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13. River.

Hi~ Okey, hoy iniciamos el arco de Yue, debo decir que los primeros dos capítulos de este son medios densos y de contexto, así que lo siento pero tolerenlos que despúes de eso se vienen momentos muy divertidos y dulces, pero primero necesitamos ir desentrañando a Yue y las repercusiones que genera en nuestros protagonistas que no son menores, sin más que decir, muchas gracias a quien lee.

¡Espero que les guste!

—¿Qué se siente saber que esta vez yo te robaré el corazón, sirena?

Cuando el dolor cesa recuerda esas palabras en ciclos. Le prometió a Ash que volvería con el encargo antes de que la tormenta empeorara, se despidió con esa adorable expresión, sí, esa de ojos abiertos tan pero tan verdes que lo hace cuestionarse si el resto de los verdes son genuinos ante lo incoloros que lucen en comparación, sus mejillas se ruborizaron levemente con el apodo: «onii-chan», tarareó con una sonrisa de Cheshire que escondía un alma fervientemente infantil «no te distraigas y vuelve pronto, onii-chan», y Eiji le prometió que regresaría antes de que amaneciera. Lo despidió alzándose en la punta de sus pies, acariciándole la barbilla, memorizando esas pestañas doradas y luego...

¿Luego?

Yut-Lung Lee.

El dragón de luna.

—Mhm. —Ese trémulo quejido es lo único que logra escapar de su garganta, la tiene seca y punzante en un adormecimiento que lo hace pensar en veneno, las palabras caen con pesadumbre encima de su lengua, sin llegar a huir jamás, se profesa ido, separado y aislado al mismo tiempo, todo de un solo golpe—. ¿A-Ash...?

—No, no, no. —El canturreo se escucha victorioso, como si fuese el himno de los caídos recitado en pleno campo de batalla—. Guarda tus energías para más adelante. —Se ríe—. Las necesitarás.

¿Dónde...?

Zas. Zas. Zas.

La cabeza le duele un infierno, ya no concibe sus extremidades, ni su cuerpo, ni sus latidos, de hecho, ha dejado de tener el control de su corazón y eso le resulta extremadamente doloroso, a veces late con una ferocidad tan intensa que siente que morirá de un ataque cardiaco y quizás lo hace, porque luego se queda quieto, realmente quietecito, como si un solo pulsar se extendiese por una infinidad, no sabe dónde ni con quién se encuentra, sin embargo, la imagen de Ash arde en su mente de tanto en tanto. ¿A esto se refería Ibe sobre caer en las manos equivocadas?, ¿este era el dolor que ansiaba ahorrarle? Debió escucharlo, así por lo menos, no ardería tanto.

—Despierta. —Y con esa simple orden abre los ojos de golpe, no logra enfocar su mirada en ningún lugar, todo se mira como si estuviese sumergido o más bien, asfixiado, no hay oxígeno suficiente en el cuarto, siente que sus pulmones se encuentran repletos de líquido—. Así me gustan, obedientes.

—¿Dónde...?

—Ah. —Con otro chasquido su corazón se detiene, Eiji intenta apretárselo para aplacar el dolor, no obstante, ambos brazos se encuentran atados a un mástil, igual que cuando Ash estuvo retenido en Izumo—. Hablarás cuando yo te lo ordene, ¿entendido?

—S-Sí.

Zas.

Sus dedos vuelven a friccionar, regularizando sus latidos otra vez.

—Buen chico. —Eiji puede contemplar un par de elegantes botas de cuero negras aplastar un piso de madera que se mueve, seguramente están en un barco, pero no tiene tiempo para pensarlo, esos adornos de oro que se extienden como enredaderas alrededor de los cordones lo deslumbran tanto que debe entrecerrar los ojos—. Ahora, responderás mis preguntas. —No es una interrogante.

—Sí.

—Bien, nos vamos entendiendo. —Pero el tirón en su cabello le exige una respuesta, se siente como una muñeca de trapo rota a la espera de ser amada, de ser cogida desde fondo de la caja de juguetes y cobrar vida en los movimientos de su dueño—. ¡Pero qué maleducado soy! ¿Dónde quedaron mis modales? —Su tonillo es tan meloso que le podría sacar caries—. Soy Yut-Lung Lee.

—E-Eiji...

Zas, su corazón se detiene otra vez.

