Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. Tsunami.

Hi~ Son las cinco de la mañana acá y estoy muerta, bien muerta porque pase de largo mi noche por cuestiones de vida adulta, pero me niego a morir en esta dinamica, no todavía. Tal vez cuando lleguemos a la mitad ya lo publique un día por medio, don't know, no sé que tan sostenible será, pero por mientras, me niego a caer tan antes. Muchas gracias a las personas que se toman el cariño para leer.

¡Espero que les guste!

—Mhm.

Bones se acerca, consiguiendo que Eiji se rigidice al taburete como si sus pantalones se encontrasen clavados a los bordes envejecidos de cobre, la fragancia de Ash cala hacia lo más insondable de sus pulmones, inundándolo de tan intoxicante aroma, es familiar, como una mezcla de girasoles, libros antiguos y tinta de mar, siente su pecho presionarle la espalda, disparando los latidos contra el corsé de cuero que no se ha quitado solo porque le gusta y mierda, la conversación de ayer le está pasando la cuenta más de lo que desearía. Pero es que no puede creerlo, lo único que pretendía era plantear sus límites con respecto al desagrado que podría generarle, jamás esperaba que...

—Estoy disfrutando de tu compañía más de lo que debo y eso me tiene aterrorizado.

No.

No va a sobre interpretar nada.

En teoría, lo único que dejaron en claridad es que ambos disfrutan de la presencia del contrario, de cierta manera son indispensables para el otro, como el zorro y el principito cree, eso no significa que haya romance de por medio y de todas maneras, ¿por qué lo piensa?

—No. —Bones repite—. Me niego a creer que el jefe tenga un novio lindo. —Ah sí, porque todo el mundo parece asumir que son pareja y ni siquiera comprende el motivo. Los amigos definitivamente se comportan así—. Es demasiado adorable y el jefe da miedo, es como un romance entre un conejo esponjoso y un lince malhumorado.

—Solo somos amigos. —Ash gimotea, envolviéndolo de la cintura con sus grandes y fornidos brazos para poder contener un chillido contra su hombro, el sonido es infantil y salpicado, es amarillo si he de definirlo y le encanta cuando habla en ese color—. No volveré a repetirlo así que corten el tema.

—Ajá. —El resto de su tripulación permanece impasible—. Les recuerdo que todos escuchamos ayer en la cantina.

—¿Quieres quedarte chimuelo? —Amenaza, tensando aún más su agarre de gato regalón, Eiji puede sentir esta calidez sangrante escurrir por los dobleces de su camiseta celeste.

—Entendido, solo amigos. —Se corrige—. Pero aun así no veo cómo encajan, Eiji es demasiado lindo para ti.

—¿Qué insinúas? —Oh, la ofensa se ha hecho presente en su voz, siente sus garras clavarse igual que medialunas dentro de sus palmas, enganchándose levemente en las varillas del corsé.

—Y aceptémoslo, el jefe no es bueno coqueteando. —Es Kong quien hace su intervención, se mira totalmente ebrio, incluso sostiene la jarra de madera con los dedos temblorosos—. Apesta peor que cuando se niega a bañarse en altamar porque se marea.

—¡Sí! ¡Eiji se ve como la clase de chico que debe cortejarse directamente o no entenderá! —¿Acaba de llamarlo tonto? Ahora es él quien hace pucheros, arrugando su nariz y meneándola en un patético intento por manifestar la frustración, el brillo ambarino de las lámparas de keroseno no ayuda.

—¿Y cómo lo cortejarías si fueras yo? —Ash se asoma lentamente, despejándose del hombro de Eiji como si fuera única y exclusivamente necesario para saciar su curiosidad.

—Es simple, con halagos.

—Si es tan simple hazlo tú. —Bufa, mostrando sus colmillos, arrojando por lo bajo un gruñido.

—Bien, fingiré que soy tú. —Entonces Bones se desarma la trenza, se abre los primeros botones de la camisa dejando expuesto su pálido y escuálido pecho y se arroja el cabello para atrás, su caminata firme se emprende hacia Eiji, sus botas resuenan contra las tablas de madera, arrojando una sinfonía pastosa y áspera—. Hola bombón. —Tiene que apretarse los labios muy fuerte para no carcajear.

