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☪ ✙CAPÍTULO 10✙ ☪


Jimin quitó el cigarrillo de su boca y lo tiró al suelo, aplastándolo con la suela de su desgastado bototo antes de entrar en la tienda, sobresaltando a cierto pelirrojo que hablaba por teléfono.

Arqueando una ceja, tomó asiento en una de las cuatro sillas alineadas en filas frente al gran espejo en la pared y esperó a su amigo mientras revisaba lo que había en el mesón delante de él.

Nada entretenido, solo productos y objetos para el cabello.

—Será mejor que no robes nada, eh —bromeó Jin cortando la llamada.

—Me dueles, yo no robo, sería incapaz de hacer aquello —exclamó—. Yo solo lo tomo prestado y decido que está mejor en mis manos que en las contrarias —explicó con una sonrisa ladina y burlona.

SeokJin resopló—. Sí claro, dilo como te haga sentir mejor —sonrió—. Pensé que no te vería por aquí hasta mañana —expresó acercándose.

—Hobi murió —anuncio sorpresivamente, inclinando su cabeza hacia atrás para observar el techo, en el cual había un feo color blanco desgastado.

Hum... Tal vez esa podría ser una de las razones por la cual Jin tenía poca clientela. La peluquería le hacía falta un cambio de ropa por un color más... Decente.

—Oh... Lo siento —dijo colocando su mano en su hombro—. ¿Era un amigo?

—Algo así —suspiro—. Nos conocimos en esas reuniones de ayuda a los drogadictos a las que voy algunas veces, él creía que era divertido que pudiera leer las cartas, ver el futuro y hablar con fantasmas —se encogió de hombros.

—Pfff, con suerte lo único que haces de bueno es leer las cartas —resopló—. Es escalofriante como puedes ver tanto a través de ella.

Jimin rodó sus ojos—. Bueno, en realidad antes también podía ver fantasmas y hablar con ellos, pero me aleje de eso drogándome luego de la muerte de mi abuela y ahora con suerte puedo escuchar susurros, excepto cuando bajo mis barreras mentales que escucho sus lamentos y gritos de auxilio —explicó observando a través del gran espejo en la pared.

—¿En serio? —preguntó sorprendido.

Una lenta sonrisa creció en el bello rostro del pelinegro.

—Ja-ja, qué gracioso —bufó Jin golpeado su nuca antes de alejarse para observar por el gran ventanal que estaba en la entrada.

—No hay nadie, aquellos grandes matones que estaban ocultos en el callejón se fueron poco antes de que entrara en la tienda —anunció.

—¿Cómo lo sabes? —cuestionó con sus ojos entrecerrados.

—Yo también soy perseguidos por ellos a veces, sé reconocerlos —se encogió de hombros—. ¿Estás en problemas Jin? ¿Le debes dinero a alguien? —preguntó.

—¡No! No... No —contestó y comenzó a caminar a través del local, mordiendo la uña de su pulgar—. Solo deben de ser los matones de Namjoon.

—Sí fuera así él te lo habría advertido y no parece haberlo hecho —se levantó de su silla—. Y no es por ser malo, pero creo que cómo dueño del casino más famoso del sector rojo debe tener a sus hombres ocupados en vigilarlo para que no entren a robar o causar disturbios. Esos imbéciles son duros de pasar.

—Lo sé, sólo... ¿Cómo sabes eso? —preguntó confundido, observándolo.

—Tal vez intenté entrar un par de veces en el estacionamiento, pero no me permitieron ni cruzar la puerta porque hay una etiqueta sobre la vestimenta o algo así —bufó—. ¿Le debes dinero a alguien? —volvió a preguntar—. Puedo ayudarte a conseguirlo.

—Sí claro, ¿y cómo? ¿Robando? —frunció el ceño—. Eres mejor que eso, Minnie.

Jimin chasqueó su lengua.

—Realmente no sé qué tienen tú y Jungkook por intentar cambiarme a una persona "mejor" —hace comillas con sus dedos—. Este soy yo, este seré yo y así estoy bien.

