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26. Scales.

Hi~ Yep, estuve un tiempo desaparecida pero probablemente saben que mi mecanismo de defensa cuando estoy ahogada en estres es desaparecer de la vida y la misma existencia. Okey, he decidido llevar esta trama un poco diferente luego de meditar, ¿por qué? Desde bird cage un fic no me dejaba tan jodidamente drenada, me siento muerta al terminar de escribir por la extensión de los capítulos, la profundidad de algunas situaciones y tantas relaciones en paralelo aunque Eiji narra, así que este fic acabará en algún punto de Junio pero necesito sacar los otros de hiatus. Eso, estoy de vuelta. Mil gracias a quienes se toman el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

Griffin Callenreese está tumbado sobre su espalda, pero no parece estar bien o al menos...

No parece estar vivo.

Está gris.

Inerte.

Vacío.

Eiji piensa en el bazar donde vendían las estrellas y se pregunta si será una buena idea pedirle a Yue que lo lleve de regreso, más, aparta el pensamiento, enfocando su atención en la silueta del hombre que yace encima de la pesada mesa de madera tan inmóvil como un cadáver, su cabello es del matiz de las avellanas, la ternura y sus mantas de polar preferidas, existe un tenue parentesco, a diferencia de las facciones galardonadas y afiladas que su novio presume, este rostro es dócil y bonachón, luce gentil aún con los ojos tan opacos como cristal marino, su camisa se encuentra hecha girones azules y sus pantalones siguen empapados de espuma salada, un colgante ámbar proyecta iridiscencia bajo las motas del sol, es precioso y teme que no despierte.

—¿Jefe? —Nadie sabe qué decir en esta circunstancias y como su pareja, asume que él debería tener las palabras correctas de consuelo, sin embargo, lo único que escapa de sus labios es vaho cenizas—. ¿No debería estar contento? Finalmente están juntos otra vez.

—No lo estoy.

—¿Por qué? —Bones le pregunta con dolor en la voz, su ceño muestra tanta congoja que le agrieta hasta la nariz enrojecida por el frío, acaban de salir del mar y el suceso es surreal—. No lo entiendo.

—Esta es una mala señal. —Ash endurece su mueca, ni siquiera se atreve a tocar al hombre encima de la mesa, lo mira horrorizado, como si esto fuese lo peor que le pudiese pasar en la vida.

—Es tu hermano, ¿verdad?

—Qué esté acá solo significa dos cosas. —Brama, tensando sus puños contra su camisa, haciéndose aún más grande en un efecto de la maldición, apenas consiguen moverse por el olor que desprende, su aroma tiene un hechizo que los incita a temer y paralizarse—. Dino Golzine sabe dónde estamos, solo está jugando con nosotros, dándonos libertad bajo sus propios términos. —Siente una gota de sudor pender desde su mentón hacia el suelo al tragar saliva, no respira.

—¿Y la otra?

—Qué probablemente Griffin sea una trampa y deberíamos darlo por muerto. —Espeta con dureza y Eiji tiene muchas ganas de tocarlo, pero apenas da el primer paso para acortar el abismo Ash le da una mirada tan gélida que vuelve a recubrirle el alma de escarcha y de repente, están lejos.

—Las cosas van a mejorar, cariño. —Realmente lejos.

—No lo hagas. —Le advierte, leyendo sus intenciones—. No necesito tu consuelo.

—Ash...

—¡No necesito tu maldita compasión!

—Oye, Eiji solo está tratando de animarte. —Shorter sale a su defensa, la línea de su mandíbula está tensa, lo más certero es que tampoco sepa qué hacer—. Deberías ser un poco más suave.

—¿Un poco más suave? —Entonces le da una risa amarga, quebrada y venenosa, puede ver las gotas negras hirviendo desde los hilos alrededor de su boca hasta caer en una plasta que lo devora todo—. ¿Te parece que Dino fue suave conmigo? ¿Qué se mostró compasivo enviándome al cadáver de mi hermano en un barco mierdoso?

—Sigue estando vivo. —Alex declara, tocando el brazo de Griffin con cuidado, palpando por encima de sus músculos en busca de una chispa de esperanza—. Solo necesitamos comprobar el pulso.

—¡No te le acerques! —Y de repente sus garras se han desplegado, dándole un aspecto sobrenatural y peligroso, recuerda lo que Ash le explicó sobre su maldición y que esta ha despertado, recuerda el horror en los ojos de Mizuno y el resto de Izumo durante su primer encuentro—. No lo toques.

—Necesito sentir sus latidos. —Pero Alex es valiente y desliza su mano hacia el pecho de Griff, posa su palma justo encima de su corazón, da un diminuto brinco que señala pulso.

—Alex. —Le advierte, desenfundando unos colmillos.

—Podemos salvarlo todavía. —Y después de otro minuto su palma salta con un apenas perceptible latido otra vez, ¡está vivo de verdad!—. Jefe, cálmese.

—¿Qué me calme? —Repite con una sonrisa torcida y empañada de un sentimiento que Eiji si bien, no ha vislumbrado antes en su dulce Aslan, lo ha visto arder en las pupilas de Dino—. ¿Te atreves a faltarme el respeto de esta manera? ¿En mi propio barco?

—Ash, este no eres tú.

—Ja. —Sus dedos crujen y sus garras se hacen aún más grandes—. Nunca me he sentido más yo que en estos momentos.

Y se abalanza sobre Alex.

Lo que ocurre a continuación es confuso: una marejada de gritos estallan contra los tímpanos de Eiji con violencia, no pueden moverse por efecto de las feromonas, ven sangre en el piso del Fish Bone, los cuerpos hacen un eco frío contra el pavimento, la mirada celeste de Alex se empaña de horror y puro dolor mientras Aslan tira y tira de su hombro, como si quisiese sacarle un pedazo o comprobase que sus costuras no se fuesen a deshacer, es una furia calma capaz de quemar el mundo entero, es por esto que la gente le teme al fuego, el fuego quema y mata, el fuego es peligroso.