—Hola noble caballero. —Le sigue el juego, es divertido molestar a Ash, no perderá la oportunidad—. ¿Qué lo trae por acá?

—No pude notar que has estado solo en el bar. —No se encuentran en una cantina, sino en la casa de Shorter, sin embargo, son detalles—. ¿Es así?

—Lo estoy, para mi desgracia mi prometido es un aburrido al que solo le gustan los libros y no sabe nada del arte culinario, es una verdadera lástima, así que vine a divertirme solo. —La cola de Ash sale para enrollarse de manera posesiva alrededor de su cintura, cubriéndolo con parte de la prenda y más, es como si la misma capa escarlata quisiese acunarlo y llevárselo de acá.

—Vaya, se escucha como un patán.

—Ejem.

—Lo es. —Disfruta metiéndose en el rol histérico—. Se encierra todo el día a leer en su estudio, me ha descuidado, además habla de Hemingway y de Salinger como si fuesen dioses, me mata de sueño.

—¡Ejem!

—Pobrecillo. —El resto de la tripulación se ha puesto más roja que un campo de tomates por la risa contenida—. Quería preguntarte algo, aprovechando que ese horrible hombre que seguramente maltrata a sus dulces subordinados no está acá. —Eiji agita angelicalmente sus brunas pestañas, un hormigueo le arde en el vientre, si bien, no sabe si atribuirlo a la cercanía de Ash o al acto, lo saborea con gula, se siente endemoniadamente bien pegarle en el ego.

—¿Qué es, joven caballero?

—Si esta belleza marca las once de la noche. —Una mano se posa descaradamente sobre su muslo derecho, consiguiendo que se sobresalte y se pinte colorado hasta las orejas—. Y esta otra es la una. —Tal como lo hizo antes le acaricia peligrosamente cerca de la cadera—. ¿Puedo visitarte a las doce? —Una explosión de vergüenza envuelve hasta la punta de su nariz igual que una tetera.

—¡Wow! —El cuarto se llena de aplausos—. ¡Eso es genial! —Sing salta de la emoción—. Yo quiero coquetear así, Shorter. Los amigos de Ash son geniales.

—Si coqueteas así acabarás en prisión. —Wong le da palmaditas en la espalda, su rostro es una carta de póker, por un lado parece deleitarse de sobremanera con este complot para fastidiar a Ash, pero por otro lado los regaña por ser un mal ejemplo para su joven pupilo, quien es influenciable.

—¿Entonces...? —Sing pregunta, apretando ambas palmas frente a su vientre con unos ojitos tan brillantes que le recuerdan a Akira, la inocencia de la juventud—. ¿Qué le respondes? ¿Cómo acaba?

—¿Eh? —El corazón le corre a mil kilómetros por hora—. ¿Debo responderle?

—Claro que sí. —Bones le da un guiño coqueto y una sonrisa tan deslumbrante que lo relaja.

—No tiene. —Ash brama—. La función se terminó. —Y con un solo movimiento los envuelve con su capa.

El forro de la capa tiene literalmente estrellas iluminándolos, es mucho más amplio de lo que podría haberse imaginado, aunque Ash lo estaba abrazando afuera, acá dentro están alejados, no alcanzan a tocarse y aun así, todo el ambiente desprende una tibieza y confort que lo hacen anhelar un hogar. Se ríe de sus propios pensamientos, la tela lo acuna con suma gentileza, no se escucha ni se ve nada más, solo ellos dos. La respiración del lince se derrite con tanta dulzura entre sus labios que se queda completamente borracho por el toque, sus palmas juguetean encima de sus rodillas, Ash vacila antes de tomarlas en un roce sudoroso, frío y tembloroso que a Eiji le encanta. Se mantienen así, callados en su propio cosmos, con las estrellas espectacularmente feroces iluminando el terciopelo rojo con todo su esplendor y brillo, sintiendo sus propios latidos dispararse, antes de hablar.

—Perdón, pueden ser intensos. —Musita, el polvo del cielo convierte a su piel en una gema preciosa, se ve etéreo e inalcanzable, no maldito—. Son algo así como mis... —Le cuesta decirlo—. Amigos.

—Muy bien, son tus amigos. —El mestizo lo valida con ternura, es como si felicitara a un cachorrito por aprender a usar el baño, puede imaginarse diciéndole: «Bien Ash, ¡buen chico!, ¡buen chico!».

