, nada—. Yo pensé que serías mejor que esto —cerré azotando la puerta y antes de irme de ese lugar, me detuve para taparme la cara y gritar de enojo.

Uno de mis miedos se había hecho realidad, me había dejado engañar por los encantos de Brian, seguramente no era a la primera vez que hacía esto.

Y más que tristeza, ahora sentía rabia.

Tomé la manija para salir y olvidar todo lo que tuve con él hasta que alguien me detuvo agarrando mi hombro y me tuve que voltear para ver quién era.

Brian traía un bóxer puesto y el cabello lo tenía todo despeinado, apenas había decidió levantarse.

—Lola, ¿qué te pasa? —pregunta confundido y rascándose la cabeza.

—¿Cómo? ¿Ahora ya estás despierto para escucharme? —le doy golpes en el pecho—. Mejor pregúntale a la chica con la que te acostaste anoche, Brian.

—¿De qué hablas? Tranquila —me agarro las manos y me envolvió en sus brazos para evitar que le siguiera pegando—. Lola, ¡yo no dormí con nadie! Estuve solo aquí en la sala toda la noche, me despertaron los gritos —miré hacia la montaña de sabanas y almohadas que ahora se encontraban en el piso junto con la ropa que Brian había usado ayer.

—¿Pero cómo explicas la ropa interior de chica que claramente no es tuya y que está tirada en tu habitación? —me separe de él—. O mejor aún, ¿quién demonios es la que está en tu cama?

—Son de la chica con la que vino Mick —se empezó a reír.

—¿Estás diciendo que hicieron un trío? —le pregunte asqueada.

—No, Dios me libre —hizo ademán de vomitar—. Keith quería más intimidad y no lo dejo ir al piso que comparten, así que le ofrecí quedarse solo por esta vez —me tomó de la mano y me llevó a la habitación.

La ventana estaba abierta y Mick se había despertado y nos miraba desde la cama frotándose los ojos.

Con que él había sido la chica castaña porque su compañera era rubia y ahora estaba al lado de la cama vestida.

Todos nos mirábamos y yo no podía sentirme peor. Qué momento tan incomodo.

—Pues nos veremos luego, Mick —la chica se dirigió a él y le dio un beso antes de irse del lugar.

Hace unos segundos había dado por hecho que Brian fue un maldito infiel y ahora me daba vergüenza verlo a los ojos.

—Supongo que yo también me tengo que ir —se levantó de la cama y Brian rápidamente me tapo los ojos cuando notamos que Mick no tenía nada puesto—. Upps, perdón —lo escuché salir de la habitación.

Brian me destapo lo ojos y se fue detrás de Mick cerrando la puerta, no me moví ni un centímetro.

Me quede parada en medio de la habitación viendo hacia la cama, me sentía culpable y tonta de haber pensado que Brian me haría algo tan bajo.

Desde aquí escuché como Brian se despedía de Mick, no sabía si estaba enojado conmigo o no.

Estaba nerviosa porque en un segundo lo sabría.

Aunque en realidad, después de que Mick se fuera, Brian decidió entrar al baño.

Minutos después, Brian entró a la habitación y se sentó en la cama con los brazos cruzados, seguía en bóxer pero ahora tenía la cara lavada y su cabello ya no seguía despeinado.

—¿Por qué creo que siempre esperas a que te engañe? —preguntó levantado la vista hacia mi.

—Lo siento, Brian —trate de mirarlo y mostrarle lo mal que me sentía—. Es que hay tantas chicas allá afuera que son más lindas y asombrosas y sé que algún día te darás cuenta de eso y.. —me interrumpió.

—Pero ellas no son tú —extendió su brazo para tomar el mío y acercarme a él—. Lola, eres la chica de mis ojos. Y la verdad no sé qué hice para haber tenido la suerte de conocerte y estar tan cerca de ti —me sentó en su regazo y con una mano me acarició la mejilla—. Y de poder tenerte en mis brazos, de decirte cuánto te quiero y que tú me respondas igual.

Quería corregirle, en este momento sentía que yo había ganado la lotería al tener a un chico tan dulce como él.

—Entonces, ¿no estás molesto? —miré hacia abajo y jugué con mis manos, esperaba que no lo estuviera. Quizás me había dicho cosas bonitas porque ahora sería crudo y consideraba romper conmigo.

—Te mentiría si te digo que no lo estuve pero he estado pensando en esto por un tiempo ya —me rodeó con su brazo y me pegó más a él—. Y te entiendo, sé que nuestra relación es diferente y no es tan fácil como otras, pero me gustaría que confiarás en mi —se detuvo por unos segundos para pensar—. O acaso, ¿te he hecho algo para que no lo hagas? —me preguntó preocupado.

—No es eso, me has mostrado que eres un buen novio —trate de asegurarle mirándolo y rodeando su cuello con mis brazos —. Eres honesto, respetuoso, leal, cariñoso, y sé que si no estás conmigo es porque estás trabajando —la sonrisa que tuve hace unos segundo se desvaneció—. Pero de vez en cuando, no puedo evitar pensar que otra persona llegué y te arrebate de mi —baje la mirada.

La habitación se encogía y la cabeza me daba vueltas, Brian me hacía sentir tan bien y alegraba mis días, nadie nunca pudo provocar que sintieras cosas como él lo hacía.

—Lola, sabemos que las cosas están cambiando y que tendremos que esforzarnos aún más para que lo nuestro funcione —con su dedo levantó mi mentón y me miraba fijamente—. Y estoy dispuesto a hacerlo porque quiero estar contigo, nadie más, ¿entiendes? —le dio un leve apretón a mi mano.

Él era tan diferente y único, no me permitiría perderlo tan fácilmente sin intentarlo al menos.

—Sí, lo sé —le contesté con toda la seguridad que pude—. Intentaré ser más fuerte que esos pensamientos y todo lo que venga porque también quiero estar a tu lado, Brian.

—No pienso desperdiciar tu tiempo y mucho menos lastimarte, eso debería estar claro ya —me sonrió para animarme—. Y que tampoco estoy jugando contigo, te trataré con el respeto que te mereces —me dio un beso en la mejilla.

A veces mi vida parecía un sueño, no pensé que conocería a alguien que con su tacto, con su mirada o unas palabras me hiciera derretir y tener descargas eléctricas en el cuerpo.

No creí que tendría este sentimiento que no sabía describir, lo sentía justo en mi corazón, en todo el cuerpo, en mi alma.

No tenía palabras para explicarlo, solamente sabía que Brian lo provocaba y me gustaba.

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