☪ ✙CAPÍTULO 33✙ ☪
Jimin se despertó sintiendo como su cuerpo estaba siendo movido despacio, pero mantuvo sus ojos cerrados, curioso por lo que ocurriría.
Sus brazos unidos por las esposas de cuero que cubrían buen parte de sus muñecas y un poco más arriba, fueron alzados sobre su cabeza y enganchados a algo en la cabecera de la cama que los mantuvo ahí.
Minnie apenas contuvo un gemido cuando sus piernas fueron levantadas y dobladas, pronto, sintió como algo grueso y áspero fue rodeando uno de sus muslos, haciendo un extraño nudo por el costado que subía hacia arriba siguiendo el mismo patrón.
Lo mismo ocurrió con su otra pierna y luego sintió lo que ahora reconocía como una cuerda giraba alrededor de su cintura y de alguna forma extraña, las conectó con un nudo logrando que sus piernas flectadas fueran cerca de su abdomen sin quedar firmemente apegadas a ellas.
Ahora, sus piernas abiertas y alzadas daban una perfecta vista de su dulce entrada y su semi erecto miembros.
—Hey, ten cuidado con mi trasero —exclamó sin poder contenerse cuando fue levantado de la cintura para colocar una almohada en su espalda baja.
Entonces abrió sus ojos contemplando el cuarto con los tonos de luces bajos que le acomodaban a sus sensibles orbes azul-violeta.
—Bueno, hola guapo —saludó a Yoongi con una sonrisa coqueta, mostrando orgullosamente su cuerpo desnudo a punto de ser comido, consumido.
—Hum... Sexy —ronroneó Min, complacido con su obra maestra.
Las esposas y las gruesas cuerdas negras hacían un hermoso contraste con la piel pálida de Jimin, quien le observaba lujurioso y completamente dispuesto a aceptar todo lo que tenía para él.
Tal vez Jimin realmente no era un total sumiso como Jeonghan o Ryujin, pero confiaba lo suficientemente en él como para aceptar sus castigos y jugar con él y sus cuerdas, las cuales les privaba de su total libertad otorgándole toda su confianza con ello, lo entendiera o no el hermoso pelinegro.
Pero él también había cedido en algo, porque había utilizado cuerdas de su colección privada, aquellas que no había utilizado ni una sola vez en sus antiguos amantes y que había coleccionado a lo largo de los años.
—Oh, Cristo jodido de mierda —exclamó Minnie cerrando sus ojos mientras inclinaba su cabeza hacia atrás y arqueaba su espalda—. ¿Cuándo jodidos colocaste tremendo monstruo en mi trasero? —jadeó.
Yoongi resopló una pequeña risita mientras seguía moviendo el vibrador en el interior del más joven.
—¿De qué hablas? Aún no estoy en tu interior —bromeó.
Jimin jadeó exageradamente y enderezó su cabeza para observarlo todavía entre sus piernas.
—¿T-tu acabas d-de hacer una broma? —exclamó con temor fingido—. ¡Oh no! ¡El mundo se va a acabar!
Rodando sus ojos, soltó un pequeño gruñido mientras movía más rápido y profundo el vibrador, logrando volver las burlas de Minnie en sonoros gemidos melodiosos.
—Dios jódeme —lloriqueo tirando de sus brazos suavemente, agitando su cuerpo más sin verse en libertad.
—Pronto, aún falta estirarte —jugó con expresión seria.
—Mentiroso —desafío observándolo—. Ese es el jodido vibrador más grande que me has metido hasta el momento, casi parece una polla real partiéndome en dos —se quejó.
Con una gran sonrisa, Min lo sacó con un húmedo sonido y se lo mostró al pelinegro, revelando una réplica de un pene obviamente más pequeño que el suyo, pero más grande que los dildos con los que había jugado con Minnie.
—Tienes el sueño pesado, comencé con mis dedos y luego con esto —informó.
—Si, si, lo sabía —mintió y pasó su lengua por sus labios, humedeciéndolos y dejándolos brillantes—. Vamos bebé, ven aquí con esa cosota entre tus piernas y apuñálame —rogó.
