Jimin entró en la tienda chocando contra un cuerpo que iba de salida.
—Lo siento amigo —se disculpó.
Y mirando al pelinegro de firmes, pero coquetos ojos verdes, sonrió inmediatamente de forma encantadora.
—Bueno, hola guapo. Lamento haber chocado contigo.
—Descuida, todo bien —aseguró el hombre de traje carísimo antes de finalmente salir de la tienda.
—¿Ese es tu pretendiente? —preguntó Jimin mientras sus ojos seguían al hombre a través de los ventanales de la tienda, contemplando como se subía a un lujoso auto y se alejaba de aquellas descuidadas calles.
—Limpia tu saliva —se burló SeokJin golpeando la nuca de Jimin.
—¿Por qué no me dijiste qué ese bombón estaba detrás de tu lindo trasero? —preguntó el pelinegro quitándose sus lentes de sol—. ¿Miedo de que intentara quitártelo? —arqueó una ceja—. Sabes que nunca haría eso, creo en el código entre amigos.
SeokJin bufó mientras tomaba la mano de su amigo y lo dirigía hacia una de esas sillas especiales para lavar el cabello.
—Por mí, felizmente puedes quedarte con él —expresó con obvio disgusto—. Namjoon es un completo ligón, un casanova que va detrás de cualquier cosa que tenga hoyos en los cual poner su polla.
—Vaya, ¿lo que oigo es resentimiento? —se burló con una pequeña sonrisa de labios divertida.
Comenzando a lavar el largo cabello negro de Jimin, el pelirrojo peluquero frunció sus labios.
—Intente darle una sola oportunidad, y al darme la vuelta lo descubro con otro, no pienso caer en el mismo error dos veces —explicó.
—Pero desde que te conocí que él ha estado a tu alrededor cortejándote —indicó—. Lo que vendría siendo ya... ¿Que? ¿Casi un año?
—No me importa. Pueden pasar uno, dos o cinco y yo no lo perdonaré —gruñó—. Quien no me asegura que hace esto solo porque aún no me ha metido en la cama y una vez logre su cometido se vuelva un idiota. Namjoon es esa clase de hombre que debe de tener todo lo que quiere y en este caso, lamentablemente soy yo —suspiro dramático.
—Bueno, al menos es un idiota considerado que no intenta usar su dinero para presionarte a recurrir a él —se encogió de hombros—. Sinceramente yo habría caído a la primera, es alto, sexy, con bonitos ojos y lo más importante...
—Tiene dinero —pronunciaron ambos antes de estallar en pequeñas carcajadas.
—Algún día entenderás que no todo en la vida es dinero —suspiro SeokJin terminando de lavarle el cabello.
Lamentablemente, Jimin ya tenía ese conocimiento.
—El dinero es lo único que te puede traer felicidad, comodidad y satisfacer tus necesidades —expresó tomando asiento frente a un gran espejo a lo largo de la pared—. El dinero no te engaña ni te lastima, puede ser solo un simple papel que va y viene, pero definitivamente, volverá —sonrió.
—Tu sonrisa no llega a tus hermosos ojos, cariño —indicó Jin acariciando su mandíbula—. Solo veo dolor y soledad, y así como yo lo puedo apreciar, pronto encontrarás a otra persona que pueda ver a través de tu falso coqueteo y sonrisa.
La sonrisa del pelinegro titubeo un segundo antes de volverse más firme.
—¿Así como tu pretendiente?
El pelirrojo blanqueó sus ojos antes de comenzar a peinar el cabello de su amigo.
—Namjoon es un idiota, discusión terminada —advirtió.
—Cómo quieras —aceptó—. Pero ¿qué hacia él personalmente por aquí? Pensé qué siempre mandaba a alguien más para dejar sus regalos —comentó.
—Vino porque yo lo llamé —anunció tomando unas tijeras—. No me importa que sea el dueño de prácticamente varios locales del sector rojo, mucho menos de su famoso casino, eso no le da el derecho de poner personas que vigilen de mi tienda —refunfuño.
—¿Y qué te ha dicho? —preguntó observándolo a través del espejo.
SeokJin frunció el ceño y dejó de mover sus manos por unos segundos.
—Me ha asegurado que va a averiguar quién está acosándome —respondió finalmente.
—¿Y le crees?