—¡Ah! —El alarido de Alex desgarra su garganta, va a arrancarle el brazo con un mordisco, casi ven a sus tendones tensarse como hilos de un muñeco, recubiertos por una chupada capa roja—. ¡Para! —Es pornografía de tortura lo que se encuentran presenciando—. ¡Basta! ¡Me lastimas!

—¡Ash! —Le suplica a sus piernas que hagan algo, todos se juzgan clavados a las tablas del Fish Bone y si no hacen nada va a terminar matando a Alex, eso es similar a la última visita que Dino le hizo en sus sueños, ¿va a permitir que pase otra vez? (¡otra vez!), ¿se va a quedar sin hacer nada? Los demás ni siquiera pueden mover los labios, se han convertido en estatuas de carne y huesos.

Pero Eiji no.

Y no se quedará sin hacer nada.

—¡Ash! —Lo intenta quitar de encima del cuerpo de Alex con un tirón, sus músculos queman como si estuviesen en llamas tras desobedecer sus instintos y moverse—. ¡Este no eres tú!

—No lo hagas. —Alex le suplica, intentando protegerse la cara—. Nos matará a los dos, la maldición se salió de control. —Pero Eiji tira del hombro al lince y se arrepiente al instante, porque la expresión que encuentra no es de ese adorable color que lo incitó a buscar corales y a recostarse en la playa.

—¿Cómo te atreves a tocarme? —Este es Dino Golzine y el odio que infundió en Ash consumiéndolo hasta los huesos—. Mestizo.

—Aslan... —El sudor ha empapado su cabello, pegándolo a la frente con una mezcolanza asquerosa.

—Apártate. —Le advierte, su cola impresiona batallar hasta que finalmente se enrolla al punto del sofocamiento alrededor de su corsé, lo hace crujir, podría romperlo sin chistar, por su maliciosa cara apuesta que lo hará, esta es la misma expresión que ha visto en Fox, en los hermanos Lee y en Dino.

—Aslan. —Eiji lo vuelve a llamar, intenta acunarle las mejillas, no obstante, están lejos y de repente, él está usando el lugar de Alex mientras nadie más se puede mover—. Soy yo. —No se queja por esa presión de boa constrictora a su alrededor, al contrario, se queda quietecito igual que una presa.

—Mestizo. —Las fosas nasales del lince se ensanchan y comprimen con harta rabia, hay mucha rabia acumulada en esta maldición, entrecierra los párpados, vislumbrando a esos ojos vacíos de animal salvaje a punto de destriparlo y ve algo más que rabia en un destello—. Te mataré por impertinente.

—Estás en dolor.

Impotencia.

Ve mucha impotencia acumulada.

Ve impotencia desde que perdió a su familia y llegó a las garras de Dino. Ve impotencia en un niñito que nació maldito y tuvo que vivir maldito. Ve impotencia en el chico que recuperó a su hermano y teme esté muerto. Ve impotencia en quien quiere amar pero lo mata hacerlo. Ve impotencia en ese asesino que se mata a sí mismo. Ve impotencia y fragilidad, no luchará. No contra Ash.

—Oh, Aslan. —Entonces lo tironea para poderlo esconder dentro de su pecho, su respiración hecha de fuego y lamentos se tranquiliza y de pronto, se hace literalmente más pequeño—. Mi dulce Aslan.

—¿Eiji? —Todavía está fuera de sí—. ¿Eres tú?

—Soy yo. —Sus ojos verdes se suavizan paulatinamente hasta recuperar ese brillo característico.

—¿Qué...? —Pero ve sus manos ensangrentadas y ve a Alex tirado sobre el piso, mira a la tripulación hechos estatuas humanas recuperar su movilidad muy lentamente—. Pasó otra vez. —Concluye.

—Fue mi culpa. —Alex se levanta, Bones corre a socorrerlo, arrancándose un trozo de su camisa en un improvisado torniquete—. Sabía que no estabas en todos tus sentidos y te confronté.

—Lo siento. —Nadie sabe qué decir otra vez, Ash luce despavorido al percatarse de lo que ha hecho, está temblando aterrorizado. «Tengo miedo de mí mismo. No sé cuánta sangre hay entre mis manos. No siento nada, nada de nada», casi puede escucharlo, su corazón continúa agitado en demasía tras desprenderse de la adrenalina, está empapado—. Lo mejor será que...

—No. —Alex lo detiene—. No te dejaremos solo en esta misión.

—Ya viste lo que hice.

—No Ash. —Es turno de Eiji de acunarlo—. Tú no hiciste esto, fue la maldición.

—¿Acaso no es lo mismo?

—No lo es.

—Pero yo...

—No eres un asesino.

Y entonces, Ash esconde su rostro contra el hombro del mestizo, se permite temblar violentamente, sacando toda esa impotencia, rabia y dolor acumulado, lo único que Eiji puede hacer es acunarlo en un abrazo suave y compartir esos temblores para aplacarlos. Recuerda lo horrible que fue aguantar dos simples sueños con Dino, le sorprende que Aslan no se haya desmoronado antes, ha pasado por demasiado y no, llorar no lo hace más débil o más racional, al contrario, las emociones no son malas, y si bien, puede ser racional aplazarlas en una emergencia de todas maneras hay que hacerse cargo de las heridas, sino se infectan, sino no sanan, sino se maldicen.

—Te amo. —El jadeo de Ash le quema el cuello, su mentón se ha empapado de lágrimas y de mucho miedo.

—Soy un monstruo.