—Dios, eres terrible —expresó negando con su cabeza, divertido—. ¿Debería de volver a ponerte la bola en la boca? —preguntó mientras se echaba algo de lubricante en su duro eje.
Desde que se había despertado con el pelinegro prácticamente acostado sobre él que había estado medio duro, y el preparar ese cálido canal solo había vuelto su media erección en una completa hasta volverse dolorosa.
—Esa es mi charla sucia y sexy —se quejó con un puchero—. Y no pondrás nada en mi boca en este momento porque quieres seguir escuchándola —dijo seguro.
Suspirando, Yoongi se acercó más al cuerpo del pelinegro y tomó su erección con una mano mientras se empujaba lentamente en aquel brillante orificio pequeño.
Deteniéndose a la mitad, contempló a Minnie con una sonrisa malvada mientras comenzaba a acariciar con su pulgar aquella entrada ansiosa que absorbía su pene.
Jimin gimió y sus músculos se estremecieron, su respiración se volvió profunda cuando ese travieso dedo subió pasando por sus bolas hasta llegar a su duro miembro.
—Dios, eres tan malo —se quejó cerrando sus ojos con fuerza mientras intentaba inútilmente empujarse con aqueo dedo que acariciaba la abertura por donde el pre-semen escapaba.
—¿Yo malo? ¿Y por qué? —preguntó confundido, su otra mano acariciando los muslos atrapados entre las cuerdas mientras movía circularmente su cadera.
Su dedo nunca dejó de acariciar el duro pene de Minnie, delineando la cabeza, enterrando suavemente su uña en la carnosa piel sensible, esparciendo el pre-semen.
—¿Por qué? —exclamó con su cuerpo estremeciéndose ante las caricias de Yoongi—. ¿Qué te parece que me estés acosando con tus manos mientras mantienes tu gran pene en mi interior sin moverlo? —expresó observándolo con sus ojos entrecerrados, su respiración de forma superficial.
—Uhm... Te ves más bonito callado —respondió subiendo sus manos para apretar con sus dedos los pequeños pezones—. ¿Qué te parecen un piercing justo aquí? —preguntó inclinándose hacia adelante, empujándose un poco más mientras lamia y mordía uno de ellos—. ¿Imaginas lo bien que te verías con unas pinzas tirando de tus aros? —murmuró atrapando la pequeña protuberancia entre sus dientes.
El hermoso pelinegro gimoteó, intentando cerrar sus piernas alrededor de Yoongi sin éxito.
—Uhm, ¿y por qué no pruebas mejor el otro? —bromeó ansioso, logrando que Min le diera el mismo trato al otro pezón—. Dios, si estás ahí, dile que me joda ya —pidió observando el techo de forma suplicante.
—Bien, y yo que había estado teniendo cuidado —suspiro con pesar.
—¿Por qué tendrías que tener cui-...? —no alcanzó a terminar la pregunta cuando Min Yoongi se empujó con fuerza en su interior, sacudiendo su cuerpo y pensamientos.
Sus nalgas ardieron ante el contacto, recordándole que habían sido tan abusadas la noche anterior que todavía le dolían y seguramente estaban marcadas con violeta.
Pero ese dolor, se sintió ligero y como si estuviera en segundo plano mientras Yoongi comenzaba a moverse en su interior casi salvajemente, sacudiendo la cama y empujando su cuerpo hacia arriba con cada empuje.
—Oh... Oh d-dios... ¡Jodido! —lloriqueo disfrutando del placer, su cuerpo estremeciéndose con cada golpe poderoso y morboso.
Yoongi gruñó algo y colocó los brazos bajo su cuerpo, afirmando sus hombros siguió con sus poderosas penetraciones mientras empujaba de su cuerpo hacia abajo para que no escapara de él.
Jodiéndolo profundamente, golpeando con insistencia maldita su punto dulce tan perfectamente que los balbuceos de Jimin eran casi inentendibles.
