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16. Ritual.

Hi~ Luego de haber podido más o menos desconectarme algunos días me siento un poco mejor, por ende, regresamos con el fic, día por medio todavía, pero supongo que es mejor que abandonarlo. Debo decir que este es uno de mis capítulos preferidos no solo por las dinamicas y relaciones entre personajes, sino porque marca un antes y un despúes en varios nudos de la trama, así que de corazoncito espero que les guste. Y como este capítulo está hecho con tanto amor debo decircarselo a una de las personas que más adoro en este fandom MakikoMakiMaki, esta mujer es arte, musa, inspiración y motivo constante de admiración, probablemente todos acá la conocen porque tiene las tremendas tramas, pero como fiel seguidora y a mucha honra de todas sus tramas desde mis tiempos de lectora fantasma es alguien a quien recomiendo y simpeo cada vez que puedo. Sin más que decir, muchas gracias a quienes se toman el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

El cielo es una acuarela derramada esa mañana, visiblemente azul con toques de vetas amarillentos e índigo salpicados por doquier, con nubes reventando como olas en un alba creciente tan dorada que casi se compara con las pestañas de Ash, la brisa es más dulce que la sidra de caramelo, el viento parece encontrarse repleto de magia, misterio y melancolía de reencuentros, incluso su corsé se dio cuenta de estos detalles, esbozando un diseño del color de la nostalgia y las flores del olvido gracias a la presencia de Fish Bone, podría haber sido un día perfectamente maravilloso en altamar con esta reunión, donde se fundiera en los brazos del capitán y le pidiera que no lo dejase ir jamás puesto que eso era exactamente lo que pretendía, pero...

—¿De verdad me vas a tener prisionero en este basurero? —Las cosas no resultaron como la mente de Eiji lo anheló. No hay besos fogosos, ni abrazos que detienen el tiempo, ni confesiones dulzonas, ni miradas de ensueños, solo una tonta discusión de bucle que estalló anoche—. Eso es tan grosero.

—Silencio.

—Porque es una terrible manera de tratar a tus invitados. —Yut-Lung se burla con una sonrisa diabla en su pequeña prisión, sus brazos se hallan colgando de un mástil, unas refinadas esposas hechas a metal, piedras preciosas y magia lo han dejado indefenso con sus poderes, ni siquiera alcanzaron en la combinación del ritual—. ¿Así pretendes conquistar a Eiji?

—Tú no eres invitado. —El lince brama, mostrando sus colmillos por debajo de un gruñido, tensando el ceño lo suficiente para que aquel jade indómito de ensueño se transforme en un verde pétreo, es un matiz mucho más similar al de Dino Golzine y eso le retuerce las entrañas—. Tú lo secuestraste.

—¿Secuestro? ¿Venida por voluntad? Detalles. —Se mofa, esa piel de muñeca luce inhumanamente majestuosa bañada por los rayos del alba, toda la tripulación se encuentra rodeándolo como si fuese un prisionero y teme que sea de esa forma. Si bien, no justifica los actos malignos que tuvo del inicio, tampoco puede hacer vista ciega al progreso en su relación—. Lo importante es que están bien.

—¡Les hiciste daño!

—Ajá.

—¡Literalmente jugaste con sus corazones!

—Sigo sin entender qué está tan mal.

—¡Víbora venenosa! —Bufa el lince, tirando su flequillo sudado para atrás en un trémulo intento por mantener la calma y no estallar un puñetazo contra esa sonrisa triunfante—. Eres una escoria.

—Y aún así ellos son mi fiel tripulación. —La flor en su oreja se transforma en un nenúfar «eres de hielo», significa y va dirigida hacia Ash, vaya, al menos su sentido del humor yace intacto—. Supongo que el síndrome de Estocolmo pega fuerte estos días, porque ambos están locos por mí, me aman.

—¡Yue! —Sing gimotea—. No seas tan descarado, no te ayudas.

—¿Ves? Hasta me pusieron un apodo cariñoso y todo, me quieren a estas alturas y si me haces daño ellos se encargarán de vengarme. —Mira a Eiji en busca de una confirmación que no encuentra.

—Venganza es quizás ir demasiado lejos. —Le explica—. Estoy seguro de que podemos llegar a algún acuerdo antes de que maten a alguien.

—¡Ten pelotas, Okumura! Me juraste tu lealtad eterna.

—¡¿Cuándo hice eso?! —Chilla, acercándose al mástil, anteponiéndose a la multitud con las mejillas rojas por la vergüenza chispeando con motas de furia y el cansancio tumbándole los párpados.

—Es parte de la cláusula de mi amistad, prometieron adorarme por el resto de la eternidad. —Aún atado al mástil sin poder usar sus poderes les sonríe con coquetería—. Creo que olvidé mencionarlo.

—Deberíamos dejar que se lo coman los tiburones, Eiji. —Entonces Sing bufa.

