☪ ✙CAPÍTULO 9✙ ☪
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Encerrado en su despacho, Yoongi contemplaba el archivo que le había exigido a Jungkook mientras sostenía entre sus manos un vaso con su más caro whisky.
Sus ojos recorrían sobre las letras del informe sin leerlo realmente, pasando por las palabras sin verlas ni entenderlas, solo... Mirando.
Sobredosis.
La conclusión del forense había sido una sobre dosis.
Hoseok había muerto por las asquerosas drogas.
No importa cuántas veces lo leyera, Min todavía se negaba a creer en ello, él había sacado a su hermano de ese asqueroso hoyo sin fondo, y había estado atento a Hoseok desde ese entonces.
Yoongi se había asegurado de alejar a su hermano de las malas compañías, le había prohibido ir a lugares solo y se había asegurado de que fuera a cada una de esas malditas reuniones.
Él había tomado una decisión y con ello el mando, había hecho una rutina para Hoseok, controlando sus movimientos para que no se volviera a meter en problemas.
Y solo cuando había vuelto a ver la luz en los ojos de su hermano, es que había soltado un poco su dominio. Permitiéndole que saliera un poco más, pero negándose a que fuera sin un guardia, aunque este tuviera que permanecer escondido para que Hoseok sintiera algo más de libertad e independencia, aunque fuera solo una ilusión, lo hacía feliz y eso era lo que contaba.
Solo una noche se había descuidado, un momento lo había dejado fuera de su vista y ¿qué era lo que ocurría?
Muerto.
Hoseok había muerto por las putas drogas.
Y Yoongi no podía creer en ello, se negaba a hacerlo realmente.
Él había visto a su hermano luchar contra las drogas, lo había visto salir de aquella oscuridad y abandonar todo lo que le recordara aquella estúpida parte de su vida.
Joder, que incluso le había enviado un mensaje a MinJu avisándole que ya volvía a casa.
El guardia que había puesto a su cuidado llamó para asegurar lo mismo, solo para llamar horas más tarde alertando haberle pedido de vista y sin poder encontrarle... Hasta que había sido demasiado tarde.
Apretando con fuerza la carpeta, contempló la fotografía del oscuro y descuidado callejón abandonado donde Hoseok había sido encontrado.
Uno, que estaba calles más lejos del bar donde había estado pasando el rato.
¿Cómo podría haber salido sin que su guardia lo hubiera visto?
Tomando un trago de aquel fuerte y embriagante líquido, Yoongi observó a través del vaso con diseños simétricos sobre el vidrio, contemplando silenciosamente el whisky mientras pensaba en las palabras de aquel pálido joven, desaliñado y con cabello largo.
Ese intento de gánster con cruce de twink que poseía absurdos tatuajes pequeños y discontinuos sobre su piel a lo largo de sus brazos, había hablado cómo si conociera de toda la vida a su hermano.
Esa pequeña mierda lo había insultado en su presencia y la mano de Yoongi había picado por darle unas cuantas palmadas a ese trasero para enseñarle una lección, borrando aquella sonrisa coqueta y burlona junto a su despreocupación.
Joder, su hermano había considerado un amigo a esa mierda que ni siquiera había mostrado algún signo de tristeza tras enterarse de su muerte.
Aquellos raros ojos azul-violeta no habían mostrado nada.
Y mientras Min lo observaba a través del ventanal en la otra habitación continua, apenas había podido resistir ir y golpearlo ante su tranquilo comportamiento, casi con una aburrida expresión mientras lo interrogaban.
Solo el sargento Heechul a su lado le había impedido interrumpir en la habitación.
Un golpe en la puerta provocó que Yoongi frunciera el ceño y saliera de sus pensamientos, observando con molestia hacia las dobles puertas cerradas.
—No me molesten —ordenó con tono de voz duro, inflexible.
—¿Amo? —pronunció la femenina voz del otro lado—. El señor Kang está aquí.
Suspirando, Min dejó el vaso sobre la firme superficie de madera de su escritorio.
—Adelante —permitió y la puerta se abrió mostrando al jefe de su seguridad y a su sumisa—. Puedes retirarte, Ryujin.
—Pero... —balbuceo y juntó sus labios cuando los grises ojos se posaron sobre ella con frialdad—. Sí, amo —pronunció retirándose de la oficina, cerrando la puerta detrás de ella.
—¿Qué es lo que tienes? —preguntó Yoongi posando sus ojos sobre el hombre frente a él ahora.
—Primero que nada, lamento su pérdida —anuncio—. Me apena que uno de mis hombres no haya podido con el cumplimiento de su trabajo.
—Espero que ya no esté aquí. —expresó con dureza, había una orden directa en ella.
—Sí señor, él ya no se encuentra aquí —aseguró sin dejarse intimidar por la fría y dura mirada de Min Yoongi, y, por el contrario, sosteniéndosela.
Y sí no fuera así, Yoongi ni siquiera lo habría contratado como su jefe de seguridad.
Asintiendo, su jefe le dio a Kang la oportunidad de seguir hablando.
—Tengo amigos en el departamento de policía que tienen conexiones en otros departamentos —anuncio—. Parece que hay algo extraño con la muerte del joven Hoseok —reveló.
Las facciones de Yoongi parecieron endurecerse más mientras su cuerpo se tensaba.
—Habla. —ordenó.
—Hay rumores acerca del médico forense sospechando sobre una secuencia de muertes extrañas de jóvenes chicos que comparten algunas características con el joven Hoseok. El médico ha cerrado oficialmente los archivos, pero se sabe que los sigue investigando de forma privada y personal —informó.
—Y Hoseok debe de ser uno de esos casos —comprendió Yoongi—. Qué es lo que tienen de raro sus muertes, qué es lo que los conectas, y qué es lo que está investigando ese médico forense. Quiero que me averigües eso y no aparezcas ante mí a menos que tengas las respuestas que quiero —advirtió golpeando la punta de sus dedos contra el mesón de su escritorio.
—Sí, señor —asintió.
La puerta fue llamada otra vez y Minju apareció luego de que Min accediera permiso.
—Ya es la hora, señor —anunció.
Yoongi relamió sus labios y asintió levantándose de su silla.
Ya era el momento.
—Vamos —pronunció rodeando el escritorio, saliendo finalmente de su despacho en el cual se había encerrado.
Con sus dos amantes, Jeonghan y Ryujin colocándose a su costado, dos pasos atrás, los tres salieron de la casa y se subieron al automóvil.
En otra ocasión, Yoongi ni siquiera habría considerado en llevar a sus amantes, pero estos dos, habían conocido a Hoseok y habían interactuado con él lo suficiente como para considerarse conocidos y el haber llorado la pérdida.
A diferencia de aquel pelinegro del interrogatorio.
Metiendo su mano en el interior de su chaqueta de traje, Yoongi sacó un encendedor y comenzó a jugar con él mientras observaba a través de la ventana.
En silencio, Jeonghan se acercó entregándole un puro.
Colocándolo entre sus labios, Yoongi lo encendió y bajó un poco la ventanilla del auto para que el humo escapara por esta mientras comenzaba a fumar.
—Amo —pronunció Jeonghan, colocando su mano sobre el muslo del rubio abogado—. Lo siento mucho, amo.
Observándolo de reojo, Yoongi asintió y volvió su atención a la ventana.
Para cuando finalmente llegaron a su destino, dónde se realizaría una pequeña ceremonia en despedida para su hermano, Min apagó el puro y se bajó del auto.
El cementerio que había escogido Yoongi para enterrar a su hermano era grande, extenso de verde césped y con árboles de pino bien cuidados. Un lugar donde la naturaleza se preservaba, justo como habría querido Hoseok.
Una gran especie de carpa o cubierta estaba colocada, abarcando un gran cuadrado. En un extremo, estaba el ataúd conteniendo el cuerpo de Hoseok. Miles de arreglos de flores estaban a su costado y sillas para los invitados estaban en frente.
Conocidos, socios y algunos pocos amigos. Un grupo de personas estaba presente para llorar la pérdida de una gentil alma mientras que otros estaban para darle un apoyo silencioso a Min Yoongi.
Con la llegada de Yoongi, dio inicio a la ceremonia dónde los amigos de Hoseok dieron unas pequeñas palabras y luego se despidieron de un cuerpo ya sin vida.
Cuando Min se acercó al ataúd, observó el rostro pálido de su hermano y lo sintió tan... Irreal. Hoseok estando ahí, tan tranquilo y con sus ojos cerrados.
Ya no habría más discusiones, comentarios bobos, burlas y preocupación. Ya no habría más una persona a quien cuidar.
Ya no habría más Hoseok.
Estaba solo.
Min abrió su boca, deseando decirle algo, cualquier cosa, una promesa o una despedida, pero nada salió.