—Sé quién eres, Okumura. —Zas, vuelve a latir—. No me hables a menos que te lo pida claramente, no me queda ni tiempo ni paciencia para lidiar contigo. —Se limita a asentir, junta la fuerza necesaria para alzar su cabeza y...

Lo detesta a primera vista.

Es raro, Eiji jamás ha detestado a alguien, no a un nivel visceral al menos, pero Yut-Lung se encuentra rodeado de un aura tan maligna y densa que casi parece manifestarse en una capa negra alrededor, está hecho de todas las cosas que el mestizo no posee, ese contraste también lo abofetea aún atado en su prisión de cuerdas y madera. A Pesar de ser más bajo y joven, exuda poder en cada respiración tiritona, tiene una mirada feroz e imponente, puede ver al rencor arremolinado en su iris de un tono tan oscuro que podría confundirse con negro aunque vislumbra pintas de morado, una larga melena entintada y lisa cala hasta su cintura ceñida por un corsé de cuero negro a juego con una camisa con volantes de un cárdeno feroz e implacable con puntas ensangrentadas.

Nunca había visto algo así ni lo creía posible, si bien, Ibe le advirtió levemente sobre el uso de magia negra a través de cuentos infantiles, no pensó que fuese tan violento a primera vista, le conmemoró a Ash de cierta manera y a la vez, no.

El sol y la luna, eso fue lo que pensó.

—Vas a darme un deseo. —Ordena, incluso su voz es la antítesis de Eiji, ligeramente aguda y cargada de un acento seductor que no consigue identificar—. Sirena. —Entonces parpadea, si al principio no le dio relevancia al malentendido definitivamente ahora lo hace—. Vas a concederme un deseo tan poderoso que incluso llegarás a desafiar a un demonio, pero no te estoy dando más opción.

—Creo que ha habido una confusión—. Zas.

—No, no la ha habido. —Zas.

—No soy una sirena. —Jadea exhausto, no cree que sea bueno alterar de esa manera el pulso.

—No intentes engañarme. —Yut-Lung se inclina, no está sonriendo, pero apenas entablan contacto visual se relame los labios y su tono se profundiza tanto como su iris—. Sé perfectamente quién eres porque tú preciado amuleto me llevó a ti.

—¿Qué?

—Sabía que ese egocéntrico de Ash estaba tratando de buscar una sirena, me usó porque quería mi mapa, pero al parecer las encontró antes que yo. —Escupe su risa como si pudiese expulsar su dolor, Eiji casi puede ver a las palabras sangrar hacia la alfombra—. Y mira, se quedó con una de mascota.

—¡Esto es un malentendido! —El pánico corta sus cuerdas vocales, sus articulaciones duelen, la soga quedó demasiado ceñida a sus muñecas y las romperá si batalla más—. No soy una sirena.

—Me cansé de este espectáculo. —Yut-Lung le aprieta las mejillas con una expresión animal—. Me vas a dar lo que quiero y cuando quiera, Okumura.

—¿O sino qué? —Se arrepiente apenas pregunta, porque una sonrisa juguetona se ha posado en el rostro del más joven y mierda, le da un mal sabor.

—Esperaba que dijeras eso.

¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!

Y es así de simple para Yut-Lung jugar literalmente con su corazón, nunca baja su frecuencia al nivel de matarlo y si lo ha llegado a matar lo ha revivido de inmediato, pero lo encierra en ese limbo mero de dolencias y penurias. Algunos días se encuentra atrapado e inerte en aquel mohoso cuarto mientras el piso se mueve, con las muñecas tan rojas por tironear de la cuerda que le sorprende no se haya roto, con el cuerpo débil y desconectado, ido, vacío, reducido a un fofo recipiente de alma intermitente. Otros días se encuentra repasando sus memorias en Izumo, en Ash, en los brazos de Ibe, quería regresar a ese confort, pero la piel le sangra por culpa de la fricción cada vez que lo intenta y el aroma se ha vuelto insoportable.

Ibe, Akira, Mizuno, Shorter, Sing, Bones, Kong, Alex. ¿Estarían preocupados por él?

Ash.