Minnie estaba completamente perdido en el placer, sacudiendo su cuerpo atrapado entre las cuerdas y las esposas buscando desesperadamente responder, pero aquella sensación de no poder escapar solo aumentaba más su excitación, aquel tormentoso fuego en su interior.
Observando la lujuriosa, apasionada y por supuesto, salvaje expresión en el rostro de su abogado, lleno de hambre y posesión, gimió profundamente, estremeciéndose hasta la punta de sus pies.
—¡Bésame! —demando entre gemido.
Y pronto, tuvo una boca sobre la suya dominándolo y consumiéndolo desde lo más profundo de su ser, quemándolo exquisitamente.
No había nada de delicadeza, solo pura pasión fogosa y lujuriosa que quemaba en su interior, avivando el fuego en su vientre que recorría hasta sus bolas.
Era tan... Estremecedor.
Adictivo.
Suyo.
El sudor se juntaba en la frente de ambos amantes desenfrenados, recorriendo sus cuerpos unidos. Gemidos ahogados y pieles chocando con codicia llenaron las paredes de aquella habitación.
—M-me vengo —jadeó sobre su boca, con su cuerpo arqueándose mientras sus manos seguían luchando sobre su cabeza.
—Vente —rugió Yoongi, manteniendo su ritmo aplastante de forma constante.
Jimin gimió cerrando sus ojos mientras su miembro apretado entre ambos cuerpos se agitó disparando su semen.
Sus paredes internas se apretaron alrededor de Yoongi en un dulce ajuste que provocó el anhelado y buscado orgasmo de Min.
Maldiciendo, atrapó el labio inferior de Minnie entre sus dientes y lo mordió mientras sus movimientos se volvieron erráticos. De pronto, sus músculos se tensaron y su semen se disparó llenando y marcando el interior de su amante con su esencia.
Jadeante, volvió el movimiento de caderas en uno lento y perezoso hasta que finalmente se quedó quieto luego de haber derramado todo.
Soltando el relleno labio al cual se había aferrado con su boca, escondió su rostro en el cuello de Jimin mientras recuperaba el aliento, disfrutando del cuerpo caliente bajo suyo.
—Intenso —jadeó el pelinegro y soltó un quejido disgustado cuando Yoongi salió de su interior—. Hey, no mires ahí, pervertido —bromeó observando con deseo como el contrario se enderezaba sentándose entre sus piernas.
Pero Yoongi siguió contemplando con satisfacción como su semen salía de aquel pequeño agujero rosado y resentido, recorriendo su camino entre las nalgas hacia abajo.
Algo dentro de él, aquel que estaba obsesionado, ese lado primitivo y oscuro, estaba orgulloso y satisfecho de lo que veía.
Pasando suavemente su pulgar por aquella pequeña abertura, capturó un poco de su semilla y observó a Jimin, quien tragó y dejó sus hinchados labios entreabiertos.
Alzando su mano, pintó con su pulgar los rechonchos labios pecadores, y Jimin gimió entrecerrando sus ojos y capturando su dedo entre sus belfos.
—Pervertido... —murmuró succionando eróticamente su pulgar.
Si... Este hombre le pertenecía, no había duda de ello.
—Que miedo, puedo ver a tu bestia salvaje en tus ojos —exclamó Minnie soltando su pulgar.
—¿Y qué es lo que te dice? —preguntó trabajando en sacarle las cuerdas de los muslos y cintura.
—Que soy tuyo —anunció observándolo, sin ningún signo de miedo, molestia o desacuerdo en aquellos hermosos ojos.
Él lo sabía, y también lo aceptaba.
—Es bueno que lo entiendas —asintió estirándose sobre él para bajar sus brazos y quitarle las esposas.
—Sabes, debería de venir incluido un masaje de cuerpo completo cada vez que abusas de esta pobre alma inocente con tus cuerdas y perversiones —expresó acariciando las marcas rojas que habían quedado en su cintura y muslos producto de las cuerdas y sus movimientos.
—Lo pensaré —anunció dejándose finalmente caer a su lado, donde inmediatamente Jimin se acercó y lo rodeó con una pierna y un brazo, acurrucándose casi sobre él.