—Te amo y esto no eres tú. —El más joven se pliega levemente en el abrazo, sus orejitas de felino se ven encogidas hacia su cabeza hasta desaparecer, apoya la cara sobre el corazón del mestizo, sus latidos lo calma y lo nota cuando su cola se relaja—. Eres más fuerte que esto, lo sé.

—Gracias. —Siente la ternura de sus cabellos rubios hacerle cosquillas bajo el mentón, Eiji lo acaricia una y otra vez hasta que lo tranquiliza, esto es reconfortante—. Gracias a todos.

—Te somos leales hasta el final, jefe. —Alex sonríe recompuesto, su hombro se encuentra vendado torpemente con tela que más tarde deberán cambiar a unas vendas apropiadas—. Además, Shorter tiene un artefacto para que sanemos más rápido, no es la gran cosa. —El nombrado repasa el ala de la chistera con suma suavidad antes de guiñar un ojo.

—Y tú intentaste destrozar mi tienda y mis artefactos mágicos.

—¿Otra vez vamos a discutir lo mismo? Pensé que ya me había...

—¡Griffin! —Pero no tiene tiempo para procesar esto—. ¡Griffin!

Max ha llegado al cuarto.

Parece en shock y fuera de sí mismo, da parpadeos de lechuza por el hombre que yace encima de la mesa, sus palmas penden como si fuesen péndulos encima de sus hombros, las piernas le retiemblan sin llegar a flaquear lo suficiente para tirarlo, lágrimas lo empapan y de pronto, aquí dentro siempre llueve, las gotitas de nostalgia caen desde sus ojos cariñosamente azules hasta las ásperas líneas de su mandíbula, se tira el cabello hacia atrás, ríe todavía paralizado, da bocanadas violentas, el oxígeno no impresiona llegar a sus pulmones, se balancea como si alguien manejase los hilos y él fuese títere hasta finalmente desmoronarse ante Griffin, toma su mano con los párpados cerrados, llevando sus nudillos hacia sus labios como si su misma vida dependiese de eso y así parece.

—Griffin. —Lo llama, el llanto ha humedecido su camisa, lo miran estremecerse, romperse y hacerse añicos en ese toque—. Estás a salvo. —Se mira reticente a tocarlo más, teme apretarlo, teme hacerlo pedazos en una tenue ilusión de polvo y cenizas—. Mi vida, mi alma, mi amor, estás acá.

—No te responderá. —Ash no quiere sonar duro, de hecho, sus ojos verdes muestran una suavidad que jamás ha vislumbrado—. No puede despertar.

—Pero está acá. —Jadea entre sollozos, devoto por su presencia.

—Él no...

—Estás acá, mi chico valiente. —Besa sus ásperos nudillos con suavidad, esparce con una fragilidad que nadie creía posible de aquel rufián un beso de amor verdadero—. Le supliqué cada noche de mi vida a Dios que te mantuviera a salvo, que pudieras volver a mí y que no tuvieras el mismo destino de Michael, estaba muerto de miedo, no me dejaste contactarte y yo...te amo tanto, no sé qué haría si te perdiera, no sé cómo podría seguir adelante sin tu luz. Griffin, mi valiente Griff.

—Viejo. —Aslan separa los labios, listo para rebatir—. Los dejaremos a solas. —No lo hace, porque aquel imponente hombre que ha muerto más veces de las que lleva la cuenta, aquel que se enfrentó tanto al lince de Nueva York y a Dino Golzine, aquel que hace tratos con demonios y no teme a nada de nada se ve tan...

Pequeño.

Frágil.

Descorazonado.

—Gracias por traerlo de regreso a mí. —Y entonces les da una sonrisa tan triste que les desgarra el corazón, se apartan de la pareja, Eiji se pregunta si así se vería si perdiese a Aslan y se estremece en la idea—. Gracias Dios.

«Mi alma siempre estará contigo».

¿Será verdad?

Metaboliza aquella curiosa maldición mientras se arrastra por los maltrechos pasillos del Fish Bone, una temblorosa exhalación de vaho acaricia sus labios como copos de nieves y empapa sus pestañas en aleteos lentos, fuerza a sus piernas para que se muevan, piensa en los cambios que él ha sufrido y han sufrido quienes lo rodean, las personas esperan que un cambio sea trascendental para la vida, el mundo y el universo, que implique un antes y un después, imaginan tratos con demonios, romper hechizos o hacerse aprendiz de magos, se busca el día más adecuado, el más histórico, ese que logre mirar atrás y decir: «lo supe desde que me levanté». Pero no hubo nada de extraordinario el día que supo que estaba enamorado de Aslan, tampoco cuando dejó Izumo ni cuando la maldición se desató carente de control, no hubo nada especialmente mágico al conocer a Yut-Lung Lee ni cuando aceptó su condición de mestizo.

Y no hay nada exageradamente especial hoy, el día que Ash recupera a su hermano mayor.

¿Por qué será?

La cuestión es que ningún día será lo suficientemente mágico, porque los magos no tocan las puertas y los demonios gruñen desde adentro, jamás habrá algo lo suficientemente transversal, significativo y maravilloso para despertarse y decirse: «hoy cambiará mi vida para siempre». Es curioso cómo los días más importantes lucen tan aburridos hasta que deciden transformarlos en algo maravilloso, Eiji tiene fe de que a pesar de aquel rocoso encuentro este todavía puede ser uno de esos días, que aún hay esperanza y Griffin abrirá los ojos por arte de magia, pero por mientras...

—Aslan. —Por mientras se quedará a su lado hasta que decidan hacer magia—. Hola.