—¡Mocoso!

—¡¿Ves?! Al menos se volvería más humilde. —Y Shorter parece entrar en pánico durante ese lapsus de la conversación, la tripulación lo vislumbra por la cojera nerviosa con la que procede a anteponer su propio cuerpo al de Yut-Lung Lee, es casi como si desease protegerlo, lo que carece de lógica tras considerar el tiempo en el que se conocen ¿verdad?

—No creo que debamos precipitarnos. —Alza ambas palmas igual que si estuviese domesticando a un animal rabioso y probablemente eso intente hacer con Ash—. Deberíamos conservarlo a bordo.

—¿Por qué? —Su voz es tan fría como una estaca de hielo, la lanza con puntería perfecta justo en el corazón de Wong—. ¿Por qué debería conservar al villano que puso en peligro a Eiji?

—Ejem. —El ilusionista tose—. A mí también me puso en peligro, muchas gracias.

—Y a Sing. —Ash rueda los ojos al pronunciar eso, su capa se ha tornado de un rojo solemne, es el tono de la furia, lo vislumbra apenas la mira ondear imponente en altamar, el barco se mueve con una calma disonante a la guerra civil que yace en su interior, está tan agotado que anhela hibernar para despertar con las sirenas—. ¿De verdad quieres perdonarle la vida luego de esas fechorías?

—Pero es tan bonito. —Se le escapa el pensamiento—. Bonito si te gustan los villanos con curvas de ensueño y una silueta de infarto, claro. Y a mí definitivamente no se me antojan de esos.

—No debería sorprendernos. —Bones suspira—. Shorter es todo un Don Juan, se la pasa seduciendo a cualquier cosa que se mueva, incluso lo vi intentar un movimiento con la sirena del mástil.

—¡Eso no es verdad! —Se defiende extraordinariamente herido—. Además míralo. —Entonces coje de la mandíbula a Yut-Lung como si fuese un niño tratando de convencer a sus padres para conservar un cachorrito, el más joven esboza una mueca mortificada e intenta morderle la punta de los dedos.

—Me vuelves a tocar sin mi consentimiento y te corto el micropene que debes tener.

—No lo llamaría de esa forma. —Su voz se ve teñida por un susurro aterciopelado, deliberadamente bajo y sensual—. Si quieres puedes comprobarlo con tus propios ojos.

—Wow, wow. —Alex procede a cubrirle los ojos a Sing con una palma mientras el chiquillo se intenta elevar en la punta de sus pies para terminar de ver el espectáculo—. Es horario para todo público.

—Solo digo que esta belleza luce demasiado triste y un poco de cariño Wong le haría bien. —Arroja un guiño de ojo que definitivamente es rechazado y si Yut-Lung tuviese la oportunidad habría parado mil veces el corazón de Shorter con un simple ¡zas!, sin embargo, se encuentra inmovilizado por las esposas mágicas relumbrando en sus muñecas en un esplendoroso carmesí, son una jaula localizada.

—Si me vas a torturar así prefiero que me lances a los tiburones. —Bufa, amurrado—. Aunque sabes que eso te haría demasiado similar a Dino Golzine, ¿no?

—Cállate.

—¿Por qué? ¿Acaso no te gusta que te digan la verdad? —El pánico bombea por la sangre de Eiji al vislumbrar esa chispa maldadosa envolviendo el iris purpúreo del más joven, Bones lo aprieta de su hombro derecho, impidiéndole correr para cubrirle esa bocota que tiene—. Te ves patético, Ash.

—Lo dice quién se encuentra encadenado a un mástil.

—Mi maldición me ha ido pudriendo, eso es verdad. —Ríe, dejándose colgar, permitiendo que esos lacios cabellos de cascada negra se peguen al sudor de su frente, dándole un aspecto desprolijo, feo y vencido—. Pero la tuya te ha ido devorando, puedo verlo en tus ojos, sino me has matado todavía es porque quieres que te entregue el mapa de las sirenas para que puedas salvar tu trasero pidiendo un deseo, ¿no es así? —Una cuchilla afilada no tarda en acomodarse contra la parte más frágil de su garganta, no obstante, la sonrisa de cortaplumas permanece más afilada que cualquier arma blanca.

—Si lo sabes... —Le susurra, presionando la hoja contra su pescuezo, incitando una lluvia carmesí—. No me tientes.

—No te lo entregaré, no sin antes haberme librado de mis hermanos.

—No haremos un ritual maldito en mi barco.

—Entonces suerte buscándolas.