—Pudiste dejar las drogas Jimin, sí lo intentaras estoy seguro de que también conseguirías un trabajo estable y decente —discutió.

—Uno, eso es aburrido. Dos, es diferente. Tres, estoy bien así como estoy. Cuatro, ¿ya mencioné que es aburrido?

Jin blanqueó sus ojos.

—Bien, sigue así como estás, estafando y robando a las personas.

—Uy, estamos algo sensibles hoy ¿no? —arrugó su nariz.

—No, estoy perfectamente bien —espetó.

Jimin le observó fijamente.

—¿Qué? —preguntó cruzando los brazos sobre su pecho.

—Estás buscando pelea —anunció—. Sí no me quieres aquí solo debes de decirlo y me iré.

—Pues, no te quiero aquí.

—Imposible, soy grandioso y me amas —aseguró—. Pero me iré ahora a trabajar, espero que Namjoon logre pronto meterte en su cama mientras tanto, a ver si te quita la picazón y se te va el mal humor.

—¡No me acostaré con ese imbécil! —gritó mientras Jimin se alejaba.

—Si claro, y yo soy una pobre alma santa y virgen —rió saliendo de la tienda.

En el centro comercial, cierto chico pelinegro, de piel pálida y suave como la seda, estaba siendo rodeado por un pequeño grupo de personas mientras hacía de su espectáculo.

No mucho de su público creía realmente en todas las habilidades que el hermoso y carismático joven aseguraba que tenía, pero su belleza les atraía, sus palabras les cautivaban y sus ojos... Sus ojos les atrapaban como en un hechizo.

Sin contar que la labia del chico era realmente convincente, claro. Jimin sabía cómo actuar y atraer a las personas, manteniendo su atención en él.

Con una simple mesa improvisada y sus herramientas de trabajo en este, Minnie, como le conocía su público, destacaba con su coqueta y atractiva sonrisa.

—¿Qué significa eso entonces? —preguntó la joven muchacha, observando preocupada a Jimin.

—Tienes al emperador y la emperatriz mirando en diferentes direcciones cariño, eso de por sí ya debió de darte una mala señal —suspiro.

—Nosotros terminaremos, ¿cierto? —preguntó en un susurro.

—Las cartas dicen algo de infidelidad, si no eres tú, entonces creo que lo mejor sería estar sola a que mal acompañada —aconsejó volviendo a juntar las cartas.

—No creo que sea verdad... —murmuro perdida.

—Mina, vámonos, este patán obviamente está mintiendo para quitarte dinero —gruño una rubia joven, colocando su mano sobre el hombro de su amiga.

Observándola fijamente, Jimin alzó su mano y tocó el hombro de la extraña. Una sonrisa creció entre sus rellenos labios que logró colocarla nerviosa.

—Sangwo, ciertamente es un chico apuesto con su cabello castaño y corto, siendo el capitán del equipo de básquetbol. ¿De verdad sentiste tantos celos de tu amiga Mina como para engatusarlo y llevártelo a la cama? Quitándose incluso el día de ayer que fue el cumpleaños de tu amiga aquí —expresó bajando su mano.

—¿Q-que estás diciendo? —exclamó nerviosa, retrocediendo instintivamente—. Vámonos Mina, no le creas a este idiota.

—Pero él tiene razón —pronunció con dolor, observando a su amiga—. Cada vez que Sangwo no estaba disponible, tú tampoco —la comprensión pasó por sus ojos e inmediatamente observó a Jimin—. Ella fue la razón por la que también terminara con mis otros novios, ¿no?

Eh... ¿Debía de mentir?

A decir verdad, Jimin solo había visto a su amiga el día anterior comiéndole la boca al mismo chico, con el cual él había visto junto a Mina, la chica que se presentó como la pareja del chico al pedirle leerle las cartas.

—Lo siento cariño —contestó finalmente.

Dando a entender con aquellas palabras, que si había sido así.

"Bueno, la perra no es buena amiga si se comió al novio" pensó Jimin.