—Hola. —Él sonríe, el mestizo lo mira sentado en uno de los barandales superiores del barco, tiene las piernas colgando hacia el primer piso metidas entre las rendijas de madera, sus hombros parecen relajados en la holgada camiseta perla, su cabello es oro derramado en la noche, es hermoso aunque no en el sentido superficial de la palabra, hermoso en el sentido de mialmasiempreestarácontigo.

—¿Entonces...? —Dice nervioso, acomodando sus manos detrás de su corsé (el que no se decide por un diseño y delata su pánico)—. Ha sido toda una noche, ¿verdad?

—No tienes que ser amable. —Sus labios se encuentran tensos en una línea, casi como si estuviesen apretando un papelillo invisible o un mondadientes diminuto—. Eso fue monstruoso.

—No lo fue.

—Podría haberte hecho daño.

—Pero no lo hiciste.

—Podrías haber estado en el lugar de Alex.

—Pero no lo estuve. —Rebate y no, no vino a pelear—. No quise alterarme.

—¿Viniste a consolarme? —La defensiva que se funde en su voz le quema, no saca nada tomándolo personal, Ash acaba de vivir el descontrol de una maldición justo luego de encontrar a este hermano mayor tan preciado en un estado envenenado, debe ser duro—. ¿Por eso estás acá? ¿Te doy pena?

—Depende. —Eiji tamborilea sus dedos encima del pasamanos, la bruma de altamar los acuna entre las bambalinas de la intimidad, le encanta la manera en que la luna lo hace lucir tan etéreo y lejano, tan inalcanzable, de hecho, debe extender su palma para asegurarse de que aquel hombre sea real y pueda tocarlo—. ¿Es lo que quieres? ¿Qué te consuele?

—No. —El viento remueve sus cabellos, dándole un aire irrealmente artístico, como un cuadro sobre la pared de un museo y le duele ese pensamiento, porque probablemente así todos ven a Ash Lynx.

—¿Quieres que me vaya?

—Quiero dejar de recibir lástima. —Y justamente por eso no puede reaccionar como los demás.

—¿Nunca se te ocurrió que no te tenemos lástima? —Intenta que el tono salga más calmo que olas acariciando el Fish Bone, permite que cada vocal sea vulnerable y las consonantes se craquelen.

—¿Sino es lástima qué es?

—¿Camaradería? —Pero su tono se quiebra en la duda y eso lo hace reír.

—¿Eh? Nuestra camaradería es un poco gay, onii-chan. —Y el desgraciado recupera este orgullo tan característico e irritante que lo incita a callarlo a besitos—. ¿Eres así con todos tus camaradas?

—Claro que sí. —Por supuesto, ama seguirle el juego—. ¿Acaso no te habías dado cuenta? Si mal no recuerdo solía molestarte mi camaradería con Shorter.

—Cierto. —Bufa, frunciendo repentinamente el ceño, arrugando la nariz como si acabase de comer natto y estuviese conteniendo las náuseas—. Es bueno verlo tan embobado con Yut-Lung, no quiero imaginar la clase de coqueteos que te lanzaría si estuvieras disponible.

—O a ti. —Se deja caer a su lado—. Eres bastante guapo, no me sorprendería que tratara de batear para tu lado.

—Ni en sus sueños le resultaría. —Entonces Ash deja caer su cabeza sobre el hombro de Eiji, sangra directo a su piel, desde esas penas que nunca pudo sincerarse hasta esos rubores que se pierden en las colillas de un cigarrillo—. Soy difícil de conquistar por si no lo has notado.

—Lo he notado. —El mestizo deja caer su cabeza encima de esa matita dorada, sus manos se enlazan contra la baranda del Fish Bone, es un toque íntimo y pequeño, tan pequeño que cabe en el bolsillo de su corazón—. He estado intentando seducirte desde que nos conocemos.

—Sabía que tu lenguaje del amor eran los quejidos y los golpes. —Eiji tiene muchas ganas de patear sus mugrientas botas y lo hace, con las piernas aún suspendidas entre los barandales alza sus botines para agredir al más joven e iniciar una guerra de barro que no terminará bien—. ¡Hey!

—¿Y tu lenguaje del amor son las algas? —Recuerda esa vez que se las regaló—. Aki-chan te engañó con eso, por cierto.

—¡Esa mocosa! —Gimotea—. Me dijo que tus flores favoritas eran las algas marinas.

—Y tú le creíste. —Se ríe entre dientes—. ¿Dónde están tus 200 puntos de IQ la mayoría del tiempo?

—¡Eiji! ¡No te burles!

—Lo siento, es que es muy gracioso. —Se aprieta el estómago e intenta aguantar lo que más puede la risa entre sus mejillas—. Aki-chan tiene un sentido del humor muy especial, ella...

«Si quieres irte está bien pero ni siquiera pienses en despedirte, no quiero volver a verte a menos que cambies de parecer y reflexiones».

Cierto, su última conversación fue una pelea.

No un «te amo».

No un «cuídate».

No un «volveré».

Una pelea.

Y de repente se siente muy ínfimo ante las palabras de Dino acerca de Izumo, no ha querido pensarlo puesto que debe mantenerse lo suficientemente fuerte para terminar la misión y conseguir el deseo de sirena, sin embargo, ¿qué tal si dice la verdad?, ¿qué tal si al regresar a Izumo todos han muerto?, ¿qué tal si jamás pudo despedirse de Akira?, ¿sino vuelve a decirle a Ibe que lo ama?, ¿qué tal si la muerte lo acechó tanto que se aburrió y fue por sus seres amados? Aparece una ambivalencia que no quiere mirar porque se siente sucio y magullado, cree que Ash es afortunado en ese sentido, que al menos tiene a Griffin sano y salvo e inmediatamente trata de desechar esto.