—Claro que no, y espero que con esto aleje a esos hombres o pronto podría afectar a mi negocio —expresó—. Listo —anunció—. Te he cortado solo las puntas cómo siempre.
—Gracias —sonrió Jimin mientras Jin le quitaba la especie de manta que le había colocado encima para que el pelo no cayera sobre su ropa—. En la tarde vendré a pagarte —prometió.
—Descuida, siempre puedes traer a más clientes cuando estés haciendo tus adivinaciones —restó importancia.
Volviendo a la comisaría para compartir con su superior lo que habían logrado descubrir, el detective Jeon solo tuvo que observar el rostro de Heechul para saber que le tenía malas noticias.
—¿Qué sucede? ¿Es algo del caso? —preguntó Taehyung a su lado, recordándole su muy notoria presencia.
—No, es sobre un caso anterior —respondió Heechul observando al detective Jeon—. Hoy fue el juicio de Ji-fan, quedó libre —anunció obviamente no muy alegre por ello.
—¿Cómo? Había pruebas sólidas en su contra —gruñó haciendo puños sus manos.
Ellos habían llevado una exhaustiva investigación contra el doctor Ji-fan quien había malversado el dinero de su clínica y estafado a unos cuantos pacientes, causando incluso la muerte de algunos.
—Solo una palabra, hijo —sonrió con desagrado—. Min Yoongi.
—¿Min Yoongi? —preguntó el detective Kim ante el tenso silencio.
—Se le conoce cómo el abogado del diablo —respondió Heechul y suspiro cuando observó a Jungkook salir apresuradamente—. Ve con él y asegúrate de qué no haga una tontería, novato—ordenó.
Asintiendo, Taehyung se apresuró a salir de la comisaría y se subió en el asiento de copiloto cuando observó a Jungkook subirse en su auto.
—¿Qué haces aquí? —espetó mientras comenzaba a conducir con rapidez entre el tráfico.
—¿Quién es Min Yoongi? —preguntó en cambio.
—Min Yoongi es un abogado del infierno, el mejor y el maldito hombre lo sabe, se cree el puto amo porque nunca ha perdido ninguno de los casos que ha tomado —respondió entre dientes.
—Esta no es la primera vez que defiende a alguien que han atrapado, ¿no? —preguntó ante el obvio desagrado del contrario.
—He tenido el desagrado de toparme con ese tipo más de una vez. Ese idiota siempre defiende a quien le pague más sin importar lo que hubiera hecho para acabar en la cárcel, Min Yoongi no tiene moral ni consciencia a la hora de trabajar —exclamó apretando sus manos en el volante.
—Bueno, ya puedo entender por qué lo llaman el abogado del diablo —suspiro el detective Kim, observando por la ventana el resto del corto y rápido viaje.
Estacionándose frente al gran edificio, Taehyung se bajó apresuradamente, siguiendo a Jungkook.
—No busques pelea con Min —advirtió el detective Kim, siendo ignorando.
El detective Jeon Jungkook observó con resentimiento cuando sus ojos encontraron a su presa.
La furia volvió a surgir en él al contemplar a Wang Ji-fan libre, saliendo con Min Yoongi entre la pequeña multitud de personas que entraba y salía del establecimiento de Justicia.
Esta vez había estado seguro de que sus pruebas habían sido concretas, si tan solo otro abogado hubiera tomado su caso... Estaba seguro de que Ji-fan habría caído.
¿Por qué Yoongi tenía que defenderlo? ¿Por qué siempre tenía qué interponerse en su camino?
Ambos hombres fueron hacia un vehículo deportivo y conversaron de algo que lamentablemente no alcanzó a oír. Ji-fan le dio la mano a su abogado y se retiró como si nada.
Entonces, Min Yoongi le observó directamente, como si desde un principio había sabido de su presencia. Aunque su rostro no mostraba expresión alguna, Jeon podía ver la burla y arrogancia en aquellos ojos grises.
Jungkook no pudo hacer nada más que mirar mientras apreciaba al desagradable hombre acercarse hasta él.
Una mierda.
Min Yoongi podría ser un excelente abogado que lamentablemente trabajaba del lado opuesto de la mesa, pero para Jungkook no era más que escoria y la rivalidad que tenían ambos a veces le provocaba deseos a Jeon de que ese hombre estuviera en algo turbio solo para tener el placer de atraparlo y quitarle esa maldita sonrisa arrogante.
Pero no había nada, por más que había buscado una prueba inculpatoria que lo arrastre y lo baje de su trono, no había logrado absolutamente nada en contra del abogado.
El bastardo era brillante y no dejaba huellas sí es que estaba involucrado en algo.
Destilando, poder y elegancia, Yoongi se acercó hasta estar a solo unos pasos frente a ellos.
—Ya se ha enterado de las noticias, detective Jeon —pregunto con su sonrisa ladina, sus ojos llenos de burla pura.
—Un día, tendré las suficientes pruebas para que pasen el resto de su vida tras las rejas —aseguró observándolo fijamente, cruzando sus brazos sobre su pecho en un intento de no asestarle un golpe.
—No importa cuán duro busques, nunca lograrás ganarme, detective —expresó con arrogancia.
Jungkook tensó su mandíbula y bajó sus brazos, haciendo puños sus manos.
—Tenemos que irnos, tenemos cosas más importantes que tratar —pronunció Taehyung recordándole su presencia a ambos hombres—. Jungkook —reiteró al ver que no se movía.
—Solo espera —gruño finalmente Jeon, y se alejó rodeando el auto para subirse nuevamente.
Yoongi contempló sin emoción como el hombre se retiraba con la seguridad de que alguna vez le podría ganar.
"Iluso" pensó negando con su cabeza. No importaba cuántas veces el detective estuviera seguro de sus pruebas, Min nunca perdería ante él.
Dando media vuelta, sacó su teléfono móvil.
—No es buen momento —anunció la voz del otro lado.
—Está libre —anuncio dirigiéndose a su auto.
—Confiaba en que tú podrías sacarlo de ese problema —respondió Namjoon mientras observaba desde su oficina el panorama de su casino.
Esperando que sus hombres trajeran noticias sobre quienes estaban vigilando a su precioso y terco pelirrojo.
—Tú solo asegúrate de que el idiota de Ji-fan me pague lo prometido o yo mismo lo meteré en la cárcel —pronunció subiéndose a su auto.
—Tiene el dinero, no te preocupes por ello—suspiro Namjoon—. Alégrate un poco Yoongi, será bueno tener a un médico de nuestro lado, nunca sabes lo que la vida tiene para nosotros.
—Y solo por eso he decidido sacarlo, es un buen médico a pesar de su avaricia —suspiro—. Pero debes de tener cuidado con quienes escoges cómo tus amigos y socios —advirtió.
—No hay amigos en el mundo de los negocios, Min —sonrió arrogante y se dio media vuelta cuando tocaron la puerta de su oficina—. Adiós, tengo asuntos que resolver —anunció.
Cortando la llamada sin más, Min Yoongi condujo hasta su casa en silencio. En su mente, recordaba con satisfacción la molestia expresada en el rostro del detective Jeon.
Ese hombre se había vuelto en una espina en su costado desde que era un simple oficial de policía de tránsito, y luego de que fuera ascendiendo, solo le había molestado más.
Un hombre con complejo de héroe cómo Jeon Jungkook no era de su agrado.
Deteniéndose frente a la reja que rodeaba su residencia, bajo el vidrio del auto y tecleo un número en la consola de la pared. La reja color negro frente a él se deslizó lentamente hacia un lado, dándole el acceso a su casa.
Una vez cruzó, esta automáticamente comenzó a deslizarse para volver a su lugar.
Yoongi estacionó su auto frente a su casa y se bajó.
Subiendo los tres escalones al porche delantero de la casa, la puerta se abrió y su hermano salió.
—¿Lo hiciste otra vez, no? —preguntó con el ceño fruncido.
—¿Por qué? ¿Te vas a enojar conmigo otra vez? —respondió con tranquilidad.
Estaba muy consciente de que a su hermano no le gustaba su trabajo, o más bien para quienes decidía trabajar.
Hoseok tenía un perfecto sentido de la justicia que lo irritaba la mayoría del tiempo, y le recordaba a ese molesto detective Jeon.
—Tienes un infierno de buenos abogados bajo tu mando y aun así los empleas para el mal —se quejó—. Deberías de ayudar a los buenos, no a los malos —se quejó.
—No hay buenos ni malos, solo personas que pagan lo justo por defenderlas —expresó con tranquilidad.
Hoseok apretó sus labios y negó con su cabeza.
—Yo no seré igual que tú —anunció.
Yoongi le observó—. ¿Vas a alguna parte? —pregunto al contemplar lo arreglado que estaba.
—Tengo clases en una hora más y luego pensaba en pasar por unas tiendas para comprarme algo de ropa para esta noche —respondió.
—No saldrás y tienes una reunión hoy con los drogadictos en recuperación —le recordó.
—Lo sé, no soy un niño pequeño para que me trates cómo uno —gruño.
—No lo haría si te comportaras cómo un adulto, estudias para ser abogado pero pintas tu cabello de esa forma —dijo con disgusto.
—Mi cabello no tiene nada que ver con mi capacidad intelectual —argumentó—. Hice solo una mala elección, no puedes condenarme por ello el resto de mi vida —suspiro.
—Una mala decisión que casi te aleja de mí —le recordó feroz.
Observándolo, Hoseok percibió la preocupación y temor en los grises ojos de su hermano mayor antes que se volviera a ocultar tras una fría barrera.
—Y lamento eso, pero ya estoy mejor, confía un poco más en mí —pidió con una expresión más amable.
—Lo hago, pero de todas formas, no saldrás esta noche —anunció dando por terminada la conversación.
—Tengo 23 años, soy mayor de edad y no te estoy pidiendo permiso —exclamó con frustración.
—No tendremos esta conversación otra vez —espeto, entrando en su casa.
Una de las criadas inmediatamente se acercó y recibió su chaqueta y maletín, retirándose en silencio.
—¡Pero! —Yoongi alzó su mano deteniendo sus gritos.
—Eres mi única familia Hoseok, no te perderé por un tonto vicio ni por aquellos idiotas empeñados en dañarme —le recordó.
—Si defendieras a los buenos en vez de los malos... —murmuro el menor evitando verlo.
—Los buenos no están pagando tu universidad o tus extraordinarios gastos de compras —señalo ya cansado, siempre era la misma discusión—. Te quiero Hoseok, lo sabes, eres mi única familia.
—Lo sé, tu igual hermano —suspiro finalmente asintiendo con su cabeza—. Está bien, volveré temprano a casa —accedió.
Yoongi asintió con su cabeza y se retiró al interior de su despacho.
Parado frente a su ventana, contempló como su hermano menor esperaba frente a su propio auto a sus guardias designados.
Sacó su teléfono móvil y llamó al jefe de su seguridad.
—¿Señor? —pronunció apenas contestó.
—Hoseok va a salir —anunció—. Asegúrate de que asista a sus clases, reunión y aléjalo de los problemas.
—Mantendré los ojos sobre él —prometió.
—Bien —cortó la llamada, contemplando a su hermano irse finalmente.
Tres golpes hicieron eco en la silenciosa oficina, esperando.
—Pasa —ordenó quitándose la corbata, sin darse vuelta.
—Supe que llegó, amo —pronunció el hombre.
—¿Acaso te llamé? —preguntó dándose vuelta, contemplando al desnudo hombre observarle con expresión soñadora y lujuriosa.
—Y-yo... No. Lo siento, amo —contestó tragando saliva.
Observando lo fijamente, Min asintió con su cabeza mientras se quitaba el cinturón de su pantalón antes de tomar asiento frente a su escritorio.
—Aquí —señalo entre sus piernas abiertas.
De forma ansiosa, el hombre obedeció y silenciosamente se dio media vuelta, dejando sus manos contra su espalda baja.
Su aliento quedó atrapado entre sus labios cuando Min amarró sus muñecas con su cinturón, lo suficientemente fuerte para que no pudiera liberarse, pero no para lastimarte.
—En el suelo —ordenó.
Rápidamente, el desnudo hombre se sentó en el suelo entre sus muslos abierto, observándole ansioso por obedecer mientras contemplaba expectante como abría sus pantalones, sacando su miembro.
—Chúpamela —ordenó recargando su cabeza en el respaldar de su silla mientras cerraba sus ojos y disfrutaba de aquella humedad rodeando su pene.
—Amo —gimió el desnudo hombre.
—No hables, solo chupa —gruñó colocando su mano en la cabellera castaña para tirar más a su entrepierna.
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