—Son un dolor de culo. —El japonés carcajea entre dientes, repasando el toque de sus manos, traza un mapa sobre las líneas de vida en la palma de Ash, es grácil, esto es lindo.

—Me caen bien, especialmente Bones. —Entonces su rabo vuelve a saltar tenso, la mota oscura se eriza para manifestar su desagrado—. Creo que no le gustó nuestra actuación a la colita, se ha vuelto bastante posesiva.

—Creo que no le gustó. —Bufa en un puchero—. Y mi cola no es posesiva, tú la malcriaste.

—Alguien debe malcriarla. —Tararea, el aire tiene sabor a promesas, hechizos y magia—. Se coloca triste sino la cepillas, ¿sabes? Deberías sacarla más seguido. —Pero él bufa, ignorándolo vilmente.

—Bones se propasó contigo.

—No realmente, fue divertido.

—¿Qué es eso de que mis grandiosos libros te aburren? —Y claro que eso es lo único que le quedó de la conversación, Eiji rueda los ojos con falsa molestia—. Son geniales.

—Si son tan geniales, ¿por qué no pueden sacar un simple leopardo del hielo? —Dice como si fuese lo más obvio del mundo—. No es tan complicado, podrían usar un secador gigante, dah. —Y resalta su madurez, consiguiendo que el contrario enrojezca de rabia por semejantes blasfemias.

—¡Porque se toman su tiempo! —Gimotea—. No veo que tu Nori Nori haya hecho la gran cosa.

—Comparando mis mascotas con los escritores y hechiceros más poderosos del mundo, bravo. —Ríe, sabiendo que ha ganado esa ronda—. Eres tan maduro, Ash. Definitivamente tienes IQ superior.

—Ash. —Le corrige—. No Ashu.

—¡Ash! ¡Que no pronuncio tu nombre mal!

—Salud.

—¡Ah! —Lo patea por debajo del banquillo, demostrando su obvia brecha de edad y sabiduría—. Eres tan insoportable.

—Y aun así te fugaste de tu conquista conmigo. —Sonríe, suavizando sus facciones, sus ojos se ven envueltos por un brillo tan cálido que convierte su iris en esmeralda líquida y es injusto.

—Mejor dicho, me secuestraste.

—No te veo quejarte. —Entonces frunce la boca y mira las constelaciones en la capa—. Indecente.

—No. —Sonríe, navegando desde los fornidos brazos de Ash hasta su palma otra vez—. No me estoy quejando. —Se congela sobre su muñeca apenas concibe un sobresalto y una sensación de rechazo, ese lugar físicamente quema y le deja las yemas con un gustillo negro y espeso, como el hollín.

—La maldición está escrita ahí. —Le explica, encogiéndose bajo la capa—. Las últimas palabras que dirá quién me la lanzó.

—¿Puedo saber cuáles son? —Ni siquiera necesita pedírselo, Ash ya se encuentra descubriendo su muñeca, alzando su camisa blanquecina hasta su antebrazo para develar una frase tatuada con un brillante dorado y con los bordes ensangrentados.

«Mi alma siempre estará contigo».

Plic, plic, plic.

Plic, plic.

Plic.

—Es... —No logra organizar sus pensamientos, ni siquiera la ha pronunciado pero ya le ha dejado un sabor oxidado y metálico entre los dientes—. Es extraño que esas sean sus palabras finales.

—Creo lo mismo, no es una maldición normal. —La boca se le seca, su respiración se vuelve lenta y pausada, igual que una máquina de vapor—. Es fea, perdón. —Eiji no permitirá que se sienta de esa manera, así que se aventura a delinear cada una de sus letras, está despuntada en su piel, parece dolorosa todavía, no ha cicatrizado, lo sabe porque Ash contiene un jadeo de dolor y vergüenza.

—No es fea. —Le asegura, bajando cada curva con ternura, aferrándose a esto, reescribiéndolo con suspiros tan dulces y mágicos como algodones de azúcar, pronto, los hombros del lince se aligeran, es como si hubiese soltado un gran peso de encima que fuese omnipotente—. Encontraremos una sirena, pedirás tu deseo y luego buscaremos a tu familia, ya lo verás.