¿Habría sido capaz de cumplir con su promesa si no hubiese acompañado a Sing o estaba condenado de antes? Tal vez él era el verdadero maldito y quizás esto era lo mejor, se sobreestimó al convencer al resto y a sí mismo que no le importaría enfrentar a alguien literalmente hechizado en magia negra, dijo que el miedo quedaría atrás, se dijo que lo intentaría porque había cambiado, pero en el fondo, no es verdad.

Eiji todavía es un mestizo. Y de repente, siente muchas ganas de llorar, de llorar por todo lo que ha sido, por todo lo que pudo ser, por cada antigua cicatriz, por cada palabra de menosprecio, por cada herida de abandono, por cada alegría, por cada vergüenza, por cada risa y discusión tonta que tuvo con Ash, por la alegría de haber tenido un papá a pesar de ser huérfano de Izumo, por haber dejado esa isla de seguridad y haberse aventurado, aunque saliera mal, aunque saliera horrible, lo hizo, así que está bien, sigue siendo él mismo, no dejará de serlo incluso si pide un deseo, pero de igual forma se ha convertido en alguien diferente.

En alguien más Ash Lynx.

Así que aguanta.

¡Zas!

Noche tras noche aguanta las visitas de Yut-Lung Lee.

¡Zas! ¡Zas!

Y una noche...

¡Zas! ¡Zas! ¡Zas!

Yut-Lung llega siendo humano, no monstruo. Se encuentra visiblemente ebrio y magullado, su larga y lustrosa cabellera negra es un desastre sudoroso pegado a su rostro repleto de suciedad, sus uñas se crispan contra las rodillas de Eiji, de repente se mira frágil, como si aquella imagen previa hubiese sido una fachada o una de las ilusiones de Sing. Puede estar buscando empatizar con quien no tiene ni una pizca de justificación, lo vislumbra, no va a compadecerse mágicamente de quien literalmente ha estado jugando con su corazón, teniéndolo al filo de la muerte quién sabe cuánto, solo le resulta curioso, se ve muy lastimado y se cuestiona cuánto le dolerá.

—Por favor. —Y su voz se quiebra como si fuese un vidrio, salpicando cristales ambarinos por todas partes, arremetiendo en tenues ondas que estallan como bombas atómicas—. Por favor concédeme un deseo, ya no sé cómo hacerte reaccionar, ya no sé... —Su tono se encuentra lánguido por el obvio consumo de alcohol, su aliento apesta.

—Yut-Lung. —Apesta a putrefacción, vino y muerte, a magia negra—. No puedo concedértelo. —Y es acá cuando se percata que la magia negra literalmente está consumiendo a su adversario, alzando sus raíces brillantes como las cenizas pero más oscuras que el petróleo desde la punta de sus yemas hasta las venas de su muñeca ¿o es al revés?—. Lo lamento.

—¿Entonces por qué? —Sus puños se tensan encima de su regazo, el fuego envuelve su iris de forma progresiva, es un incendio que lo consumirá todo, incluyendo al propio Eiji y si es necesario al propio barco—. ¿Por qué estás a su lado?

—Somos amigos.

—¿Amigos? —Y entonces, ladea la cabeza, como si algo se hubiese roto en su interior, aquel intenso y pestilente aroma se intensifica, Yut-Lung se está pudriendo desde dentro, ese veneno se expande denso y pegajoso en cada latido y golpe de su inexistente corazón, las arterias lo llevan, las venas lo devuelven y con cada viaje por su cuerpo deja un depósito que al final todos los órganos, los vasos sanguíneos y las células se encontrarán contaminadas—. ¿Hablas en serio? Él está maldito.

—Lo sé.

—¿Acaso no te importa? —El despecho desgarra su voz en un horrible alarido—. ¿Acaso eres tonto para mantenerte a su lado? Las maldiciones lo consumen todo.

—Ash es fuerte, no lo consumirán a él.

—Qué ingenuo eres.

—¿Y qué sería mejor? No lo abandonaré, no si me quiere a su lado.

—¿Qué puedes hacer tú para ayudarlo? ¿Su amigo? ¡No me hagas reír! —Su matiz se torna histérico, sus mejillas se hayan succionadas en un pálido enfermizo, se ve mucho más débil que las noches de antes, se ve mucho más... Vulnerable—. ¿De verdad crees que estás a la altura, comparándote con Ash Lynx el inigualable? Él no necesita amigos, Ash es una bestia salvaje e incontrolable.

—No es cierto, Ash no es una bestia.