—Sanguijuela —espetó, pero... No odiaba el contacto precisamente.
¿Qué tan mal significaba eso?
—Siempre —contestó besando su pecho, succionando hasta dejar un lindo chupón—. ¿Qué hora es? —preguntó.
Era difícil de saber si ya era de día o todavía de noche con un cuarto sin ventanas que tenía las luces bajas para crear el ambiente y afortunadamente, para la comodidad de Jimin.
—La una —respondió.
—¿Madrugada? —exclamó frunciendo el ceño, relamiendo sus secos labios otra vez—. Juraba que habíamos dormido más.
—De la tarde, ya es de día —corrigió.
—Ou... Eso explica muchas cosas —suspiró y su estómago rugió.
—Sí, como tu estómago quejándose —bufó intentando separarse—. Vamos, tomemos un baño y luego bajemos a comer.
—¿Juntos? —preguntó haciendo una pequeña mueca adolorida cuando su trasero tocó el colchón.
Si, estaría un buen tiempo dolorido.
—No creo poder contenerme teniéndote todo mojado y resbaloso —respondió levantándose y colocándose una bata—. Y como habrás visto, no soy exactamente delicado mientras tenemos sexo —le recordó.
—Lo sé, toda una bestia, roawr —rió colocándose la bata que le extendía Yoongi.
Tomando su mentón, Min lo guio a que le mirara y lo besó casi tiernamente a comparación de su momento apasionado.
—Le diré a MinJu que te busque un analgésico y una crema que te ayudará con tus glúteos, creo que me pase un poco anoche —pronunció recordando el feo tono entre morado y azul que habían adquirido durante la noche aquellas nalgas antes pálidas, el golpe de las varillas destacando entre las demás.
Ese tipo de castigo estarían fuera, ya averiguaría otra forma de castigar al hermoso pelinegro sin lastimar realmente su cuerpo.
—Nah, solo te olvidaste de que mi piel es pálida y delicada por lo que fácilmente se queda marcada —aseguró con una pequeña sonrisa, robándole un casto beso mientras se iba de la habitación dejando a Yoongi atrás.
Entrando en su habitación, dejó caer la bata al suelo mientras se dirigía hacia el baño.
"No te has puesto tus inyecciones ni ayer ni hoy" le recordó Hoseok.
—Hola amigo, ¿cómo estás? Yo muy bien ¿y tú? —pronunció mientras daba el agua de la ducha.
"Muerto"
—Uy, que humitos traemos hoy mi solecito —exclamó metiéndose bajo el agua temperada.
"Lo siento, yo solo... Por favor, prométeme que no estás jugando con mi hermano" expresó.
—¿En serio tendremos ese tipo de conversación sería y sentimental en la ducha conmigo desnudo? —preguntó echándose champú en el pelo.
"Aunque no lo creas y no lo parezca, él sufrió mucho más que yo" siguió.
—Sí, la tendremos —suspiro enjuagándose el pelo.
"Jimin, es en serio. Me caes bien y eres un gran amigo, también me has ayudado mucho, pero... Yoongi es... Él... " buscó las palabras correctas.
—¿Demasiado bueno para mí?
"Ha sufrido tanto o más que tú y yo juntos, si puedes darle felicidad en su vida no me importa quién eres o lo que hagas, solo no quiero que juegues con él" expresó.
—No estoy jugando con él —respondió luego de un largo silencio—. Es terco, dominante, decidido y extremadamente arrogante así como molesto, pero aun así, logró atraparme —expresó cortando el agua.
"¿En serio?" preguntó con entusiasmo.
—Caeré tan bajo como él quiera caer conmigo, Hobi, pero no pienso quedarme si él no quiere ir en este viaje con mi compañía. La palabra con A es tenebrosa para las personas como nosotros, acostumbrados a estar solos —expresó saliendo de la ducha, tomando una toalla.
"¿La palabra con A?" preguntó divertido.
—Ya sabes... Atracción, amor... —respondió secando su cuerpo sin verle.
"Tú solo quédate al lado de mi hermano y lo verás, él hace tiempo que te ha tratado diferente a los demás y los sabes" dijo sonriendo.