—Eso se escucha como bastante trabajo, ¿vale la pena acompañarme a tanto?

—Lo vale. —No vacila, no cuando entiende aquel constante sentimiento de pérdida—. Lo vales. —Y entonces alza solo con el permiso de Ash su muñeca hacia sus labios para presionarle un beso de mariposa, lo hace con ternura, con devoción, con tanto pero tanto cariño que se quiebra.

—Eres raro. —Se burla aunque impresiona al borde del llanto—. Griffin te amará por eso.

—No lo dudo. —Lo besa un poco más con un toque de sol, la luz de estrellas los hace fulgurar como si emanaran su propia luz—. Soy encantador, ¿acaso no viste como me coqueteaban?

—¿Estamos comprometidos? —El tiro le sale por la culata—. Vaya qué tienes pelotas.

—Vaya que las tengo para tirarte desde la cama. —Se burla, empujando un poco más—. Avísame si no te gusta que te toque. —Y entonces aprovecha de poner el tema—. Siempre te preguntaré, pero pretendo que tengas la confianza para detenerme si algo te desagrada, te prometo no me lo tomaré a mal, no me enfadaré si me dices que no o estás incómodo. —Y Ash se ruboriza con tanta violencia, como si acabase de decirle alguna clase de obscenidad—. Tu consentimiento es importante.

—Gracias. —Le musita—. Es la primera vez que me dicen eso. —Y aquello le hace mierda el corazón.

—Oh, Ash.

—¡Suficientes coqueteos! —La capa les es arrancada de un solo tirón, Shorter es quien se encuentra del otro lado—. Eiji, necesito tu ayuda para ya sabes qué. —Y el lince no se mira para nada contento en este lenguaje de códigos, sin embargo, hasta que el tema de Nadia esté en la mesa para todos él no lo transgredirá ni lo pasará a llevar.

—No peleen en nuestra ausencia. —Los amenaza y se va.

Nadia se encuentra menos pálida que antes gracias al brebaje de medusas, es común recurrir a aquel método paradojal para potenciar cuestiones opuestas, con los conocimientos que adquirió en Izumo fue capaz de crear una anestesia que no le hiciera daño (más la gigantesca despensa de Wong), mira a Shorter arrastrarse al lado de su hermana en esa vieja cama, arrodillarse, tomar su mano tan inerte que apenas se aprecia un pulso tiritón contra sus venas purpúreas y llevársela hasta la frente. Si bien Eiji nunca ha perdido a un hermano puesto que no tiene (o al menos eso cree), entiende y empatiza perfectamente con la pérdida como si fuese su segunda piel, a fin de cuentas, la inseguridad que se arremolina alrededor de Ash es por eso, por un primer y brutal abandono.

Un mestizo.

Nadie quiere a un mestizo.

Se ha cuestionado y atormentado reiteradamente si era demasiado llorón o monstruoso o inamable para que lo hayan tirado en Izumo así y lo invade una pena tan grande cuando lo hace, que el mundo parece caerse a golpes, botando pedazos de cielo y llorando estrellas en altamar. Pero no es el fin, y esa es la cuestión con quienes se van, quienes se quedan son los que verdaderamente sufren para lidiar con la incertidumbre, los arrepentimientos y los debería. Debería haberle dicho más a Ibe que lo amaba, debería haber insistido con sus padres, debería haberse defendido. Debería. Debería.

—Debería haberla protegido mejor. —Acá está el ejemplo perfecto, Eiji se queda paralizado al borde de la puerta, es extraño contemplar un momento de semejante intimidad, se siente como un intruso y lo es—. Primero me enfadé con ella ¿sabes? Me resultó tan hipócrita darme un gigantesco discurso de que no debía recurrir a la magia negra y ella lo hizo. Se supone que quería ayudar a los otros, que tenía pasión por eso, me incitó para que hiciera lo mismo y ¿cómo los ayuda estando muerta?

—Shorter. —Entra al lugar, un pesado velo negro recubre la atmósfera, como si la muerte estuviese dejando caer lentamente su manto para llevarse a Nadia, sabiendo que esa vida le pertenece.