Presionando sus labios, sintió un peso en su corazón mientras se alejaba y movía su cabeza de forma positiva, permitiendo que cerraran la tapa del ataúd y que este comenzara a descender de forma lenta.
Todos se quedaron en silencio mientras contemplaban como comenzaban a echar tierra sobre el ataúd de madera, comenzando a tapar el hoyo en el suelo.
El día que había permitido vislumbrar algo de sol, de pronto se tornó completamente gris, siguiendo el sentimiento de aquellos corazones llenos de pesadez y angustia.
Cuando la lápida fue colocada, Min Yoongi la siguió mirando en silencio mientras los demás se acercaban, daban su pésame y se retiraban hasta que no tuvo más compañía que su chofer, y sus dos amantes, quienes se habían mantenido firme a su lado.
—Déjenme solo —ordenó sin verlos, en un tono bajo.
Solo cuando escuchó los pasos alejarse y sintió la soledad, Yoongi se permitió alejar su mirada mientras cerraba sus ojos e inclinaba su cabeza hacia atrás, dejando que las lágrimas silenciosas y llenas de dolor finalmente salieran deslizándose por su rostro.
—Yo... Lo siento —expresó con sus ojos cerrados—. No pude protegerte... Rompí mi promesa...
Jimin, que había estado mirando silenciosamente a la distancia, finalmente decidió acercarse ahora que no había nadie más que aquel rubio abogado.
—No creo que sea buena idea ir todavía —advirtió Jungkook sosteniéndole del brazo.
El pelinegro observó su mano y luego su rostro, saliendo del agarre.
—Gracias por traerme Kookie, pero eso es todo lo que necesitaba —pronunció.
Observando en silencio aquellos ojos ocultos tras unos lentes de sol, Jungkook suspiro y asintió.
—Te esperaré en el auto —anunció retirándose bajo un velo se una suave llovizna.
Volviendo su vista a aquel solitario hombre, Jimin se quitó sus lentes de sol y se los colocó al revés como usualmente hacia cuando no lo usaba.
Metiendo las manos en los bolsillos en el interior de su chaqueta de cuero negro, comenzó a caminar y caminar hasta que finalmente, estuvo frente a la lápida de su amigo y todo...
Todo se sintió real, golpeándolo otra vez.
Cuando Yoongi sintió una presencia a su lado, trato de que no se notara como sus músculos se tensaron. Reusándose a retirar las lágrimas de su rostro, abrió sus ojos y giro su rostro contemplando a la persona a su lado.
El gruñido enojado quedó atrapado en su garganta cuando sus ojos conectaron, observando como silenciosas lágrimas dolorosas se deslizaban por aquel rostro de facciones atractivas, filtrándose con la fina lluvia que había comenzado a caer cada vez con más fuerza.
Ambos se miraron sin decir nada, pero compartiendo el dolor. Jimin contempló en los ojos grises de Yoongi el tormento, dolor y el infierno por el cual estaba atravesando.
Y Yoongi contempló el dolor en los ojos de Jimin, la pérdida siendo reflejada desde lo más profundo de su alma.
En silencio, Minnie fue el primero en retirar su mirada sin poder soportar la intensidad en aquellos ojos.
—Era mi amigo —pronunció finalmente, con un desgarrador sentimiento fluyendo en su bajo tono.
Dándose media vuelta, el pálido pelinegro se alejó en silencio y Yoongi le observó hasta perderlo de vista.
Volviendo sus ojos a la lápida de su hermano, lo observó el nombre escrito y la fotografía del sonriente chico lleno de esperanza y luz.
—Lo siento... —expresó y se alejó en dirección contraria al pelinegro.
Sacando su teléfono celular, lo colocó contra su oreja.
—Kang.
—Dígame señor —pronunció inmediatamente el hombre.
—Quiero que me averigües todo respecto al tal Minnie o Jimin con el que se juntaba Hoseok, y lo quiero para más tardar esta noche en mi despacho —ordenó.
—Sí señor.
Cortando la llamada, Yoongi se subió a su auto dónde le esperaban Jeonghan y Ryujin, refugiándose de la lluvia. Ambos amantes sumisos se acercaron a él en busca de brindarle consuelo al contemplar sus ojos irritados.
Yoongi les permitió el tacto, pero negó algo más que ello.
No tenía cabeza para el sexo en ese momento.
Quería saber quién era ese tal Minnie.
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Los tatuajes de Minnie
Espero que les haya gustado esta pequeña sorpresita, tengan una linda semana! Besotes y abrazotes <3
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