Contagiado con la repentina alegría y positividad de Hoseok, sonrió y observó por un momento la puerta. Había escuchado algo...
Colocando una toalla más pequeña sobre su cabeza, se dirigió a la habitación para ir al encuentro del mayordomo MinJu y molestarlo un poco.
Deteniéndose repentinamente, se apoyó en el mesón del lavamanos sintiéndose mareado.
"¿Qué sucede?" pregunto Hoseok, observándolo preocupado.
—Nada, mi cuerpo exigiéndome insulina —respondió respirando profundamente antes de abrir sus ojos.
"¿Y qué esperas? ¡Ve a ponértela!" ordenó ansioso.
—Ya voy, mamá —rió secando escasamente su cabello antes de salir del baño para entrar en la habitación vacía.
Colocándose su ropa con movimientos casi perezosos, fue hacia su cama y frunció el ceño al no encontrar su pequeño bolsito sobre esta.
Estaba seguro de que había estado ahí cuando entró a la habitación.
Confundido, se agachó buscándolo debajo de la cama, para no encontrar nada.
—Hobi, ayúdame a buscar mi bolso, no lo encuentro —pidió enderezándose.
Frunciendo el ceño, Hoseok inmediatamente comenzó a buscarlo alrededor de la habitación sin éxito.
"Tal vez lo tomó una de las empleadas que limpian la habitación. Pregúntale a MinJu, él debe de saber dónde está" anuncio. "¿O podrías haberlo olvidado en la habitación especial de mi hermano?"
—No, estoy seguro de que lo dejé aquí. No quise llevarlo anoche.
Colocándose sus bototos, Jimin salió de la habitación y bajó rápidamente las escaleras, sintiéndose ansioso y cada vez más sediento.
Los síntomas eran una perra cuando no se colocaba su insulina.
—Señor mayordomo MinJu —llamó al verlo cerca del despacho de Yoongi—. ¿Tu viste un bolsito pequeño? —preguntó con sus manos describiendo el tamaño.
El hombre mayor le observó y señaló el interior del despacho de Yoongi, luego se retiró en silencio.
Frunciendo el ceño, Minnie se acercó a la puerta abierta y contempló a Yoongi y Jeonghan hablando no muy felizmente.
—¡Oye! Eso es mío —exclamó reconociendo el bolso sobre el escritorio.
—¿Esto es tuyo? —preguntó Min tomándolo entre sus manos.
—¿Sí? —respondió algo dudoso ante la sonrisa satisfecha y llena de superioridad del castaño.
"Minnie, no me gusta esto" pronunció Hoseok.
Y Jimin estaba de acuerdo.
En silencio, Yoongi asintió y cruzó la habitación hasta una ventana, entonces la abrió y lanzó el pequeño bolso con fuerza.
—¡Idiota! ¡¿Qué mierda estás haciendo?! —exclamó precipitándose a la ventana.
Min Yoongi se apartó haciendo una mueca de desagrado cuando lo pasó a tocar.
—Me engañaste —pronunció entre dientes—. Me dijiste que no usabas drogas mientras las guardabas y utilizabas bajo mi propia nariz —espetó tranquilamente, y eso solo lo hacía peor.
—Oh, déjame adivinar. Esa maldita perra te vino a decir amablemente que eran drogas y tú le creíste, ¿no? —dijo sarcásticamente, volteando a verlos.
—Había drogas y jeringas, yo solo se las mostré al amo para que viera como eres en realidad —se defendió Jeonghan acercándose a Min.
—Yo no tengo ninguna maldita droga en ese bolso, eran jeringas e insulina ¡idiota! ¡Soy diabético! —exclamó furioso—. Y no entiendo cómo jodidos lo revisaste si lo mantenía en mi habitación, puta de cuarta ladrona —acusó.
—No es necesario que inventes excusas —bufó Yoongi.
—¿Y por qué mierda inventaría una excusa como esa? ¿Para permanecer a tu lado? Por favor —se burló mirándole con desagrado—. Revisa los resultados del puto examen que me obligaste a hacerme, debería de salir si consumía algo y claramente, que tengo diabetes.