—¿Cómo crees que me sentí cuando quien me dio una razón para vivir se fue? —Es la primera vez que lo ve desmoronarse, Shorter siempre anda con aquella sonrisa brillante, sus bromas tontas, sus lentes de sol y su chistera graciosa—. ¿Cómo crees que me siento hoy? Ni siquiera recuerdo bien su voz y me da tanto miedo olvidarla. —El mestizo se acomoda al costado, no toca nada, solo se apoya para transmitirle físicamente que no se encuentra solo, que son amigos y puede confiar.

—Yo no recuerdo a ninguna persona de mi familia. —Así que le paga con la misma moneda—. Me crío un amigo de mis padres y nunca los conocí. —Con mucha vulnerabilidad.

—Lo siento mucho. —Niega, pidiéndole que lo deje continuar.

—A veces me imagino cómo sería mi mamá, me gusta creer que tengo sus ojos porque Ibe-san me lo dice. —La melancolía se materializa con colores más intensos de lo habitual, el gris de las cenizas de una familia ida, el café de las flores marchitas y el celeste de las escamas desprendidas—. Me imagino su sonrisa, su voz y sus brazos cálidos meciéndome, me la imagino bonita, no de físico, sino bonita como una mamá debe ser o te dicen y luego... —Un nudo ata sus cuerdas vocales, es crudo hablar—. Luego me despierto y me doy cuenta de que no tengo nada, así que entiendo ese miedo.

—Eiji.

—Y no se va, no te diré que se irá porque endulzarte la verdad no sirve de nada, sé lo que es guardar frustración a que te dejen solo y odiar a alguien por eso, y además tener que lidiar con la paradoja entre odio y amor porque se hace demasiado. —Se detiene, el océano arremete en las costas de su corazón con violencia, siente a su llanto empaparlo, adentro siempre llueve y no tiene paraguas—. Pero la diferencia es que tú tienes a tu hermana acá, viva.

—Pero...

—Así que podemos hacer algo todavía.

—¿Qué tal si no puedo salvarla? —Entonces pregunta con una voz tan asustada e insegura que duda que le pertenezca a Wong en primera instancia—. ¿Qué tal si no puedo hacer lo imposible posible?

—Al menos lo habrás intentado en lugar de quedarte paralizado. —Y sí, son palabras que también van para sí mismo, recordándose que incluso solo en la tempestad, puede arrastrarse fuera de esta.

—¿Tiene sentido si no logro ser un héroe?

—Lo tiene. —Proclama con seguridad—. No creo que ella espere un héroe, solo un hermano que la ame. Y no la conozco, así que disculpa si sueno demasiado atrevido, pero si Nadia se asemeja a ti, estoy segura de que es una luchadora. —Shorter tumba su espalda contra la cama, rendido.

—Entiendo por qué le gustas tanto a Ash. —Se ríe al aire, agotado—. Eres reconfortante, igual que una manta de polar o los calcetines viejos de Sing en invierno.

—¿Gracias? —Supone—. Y no le gusto a Ash, somos amigos. —Entonces el terco rueda los ojos para hacer más obvia su molestia.

—Van a ir a buscar una sirena, ¿no es así?

—¿C-Cómo...?

—La capa es aprueba de sonido, pero Bones no. —Por supuesto que ocurrió así, debió esperarlo. Eiji se deja caer a su lado, encoge sus rodillas hacia su vientre, observa las tenues partículas de polvo danzar mientras la muerte deja caer y caer su manto, envolviéndolos como velo de novia. Plic, plic, plic—. ¿Podemos ir con ustedes?

—No puedo responder por Ash porque eso sería pasarlo a llevar y jamás haré eso. —Le explica—. Pero por mi parte no hay problemas, aunque debes hablarlo con él todavía. —Wong bufa, su rebelde cabello morado salta como un resorte encima de la chistera.

—Eres aburrido. —Va a rebatir—. No tanto como Ash, el tipo es un devora libros.

—Gracias por el cumplido. —Mejor—. ¿Por qué llevas la chistera?

—¿Esta cosa vieja? —Entonces Wong se quita el sombrero para golpearlo, se escucha hueco y ligero, aun así, tiene un aire mágico y misterioso—. Es una reliquia familiar.

—¿Es mágico?

—Me permite sacar un conejo del sombrero. —Y Eiji lo mira como si fuese lo más sorprendente del mundo porque vamos, ¿acaso algo puede ser mejor? Lo duda—. Algún día te mostraré.