Y a pesar del caos que se ha armado en el barco, Eiji no puede evitar preguntarse: ¿tan malo es Yue? Sí, es cierto, se ha colocado el papel de villano, sin embargo, era apenas un niñito cuando el clan Lee lo abusó entero sin dejar los restos, no es tan diferente a Ash en ese sentido y luego de comprar el recuerdo y contrastarlo con la proyección de Hua-Lung sabe que ambos la han tenido peor, Neptuno lo sabe. Por eso le genera semejante curiosidad su enemistad, piensa en el cáliz ensangrentado y en la manera que se negaba a tocarlo, los polos iguales se repelen y tal vez acá sea tan grande el reflejo disonante de las mismas circunstancias y desenlaces tan dispares que apenas se soportan. No tiene ni la menor idea, lo único que comprende es que desea seguir con esto adelante, si sacrificó la pobre historia que tenía por una estrella, ¿no es lo mínimo?

Aunque sabe que eso es falso en cierta medida, «somos los traumas de nuestra infancia» Akira dijo eso luego de una pelea con su padre, el hermano de Ibe la sacó furiosa de la cabaña por no ser dulce, femenina o cualquier otra mierda machista que pretendiese, Eiji jamás se metió con la identidad de la chica, si bien, sospechaba una disforia Akira era Akira a fin de cuentas y eso era lo único relevante.

—Somos los traumas de nuestra infancia.

—¿Por qué lo dices? —Memora habérselo preguntado muy pero muy bajito en las costas de Izumo, temiendo quebrar una herida aún más dolorosa a la que se encontraba lidiando.

—¿No es obvio? —Ella bufó—. Así cómo tú le tienes miedo a tu historia, yo me tengo miedo porque mi papá teme lo que puedo llegar a ser. Somos lo que nos enseñan a ser y tememos a lo que quieren que le temamos. No es un secreto que incluso nuestros seres amados se sienten incómodos con eso que es diferente y no encaja dentro del molde perfecto, Ei-chan. Todos somos un poco de tinieblas infantiles.

En resumen, todo es culpa de sus padres.

Bien, vislumbra que no es así, sin embargo, mamita corazón no puede esperar que la reciba de cariño abierto sino manifestó ningún interés previo en Eiji, Izumo se supone que es seguro, ¿por qué no lo visitó si tanto lo amaba?, ¿por qué no le dejó una pista?, ¿por qué no lo ayudó a amarse? Ahora que es un adulto teme que nadie nunca lo haga, porque su cuerpo se encuentra dividido en dos, porque una cara simplona refleja exactamente la tabla rasa que es su alma, una mente como la suya, no hay más. Nunca nadie podrá amar eso, ni siquiera Eiji, es un cúmulo de defectos entre sirenas y humanos y ahora resulta que tiene una voz mágica, es demasiado que digerir, tiene derecho a frenar o alterar los planes de su querida madre si ella lo tiró a la borda. Además...

¿Qué pasa si le dejó algo terrible en el puesto de Jessica?

¿Qué tal si hubiese sido una deuda?

O peor, ¿qué tal si hubiesen sido respuestas confirmando sus mayores recelos? Una carta diciéndole sobre lo indeseado que era, sobre que se espantó apenas nació y por eso lo abandonó en Izumo, así que si va a confrontarla y a confrontarse debe ser en persona, cara a cara, quiere que lo mire directo a los ojos y le cuente. En ese sentido supone que es similar a Yut-Lung.

—Deberíamos hacer el ritual. —La voz de Eiji congela la discusión como si fuese un terremoto, todos se quedan quietecitos en su lugar, no es por su propio tono, sino por la mueca jodidamente confusa que arroja Ash y lo lamenta—. No es justo que se vea atormentado por sus hermanos.

—Se lo merece.

—Tal vez hizo algo terrible en el pasado y está pagando por eso. —Le da la razón—. Pero no es justo que lo juzguemos solo por lo malo, Yue es mi amigo, me salvó la vida de Marvin Crosby.

—¿Marvin? —El nombre le gatilla una arcada y no lo culpa.

—Eres inteligente, Ash. Si quieres que te ayude, ayúdalo primero. —La tripulación se queda mirando anonadada la escena, es como si Eiji hubiese hecho algo completamente impensable e irracional al confrontarlo, no obstante, puede vislumbrar en esos ojos verdes la necesidad de ternura, no teme.

—Bien. —Finalmente gruñe—. Pero te quedarás atado hasta que hagamos el ritual.

—Al menos podrías ponerme una silla, ¿sabes?

—Una silla se caería con el movimiento del barco.

—¿Tan terrible eres navegando que no lo puedes mantener estable? —Bufa, alzando un mechón de tinta por encima de sus crespas pestañas—. Si que apestas.

—¡Deberías tener cuidado con tu lengua!

—Deberías haberla probado cuándo te la ofrecí. —Entonces se relame con mucha lentitud, como si tuviese una capa de caramelo brillante recubriendo sus labios, es tentador—. Es una pena, ya perdí el interés por tenerte como mi amor verdadero desde que te han domesticado, solías ser indomable.

—Lo dice la víbora enjaulada.