—Mina...

—No me toques, maldita perra —exclamó furiosa—. Le diré de esto a mi papá para que despida al tuyo —anunció dejando una buena cantidad de dinero a Jimin antes de salir de ahí hecha una furia, pasando entre el mar de gente.

—¡¿Estás satisfecho ahora?! —exclamó la rubia a Minnie, observándole con odio.

—Esa debería de ser mi pregunta, ¿no? —alzó una ceja—. ¿Estás satisfecha ahora con lo que has causado no solo a tu amiga, sino que a tu familia, y solo por envidia?

Apretando sus labios, la rubia chica se alejó empujando al grupo de personas que les rodeaba mientras llamaba a su amiga.

Negando con su cabeza, Jimin tomó el dinero, lo contó y luego lo guardó antes de colocarse sus lentes de sol.

Suspiros resignados se escucharon mientras el grupo de personas comenzaba a dispersarse, sabiendo que el pelinegro joven ya no trabajaría más.

Tomando asiento en la banca de atrás, Jimin tomó su botella de agua y bebió grandes sorbos para saciar su hambre.

—Lo siento, ya he cerrado —anunció sin ver realmente a la persona que se había detenido delante de su puesto.

—Tal vez esto te haga cambiar de opinión —anunció aquella grave voz tranquila y demandante.

Alzando su cabeza, Jimin contempló nuevamente aquellos profundos ojos grises duros e impenetrables.

—El idiota hermano de Hobi —reconoció.

Yoongi apenas se mantuvo de alzar una ceja con molestia y dejó sobre la mesa una buena, excelente, y maravillosa, cantidad de dinero.

—Lee las cartas para mí —demandó.

Jimin estuvo tentado a negarse, solo para ver qué es lo que haría el rubio hombre, peeero... En realidad, esa buena cantidad de dinero se veía como si con ella pudiera llenar su despensa de comida.

Algo que nunca había pasado realmente.

Y también... Podría comprarse más jeringas.

—Claro, por supuesto —sonrió quitándose los lentes de sol nuevamente.

Tomando el mazo de cartas, Jimin las revolvió bajo los atentos ojos grises.

—¿Alguna pregunta en especial? —preguntó.

—Sorprenderme —anunció.

—Público difícil, ya veo —suspiro dejando el mazo sobre la mesa—. Veamos lo que nos dicen las cartas, divide el mazo en cuantos quieras y escoge seis cartas —indicó.

Obedeciendo, Min Yoongi escogió seis cartas y dio vuelta la primera sin necesidad de que Jimin se lo dijera.

—El Mago generalmente se asocia con alguien que posee un nivel de autoconfianza y determinación que te permiten traducir las ideas en acciones, al punto del éxito en emprendimientos futuros. Negocios que dependerán de tu propia fuerza de voluntad y determinación. Usa tu fuerza de voluntad para seguir adelante y tomar acción —anunció.

Yoongi dio vuelta la siguiente carta.

—La sacerdotisa es una mujer intuitiva espiritualmente y llena de misterio, sabiduría y entendimiento —la tocó con su dedo índice—. Pero está invertida, lo que indica ignorancia, necesitas un viaje de autodescubrimiento, superar tu posible egoísmo y ser más comprensivo respecto a algunas cosas.

—No lo creo —dijo dando vuelta la siguiente.

—El emperador es en pocas palabras liderazgo y autoridad, autodisciplina y la estabilidad a través del poder de la acción —Jimin observó toda la altura de Yoongi, la carta realmente parecía describirle bien—. Puede presagiar, significar cambios o pérdidas que requieren que se dé un paso adelante para asumir una mayor carga a la que ya se tenía en el pasado. Tienes una fuerza interior fuera de lo común que puede llegar a obligar a actuar y liderar.

En silencio, Min dio vuelta la siguiente y sus entrañas se revolvieron al contemplar la imagen.

