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☪ ✙CAPÍTULO 36✙ ☪


Recostados juntos sobre la cama, con Jimin prácticamente casi encima de Yoongi, ambos se abrazaban en silencio, necesitando del contacto del otro mientras revivían momentos no agradables de su vida.

—No sé qué fue lo que ocurrió con mi madre en realidad, pero asumí que simplemente me abandonó con mi padre, quien sin gustarle la molestia que representaba me dejó al cuidado de Chaering, mi abuela —inició—. Mi vida con ella tampoco fue fácil, siempre hubo todo tipo de problemas al ser mayor de edad y con el trabajo que tenía, pero ella me amaba, me quería y me cuidaba, esa mujer era la única que se preocupaba por mí y estaba siempre a mi lado, apoyándome sin importar lo que dijeran los demás.

—Suena como una buena mujer —comentó Yoongi.

—Lo era, la mejor —sonrió con tristeza—. Los problemas de dinero siempre eran una constante en mi vida, al igual que el estar rodeado de espíritus, pero todo se compensaba con su amor. Todos creían que era raro cuando mi abuela se quedaba hablando sola en cualquier parte, la trataban de loca y culpan su edad, pero yo sabía la verdad, yo podía ver y escuchar lo que ellos no.

—Pensé que no podías ver a los espíritus —no pudo evitar destacar Min.

—Ahora no, pero cuando era pequeño, sí —suspiró—. Era terrible, daba miedo, pero mi abuela quien también podía comunicarse con ellos me ayudó a superarlo y convertirlo en una parte de mi vida como si fuera algo normal.

—Entonces ¿qué ocurrió? —preguntó cuando Minnie se quedó en silencio.

—Mi estúpido padre apareció un día en la casa, exigiéndole dinero. Creo que la amenazaba conmigo para conseguirlo, diciendo que me iba a llevar lejos si no se lo daba —recordó y comenzó a trazar su dedo sobre el pecho de Min—. Empezó siendo una vez al mes, luego se volvió cada pocas semanas, semanalmente y finalmente día por medio. Hasta que simplemente, mi abuela no pudo más y murió —torció sus labios.

—¿Qué edad tenías? —preguntó acariciando su espalda, sintiendo como se tensaba.

—Quince años, creo.

—¿Tuviste que vivir con él? —frunció el ceño.

—Estuvo en la casa conmigo un par de meses, trato de usarme como su fuente de ingresos obligándome a hacer lo mismo que mi abuela —contó—. Recuerdo que en ese tiempo sin importar cuánto intenté llamarla o buscarla, Chaering no se quiso mostrar ante mí, me sentí tan traicionado porque ella realmente me abandonó al igual que todos —expresó—. Entonces comencé a detestar todo respecto a los fantasmas, y cuando mi padre intentó hacer dinero conmigo de otra forma que involucraba a otras personas y una habitación, escapé.

—Y conociste a Jennie —adivinó.

—Sí, ella era una chica de la esquina que le gustaba vender su cuerpo por dinero, me encontró una noche lluviosa y me llevó a su departamento —recordó con una sonrisa triste—. Ya no quería ver ni escuchar más a los fantasmas, y ella me ayudó dándome drogas.

—¿A un niño? —espetó molesto.

—Ella era solo un año mayor que yo, tampoco sabía qué hacer con un adolescente que le pedía a llantos que se llevara a los fantasmas o que los callara —le defendió—. Y la droga me ayudó, ya no podía verlos, escucharlos ni pensar en ellos —sonrió con tristeza—. Me quedé con ella, trabajamos juntos, me enseñó todo sobre su trabajo y nos divertimos hasta que esta vez, fueron las drogas que me quitaron a alguien.

—¿Sobre dosis? —comprendió.

—Eso creí, pero Jungkook me reveló que en verdad Jennie había consumido Kaleidos —confesó volteando su cabeza para enterrar su rostro en el cuello de Min.

—Por eso estabas tan fuera de ti aquel día —comentó sosteniéndolo con más fuerza—. ¿Qué ocurrió luego de que ella muriera?