—Claro que lo es, solo estás tapando el sol con un dedo.

—Mientes. —Yut-Lung carcajea.

—Solo necesita a aquellos que le idolatran, y a los que, como Arthur, le desafían, no necesita a nadie más. Especialmente tú, que eres solo una carga para él. —Y por alguna razón, Eiji tiene la sensación de que esas palabras no van tan dirigidas hacia él, sino que son una especie de proyección—. Dices ser su amigo y ni siquiera quieres cumplirle un deseo. —Okey, necesita cambiar de estrategia.

—¿Para qué quieres un deseo? —No lo regaña paralizando su corazón al hablar o tal vez, no disfruta de la fuerza necesaria para hacerlo—. Ash me dijo que hiciste un trato con un demonio, tienes poder para controlar el corazón de las demás personas, ¿qué más puedes querer?

—Es verdad. —Se ríe, los truenos se cuelan por la ventana del barco, la noche se halla fría, tan helada que debe pegarse contra las abolladuras de madera en el mástil para calentarse—. Y aún así no pude robar el corazón de Ash por más que lo intentara. —Se mira derrotado.

—¿Por qué querías su corazón?

—Tal vez lo amo.

—¿Una persona sin corazón puede amar? —Esa pregunta enciende una chispa de interés en los ojos del más joven—. ¿O realmente creías que Ash era tu verdadero amor?

—Vaya. —Sonríe, relajándose en el suelo, retomando su porte elegante a pesar de la debilidad física, le da la impresión de que con un viento muy fuerte Yut-Lung se hará cenizas y se esfumará a través de la ventana—. Veo que te lo contó. —Lo toma del mentón en un ronroneo—. Deberías tener más cuidado conmigo, estoy siendo amable al pedirte el deseo, podría manipularte para que me ames y así me lo concederías sin chistar, estarías loco por mí.

—Entonces hazlo. —Lo desafía, no bajará otra vez la cabeza—. Manipula mi corazón para que haga tu deseo realidad.

—Yo no...

—No puedes. —Concluye—. Si pudieras ya lo habrías hecho así que estás atorado conmigo.

—Hijo de puta.

—Usaste tu poder para matar a tus enemigos pero no fue suficiente. —Proclama como si supiera de lo que habla, recuerda a Mizuno en estos momentos, siempre firme, exudando seguridad, esa es la cuestión con la confianza le dijo, nadie sabe si es real, solo debe fingirla, interpretar un papel—. Fue el castigo que merecías por codicioso. —Así que hará suya esta historia.

—Bravo. —Aplaude con ironía, es lento y desagradable—. Pero te ha faltado un pequeño detalle.

—¿Cuál?

—¿Crees en los fantasmas, Okumura?

—¿Eh?

—Si es así, no salgas de tu cuarto o te arrepentirás.

—No entiendo. —Y a estas alturas especula que es mejor no comprender, pero Yut-Lung sangra con esa sonrisa amarga, alza su mentón empapado de una inocencia robada, le muestra esas pupilas en una densa bruma de rencor y siente que su corazón corre más rápido que nunca, vio algo que jamás debería ver para sobrevivir, vio una parte con la que podría empatizar, vio rechazo y desprecio.

Vio a Ash sometido por Dino.

Vio a Shorter llorando por su hermana.

Vio a Sing que perdió a Lao por la guerra.

Y sobre todo, se vio a sí mismo.

—Si cumples mi deseo, no tendrás que entenderlo jamás. —Se levanta apenas, sus piernas tiemblan igual que botes de papel, pierde color y pierde vida, la deja gotear como la lluvia contra el navío—. No podrás esconderme más lo que eres, mañana te llevaré al río de la luna y me mostrarás tu forma verdadera, es imposible mentir en ese lugar.

Yut-Lung tiene una tripulación, aunque no los ve ni una sola vez esto le consta porque lo llevan entre varias personas a las afueras del navío al río de la luna, lo escuchó en una conversación ebria que la tripulación entabló, se dice que es capaz de mostrar la naturaleza genuina de cualquier criatura con una simple zambullida, debe decir que al principio se mostraba reticente, sin embargo, la seguridad que escurren esos ojos amatistas no le dejan más opción que ponerse nervioso, el lugar es precioso, se encuentra aislado de todo Nueva York, de todo el mundo, de todo el universo y de toda realidad, es un secreto del mundo a simple vista.