—Eso me gustaría. —Sonríe, acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja—. Shorter...

—¿Sí?

—¿Somos amigos? —Pregunta con cuidado, temeroso a hacer explotar una bomba—. Viví toda mi vida en una isla así que todavía me cuestan los códigos sociales.

—Somos amigos. —Le asegura, revolviéndole el cabello con una brutalidad desquiciada—. Pero no como tú y Ash, ustedes dos necesitan una larga y seria conversación.

—¿Por qué? —Eso hace suspirar exageradamente a Wong.

—Algún día te daré la charla de las florcitas y las abejitas. —Se ríe—. Espero que estemos vivos para ese entonces y hayamos tenido varias aventuras.

Eiji también espera que así sea.

La tripulación danza alrededor de las lámparas de kerosene con Sing cuando regresan, no hay rastro de Ash por ninguna parte y así sabe que se ha ido a encerrar a su nido de lince. Se arroja a un asiento con el objetivo de cargar energías antes de irse a acostar, últimamente no ha ido al mar y eso afecta de sobremanera su sistema, no porque lo necesite, sin embargo, hay una cuestión instintiva que tira para que vaya hacia el océano profundo o al menos, esté en contacto, por eso ha sido mil veces más difícil renegar de su naturaleza, si lo hace sufre síntomas de craving, ja, qué ironía.

—El jefe... —El chico con el mar dentro de los ojos es quien le habla, tiene las manos tensas encima de sus rodillas y la boca seca—. Su maldición estaba empeorando rápido cuando nos despedimos, ahora se ve mejor, se ve más calmado.

—¿Empeorando? —Eiji ladea la cabeza, confundido.

—A veces él pierde el control. —Le explica—. Se convierte en un monstruo sanguinario.

—¡Él no es así! —No comprende por qué se pone en la defensiva, pero no puede evitarlo—. El Ash que yo conozco no es así. —Para su sorpresa, Alex le sonríe con calma y serenidad, estira sus piernas debajo de la mesita de noche, desprendiendo barro y hollín en el proceso.

—Me alegro de que pienses eso.

—¿Por qué?

—¿Cómo explicarlo? —Vacila—. Él parecía resignado a que Yut-Lung lo matara, nosotros estábamos seguros de que se había rendido y estaba dejando que la maldición lo consumiera pero ahora parece más lleno de motivación, más vivo, más humano.

—Ya veo. —Musita despacio, temiendo que las palabras se estrellen contra el piso y se rompan.

—Me costó entender su relación en el bar, todavía me cuesta porque el jefe jamás ha antepuesto a nadie, menos a un desconocido y tú te ves diferente. —Le explica, arrepintiéndose al instante—. No en el mal sentido, pero impresionas estar fuera de nuestro mundo.

—No te preocupes, no me lo tomé a mal. —Pero el corazón le queda sangrante y desolado, porque es verdad, son de mundos diferentes, se repite y al diablo, Eiji elige quedarse con Ash, siente que es acá donde pertenece, al menos por ahora.

—La manera en que él te mira... —Sus mejillas se vuelven levemente rosadas—. No me corresponde decírtelo, ni debería importarme, pero vi a Ash tanto tiempo desesperanzado, convirtiéndose en la marioneta de Dino que si no te digo ahora que puedo me arrepentiré. —Esa confesión transmite una gran amargura, no solo por el contenido, sino por la silueta del mensaje, recordándole lo afortunado que ha sido dentro de su burbujita y lo efímero de la vida—. Él te mira como si lo fueses todo, como si fueses una razón suficiente para intentar liberarse.

—Y-Yo... —Otra vez, esa sensación caliente, burbujeante y ligeramente dolorosa erupciona de golpe.

—No quiero ponerte presión. —Vuelve a explicarse, frunciendo las cejas, tensando sus dedos dentro de sus guantes de cuero—. Solo quiero agradecerte por estar para él, no es fácil acercarse y quienes se le acercan suelen querer algo a cambio, así que es desconfiado.

—No quiero nada de él. —Se le escapa—. Nada más que su compañía.

—Lo supuse. —Alex sonríe, Bones y Kong le gritan algo a la distancia mientras Shorter alza sobre sus hombros a Sing con un hechizo de levitación o quién sabe qué de magia—. Supongo que eso es amor incondicional. —Las mejillas le queman y la boca le tiembla.