—Me enojé, porque otra persona me había abandonado aun cuando me prometió no hacerlo —respondió—. Antes de intentar algo estúpido, en ese entonces el recién ascendido a detective, el novato Jeon Jungkook, me recogió de la calle y me llevó a su casa, cuidó de mí y en algún momento puede que lo haya llegado a querer por ello, era como un héroe —expresó y rio bajo al sentir una posesiva mano curvarse sobre su trasero.

—¿En serio? —preguntó en un gruñido.

—Tranquilo bebé, pronto descubrí que era un sentimiento parecido al que tenía por Jennie, la quería, pero no me acostaría con ella —explicó besando su cuello.

—Pero Jungkook no pensó lo mismo de ti —declaró.

—No, no lo hizo —aceptó—. Pero Jungkook es y era demasiado bueno para mí, así que antes de que se me declarara, lo dejé.

—Bien hecho —acarició su trasero.

—Eres malo —sonrió—. Perfecto para mí.

—¿Fue entonces que conociste a Hoseok? —preguntó.

—No, a Hobi lo conocí antes —corrigió—. Después de la muerte de Jennie, era un desastre y fue Jungkook quien me ayudó esa vez. Yo no quería consumir más drogas si le hizo eso a mi amiga, así que para demostrarme que no luchaba solo me inscribió en esas molestas reuniones. Sufrí, me costó dejarlas, la ansiedad y el deseo eran difícil de controlar, pero... Pensé que, si estaba limpio, tal vez podría ver a Jennie de nuevo...

—¿Pudiste? —preguntó sabiendo la respuesta.

—No, ya no podía ver a los espíritus y tuve que crear estas barreras mentales que me protegieran de sus gritos ensordecedores, no pude contactar ni con ella ni mi abuela —suspiró—. Sentí como si fuera mi castigo por negarlos tanto tiempo, y aun así no dejé de intentarlo. Cuando pensé que ya no iba a ir más de esas reuniones, conocí a Hobi —sonrió con cariño—. Era una mierda sinceramente, pero en cada reunión podía ver cómo iba mejorando.

—Te quedaste por él.

—Sí, pero no se lo digas —ordenó—. Cuando nos conocimos lo traté un poco mal, era molesto con aquella sonrisa que me mostraba cada vez que le tiraba mierda, él caminaba por al lado de ella como si no fuera nada hasta que finalmente me cansé de mostrar esa actitud con él y comenzamos a hablar.

—Ese es Hoseok —suspiro Yoongi, recordando con cariño a su hermano.

Su corazón se apretaba de solo pensar en él otra vez.

—Y luego de que se enterara de que trabajaba en el centro comercial, fue peor, iba casi todas las semanas para verme —resopló—. Pero era bueno, siempre me invitaba a comer y luego ocurrió todo eso... Y apareciste tú, fin.

—Gran historia —bufó.

—No tanto como la tuya —contestó.

Yoongi se quedó en silencio, simplemente sosteniéndolo.

—Ambos estamos tan jodidos —suspiro Jimin y Yoongi no pudo estar más de acuerdo—. ¿Qué vamos a hacer ahora? —preguntó en voz baja.

—Ya sabes como soy —anunció Min—. Si aun así me quieres, yo quiero darle una oportunidad a esto —expresó, sabiendo Minnie era el único para él, a pesar de que fuera tan molesto a veces.

Ninguno era perfecto, la vida los había jodido a los dos de diferentes formas, pero lo había hecho. Lo bueno, era que ninguno de los dos estaba buscando la perfección, no con lo jodido que estaban ambos, lo que esperaban era alguien igual de torcido que ellos que le comprendiera y complementara, eso era todo.

—Y tú sabes como soy, si aún me quieres, yo también quiero darle una oportunidad a esto —repitió saliendo de su cuello con una sonrisa—. Pero tendrás que aceptar que no voy a ser como la mierda esa de tus perros falderos, no soy un sumiso dispuesto a satisfacerte en todo —anunció—. Podemos jugar con tus cuerdas y hasta probar algunos de tus juguetes para hacerlo más interesante, pero yo no soy igual a ellos —aclaró.