¿Qué clase de escoria es sino puede alegrarse por su amante? ¿Sino puede apoyarlo? Pero Eiji daría lo que fuera por tener esa posibilidad, por ver a Ibe o a la isla entera flotando en una vieja barca con un estado de ensueño que si bien, lo pondría nervioso, al menos estarían vivos.

—¿Eiji? —Y una melancolía inexplicable le inunda el corazón, le da vueltas igual que una ola, rompe en su cara y no puede hacer más que tomar aire desesperado, dando violentas brazadas para flotar.

—Ash.

—¿Sí?

—Eres afortunado. —Y se odia por decirlo.

—¿Afortunado? —Repite con la misma expresión indiferente que le dio antes de la pelea—. ¿Hablas en serio?

—Sí. —No cede—. Sé que desconfías de Dino por soltar a Griffin y que crees que es una advertencia, ¿pero acaso no sería mucho peor que siguiese perdido?, ¿no sería peor lidiar con toda incertidumbre sobre su integridad con el peligro afuera? —Eiji proyecta todo lo que ha dicho y se profesa como la mierda, debería apoyarlo, no derrumbarse, vaya pareja.

—Me da miedo. —Pero entonces, algo cambia en esos ojitos verdes, algo se rompe—. Tienes razón, me siento afortunado de tener a Griffin dentro del barco pero también... —Sus labios se juntan con mucha fuerza, apretando ese papelillo imaginario y liberando el humo de la maldición—. No quiero que él me vea así, no quiero perder el control otra vez.

—Oh Aslan.

—No quiero dejar de ser su hermanito. —El mestizo no necesita de más para abrazarlo por encima de los hombros y acunarlo, transmitiéndole con cada fibra de su ser que no está solo ni lo volverá a estar, claro, se lo ha confesado en reiteradas ocasiones, pero probablemente Golzine se encargó de ensuciar el significado del amor y la protección, por eso busca comprobar una y otra vez esa relación, casi como si Eiji un día pudiese despertarse, realmente verlo y jurarse engañado—. Me desconocerá y no lo culparé por hacerlo.

—Pase lo que pase, siempre serás su hermanito. —Le promete, arrullándolo, el salado aroma de ese océano entintado se funde con esos mechones dorados, Eiji presiona un beso justo ahí, escucha los frenéticos latidos de sus corazones sincronizarse y bebe del instante—. Sino te amara no estaría acá.

—¿Qué tal si se siente culpable? ¿Qué tal si me ve y se siente decepcionado de sí mismo por culpa mía?

—Esa responsabilidad no es tuya.

—Lo sé. —Se encoge—. Aun así... —Y Eiji lo entiende, porque con Ibe le pasa similar.

—Es bastante pesado cargar con eso.

—Aun así no puedo evitarlo, no con Griffin. —El mestizo juguetea con las mangas, baja su mentón hacia el primer piso del Fish Bone, justo a las cubetas vacías y al suelo a medio trapear.

—Es pesado tener que sostener la aprobación de alguien más, no porque necesites proyectar alguna clase de concepto perfecto o adaptado, sino porque cuando no lo haces, la otra persona cree haber fracasado en el único trabajo que tenía y es doloroso tener que ver eso, casi tan doloroso como alzar ese concepto idealizado de un inicio. —Ríe sin tener idea de lo qué ha dicho—. Ahora que lo pienso, lo que más me desagradaba de ser un mestizo no era tanto por mi parte.

—¿No?

—Era la cara que Ibe-san me daba. —Memora con melancolía, abriendo su armario mental, sacando la caja de fotografías donde encerró aquellas cosas que más le dolían...como si hiciera la diferencia, no lo hacía—. Cada vez que yo llegaba llorando lo que más me dolía era que él se disculpara por no poderme cuidar mejor, por no poder evitar que sufriera o consolarme con más tacto.

—Eiji...

—Creo que te debe pasar algo similar con Griffin. —Extrapola, sintiéndose lo suficientemente audaz y valiente para hacerlo—. Y aunque pueda ser doloroso en un inicio para tu hermano aceptar cómo eres en estos momentos y no me refiero a la maldición o lo que ha pasado con Dino, hablo de todo, incluyendo esa fragilidad que odias mostrar y probablemente le mostrabas de niño, es necesario.

—Eres perspicaz. —Se burla pero lo escucha.

—Te prometo que nada será más doloroso a tener que esconder quién realmente eres porque crees estarle ahorrando el sufrimiento a alguien, no es así y aunque lo fuera, la elección también debería ser de Griffin, ¿no lo crees? —La luna en el brillo de la noche, su perfil en la luz, sus jades viendo por las barandillas, todo, absolutamente todo Aslan es deslumbrante.

—No lo sé, siento que este es mi problema y debo lidiar solo con eso, Griff no tiene la culpa. —Sisea, tensando sus dedos alrededor de los soportes de madera, consiguiendo que crujan—. Es injusto que te involucre a ti en esto también, yo fui quién decidió escapar de las garras de Dino, no debería estar arrastrando a más y más gente a esto, es peligroso, me he vuelto peligroso, no, siempre lo fui.

—Ese es el problema. —Eiji le explica con gentileza en la voz, extiende su mano en el aire con toques de mariposas que penden hasta sus mejillas—. Haces todo por tu cuenta y sigues adelante, yo quiero cambiar eso. —Le ruega, mostrándole su corazón desnudo y sangrante, frágil, imperfecto, parchado y magullado, no es idealizado.

—No puedes cambiarlo.

—Y si no puedo hacer eso, al menos quiero estar a tu lado.

—¿Incluso en estas circunstancias? —Asiente—. ¿Incluso cuando nos he jodido la vida por no poder controlar esta maldición?