—Vete de aquí y no vuelvas —anunció Yoongi, sin observarle.
Como si ni siquiera valiera su tiempo para ello.
—Bien —respondió aparentando estar desinteresado—. Pero antes, permíteme decirte que a esa perra a la cual le estás creyendo, molestó física y mentalmente a Hoseok más de una vez.
—Vete —rugió furioso.
El cuerpo de Jimin se sacudió, las luces a su alrededor encendidas parpadearon en toda la casa y una suave brisa helada recorrió la habitación en la que se encontraban.
Y de pronto, ya no era Minnie quien lo estaba mirando, Yoongi simplemente lo sabía.
Los hermosos ojos azul-violeta de Jimin resplandecieron haciendo eco de otra alma que observaba intensamente a Min.
—Cada vez que estabas enojado o irritado independiente si era debido a algo que hice o por tu trabajo, Jeonghan iba y me molestaba culpándome de todo —expresó Jimin con una voz que no le pertenecía.
Un tono de voz casi distorsionada en el cual vibraba el característico timbre de Min Hoseok.
Jeonghan gritó y retrocedió asustado al reconocer la voz de Hoseok, quien ignoró sus balbuceos y prosiguió.
—Cada vez que tú no estabas, Jeonghan iba a mi habitación y se burlaba de mí. Él me encerraría en el pequeño cuarto de limpieza o me lanzaría cualquier cosa que estuviera a su alcance —sonrió, amargo y dulce—. ¿Te acuerdas de aquella vez que me caí de las escaleras y me rompí el brazo? No fue porque estaba distraído con mi celular como pensaste, Jeonghan me lanzó una pelota de tenis y perdí el equilibrio —anunció—. Y eso fue solo una pequeña parte que soporté por ti, porque pensé que estabas siendo feliz con él, pero comparado con Jimin ni se asemeja —dijo observando al sumiso castaño—. Y ahora tú... —gruñó observando a su hermano con odio y antes que pudiera seguir expresando su opinión, fue obligado a abandonar el cuerpo que no le pertenecía.
Jimin cayó al suelo y observó confundido a su alrededor, abrazándose a sí mismo con frío mientras un rastro de la vida de Hoseok permanecía con él.
Contando lo no dicho.
—¡Eres un mostro! —gritó Jeonghan, tembloroso.
—¿Yo o tú? —se burló levantándose con su cuerpo débil—. Tú eres la perra sarnosa que se creía el dueño de esta casa cuando su amo no estaba, burlándose y molestando a todos —dijo pasando el dorso de su mano bajo su nariz, descubriendo un rastro de sangre en ella—. ¿O acaso tampoco le has dicho a tu amo que cuando estabas caliente y no te prestaba atención irías al cuarto de Hobi y lo obligarías a encerrarse en el baño para no tener que tocar tu asqueroso cuerpo? —se burló—. Y soportó todo eso solo por ti, porque creyó que esa desagradable mierda te hacía feliz —expresó mirando a Yoongi.
Muchas emociones se reflejaban en los ojos de ambos, pero ya todo estaba dicho.
Desconectado sus miradas, le dio la espalda y salió del despacho.
Sin mirar a los curiosos empleados que paseaban cerca mientras fingían trabajar, Jimin observó las escaleras y negó internamente.
No tenía la fuerza necesaria en ese momento como para subirlas e ir por su mochila. Tendría que decirle a Kookie que fuera por ella después.
Dirigiéndose a la entrada, se encontró con Yoongi observándole en silencio fuera de su despacho, con un sollozante Jeonghan aferrado a su pierna.
Resoplando una sonrisa ladina, negó suavemente con su cabeza.
—Hasta luego imbéciles, disfruten su dulce mentira —anunció haciendo el universal signo de amor y paz con su mano mientras se retiraba de aquella casa con su orgullo intacto como siempre.
Yoongi no lo persiguió, no le dijo nada, y Jimin siguió con su camino sin mirar atrás.
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