—Gato doméstico.

—Serpiente escamada.

—Felino de segunda clase. —Wong tose, rompiendo este bucle maduro de discusiones.

—¿Significa que el puesto de verdadero amor se encuentra disponible? —A Shorter parece salírsele un pensamiento y aunque eso debería despertar una reacción agresiva e inclusive venenosa en Yue, lo que recibe es un tierno rubor, unos ojos muy grandes y una tímida rosa floreciendo tras su oreja.

—C-Claro que no. —Vaya, al parecer no acostumbra a los cortejos, qué interesante—. Eiji, cariño. —El tono con el que lo llama es aterciopelado y ligero, busca conseguir reacción de Ash, es tan obvio e infantil que le generaría un sentimiento punzante sino fuese por el puchero indignado del lince de Nueva York—. Ven a mi lado, necesitamos charlar algunas cosas en privado de estos trogloditas.

—¡Yo no soy un troglodita! —Sing gimotea, aferrándose a la chaqueta de Shorter con despecho—. También quiero hablar cosas de adultos.

—Bien, puedes venir. —Yue suspira como globo desinflado—. Convoco reunión de mis secuaces. Eiji ve a poner la tetera, muero por un poco de jazmín.

—Ni lo sueñes. —Y entonces el capitán arrima a Eiji sobre su hombro como si fuese saco de patatas, es primitivo, tonto y le ha descompasado el corazón—. Me lo quitaste por demasiado tiempo, es mi turno de ponernos al día en el cuarto. A quien se le ocurra molestarnos mientras estamos en nuestro nidito de amor la pagará con más que un colmillo. —Tragan duro al unísono—. ¿Entendido?

Yes, boss!

Y aunque generalmente esta clase de reacciones tan dominantes, infantiles e incluso propasadas lo molestarían en alguien más, en alguien como Mizuno o cualquier otro ser humano sobre la faz de la tierra, quiere que Ash le muestre más de esto, no lucha ni reclama cuando lo acomoda con la ligereza de una pluma encima de su cama, tampoco cuando se acomoda arriba de él con una expresión triste, tan triste que le quiebra el corazón y lo incita a consolarlo. En el fondo, este enamoramiento no ha cambiado.

—Ash...

—Estaba tan preocupado. —Musita, la capa no tarda en cambiar de un imponente manto de sangre a una mullida mantita de polar que lo envuelve, tanto su cola como sus orejas quedan al descubierto bajo la brisa salada que se cuela a través de la cortina, es una imagen dulce, tiritona e increíblemente vulnerable—. Temía nunca más volverte a ver, no entiendo qué piensa ese tipo.

—Oh Ash. —Sus orejas de lince se han bajado, su cola se ha aferrado posesivamente en su cintura, desprendiendo de su calidez paralizante contra el corsé—. Mi dulce Ash.

—Haces trampa cuando me llamas así.

—Lo siento por haberte preocupado. —Eiji abre los brazos, más, no empuja, no sin consentimiento previo y explícito. La habitación está realmente oscura a pesar del alba, sus piernas se deslizan con suavidad entre las del rubio, el toque le hiela los músculos, sino hiciese tanto calor temería estarse congelando—. Para mí también fue duro tenerte lejos.

—Por favor no vuelvas a desaparecer así, no lo soportaría. —Su frente cae encima de la de Eiji, no duda en rodearlo entre sus protectores brazos, es reconfortante, es familiar y es hogareño, se siente bien ser sostenido de esta manera por el lince—. Me romperías el corazón si lo hicieras. —Entonces, el aire se llena de una intoxicante bruma entrelazada a un sonido extraordinariamente adorable.

—¿Estás ronroneando?

—Cállate.

—¿Tanto me extrañaste? —Le pregunta divertido.

—No me molestes, mi maldición resulta haberte tomado cariño.

—¿Solo tu maldición? —Lo empuja un poco más fuerte—. Según recuerdo gritaste que yo era tu Eiji al momento del rescate, eso fue bastante heroico.

—Cállate y deja que mi maldición se desahogue en paz. —No se inmuta cuando Ash tensa el abrazo aún más, presionando su mentón contra el desastre pajoso que debe ser su cabello, escucha los latidos disonantes que rompen en su fornido pecho como olas ante el mar, le corresponde el toque, recorriendo su espalda con dulzura y suavidad—. Te has convertido en un problema.

—¿Yo? —La voz del mestizo escapa nerviosa en un crujido, Ash se está restregando como si quisiese marcar su territorio y no le desagrada la idea, al contrario, le fascina que lo considere digno, piensa que los felinos domésticos se tienden a frotar para marcar sus zonas favoritas, se cuestiona si es lo que está haciendo Ash y adora esa idea.

—Tú. —Ronronea en su oreja—. Solo tú.

—¿Por qué? —Ash hunde su nariz contra su cuello, libera un jadeo, es como si estuviese embriagado por su aroma y eso es demasiado.

—Porque ya no creo poder vivir sin ti. —Su aliento le golpea la oreja, se siente húmedo y caliente.

—No quiero ser tu debilidad.

—Permíteme corregirte. —Lo dice suave, tomando su mentón entre sus palmas, derritiéndolo con esos ojos tan verdes que ya no puede respirar—. No quiero vivir sin ti. —Entonces su corsé traduce todos los sentimientos que se arremolinan y estallan en su pecho convirtiéndose en una sinfonía de grabados con flores revestidos en un intenso escarlata. Curioso, el rojo simboliza sangre y pasión.

—Maldición. —Se queja encogido al vislumbrar ese jardín de flores con significados más pomposos que el anterior, pero una de estas plantas capta su atención, es la que se ha extendido alrededor de todo su pecho como maleza, bordeando los elegantes costados del corsé, son tulipanes, más de los que puede contar—. Estoy sufriendo enamorado. —Se dice a sí mismo sin gracia.

—¿Qué?

—N-No es nada, esta cosa mágica cambia a su merced.

—Parece que le gusto. —Intenta retroceder pero se encuentra entre la espada y la pared, o más bien, entre el corpulento pecho de Ash y la capa—. Parece que te gusto, onii-chan. —Traga duro, se encuentran demasiado cerca y está mirando sus labios demasiado fijo.

—Deja de mirarme así o me haré la idea equivocada. —Le suplica, de pronto está débil, realmente débil para luchar contra esos jades.

—¿Cuál sería la idea equivocada? —Pero Ash no retrocede, al contrario, se relame en una invitación.

—Casi pareciera que me quieres besar. —Entonces los toques del lince descienden hacia su cintura, lo atraen sin vergüenza contra su torso, debilitándole las piernas.

—Eiji Okumura. —Su nombre escapa como un rugido grave, alza el mentón expuesto, enfocando su atención en el rostro de Ash, presenta la mandíbula tensa, sus mechones de oro caen sobre su frente y yace una mirada que a pesar de encontrarse cansada tiene una intensidad tan grande que puede quemar el cuarto entero—. Te he querido besar desde que estábamos en Izumo.

—Ash. —Su iris chispea con blanco y de repente lo cierne aún más contra su pecho—. ¿De verdad...?

—He estado intentando controlarme porque no quiero forzarte a nada... —Eso es suficiente—. Pero ya no puedo luchar más contra ti, lo siento si...

—Bésame. —Suplica.

—¿Qué?

—Bésame como si me amaras.

Y Ash murmura algo tan bajito que Eiji no lo puede oír, pero se hace una idea bastante nítida de eso que pretende transmitir mientras desliza sus gruesos dedos por su manzana de Adán para derretirse contra su mentón, le pide que separe los labios para que pueda sentir el fresco de su lengua con un roce de dientes, le ha tirado el labio inferior y cada caricia lo lleva al cielo de ida y vuelta. El japonés permite que lo toque cómo se le antoje, una nueva clase de sensaciones se arremolinan en su pecho, sensaciones que no había sentido nunca, tan suaves como la seda y tan intensas como los chispazos que quedan en lugar de estrellas, sensaciones única y exclusivamente dirigidas a Ash Lynx.

La lengua de Ash se siente extraordinariamente bien fundida en su esencia, es un sabor adictivo del que jamás podrá recuperarse, es eléctrico, intenso y fogoso, se aferra a su cabellera rubia, deseando que lo arrastre al infierno y más allá, no puede luchar contra Ash, esto es todo, se rinde y queda a merced de este depredador, concibe el roce de sus dientes como endorfinas encima de su frágil piel, anhela más, mucho más de él.

—A-Ash... —Se aferra aún más a esos mechones dorados, tirando de ellos a causa de la excitación.

—Trata de controlar tus gemidos. —Se burla, enroscando sus dedos alrededor del corsé, hundiendo sus dientes en el delicado cuello del mestizo—. Eres delicioso, quiero besarte para siempre.

—Entonces hazlo. —Lo desafía—. Quédate a mi lado y bésame para siempre.

Y lo hace, joder lo hace. Se besan como si el universo se acabara, como si el mundo se desmoronara a sus pies, como si el buque se hundiera y este fuese su último segundo de vida, se besan con ternura propia de un primer amor y con la suavidad del amor de su vida. Se besan hasta que no dan más, se saborean, se anhelan, funden sus latidos y sangran añoranza.

—Lo siento. —Y Ash se disculpa dejando caer esas palabras encima de su hombro—. Me prometí no hacerte esto, me prometí que me mantendría alejado porque te mereces a alguien mejor, a alguien que no esté maldito, alguien que te pueda garantizar una vida larga y feliz, pero yo... —Y de pronto, esos ojos se encuentran repletos de lágrimas—. Te amo, Eiji.

—Ash.

—Estoy perdidamente enamorado de ti desde que me salvaste en Izumo, te robaste mi corazón, he intentado tenerlo de regreso, incluso en tu lejanía pero no vuelve, parece haber construido un hogar en ti y ya no sé qué más hacer, lo siento.

—Oh Ash. —Lo llama, limpiando esas lágrimas cristalinas que caen como tormenta hacia sus mejillas sonrosadas—. Lo siento por no decírtelo antes. —Porque ha sido difícil poner sus sentimientos sobre la mesa con claridad en un mundo de magia donde la magia se condena—. Yo también. —Murmura bajito y se fuerza a no hacerlo, si existe certeza alguna es esta—. También te amo.

—¿Qué? —Y el lince luce casi ofendido por esa confesión—. ¿Por qué? —Recuerda la conversación que tuvo con Sing en el barco de Yut-Lung y se ríe, ha sido obvio todo este tiempo, ¿no es así?

—Porque eres tú, así de sencillo.

—¿Qué quieres a cambio? —Le hiere que piense así, pero no lo frena, nunca lo ha frenado ni lo hará.

—Nada, te amo porque eres tú, con tu historia, con tus cicatrices, con tus defectos, con tu maldición, con todas esas cosas malas que pueden lastimarte y también con las cosas buenas, lo amo todo, ya deja de buscar otra explicación más lógica porque no la hay. —Y a diferencia del más joven, Ash Lynx se mira completamente conmocionado por tan inocente confesión aunque es la verdad—. Te amo, no busco algo a cambio de este amor, no quiero nada de ti, solo te quiero a ti.

—Eso no tiene sentido.

—Solo puedes ser tú quién tenga mi corazón, resígnate y acéptalo.

—Romperé tu corazón, esta maldición va a terminarnos matando.

—Entonces hazlo. —Eiji aprieta sus manos, paralizando los movimientos del más joven, atrapándolo con un simple pestañeo nostálgico—. Entonces toma mi corazón y rómpelo en miles de pedazos, no me importa mientras lo hagas tú. Pero no me pidas que me arrepienta por haberme arriesgado, por apostar por ti, porque lo haría otra vez de la misma manera.

—Eres tan irracional. —Se queja con una tímida sonrisa, los girasoles se alzan de su corsé en busca del sol—. ¿Acaso no tienes sentido de supervivencia?

—Me ha ido bastante bien con mi sentido de supervivencia. —Bromea—. Estoy acá entre tus brazos, ¿no es así?

—Lo estás. —Y Ash le acomoda un mechón detrás de la oreja con tanta pero tanta devoción que Eiji se vuelve esclavo—. Mataré a Shorter si me haces pasar por un susto así otra vez.

—¡Ash! —Gimotea—. ¿Qué tiene que ver Shorter en esto?

—Daño colateral. —El japonés bufa indignado, intentando quitárselo de encima en vano—. ¿Estás seguro de hacer el ritual con Yut-Lung? —La atmósfera adquiere un resqueme salado, el barco mece sus tablas bajo el arrullo del mar, el corazón le presiona en una sinfonía dulcemente dolorosa—. Sé que el tiempo pasa diferente en su barco, posiblemente para ustedes fue una eternidad encerrados, pero aún así no me fío de él ni de su amistad.

—Fue una eternidad solo porque estaba lejos de ti.

—¿Eh? —El lince le sonríe con travesura—. Mírate, ya te estás portando coqueto conmigo. —Ambos se encuentran tenuemente ruborizados ante el otro, no se han soltado, no quieren hacerlo.

—Es natural contigo. —Bromea aunque no del todo—. Y sí, estoy seguro. Lo hubieras visto, tú tenías razón cuando me dijiste que le hizo un favor al extinguir al clan, ni siquiera puedo imaginar lo terrible que debe ser encontrarse atormentado por quienes te hicieron tanto daño, no quiero eso para Yue. —Ni para nadie en realidad—. Además, tendremos el mapa hacia las sirenas.

—Me estás chantajeando con tu ternura.

—No. —Lo corrige—. No caería tan bajo ahora que te puedo chantajear con besos.

—¿Me vas a chantajear con besos? —Eiji asiente satisfecho, le duele la cara de tanto sonreír, más, no puede evitarlo, realmente este encuentro ha sido revitalizante—. ¿Eso en qué nos convierte?

—No sé. —No se acobardará ahora—. En pareja supongo.

—Es una terrible manera de pedirme que sea tu novio.

—Bien, entonces no te pediré nada. —Ahora está amurrado.

—Muy tarde. —Ash le besa el mentón en un ronroneo—. Acepto. —Y esto es tan tonto que no logra sostener más su furia falsa—. Acepto y te amo.

—Americano idiota.

—Mi descuidado japonés.