—Te lo advertí. —Sonríe, ordenándole que se meta y amenazándolo con chasquear los dedos sino.

El río de la luna.

El agua es de un cristalino despampanante, con cada suave onda impresiona nacer una constelación de puros diamantes, su cuerpo arde en un agradable cosquilleo reparador apenas pone un pie, está fría, tan fría que la siente calar hasta los huesos y aún así, le es acogedora, se mete de una sumergida y se queda un instante abajo, no sabe si se ha metido por él mismo o por el dragón de luna, no sabe si su cuerpo se profesa tan muerto por sus hechizos o la abstinencia de agua, no sabe si anhela que el río confirme sus mayores temores o le muestre un camino diferente. Se hunde más y más. El agua lo envuelve entero, forjando una tenue burbuja de irrealidad que se extiende un segundo donde el mundo es mágico otra vez, antes de romperse.

Y sale.

Sale transformado.

—¡Tú...! —Pero Yut-Lung se sobresalta furioso—. ¡No eres una sirena completa!

—¿Cómo puedes saberlo?

—Deberías estar relumbrando bajo la luna, pero solo me diste una patética transformación, es como si fueras la mitad, como si te faltara y eso no me sirve. —Brama, golpeando el piso con tanta fuerza que se enrojecen sus nudillos, el olor a putrefacción corta la noche—. Eres un remedo de sirena.

—¡Es lo que trataba de decirte!

—¡Eres el mayor insulto que puede existir para cualquier animal marino! No puedo creer que hayas manchado a una especie tan majestuosa con tu sangre de...

—Mestizo. —No tiene sentido esconderlo más, se cae el teatro—. Soy un mestizo.

—Da igual. —Se repone—. Estoy seguro de que podré obtener algo de ti, te venderé al mercado de traficantes o algo, ya me las ingeniaré. —No está hablando con Eiji—. Como siempre lo hago. —Sino para sí mismo.

Piensa en Yut-Lung Lee mientras lo vuelven a vendar y a cargar igual que un saco de patatas al navío, luchar ni siquiera es una opción si quiere mantener su corazón intacto, pero de alguna manera ya lo ha normalizado, es adaptación. Pese al poco tiempo que han tenido desdicha de compartir Eiji nota que la maldición es diferente en contraste con la de Ash, esta impresiona ser más violenta, sedienta y descontrolada, es como si estuviese devorando al portador por dentro, le da miedo pensar que así podría haber estado el lince según lo referido por Alex.

—¡Eiji! —No tiene tiempo para seguir divagando, esa voz le revienta los tímpanos apenas lo avientan a otro cuarto, el piso se encuentra más duro y parece más cerca del agua, es una habitación distinta.

—¿Sing? —Y entonces la venda se le cae y vislumbra al muchacho—. ¡Sing!

—¿Eres una sirena? —Oh mierda.

—No exactamente. —No se puede transformar, claro, ha perdido consciencia corporal gracias a los cambios de pulso que ha ejercido Yut-Lung y estas son las consecuencias o quizás sea un efecto tras haberse sumergido en el río de luna, no tiene ni la menor idea—. Soy un mestizo. —Le explica.

—¿Eso qué es?

—Mitad y mitad. —Se encoge—. Ni siquiera yo lo sé siendo sincero. —Eiji se arrastra hacia la pared más cercana, su cuerpo apenas consigue sostenerse a sí mismo, se profesa sumamente drenado, es como si la vida se le hubiese esfumado al fondo del lago aunque probablemente sean las secuelas por haber tolerado tantos encuentros con la magia negra, está cansado.

—Te estás descamando. —Sing se acurruca a su lado, su mirada se encuentra clavada en su colorida e imponente cola de sirena, aquellos refulgentes tonos cerúleos se han desteñido—. ¿Por qué?

—No sé. —Es verdad—. No sé nada en realidad, lo siento.

—No tienes que disculparte. —El muchacho frunce los labios, como si intentase contener centenas de preguntas con un cerrojo invisible.

—¿Por qué estás aquí? —Sus dedos se encogen sobre las polvorientas tablas de madera, no esperó que su primera vez de viaje en altamar fuese así—. Luego de que nos atacara yo te vi tendido sobre la acera, pensé que habrías llegado a salvo a Fish Bone.

—Supongo que me trajo para ver si le era de utilidad, me estuvo interrogando bastante sobre Ash y tú, pero cómo verás, no le fui de mucha ventaja. —Sing encoje sus rodillas hacia su vientre, sus ojos han adquirido un brillo de telaraña que le resulta deprimente, pero lo comprende, no es entretenido estar secuestrado y si se ha encerrado así en sus pensamientos es para sobrevivir—. Vamos a morir acá. —Entonces el más joven concluye, porque a pesar de todo...

—Sing. —Es un niño.

—Mi primera vez fuera de Nueva York y es para morir a manos de un desquiciado. —Suelta una risa azulada hacia las paredes mohosas del barco, el sarcasmo rechista en cada grieta de metal, la brisa les susurra el porvenir de una tormenta—. Shorter estaría tan decepcionado, me ha guardado acá como si fuese una especie de adorno, no entiendo, debería matarme y ya. —Le duele que hable con semejante crudeza de su vida, pero ¿acaso no todos la menospreciamos?

—Creo que si te dejó vivir fue por algo. —Eiji lo hacía constantemente en Izumo y lo volvió a hacer acá al dejarse aplastar por Yut-Lung, claro, la brecha de poderío es abrumadora, eso es indiscutible pero aún así, una parte de él se lo reprocha—. Eres el ilusionista más genial de toda la ciudad.

—Por favor. —Bufa—. No puedo crear más que luces y sombras para Shorter.

—Eso me pareció bastante genial en la tienda.

—Fue la actuación de ese idiota la convincente, es gracioso, las personas creen que Shorter tiene el poder de hipnotizar o algo así, cuando solo es un grandioso charlatán. —Y eso lo hace reír de verdad.

—Si él te escuchara te regañaría.

—Pero no lo veo por acá. —Y de pronto, el movimiento del barco se siente más calmo y sereno, sus latidos se vuelven a regularizar, debe haber una forma de derrotarlo además de la maldición, lógico es especular que tiene una debilidad—. Tu cola es realmente bonita.

—¿Eh? —Se ruboriza con violencia por el cumplido, da parpadeos largos y progresivos, digiriendo el cumplido porque no acostumbra a recibirlos—. Debí escucharte mal.

—Tu cola es realmente bonita. —Le repite—. ¿Puedo tocarla?

—C-Claro. —Entonces, las curiosas manos de Sing se acomodan sobre la delgada lámina céreo, es tibia y pesada, repasa desde las escamas alrededor de su cadera a la punta de su pie, consiguiendo que el dulzor del río se desprenda en chispas plateadas y polvosas—. Se siente un poco adormecida todavía, no la puedo volver a transformar.

—¿Puedes hacerlo a voluntad?

—La mayoría del tiempo. —Lo considera—. No heredé muchas cualidades de las sirenas además de la cola, pero al menos puedo escoger cuándo quiero usarla y cuándo no.

—¡Ah! —Y entonces sus ojitos se iluminan como si le hubiese dicho lo más genial del mundo, yacen repletos de asombro, ingenuidad y dulzura, cosas que creyó perdidas—. Eso es impresionante, eres una pareja digna de Ash, ya veo por qué le gustas tanto.

—Qué no le gusto. —Gimotea, dándole un coletazo al piso—. Somos amigos.

—Ajá.

—¡Hablo en serio! —Chilla.

—Otra vez con esta discusión. —Sing bufa amurrado—. Pensé que lo habíamos aclarado cuando nos conocimos, el sujeto estuvo dispuesto a destrozar nuestra tienda por ti.

—No le pedí que lo hiciera.

—No, pero ¿acaso no harías lo mismo si tu pareja oliera a muerte? —Eiji rueda los ojos, reticente.

—La muerte no se huele.

—Claro que sí. —Ladra—. Al menos si la causa la magia.

—Debe ser bastante pestilente. —Suelta en una corriente de pensamiento, arrojando su nuca para atrás, permitiendo que el bamboleo del navío lo acune como una canción, piensa en la muerte y en los diferentes aromas, piensa en el agradable dulzor de Izumo y en su situación actual, en el perfume omnipotente que rodea las paredes del barco—. Debe oler como Yut-Lung. —Alto...