—Oh. —Y él se ríe, conmovido por su transparencia, porque Eiji anda con el corazón en la manga y lleva los sentimientos escritos en la cara—. Amor.

—Hay distintos tipos de amores, la amistad también.

—Claro. —Pero su corazón late más y más rápido y de pronto, cree que lo sabe—. El sentimiento es recíproco.

—¿Eh? —Se relaja y se libera, permitiéndose sincerar y atando las piezas.

«Estoy sufriendo enamorado», quiere decirle con tulipanes.

—Si algo deseo es poder amarlo incondicional.

Estoy sufriendo, tengo la sensación de que podría enamorarme.

¿Ama a Ash? ¿Románticamente? Piensa en estos sentimientos como si fuese el océano: insondable, profundo e imposible de vislumbrar. Ocurren miles de fenómenos que es incapaz de pesquisar a un nivel racional, ve la espuma blanca que implica su sonrisa tornarse dorada con su personalidad sagaz paulatinamente, primero Eiji lo mira desconfiado, metiendo sus pies solo a la orilla para probar pero antes de que se pueda dar cuenta, ya se encuentra varado al centro. Piensa en el mar rojo que tiene por recuerdos, piensa en Dino, en las montañas de cadáveres y en la maldición porque eso también se encuentra ahí y debe mirarlo, el mar puede ser extraordinariamente hermoso y dar miedo en un paralelo.

Ash es peligroso, igual que el mar, nadie dice que el mar es bueno por lo profundo, impenetrable y oscuro que puede ser, se traga las cosas y se le advierte a los niños que no vayan demasiado dentro entre las olas y aun así, Eiji ama el mar.

Traga duro.

Plic. Plic. Plic. Gotea su corazón.

—Te estabas tardando. —Y ahí está Ash, ha construido una especie de nido con su manta, se mira cómodo aun en el piso, se ve reconfortante porque su océano es así.

—¿Te sentías solo? —Se burla, con el pulso todavía agitado debido a las previas conversaciones.

—Supongo que me has domesticado. —Ríe, incitándolo a recostarse a su lado.

—¿No dormirás con el resto de la tripulación?

—Joder no, roncan como ogros. —Esa mueca tan infantil lo derrite, la capa lo acuna apenas la toca, lo envuelve como un par de brazos fornidos acostumbra a hacer y es mágico. Miran el techo a medio descascarar, nerviosos—. Nos iremos en mi barco.

—¿Ahora eres capitán?

—Dino me entrenó para cualquier clase de cosas. —Entonces, aparece esa niebla marina, ocurre en los vientos cálidos, cuando amenaza con traspasar la superficie del mar y el vapor se condensa para protegerse, volviendo el agua extremadamente fría y hostil—. Por eso aprendí a navegar.

—Ya veo. —Si deja los dedos metidos tanto tiempo los perderá por hipotermia—. ¿Cómo se llama?

—¿El barco?

—Sí, porque si no tiene nombre puedo sugerirte...

—Fish Bone. —Lo interrumpe—. Se llama Fish Bone

—Nori Nori le quedaba mejor. —Esboza un puchero con la finalidad de manifestar indignación, más, lo único que consigue es arrancarle una carcajada suave a Ash y así sabe que ha valido la pena.

—Entre nosotros, se llamaba Clementine antes, era de mi hermano y él estaba obsesionado con una insoportable e irritante canción, así que lo llamó así como si fuese su novia o algo.

—Eso es bastante dulce. —Eiji se da vueltas en la manta, quedando cara a cara con el lince de Nueva York—. ¿Por qué le cambiaste el nombre?

—Porque el barco es herencia de mi papá y le corresponde a Griff, solo lo estoy tomando prestado.

—¿Acaso no habían otros nombres más horribles que Fish Bone? Significa hueso de pescado.

—Íbamos a ponerle banana fish. —Alza una ceja porque Neptuno, ese nombre es aún peor—. Pero es de mal augurio.

—¿Por qué?

—Cuenta la leyenda que si te cruzas con un banana fish en el mar sentirás deseos de morir. —Entonces Eiji resopla, sacando el aire de sus pulmones, sintiendo a las olas de su preciado océano alzarse porque lo ha ofendido y le resulta gracioso.