Se besan hasta no poder más.

Y quizás Ash tenía razón al decirle que estaba maldito y no podía garantizarle una estabilidad, a decir verdad Eiji ni siquiera se profesa seguro de querer una, solo sabe que ama a Ash, que lo ha amado siempre, incluso antes de entablar su primera conversación ha ansiado aquella bestia lastimada que destrozó el puerto de su isla y lo quiso aún más cuando lo incitó a dejar su zona de comodidad, Ash le enseñó a soñar, a forjar sueños perfectos siendo ambos imperfectos, le enseñó a compadecerse con una crueldad autoimpuesta, le enseñó a reír, le enseñó a ser infantil y a tomar decisiones adultas que fuesen dignas. Le enseñó historias sobre su hermano mayor y lo hizo desear escuchar las otras, aunque más que nada, lo hizo desear volverse parte de sus historias cualquiera que sea el costo, así que lo hará, se mantendrá a su lado.

Aunque el mundo entero esté en su contra, él siempre estará a su lado.

Y quizás eso es estar enamorado, le dolió que hace meses Ash en la tienda hubiese dicho que no le gustaba de la misma manera en que le dolió separarse sin poderle decir adiós, y tal vez, el Eiji de ese entonces tampoco estaba enamorado de Ash, es cierto, lo había acompañado en su travesía, fue su zona segura para sus heridas y lo acogió, pero luego de este beso teme que no solo se ha enamorado sino que ha caído en picada en el amor, se ha sumergido hacia las profundidades, lo quiere todo de Ash y quiere que Ash lo tenga todo de él.

«Mi alma siempre estará contigo», piensa en la frase maldita y le da risa.

Porque suena a algo que Eiji le diría a Ash.

Qué curioso.

Salé con una sonrisa boba del cuarto de Ash para darle la buena noticia a Yue, cumple con el capricho de prepararle una taza de té, acomoda una silla frente al mástil, sin embargo, el lince tenía razón al mencionarle que acabaría volcado por los inestables movimientos y justamente así ocurre, al menos eso hace reír al prisionero quien se mira mucho más tranquilo a pesar de sus pupilas enrojecidas, es probable que haya sufrido de la visita de alguno de sus hermanos en este lapsus y le duele.

—Lograste convencerlo. —No es una pregunta.

—Así es. —Pero le da una respuesta, alzando la taza de té directo a los labios del villano quien bebe sediento del jazmín, le ha puesto sus esencias preferidas y la cantidad justa de terrones de escamas, si bien, no sabe con exactitud cuánto tiempo pasaron juntos en su barco a Eiji le resulta una vida a su lado y al de Sing—. Te van a liberar para que hagas el ritual.

—¿Tienes la estrella?

—Justo en mi bolsa. —Entonces apunta al saco improvisado amarrado en su corsé.

—¿Pusiste una estrella en esa cosa mugrienta? —Yue controla su tono irritado con lo que pretende ser una sonrisa—. Qué encantador, no es como si mi futuro dependiese de que el remedo de sábana se mantenga atado a las varillas de esa cosa fea, mi vida debe ser muy importante para ti.

—No te exaltes. —Bufa, dándole una segunda probada al líquido—. Sino fueras importante para mí no habría canjeado la estrella de un inicio, ¿no es así? —Y de repente, la atmósfera cambia.

—Eiji... —El tono de Yut-Lung se torna deliberadamente bajo y calmo, como canto de luciérnagas—. ¿De verdad estás bien con eso? Tuviste la oportunidad de saber más sobre tu pasado.

—¿No debes pagar con un trozo de alma esos créditos? —Asiente con suavidad, sus largos cabellos se balancean contra el mástil, enredándose entre los clavos oxidados—. Aquello me hace pensar en dos cosas: o mi madre tenía mucha alma para dar o hizo algo realmente malo o peligroso y por esto me dejó un recado. O quizás, incluso me dejó una deuda que pagar, no sé, de cualquier manera no me quería enterar así, necesito escucharlo directamente de ella o de... Alguien.

—Entiendo ese sentimiento. —Yut-Lung lo invita a tomar asiento a su lado, obedece—. Aun si tengo muy idealizada a mi madre sé que no era una mujer completamente limpia, hizo cosas horribles tras asociarse con mi padre y conocer a mis hermanos, pero me es más fácil ignorar eso y tenerla en ese altar, tapar el sol con un dedo. —Ríe y Hua-Lung aparece, acechándolo del otro extremo de la proa.

—Lamento que las cosas se hayan dado así con ella. —Eiji no sabe por qué se disculpa—. Lamento haberme inmiscuido así en tu proyección también.

—Eso... —El más joven frunce la mandíbula, reticente—. Usaste la voz de una sirena conmigo.