—Está bien, todo ese juego de Dom y sumiso era realmente porque no podía confiar con ellos en la cama, no me gustaba la idea de que mis amantes tuvieran alguna clase de libertad dónde pudieran hacerme algo al igual que mi madre —le recordó.

—Algo así intuí, pero no te preocupes que me gustan tus juegos —anuncio con una sonrisa coqueta—. Bueno, excepto tus nalgadas de castigos, las odié y mi trasero aún duele por ellas —dijo con un puchero.

—Veré otra forma de castigarte —prometió atrapando su labio inferior entre sus dientes—. Pero los castigos no se irán, tienes que aprender de alguna forma que todo lo que haces mal, será castigado, así lo piensas dos veces antes de hacerlo.

—Uhm... Puedo vivir con ello —aceptó—. Pero no dejaré de maldecir —anunció.

—Tendrás palmadas por ello, cada mañana y cada noche para mantener de un lindo tono rojo este trasero —declaró apretándolo entre su mano.

—Hecho —aceptó sonriente—. Tengo curiosidad por saber qué pasó con Ryujin y la perra esa de Jeonghan.

—Se fueron, ambos —anunció con dureza—. Era eso o matarlos a golpes a los dos.

—Pero Ryujin no hizo nada.

—Pero estaba aquí en la casa, debió de haber sabido lo que hacía Jeonghan con Hoseok y aun así no hizo nada, no me dijo nada —explicó furioso de solo recordarlo—. Los eché sin darles nada de dinero.

—¿Y tus empleados?

—Lo mismo —contestó—. Deje a MinJu porque es el único que ha estado con nosotros desde un principio, y porque le dio un puñetazo a Jeonghan cuando se enteró de lo que le hizo a Hobi —sonrió ladino.

—Sabía que por algo me caía bien el señor mayordomo MinJu —dijo contento—. Aunque me hubiera gustado presenciar cuando echaste a la piojosa esa. ¿Algo más que aclarar?

Yoongi asintió.

—No te pondrás en peligro sin importar nada, lo que incluye no más de esas sesiones para buscar a otros espíritus —advirtió.

—Se supone que ese es mi trabajo, por lo cual convenientemente me contrataste —le recordó.

—Ya no hay más trato ni nada entre nosotros, solo somos los dos y yo te proporcionaré todo lo que quieras —anunció.

—Uhm, ¿mi propio sugar daddy? —sonrió—. Me gusta, pero de igual forma seguiré trabajando, al menos cuando esté aburrido.

—No me importa mientras se trate de leer las cartas, eres bueno en ello y no sangras por todos lados —aceptó.

—¿Y mis visiones falsas? —preguntó—. Ya sabes, cuando los acoso y después anunció sus secretos, es entretenido —se excusó.

Aunque había logrado tener visiones cuando Hoseok estaba cerca, realmente no sabía cómo trabajaba el mecanismo de ello y no creía que Yoongi estuviera muy feliz si descubriera que sus visiones le afectaban de cualquier manera.

—Espero mantenerte lo suficiente entretenido como para que no puedas dejar la cama de ahora en adelante —prometió.

Jimin lamió sus labios, expectante—. Eso suena bien. ¿Alguna otra cosa?

—Somos exclusivos, nadie más para ninguno de nosotros —decretó.

—Entonces, ¿seremos la palabra con N en todo su esplendor? —preguntó con una sonrisa burlona.

—Seremos novios en toda su palabra —aceptó besándolo para sellar el trato.

Volviéndose a acurrucar en el cuello de Yoongi, Minnie ocultó sus mejillas sonrojadas y su boba sonrisa... Enamorada.

Él tenía una imagen que mantener después de todo.

—¿Sabes? Creo que me gusta esta parte de ti, la que me muestra emociones y no huye de ellas —confeso.

—Y seré realmente molesto con ellas así que será mejor que te prepares —advirtió girando sobre su costado para poder mirar de frente a Jimin.

—Puedo vivir con ello —se encogió de hombros—. Me gustan las cosas intensas —sonrió.

—No sabes en lo que te metiste —expresó alzando su mano para acariciar su mejilla, la cual, había aumentado con las comidas de MinJu aunque fuera un poco.