—Ahora que lo mencionas. —Sing se endereza de golpe, emocionado—. Yut-Lung apesta a muerte, primero pensé que era el efecto de la magia negra, pero...

—No, tienes razón. —Eiji agita la cola de manera involuntaria, desprendiendo un par de escamas en el proceso—. Hay algo extraño, es casi como si la muerte lo estuviera siguiendo.

—¿Podemos aprovechar eso a nuestro favor?

—No sé, soy nuevo en esto de la magia, ¿podemos poner a la muerte de nuestro lado? —Retrocede un par de pasos en ese plan—. ¿La muerte es una persona?

—No, pero sí descubrimos a qué se encuentra ataviada podremos explotar esa debilidad.

Y de repente, tienen un plan: entrar al cuarto de Yut-Lung.

Si bien, es una locura por donde se contemple, se las arreglan para hacerlo funcionar, el sujeto tiene una rutina bastante simple que consta en entrar, amenazarlos de muerte, refunfuñar por no obtener su deseo, recordarles sobre su inferioridad y bla, bla, bla. De hecho, a Eiji lo toma por sorpresa dicha actitud tan infantil considerando su presentación previa, aunque sabe que no debe juzgar a un libro por su portada, Ash se lo enseñó en Izumo. ¿Cuál es la diferencia en todo caso? ¿Qué Ash fue amable y Yut-Lung lo atacó? ¿Qué Ash logró conseguir a personas que lo amaban y Yut-Lung debe manipular los corazones para conseguir amor? ¿Qué Ash eligió amar y Yut-Lung odiar?

Lo considerará más tarde.

Gracias a las habilidades de Sing logran robarse el llavero, Yut-Lung los subestima al punto de no dar importancia alguna a las llaves que carga en el bolsillo, a Eiji le toma tiempo volverse a conectar con su cuerpo para transformarse, más, no enviará al ilusionista en soledad, no saben cuántos hombres hay en su contra ni dónde están las habitaciones, así que esperan, son pacientes.

Zas. Zas. Zas.

Esperan.

Zas. Zas.

Esperan.

¡Zas!

Y mierda fue duro, porque el arrepentimiento y la incertidumbre de cuánto llevaban atrapados con el joven Lee era tortuosa, ya no habían hecho nada de lo que podrían retractarse y sus mentes caían a pedazos a estas alturas, era como estar dentro de sus ataúdes esperando que la morgue los diese de baja. Pero esa noche, cuando el piso del barco cruje más intenso de lo normal, cuando ese terror casi visceral se arrastra en las paredes del buque y la perplejidad se vuelve un martillo que embiste contra sus cabezas, lo saben.

Eiji está lo suficientemente fuerte para cambiar y lo hacen. Giran el pomo y corren guiados solo por el instinto. Corren con pies ligeros, corren como si flotaran en medio del mar, corren y cuando notan que nadie los siguen corren aún más eufóricos como si pudiesen correr de Yut-Lung, de la maldición, de la magia, de la muerte y de todo, deben hacerlo muy ágiles y veloces, es difícil sobre tan inestable terreno, la noche los ha cubierto, es aterrador, la noche suele ser fuente del origen de temores muy infantiles, tan tupida, oscura y desconocida, pero no hoy, hoy es su aliada.

—Debe ser acá. —Se detienen ante una imponente puerta de madera con grabados escarlatas, han recorrido prácticamente todo el navío a estas alturas y es el único diseño diferente.

—Entremos. —Entonces se aventuran y Neptuno, es un desastre, hay ropas, artículos mágicos, libros y botellas de alcohol esparcidas por doquier—. Hagámoslo rápido, tengo un mal presentimiento de este lugar, Sing.

—Lo mismo digo. —Se separan a extremos contrarios del cuarto.

—¿Cómo sabremos lo que estamos buscando?

—Apestará. —Declara—. Ni siquiera podrás tocarlo, es un objeto maldito, una pista de lo que atañe a Yut-Lung a la muerte y por ende, su debilidad.

—¿Y qué pasa si no existe ese objeto maldito? —Eiji no está familiarizado con la magia y no sabe en dónde indagar más—. Ash me dijo que Yut-Lung hizo un trato, no creo que necesite de intermediario o algo así. —Dice eso pero sus manos se deslizan curiosas entre los cajones con prendas ostentosas.