—No sé. —Es sincero, estira sus pies encima de los viejos tablones de madera, consiguiendo arrancar un gruñido de Fish Bone—. Sing debió asumir que contaba con ese poder, no sé lo que hice.

—Eiji.

—Pero un mestizo no debería poder hacer eso ¿no?

—Quizás eres más sirena. —Especula en un tono dudoso—. Creo que tienes razón sobre tu madre, deberías desconfiar de ella. —Eiji parpadea con curiosidad, entablando un contacto visual profundo e intenso, es más oscuro que el océano y más hambriento que altamar.

—¿Por qué?

—Ese amuleto que llevas en el bolsillo se encuentra cargado de demasiada energía, es mágico y no es simplemente de protección, es como si llevaras un letrero fosforescente que te apuntara y gritara que eres una sirena aunque no sea verdad, tal vez quiere desviar la atención de ella y los suyos hacia ti y no eres más que un cazabobos. —Se arrepiente al instante, mordiéndose la lengua—. Lo lamento por ser tan cruel, no quería. —Pero Eiji niega.

—Tienes razón. —Y acepta que probablemente su mamá no es lo que desearía, si ella lo fuera no se encontraría sin pasado en este barco—. Espero poder encontrarla o encontrar a ese tal Blanca para conseguir respuestas. —Especula en voz alta, permitiendo que Yut-Lung se acerque y compartan la tibieza aún atado en el mástil—. Pero por el momento, vamos a liberarte de eso.

—Gracias. —Y un tímido clavel nace al son en su oreja—. Gracias por creer en mí.

Mi amistad es fuerte y sincera, le dice la flor.

Mi amistad es pura para ti.

—Cuando quieras.

El ritual para liberarse de la maldición tiñe al cielo de un tono más oscuro y espeso que la brea, una vez Yue se encuentra en libertad, usa la estrella para convocar su propio cosmos, los integrantes del clan se despliegan en una podredumbre fantasma con sus ojos de cascarón de huevo y sus recuerdos de sangre, la tripulación permanece en silencio durante este intercambio de magia negra. Yut-Lung alza los brazos ante el cáliz ahora anaranjado, levita un par de centímetros del suelo del barco, hace lo imposible posible, la sangre de la copa se desborda, flotando a la orden de sus manos y al son de esos despiadados ¡zas!

Zas. Zas. Zas.

Y un latido de corazón ruge junto al océano.

Ash lo protege con su capa, resguardándolo de los hermanos de Yut-Lung y de la tormenta, el cielo se oscurece cada vez más y más, Yue pierde el color, impresiona muerto, se ha vuelto de pálido tan profundo que parece fantasma, la sangre se junta entre sus manos, las palabras que recita en aquel idioma prohibido apagan cualquier atisbo de luz, incluyendo las lámparas de petróleo y el reflejo de la luna, Eiji siente el frío aliento de la muerte por doquier, rondando en busca de una maldición aún sin consumar. Dura solo un par de minutos, pero a él se le hace una eternidad.

Y con un último ¡zas! La sangre desaparece del cáliz y empieza a llover rojo, los Lee arrojan un alarido vengativo de perro moribundo antes de derretirse como una grotesca plasta contra el piso, la sangre no deja de caer, provocando que la tripulación esboce una mueca de asco, la podredumbre se vuelve insoportable ante los cadáveres de los fantasmas, Bones vomita en un barril, Alex tiene que taparse la nariz y Shorter se encarga de que Sing no vea de más, irónico considerando que los confrontaron durante meses.

—Esto solo es un parche que me compra tiempo. —Proclama con un eco sobrenatural—. Mientras no tenga mi corazón, no cambiará nada.

—Entonces vamos por una sirena. —Ash vuelve a tomar el mando, su melena dorada se encuentra embarrada de sangre que pende hacia sus pestañas, es una imagen imponente, recuerda la historia de Sing acerca de Arthur y la destructiva naturaleza del lince y teme—. El mapa. —Yut-Lung procede a desabrocharse las primeras varillas del corsé para sacar un viejo lienzo amarillento.

—Solo hay un problema, Lynx. —Escupe, extendiéndole con reticencia la pieza—. Nadie sabe leerlo.

—Oh... —Una sonrisa felina enciende sus pupilas—. No creo que eso sea un problema, conozco a un experto leyendo mapas.

—¿Y dónde está ese experto? —Sigue lloviendo sangre, todos se encuentran empapados, la escena es extraordinariamente escalofriante, aunque no tanto como la normalidad con la que se la toman.

—En prisión. —Tararea—. Es hora de ir por mi cuñado.

¿El MaxGriff estaba planificado en esta trama? Absolutamente no. ¿Termine sucumbiendo a mis bajos instintos por esta ship? Hell yeah. Lo siento, están demasiado dentro de mí ahora, no puedo sacarlos. Pero sin más detalles, el viernes nos vamos a prisión. Muchas gracias por tanto.

See ya.

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