—Pues he estado mucho en el mar y jamás me he encontrado con uno de esos, además, ¿cómo se supone que se ven?, ¿busco una banana flotante con branquias?

—No eres para nada divertido. —Gimotea porque le ha arruinado el regodeo—. De todas maneras, tú estarás arriba del fish bone, así que ten respeto.

—¿Eh? ¿Seré otro más de la tripulación, capitán Lynx?

—Tú puedes ser el chico del capitán. —Un escandaloso rubor se extiende en sus mofletes al percatarse de lo que ha dicho—. Los chicos bromean mucho con que somos una pareja, por eso. —Ríe histérico, sin embargo, no se aparta, al contrario, entrelazan sus piernas encima de la capa.

—Por los chicos. —Tararea—. Sí, claro.

—¿Qué insinúas?

—Qué tal vez, tú quieres que sea el chico del capitán. —Dice entre bromas, cegado por los destellos verdes que florecen alrededor, esto también pasa en el mar, piensa. Poco después del alba algunas centellas verdes aparecen en consecuencia a la refracción de la luz solar, son jades y sublimes.

—Tal vez tú quieres ser el chico del capitán. —Susurra, acercándose aún más, consiguiendo que el pulso le martillee las orejas y la sangre le burbujee con tanta fuerza como un remolino.

—Tal vez. —Alza el mentón, tomando una bocanada antes de entrelazar sus miradas—. Ash... —Lo llama como si fuese la última palabra que fuese a brotar de sus labios, se miran como si el mundo estuviese por acabarse, sus manos se enlazan como si el cielo se cayese a pedazos y la tierra se desmoronara a sus pies—. Estuve pensando en lo que hablamos en el bar.

—Yo también. —Traga duro, deslizando una de sus palmas sobre la espalda de Eiji, ahuecándose entre los bordes del corsé para acercarlo justo encima de su corazón—. Creo que lo he sabido desde hace un buen rato, solo que me da miedo decirlo todavía.

—¿Por qué le temes tanto a las palabras? Te la pasas diciendo que tienen poder.

—Porque las palabras maldicen, las palabras pueden hacer reales las cosas, sean buenas o malas.

—Oh Ash. —Se miran como si una guerra estuviese a punto de estallar y su contacto visual fuese lo único lo suficientemente poderoso para detenerlo.

—Por eso. —Se miran como si se amaran. Ash termina de abrazar a Eiji, repasa su rostro con mucha lentitud y gentileza, dejando un resqueme de corriente eléctrica con cada suspiro, latido y sonrisa, el mestizo se dedica a hundirse en sus espaldillas, nunca rompen el contacto visual, no quieren.

—Puede que ahora mis palabras no signifiquen nada, pero recuerda esto. —Su voz arremete en una marejada sobre la tenue habitación, empapándolos y asfixiándolos con una crueldad benevolente—. Aunque el mundo entero esté en tu contra, yo siempre estaré a tu lado. —El alba acaricia las olas, las chispas verdes no tardan en danzar entre esas pestañas doradas—. Yo permaneceré a tu lado. Claro, si no te molesta.

—¿Eso significa que tendré que seguir comiendo esos sándwiches asquerosos?

—¡Sí! Así que alégrate. Los sándwiches de tofu son muy sanos, tu salud está a salvo conmigo. —Pero entonces, Ash le presiona un beso encima de la frente y ya no puede respirar.

—Quédate a mi lado. —Suplica, y Eiji se ahoga en él, se funde, tensa los párpados y se deja devorar por este océano eternamente misterioso y hermoso—. No tiene que ser para siempre. —Ambos han cerrado los ojos, deleitándose de la ternura ajena, solo existen ellos durante dichosa confesión—. Aunque solo sea por ahora.

—Para siempre.

Y entonces, el tsunami empieza.

En la tarde tendremos la aparición de Yue que tanto ha sido esperada y ya entramos a su arco, asi que no se me encariñen tanto con el AshEiji porque el hombre viene a repartir caos, destrucción y magia~ De hecho ya tengo ese capítulo listo, así que no se preocupen, pero no lo subo a estas horas porque no soy tan deshibicada para joderlos dos veces a esta hora. Mil gracias por el tremendo cariño.

¡Nos vemos en un ratito!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro