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Capítulo #22


Empezaron a caminar y el silencio los invadía de nuevo, después de la última escena que tuvieron el día en que se conocieron, algo les inquietaba.

—Y así que, ¿eres novia de Brian? —Lola volteó a ver a Paul que la miraba atento, esperando por una respuesta.

—Sí, empezamos a salir hace no tanto.

—Ya veo, entonces, ¿cómo es la vida cuando estás con los Stones? —Paul no despegaba sus ojos de Lola que ahora lo miraba confundida.

—¿Qué quieres decir?

—Digo, ¿no son alocados o algo así? Por lo que he escuchado son unos tipos malos —Paul rápidamente se corrigió—. Quiero decir, les dan la imagen de rebeldes.

—Oh, ya te entiendo—ahora reía por cómo él se había mostrado preocupado al no elegir bien las palabras—. En realidad, son chicos geniales y divertidos.

—Pues ojalá podamos juntarnos para salir o algo —Paul noto como ahora Lola se quedaba pensado y él se apresuró a añadir—. Quiero decir, entre todos.

—Ah, esperemos que sí.

Las mejillas de Paul ahora eran de un tono rosa, evitó mirarla por primera vez en todo el tiempo que habían estado juntos, sus ojos iban a todos los lugares menos a ella.

Lola no quería que él se sintiera incomodo, o bueno, ambos.

Y entonces le empezó a contar anécdotas divertidas que había tenido con los chicos.

Lola recordó una noche en la que Keith logró emborrachar a Mick en medio de un show.

El resultado final fue un poco desastroso pero entretenido, sobre todo para las chicas, Mick al cansarse de improvisar la letra, empezó a hacer sus movimientos más sensuales, termino quitándose casi toda su ropa en el escenario.

Y también una vez que Bill trato de ligarse a la novia del dueño de un club.

Todos tuvieron que salir corriendo, y los chicos, sobre todo Bill, se protegían con sus instrumentos y evitaban que el dueño les diera con un pedazo de pan.

—Wow, entonces lo que dice la gente de ellos no es muy alejado de la realidad.

—A veces pueden ser alocados —le contesto Lola riendo—. Pero tranquilo, la mayor parte del tiempo son decentes.

A Paul le gustaba ver cómo a Lola se le iluminaba la mirada y también como le costaba acabar de contar una historia porque su risa se lo impedía.

Él estudiaba cada gesto de su cara cuando ella a veces se detenía para recordar algún detalle.

Se dio cuenta que al concentrarse, ella entrecerraba los ojos o se mordía un labio, lo último le pareció atractivo.

Cielos, pensaba que ella lo era y con cada minuto que pasaba más lo notaba.

—¿Paul? Creo que es aquí —ahora Lola se había detenido y estaban enfrente del café Violet's.

—Oh, sí —apresuradamente se dirigió a la puerta para abrirla—. Usted pase primero.

—Muchas gracias, caballero —le siguió el juego y se tomó un segundo para sonreírle, Paul tuvo que soltar un suspiro antes de seguirla.

El lugar estaba casi vacío, había una pareja hasta el fondo que ni levantaron la vista cuando entraron.

Se dirigieron a la barra y saludaron al chico que estaba detrás de ella.

Pidieron los cafés y Lola pago con el dinero que le había dado Andy.

Ahora veían como el chico se ponía a trabajar junto con su otro compañero y platicaban al prepararlos.

Por lo mientras, se pusieron a ver la comida que había en el mostrador de al lado, había variedad de sandwiches y pasteles.

—¿Se te antoja uno?

Paul noto como Lola se le quedaba viendo a la sección de pasteles.

—Ay, qué vergüenza, seguramente me quede como hipnotizada y viste una cascada de baba...

Paul se rió al verla limpiarse la baba inexistente.

—Si quieres podemos comer mientras que esperamos —Lola siguió la mirada de Paul, los chicos apenas llevaban un café hecho y bromeaban.

—Pero se supone que no debemos tardar.

—No te preocupes, en realidad John apenas se estaba despertando de su siesta.

Lola estaba insegura de aceptar la propuesta de Paul, no quería que Andy se molestara con ninguno de los dos si se demoraban.

Aunque ellos no controlaban el ritmo con el que trabajan los chicos del café, así que ¿por qué no aprovechar el tiempo comiendo pastel?

—Está bien.

Ahora Paul la seguía hacia la caja para llamar la atención de los chicos y pedir su pastel.

—Oh, no se preocupen, ya casi acabamos.

Paul y Lola podían notar cómo claramente les faltaban la mitad.

El chico que los atendía y tenía un pequeña placa con su nombre, Joe, trataba de taparles la vista del fondo, donde su compañero se tomaba unos segundos para poner música y seguir preparando el café.

—Ahmm, ¿se les ofrecía algo más? —Joe disimuladamente se estiraba para bloquearlas la vista de su compañero que ahora bailaba.

—Sí, queríamos pedir un pastel —Paul trataba de evitar reírse al igual que Lola.

—Son ejercicios que me recetó un doctor— añadió Joe que trataba
de llamar la atención de su compañero moviendo los brazos de una forma más energética y él al notarlo se dedicó a seguir preparando café.

Paul y Lola solo se voltean a ver por el comportamiento extraño de los chicos, no sabían si era porque ellos eran así o notaban el disfraz de Paul.

Para no levantar sospechas, le indicaron a Joe las rebanadas que querían.

—¿Para comer aquí? —preguntó Joe que apuntaba hacia la variedad de pasteles—, ¿o para llevar?—señalaba aquellas rebanadas que estaban a un lado y ya estaban servidas en una cajita de plástico.

Ambos decidieron elegir las que ya estaban servidas porque no sabrían cuánto tiempo le tomaría a Joe tener que cortar un pedazo de pastel.

Joe les dio sus rebanadas y esperaba a que le pagaran.

—Espera, yo me encargo —Paul le aviso a Lola que estaba buscando dinero en su bolso.

—No es necesario, Pa... —Lola recordó que Paul estaba encubierto y rápidamente tuvo que pensar en otro nombre—. Patricio, de verdad.

—Por favor —Paul hizo de nuevo ojos de cachorro y juntaba sus manos rogándole a la chica que reía y terminó  siendo convencida—. Y ya sabes, dime Pat.

—Ok, Pat, tú ganas.

Paul le cerró el ojo a Lola y ambos se sonreían, el chico del café ahora los veía de forma rara y tal vez un poco impaciente.

Ellos al notarlo dejaron las sonrisas a un lado y ahora Lola veía a Paul pasar sus manos por los bolsillos de su pantalón, nada, él empezó a sentirse nervioso.

Le estaba tomando más tiempo de lo que él esperaba, reía y trataba de mantener la calma, sería muy vergonzoso haberse ofrecido a pagar y no tener dinero, y aún más cuando eres un músico exitoso.

Paul ya estaba pensando en que le iba a decir a Lola cuando recordó los bolsillos que tenía su saco por dentro, tuvo ganas de reír del alivio cuando encontró su cartera y le entregó el dinero a Joe.

—Nos podría también dar los cafés que ya tiene listos, para acompañar nuestras rebanabas.

—Claro, claro —se los pasó y se apresuró a mencionar—. Y oh, ya casi estarán los demás.

Lo vieron apresurarse hacia su amigo para ayudarlo, ahora cantaba mientras que los preparaba.

—¿Dónde quieres sentarte?

Lola revisaba el pequeño lugar y lo que más le atraía era el sillón con una mesita enfrente, tenían una vista hacia la calle.

—¿Cerca de la ventana?

—Pues vamos —ahora Paul se dirigía a la mesa y Lola al no seguirlo, la volteó a ver.

—Pero...

—¿Qué pasa?

—Tal vez será mejor estar un poco alejados de ahí, no queremos que alguien te reconozca.

—No pasa nada, estaré bien —movía la nariz haciendo que su bigote falso lo hiciera también—. Además, será por unos minutos y ya.

Lola se quedó dudando por unos segundos pero al ver que Paul ahora se sentaba y le daba palmadas al espacio libre, no tuvo más que ir a su lado.

Aparte de que él ya se había adelantado y comía de su pastel.

Se sentó al lado de Paul y ella le sonrió cuando se le unió y tomaba de su café.

Observaban a la gente pasar y solo escuchaban a los chicos conversar de fondo.

—Ya te dije, Joe, dedícale una canción de los Beatles y será tu chica.

—No lo sé, Greg, ¿y si le gusta otro tipo de música?

—Todas las chicas mueren por ellos.

Paul ahora reía avergonzado y Lola le sonreía, las voces de los chicos ahora se escuchaban más alejadas y no pudieron descifrar lo que decían.

Paul quería decirle a Joe que le hiciera caso a su amigo, ya que tenían varias canciones que eran perfectas para su caso y le funcionarían.

—Ahora me quedaré con la intriga.

—Seguramente saldrá bien, ¿qué tan efectivo es el poder Beatle en una chica?

Paul quería preguntarle eso especialmente a ella.

Por alguna razón él no podía evitar sentirse ansioso con ella, trataba de no mostrarlo, ¿le pasaría algo similar a ella?

—Demasiado, las chicas no pueden formular una oración y solo les queda gritar —Paul ahora imitaba a una de sus fans y Lola reía tapándose la boca.

Paul dejó de actuar como una adolescente fanática al sentir la mirada de la pareja del fondo sobre él.

Lola le tomó a su café para evitar ahogarse por la risa y al acabar de hacerlo tenía que recordarle a su compañero que estaba encubierto.

—No están acostumbrados a ver a un señor comportarse así.

Paul había olvidado que aún tenía el bigote puesto y el sombrero, tenía tantas ganar de dejar de usarlos para que Lola pudiera verlo mejor, como él era realmente y no con un disfraz, aunque ella ya sabía cómo se veía.

—Sí, hmmmm...

Ahora estaban callados y ambos habían acabado de comer y los cafés esperaban en la mesa.

Paul se puso a pensar y tenía algo que le daba mucha curiosidad pero no estaba seguro de hacerle la pregunta.

Lola observaba como Paul se rascaba la barbilla o pasaba su mano por su nariz, como si algo le hiciera cosquillas, también apretaba los labios de vez en cuando.

—Patricio, ¿pasa algo? —Paul volteó a ver a Lola que parecía preocupada.

—Bueno, quería preguntarte algo, ya que estamos hablando de este tema.

Ahora Lola se sentía nerviosa y jugaba con uno de sus cabellos.

Ella podía sentirse tranquila con Paul y le agradaba su compañía, pero también había momentos donde se sentía nerviosa con él cerca.

—¿Qué es? —la cabeza de Lola le daba vueltas, quería saber lo que le inquietaba a Paul.

—¿Quién es tu Beatle favorito? —Paul trato de ocultar su cara con su vaso de café.

Lola soltó aire y empezó a reírse, por un momento se había preocupado realmente, pensaba que sería algo grave.

—Ay, Pat, ¿por qué me lo preguntas?

—Pura curiosidad.

—¿Y si no tengo uno?

—Yo creo que sí lo tienes, tal vez es George —dijo apuntando su dedo hacia ella como si eso le ayudará a acertar.

—¿Por qué todos piensan eso? —pareció que le preguntaba más eso al cielo y al universo que a Paul.

—Jaja, si lo conocieras seguramente se llevarían bien, le encantaría pasar el tiempo en este café comiendo.

Platicaron unos minutos más sobre la banda y Paul no quería aburrirla con el tema, así que también le preguntaba cosas a ella sobre su vida.

La idea de acompañarla era principalmente para saber más de ella, estaba genuinamente interesado en Lola.

Supo que vivía con su tía y que había ido a la escuela de belleza por ella, tenía un salón y le ayudaba cuando no trabajaba en la tienda de discos.

Y que Archie, su jefe, no le gustaba admitir que amaba a los Beatles y que cuando ella no está cerca, sabía que los ponía para escucharlos casi todo el día.

También le mencionó algo que ya sabía, Pepper era su mejor amiga y estaba obsesionada con John.

Y lo que no sabía era que a Lola le encantaba el chocolate y los animales, su color favorito era el morado, le tenía miedo a los reptiles y amaba la música.

Lola le contó lo básico y todo lo que pudo, tenían el tiempo encima y también a un Joe que apareció a su lado con los cafés que le faltaban.

—Perdón por interrumpirlos y tardar —puso los cafés en la mesita y tomo sus platos y vasos de café vacíos.

Ambos le agradecieron y esperaron hasta que se alejara de su mesa, el tiempo en la cafetería había pasado rápido y a Paul no le había sido suficiente.

Le había gustado estar en un lugar tranquilo y sin una multitud y mucho ruido.

Le complacía que su banda fuera tan exitosa y ahora tenía muchas cosas que había querido antes, junto con los lugares asombrosos que había podido visitar.

Había conocido un montón de gente que alguna vez vio en la televisión, también se topaba con muchas chicas lindas. Pero no había sentido una atracción igual a la que tenia con ella.

—Patricio, creo que tienes algo en el bigote.

Lola se acercó aún más a él que movía la rodilla nervioso, haciendo que chocará con la de ella, podía sentir su respiración y tenía sus labios a unos centímetros de su cara.

Paul estaba tentado a robarle un beso, tal vez lo habría hecho con otra chica, pero con ella creía que debía de esperar.

Lola sentía la intensidad con la que la miraba Paul, trato de ignorarlo y se apuró a limpiarle la crema del bigote.

—Listo —le mostró la servilleta sucia—. Ahora sí, podemos irnos.

—Gracias.

Lola noto las mejillas enrojecidas de Paul y le sonrió.

Ella se levanto y agarraba el cartón con los vasos de café, Paul no tardó en hacer lo mismo y tomar el resto.

Se despidieron de Joe y Greg, y salieron del negocio, su paso no era rápido ni lento, ambos iban con calma.

A Paul le gustó eso, después de todo, tal vez podría intentar algo con Lola.

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