—Eres amable y te culpas a ti mismo, pero no olvides que no estás solo. —Le repite, y es importante que además de repetírselo se lo demuestre, debe hacerlo con paciencia y devoción, no porque Aslan sea frágil y no pueda con el mundo entero, sino porque merece la gentileza que no le dieron antes—. Por favor no lo olvides, Ash. No hay noche sin un amanecer.

—Eiji tiene razón. —Y agradece la oportuna presencia de Shorter en el primer piso—. Actúas como si pudieses cargar con todo esto solo o fuese tu culpa y no es de esa manera.

—Y tú hablas como si entendieras algo de eso.

—Lo hago. —Shorter suspira, enrollando sus puños en los bordes brillantes de su chaleca, ocultando esa misma mirada de melancolía que les mostró a Sing y a él cuando el mundo se congelaba detrás de sus lentes de sol—. Puedo entenderlo porque me siento de la misma manera con Nadia, también me aterra que despierte y me vea.

—Te equivocas. —Brama a la defensiva, hundiendo sus garras bestiales en el barandal de madera, consiguiendo que se astille y cruja—. No tengo miedo, no le temo a nada.

—¿Tendría algo de malo que lo tuvieras?

—El miedo significa debilidad. —Wong bufa, alzando divertido la chistera de su cabeza, muestra sus mechones purpúreos levantarse con gracilidad, su corsé lo imita con alegría, dándole la razón.

—No creo que sea de esa manera. —Lo rebate con el pecho inflado—. Creo que es tonto verlo así.

—¿Por qué?

—Hasta el hombre más fuerte tiene miedo de vez en cuando, ¿no crees? Después de todo eres un ser humano y si me permites decirlo, no eres nada como los rumores te describen, eres una persona jodidamente impredecible, Ash.

—¡Eso no...!

—Me alegra mucho ser tu amigo incluso en medio de una maldición. —La sinceridad lo rompe—. Te queremos, ¿por qué eres tan necio entendiéndolo?

Aslan se deshace con esas palabras igual que un animal pequeño, Eiji piensa en el recuerdo que miró en el Chang Dai, era apenas un niño que gritó por ayuda pero nadie llegó, ni Griffin, ni papá, ni nadie, dejándolo completamente a solas a merced de un monstruo. Si aprendió a aborrecer y a desconfiar fue porque en ese entonces lo ayudó a sobrevivir, el problema es que ahora sufre con esto, sufre en querer hacer amigos, sufre en querer confiar en el amor de su hermano, sufre al querer vislumbrarse más allá de la maldición y todavía no puede, esto es lento y progresivo. Al menos espera que aquella charla tan extensiva le demuestre que es amado por ser él mismo, que ser él es suficiente para ellos, y que quizás, si es suficiente para todos ellos, tal vez también lo sea para su hermano.

—Lo siento. —Ash no sabe cómo retribuir a tanto amor directo—. Lo siento por cargarlos con esto.

—No te disculpes, amigo. —Se ríe, escalando al segundo piso con un solo salto en la cornisa—. Todos los que estamos acá lo elegimos, nadie está obligado.

—¿Ni siquiera Yut-Lung?

—Yue se queda por mis encantos, no te dejes engañar, babea por mí.

—Pensé que había intentado matarte antes de que lo rescataras.

—Detalles menores. —Tararea divertido, tocándose el ala de la chistera con suma galantería—. Yue se hace el difícil nada más.

—No quiero imaginarme los detalles mayores en ese caso.

—Mi punto es que esa ansiedad no se irá a menos que Griffin despierte y lo enfrentes.

—¿Y si no despierta?

—Despertará. —Yue aparece por detrás—. Está hechizado, tienes razón. —El lince aprieta muy pero muy asustado su mano, el aliento se le escapa en una niebla fantasma hacia la cara, se confunde en estrellas y monedas de deseos.

—¿Puedes hacer algo?

—¿Hablas en serio? —Entonces Yut-Lung ríe—. Claro que puedo hacer algo, estás hablando conmigo Lynx.

Mientras los chicos trabajan en una fórmula infalible para romper hechizos, el mestizo acompaña al príncipe de corazones rotos adorando a su siempre durmiente luz estelar. Max lo recibe en el suelo, no se ha movido un solo centímetro desde que se reencontró con Griff ni cree que lo haga, no duda en acomodarse a su lado, apoyando su espalda contra los duros soportes de madera y extendiendo sus piernas hacia dónde Alex estuvo tirado previamente por la maldición, su corazón relaja su pulso progresivamente para ajustarlo al ambiente platinado.

—¿Está bien? —Entonces se atreve a preguntarle, sintiéndose demasiado fuera de lugar, un lado le dice que debería dejar a solas aquella pareja de enamorados, sin embargo, el otro piensa que es casi crueldad abandonar a Max en aquel cuarto con un amante apenas vivo.

—Lo estaré cuando él despierte. —Presiona un beso sobre sus nudillos, los dedos de Griffin se miran inflexibles y azulados, igual que cubos de hielo—. Escuché que está hechizado.

—Sí, Yue está trabajando en un antídoto.

—¿Yut-Lung? —Asiente con cuidado al conocer de antemano la relación entre ellos dos.

—¿Le molesta?

—No. —Balbucea, dando parpadeos de lechuza con sus ojos azulados—. Me sorprende que me haya querido ayudar considerando nuestro pasado, aunque probablemente lo hace por Aslan.

—Yue tiene un lado suave. —Sonríe, la tensión en sus hombros se levanta con lentitud, como si cada palabra de esta conversación hiciese de palanca para quitarle el peso de encima—. Igual que Ash.

—Todos tenemos un lado suave con la persona correcta ¿eh? —Dice en voz alta, estirando sus botas embarradas por el hollín hacia los bordes de la puerta, el aire huele a veneno, arrepentimiento y un poco de magia—. Nuestra historia no debería haber acabado así ¿sabes? Yo quería huir lejos de todo esto con Griff y Aslan, quería llevármelos donde Dino ni nadie maldadoso los pudiese encontrar pero no funcionó. —No es un día extraordinariamente especial—. Nos atraparon.