Y Yoongi se aseguraría de que fuera más, Jimin todavía estaba muy delgado para su gusto.

—Eres un buen hermano, sabes —expresó de pronto Minnie—. A pesar de todo, con toda la mierda que te ocurrió, seguiste cuidando de Hobi y él te sigue amando por todo lo que hiciste por él.

—Me hubiera gustado haber podido hacer más por él —dijo observando esos hermosos ojos.

—Si algo he aprendido en la vida que me ha tocado y lo que he observado, es que todo ocurre por algo. Las casualidades no existen y el destino es una mierda viciosa —expresó—. No estoy excusando la muerte de Hobi, porque entonces lo estaría haciendo con la de mi abuela y mis amigos, y sé lo doloroso que es eso, pero... ¿Nos habríamos topado algún día si nada de esto hubiese ocurrido? —cuestionó—. Yo, siendo una clase baja que tiene un puesto ilegal en el centro comercial y tu, que vives en una mansión.

—No, pero también creo, que de alguna u otra forma nos habríamos conocido en busca de nuestro propio camino —pensó.

—Tal vez, quien sabe —se encogió de un hombro—. Lo que sí sé, es que hay que atrapar a esos imbéciles por Hobi y Jennie, será nuestra venganza personal.

—Lo haremos —prometió y luego frunció el ceño cuando una duda surcó en su mente—. ¿El bastardo de tu padre murió?

—Nah, el desgraciado sigue vivo —chasqueo su lengua—. Se queda endeudado y promete que yo pagaré sus cuentas, algunos imbéciles le creen y luego vienen detrás de mí. Un día me salvaste de una paliza de un cobrador —le recordó.

—¿Pasa seguido? —quiso saber, pensando en cómo deshacerse de ese problema.

—Antes sí, ahora que estoy aquí contigo, nop —respondió—. Lo cual es un alivio, era un fastidio tener que estar corriendo de ellos, una vez perdí todo mi material de trabajo junto a mi dinero, casi pierdo mi bolsito con la insulina —recordó—. Me costaba conseguir esa mierda sin tener un control en el hospital.

Tras escuchar aquello, Min se sentó repentinamente en la cama.

—¿Y ahora qué? —preguntó Minnie aún recostado, observándolo con curiosidad.

—Cuando te fuiste, necesitabas insulina, ¿no? —recordó.

—Déjalo, Jungkook me encontró casi moribundo y me llevó a un hospital donde me la inyectaron —respondió despreocupado, bostezando—. Ya sabes cómo me pongo en esos lugares, y estando tan débil como estaba Kookie me tuvo que sacar de ahí, pero el estúpido doctor alcanzó a regañarle porque no me cuido bien y él me regañó a mí.

—Estaré llamando a mi médico para que te revise —anunció levantándose de la cama.

—¿Qué? No. Vamos amorcito, déjalo y durmamos un poquito —pidió—. Ya estoy bien, da igual, promesa de explorador.

—No se bromea respecto a tu salud, Jimin —gruñó.

—Bien, has lo que quieras —bufó rodando y abrazando una almohada—. Yo seguiré durmiendo —anunció cerrando sus ojos.

Observándolo, una sonrisa tiro de los labios de Min mientras negaba con su cabeza. Acercándose, lo tomó entre sus brazos.

—No dormirás en otra parte que no sea en mi cama desde ahora —anunció cuando el pelinegro le observó con una ceja alzada en una silenciosa pregunta.

—¿Con cuerdas? —preguntó sonriente.

—De vez en cuando —aceptó saliendo de la habitación.

—Pero si sabes que aún tienes que ponerte de rodillas y pedirme perdón por el pequeño teatrito que hiciste para intentar alejarme, ¿no? —dijo dulcemente.

—Pero el pequeño teatrito no sirvió, ¿no?

—Da igual, tengo una imagen que mantener y un ego que alimentar —respondió siendo depositado en la cama.

—Conozco una buena forma de arrodillarme y utilizar mi boca —anunció Min con el calor brillando en sus ojos.

Jimin resopló mientras abría sus piernas.

—Tenemos que trabajar en tu charla sucia, mi dulce bombón —sonrió observándolo con descaro.

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