—¿Para qué hizo el trato? —Sing hace lo mismo, el corazón les late con fuerza, casi pueden escuchar el chasquido furioso del hombre maldito al descubrir sus acciones, va a matarlos por desobedecerlo pero incluso eso es preferible a esperar eternamente en ese cuarto—. ¿Por qué recurrió a algo tan oscuro y maligno como un demonio?

—Sus hermanos. —Susurra y la única vela encendida se apaga—. Ash me dijo que lo hizo para poder liberarse de sus hermanos. —El aire se vuelve helado, tan helado que son capaces de vislumbrar sus propios alientos en la soledad del cuarto, un latido resuena bajo las tablas. Zas. Zas. Zas.

—¿Lo consiguió?

—Dijo que los mató.

—Tal vez podemos contactarlos y conseguir su ayuda. —Entonces Eiji alza una ceja, genuinamente horrorizado, si bien, no le encanta la presencia de Yut-Lung tiene la certeza de que el resto del clan debió ser mucho peor—. No me mires así.

—Creo que prefiero lidiar con Yut-Lung. —Sing frunce el ceño, enfocando su atención en aquel muro frente al dosel, Eiji no es capaz de distinguirlos, aunque supone que son retratos familiares, no tarda en preguntarse para qué los tendría si tanto odia a sus hermanos pero se censura, no es nadie para andar hablando si tiene sus propios asuntos familiares.

—Podríamos intentar hablar con ellos.

—Nos escuchamos desesperados.

—¡Estamos desesperados! No quiero tener mi glow up de pubertad en este barco.

—¿Y tú crees que me quiero quedar? —Bufa—. Tengo una sirena que encontrar.

—Si al menos tuviera una idea de cómo se ven sus hermanos mayores podría asustarlo con alguna ilusión. —Sing tensa su mandíbula y entrecierra la mirada, usa toda su energía vital para contemplar el cuadro colgado sobre la cama, está Yut-Lung y uno de sus hermanos posiblemente—. Vamos. —Se queja para sí mismo, concentrándose aún más.

—¿Crees que puedas crear la ilusión?

—Creo que sí. —Pero su voz escapa entrecortada y sin aire—. Solo necesito...

¡Eureka!

Una silueta aparece en la habitación soltando un gemido largo y bajo entre sus dientes, su apariencia es cadavérica, tiene cabello castaño y corto pajoso, se mira casi quemado, su piel se encuentra seca y cubierta de horribles cicatrices que dan la impresión de infectadas, su caminar es de cojera y huele igual a lo que atañe a Yut-Lung, sin embargo, lo que más llama la atención del mestizo son sus ojos, son completamente blancos, carnosos y ciegos. Y entonces, surgen varias sombras del mismo perfil, Eiji se da vueltas para mirar a Sing orgulloso por su talento fenomenal, el clan luce real, se toca real, se oye real e incluso huele real, esa podredumbre, Dios.

—No era necesario que proyectaras a todo el clan, con un hermano habría bastado. —No alcanza a reírse, el rostro de Sing ha palidecido como si estuviese cubierto de escarcha, está temblando cerca de la cama, sus piernas le fallan y cae de golpe.

—Eiji... —Musita desesperado, tiene los ojos muy grandes y desenfocados—. Esa no es mi ilusión.

—¿Entonces...? —Y el aroma finalmente se vuelve tan insoportable que lo hace caer de bruces para cubrirse la nariz, es vomitivo y se desliza como una bomba de humo entre sus pulmones, no respira.

—Veo que han conocido a mis queridos hermanos.

Por eso Yut-Lung Lee huele a muerte.

Por eso el demonio le quitó el corazón.

Por eso no escucharon nunca o vieron a la tripulación.

Ja.

¿Espíritus malignos? Qué cliché.

¿Puntos importantes que tantear ahora pero se tocan más adelante? Uno, la magia de Yue no afecta como él espera a Eiji, por eso seguimos vivos viendolo. Dos, el tiempo dentro de su barco transcurre diferente y por eso tambien la ausencia de Ash durante este ratito. Tres, tenemos acercamiento a muchas cosas mágicas a importantes acá así como un primer vistazo a la verdadera naturaleza de Eiji. Cuatro, Yue no es un villano, solo actua como tal por razones que conoceremos mañana. Eso en resumen, mil gracias por el cariño para leer.

¡See ya!

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