—La muerte indica cambios, estos pueden dar en casi cualquier aspecto de la vida, pero de seguro será permanente, significativo y absoluto —Minnie la golpeo con su dedo índice—. Al igual que la sacerdotisa, está invertida, lo que significa, un cambio doloroso, una pérdida importante y... Una muerte causada por una desgracia.

Jimin y Yoongi se observaron, silenciosamente sabiendo a qué se refería esa carta.

Cuando el rubio hombre imponente dio vuelta la siguiente carta, Minnie dejó de observarlo.

—Son cambios catastróficos, desastrosos y en general negativos que puede estar relacionado a algún tipo de accidente, desastre —anunció y relamió sus labios—. Oscura y amenazante, la Torre es la encarnación de la complicación y el conflicto. No solo el cambio, sino el movimiento brusco y desagradable causado por los acontecimientos imprevistos y traumáticos que forman parte de la vida. La Torre siempre es una amenaza, pero la vida inevitablemente implica tragedia, y debes de decidir si la enfrentarás con gracia.

—La última —pronunció Min dando vuelta la carta.

—Los ases siempre representan nuevos comienzos de alguna forma, y el As de Oro sugiere uno positivo —Jimin sonrió—. Al final una buena, eh.

—Solo habla. —ordenó.

—Tu trabajo se verá recompensado en gran medida al nivel del trabajo que estás dispuesto a hacer. Los proyectos que se han iniciado darán frutos no ahora, ni mañana, pero los darán. Habrá noticias tranquilizadoras y puede que llegue una persona a ayudar —el joven pelinegro se sintió inquieto, pero lo ignoró—. Tu dolor no desaparecerá, pero se calmará y lo superaras hasta encontrar la estabilidad emocional que necesitas.

Min Yoongi bufó ante lo último y Jimin lo ignoró recogiendo sus cartas.

—Espero que haya podido aclarar alguna de tus dudas no expresadas o demostrado lo que sea que buscabas —expresó tomando el dinero—. Hey —se quejó frunciendo el ceño cuando el contrario lo alejó de su alcance.

—La mitad ahora y la otra al terminar, ¿no? —dijo el abogado dejando la mitad del dinero sobre la mesa.

—Ya te he leído las cartas, dame mi dinero —se quejó estirando su mano.

—Quiero que hables con Hoseok —anunció.

—¿Qué? —preguntó parpadeando lentamente en sorpresa.

—Dices que también puedes hablar con los muertos, entonces habla con Hoseok —ordenó observándole de aquella forma llena de arrogancia y superioridad.

—Ese no era el trato.

—Nunca dije cuál era el trato.

—Hijo de... —exhalando frustrado, Minnie le observó con desagrado y un pequeño mohín en sus rellenos labios.

—Maldecir es un mal signo de pereza —regañó Yoongi frunciendo el ceño.

—Pues me vale —refunfuño—. Bien, dame tu mano a ver si puedo hablar con él —refunfuño tomando en su otra mano el péndulo.

—No soy un idiota como los demás que caerá en tu labia —espetó con desagrado.

—Entonces qué es lo que quieres, oh gran maestro —se burló.

Yoongi apretó sus labios y tensó su mandíbula.

—Conozco tus trucos, sé que se basan acerca de tu buena memoria y la observación. Sé también, que has estado al lado de Hoseok el suficiente tiempo como para que intentes venderme una historia falsa —espetó con dureza.

Suspirando, Jimin se inclinó hacia adelante y apoyo los codos en su improvisada mesa, sosteniendo su rostro entre sus manos.

—¿Qué es lo que quieres entonces?

—Una prueba irrefutable —anunció—. Si vienes a mí con un secreto que Hoseok nunca en su vida le hubiera dicho a otra persona, creeré en ti entonces y ganarás el doble de ésto —prometió.

—Hoseok casi murió anteriormente por las drogas.

—Te lo dije, algo que nunca le contaría a otra persona. Algo, de lo que yo también tengo conocimiento —anunció—. Te estaré esperando —se despidió dándose media vuelta, alejándose de un silenciosamente frustrado Jimin.

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