—¿Y qué pasó? —Eiji recoge sus nudillos hacia sus muslos, tiene las mejillas calientes a causa de tan osada impertinencia, se siente como cuando Sing ve a Shorter, es una admiración similar—. ¿Cómo pudieron atraparlos?

—Me enamoré de un idiota terco, eso pasó. —Max bufa con una tímida sonrisa que exuda tristeza y compunción—. Griff pensó que sería más inteligente sacrificarse a sí mismo a arriesgarme, Golzine es un hombre al que le gusta jugar con los corazones de las personas, así que nos hizo creer que aún teníamos una oportunidad y cuando menos lo esperé... —Su mandíbula cae y su mirada queda vacía, como si una imagen se proyectara únicamente para sus ojos y es horrible, Lobo ha palidecido y luce al borde del llanto, sus dientes castañean y su añil se ahoga—. Puso a Aslan en mi contra.

—Le mintió.

—Le dijo que había traicionado el amor de los dos y los vendí, él estaba tan enojado que su maldición se desató por primera vez y me mató. —La indiferencia con la que suelta aquello lo marea, usa tono salpicado y cantado, como si estuviese hablando del clima y no de su muerte.

—¿Cómo regresó? —Tiene que golpearse las mejillas para espabilarse—. Lo siento, eso fue grosero.

—Para nada. —Pero Max es paternal y le revuelve el cabello, le recuerda a Ibe en cierta medida, ríe, se los imagina a la perfección de amigos—. Griff me hizo un último regalo antes de irse. —Entonces apunta a su gargantilla con orgullo, presiona los párpados e infla su pecho igual que una paloma.

—Es un collar.

—Fíjate bien. —Su esplendente gargantilla cae envuelta por la cortina de vapor que se cuela a través de la ventana, sus ojos curiosos saltan del masculino y grueso cuello de Max hacia el collar atado contra la piel bronceada del Callenreese mayor—. ¿Y bien?

—Griffin tiene uno similar.

—Muy bien. —Lo vuelve a felicitar—. ¿Sabes qué significa? —Niega—. Mientras él viva, mi vida está a salvo. Y mientras yo viva, su vida está a salvo, es una promesa de almas transmutada en las joyas.

—¿Eso se puede hacer?

—Mientras sea amor verdadero y estés dispuesto a sacrificarte por el otro, sí.

—Eso es muy romántico. —Suspira igual que lo hacía al escuchar los cuentos de hadas narrados por Ibe, es íntimo, tierno, maravilloso y mágico sin duda—. ¿Por eso sabías que él estaba bien?

—Exacto. —Lo felicita—. Por eso sé que Golzine no puede matarlo, tengo fe, a pesar de las amenazas no pierdo la esperanza de que volvamos a la normalidad.

—Amenazas. —Eso capta su atención—. ¿En sus pesadillas?

—¿Cómo sabes lo...? —Lobo se detiene, analizando rápidamente la mueca constipada del mestizo, escaneándolo con su iris azulada igual que un océano profundo, lo zambulle—. Dijiste que te moriste dos veces. —Le es fácil atar el resto de los cabos—. Cómo estás más cerca de la muerte Dino disfruta el poder de irrumpir en tu intimidad, ¿cuántas veces lo ha hecho?

—Lo ha hecho dos veces ya.

—¿Cómo han sido? —No quiere pensarlo.

—Horribles.

Dino lo ha lastimado.

Ha encontrado maneras muy crueles para lastimarlo.

Pero está bien, porque no ha lastimado a Ash, a menos que...

—¿Crees que lo atraje hacia nosotros? —A menos que Eiji sin saberlo haya hecho algo que lastimara a Aslan, algo como rebatir a Golzine con una lengua mordaz e impedirle tocarlo, algo como negarse a sus invitaciones y resistirse a sus planes, algo que podría haber traído un daño colateral. Griffin.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—¿Crees que lo atraje hacia nosotros? —Y aquel horror catastrófico lo paraliza, de repente se siente muy mareado y la cabeza le palpita, la respiración se le ha disparado como si fuese una bala, el sudor le quema la frente, engancha sus dedos en el corsé porque arde y no lo logra, arde, está sucio, claro que le quema la piel—. ¿Por eso me lo preguntas? Tiene sentido.

—Eiji...

—Esto es mi culpa, que Griff esté acá herido es mi culpa. —Abre y cierra la boca sin sentir nada, el aire no le llega a los pulmones, su vista se torna nublosa, hace calor en un infierno de frío, se abraza a sí mismo, está temblando, tiembla demasiado, igual que cuando Dino...mira sus muslos, teniendo que comprobar que no tiene manos en ese lugar—. Esto es mi culpa.

—¡Chico! —Reconoce la voz de Max cerca, no es capaz de observar más que un contorno difuso, su cabeza duele mucho, apenas puede mantenerse consciente y quiere vomitar, claro, bonito fue fingir tener bolas ante Dino y amenazarlo, manteniéndose firme y esperando que no tuviera consecuencia cuando es tan obvio el castigo—. Respira conmigo.

—Si algo le llega a pasar a Griffin...

—No es tu culpa. —Le rebate—. No es tu culpa lo que haga Dino, no dejes que se meta en tu cabeza, esto es lo que quiere.

—¡Pero...!

—No. —Lo toma de los hombros y lo ayuda a calmarse.

—Pero yo lo provoqué. —El cuarto da vueltas y las manos de Dino siguen impregnadas a su piel—. Yo le dije que me diera su mejor golpe, si hubiera obedecido tal vez él no...

—Oye. —Max lo intenta calmar, golpeteándole suavemente una mejilla—. Dino habría encontrado una manera de hacerle daño a Ash, el sujeto está dispuesto a hacer lo que sea para traerlo de vuelta a su lado, ¿te ha quedado claro?

—Sí.

Y desea que de esa manera sea.

Pero no es tan fácil, porque la culpa envenena, basta con una pequeña gota del color de la brea para que aquel cántico océano de pureza se vea infestado de alimañas y de repente, siente que sus actos son muy pesados y necesita que Griff se despierte, no por esa culpa fantasma tras haber encontrado a ese hombre en medio del mar porque quién sabe cuánto tiempo lleva así, sino por el terror a poder hacerle daño a Aslan luego de perjurarle su confianza. Dijo que podía confiar en él y si bien, es seguro que su novio lo consolará por los horrores vividos, es Eiji quien no podrá ganarse su perdón si fracasa en esto, es Eiji quien será más duro que nadie consigo mismo y mierda, da discursos sobre lo válido que es empatizar con el sufrimiento propio y todavía le cuesta.

—Necesitamos escamas mágicas para completar el proceso. —Y Yue llega con esa petición con una cara de congoja que sabe que le traerá consecuencias negativas, lleva demasiado tiempo con el más joven y lo lee como un libro—. Necesitamos que estén frescas para que funcione.

—¿Eso qué significa?

—Qué te las tendremos que arrancar.

—Oh.

—No tienes que hacerlo. —Y claro que Aslan salta a su defensiva con esa mirada de absoluta ternura y adoración, apretando su mano mientras debe escoger si deja perecer a su hermano o lo hiere.

—No. —Pero Eiji está decidido a mostrarse fuerte—. Hagámoslo.

Se transforma en la cubierta del Fish Bone, desplegando aquella imponente y majestuosa cola en el matiz del mar iridiscente bajo la luz del alba, Yut-Lung se disculpa de antemano, todos se miran muy reticentes a hacer esto, como si supieran que es una tortura en carne viva y efectivamente, se siente como si le tiraran un pedazo desde dentro y no saliera, es garrafal, pero al menos, en ese estado de locura comprende que Griffin jamás fue un mensaje para Aslan, fue un mensaje de Golzine para Eiji, una amenaza explícita de que también lo tiene entre sus manos y si todavía tiene la cortesía de pedir que le entregue lo que quiere, es mera caballerosidad. Entonces cuenta hasta diez para calmarse.

Uno.

Se obliga a respirar. Inhalar por la nariz. Exhalar por la boca

Dos.

Tres.

Ash toma sus manos con una impotencia que nunca había visto escurriendo en sus gemas, sus dedos son ásperos y grandes, fríos en comparación a los suyos, lo están presionando, esa palma callosa no le permite desmayarse mientras clavan una navaja y le arrancan una escama, su cola está caliente, fría y pequeña... Demasiado pequeña y arde por cada par de ojos compasivos que se clavan, se aferra a su pareja como si quisiese esconderse de los focos, se enfoca en sus brazos y no quiere ver todavía más allá, porque sabe que sus brazos llevarán a su hombro, su hombro a su rostro, y sabe lo que va a encontrar ahí: pecas salpicadas y desvanecidas por el sol, pestañas doradas, labios adictivos y jades tristes, unos jades con una mueca tan triste que va a romperle el corazón.

Cuatro.

Cinco

Seis.

—Lo estás haciendo bien, ya casi terminamos.

Siete.

Ocho.

Nueve.

Nueve.

Nueve.

N-Nueve...

—¡Sácalas! —Suplica, la presión es tan insoportable que lo hace querer arrastrarse a su propia cola para arañarla y arrancarse él mismo las escamas, apenas puede luchar contra esa compulsión, Bones y Kong deben inmovilizarlo contra el piso mientras Shorter ayuda a Yue para sacar la escama, gritos voraces llenan el Fish Bone, se siente mucho más doloroso que arrancarse una uña o sacarse costras, esto es como si perdiese un pedazo de él mismo, algo profundo, irreparable e irremplazable, duele, le duele más de lo que es posible expresar, ¿esto es la magia?—. ¡Sácala ya!

—¡Lo intento!

—¡Yue!

Diez.

—La tengo.

Y finalmente pueden preparar la pócima para despertar a Griffin, todos se reúnen alrededor la tarde que van a probarla, Max se ofrece para dársela, la unta en sus labios antes de presionarlo con aquel tan anhelado beso de verdadero amor. No pasa nada, no hay nada extraordinariamente especial en el día de hoy, los magos no golpean sus puertas, las maldiciones no se esfuman con chasquidos, esas pócimas no arreglan corazones rotos y van a darse por vencidos.

Pero algo cambia, es sutil, igual que todos esos otros días que marcan un antes y un después y en el momento no lo sabían, es un cambio en la dirección de un zumbido y de la tripulación, es un cambio imperceptible que abarca cada sonido, cada olor, cada color, cada latido, cada sabor para perderlos en el éter del mundo, todos retroceden, los vellos se les erizan, contienen el aliento, comprendiendo lo que viene a continuación cuando sus oídos se llenan de un respiro extra.

Aparece la magia con dos grandes ojos del color del mar.

Y luego llega a sus oídos.

—La debilidad de Dino Golzine escapó.

Griffin hace apariciones muy lindas en este fic, debo admitirlo, amo poner a Griffin y a Max, más que tienen escenas bien adorables en el otro capítulo, pero ya estoy medio bosquejando los últimos dos y basicamente son un cúmulo de información por todo este misterio, mañana de hecho se resuelven varias dudas, espero que se vayan entendiendo, estoy nerviosa. Muchas gracias a quienes se tomaron el cariño para leer.

¡See ya!

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